Y es que en mis sueños…
Mi imaginación (Cap. I)
(Febrero 2006)
Una fugaz imagen se caló en su mente provocando una explosión de sentimientos nunca antes experimentados. ¿Dolor, añoranza, amor? Akane no podía asegurarlo, y mientras miraba el cielo a la vez que dejaba resbalar su oscura cabellera entre la palidez de sus finos dedos, sintió nacer en su corazón la firme convicción de que cada noche aquella azulina mirada invadiría sus sueños dejando a su paso la misma estela de dudas y temores que ahora la aquejaban.
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Ranma abrió los ojos y oteó el firmamento agradeciendo interiormente poder disfrutar de un día como ese. El cielo despejado, el aire puro, la suave brisa marina en conjunto con la cálida arena que acariciaba sus dedos y la acogedora sombra de aquel solitario árbol parecían ser un obsequio divino. ¿Qué más daba si descansaba un rato? Ya a nadie le importaría aquello, ahora era completamente libre, alejado de todo mandato paterno o materno podía escoger a conciencia su siguiente paso. Si su deseo así lo demandaba su entrenamiento podría esperar unos momentos más.
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Akane aspiró hondo tratando de captar la variedad de olores que la brisa matutina le regalaba a sus recién despertados sentidos.
- Lavanda- murmuró al sentir el fuerte aromar floral que provenía del antejardín.
- Exquisito ¿verdad? –escuchó que una voz conocida y querida susurraba junto a su oído.
- mhh…- contestó ella dejándose embargar por el placentero cosquilleo que le proporcionaba aquella involuntaria caricia.
- Como tú- agregó la voz tras lo cual sintió un suave beso estampado en su cuello como sello lacrado para aquel sencillo pero especial momento.
- Que nada cambie- rogó ella en un momento de lucidez antes de sumirse en las bondades de las caricias proporcionadas por su querido compañero.
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Él, se estremeció inconcientemente al sentir en sus sueños como un ser invisible dejaba reposar su peso sobre su hombro. No era una sensación incómoda sino al contrario una inacostumbrada tranquilidad recorrió su cuerpo relajando cada una de sus extremidades y brindándole a su respiración un inusitado ritmo que denotaba la paz que lo embargaba. Ranma, elevó su mano acariciando el aire con dulzura, sintiendo como entre sus dedos unos suaves mechones de cabello descansaban libres, brindándole a sus sentidos la más dulce caricia recibida en todos sus años de vida. Él, aspiró el dulce aroma que despedía aquel cálido cuerpo y entendió que solo sería feliz sumergiendo sus labios en la imaginada tibieza carmesí de los de su eventual compañera. Con un calculado movimiento rozó con la yema de sus dedos la suavidad de unos párpados cerrados para luego trazar camino por la tersa piel de un rostro sereno hasta sentir la tibia humedad del origen de sus deseos (--). Con una paciencia divina aproximó su rostro al de ella y antes de finalizar con aquel contacto que sabía sería capaz de conducirlo al mismísimo cielo abrió sus ojos sólo para encontrarse con la sorprendida iridiscencia de dos lagunas color chocolate.
Akane buscó dormida la firme protección de aquellos fuertes brazos sin saber que aquel ser que cada noche compartía la tibieza de su lecho la miraba con dulzura, agradeciendo interiormente aquel sencillo gesto que le permitía sentirse aún querido y necesitado. Él, se acercó en silencio y extendiendo sus brazos permitió a su delicada amante reposar sobre su hombro. Unidos el calor de sus cuerpos y el pacífico ritmo de sus corazones catapultó la necesidad de sentir el contacto de aquel azulino cabello, el deseo de aspirar sin moderación el aroma de aquel fino cuerpo, la urgencia de besar aquellos tentadores labios y fundirse en aquella gloria infinita que significaba su nombre, esa era su Akane, la mujer de su vida, el sol de sus días y la tibieza de sus noches. Con un precavido movimiento practicado cada día, él deslizó sus dedos por el rostro de su amada acariciando cada curva con infinito amor, deteniéndose unos segundos, que siempre parecían ser eternos, en el húmedo cuerpo de sus sensuales labios, luego, con el ansia del acercamiento lacerando sus sentidos acercó su rostro hasta situarse sólo a unos escasos centímetros de aquel glorioso destino y esperó impaciente el fortuito resultado de su movimiento. Sacada con delicadeza de un inquieto sueño, Akane abrió los ojos para encontrarse con la amorosa mirada de aquellas lagunas arenosas queridas, y sonriendo ante la continuación conocida de aquel sutil gesto cerró los ojos demostrando el mismo deseo que a él lo embargaba, pero el contacto final jamás llegó, lo que hizo que ella volviera a abrir los ojos en busca de respuesta, y ante su asombro el mismo profundo sentimiento irradiado por aquella mirada compañera estaba siendo expresado por unos ojos marinos que observaban extrañados sus propias lagunas casi negras.
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Ranma observó su rostro unos segundos gravando en su mente cada rasgo presenciado, ratificando su primera impresión; el mismo aroma, la misma calidez expresada por el contacto con su piel siendo irradiada por aquellos ojos, la misma belleza en flor imaginada segundos antes. Allí, con expresión sorprendida lo observaba aquel ser que en segundos, con un simple roce, se había convertido en el objeto de un enorme y bello sentimiento. Ranma deslizó sus dedos sobre aquel rostro, sintiendo como ese frágil ser temblaba ante la sencillez de su acto y un dulce suspiro escapaba de entre sus labios. Y así fue, como Impulsado por la necesidad acercó su rostro al de ella para fundirse de inmediato en un anhelado beso cargado de emotividad.
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Akane sintió que el contacto con su piel hacía aflorar la misma maraña de sentimientos que solían aquejarla al amanecer, como si la misma escena se repitiera cada noche, como si la misma necesidad de sentirse envuelta en sus brazos se multiplicara infinitas veces convirtiendo el deseo en un calvario. Y esta vez lo entendió, el contacto jamás había llegado, de ahí el dolor, de ahí la añoranza, de ahí la sensación de miedo y culpa que la invadía cada día al ver a su querido compañero observarla ensimismado. Y así a la vez comprendió que este momento sería especial, su hora había llegado, por fin ambos quedarían atados, la proximidad de su aliento y la humedad de sus labios fueron los encargados de confirmar su pensamiento y mientras cerraba sus ojos agradecía rendida aquel momento regalado.
El contacto se sostuvo por minutos casi eternos y ella sonrió al verse libre de toda opresión, contuvo el aliento una milésima de segundo y con toda la dulzura que podía expulsar su confundido ser pronunció aquel nombre que por muchos años ocultó su alma.
-Ranma…- el abrazo desapareció y ella abrió sus ojos encontrándose con la molesta mirada de aquel que cada noche custodiaba sus sueños.
- Ryoga…- murmuró espantada.
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Él estrechó su cintura en gesto amoroso dejándose envolver por el amor que nacía, necesitando ser uno con ella, con su aliento, con sus labios hasta que la falta de oxígeno exigió sus derechos alejando sus rostros centímetro tras centímetro. Él esperó deseoso de poder escuchar su nombre surgiendo de aquellos finos labios y aún sabiendo que hasta ahora no se lo había dicho, permaneció quieto observando. Finalmente sus ruegos fueron escuchados y su nombre surgió como música desencadenando en sí mismo el deseo de poder sentirla de nuevo entre sus brazos. Estirando sus manos estrechó el aire y la arena, los mismos que se habían convertido horas antes en cuna de su sueño.
-Akane…-Musitó incorporándose del improvisado lecho y escuchando como única respuesta el suave sonido de la brisa marina.
Fin Cap.
Próx. Cap. Almas
Como ven arriba, este fic lo escribí en el año 2006. Perdí algunos capítulos, así que lo retomé y cambié algunas partes. Creo que alguna vez lo publiqué por ahí en forma de Oneshot… mal hecho , ahora lo separé por capítulos. Espero sinceramente que puedan entenderlo..si no…una leída más les podría dejar clara la película…cariños a todos…