Twilight

En cuanto llegué a la estación King Cross presentí que este sería el año más interesante de mi vida. Jamás había tenido intención de moverme de Beauxbatons, pero la situación casi me había obligado a hacerlo. Mis padres habían decidido separarse de su lugar de nacimiento y avanzar hacia Inglaterra, un lugar que prometía mucho más para su profesión como dentistas. Sea como fuera, yo no me quejé en absoluto cuando me lo dijeron, después de todo no tenía muchos amigos ahí, y aunque mi intención no fuera hacer muchos otros en Hogwarts una pequeña lucesita llamada esperanza parecía brillar dentro de mi cabeza. ¿Porqué no? Empezar de nuevo no me parecía una mala idea. Mas que nada en el mundo deseaba encontrar minimo a una persona con la cual pudiera ser yo misma y ser feliz. Desde luego que con mis papás me sentía feliz, de hecho soy una chica muy de familia¸ sin embargo no siempre puedo estar con ellos, trabajan casi todo el día; por lo tanto, lo que esperé al verme envuelta en un variado grupo de estudiantes fue encontrar un pequeño huequito para mí.

Al momento en que quise abrirme paso entre el gentío tropecé un par de veces hasta que caí de lleno al piso. Mi situación me hizo enrojecerme, me enojé conmigo misma… ¡sí que era torpe! Caerme frente a un gentío no era cosa nueva, pero bueno, dado mí caso que quería comenzar de nuevo…bueno, no era lo más conveniente desde luego. Una mano se extendió hacia mi, ayudándome a levantarme. Le miré a los ojos color dorado, y aunque inmóviles, parecían decirme un millón de cosas que de cierto me llenaban el corazón de buenas sensaciones. Una sonrisa se pintó su rostro, sus dientes blancos y alineados daban la impresión de nunca haber mordido nada mas que alimentos sanos; su cabello, rojo fuego, liso y largo, era lo que la coronaba como la chica más hermosa que jamás había visto, incluso más que las modelos de portadas de famosas revistas.

-¿Estás bien? – Una sonrisa se curvó en sus labios en cuanto yo asentí. – Ginny

-Hermione. – Estrechamos la mano; luego me sacudí el polvo que había acumulado en el trasero por la caída.

-¿Necesitas ayuda con tu equipaje? - Y antes de que pudiera contestarle me ayudó a arrastrar el carrito hacia los hombres que cargaban el tren con las maletas de los estudiantes. Se lo agradecí de todo corazón, en verdad que eso me parecía muy pesado. Para mi cualquiera de las cosas era pesada. A pesar de medir 1.70 jamás he podido estar en mi peso, siempre debajo de él por un par de kilos, y aunque eso debiera hacerme feliz como al resto de mis compañeras de escuelo, hacía el efecto contrario. No estaba nada atlético cuerpo, pero dado que ni una pesa podía levantar optaba por correr todas las mañana y asi evitar el gimnasio, lo cual hacía que enflacara más gracias al ejercicio cardiovascular y aumentara un 0 de masa muscular. Asi que, en verdad, se lo agradecí a Ginny, quien no pareció pesarle en lo absoluto mi carga de bahules, y mientras lo hacía nos conocíamos un poco más. Ginny me preguntó de dónde venía, porqué me había venido y si me gustaba Inglaterra.

-¿A qué año vas, Herms? ¿Puedo llamarte Herms, verdad?

-Claro, sí. Eh… voy a séptimo. Tengo 17 años, próxima a los 18. ¿En qué grado vas tu?



-Sexto. –Mi desilusión fue grande, era la primera persona que conocía y con quien, al parecer, podía mantener una buena relación y ahora descubría que no estaríamos juntas. Supongo que hice una mueca de disgusto pues Ginny notó mi desilusión. – Mi hermano Ron esta en séptimo, al igual que mi novio Harry. Apenas abordemos el tren te los presento, te encantarán tanto como tú a ellos. Son buenos chicos.

Asentí, aunque sintiéndome nerviosa. Un año completamente diferente a todos los pasados estaba por comenzar. ¿Qué me esperaría?

Ginny cumplió su promesa y al llevarme al compartimiento me presentó a su hermano quien estaba sentado frente al que supuse que era Harry en cuanto Ginny le plantó un beso en la boca y le revolvía el cabello cariñosamente. Me sonrojé, mi amiga era muy efusiva. Ron podría pasar de hermano gemelo de Ginny, tenía el mismo color fogoso de cabello y su atlético cuerpo se delineaba orgullosamente a través de la camisa blanca, y al igual que su hermana sus ojos eran color dorado y su piel translúcida, aunque no era muy notorio pues con el frío que hace en Inglaterra casi nunca se les veían más que las manos y la cara.

-Asi que Hermione, ¿qué crees que serás: griffindor, hupplepuff, revenclaw o…slytherin? – Dijo la ultima con un desimulado gesto de asco, cosa que no pasé por alto, sin embargo me limite a contestar y no preguntar.

-No lo sé. – Admití. – En beauxbatons jamás tuve que ir a una selección de ése tipo. –Ron, sentado a mi lado y Harry y Ginny, sentados frente a mi, me miraron ceñudos como si no pudieran comprenderlo. – Si estábamos divididos… como grupos sociales, pero no por casas como aquí lo llaman.

-Qué extraño. – Murmuró dubitamente Harry, quien por un momento pensé que sus ojos no me miraban a la cara sino encima del hombro, o sea a la nada. –Tocarás en Gryffindor, ya verás. – Su pecho se alzó orgullosamente. Confundida por su afirmación miré de reojo a Ron, el pelirrojo me contestó que cuando Harry afirmaba algo era porque lo presentía y que era mejor confiar en lo que él decía. En una escuela de hechicería y magia como lo era esta lo que mis compañeros pudieran hacer no debería llamarme tanto la atención, pero fue la manera en que lo afirmó ... y que más tarde confirmé (que sería gryffindor).

Un carrito, empujado por una mujer regordeta, lleno de golosinas pasó por nuestro compartimiento. Yo, antojada, me paré para pedir algunas paletas. Pregunté si alguien quería algo pero los tres negaron. Salí al pasillo y cerré la puerta tras de mi. Había tres chicos esperando por su encargo antes de mí, asi que me crucé de brazos mientras yo también esperaba mi turno. Divagé un rato, la mujer se tomaba su tiempo y ciertamente yo no tenía prisa. Pasé la mirada desde la ventana por donde podía ver las montañas nevadas por entre las cuales avanzaba el tren, hasta la espalda del chico que tenía enfrente. Debía medir 15 cm. Más que yo. Era muy alto, de espalda lo suficiente ancha como para pensar que era deportista. ¡Cómo no, aquí todos eran atléticos menos yo! Su rubio cabello estaba peinado perfectamente hacia atrás, y todo eso en conjunto captaba mi atención pero no toda ella hasta que él volteó para olfatear el aire a su alrededor hasta darse la vuelta de 180 grados y toparse con mi cara. Una parte de su labio se curbió hacia arriba mostrándome uno de sus resplandecientes dientes, con odio. Me sentí pequeña, sumamente pequeña e indiferente. Éste chico ni siquiera 

me conocía y ya me estaba haciendo el feo. Aunque ya casi era su turno para ordenar lo suyo se salió de la fila en cuanto despegó su vista de mí y caminó pegado a la pared, con cuidado de no tocarme. Agaché mi mirada, no quise ver ni a donde se dirigía. Me sentía fatal. ¿Tan repulsiva le parecía?

-Se llama Draco Malfoy y es un pesado. – Levanté mi vista para toparme con los ojos verdes esmeralda de Harry.

-¿Por qué…? – Comencé, pero él me interrumpió.

-No te preocupes por él. es un idiota. –Volteó hacia la señora que vendía dulces y le sonrió, ésta le devolvió el gesto, y haciendo esperar incluso a los que estaban antes de mi, atendió a Harry quien incluyó en su orden la mía.

Con las golosinas en mano me olvidé momentáneamente de Draco Malfoy.