Bueno, ya sabéis: One Piece no me pertenece, es de un tal Eiichido Oda; un genio, el tío.
CAPÍTULO 1: Una nueva Isla, una nueva aventura.
- UNA ISLAAAAAA!! – Gritó Luffy emocionado, saltando sobre el mascarón de proa del Thousand Sunny.
Todos dejaron sus quehaceres, y se prepararon para el desembarco. Después de la batalla en Thriller Bark la tripulación de Sombrero de Paja tenía más ganas que nunca de llegar a la Isla Gyojin, para relajarse después de tanta lucha; aunque Nami no quería ver a más hombres-pez, después de su terrible experiencia con la banda de Arlong.
Por eso mismo estaba a punto de ofrecerse para quedarse vigilando el barco, cuando observó la cara de desconcierto de Robin.
- ¿Qué te pasa? – Preguntó la pelirroja. Los demás se volvieron, mirando a la morena.
- ¿Os habéis fijado en la isla? No se parece en nada a la Isla Gyojin.
Todos giraron la cabeza, mirando esta vez a la isla a la que se aproximaban.
- Anda, pues es verdad – dijo Usopp, después de mirar un boceto de la isla mencionada.
- ¿Estás segura de que hemos seguido el rumbo correcto? – le preguntó Zoro a Nami; ésta le dio un puñetazo en la cabeza.
- ¿¿Estás idiota o qué?? ¡¡Pues claro que hemos seguido el camino correcto!! – Después, tranquilizándose, añadió – Es extraño, esta isla no debería estar aquí…
- En efecto – dijo Robin, mientras Zoro se frotaba la cabeza, soltando maldiciones en voz baja –; siguiendo las indicaciones que nos dieron en Water 7 deberíamos estar en…
- ¿Dónde están las ningyo?? – Interrumpió Sanji con voz lastimera – ¿¿p…por qué??
- ¡¡Vamos, deja de quejarte y bajemos ya!! Seguro que encontramos algo interesante – Dijo Luffy con una de sus características sonrisas.
Llegaron al puerto y atracaron el barco; el capitán saltó de él, y corrió emocionado hacia el centro de la isla, gritando que veía un pueblo más adelante. El resto de la banda suspiró, y le siguieron. Brook y Chopper se quedaron en el barco, vigilándolo.
El pueblo no era gran cosa; en su mayoría eran casas, algunas tiendas y, sobre todo, muchas tabernas. En la calle no había nadie.
Una vez que localizaron a Luffy decidieron entrar todos juntos en uno de los bares, puesto que no había mucho más que hacer por allí. En contraste con la solitaria calle, en ese recinto había un gran ambiente, lo que les hizo animarse después de la decepción por los cambios de planes, aunque Sanji seguía deprimido, pues ni siquiera localizaba una sola fémina en todo el bar. Se sentaron, esperando que el camarero fuera a atenderles.
Entonces el rostro del cocinero se iluminó: tras la barra se encontraba una hermosa mujer de cabello castaño que le llegaba hasta los hombros y unos grandes ojos verdes. Sonreía encantadoramente a uno de los clientes mientras le servía una copa. A ojos de Sanji parecía un ángel, rodeada de tanta gente vulgar.
El rubio saltó de su asiento, maravillado, cuando vio que ella se acercaba para atenderles, y, sin dejarle tiempo a decir nada, le sujetó una de las manos entre las suyas.
- Verte aquí, en este lugar tan tosco es como una visión, aquella que tanto tiempo he estado esperando; y me pregunto yo: ¿acaso una criatura tan bella puede ser de este mundo?
Los Sombrero de Paja contemplaban la escena, cada uno de ellos reaccionando de una manera distinta: Nami con expresión aburrida, Zoro con un bufido, Usopp y Franky a punto de partirse de risa, Robin sonriendo y Luffy…Luffy se preguntaba si en aquel lugar podría pedir algo de comer.
La camarera apartó la mano con una sonrisa incómoda, tratando de no parecer despectiva, e interrogando con la mirada a los demás qué querían tomar. Poco después apareció con lo que habían pedido, sonriendo continuamente, pero evitando pasar demasiado cerca del rubio.
Robin observó las paredes cerca de la barra: estaban llenas de carteles de "se busca". Con el ceño fruncido le dio un sorbo al vino que había pedido, inspeccionando cada uno de los carteles; de repente pegó un brinco, que sorprendió a sus camaradas.
- ¿Qué…? – comenzó Nami; la ojiazul estaba señalando a un lugar de la pared, a unos 10 cm de donde estaba la camarera que les había atendido. Todos se giraron en esa dirección, y mirando sorprendidos (y Usopp asustado) a los carteles que estaban en esa zona: eran los suyos.
- ¡¡Por eso nos sonreía tanto esta tía!! ¡¡Pretende que nos confiemos, y en el momento menos pensado nos entregarán a la Marina!! – Dijo el tirador, al borde de un colapso nervioso – ¡¡Luffy, tenemos que salir de aquí!!
- Sí, tienes razón: no tienen comida – comentó el moreno, desilusionado.
- ¿¿Es que no escuchas lo que digo?? ¡¡Estamos en peligro!!
Usopp se quedó en silencio. Notaba a alguien a su espalda; antes de que pudiera darse la vuelta, una mano se apoyó con firmeza sobre su hombro.
- ¡¡AHHHHHHHHH!! – Dio un salto, completamente aterrado, y se escondió tras la silla de Zoro
- Vaya, lo siento – dijo la camarera, aún sonriendo –, no he podido evitar escucharte. No tienes nada que temer, no tenemos nada en contra de los piratas, siempre que no causéis problemas – después, hizo un gesto con la mano, abarcando a toda la gente que había en el bar – como veis, la gente no está preocupada, ni siquiera se han dado cuenta de vuestra presencia. No debéis preocuparos de nada: esos carteles están para saber quiénes son los criminales que actualmente andan sueltos y que podrían aparecer por aquí…es sólo una medida preventiva.
Usopp asintió, aunque aún no se fiaba. Zoro se quedó mirando los carteles, y de repente señaló a uno de ellos.
- ¿Y ése qué? – el espadachín se refería a uno al lado del de Robin que, curiosamente no tenía ninguna imagen.
- Ése es el cartel de Eva, la Ladrona – ante las miradas de extrañeza de todos, el viejo camarero que estaba detrás de la barra, y quien había seguido la conversación, intervino:
- Es una muchacha que desde hace unos años se ha convertido en la pesadilla de la Marina; su cartel no tiene ninguna foto porque nadie sabe cómo es en realidad.
- ¿Qué? ¿Cómo es eso posible? – preguntó Franky
- Las descripciones de aquellos que la han visto no coinciden en absoluto. En lo único en lo que no varían es en su edad aproximada, unos 17 años; saben que es la misma persona por su modus operandi. – Los Sombrero de Paja miraron asombrados a Nami, que fue quien habló.
- ¿Sabes quién es la tal Eva? – preguntó Zoro. A la pelirroja se le iluminó la cara.
- ¿Qué si sé quién es? ¡Pues claro! ¡La admiro un montón! – Dijo levantándose, queriendo de esta forma dar más énfasis a sus palabras – ¡Es la mejor ladrona del mundo! Roba a piratas y a la gente adinerada. A veces incluso roba en los cuarteles de la Marina, delante de sus narices; y ni aun así son capaces de atraparla. Es muy sigilosa, pero siempre hace notar su presencia cuando está a punto de escapar; es una forma de humillar al Gobierno, de decir: "os estoy robando en vuestra mismísima cara".
Sus camaradas contemplaron, no sin cierto temor, la efusividad con la que Nami hablaba de esa muchacha. Realmente parecía admirarla mucho.
- Pero hay algo que no encaja; – Robin rompió el silencio que se había formado – su recompensa es de 90 millones de Berries…
- ¿Cómo es posible que una simple ladrona tenga esa recompensa tan grande? – preguntó Zoro, completando la frase de la arqueóloga.
- ¡¡No es una simple ladrona!! Es LA ladrona, ¿¿entendido?? – gritó Nami, amenazando con darle al espadachín otro golpe en la cabeza – pero no soy capaz de entenderlo…
- Eso es porque asesinó a sangre fría a uno de los Vicealmirantes de la Marina. – dijo el camarero – No hubiera sido para tanto si no fuera por cómo le mató.
Usopp tragó saliva.
- ¿Y…y c…cómo le mató? – el camarero le miró muy serio.
- Entró en su despacho; buscaba algo, aunque la Marina no reveló lo que era; cuando se hizo con el documento en cuestión, el Vicealmirante Ross le impidió escapar. Ella, con un rápido movimiento se colocó detrás de él, y, sujetándole la cabeza, en un segundo clavó un kunai en su cuello; volvió a clavárselo en cada espacio entre las vértebras, cada vez más cerca de la cabeza, mientras el pobre hombre sentía que su cuerpo quedaba paralizado, sin poder hacer nada para salvarse. Antes de darle el golpe de gracia, esperó unos minutos, pues sabía que unos pocos soldados se dirigían a ese despacho. Cuando llegaron, quedaron aterrorizados por la expresión de sufrimiento que se reflejaba en el rostro de Ross. Eva, con una sonrisa cruel, le clavó el kunai en el pecho, atravesándole el corazón. Antes de marcharse, aprovechando que los soldados no eran capaces de moverse ante su crueldad, dijo: "os he estado esperando para que hubiera algún testigo de lo que le pasa a quien osa enfrentarse a mí; si no queréis una muerte lenta, más os vale no cruzaros en mi camino". Y tras estas palabras, pasó en medio de los soldados, que estaban en estado de shock tras ver aquello.
Una mueca de espanto apareció en las caras de los Sombrero de Paja, acompañados de un agudo chillido, procedente de la garganta de Usopp.
- Tras eso, el Gobierno dictaminó que esa muchacha es una perturbada mental, y aunque sólo se dedique a robar, nadie sabe cuándo podría volver a matar de esa forma – comentó el camarero, dándose la vuelta para ordenar las botellas que estaban en una repisa, queriendo dar así el tema por zanjado.
No volvieron a hablar de ese tema, hasta que pagaron la cuenta y salieron de la taberna.
- ¿90 millones de Berries? Wow! ¡¡Esa tía tiene que ser realmente buena!! Si nos la encontramos le pediré que se una a la banda – comentó alegre Luffy.
- ¿¿Estás loco?? ¿Es que no has oído lo que ese viejo nos ha contado? – Dijo Usopp, aún aterrado por la historia.
- Pues la verdad es que no; ¡pero no importa! Cuando la vea ya decidiré si se une o no jajaja.
- ¿Te pasa algo, navegante? – preguntó a Robin, quien caminaba al lado de la pelirroja.
- Es que esa historia no la sabía…no creía que Eva fuera tan cruel; yo…yo la admiraba, pero esto es demasiado. – comentó, aún algo aturdida por lo que acababa de escuchar.
- Oye, la chica dijo que esa gente de los carteles podrían pasarse por aquí – dijo Zoro tratando de sonar indiferente, aunque sentía mucha curiosidad por aquella mujer – y Nami dijo que robaba a los piratas; deberíamos estar alerta, por si nos la cruzamos.
- ¿¿Q…qué?? ¿No pensarás en serio que nos podría atacar, no? – Dijo Usopp con voz temblorosa – a…además… ¿para qué nos iba a robar a nosotros? N…no tenemos gran cosa en estos momentos…
- Por la historia del Vicealmirante Ross, da la impresión de que a esa ladrona le gusta demostrar su fuerza. Entrar en su despacho, y esperar a que llegaran los refuerzos para darle el golpe de gracia a Ross, se podría entender como una provocación, o que tal vez le gusten los retos – comentó Robin – ¿y qué mejor reto que enfrentarse a un hombre por cuya cabeza piden 300 millones de Berries, y a toda su banda? Tal vez pretenda matar lentamente a uno de nosotros en presencia de los demás – terminó con tranquilidad, como quien habla del tiempo.
- ¡No digas esas cosas tan siniestras, Nico Robin! – le recriminó Franky.
- Pero tiene razón; si la historia que nos ha contado ese viejo es cierta, no creo que esa chica tenga reparos en enfrentarse a nosotros – dijo Sanji, haciendo que todos se volvieran a mirarle; había estado callado desde su "flechazo" con la camarera, con cara de idiota y con corazones rodeándole por todas partes. El rubio encendió un cigarrillo, ignorando las miradas de sus compañeros; le dio una calada y expulsó el humo, mirando hacia el cielo sin nubes.
- ¡¡Ojalá nos la encontremos, seguro que es preciosa!! – añadió a continuación con voz de baboso, lo que provocó que todos salvo Robin cayeran de espaldas.
Llegaron al barco, y le contaron todo lo que acababan de descubrir a Chopper y Brook; el renito estaba aterrado con la historia del asesinato, mientras Brook decía algo de que esos "seres monstruosos" le daban mucho miedo.
Nami se dirigió a su habitación; Robin, intrigada por la actitud de la pelirroja, la siguió.
- Navegante, ¿qué buscas? – dijo Robin al verla revolver entre sus cosas.
- Unos recortes de periódico que tenía guardados; hablaban sobre Eva. Quiero leerlo detenidamente, por si mencionan algo del ataque al Vicealmirante.
- ¿Crees que no ha cometido ese asesinato?
- No lo sé – respondió Nami, dejando de buscar por un momento para mirar a Robin: tenía los ojos brillantes, como si estuviera a punto de echarse a llorar – quiero creer que no. ¡Ni siquiera atacaba a los piratas! Les robaba, pero sin enfrentarse a ellos. Hay algo que no me encaja en la historia que nos contó el camarero, y me gustaría descubrir que fue lo que pasó en realidad.
Por otro lado, Luffy seguía insistiendo en querer que Eva formara parte de la tripulación.
- Pero a ver, piénsalo – le decía Usopp, intentando vanamente hacerle cambiar de opinión – ¿para qué queremos una ladrona? ¡Si ya tenemos una!
- No importa, es fuerte, ¡¡seguro que me ayudará en mi camino para convertirme en el Rey de los Piratas!! – respondió el capitán con alegría
- Pero…fijo que la Marina la está buscando desesperadamente; sería un problema, ¡¡nuestras recompensas ya son muy altas!!
- Por eso, ¿qué más da unos pocos millones de Berries más? – Luffy sonreía aún más que antes.
- Déjalo, Usopp; después de tanto tiempo en la banda deberías saber ya cómo es Luffy – dijo Zoro, queriendo que dejaran ya la discusión, pues no le estaban dejando dormir.
- Deberíamos volver al pueblo esta noche; tal vez alguien sepa algo más sobre este asunto – comentó Sanji.
- Ya, tú lo que quieres es encontrar a alguna chica por ahí – le dijo Luffy en tono de burla – después del planchazo que te has llevado con la camarera, jajajaja
- ¡No seas idiota! – Gritó Sanji, ofendido – Esa guapa camarera está colada por mí, pero vio la mirada celosa de mis queridas damas y decidió mantener distancias…sí, ¡sin duda fue eso!
Su ojo visible se transformó en un enorme corazón, mientras danzaba alrededor del mástil, donde estaba apoyado Zoro intentando dormir. Molesto, el espadachín le puso la zancadilla, haciéndole caer de bruces.
- ¿¿Qué pasa contigo, marimo idiota??Quieres pelea?
- Cállate de una vez, cocinero pervertido. Molestas – respondió Zoro, poniendo especial énfasis en la última palabra.
Así, como de costumbre, comenzaron a pelear, hasta que fueron interrumpidos por Nami, quien para acabar con la lucha les dio un capón a cada uno.
- ¡A ver si os estáis calladitos! Por cierto, Sanji, ¿podrías preparar algo de comer? Desde que llegamos aquí no hemos comido nada, y ya está atardeciendo.
- ¡Oh, es verdad! – dijo Luffy golpeándose la palma de la mano con el puño – con la historia de nuestra futura camarada se me olvidó por completo.
Los demás le miraron extrañados. ¿Luffy olvidándose de la comida? ¿¡El fin del Mundo está cerca!?
Sanji se dirigió a la cocina y se puso a hacer la comida raudo; ¡no podía dejar que su querida pelirroja pasara hambre!
Después de cenar, decidieron volver al pueblo. Chopper y Brook querían conocerlo, así que Nami decidió quedarse para buscar información sobre Eva, y obligó a Sanji a quedarse con ella, lo cual al rubio no le molestó en absoluto, aunque se quedara sin ver a "su" linda camarera.
Al llegar al pueblo, decidieron entrar en un bar diferente; les sorprendió ver el mismo ambiente que por la mañana, aunque a esas horas ya estaban algo borrachos y hacían más ruido. Se sentaron alrededor de una mesa, salvo Zoro, que se dirigió directamente a la barra, y después de pedir una cerveza, se quedó allí.
Al cabo de unos minutos sintió que alguien se acercaba a él, sentándose a su lado. Él no se giró a mirar quién era.
- Una cerveza, por favor – dijo la voz al camarero.
- ¿Cerveza? ¿Desde cuándo bebes cerveza? – preguntó Zoro, aún sin mirarla.
- ¿Y desde cuándo tú te alejas del grupo? – ella en cambio sí le miraba, con una sonrisa en la cara.
- Tenía que pensar. – Esta vez sí miró a su acompañante. Se perdió en sus ojos aguamarina, sintiendo cómo ella trataba de descifrar sus pensamientos. Él rompió el contacto: sentía que si la arqueóloga seguía mirándolo de aquella forma llegaría a esa parte de su cabeza que estaba dedicada a ella únicamente. Robin sonrió.
- ¿Sobre la ladrona? – Zoro asintió, dando un trago a su cerveza.
- ¿Cómo es posible que la Marina no sepa cómo es, si supuestamente hubo testigos del asesinato? Algo me dice que ese incidente no fue más que una farsa.
- ¿A dónde quieres llegar? – preguntó Robin, aunque sabía perfectamente lo que quería decir el espadachín; le dio un pequeño sorbo a su cerveza, y la apoyó en la barra, tratando de disimular su cara de asco. Zoro sonrió, haciendo una mueca de burla.
- A que hay algo que quieren de ella, y necesitaban una excusa para ponerle precio a su cabeza – con otro trago acabó su cerveza; miró a Robin, después a la cerveza que ella apenas había tocado, y volvió a mirar a Robin – como hicieron contigo, ¿no?
Robin frunció el entrecejo ligeramente. Cuando se ponía, el espadachín llegaba a ser muy suspicaz. Ella no dijo nada más, dando a entender con ese silencio que estaba de acuerdo con él. Zoro cogió la cerveza de la morena, bajo la atenta mirada de ésta.
- No la vas a beber, ¿verdad? – dijo con una sonrisa burlona; y sin esperar respuesta, le dio un trago.
Robin apoyó el codo en la barra, y la cabeza en su mano, observando detenidamente a Zoro, sin disimular.
- ¿Qué haces? – preguntó éste, girando su cabeza hacia otro lado tratando de ocultar su rostro, pues empezaba a sonrojarse.
- Te miro – Respondió ella con obviedad.
Zoro suspiró, tratando de ignorar a Robin, aunque esa mujer siempre lograba ponerle nervioso. Miró hacia la mesa donde estaban sus camaradas, viendo cómo reían por las monerías que hacía el capitán, a las que tanto Usopp como Chopper se unían.
En ese momento el murmullo del bar se vio interrumpido por un ruido de vasos al romperse. Todos los que estaban en aquel recinto giraron la cabeza, mirando a la mesa de donde procedió el ruido. Allí estaba sentada una joven con la cabeza gacha, y enfrente de ella un hombre con ropa harapienta y notablemente ebrio. Él había sido el responsable del ruido.
- ¡Eh! ¡No me gusta que me ignoren, pequeña! – dijo el hombre arrastrando las palabras, y en tono excesivamente alto – Vamos, ¿por qué no te vienes conmigo? Nos lo vamos a pasar muy bien jeje – le acarició la mejilla con los dedos, pero ella le apartó de un manotazo. Hacía movimientos bruscos; daba la impresión de estar también borracha.
- Maldita cría… - gruñó furioso el hombre – ahora te vas a enterar – sacó de un bolsillo de su abrigo un cuchillo, dispuesto a atacar a la joven, bajo la atenta mirada de todos…
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Pues hasta aquí el primer capítulo, espero que os haya resultado entretenido! pronto subiré el siguiente capítulo.
Se aceptan comentarios de todo tipo; cartas bomba y demás, a mi secretaria :p
Un saludo!!