Summary completo:
Bella una joven de dieciocho años es tratada como una auténtica criada en su propia casa, pero un día conocera al joven principe Edward, que le hara vivir de nuevo la vida y le ara recordar cual es ese sentimiento al que muchos llaman amor.
PRÓLOGO
EL VERDADERO CUENTO
- Majestad, el carruaje ya está aquí.
La actual reina asintió con la cabeza, dando a entender que había escuchado. Hacía tiempo que quería hablar con los autores del cuento de cenicienta. Le había llamado la atención aquella historia porque se parecía mucho a la vida de su tatarabuela.
Su majestad escuchó como alguien entraba a sus aposentos.
- Buenos días caballeros, gracias por venir. – dijó mientras señalaba con la mano los dos asinetos que habían en frente de ella. – La historia que os voy a contar a continuación, narra la vida de mi tatarabuela, se llamaba Isabella Swan pero todo el mundo la llamaba Bella, que era más corto. Ella tenía tan solo ocho años, y él era el hombre de su vida, el único hombre de su vida. Su madre había muerto en el parto, todo el mundo decía que tenía sus mismos ojos chocolate, su mismo pelo marrón, las mismas facciones dulces que le daban un aspecto inocente, y su mismo carácter. – su majestad sonrió al recordar la historía que tantas veces le habían contado y que se sabía tan bien. – Vemos, cual es la frase que siempre ultilizan.
¡Oh, si! Erase una vez una joven que sentía verdadero amor por su padre…
- Bella, ven aquí.
Una niña de pelo castaño y ojos color chocolate corría por el pasillo medio vestida.
- ¿No es perfecto Idaira? Viene papa y trae con el a una nueva madre.
Bella paró de correr dejando que Idaira, su dondella, acabase de vestirla.
- Si, es perfecto. Pero no querrás que tu padre te vea con estas pintas. Ven tenemos que terminar de arreglarte.
Bella se dejó guiar hasta su habitación y se sentó en el taburete. Hacía tiempo que no veia a su padre, que se había tenido que ir de viaje. La semana pasada recibieron una carta que decia que su padre se iba a casar, y que cuando volviese llegaría con una nueva madre para Bella. La niña estaba entusiasmada con la idea, al igual que todos los sirvientes de la casa, y al fin había llegado el día en el que todo el mundo conocería a la nueva mujer de la casa.
Unas piedras rebotaron en el cristal de la ventana. Bella se levantó de un salto.
- Bella, ¿vienes a jugar?
Era Jacob, el mejor amigo de la niña. Bella se asomó por la ventana.
- No puedo, espero a mi padre. – dijo ella.
Jacob la miro de arriba abajo.
- Vaya, pareces una señorita. – comentó sorprendido.
- Es que soy una señorita.
- Bueno, yo voy al lago, el ultimo que llege tonto.
- Señorita o no, todavia te puedo.
Era verdad, Jacob era fuerte, pero Bella había sido criada por un hombre y eso se notaba.
- Vamo a probar, una carrera hasta el lago, !Ya!
- Jacob, no seas tramposo, tu llebas mucha ventaja. – grito la niña mientras salia como alma que lleva el diablo de la habitación.
- Se siente. – Bella alcanzó a oir lo que contestaba Jacob.
Cuando llegó al lago Jacob estaba sentado en la orilla sonriendole.
- Has hecho trampas, si no te habría ganado. – se justificó la niña
- Puede, pero aun asi he ganado. – Y le sacó la lengua. Bella rio.
Se tumbaron sobre la yerba y empezaron ha hablar de tonterias.
- Oye ¿Tu no tenías que estar en tu casa al atardecer?
Bella no abrió los ojos, se había quedado dormida.
- ¡Bella, que llegas tarde! – le dijo Jacob mientras la sacudía.
- Dios ¡mi padre llegaba ya!
Bella se levantó de un salto y salio corriendo, por el camino intentó arreglarse un poco el pelo pero el estar tumbada una hora sobre la yerba le había pasado factura. Jacob tambien se levantó pero fue caminando hasta la casa de su amiga.
La chica fue saltando los troncos y las piedras que habían en el camino.
- ¡Bella corre! Ya se ve el carruaje. – le gritó Idaira.
Bella corrio más deprisa. Ella misma se asombraba de lo rápido que podía llegar a correr. La casa ya se veia mucho mas cerca, se podía ver a todos los criados en el patio, algunos preparando las últimas cosas para el recibimiento y otros formando ya una fila firme. Cuando llegó Idaira se acercó a ella y con un pañuelo le intentó limpiar el barro que tenía en una mejilla.
- ¡Niña! ¿Se puede saber para que me molesto yo en arreglarte si a la primera de cambio te vas con Jacob ha hacer el salvaje?
Bella sonrió tímidamente y murmuró una disculpa, después se puso al lado de Erik, el 'jefe' cuando su padre no estaba en casa. Se podían oír cada vez más cerca los cascos de los caballos chocando con el suelo. Estaba nerviosa, no más parecido que había tenido a una madre había sido Idaira, que siempre la trataba de usted y obedecía las ordenes de la niña, y ahora iba a tener una madre, una madre de verdad.
El carruaje, todo de madera que iba dirigido por cuatro caballos blancos, se detuvo en frente de la puerta, donde estaba situado todo el mundo, Gemma se apresuró a abrir la puertecilla, Bella sonrió con su mejor sonrisa y todos los criados se inclinaron para recibir al que era el señor de aquella casa. Unas botas de cuero asomaron por la escalera, y un segundo después un hombre delgado, de pelo negro, tez blanca y rostro infantil salió corriendo hacía la persona que le había estado esperando con ansia.
- ¡Papá! - Bella se quedó parada en el sitio, había esperado durante meses que su padre volviera de aquel viaje, y cuando lo vio no pudo moverse de la emoción, pero los brazos de su padre la rodearon con fuerza y le levantaron del suelo.
- Mi pequeña, ¿como estas? ¿Me has extrañado mucho? Yo a ti si, muchísimo
- Y yo papá - los dos sonrieron.
Charlie bajó a su hija al suelo, se puso serio y dijo:
- Hija mía, señoras y señores, os presento a la nueva señora de esta casa, la Baronesa Renne de la Curs, y a sus dos hijas, Anastasia y Ariana.
Bella sonrió, su padre no le había dicho que además iba a tener dos nuevas hermanas.
Por las escaleras del carruaje bajó una señora alta, de pelo negro y ojos color chocolate, iba vestida con un traje rojo pasión y en el pelo llevaba una corona de plata. Detrás de ella bajaron dos niñas de la misma edad de Bella, las dos eran rubias y de ojos iguales a los de su madre, tenían las mismas facciones y Bella supuso que eran gemelas, solo había una diferencia, Anastasia era alta y delgada, y aunque Bella aun no lo supiese tenía un corazón malvado, Ariana en cambio era baja y gorda, y tenía un corazón enorme aunque siempre se dejaba guiar por su malvada familia. Las dos niñas iban vestidas con un vestido blanco y se inclinaron ante Bella para saludarle.
Bella no podía ser más feliz. Aunque muy a mi pesar esa felicidad se le acabaría muy pronto.
Era de noche y los pasillos de la casa del conde Charlie estaban desiertos y silenciosos, se oía el murmullo del viento rozando las copas de los árboles y a un búho cantar en la silenciosa noche, pero de pronto un grito desgarró el silencio. Bella se despertó sobresaltada y otro grito volvió a sonar, tenía un mal presentimiento, por eso se levantó y se dirigió a la habitación de su padre. Allí se encontró a Renne acurrucada en la cama, gritando y moviendo desesperadamente el cuerpo de Charlie, que tenía la camisa llena de sangre. Bella ahogo un grito poniéndose las manos en la boca, y en un abrir y cerrar de ojos estaba al lado de su padre. Alguien, había entrado silenciosamente en la habitación y le había clavado un puñal en el estomago, la herida era profunda. A Bella el corazón se le hizo pedazos al ver que su padre no reaccionaba.
- Charlie, Charlie. – susurraba Renne desesperada.
Bella no lo aguantó más y gritó el nombre de su padre mientras lloraba como nunca antes lo había hecho. Erik y Idaira junto con Anastasia y Ariana no tardaron en llegar, aunque la niña no fue consciente de ello. Erik se acercó y extrajo el puñal que le habían clavado al conde. Charlie jadeó y abrió los ojos, lentamente giro su cabeza hasta que las miradas de él y Bella se cruzaron. Lentamente alzó la mano para acariciar la mejilla de su hija.
- Te quiero niña bonita. – murmuró a la vez que cerraba los ojos y tomaba aire por ultima vez.
Bella grito a la noche, y lloró mientras se apoyaba en el cuerpo de su padre ya muerto.
- Te quiero niña bonita, esas eran las palabras que siempre utilizaba el conde Charlie antes de irse a un largo viaje.- Su majestad sonrió tristemente. - Pasarían diez años hasta que volviese ha aparecer un hombre en la vida de la pequeña, y hasta entonces Bella no volvió a amar. A nadie.
NOTAS DE AUTORA.
Como siempre espero que os haya gustado, ya sabeis cualquier cosa para poder mejorar mi historia dejar rewies.
Y como siempre depende de la aceptación que tenga esta historía considerare seguirla o esperar a acabar las que estoy escribiendo antes.
Lo dejo en vuestras manos
GO!
Besos y disfrutar de la lectura.