(Femslash) Hermione se comporta de manera extraña desde que empezó el curso pero Ginny quiere recuperar a su mejor amiga cueste lo que cueste.

Rating: TP

Disclaimer: El universo de Harry Potter es propiedad de JK Rowling y todo el que haya metido mano con las películas y los libros. Confío en tienen mejores cosas que hacer que denunciarme a mí.

Avisos: Este capítulo no contiene spoilers. Es Femslash, tápate los ojos y sal de aquí si no quieres acción chica-chica.

Comentarios: Este fanfic nace y crece alimentado por el Bragathon de las Circe's Panties. Se lo dedico a los 2/3 del BTE GC, dahl y Jycel.

CAPÍTULO 1: LA CONCENTRACIÓN DE HERMIONE

Una. Dos.

—Así que no sé qué trama ahora, pero si piensa que va a jugar conmigo lo lleva…

Tres. Cuatro. Cinco.

—No pienso quitarle ojo de encima, le he visto merodeando por…

Seis. Siete. Ocho.

—Juraría que han estado usando algún conjuro en los partidos, porque cuando…

Nueve. Diez. No... Sí. Diez.

—Y eso no puede ser bueno, ¿verdad, Hermione?

Once. Doce. Trece.

—¿Hermione?

Trece. Trece. Cator…

—¡Hermione!

—¿Qué? —Rugió la prefecta.

—¿Verdad que no puede ser bueno? —Preguntó de nuevo Harry.

—Oh, vete al guano, Harry —le espetó Hermione con disgusto.

—¿Al qué? —Harry parecía desconcertado.

—Cafca fe múrfiefalo —dijo Ron con la boca llena.

—Traga, Ron —sugirió Hermione.

El pelirrojo tragó con sonoridad y se limpió la boca con la mano.

—Caca. De. Murciélago. El guano es caca de murciélago —explicó Ron como si fuera algo de sentido común.

—Y tú, ¿cómo sabes eso? —se extrañó Harry.

—Porque la semana pasada me mandó al mismo sitio y le pregunté a Hagrid qué era —repuso Ron.

Harry abrió la boca y la cerró casi al instante.

—¿Se puede saber qué te pasa, Hermione? —preguntó inclinándose sobre la prefecta.

—Estaba inmersa en algo importante y me has desconcentrado —contestó Hermione con fastidio.

—Pero Malfoy… —empezó Harry.

—Malfoy, Malfoy, siempre Malfoy. Lo siento, Harry, pero supéralo, no todo gira alrededor de Draco Malfoy y tú golpeándoos los traseros con toallas mojadas —le espetó Hermione.

Ginny, sentada enfrente, a un par de metros de ellos, levantó la mirada y observó extrañada la escena.

—Espera, estás en esos días del mes y… —dedujo Harry.

Hermione puso los ojos en blanco y se levantó de la mesa del Gran Comedor, rumbo a cualquier sitio que en el que no pudiera oír los lloriqueos del Niño Que Vivió.

—Hermione, espera —dijo Harry en vano—. Pero si te has dejado el postre —añadió lastimero en voz baja.

—Más pastel de calabaza, guay —farfulló Ron cogiendo el plato de Hermione.

Harry le miró con el ceño fruncido y Ron se limitó a encogerse hombros mientras seguía engullendo.