CAPITULO 1: TROPIEZO

CAPITULO 1: TROPIEZO

-Soy Bella Swan- afirmé.

Normalmente, tengo una asombrosa habilidad para pasar desapercibida, ya que; siendo quien soy… es la mejor estrategia para sobrevivir aquí, en le instituto.

No tengo ningún amigo, estoy completamente sola, alimentándome de la caridad de 4 o 5 pobres diablos que se dignan a dirigirme la palabra.

-Ah! Si, bien- dijo la secretaria antes de tenderme le horario.

Se lo tomé y me fui sin mediar palabra.

Empecé a observarlo intentando memorizar las aulas para no perderme, ya que, si lo hiciera, no podría preguntar, a poco me llamarían torpe, o… en el mejor de los casos me ignorarían.

Sin darme cuenta me tropecé con Tanya, la capitana de las animadoras, y la chica mas popular y deseada de todo el instituto, todas las mujeres la envidiaban y querían ser como ella.

-Eh! Mira por donde vas.

-Lo siento- me disculpé en un hilo de voz, cabizbaja.

-Más te vale.

Me agaché para recoger los libros intentando contener las lágrimas, una reacción estúpida, de una chica débil.

Pero Tanya era perfecta, alta, de tez bronceada, y con un hermoso cabello rubio rojizo, yo, en cambió soy de estatura promedio, de tez demasiado pálida y de cabello color caoba.

De repente apareció una mano, ayudándome a recoger los libros desparramados sobre el suelo, alcé la mirada extrañada, ya que, la mayoría de gente o me ignoraba, o me lanzaba mas lejos los libros y me los quitaba, haciéndome perder aún más el tiempo, humillándome.

Entones, observe a un chico guapo… o mejor dicho, hermoso, un puro dios heleno; tenia el cabello cobrizo, y unos hermosos y brillantes ojos color verde esmeralda, bajé la mirada, apenada, y ruborizada, no tenia ni el mas mínimo derechos de que Edward Cullen, el Capitán del equipo de fútbol y el chico más guapo deseado y popular de instituto, se preocupara por mi, o me dirigiera la palabra.

-Aquí tienes- dijo Edward, con su habitual tono de voz aterciopelado, antes de tenderme los libros.

-Gracias- dije en apenas un susurro.

-No hay de que…

-Bella-afirmé, no es de extrañar, que un chico tan popular conociera no mi nombre.

-Encantado, yo soy…

-Edward Cullen.

¿Cómo me conoces?-preguntó extrañado.

-La pregunta sería: ¿Cómo no conocerte? Eres el capitán del equipo de fútbol.

-Es verdad- afirmó avergonzado.

Sonreí tímidamente, esperando que no se sintiera ofendido por mi osadía.

-Entones… encantado- dijo, antes de tenderme la mano.

Le miré curiosa, la mayoría de gente se niega a tener contacto físico conmigo, se suelen apartar de mi asqueados tratándome como si fuera venenosa.

Le tendí la meno confusa, esperando que retirara la suya asqueado, pero en lugar de eso, entrelazó sus dedos con los míos, en modo de saludo, sentí una corriente eléctrica y un aumento de mi ritmo cardiaco, ante tan sutil rocé.

-Esto es diferente- dije en voz baja esperando que no me escuchara.

-¿El que?

Pues vaya… "eso me pasa por pensar en voz alta" me recriminé mentalmente.

-Que no me ignores, me avergüences, o me insultes… como suele hacer todo el mundo- le conteste sinceramente, esperando que se diera por aludido, y me dejara en paz, no deseaba estar con el, lo único que conseguía es hacerme daño creándome falsas esperanzas de una vida mejor… y feliz.

-¿Por qué tendría que hacer eso?- repuso el con una sonrisa inocente, y una mirada desleal.

Sentí que me empezaba a hiperventilar "¿Cómo ese chico lograba trastornarme de semejante manera" "Era deprimente, que tuviera tanto poder sobre mi".

Me encogí de hombros, luchando por normalizar mi ritmo cardiaco.

-No lo sé, es lo que hace siempre todo el mundo.

-Pues no les hagas caso, son idiotas.