1. El chico del pelo rojo
Volvía después de diez años a su ciudad natal, conduciendo lentamente, recreándose en los paisajes que recordaba de su niñez. Nunca creyó que regresaría de nuevo, pero el destino es caprichoso y casi nunca se equivoca. Cuando partió de allí con apenas catorce años, pensó que su vida se había acabado. Atrás quedaba su casa, su colegio, sus amigos y él… el que sin duda y a pesar de su juventud había sido el amor de su vida.
Hermione Granger acababa de terminar su carrera de periodismo hacía apenas un año y gracias a las influencias de su padre y a sus propios méritos académicos, había conseguido un puesto como redactora jefe en una importante revista del país. Afrontaba esa nueva etapa de su vida con ilusión y muchas ganas, sabía que volver a encontrarse con él era prácticamente imposible. Londres es una ciudad enorme con millones de personas vagando por sus calles. Aun con el temor y la emoción de volver a verlo, regresar de nuevo allí le hacía rebosar el corazón de emoción. Aquel no era un puesto definitivo, de hecho solo estaría ocupándolo durante tres meses, hasta las navidades, pero sin duda era un gran comienzo. Y si tenía que volver a marcharse de Londres, lo haría sin ningún problema, porque hacía ya muchos años que nada la ataba allí.
Estaba un poco agotada, le dolía la espalda y necesitaba un respiro notaba la tensión en su cuello por la cantidad de horas que había pasado frente al volante. Así, que sin pensarlo mas, detuvo su vehículo junto a un hermoso riachuelo. Bajó del coche y llenó de aire puro sus pulmones y sonrió, luego se despojó de sus incómodos zapatos y comenzó a caminar descalza, dejando que sus pies se mojasen por la húmeda hierba del otoño y las puntas de las hojas le hiciesen cosquillas entre los dedos de los pies. Aquella sensación le recordó cuando era una niña y le gustaba caminar así…
'- Vamos quítate los zapatos Ron, no seas tonto… Es maravilloso – decía una Hermione de apenas trece años.
Un chico de la misma edad y con el cabello rojo la miraba haciendo muecas con la boca de desaprobación.
- Vamos acompáñame – insistió ella de nuevo.
- ¡Estás loca Hermione! – gritó el pelirrojo.
- ¡Y tú eres un gallina!
Aquello no le gustó ni un pelo al muchacho, ser precavido no significaba que cacarease y quitándose los zapatos y sintiendo el frío en sus pies desnudos, corrió al encuentro de la joven, agarrándola por la cintura cuando la hubo alcanzado.
Hermione soltó una risa divertida y triunfante y él la miró con sus hermosos ojos azules diciéndole.
- Siempre consigues que haga locuras.
Y acercándose lentamente a ella le dio un suave y dulce beso en los labios, la muchacha le respondió elevándose sobre las puntas de sus pies para llegar a la altura del pelirrojo…'
Hermione suspiró, aquel recuerdo llegaba a su mente siempre que se sentía plenamente feliz. Ronald Weasley había sido su primer amor, aquel que nunca puede olvidarse, pero la vida y el trabajo de su padre, los habían obligado a separarse y ahora, después de tantos años, ni siquiera sabia si aun seguía viviendo en aquella ciudad. Volvió a lanzar un suspiro con añoranza y se calzó de nuevo regresando al vehículo.
Ya no faltaba mucho para poder ver la gran ciudad, tenía unas ganas enormes de llegar al ático que había arrendado para los meses que pasase allí, liberarse de la ropa, que ya le pesaba demasiado y relajarse bajo el agua tibia de la ducha, era lo que mas anhelaba en ese momento.
Poco a poco comenzaron a aparecer los primeros carteles que anunciaban la proximidad de Londres y todo comenzó a hacerse mucho mas claro en su memoria y de nuevo a su mente volvieron los recuerdos…
'Hermione se encontraba junto a la puerta del auto de su padre, pero aun no quería entrar. Tenía catorce años y Ron debía venir a despedirla… Se demoraba, sabia que él se resistía a dejarla marchar, pero su padre había sido trasladado por cuestiones de trabajo a Escocia y ella debía partir con ellos.
Estiraba su delgado cuello con la esperanza de verlo aparecer, pero eso no sucedía y sus padres comenzaban a impacientarse.
- Hermione sube de una vez cariño, tenemos que marcharnos – decía su madre asomada a la ventanilla.
- Solo unos segundos más mamá, sé que vendrá… Tiene que venir – decía con la esperanza casi perdida.
Ningún destello anaranjado parecía asomar por la esquina de su casa, los ojos almendrados de Hermione se llenaron de lágrimas, recordando las últimas palabras de Ron la noche anterior 'No sé despedirme de ti'.
El Señor Granger hizo sonar el claxon sobresaltándola y la joven no pudo retenerlos más. Echando un último vistazo a la calle por donde debía venir, subió al coche con el corazón lleno de tristeza. Su padre prendió el motor y el vehículo comenzó a moverse lentamente. Hermione se giró para mirar por la ventanilla trasera y su casa comenzó a hacerse cada vez más pequeña, suspiró con pesar… No había ido a despedirla, no le dijo adiós…Pero algo llamó de pronto su atención, un chico alto corría como un loco hacia el coche, tenía el cabello largo y brillaba al sol lanzando destellos rojos. Hermione lo reconoció al instante y de un grito hizo que su padre detuviese el coche. Descendió con rapidez y corrió al encuentro de Ron.
- Viniste… - dijo emocionada con los ojos brillando y casi sin aliento por la carrera.
- No quería… pero tenía que verte una última vez – añadió él con los ojos húmedos por las lágrimas.
- Escríbeme Ron, hazlo, júrame que lo harás.
- Lo haré, por supuesto que lo haré… Todos los días.
Dos pares de ojos tristes se encontraron de repente y el pelirrojo le rozó suavemente la mano por el rostro, luego agarrándola por la cintura la acercó hacia él y la besó como nunca antes lo había hecho, pensando que quizás no la volvería a besar jamás.
- Adiós Ron – dijo ella entre sollozos.
El joven no dijo nada solo la contemplaba absorto como si eso pudiese evitar el hecho de que ella se marchase.
- ¿No vas a despedirte de mí? – insistió Hermione.
- No sé despedirme de ti – contesto él en voz baja casi susurrando, dejando caer las lágrimas por su pecoso y pálido rostro.'
Aquella fue la última vez que se vieron, al principio comenzaron a escribirse a diario, pero Hermione, con el paso de los años demoraba sus cartas, aunque las de Ron seguian siendo puntuales. Fue a la universidad y las noticias entre ellos se distanciaron un poco más en el tiempo, hasta que un buen día sin saber porque, no volvió a escribirle y en consecuencia el pelirrojo también dejó de hacerlo… Por aquella razón, Hermione desconocía cual había sido el destino de aquel muchacho al que una vez amo con locura y que ella solita se empeño en perder. Ron Weasley le había parecido siempre tan perfecto, que ningún otro joven con el que había salido años posteriores, le hizo sentir lo que aquel chico de pelo rojo, siendo solo un niño, consiguió.
Londres se abrió paso ante ella, Hermione puso en marcha el GPS del auto, para localizar lo más pronto posible la dirección exacta del ático. El aparato comenzó a visualizar en la pantalla mapas hasta que dio con el lugar. La muchacha siguió las indicaciones de la máquina y poco tiempo después ya se encontraba frente a la puerta de su nueva casa.
Había escogido para vivir un hermoso ático con vistas al Tamesis, de niña adoraba aquel maravilloso río, además su nuevo hogar se encontraba en la planta mas alta del edificio, por ello contaba con un hermoso jardín. Aquel era el motivo principal por el que se había decidido a rentarlo.
Hermione descargó su equipaje del auto y subió por el ascensor, abrió la puerta emocionada y accedió al interior. Era pequeño, indicado para una sola persona, pero delicadamente decorado. Sonrió al verlo, le gustaba… le gusta mucho. Dejó sus maletas en el suelo y salió al jardín. Aquello si que merecía la pena. Cuando era niña vivió con sus padres en Londres en una pequeña casa con un lindo jardín y allí pasó los mejores momentos de su vida. Hermione recorrió con sus ojos el lugar… era un jardín pequeño pero coqueto y tenía un columpio de madera en el centro. Volvió a sonreír feliz y entrando de nuevo en el ático, comenzó a desprenderse de la ropa para darse un merecido y deseado baño.
El teléfono sonó interrumpiendo lo que la muchacha se disponía hacer, lo descolgó con una mueca de resignación en la cara.
- ¿Sí?... ¡Mamá!... Sí, acabo de llegar… es hermoso deberías verlo… supongo que mañana la llamaré… Sí, no te preocupes lo haré a primera hora… Estoy agotada, me iba a dar una ducha, comeré algo rápido y me dormiré temprano… Un beso y dale otro a papá… Os quiero… - Y diciendo esto colgó el aparato dirigiéndose al cuarto de baño.
Al poco rato salió mojada envuelta en una toalla y descalza, tomó el auricular del teléfono, hizo un pedido a un restaurante de comida rápida china y salió de nuevo al jardín cuando la noche ya comenzaba a despertar. Se sentó en el columpio y comenzó a mecerse mientras admiraba la inmensidad del cielo londinense. Ráfagas de su niñez volvieron a golpear su mente… y suspiró. Su madre estaba empecinada en que avisase de inmediato al único pariente que tenían en la ciudad, su prima Luna. Y lo haría, por supuesto que lo haría, pero seria al día siguiente, porque esa noche deseaba disfrutar de todo aquello sola y tranquila.
El cielo ya se cubría de negro y solo las estrellas rompían la monotonía del color, y la luna lucia redonda y blanca alumbrando tenuemente la oscuridad. Hermione imaginó el rostro de Ron aun niño y lo vio nítido sobre aquel redondo astro. Su hermosa cara salpicada de graciosas pecas, su eterna sonrisa y su rojo, largo y despeinado cabello. Dejó escapar un suspiro nostálgico al recordar la mirada azul de aquel chico y se acarició con los dedos los labios añorando la última vez que sintió los de él, en aquel tierno beso de despedida que sin duda, la había dejado marcada para siempre. El ruidoso timbre del telefonillo del portero la hizo volver a la realidad de golpe, debía ser la comida china y el rostro de Ron desapareció dejando de nuevo paso a la blanca luna.
Un minúsculo pero molesto rayo de sol, se empecinaba en despertar a Hermione. Ya había amanecido y debía incorporarse con prontitud a su nuevo trabajo. Aquellas sábanas se aferraban a su frágil cuerpo queriendo impedirle que se levantase, pero ella pudo mas y agotada aun por el largo viaje del día anterior, se incorporó de la cama. Alguien tocó a su puerta… ¿Quién podría ser a esas horas de la mañana? Se apresuró a abrir y una muchacha rubia casi de su misma edad, entró precipitadamente colgándose del cuello de Hermione y besándola con efusividad en la mejilla.
- ¡Querida prima! – dijo sonriendo ampliamente – Tu madre me llamó anoche informándome de tu llegada.
Luna Lovegood era su prima favorita y la única persona con la que no había perdido el contacto cuando dejó Londres.
- Hola Luna, no esperaba verte tan temprano – Hermione sonreía, pero un bostezo interrumpió la sonrisa sincera de la joven.
- Lo sé, pero sabes que adoro las sorpresas… Vístete, te invito a desayunar.
La cafetería estaba atestada de gente, Luna se apresuró a alcanzar una mesa que acababa de quedarse libre.
- ¡Oh Dios mío! El café de aquí está buenísimo, pero el local está siempre hasta la bandera – dijo riendo y sofocada al mismo tiempo y cambiando de tema añadió – Así que redactora jefe del Profeta… Querida has llegado muy alto en poco tiempo, me alegro por ti.
Hermione abrió la boca para comentar algo, pero la camarera se acercó para que hiciesen su pedido.
- Un café ¿y…? – dijo Luna esperando a que su prima contestara.
- Otro, pero muy cargado – añadió Hermione.
La camarera anotó el pedido y se alejó de ellas, dejando que volvieran a su conversación.
- ¿Qué tal tu faceta como profesora? – preguntó Hermione mostrándose interesada por la vida de su prima.
- Maravillosa… Adoro a los niños y el colegio donde imparto clases tiene mucho prestigio aquí en Londres, estoy muy orgullosa de pertenec…
- ¿Qué sabes de Ron? – lo soltó de golpe, tal y como vino a su cabeza.
Luna la miró sorprendida y le contestó algo molesta por haberla interrumpido.
- No puedo creer que aun sigas pensando en él, después de tanto tiempo – Hermione bajó los ojos ruborizada – En realidad mas bien poco, las últimas noticias que me llegaron de él fueron que había abandonado Londres para estudiar, no tengo constancia de que haya regresado. Ginny y yo no hablamos mucho, hace tiempo que no nos vemos.
- ¿Ginny Weasley?... ¡Debe ser ya toda una mujer! – exclamó Hermione al recordar a la hermana pequeña de Ron.
- Como yo, ambas tenemos la misma edad – puntualizó Luna - Pero volviendo al tema… ¿Por qué te interesa saber de Ronald?
- Es mi mejor recuerdo del tiempo que viví aquí, solo deseaba saber que fue de él, nada mas – contestó intentando no mirar a su prima a los ojos. Luna tenía el asombroso don de adivinar los pensamientos de los demás, Hermione siempre pensó que había algo de bruja en ella.
Luna no pareció muy convencida con la respuesta, pero como su prima no volvió a mencionar el tema, terminó por olvidarlo.
El profeta era una revista de mucho prestigio en el país, los personajes mas ilustres de la política, las letras, la música, la ciencia y el séptimo arte, llenaban sus páginas. Era una publicación seria y para personas de un nivel cultural notable, por todo eso Hermione se sentía orgullosa de su nuevo puesto de responsabilidad.
Entró decidida por la puerta de cristal giratoria de la revista y una de las recepcionistas la hizo esperar sentada, al director general de la compañía. Hermione lo observaba todo expectante y emocionada. La joven que la había atendido unos minutos antes, se acercó a ella sonriendo.
- El Señor Potter bajará enseguida, ¿Desea tomar un café o té mientras lo espera?
- No gracias, ya tomé – dijo con amabilidad.
La recepcionista asintió y regresó de nuevo a su puesto de trabajo.
Habían pasado casi diez minutos desde su llegada, cuando vio como un hombre alto, moreno y con gafas, bajaba las escaleras, se acercó a la joven recepcionista y le preguntó algo. Ésta señaló hacia Hermione y el muchacho comenzó a acercarse hacia ella sonriendo.
- ¿Hermione Granger? – Hermione asintió – Mi nombre es Harry Potter y soy el director general del Profeta. Es un placer tenerla en nuestro equipo.
Nota del autor:
Bueno este es un nuevo fic que he comenzado hace poco.
Se que los (AU) son extraños pero yo me siento atraida por ellos, me gusta inventar posibles vidas con mis personajes favoritos... espero que les guste... esta hecho con mucho cariño.
Ni que decir tiene que la historia es mia pero los personajes pertenecen todos a JK.Rowling y asu desbordante imaginacion... La adoro.
gracias por leerlo...