Título: Encantado.
Aclaración: Si D.Gray-Man me perteneciese hace mucho que el fandom y el universo hubiesen explotado, así que por favor, no me arreste señor policía, lo hago con todas las malas intenciones del mundo, pero no con las intenciones de comercializar esta rotunda porquería.
Clasificación: Apto para pacientes de todas las edades y gollems de más de 3 años. (traducción: Debido al contenido yaoi esto es para mayores de 13 años).
Género: Comedia, Romance, Disney!
Advertencia: Este fic lo escribo bajo la influencia de la fiebre y el ibuprofeno. No intente esto en casa a menos que tenga gripe con todas las letras.
Habrá yaoi, así que si no es de vuestro gusto, bueno, ¿qué le vamos a hacer? Si quieren leer, sigan, si no, todo bien :D
Parejas: Yullen, porque soy una fan a muerte de la pareja (soy así de incorregible).
Anotaciones: Esto es un puro delirio influenciado por Mandragorapurple (¡Suerte campeona!), Muffin, Narien y por Mai, así que a ellas les lloran las desgracias que he causado (o traduciendo: a ellas les dedico el fic. ¡Las quiero niñas adoradas!).
Todo lo que sucede aquí está implantado en el universo de DGM y está influenciado por Disney (y un tanto por la banda sonora de "El Joven Manos de Tijeras"). El horror por fin tiene forma, ¡así que disfrútenlo!
Encantado
Prólogo – Fábula Ancestral.
Érase una vez hace no mucho, aunque tampoco poco, tiempo, en un reino un tanto lejano para nosotros pero obviamente que no para ellos, un joven noble señor feudal que tenía una hermosa esposa a quien amaba con todo el corazón y ella le correspondía en su sentimiento.
Muy a pesar de que ambos se amaban tanto y eran felices por tenerse el uno al otro, lo que más deseaban en la vida era tener un hijo. Desgraciadamente hacía mucho ya, cuando apenas era solo una niña, que la dulce mujer había caído enferma gravemente causándole que aquello que más quería no pudiese suceder.
Más de mil formas y curas buscaron y utilizaron para dicho afán, pero la gentil mujer no quedaba embarazada, y si lo hacía, el niño moría antes de nacer.
Desconsolada, la mujer aceptó que en vida jamás tendría el placer de tener hijos, y el noble señor feudal, forzado a tener un heredero como la ley así le mandaba, concurrió a sus concubinas y por fin tuvo el gozo de ser padre, aunque no de quien más quería.
Sin embargo, aquel fuerte deseo de tener el hijo de su única adorada persistía y cada día se volvía más, y más fuerte.
Los días se transformaron en semanas, las semanas en meses y los meses en unos pocos años; comerciantes de aquí y allá, curanderos de allá y acullá se atiborraban en las puertas de la mansión del señor feudal atribuyéndose cada uno tener la cura para la misteriosa enfermedad de la mujer, el brebaje para un hijo saludable y hasta mil y un cosas más que al tema ni venían. La voz hacía mucho que se había corrido cual reguero de pólvora y entre aquellos que cuchicheaban en las plazas, los mercados y por doquier se decía que quien curase a la dama tendría lo que quisiese, y con tal oferta tentadora, nadie podía resistirse a probar suerte.
Pero para la dulce esposa eso era demasiado.
Lucrar con la cura de la vejez era una cosa, lucrar con alguna pócima de belleza era otra, pero lucrar con el dolor tan profundo que acarreaba en su ser le abrumaba. Y triste, pero demasiado triste por su dolor, enfermó gravemente de nuevo y esta vez parecía ya que no volvería a sanar.
Furioso, el noble señor feudal echó a cuantos pudo de sus puertas, y aquellos que osaron si quiera intentar lastimarle, sintieron con terror la frialdad de su ira y la crueldad de su fuerza puesto que habían logrado lo opuesto a lo que pregonaban: en vez de darle felicidad que el tanto ansiaba le estaban por quitar la poca que le quedaba.
Aquella noche tras tantos disturbios no pudo conciliar el sueño. En su mente había un debate intenso, solo daba vueltas y vueltas tratando de buscarle una respuesta a la pregunta "¿Qué podía hacer él, más allá de lo que había hecho, para lograr que ella por fin se curase de su dolor?" para siempre encontrarse con aquella respuesta de solución imposible.
- "Un hijo, simplemente un hijo" – se susurró así mismo. ¡Tan fácil eran las cosas y tan difícil eran al mismo tiempo!
Decidiendo que el encierro solo causaría su locura, salió a caminar a su jardín, esperando que el fresco aire de la noche aclarase su cabeza, y por alguna decisión del destino, trajese consigo una solución al conflicto.
Tan ensimismado en sus pensamientos se encontraba el noble señor que no fue hasta estar sobre el viejo puente de su pequeña laguna, que notó que cerca de las murallas que encerraban su mansión, allí donde los cerezos parecían conglomerarse para dar un bello espectáculo con sus flores, allí parecía brotar una luz plateada solo para él, llamando su atención.
Muy a pesar de que el sentido común le decía que era mejor esconderse en la santidad de su hogar, corrió hacia los cerezos a buscar el origen de esa extraña luz, anhelando profundamente que los dioses finalmente hubiesen escuchado su plegaria.
Grata y grande sorpresa fue la suya al encontrar a una joven dama de andar ligero y suave caminando entre ellos. Sus vestimentas eran las simples ropas de una sacerdotisa cuidadora del templo, la clásica hakama roja y blanca y los mil adornos en cintas que le componían. Pero estas ropas parecían tan indignas en su ser cuya belleza etérea probaba merecer algo más acorde como las de una princesa o de una reina, o mayor aún e imposible, las ropas que solo una diosa podría vestir.
Pero lo más destacable y hermoso de esta mujer eran aquellos ojos azules como el cielo del invierno, tan fríos y claros, pero tan expresivos y sinceros. Y fue en ellos que el noble señor vio una vez más reflejada la esperanza que el corazón de su esposa había perdido.
Atraído por su singular belleza, pero más por aquellos claros ojos, el noble señor trató de acercársele, pero esta se alejó y extendió su delicada mano para detenerle. Antes siquiera que preguntase quien era o que sucedía, ésta extendió su otra mano para revelar un vial hecho con una caña de bambú, y le colocó en el suelo frente a si.
- "He aquí la respuesta a todas tus plegarias" – Anunció la joven, cuya melodiosa voz parecía hacer eco en cada rincón de la mansión. – "Pero..." - Le detuvo de nuevo cuando este intentó acércasele una vez más – "... Debes saber que todo en esta vida tiene un precio y vuestro deseo también" -
"Si vuestra esposa bebe de este vial, sanará completamente en 3 días y podrán finalmente cumplir su más anhelado deseo. El bebé que nacerá será bendecido por los dioses, su voz será la más dulce de todas las del reino y su belleza no tendrá par, aunque cargará consigo una marca de que los dioses han sido los causantes de este milagro, una marca que portará sobre su corazón." -
"Sin embargo una maldición le perseguirá. Si antes de su vigésimo cumpleaños no ha encontrado a 'ese alguien' especial, a aquella persona que eleve su corazón y le haga sentir el verdadero amor, vuestro infante morirá" –
"Si aún aceptas mis palabras y quieres continuar, toma el vial y ve al lado de tu esposa, pero no mires atrás y no digáis nada de esto a vuestro infante, pues si lo hacen, la pena y la miseria caerán sobre todos vosotros" – Y diciendo esto se alejó del vial, desapareciendo entre los cerezos.
Sin siquiera pensarlo dos veces, el noble señor tomó aquel regalo y corrió tan rápido como su cuerpo y alma pudieron para relatarle las noticias a su esposa, quien tras oír tan particular historia, gustosa bebió del contenido del vial.
Pero la advertencia resonó fuerte en sus mentes tras aquella acción.
"Si antes de su vigésimo cumpleaños no ha encontrado a 'ese alguien' especial, a aquella persona que eleve su corazón y le haga sentir el verdadero amor, vuestro infante morirá"
Decididos que aquello no sucedería, no mientras ellos tuvieran vida, el noble señor abrazó fuertemente a su esposa compartiendo su alegría. Antes de aquel fatídico día, antes de que cumpliese veinte años, la hija que tendrían, porque él así lo suponía, estaría felizmente casada y la maldición desaparecería.
La vida fue tranquila durante los primeros días de aquel esperado embarazo. La mujer estaba rozagante y llena de vida, sonriente por aquella niña que esperarían.
Pero como siempre, las malas lenguas hablan rápido y los que cuchichean jamás callan, el rumor de que una niña bendecida por la misma Princesa Kaguya nacería se esparció por toda la nación, y antes siquiera que la niña naciese, ya miles de pretendientes nobles se atiborraban en las puertas del noble señor para hacerse acreedores de tan magnifico trofeo de esposa.
Joyas, oro, tierras y mil cosas prometían cada uno de los nobles; algunos con palabras dulces y arteras, otros con amenazas disfrazadas y otros simplemente presionaban con sus posiciones más elevadas que la del joven noble.
Calmando los ánimos, sin embargo, este logro convencerles que cuando naciese la niña, ya que nadie tenía la vida comprada y garantizada antes de nacer, él decidiría quien sería el mejor pretendiente. Y así, en su hogar convivieron hasta ese día tan especial.
Aquella noche del 6 de Junio la verdad por fin salió a relucir. La dulce esposa por fin dio a luz a un bello bebé: sus cabellos eran negros como el azabache y su piel suave y pálida como la nieve, sus mejillas estaban teñidas de un suave color rosado, y aquellos ojos eran azules cual el cielo del invierno, tal cual los de su madre, tal cual los de la extraña mujer.
Pero ¡oh!, gran sorpresa les llegó a todos al saber que la niña era en realidad un niño muy tierno, a quien su madre decidió llamar Yuu, por su gentileza y suavidad, tal cual ese nombre así lo dictaba.
El noble señor creyó que por fin se había librado de la maldición de tener a tantos nobles haciendo las de cuervos cerca de su lindo hijo y ahora débil esposa, pero no fue así. La insistencia de ellos no disminuyó sino que aumentó. Algunos querían casarle con sus hijas y otros consigo mismos alegando mil cosas a su favor y tergiversando mil otras para dicho propósito. Que Yuu hubiese nacido significaba que por fin habría un trofeo, y aquel que se lo quedase, sería el más afortunado por tener como esposo, yerno o lo que fuese ya a estas alturas a un bendecido por Kaguya en persona.
Aún así el ingenio del noble señor no diezmó y la maldición seguía en pie, Yuu debía casarse antes de sus veinte años, pero no con cualquiera de ellos. Propuso entonces lo siguiente: todos los que quisiesen desposar al joven deberían ganar su afecto noblemente y Yuu sería quien, en la edad correcta, escogería con quien estar.
Aceptando esta propuesta que les pareció justa para todos por igual, los pretendientes se marcharon del hogar para volver luego, cuando el niño tuviese la suficiente memoria para recordar cada uno de sus elogios y regalos para tenerles en mayor preferencia.
Los años pasaron y Yuu cumplió 5 años, y así, como habían anunciado ya, los nobles volvieron acarreando consigo a sus hijos y a cuanto joven pariente suyo hubiese para engalanar y convencer al niño de formar parte de sus familias.
Todo lo intentaron y el niño les rechazó en amistad y compañía a los más grandes, pero se mantuvo feliz y cantarín entre los más niños, jugando como nunca en su vida porque en su hogar no habían niños tan chicos como él. Pero aún así, no pareció mostrar preferencia por alguno en particular, molestando así a los nobles.
Los días pasaron, las semanas también, y cuando los meses se volvieron años, los nobles empezaron a desesperar. A pesar de que Yuu no estaba en una edad para casarse por tener solo 9 años, los hijos e hijas, sobrinos y sobrinas, entre otros y miles de familiares de estos ya estaban pasando la edad ideal para contraer matrimonios arreglados y el enojo se hacía sentir.
Amenazas llovieron sobre los Kanda a por millón, pero ninguna de ellas tuvo efecto. Salvo un comentario un tanto inocente de un sirviente que dijo que ni en veinte años más ni durante toda su vida un niño con tanta personalidad dejaría ser casado por la fuerza. Ese día fue el cumpleaños número 10 de Yuu, la mitad de su posible vida había pasado ya y los años que quedaban parecían amenazarles desde la distancia. El corazón de los Kanda se llenó de pesar, pero harían lo imposible para romper la maldición.
Sintiendo que era su obligación por haber generado todo eso, un buen día, su madre le llamó a sus aposentos. Sabía muy bien que no debía, por ningún motivo alguno, contarle a su joven hijo sobre la maldición que sobre él se cernía, pero tal vez si lo fraseaba de otra forma, si él sabía sobre su destino, tal vez abriría su corazón y encontraría amor en aquellos que ya había rechazo en compañía y amistad, y así salvaría su vida.
Romper un contrato por buenas intenciones no hace que las cosas queden en la nada y mejoren, y tal cual anunció una vez aquella bella y extraña mujer, la miseria y el dolor cayeron sobre la nación esa misma noche. El Conde junto a sus akumas arrasaron cada ciudad del Japón, e indefenso, el niño terminó a parar en los brazos de un joven general llamado Tiedoll, quien al ver que de la ciudad no quedaba nada, que de lo que alguna vez fue el hogar de Yuu Kanda cenizas habían y la muerte había cobrado su saldo con su familia, le llevó a la orden, donde se convirtió en exorcista por su compatibilidad con la inocencia encerrada en la espada 'Mugen' de su ya fallecido padre.
Pero la leyenda del bendecido por la princesa Kaguya persistió, llegando a oídos ajenos y más allá del Japón, y muy a pesar de que muchos pensaron que era solo una leyenda, muchos se esforzaron en buscar a la princesa y aún la buscan, esperando encontrarle un final feliz a su cuento de hadas, sin saber todos los detalles y que ella, digo él, aún busca a 'ese alguien' para romper la maldición que tanto le persigue.
Y así comienza nuestra historia de princesas y caballeros, maldiciones y amor y mucha, pero mucha fantasía, y si quieren, mañana, u otro día tal vez, les contaré como sigue esta historia. Así que cierren sus ojitos, que les guarden los angelitos y duerman bien.
¡Hasta luego y buenas noches!
(Continuará...)
Anotaciones 2: ¡Dios! La fiebre me delira y feo XD, bueno, podría ser peor y haberme puesto a cantar canciones de La Sirenita o algo así.
Bien, la forma de contar las cosas tipo cuento de hadas, no sé si la voy a mantener, creo que por este prólogo esta bien, y luego la cambio a formato normal :P. Lo que sí, para los curiosos, e nombre de Yuu significa lo que escribí, no le pega ni con cola a nuestro neurótico samurai, pero sí a una princesa, por eso terminó así XD.
Bien, si les gusto la historia, y quieren dejarme un review, les doy las muchas gracias, y si no, no importa, me basta con que me hayan leído y les haya gustado.
Si quieren luego pueden pasarse por los foros que hemos hecho. Tenemos 3 en total: 2 de Narien y 1 mío. (punto) (barra)
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¡Denle un vistazo y nos vemos la próxima! ¡Suerte a todos y que tengan un buen día!