Disclaimer: Todo de Stephenie Meyer.
¡Advertencia!: Un muy largo, extenso, amplio, prolongado, grande, duradero, interminable e inacabable capítulo única y exclusivamente de LEMMON. Abstenerse personas inocentes e ingenuas.
Fértil.
7. Virgen.
Me acomodé mejor en el sillón y tragué saliva, no animándome a voltear a ver a mi futuro amante. Mis ojos se dirigieron a la puerta por donde la parejita feliz de Alice y Jasper había salido y después a la alfombra de vuelta.
¿Por qué, después de tanto tiempo de esperarlo, me agarraba la timidez justo ahora, que tenía la oportunidad para hacerlo? Porque la timidez no me agarró justo ahora, siempre la tuve. Forma de ser idiota, ¿Para qué sirve ser tímido? A Edward le gusta verme ruborizada. Bueno, capaz que sirva para algo.
Mis ojos se desviaron en la dirección de mi prometido cautelosamente. Mi salto de sorpresa al encontrarlo mirándome sirvió para cortar un poco el ambiente, Edward se rió suave al momento en que pasaba su mano helada por mi mejilla caliente.
-Te ves hermosa con ese color en tu cara.- al escuchar el cumplido, me sonrojé más de lo que ya estaba.
-Lástima que yo no pueda vertelo a vos.- me sonrió y acercó sus labios a los míos, uniéndolos en un beso suave, casi inexistente.
Pasó sus manos por detrás de mi cintura y en un segundo sentí que me elevaba. Me separé un poco para ver que estaba siendo alzada estilo casamiento y que Edward me llevaba a velocidad normal hacia las escaleras.
Las cosquillas se apoderaron de mi estómago cuando me di cuenta del propósito del cambio de lugar. Si vamos a tener sexo, que sea en una cama.
-Puedo caminar sola.- giró sus ojos en un signo de exasperación.
-¡Qué poco romántica!- me reí y volví a besarlo, sin intención de separarme de sus fríos brazos ni de "caminar sola".
Apenas noté que habíamos subido las escaleras, cuando sus ojos se clavaron en los míos, formulando una pregunta muda: ¿Estás lista? ¿Estamos listos?
Asentí suavemente y él repitió mi movimiento, asintiendo también. Pateó suavemente la puerta para poder entrar y en un instante estuve acostada en la cama sin cubrecama (un detalle premeditado, supongo que por Alice…), mirando como sus manos buscaban algo en su ropa nerviosamente. Sus dedos se metieron en cada bolsillo de su campera y su cara de preocupación no tenía precio.
Silenciosamente, metí mi mano en un bolsillo sacando el frasquito que nos había dado Carlisle. Miré nuevamente a Edward y levanté el frasquito para que pudiera verlo.
-¿Estabas buscando algo?- sus ojos se dirigieron directamente al recipiente en mi mano y automáticamente sus manos se detuvieron en sus costados. Me miró con reproche.
-Podrías haberme avisado… ¿Cómo es que lo tenés vos?-
-Me lo había quedado yo, me sorprende que no te acordaras.-y con lo controlador que es en todo, realmente me sorprendió que no se acordara. Esto de ir a visitar al doctor debe estar trastornándolo.
Puse el frasquito en la mesa de luz, al alcance de cualquiera de los dos desde la cama, y volví a girarme para verlo a la cara.
-Supongo que habré estado pensando en otra cosa.- su sonrisa avergonzada dio paso a la mía traviesa.
-¿En qué tipo de cosas podría haber estado pensando San Virgen Edward?- dejó escapar una suave risa y posó una rodilla en la cama, para después colocar la otra y subirse completamente, arrodillándose al lado mío.
-Te sorprenderías.- me quedé sin aire cuando usó una de sus sonrisas deslumbrantes, pero pude recomponerme a tiempo para responder.
-Sorpréndeme.-
Una de sus manos se deslizó suavemente por mi brazo y llegó hasta mi cintura, desde donde me jaló suavemente hacia él para poder unir nuestros labios. Con su otro brazo me empujó suave para apoyarme en la cama boca arriba, situándose él encima mío.
Sus brazos empezaron a moverse despacio por el contorno de mi figura, casi con miedo, deslizando sus dedos sin tocar más de lo necesario, nada. Mis manos, inquietas, buscaron las suyas, atrapándolas y llevándolas hasta el primer botón de mi camisa.
Contuve el aire cuando sus labios se separaron de mi boca y se deslizaron hasta mi cuello, iniciando un pequeño camino de besos. Cuando sus dedos fríos hicieron contacto con la poca piel que dejaba al descubierto el primer botón desprendido.
Sus manos se detuvieron en mi cintura y se separó de mí, mirándome con una sonrisa que pretendía ser burlona.
-Respira, Bella.- pero su tono de voz lo dejaba en evidencia, estaba nervioso, podía arriesgar que más que yo. Mis labios se curvaron en una sonrisa tranquilizadora, pasando por alto su comentario.
-No es el fin del mundo.- su sonrisa flaqueó, mostrando esta vez bien su nerviosismo.- Todo va a estar bien.-
Desvió la vista, jugando con sus dedos entre la tela del borde de mi camisa.
-¿Y si te hago daño?- levanté su mentón con una mano, dejando que nuestros ojos se unieran en una sola mirada.
-Ya tuvimos ésta conversación, sé que no serías capaz.-
-Los accidentes pasan.-
-Alice nos avisaría.-
-Alice se puede equivocar.- la irritación debió haberse notado en mi cara, porque una suave risa se escapó de sus labios.-Te ves tan linda irritada.-
Esta vez fue mi turno para girar los ojos.
-No tenemos el suficiente tiempo como para que andes cambiando de tema.- una mueca culpable apareció en su cara.- ¿Qué pasa? Sé que hay una razón más fuerte que el tema de mi seguridad.-
-No es más importante que el tema de tu seguridad.- volvió a desviar la vista y a jugar con la tela de la camisa.- Sólo es un poco más … preocupante… para mí, en éste momento y circunstancias…-
-¿Y qué es si se puede saber?- sus ojos dieron varias vueltas alrededor de la habitación antes de posarse sobre los míos.
-Nada muy importante…- mi bufido de exasperación debió haberlo convencido para seguir hablando.-… sólo estoy un poco nervioso…- como si no me hubiera dado cuenta…- … porque no tengo mucha idea de qué hacer.- no pude evitar reírme ¿Eso era todo?- No te rías, es importante para mí.-
-Jajaj… perdón… es sólo que nunca me hubiera imaginado algo así ¿Señor Perfecto no sabe qué hacer?- su mueca de disconformidad ante mi comentario me llevó a explicarme mejor.- No es que me ría de tu "preocupación", yo tengo la misma. Te estás olvidando que los dos somos primerizos.-
-Sí, pero yo soy el varón y yo soy el más grande… bastante más grande, se supone que debería saber más de lo que realmente sé.- mi mano se pasó por su mejilla, atrayéndolo hacia mí para unir nuestras bocas en un beso.
Con mi mano pude atrapar la suya y llevarla hasta los botones de mi camisa.
-Entonces quiero que me muestres lo poco que sabés.- sus ojos brillaron y sus manos empezaron a desabrochar lentamente los botones, todavía mirándome a los ojos.- Y después ya nos arreglaremos los dos con las cosas que no sabemos.-
Sonreímos al mismo tiempo y su boca fue a parar a mi cuello, terminando de desabrochar la camisa y levantando hasta mi cintura la remera que tenía debajo. Sus frías manos me dieron escalofríos mientras se paseaban por mis costados, tocando piel por primera vez.
-No sabía que tenías una remera debajo.- podría haber jurado que su voz sonó un poco decepcionada.
-Yo tampoco.- respondí levantándome en un codo y terminando encima de Edward en un giro.
Sus ojos me miraron inquietos y expectantes, pidiéndome permiso para hacer el próximo paso. Mis manos se juntaron con las suyas al borde de la remera y tiraron para arriba, logrando que la prenda se deslizara hasta quedar enredada en mis muñecas, para luego ser tirada al piso de la habitación.
Escuché un gruñido suave antes de poder entrever entre los mechones de mi pelo despeinado cómo la cara de mi prometido se desfiguraba. Una ola de angustia me recorrió entera, instalándose una presión en mi pecho que me ahogaba. Casi con lágrimas en mis ojos tuve el valor para hablar.
-¿Tan fea soy?- los ojos de Edward de inmediato se desviaron hasta los míos con la sorpresa impregnada en su mirada. Sus manos se posaron en mi cintura.
-¿De qué estás hablando? Bella, sos la criatura más hermosa que vi en toda mi vida.- las palabras no hubieran tenido el mismo significado si no hubieran estado acompañadas por ese tono de voz y esa mirada, que me confirmaron que mis inseguridades no tenían real fundamento.
Sus labios se unieron con los míos en una caricia suave, acompasada, mientras sus manos daban vueltas por mi espalda. Su boca se deslizó por mi mejilla y después por mi cuello. Llegó hasta la base, paseando su lengua por los alrededores, no animándose a bajar un poco más.
Mis dedos se enredaron en su pelo sedoso, empujando suavemente hacia abajo, dejando que sus labios lleguen al borde del corpiño azul marino (pura casualidad) que llevaba puesto. Pasó la lengua por el borde de la tela y subió sus manos lentamente por mi espalda hasta llegar al broche. Habrá sido mi imaginación, pero juraba que sus manos estaban temblando.
Las tiras de la prenda cayeron hacia los costados, seguidas por el corpiño en sí. Las manos de Edward se tensaron y su respiración se volvió agitada, traté de hacer contacto visual, pero me encontré con que sus ojos no tenían espacio para otra cosa que no sean mis pechos.
Claro, nunca había visto nada igual antes… supongo ¿Pero es necesario quedarse así de quieto durante tanto tiempo?
-Edward… ¡Edward!- sus ojos se posaron en los míos y una mueca avergonzada se mostró en su cara.
-¿Si?... digo… em, perdón… yo solo estaba, estaba… nada.- me reí un poco y me incliné a besarlo.
-No pasa nada. Para eso estamos ¿No?- sonrió y volvió a unir sus labios con los míos.
Sus manos subieron lentamente, pasando sus dedos por todas mis costillas, dándome escalofríos a cada movimiento. En otro giro inesperado, terminé con mi espalda sobre la cama… y una de sus manos encima de una de mis tetas.
Retiró su mano empezando a pedir disculpas y tuve que contar hasta diez para no gritar.
-… de verdad no quise hacerlo… yo…-
-¡Edward! ¿Cómo se supone que vamos a terminar lo que empezamos si te estás disculpando cada dos por tres por algo que tenés que hacer?- enfaticé un poco la palabra "tenés" a ver si por lo menos la responsabilidad opacaba sus "buenos modales".
-No lo voy a volver a hacer, lo prometo.- su risa aterciopelada inundó la habitación antes de sentir de nuevo sus labios sobre los míos.
Sus manos viajaron hacia abajo por mis hombros y llegaron hasta cada uno de mis pechos, primero con un roce suave, haciéndome cosquillas y después animándose un poco más, explorando.
Su lengua empezó a hacer círculos por mi cuello cuando la yema de sus dedos pasó por primera vez rozando mis pezones. Un escalofrío me recorrió entera, provocando mi consiguiente temblor y a Edward riéndose suavemente en la base de mi cuello, lo que me causó más escalofríos.
No pude contener el grito que se me escapó cuando sus labios llegaron a mi pezón derecho, en una caricia suave. Sus manos pasearon por mi estómago un rato antes de que su lengua se animara a lamer, cuidadosamente, proporcionándome sensaciones nunca antes vividas, pero espectaculares. Mi respiración empezó a agitarse, convirtiéndose en jadeos a medida que su lengua jugaba conmigo y cambiaba de un pezón al otro.
Una de mis manos llegó a su pelo y la otra se deslizó por su cuello, tratando de tocar un poco más de piel. Pero el borde de la tela de su remera me devolvió a la realidad. Yo estaba semi-desnuda y él estaba completamente vestido. Qué injusticia.
Con un poco de esfuerzo pude separarlo de mi pecho, empujándolo hacia arriba para poder besarlo. Sus labios se sintieron más cálidos que antes por alguna razón. Mis manos se dirigieron al borde de su remera y tuve que despegarme de su boca para que la prenda se deslice fuera de mi vista.
Ahora sí pude sentir su frío pecho pegarse al mío, y la sensación realmente valía la pena. Mis manos viajaron por su espalda, contorneando todos sus músculos, para después pasarlas por sus brazos y tener la sensación de no poder despegarlas de ese lugar.
Volvimos a dar vuelta, quedando yo encima ésta vez, sentada sobre su estómago. Su lengua inspeccionando toda mi boca me distraía un poco de la tarea auto-impuesta de pasar mis manos calientes por todo su helado pecho.
Cuando mis dedos tuvieron la oportunidad de delinear cuidadosamente sus abdominales bien marcados, mi boca comenzó un sinuoso camino por todo su cuello. Besé y chupé la fría piel, pero no me animé a morder ni succionar. No por la razón que todo el mundo pensaría, la vergüenza había pasado a un segundo plano. Sin embargo, todavía recordaba el ruido sordo de Jasper impactando contra Edward el día de mi cumpleaños. Una desgracia que los vampiros tengan la piel tan dura, no quería que mis dientes sufrieran el mismo destino.
Y por fin llegué hasta la base de su cuello, en donde el estar sentada sobre su estómago se me hacía realmente incómodo, por tener que achicarme para entrar en el poco espacio. Con las manos me levanté y traté de volver a posicionarme un poco más atrás en la anatomía de mi amante, pero sus manos rápidamente se posicionaron en mi cintura, impidiéndome volver a sentarme.
Lo miré a los ojos preguntando silenciosamente qué pasaba. Susurró un leve "nada" inaudiblemente y desvió la vista, soltando el agarre en mi cintura. Lo miré extrañada posicionándome para poder sentarme de vuelta. Pero apenas posé el culo unos centímetros más atrás, entendí la razón de la incomodidad de mi prometido.
Di un pequeño salto de sorpresa (que incomodó más a Edward…) cuando sentí la dureza presionando contra mí. Algo que, no sé porque, no había tenido en cuenta. Era bastante obvio que tarde o temprano iba a sentirla ¿O no? Me reí de mi misma un segundo antes de ver la cara avergonzada de mi ángel. Sonreí tranquilizándolo y volviéndolo a besar, es tan dulce e inocente, sólo quiero demostrarle cuánto lo quiero, que ya nada importa que no sea él y nadie más que él en éste momento.
Bajé por su pecho tratando de besar toda la extensión de piel posible. Porque lo amo tanto, porque es mi vida, porque quiero que sienta todo lo que siento. Que sienta el amor en cada beso; el cariño en mis manos acariciándolo, tocándolo suavemente; mi comprensión en mis dedos jugando con su pelo.
Que se sienta seguro, igual que yo con él, que yo voy a estar con él en lo que pase, en lo que decida, en lo que decidamos, juntos. Que mis piernas sosteniéndolo contra el colchón signifiquen sus cimientos, quiero ser la persona de la cual él dependa, porque yo dependo de él. Quiero contenerlo por el resto de mi existencia, que confíe en mí como lo hace ahora, dejándome hacer lo que yo creo que es mejor para él, lo que yo creo que le va a gustar.
Llegué hasta la cintura de sus pantalones, deteniéndome unos segundos y deliberando qué hacer. Subí la mirada hasta que se encuentra con la suya, él me sonríe, animándome a seguir con lo que había empezado. Un poco tímida, desprendí el botón y agarro el cierre, tardando años en terminar de bajar la cremallera.
Vi claramente su erección bajo los boxers, y, sin animarme a hacer nada más, apoyé mi mejilla sobre ella sintiendo calentito. Edward gimió por primera vez (risa de angelitos a mis oídos) pidiendo un poco más y sólo atiné a posar mis labios sobre la tela de los boxers soplando un poco, haciendo que se revuelva inquieto.
Coloqué mis manos al borde de los boxers y levanté la cabeza nuevamente, esperando que él tome la iniciativa. No me animo a dejarlo sin ropa, va más allá de mi misma (espero que con el tiempo se me pase). Me entendió y con un movimiento lento tomó mis manos entre las suyas, empezando a bajar la tela suavemente.
Estaba nerviosa. Más nerviosa de lo que había estado en toda mi vida. Pero también me sentía segura, porque sabía que quería hacerlo. Porque quiero verlo feliz, porque sé que es una forma de unirnos más. Quiero que sienta el placer y la lujuria como nunca lo sintió antes, que se entregue a mí, porque yo soy la única que va a tener el derecho de guiar sus emociones hasta la cúspide.
Vi su miembro frente a mí y recordé que no tenía idea de qué hacer. Él tampoco, pero se tomó con una mano y yo incliné la cabeza hasta sentir con mi boca la piel caliente, saqué la lengua y tanteé un poco. Lo escuché ahogar un gemido y removerse inquieto nuevamente. No es tan desagradable como me lo imaginé toda la vida. Solo es como un pedazo de plástico caliente, sin sabor. Puedo acostumbrarme si de hacer feliz a Edward se trata.
Vi como mueve una mano en dirección a mi cabeza apremiándome a empezar, pero la volvió nuevamente a su lugar sosteniéndose de las sábanas, con un poco de esfuerzo. La respuesta a su conducta llegó rápido a mi mente recordando todas las veces que se opuso a tener sexo conmigo "Puede ser peligroso, Bella" "Puedo matarte". Claro, morir con la cabeza aplastada no es lo mejor para una noche de amor. Aunque tengo que decir que tiene bastante autocontrol, hace rato que estoy deliberando en una posición no muy cómoda para él.
-Bella… por favor… - Bien, realmente, no tenía planeado que me suplicara. Pero se escucha tan lindo y frágil.
No lo quise hacer sufrir durante mucho tiempo más. Ensalivé mis labios y abarqué toda su extensión con la boca, procurando no tocar mucho con la lengua, seguía dándome un poco de impresión.
Mis labios acariciaron cada centímetro de su erección hasta que empecé a escuchar su respiración agitarse. Sus jadeos hicieron que me animara a pasar mi lengua por la piel caliente, con un gemido en respuesta. La sensación control se apoderó de mí, yo lo domino, su placer depende enteramente de mí. Esa misma sensación me impulsó a jugar un poco más con la lengua, presionando, lamiendo. Me atreví a succionar la punta y fue ese el momento en que Edward soltó un grito y yo me sentí completamente satisfecha con migo misma.
Pero después me acordé que dominar a mi futuro esposo no era el verdadero objetivo de todo esto, ni siquiera obtener placer lo era. Semen. Bebé. Mi boca se apartó inmediatamente del miembro de Edward, logrando un gran bufido de protesta. Volví mi cara hacia él, con reproche en mis ojos.
-Hay que llenar el frasquito ¿Te acordás?- se rió suavemente y pasó su mano por mi mejilla.
-Nadie se olvidó, Bella. Estos se llaman "juegos previos", te hubiera avisado si me hubiera ido a venir.- el calor que se apoderó de mis mejillas y mi cuello no tuvo comparación con ningún otro.
-Oh.- Claro, como no lo pensé antes.- ¿Y cómo es que sabés?-
Una mueca totalmente avergonzada apareció en su cara a la vez que desvió la vista.
-Em… bueno, se puede decir que no siempre puedo dejar de escuchar los pensamientos de todos en la casa… - su risa se unió a la mía unos segundos después.
-Entonces no parece que sepas tan poco… - me incliné sobre él hasta hablar a milímetros de su boca.-... podrías enseñarme.-
-Encantado.- mis labios taparon su sonrisa y mis manos volvieron a bajar por su cuerpo, llegando hasta sus abdominales y estancándose ahí.
Sus manos iniciaron un recorrido por toda la extensión de mis piernas, desde mis pantorrillas, pasando por mis muslos, hasta que se posaron, inocentemente, en mi cola. Me reí en su boca de la situación ¿Por cuánto tiempo habrá querido hacer eso?
Apretó más el agarre y de alguna forma volví a mirarlo desde abajo, habíamos cambiado de posición de nuevo. Sus manos viajaron desde mis caderas hasta mi cintura y se pasearon por todo mi estómago, mientras sus labios volvían a recorrer todo mi cuello.
De repente, sus manos llegaron hasta el borde de mi jean, haciéndome pegar un salto. Abrí los ojos y clavé la mirada en su cara.
-¿Puedo?- me reproché a mí misma, ya debería estar preparada para esto. Pero sus dedos jugando en mi vientre me producían sensaciones tan raras… - Estás segura conmigo, siempre. Necesito que confíes en mí.-
-No hubo un momento desde que te conocí en que no haya confiado en vos- sus ojos se iluminaron en un dorado más brillante.-, y ésta no es la excepción.- le sonreí animándolo a seguir.
Volvió a besarme y pasó sus dedos por debajo de la tela del pantalón sin desprenderlo. Los tan conocidos escalofríos se apropiaron de mí, haciendo que mis manos se cierren alrededor de sus brazos.
Sentí como el botón del jean se desprendió, y sus manos bajando el cierre. Solté un suspiro cuando la tela empezó a bajar por mis piernas. Miré fijamente su pelo color bronce mientras su lengua jugaba en mi ombligo.
Empezó a subir lentamente, repartiendo besos por todo mi estómago y deteniéndose en mi pecho por unos minutos. Llegó hasta mi boca y me besó hasta dejarme sin aire, las sensaciones se intensificaron a cada segundo, sabía lo que seguía a esto. Y lo quería.
Pasé mis manos por sus costados, llegando hasta las caderas y animándome un poco más, hasta encontrar el pantalón y los boxers amontonados a la mitad de sus muslos. Tiré hacia abajo, y él entendió perfectamente, porque me ayudó a despojarlo de sus últimas prendas.
Un calor me recorrió entera cuando una de sus manos finalmente se posó sobre mi intimidad, haciendo círculos con un dedo. Sus labios se volvieron más demandantes y de repente me encontré levantando el culo para poder sacarme la última pieza de ropa que me quedaba.
Nos separamos un solo segundo que bastó para que nuestras miradas se unieran en una y sepamos qué hacer. Con delicadeza, sus manos se abrieron paso por mis muslos separando mis piernas, mientras me volvió a besar dulcemente.
-Te amo.- su susurro pareció meterse dentro mío al mismo tiempo que sentí una presión en mi entrepierna.
Mis ojos se abrieron al máximo y mi corazón latió fuerte en mi pecho; con una dulzura infinita, Edward estaba entrando. El dolor dejó afuera todo el deseo de momentos antes, pero el precio sentir su respiración agitada en mi cara, sus ojos cerrándose fuertemente y su cara contorsionada de placer fue suficiente.
Repentinamente, un dolor más agudo que el anterior me invadió, haciendo que una lágrima bajara por mi mejilla.
-Perdón.- sus labios se encontraron con los míos y después acariciaron mi mejilla, secando todo rastro de dolor en mi cara.- No me di cuenta, esa tela es demasiado frágil.- el impulso de reírme fue opacado por el de no moverme, pero una sonrisa asomó en mi cara, haciendo juego con la de él. Casi sin voz, pude contestar.
-Esa tela no es lo único frágil ahí adentro.- me deslumbró fácilmente con una sonrisa antes de que mis manos viajaran hasta abrazarlo por la espalda, cuando el dolor menguó un poco.
-Lo sé…- sus labios pasaron a rozar mi cuello y al tiempo pude sentir que no había más espacio dentro de mí. Un gemido mezcla de dolor y placer se escapó de mis labios, logrando que sus brazos me encierren un poco más entre ellos.-… por eso te estoy cuidando.-
Nuestros labios se unieron otra vez y Edward comenzó a retirarse de nuevo, iniciando un vaivén lento. De a poco el dolor se fue convirtiendo en placentero, a la vez que mi respiración se acomodaba a la suya, acelerándose.
Escuchaba de vez en cuando uno que otro gemido suyo, que igualmente terminaba en mi boca. Y también gemidos míos que terminaban en la suya. Sus labios se separaron de los míos, recorriendo de vuelta toda mi mejilla y mi cuello, hasta que habló entrecortadamente en susurros, haciéndome temblar con su aliento helado, y no precisamente por el frío.
-Vamos a dar vuelta, amor.- y ahí lo recordé, se supone que tendría que ir arriba para recoger el semen en el frasquito, se supone que tendría que ser la persona cuerda en todo esto. No lo veía muy posible por como se me nublaba la vista cada vez que los labios de Edward pasaban por mi cuello.
La cama se hundió en el lugar donde mi prometido apoyó su mano para voltearnos. Giramos despacio, hasta quedar encima de él, literalmente sentada sobre él. En esa posición, todavía sin moverme, fue la primera vez que vi la sangre manchando toda la sábana. Rápidamente mi mirada se dirigió al lugar donde se unían nuestros cuerpos y después a Edward, que no parecía enterado de que su comida favorita se escurría por nuestras piernas.
-Ya te había dicho que mi perspectiva de tu sangre como alimento cambió radicalmente.- su voz suave llegó hasta mis oídos en el mismo momento en que iba a preguntar. Nos miramos a los ojos por un segundo antes de que él se levante con una mano para poder alcanzar mis labios.
Sentí un temblor en mi cintura y percibí sus manos heladas agarrándome delicadamente; el temblor provenía de sus manos. Dejó de besarme para poder apoyarse de nuevo en la cama y suspirar.
-Bella, el bebé y yo necesitamos que te muevas.- sí, pero ¿Cómo?
Su agarre sobre mi cintura empezó a empujarme suavemente para arriba, alentándome a hacerlo por mí misma. Apoyando las manos en su pecho y con un poco de fuerza, empecé a subir hasta que estuvimos unidos sólo por la punta. Y desde ahí empecé a bajar de vuelta, esta vez con ningún dolor (que no pudiera soportar) que me impidiera ver a mi ángel cerrando los ojos y jadeando.
Llegué hasta el fondo, soltando un gemido bastante fuerte, pero acompañado por uno de Edward; de esta forma se llegaba más hondo. Así iniciamos un nuevo ritmo, subiendo y bajando, bajando y subiendo, subiendo y bajando.
A pesar de que el esfuerzo esta vez era mío, no se me pasó por la cabeza siquiera pensar en quejarme, estaba demasiado bien. El deseo y el placer iban aumentando, las sensaciones me dominaban, no podía controlar mi respiración ni los gemidos que se me escapaban. Y la imagen de Edward bajo de mí en mis mismas condiciones sólo me excitaba más.
Sus manos pasaron de mi cintura cuando el ritmo ya se había establecido y viajaron por mis costados, deteniéndose en mis pechos, incrementando la cuota de sensaciones.
En un instante pude sentir un placer recorrerme entera, bajando por todo mi cuerpo hasta instalarse en mi vientre y entrepierna. Me quedé sin aire y temblé despacito cerrando los ojos, teniendo la necesidad de aumentar el ritmo mientras durara. Y así lo hice, hasta llegar al punto máximo, donde no pude más.
Me hubiera gustado poder dejar de moverme justo en ese momento en que las sensaciones me dejaron anonadada, pero una mano presionándose sobre mi cintura me hizo abrir los ojos.
-Bella…- su jadeo inaudible me llevó de vuelta a la realidad. Con las dos manos me impulsé para arriba, saliendo totalmente de esa unión tan cálida. No tuve oportunidad de preocuparme por la sensación de vacío mientras buscaba desesperadamente con la mirada el frasquito.
Lo vi al lado mío sobre la mesita de luz y lo agarré rápidamente. Volví a mi lugar, tropezándome con el borde de la cama, y cayendo de cara contra las sábanas. Sólo a mí me pasa esto en esta situación.
Me levanté y me senté sobre las piernas de Edward, viéndolo con los ojos fuertemente cerrados y una mano sobre su erección, aumentando el ritmo cuando me sintió sobre él.
Desvié la vista de sus labios para resistir la tentación de besarlo nuevamente y la posé sobre el frasquito para abrirlo, recordando lo que había dicho Alice. ¿Dónde es "cerca"? Este es uno de los momentos en que me arrepiento de nunca haber visto una película porno en mi vida. Las manos me temblaban cuando acerqué el recipiente a su miembro y remplacé su mano por una de las mías.
-Ya…-
Lo sentí tensarse y gemir más fuerte. Mis ojos se volvieron inmediatamente a su erección, de donde empezó a salir un líquido blanco. Coloqué el frasquito en un ángulo exacto, haciendo que se llene hasta el tope y después lo cerré con la mano libre, dejándolo otra vez sobre la mesita de luz. En ningún momento dejé de temblar.
Cuando el recipiente estuvo lleno y a salvo sobre la mesa, me permití soltar todo el aire que había estado guardando en mis pulmones. Me giré para poder ver cómo Edward abría los ojos y me miraba extasiado.
-¿Pudiste…? – me guardé el tono irónico para mí misma, él también había hecho su parte. Le sonreí y me acerqué a su cara, dejando mis labios casi tocando los suyos.
-Claro, nuestro hijo ya está adentro del frasquito.- me devolvió la sonrisa y con una mano me empujó sobre él, haciendo que nuestros cuerpos desnudos se juntaran y nuestros labios se unieran.
-Fue lo mejor que viví en toda…- mi boca lo interrumpió, besándolo dulcemente.
-¿Tu muerte…?- me volvió a besar para interrumpirme, continuando él.
-Tu vida.- no sé de dónde sacó la sábana para cubrirnos, teniendo en cuenta que se había caído por el otro lado de la cama en algún momento.
Los ojos empezaron a cerrarse por las caricias dirigidas a mi pelo. Y, aunque intenté mantenerme despierta el más tiempo posible, disfrutando de su cuerpo bajo el mío y su voz sedosa tarareando mi nana, lo último que me acuerdo haber escuchado fue un suave "Te amo" antes de perderme en la inconsciencia.
Soriiii por tardar tantoo! esq acá no parece tan largo, pero juro q en mi compu síi era largasooo!! jaja y no saben lo q me costó hacerloo! una semana enteraa!
Y bueno, críticas por favor que sean suaves... es mi primer lemmon lemmon y soy sensible XD... nah posta, seguro las aburri un poco no? jajja
Bueno, de verdad espero q les haya gustado (de verdad de verdad!!) porq me costó un montonononnn ejje, y besitoss :)