EPÍLOGO: Un año después…
Molly Wesley se afanaba en la cocina de la Madriguera. Tenía la puerta cerrada, pero aun así, podía oír todo el alboroto que su familia organizaba desde el salón. Era feliz, era la mujer más feliz del mundo. Siempre lo era cuando llegaba Navidad y reunía a todos sus hijos frente a un delicioso pavo asado y a una cálida chimenea, como cuando eran pequeños. Se sacudió las manos manchadas de harina en el delantal, tomó una bandeja de canapés y salió al salón. Al segundo, todas las voces se hicieron mucho mas intensas. Victoire correteaba por la estancia perseguida por Fred y George, y casi tira la bandeja de su abuela al pasar junto a ella. Molly lanzó una mirada asesina a los gemelos, pero estos no le hicieron caso y continuaron jugando con su sobrina. Fleur mantenía una conversación bastante animada con Ginny, que no podía evitar mirar de soslayo a Harry que le daba el biberón a James, su hijo de cuatro meses. El hombre mantenía una ardua batalla para que el bebé no se durmiese durante la toma de la leche. La pelirroja sonreía al ver tan apurado a su esposo. En otro rincón del salón, Charlie y Bill echaban una partida al ajedrez y ambos parecían muy concentrados, pero la hija del mayor de los Weasley corrió muy cerca de ellos e hizo que uno de los gemelos tropezase cayendo sobre el tablero de ajedrez, derribando todas las piezas, con el consiguiente enfado de sus hermanos. Percy alzó un instante la vista de su libro molesto por el estruendo y movió la cabeza resignado, pensando que él era el único Weasley cuerdo en esa familia. Arthur levantó a su nieta en brazos y la niña se agarró fuerte al cuello de su abuelo intentando evadir una reprimenda. Molly sonrió y recorrió con la mirada a todos sus hijos… ¿A todos? No, faltaba uno, uno al que hacía un año que no veía, el menor de sus hijos varones… Ron. Solo había recibido noticias suyas en un par de ocasiones, sabía que se fue a Escocia a buscar a Hermione (se llevó un disgusto enorme cuando supo lo del falso embarazo de Cho). También era conocedora de que el joven viajó luego a Francia, donde vivió durante algunos meses junto a la muchacha en la ciudad de Paris y que finalmente se mudaron a España. Pero de lo que sí estaba absolutamente segura, es que aquel muchacho de cabello rojo, sonrisa sincera y por el que sentía una gran debilidad, era el hombre mas feliz de la tierra y eso era lo mas importante de todo. Suspiró y se giró para volver a la cocina, cuando oyó que llamaban a la puerta. Molly sintió un vuelco en el corazón y todos los miembros su familia enmudecieron y se miraron los unos a los otros expectantes. Ginny se levantó despacio y sonriendo dijo.
- Debe ser él.
Se acercó a la puerta y abrió con tranquilidad. Ron se apoyaba en el umbral con una mano y en la otra sujetaba varias bolsas con regalos. La pelirroja sonrió ampliamente y el muchacho soltó su carga y corrió a abrazarla elevándola del suelo. La algarabía volvió a la Madriguera. El joven dejó que los pies de su hermana volvieran a apoyarse en el suelo y desapareció de pronto tras la puerta. Toda su familia se quedó extrañada con su reacción, pero comprendieron porque lo hizo cuando volvió a entrar, pero esta vez alguien lo acompañaba cogida de su mano. Hermione Granger sintió como todas la miradas de los Weasley se clavaban en ella. Molly se acercó a su hijo y lo abrazó con fuerza, luego tomando a la joven de la mano añadió.
- Bienvenida a la Madriguera cariño, éste siempre fue tu hogar.
Hermione la miró con los ojos húmedos por la emoción y la mujer la abrazó como si ese abrazo se lo estuviese dando a Ginny, con la mayor de las ternuras. Uno a uno todos se fueron acercando a la feliz pareja para saludarlos y éstos respondieron a la bienvenida con efusividad. Al poco rato de su llegada, ya nadie les prestaba demasiada atención y todos volvían a sus cosas. Hermione aprovechó que ya no se sentía tan observada y tomó de la mano a Ginny apartándola un poco, mientras Ron estaba distraído sosteniendo en brazos a su nuevo sobrino, bajo la protectora mirada de Harry.
- ¿Qué sabes de los chicos del Profeta? – Preguntó.
- ¡Uf! En una año han pasado muchas cosas – Añadió la pelirroja – Draco y Pansy viven juntos prácticamente desde que os fuisteis. Esa chica ha sabido cazar bien a ese rubio mujeriego.
- ¿Y Lavender?
- ¿La secretaria? – Hermione asintió – Bueno parece ser que tiene novio.
- ¡Ah, sí!... Ese chico… Cedric.
- ¿Quién es Cedric? – Inquirió Ginny extrañada – No, yo me refería a Neville.
- ¿Longbotton? – Ginny asintió - ¿Cómo pasó eso?
- Cariño, nosotros aún nos lo estamos preguntando.
Ambas jóvenes rieron, a fin que la pareja no dejaba de ser algo peculiar. Cuando acabaron las risas, enmudecieron de pronto. Hermione necesitaba saber algo para conseguir ser completamente feliz, pero no se atrevía a cuestionárselo a su cuñada. Ginny le adivinó el pensamiento.
- Se casó
- ¿Quién? – Preguntó Hermione haciéndose la despistada, aunque contenta de que Ginny hubiese sacado el tema.
- Cho, ¿No es por ella por quien querías preguntarme desde hace rato? – Hermione bajó la cabeza, la pelirroja sonrió y con un dedo levantó la cara de su amiga y la miró a los ojos – Enredó a un magnate americano, el ingenuo cayó en sus redes. Después del divorcio con Ron, conoció a ese tipo y un mes después ya estaba casada de nuevo, no perdió el tiempo. Aunque he oído que el tipo es bastante promiscuo, pero supongo que a Cho le será indiferente mientras mantenga sus caprichos. No dudo que estuviese enamorada de Ron, a fin que mi hermano no tenia donde caerse muerto. Pero creo que lo que sintió por él al final fue simple y llanamente, la obstinación de no dejarlo marchar, por la frustración de no haber conseguido lo que deseaba por primera vez en su vida. El hombre vive en California, así que se trasladó con él justo después de la boda y no creo que regrese jamás.
Hermione suspiró aliviada, aquella noticia era lo que faltaba para hacer por fin completa su felicidad.
- Ron nunca habla de ella, es como si estuviese muerta – Dijo.
- Mi hermano es inteligente, y hace bien. ¿Para que hablar de algo que ya no tiene ni la mas mínima importancia? – Atajó Ginny dando por zanjado un tema del que le aún dolía hablar – Cambiando de asunto ¿Pensasteis en lo que Harry os propuso cuando os llamó hace unos días?
- Sí, no hemos tenido que pensarlo demasiado. Ya teníamos ganas de volver a Londres. Será un placer volver a formar parte del equipo del Profeta.
Ginny dio un salto de alegría y abrazó a su cuñada con fuerza. Hermione se separó disimuladamente de ella, pero la pelirroja lo notó y se extrañó por la reacción de la muchacha, sin embargo no le hizo ningún reproche.
- ¡¿Cuándo vamos a comer?! – Pregunto Fred alzando la voz.
- ¡Cuando estemos todos! – Gritó Molly con fuerza desde la cocina.
El pelirrojo contó uno por uno a toda su familia, no faltaba nadie al menos que él supiera.
- ¡Mamá estamos todos! – Volvió a gritar.
Su madre salió de la cocina con tanto ímpetu, que el joven retrocedió temiendo que fuese a embestirle y dijo alzándole la voz molesta con la forma de preguntar de su hijo (Aunque no hacia falta hacerlo porque estaba a pocos centímetros de Fred).
- ¡Fred Weasley!... ¿Crees que no sé contar?... Aún falta una persona.
Nada mas decir esa frase, volvieron a tocar a la puerta y Molly alzó las cejas para que su hijo viera que no estaba equivocada.
- Hermione, cariño – dijo mas sosegada - ¿Serias tan amable de abrir?
La muchacha asintió y se dirigió hacia la puerta, llevándose una gran sorpresa.
Luna estaba afuera, sonriéndole con un apetecible pastel en las manos. Ginny se apresuró a sostener la tarta de Luna y fue entonces cuando las dos primas se fundieron en un cariñoso abrazo. Ron dejó a James en brazos de su padre y se acercó a las muchachas gratamente sorprendido. Luna y él se saludaron con un caluroso abrazo…
- Bienvenida – Dijo el pelirrojo besándola en la mejilla.
- ¡Feliz Navidad a todos! – Exclamó la rubia arrancando de los demás la misma felicitación.
El alboroto de los Weasley se trasladó, como era de esperar, a la mesa y para colmo el pequeño James lloraba sin parar, así que Harry lo tomó en brazos para que se consolase y a duras penas comía con una sola mano. Hermione charlaba con Fleur, se habían hecho grandes amigas durante el tiempo que Ron y ella vivieron en Paris y le contaba como había sido su experiencia esos últimos meses en Madrid. Ginny no apartaba la vista de Hermione, la joven había rechazado el vino y ella era conciente de lo mucho que le gustaba a la novia de Ron, saborear una copa de buen vino mientras degustaba la deliciosa comida. Además, comía poco escogiendo los alimentos del plato. Ginny sonrió, solo había tenido que atar cabos y la sospecha parecía tornarse en certeza.
Cuando por fin tomaron el postre, que era nada mas y nada menos, que el sabroso pastel de Luna, cada uno volvió a sus cosas, aunque esta vez eran los hombres los que entraban y salían de la cocina recogiéndolo todo bajo la supervisión, siempre constante, de la Señora Weasley. Mientras eso sucedía, Fleur acompañada de Victoire, comenzó a entonar un villancico popular francés y Bill las observaba orgulloso mientras sostenía en sus manos un sucio plato con restos de pavo. Los demás miembros de la familia, dejaron de hacer sus cosas y las escuchaban embelesados, incluso Percy se había unido a ellos y cuando finalizaron la melódica pieza, aplaudieron entusiasmados.
- Ha sido muy hermoso cuñada, pero ahora pongamos algo que se pueda bailar, tenemos mucho que celebrar este año – Exclamó Charlie a la vez que prendía la radio, los gemelos secundaron la idea.
Ron después de que todo estaba ya en su lugar, fue el primero en lanzarse a la pista, había sacado a Ginny a bailar. Ron la hizo girar varias veces y la muchacha reía sin parar a cada vuelta. Pronto Charlie se unió a ellos de la mano de su pequeña sobrina Victoire, y Bill y Fleur rememoraba sus hermosos años de noviazgo cada vez que volvían a bailar juntos. El Señor Weasley realizaba algo parecido a una danza con su esposa y Percy regresó a su interesante libro, refunfuñando por el ruido. Hermione estaba sentada junto a Luna y a Harry, que se había propuesto que su mujer descansase en ese día para que lo disfrutase con su familia y hacía las veces de padre abnegado, durmiendo a James. Ron y Ginny después de un par de canciones, se aproximaron a ellos.
- Te invitaría a bailar querida, pero este bebé me ha dejado agotado – Exhaló Harry casi sin fuerzas con James dormido en sus brazos.
Ginny lo miró con ternura y sonrió, besó a su marido en la frente y cogió a su hijo para que Harry descansase un poco. Ron extendió la mano a Luna y dijo mientras le guiñaba un ojo a Hermione.
- ¿Sería tan amable de concederme este baile, Señorita Lovegood?
- Eres un payaso – Exclamó Luna divertida – Pero no voy a negarme.
Y caminaron juntos hasta reunirse con el resto de los bailarines, comenzando la danza.
Ginny que se había sentado junto a Hermione, mecía al pequeño Potter entre sus brazos, luego se giro hacia Harry, pero éste se había quedado dormido. Ambas cuñadas sonrieron con ternura.
- Padre e hijo serian idénticos si no fuera por el color del cabello – Puntualizó Ginny y girándose hacia Hermione, que sonreía viendo como Ron hacia girar a Luna, añadió - ¿De cuanto estás?
Hermione palideció, y un segundo después enrojeció hasta las orejas.
- ¿Estoy de qué? – Preguntó tímidamente sin atreverse a mirar a su cuñada.
- Vamos Hermione, no soy tonta. Sé que estás embarazada.
- ¿Cómo lo has sabido? – Exclamó la joven sorprendida.
- Bueno ha sido fácil averiguarlo. Cuando hace unas horas te abracé de esa forma tan fuerte, te retiraste sospechosamente de mí, al principio me molestó, pero pensé que tendrías un motivo coherente para hacerlo. He observado que no has tomado vino durante la comida y escogías los alimentos según te los llevabas a la nariz, yo también tenía esa manía cuando estaba esperando a James. Además fijándose uno bien, se te nota la tripa de perfil – Ginny rió.
- ¡Oh! Le dije a Ron que te darías cuenta.
- Entonces… ¿Es cierto?
- Sí.
Ginny mostró una enorme sonrisa y casi despierta a James del brinco.
- ¡Oh Cielos! ¡Es maravilloso!... ¿Y de cuanto estás?
- De cuatro meses… Y ya sabemos que será niña – Dijo Hermione mirando de soslayo a Ron que seguía empeñado en marear a su prima.
- ¿Por qué no habéis dicho nada? – Preguntó la pelirroja un tanto extrañada.
- El plan era hacerlo hoy cuando nos diésemos los regalos de Navidad, Ron quería daros la noticia en persona.
- ¡Oh! Entonces te guardaré el secreto hasta entonces y me haré la sorprendida – Dijo Ginny alegremente.
Las muchachas volvieron a guardar silencio mientras todos los demás seguían haciendo ruido. Después de un rato en que ninguna de las dos dijo nada, Hermione miró de reojo a Ginny y vio que ésta. sorprendentemente, estaba llorando.
- ¿Qué te ocurre?
- Soy una tonta pero llegué a pensar que Ron jamás volvería a ser feliz, todo lo que le está sucediendo ahora es más de lo que pedí.
Hermione sonrió a su cuñada y le tomó de la única mano que no ocupaba el pequeño, diciéndole mientras se inundaban sus almendrados ojos.
- Se llamará Rose y después que nazca Ron y yo nos casaremos.
Victoire se cansó pronto de bailar con su tío Charlie y éste con más ganas de seguir moviendo los pies, le arrebató a Ron su rubia y entusiasmada pareja. El pelirrojo no se resistió porque estaba algo agotado del viaje y volvió junto a su novia arrastrando los pies. Se derrumbó en el sofá entre ambas mujeres. Las dos jóvenes se lanzaron una mirada de complicidad que el pelirrojo no percibió y éste, apoyó entonces la cabeza sobre el hombro de Hermione, mientras le pasaba la mano suavemente por el que comenzaba a ser, un abultado vientre. Hermione suspiró plenamente feliz, no deseaba más en la vida. Tenia la suerte de amar y ser correspondida, iba a formar parte muy pronto de una familia que la adoraba y una hija estaba en camino dispuesta a ser la culminación de su dicha. Y a todo esto, había que sumarle que la única persona capaz de enturbiar esa felicidad, se hallaba a miles de kilómetros de distancia y probablemente no volvería a verla jamás.
¿Quién dijo que el destino no es caprichoso?... Lo es, y mucho, pero debemos estar seguros de una cosa… Que nunca se equivoca.
Hasta aquí esta historia.
Como hice en mi fic anterior 'Segundas Oportunidades, me gusta dejaros una reflexión o moraleja o como os guste llamarla. Me gusta pensar que todas las historias tienen un trasfondo y aportan experiencia a la vida, aunque estas historias solo sean una simple lectura.
A veces en nuestra vida nos empeñamos tozudamente en ignorar nuestro destino. Yo creo firmemente en el destino, y odio profundamente el rencor. Pienso que todos vamos siguiendo un camino que ya está escrito, y aunque queramos desviarnos de ese camino, tarde o temprano, de una forma o de otra, regresamos a él. El rencor pudre el alma de las personas sin saber que somos a nosotros mismos, a los que en realidad no dejamos ser felices. Si Ron hubiese seguido guardando rencor a Hermione nunca habría conseguido la felicidad. Debemos luchar por las cosas que deseamos en la vida y si no se consiguen, no tiene nada de malo resignarse, eso no es perder. Porque nadie pierde si lo ha intentado antes, solo es un perdedor aquel que se rinde antes de luchar. Hermione luchó por Ron, pero cuando creyó que su lucha ya no tenía razón de ser y que ya estaba todo perdido, se resignó. Y lo hizo sabiendo que lo había dado todo por intentarlo.
En mis historias, los finales son felices (Odio los finales tristes para eso ya esta la vida real), pero en la realidad las cosas a veces no salen tan bien como uno espera. Salir adelante, reponerse, es parte de este juego, no siempre limpio, que se llama vivir y cuando parece que ya no tenemos salida, es cuando debemos confiar en que este destino caprichoso nos depare algo mejor.
Ha sido una reflexión larga (Espero no haberos aburrido), pero esa es al fin la esencia de esta historia y la conclusión a la que se llega…
Sé que alguns pensaran que he sido benevolente con Cho, pobre, se ha quedado sin Ron. No puedo imaginar peor castigo XD.
Gracias a todos los que habeis leido la historia me hicisteis muy feliz...
Hasta pronto...