Aunque no se note, últimamente estoy super productiva para esto de escribir. Y me entraron ganas de escribir de este par, así que lo hice. Pero, como no se me ocurría nada, use el tan explotado cliché de la obra de teatro. Es bien divertido ése cliché, ya sé por qué es cliché xD

Bueno, espero que les divierta tanto como a mí.

Gracias por seguir comentando :)


Maléfica y el príncipe.

Narcissa leía una y otra vez el papel que sus compañeros de casa habían insistido en asignarle. Repasaba los diálogos, se imaginaba en el escenario y veía los movimientos que ahí haría. Gracias a Morgana, le habían dado a Maléfica, no hubiera soportado hacer de la tonta princesa que cae dormida por culpa de una aguja. No, Maléfica estaba bien para ella, una bruja tan rencorosa como poderosa.

Un beneficio más del papel era que tendría que pelear contra el horroroso príncipe, que había caído en manos de Lucius. Otra ventaja de no ser Aurora, porque entonces tendría que aguantar a Lucius sobre ella, más de lo que ya lo hacía.

La idea de las obras de teatro había sido del loco del director. Dumbledore había insistido en que hacía falta una actividad recreativa y había encargado a cada uno de los jefes de casa hacer una obra. Los Gryffindors iban a contar algo épico con una de las aventuras del rey Arturo, claro que eso no demostraba gran creatividad de su parte. Los Ravenclaws, ñoños como ellos solos, se habían puesto a investigar por la obra más rara que pudieran para que en el resto de las casas se sintieran tan sorprendidos como ignorantes, y habían dicho que una leyenda oriental sobre el 7 de julio era lo mejor. Los Hufflepuff se habían mantenido lo suficientemente discretos para que nadie supiera lo que harían, querían sorprender al resto de Hogwarts, aunque más de uno había apostado por algún episodio de Hogwarts y los fundadores ya por todos conocido.

Los Slytherins habían pensado en La bella durmiente. Básicamente por ser un cuento tradicional de los magos y porque tenía un dragón. En realidad sólo había sido por el dragón.

El primer problema con el que se enfrentaron fue escoger al director, pero no duró mucho, porque una chica de séptimo, Alexa Soriel, resultó ser la más indicada. Todo mundo la respetaba y todos hacían lo que ella decía. Incluso Lucius la obedecía sin chistar y con una sola mirada lograba poner orden en el lugar.

Fue ella quien decidió el papel que le tocaría a cada quién. Alexa había pensado en Narcissa como la princesa, pero viendo la tensión que había entre ella y Lucius, decidió que era mejor que fuera la antagonista. Así podría explotarlo mejor. Además, siempre le había gustado más la versión en donde el príncipe y Maléfica hacían algo más que pelear, aunque claro, no era algo que fuera a decirles a sus actores.

La princesa había caído en una chica de cuarto, Aaren Klein. Era bastante bonita, con sus rasgos delicados y su cabello castaño claro. Aaren fue muy feliz cuando supo que iba a interpretar a Aurora, y fue aún más feliz cuando supo que el príncipe iba a ser Lucius.

Narcissa sólo había reído disimuladamente cuando vio la mirada ilusionada de Aaren. Si conociera a Lucius como ella lo hacía, no estaría tan feliz.

Los ensayos de la obra comenzaron. Era bastante divertido, de hecho lo era tanto que ya nadie se quejaba por la pérdida de tiempo que significaba la obra. Aunque nadie admitiría que Dumbledore había tenido una buena idea por una vez en su vida. Realmente, nadie apreciaba mucho al director, no era tan bueno como los Gryffindors querían hacer a todos creer.

Las primeras escenas se hicieron sin dificultad: la primera aparición de Maléfica, la maldición de la rueca y el contrahechizo de las brujas buenas. Todo iba bien. Incluso las primeras apariciones de Lucius y las interacciones de éste con Aaren salían bien; tal vez tenía que ver con el hecho de que Lucius coqueteaba con todo aquello que se le atravesara, hasta con las paredes si le preguntaban a Narcissa.

Pero llegó la escena en la que Maléfica secuestraba al príncipe. Llegó el apocalipsis, pensó Alexa Soriel.

De hecho, la elección de Lucius y Narcissa como enemigos había sido muy buena, porque realmente parecía que querían matarse. Bueno, parecía que Narcissa quería matar a Lucius y que Lucius quería hacer algo más y luego matar a Narcissa.

Alexa sonrió para ella. Podía sentir el odio en el ambiente y estaba segura que todos lo sentirían.

Sin embargo, la forzada convivencia en los ensayos había afectado la frágil convivencia de Lucius y Narcissa. Los dos estaban cada vez más insoportables y fastidiados y las miradas que se lanzaban eran cada vez más ácidas.

Por fin, llegó el momento de ensayar la gran pelea final. Ésa en donde el príncipe retaría a Maléfica a un duelo y terminaría con la bruja convertida en dragón.

Alexa tuvo que interrumpir más de tres veces la escena, porque de lo contrario terminaría con el príncipe y la bruja realmente muertos. No quería ni pensar en lo que tendría que hacer para reponer la mercancía dañada si es que algo así pasaba.

Finalmente, salió algo decente, con los hechizos de los alumnos de séptimo creando un impresionante dragón que tenía la voz de Narcissa. Todo mundo había quedado más que satisfecho, estaban seguros que nadie tendría algo tan extraordinario en su propia obra.

Todos estaban felices, menos Lucius y Narcissa. La tensión de las últimas semanas era demasiada y si no golpeaban algo terminarían escupiendo bilis y con un agujero en el estómago.

—Cenicienta, ¿no te alegras de tener un papel que vaya tan bien con tu personalidad? —preguntó Lucius, que no dejaba de llamarla Cenicienta desde el baile de Navidad.

Claro que intercambiar insultos entre sí funcionaba tan bien, o mejor, que golpear a alguien.

—Lo que no entiendo es cómo fue que Soriel te vio a ti como príncipe.

—Soriel tiene un gran juicio para dar papeles.

—Compadezco a la pobre Aaren, mira que tener que aguantar que la beses…

—¿Compadecer? Pero si ella está más que feliz con su papel.

—Es que la pobre no sabe que en realidad está besando a una rana.

—Yo creo que le tienes envidia, mi querida Cenicienta —dijo Lucius y se fue acercando a Narcissa poco a poco—. Tú hubieras querido ser la princesa que tengo que rescatar.

Narcissa se limitó a soltar una carajada y negar con la cabeza.

—Pero no te preocupes, si es lo que quieres podemos arreglarlo —continuó Lucius—. Podrías ayudarme a ensayar la escena en donde rompo la maldición de Aurora.

—Lo mejor sería ensayar cuando el dragón se come al príncipe, ¿no te parece?

—Pero el dragón nunca se come al príncipe.

—Pues en la obra que yo conozco sí lo hace.

—¿Ah, sí? Pues en la que yo conozco, Maléfica y el príncipe hacen cosas malas en los calabozos de su castillo.

—Claro, y luego Maléfica lo deja encadenado para que pueda morir de hambre.

—Lo que pasa es que a Maléfica le gustaba el sexo rudo.

—Lo que sucede es que el príncipe era muy poca cosa para ella.

—No es cierto.

—Sí, sí es cierto.

—Pues yo no soy poca cosa para una Black, soy un Malfoy —le soltó Lucius antes de besarla. La sorpresa no le duró mucho a Narcissa y no tardó en corresponderle, chupando su labio inferior y mordiéndolo hasta hacerlo sangrar.

—Pruébalo —dijo Narcissa antes de lamer la sangre de Lucius y dejarlo solo en el pasillo.