Disclaimer: Ranma ½ pertenece a Rumiko Takahashi

"EL PRECIO"

Por C. Weller chan

Episodio 2 de 2

El Precio a Pagar

Con un sentimiento de incredulidad y pesar, Ranma corría como nunca en su vida. Sentía como si necesitara huir de algo o alguien. No sabía qué, pero no podía detenerse.

Sin ver hacia donde se dirigía, el joven maldecido sin proponérselo alcanzó a llegar hasta un parque cercano a la casa de los Tendo. Como ya era bien entrada la noche, estaba desierto.

Con un doloroso suspiro, el chico de la trenza se dejó caer en un columpio y hundiendo el mentón en su pecho, trataba de ahogar el grito de tortura que amenazaba surgir de su garganta y dejarla lastimada. Era una situación increíble, impensable. Su aturdido cerebro no alcanzaba a procesar todos y cada uno de los acontecimientos de ese día, ese terrible día.

Sin embargo, a pesar de su honda aflicción, Ranma soltó una risilla de burla. Una burla para sí mismo. Pensó que no habría nada más que realmente deseara. No habría nada más que realmente quisiera. ¡Qué equivocado estaba! Levantándose del columpio, el chico gritó:

- ¡¡MALDITO SEAS VIEJO DESPRECIABLE!! – Con una opresión en el pecho de ira y frustración, Ranma se dejó caer de rodillas, mientras las imágenes de lo acontecido durante el día se filtraban en su memoria…


- Ranma, ¿quién es Akane? – el aludido miró a Kasumi indeciso.

- ¿Qué dices Kasumi? ¿Me preguntas quién es Akane? ¿Es una broma acaso? – Ranma la miró entre divertido e incrédulo. Si bien la mayor de las hijas de la familia Tendo de repente tenía ciertas ocurrencias, casi nunca hacía bromas.

Kasumi lo miró interrogante, para luego componer una sonrisa en su cara y contestar:

- Ranma, siempre tan distraído. Seguramente estás todavía dormido. Akane debe ser alguna compañera de la escuela, ¿o no? – preguntó la chica sin darle importancia, para comenzar a levantar la vajilla. El muchacho la miró estupefacto. ¿Qué le pasaba a esa mujer?

- ¿Una compañera de escuela llamada Akane, eh? ¡Ranma muchacho, eres todo un conquistador! ¿Cuándo la traes a la casa para que la conozcamos? – preguntó Soun con cara maliciosa, mientras Kasumi salía de la habitación. Ranma tragó, sintiendo que todo se venía abajo y se rió de manera bastante nerviosa.

- Esto es un chiste ¿verdad? Todos ustedes se levantaron con ánimo bromista esta mañana ¿no es así? – preguntó entrecortadamente. Soun lo miró consternado.

- Ranma, ¿seguro que no estás enfermo? Tal vez deberías quedarte en casa a descansar… - murmuró mientras trataba de tocarle la frente. Ranma lo apartó de un manotazo.

- ¿Qué les pasa a todos? ¿Por qué están actuando de esta manera? ¡Akane es tu hija, tío Soun! ¡Deja de burlarte de mí! – gritó el muchacho molesto. Soun preguntó incrédulo:

- ¿Mi hijaa? ¿Akane? Ranma, sabes perfectamente que mis dos hijas se llaman Kasumi y Nabiki. No tengo ninguna hija llamada Akane… - Soun le respondió con paciencia. El chico de la trenza retrocedió un paso. No era posible.

- ¿Sólo d-dos? ¿Só-solo dos hijas? – preguntó tartamudeando.

- Vaya, no creí que la reunión de esta noche te pusiera tan nervioso Ranma. ¡Un Saotome enfrenta sus responsabilidades con valentía, sin importar qué tan problemáticas sean! – exclamó Genma sentándose a un lado de su hijo.

- ¿Esta n-n-noche? ¿Reu-nión? – volvió a tartamudear el joven. Genma sonrió.

- ¡No me digas que ya la olvidaste Ranma! ¡Estás muy distraído! – se lamentó el padre. – La reunión de esta noche, donde podrás elegir a la mujer que se convertirá en tu esposa. ¡Recuérdalo! Vas a escoger a tu prometida – puntualizó Genma haciendo énfasis con un dedo. -¡Ranma! ¿A dónde vas? – el chico alcanzó a oír el grito de su padre, pero no le importó.

Salió corriendo de la casa a toda velocidad, brincando por los muros y los tejados, casi sin ver hacia donde se dirigía.

¿Qué había hecho?


Sosteniendo los cubos de agua en el pasillo de la escuela por el castigo del profesor a causa de su llegada tarde, Ranma no podía deshacerse de esa quemante y asfixiante opresión en el pecho.

No era la primera vez que llegaba tarde a la escuela. No era la primera vez que lo castigaban obligándolo a estar en el pasillo.

Pero era la primera vez que estaba solo.

El muchacho, a pesar del estado embotado de su cerebro, hacía denodados esfuerzos por tratar de analizar y sobre todo, entender la nueva situación. Era más que obvio que esto era resultado de su petición al viejo de la vasija, el que su ilusión se realizara.

Pero ¿exactamente cuál había sido el precio?

Akane no estaba. Parecía que a partir de esta mañana, la menor de las Tendo no existía ni había existido nunca. ¿Es que acaso había entrado a una dimensión extraña? ¿O estaba volviéndose loco?

El anciano había dicho que el precio de la ilusión era el sueño. La ilusión era lo que la persona más deseaba. El sueño era lo que más quería.

¿Es que acaso Akane…?

Movió la cabeza enérgicamente de un lado a otro. No era posible lo que estaba pensando. No podía ser que lo que más quería fuera… ¡¡No!! ¡Eso era una equivocación! ¡Sus conclusiones estaban más que erróneas! ¡Completamente fuera de discusión! Debía existir otra explicación para la ausencia de Akane en su vida.

Desgastándose la mente afanosamente, Ranma recapitulaba todas y cada una de las palabras del vejete aquél. También todo lo que sucedió. Los gestos, los movimientos. Todo. Debía haber una razón plausible para que la situación se tornara en lo que se había convertido. Tenía que haberla.

El timbre que anunciaba el término de la clase y el principio del descanso lo hizo brincar del susto. El profesor salió del salón y con un "terminó su castigo Saotome" lo dejó pasar para que pudiera recoger su almuerzo y comer. Sus amigos trataron de acercarse, pero el chico no estaba de ánimo para compañía. Era imprescindible descubrir lo que estaba pasando.

Ranma se dirigió a la azotea de la escuela. Ese lugar siempre había representado una especie de refugio donde poder pensar y estar solo, dos condiciones que en este momento necesitaba con desesperación.

- Ranma, ¿qué haces aquí tan solo? – el chico escuchó una voz a sus espaldas. Era Ukyo, su amiga de la infancia.

- ¡Hola Ukyo! ¿Qué te trae por aquí? – preguntó sin interés, inclusive un poco molesto por ver violada su soledad.

- Llegaste extremadamente tarde a clase y fuiste castigado. ¿Ocurrió algo? – preguntó la chica con preocupación en la voz. Ranma se encogió de hombros.

- Nada importante. Me desperté después de lo debido y mi padre y mi tío me entretuvieron. Me decían algo de una reunión esta noche… - ante esas palabras, el rostro de Ukyo se sonrojó furiosamente.

- Ah sí. La reunión. –Ranma la miró interrogante. – Yo… estoy impaciente porque se lleve a cabo – comentó la chica tímidamente.

- Tu… ¿vas a ir a la casa esta noche? – Ukyo lo miró ofendida.

- ¡Claro que voy a ir! ¿Es que acaso no quieres que vaya? – preguntó dolida. Ranma se avergonzó y agitando las manos frente a él como espantando moscas, temeroso de recibir un grito, espetó:

- ¡No no no no no! ¡Por supuesto que quiero que vayas! ¡Sólo que no se me ocurrió que tu estuvieras enterada de eso! – la chica lo miró verdaderamente acongojada.

- ¡Ranma! ¡Tú mismo me pediste que asistiera! ¿Ya no lo recuerdas? – el muchacho de la trenza se quedó de piedra. Ahora que se daba cuenta, había algo extraño en su amiga.

No era sólo la reacción modosa y titubeante, que dicho sea de paso, no era nada propia de ella. También el uniforme. Ukyo siempre portaba el uniforme escolar de varón. Pero en esta ocasión traía el vestido azul celeste con blusa blanca de mangas cortas y abombadas de las mujeres además del cabello que caía suelto en su espalda con un moño en la coronilla.

Y no traía sus espátulas consigo.

Ranma volteó hacia el cielo asustado. Su respiración estaba errática y pesada. Sus ojos abiertos como platos. Sintió que Ukyo se acercó silenciosamente atrás de él. Entonces, sin previo aviso, pasó sus brazos por su cintura y recargó su rostro en su espalda.

- U-ukyo… ¿q-q-qué e-e-essstásss ha-ha-ha-cien-do? – cuestionó Ranma con temblores en todo el cuerpo. Ukyo se recargó aún más.

- Ranma, no deseo nada más en este mundo que ser tu fiel esposa. Te prometo que haré todo lo que tu me pidas. Todos los días te recibiré con la cena lista y una sonrisa en los labios. Te daré un masaje, te acercaré el periódico y comerás tu comida preferida. Por favor, te pido que me elijas – concluyó con una súplica. Los temblores de Ranma se convirtieron en escalofríos.

- U-u-ukyoooo, y-yo… -

- ¡Ranma esperar! ¡Ranma no escuchar a Ukyo! ¡Ranma escoger a Shampoo! – un curvilíneo y sinuoso cuerpo femenino abrazó al chico por enfrente, tratando de apartar los brazos de Ukyo de su cuerpo.

- ¡Shampoo! – gritó Ranma atolondrado. No la había sentido venir.

- Ranma escogerá a Shampoo como esposa. Shampoo cuidará bien de Ranma, le cocinará, le lavará su ropa ¡y tendrá todos los hijos que Ranma querer! –prometía la muchacha proveniente de China fervorosamente, mirando al chico con ojos enormes y llenos de sentimiento.

- ¡Ranma! – gritó Ukyo.

- ¡Ranma! – la secundó enseguida Shampoo, recargando su mejilla en el pecho de su amado. El aludido se sentía a punto del colapso.

- Chicas, por favor, ¿podrían dejarme respirar? – las dos jovencitas soltaron inmediatamente al chico atendiendo su petición para colocarse frente a él con miradas y rostro anhelantes. Ranma las miró parpadeando. ¿Estas dos chicas, expertas en artes marciales y de lucha, que podrían matar a una persona de un solo golpe, en una actitud suplicante y sumisa? ¿Cómo?

Pero aparte de su incredulidad, esta actitud de ambas muchachas era algo que complacía enormemente a Ranma. Una esposa cariñosa, acomedida y obediente siempre había sido su ambición.

Y ahora Ukyo y Shampoo habían hecho a un lado su lado agresivo y luchador y se convirtieron exactamente en lo que deseaba.

Si tan sólo Akane se comportara de esa manera, él…

Un pinchazo de dolor atravesó el cuerpo de Ranma.

Akane.

Con una repentina ola de desesperación envolviéndolo, el chico gritó:

- ¡YA BASTA! ¡DÉJENME EN PAZ! – zafándose del acoso que ahora le parecía asfixiante, Ranma dio un enorme salto para alejarse de ambas jovencitas, que sin poder impedirlo, veían al artemarcialista desaparecer por la puerta que daba a las escaleras para bajar y perderse de vista.

Ranma bajaba harto los cinco pisos que lo separaban del suelo. No quería a Ukyo. No quería a Shampoo. Quería…

Quería alejarse y que lo dejaran pensar. Al llegar a la planta baja, Ranma corrió hacia un cuarto que funcionaba como almacén y que ya le había servido en otras ocasiones como escondite. Necesitaba estar solo.

Pero al entrar al cuarto, a causa de la fuerza y velocidad con la que iba, no se fijó en una escoba tirada en el piso que lo hizo caer y como si hubiera sido proyectado, voló por el cuarto para golpearse la cabeza contra el muro de enfrente y perder el conocimiento.


Ranma llegaba a la casa de los Tendo con la oscuridad casi encima. Sobándose la cabeza, con un pequeño chichón en medio de su cabello, el chico alcanzaba a escuchar algarabía y risas hasta la entrada. No queriendo dar a conocer su arribo, con cautela se asomó a la habitación que servía como comedor y cuarto de estar.

Ahí, acompañados de toda la familia Tendo y también Genma, se encontraban las tres chicas que desde que llegara a Nerima, lo habían acosado incansablemente: Ukyo, Shampoo y Kodachi.

Pero no eran las chicas que conocía. Por lo que alcanzaba a apreciar, la actitud modosa y recatada de las dos primeras seguía ahí, pero Kodachi se había unido también.

Las tres chicas se esforzaban por sacar a flote sus mejores modales, sus movimientos refinados y su actitud femenina y discreta. La actitud que Ranma siempre había asociado con una esposa y que siempre había brillado por su ausencia la mayoría de las veces en todas esas chicas.

Aunque, realmente era mucho más patente en Aka…

Maldiciendo, con el reconocido pinchazo de agudo dolor, Ranma dio la media vuelta para salir por la puerta y correr por la calle sin rumbo. La noche había llegado por fin y no se fijaba muy bien de su camino.

No lo aceptaba. A pesar de que ya no se convertía en mujer, de que podría escoger a la mujer de sus sueños y continuar siendo un artemarcialista, no lo aceptaba.

Con el sentimiento de pesar, Ranma terminó su recapitulación de lo acontecido en el día. Había llegado a ese parque, sentándose en ese columpio y ahora, después de gritar su amargura y dolor, sentía que la opresión en el pecho, en lugar de disminuir, se había incrementado.

- ¿Este es el precio? – lanzó la pregunta a la oscuridad. - ¿Éste es el precio que mencionabas? ¿Un mundo sin Akane? – preguntó entre dientes, y con una sensación de ardor en la garganta y los ojos, sacó la vasija de su mochila y la destapó. Una nube de humo comenzó a formarse enfrente de él y sin sorprenderse, más bien como algo esperado, Ranma vio frente a él al anciano de la vasija.

- Te concedí tu ilusión. El precio era tu sueño. Sólo tomé el precio – murmuró el viejo en respuesta a las preguntas del joven de la trenza casi sin mover los labios, sentado en el aire y con la pipa en las manos.

- No puede ser. Tomaste algo que no era mi sueño. Te equivocaste –aseguró Ranma con sentimiento. El viejo abrió más los ojos y sonrió con malicia.

- Al contrario joven Saotome. Recuérdalo: tu sueño es lo que más quieres – el chico de la trenza negaba enfáticamente con la cabeza.

- Akane no tiene nada que ver. Ella no… -

- La jovencita Tendo era tu sueño, joven Saotome – lo interrumpió tajante el anciano. Ranma sintió un estremecimiento por todo el cuerpo.

- ¡Te repito que estás equivocado! ¡Akane no es mi sueño! ¡No puede ser lo que más quiero! ¿Cómo podría…? –

- Así es joven Saotome, cómo podría. ¿Cómo podría ser posible que los hombres vayan por la vida negando la verdad? ¿Cómo podría un jovencito como tu hacer a un lado su arrogancia y soberbia y aceptar sus verdaderos sentimientos? ¿Cómo podría creerse que para alguien como tu es mucho más importante mantener intactos su orgullo y vanidad y no aceptar pagar el precio de un sentimiento tan puro y noble como lo es el amor? ¿Cómo podría pensarse que un jovencito idiota haría a un lado como un objeto despreciable e inservible, la oportunidad de ser feliz al lado de la persona amada? – Ranma se sentía acorralado, casi podría jurar que se estaba empequeñeciendo, ya que la presencia del anciano con cada pregunta se hacía más y más grande, abarcando todo el entorno. - ¿Cómo podría imaginarse, que para una persona como tú, sería primordial su ilusión, y no su sueño? – Ranma cayó de rodillas. No podía controlar los violentos temblores que recorrían su cuerpo ni detener las lágrimas que brotaban de sus ojos.

Lágrimas amargas de una decisión equivocada.

- ¡No sabía lo que hacía! ¡NO TENÍA UNA MALDITA IDEA! – gritó angustiado. Sin poder sostenerse ni siquiera en sus rodillas, Ranma tuvo que apoyar las manos en el piso. El peso de su corazón era demasiado oneroso.

- Cumplí tu ilusión. Cobré el precio que era tu sueño – recalcó frío el anciano, sin que ningún sentimiento cruzara por su rostro. Ranma alzó repentinamente la cabeza surcada por lágrimas.

- ¡No lo quiero! – gritó firme. – ¡El acuerdo se cancela! ¡Devuélveme mi sueño! – ordenó. El anciano lo miraba.

- La ilusión está ejecutada. El precio está cobrado. No hay… -

- ¡Debe de haberla! ¡Debe haber una manera de deshacer lo hecho y devolverme el sueño! ¡Devuélveme mi sueño! ¡¡DEVUÉLVEME A AKANE!! – exigió Ranma con más convicción en la voz, abandonando su posición derrotada y levantándose todo lo que daba su estatura. El anciano entrecerró los ojos.

- ¿Qué harías si te la devuelvo? – preguntó dubitativo. Ranma respondió sin dudar.

- Pagaría el precio – el anciano movió un milímetro un párpado. – Pagaría el precio que fuera –

- ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo, joven Saotome? ¿Has tomado cabal entendimiento de lo que implican tus palabras? ¿Las consecuencias? ¿Y sobre todo… cuál es el precio a pagar? – preguntó serio el anciano. Ranma se irguió aún más.

- Estoy dispuesto a pagar el precio que sea con tal de que tener de vuelta mi sueño – respondió Ranma sin titubeos y claramente. El anciano asintió con la cabeza y sin que un solo gesto de su rostro traicionara sus pensamientos, comenzó a explicar:

- Como te mencioné en un principio, esta vasija fue creada con propósitos perversos, pero hombres sabios lograron hacerse de ella para esconderla. Eso no fue lo único que hicieron. También cambiaron la esencia de la vasija. Estos sabios pensaron que la mejor manera para que los hombres, que hicieran uso de esta vasija, pudieran discernir entre la ilusión y el sueño, era cumplir su ilusión, en aras de que descubrieran la importancia de su sueño y aquilataran lo que más querían. Joven Saotome, tienes sólo una oportunidad para recuperar a lo que más quieres. Si no pagas el precio, perderás tu sueño de manera definitiva – con esas palabras el anciano con un movimiento de muñeca, hizo que la pipa describiera un círculo, haciendo que la nube de humo envolviera al joven de la trenza.


Ranma se despertó en medio de la oscuridad de la noche con el corazón latiéndole rápidamente. Se sentó en su futón, aún con el rostro mojado con las lágrimas derramadas y la respiración apresurada.

Pero extrañamente, su mente estaba más lúcida y alerta que nunca.

- Recuerda joven Saotome. Pagarás el precio de tener de vuelta tu sueño, o de lo contrario… – se escuchó la voz del anciano como una amenaza que llenó toda la habitación. Mirando la vasija a un lado, entre los futones de su padre y él, Ranma tuvo plena seguridad de que lo vivido no había sido una alucinación y lo que tendría que hacer a continuación y de las consecuencias si no lo hacía.

Cerrando la vasija con el corcho, Ranma se levantó poniéndose su camisa y pantalón sin hacer ruido para no despertar a su padre. Con sumo sigilo, salió del cuarto por la ventana, trepando por el muro hasta alcanzar otra ventana de la casa. La ventana de la habitación de Akane.

Abriendo la ventana y haciendo un lado la cortina, el joven Saotome suspiró de alivio. El último resquicio de preocupación se había disipado por completo.

En su cama, completamente dormida, estaba Akane, su prometida.

Tratando de pisar con suavidad, se acercó a la cama, mirando con infinita ternura la figura femenina. Nunca le pareció más hermosa que en ese momento.

Sentándose en la cama, Ranma pasó rozando sus dedos por el rostro de Akane, que entre sueños, se movió acomodándose, para terminar abriendo los ojos.

- ¡Ranma! ¿Qué haces aquí? ¡Es media noche! – preguntó la chica algo alarmada. Ranma le puso un dedo en los labios.

- Tengo que hablar contigo. Necesito hablar contigo – se corrigió. Akane lo miró extrañada.

- ¿Ahora? ¿No podías esperar a la mañana? – Ranma sonrió en la oscuridad. Increíblemente, en ese momento todas sus dudas y temores se habían disipado. No importaba la hora. No importaba el lugar.

Lo único que importaba era que ella estaba ahí.

- No Akane. Es algo que necesito decirte inmediatamente. –

Lo único que importaba era aclarar la situación. O mejor dicho, arreglarla para que no desapareciera.

- ¿Estás loco? ¿Qué es lo que tienes que decirme? –

Tenía otra oportunidad para cumplir su sueño, obtener lo que más quería. La ilusión no importaba. Era sólo eso, una ilusión.

- Es algo complicado. Me tomará un poco de tiempo. –

La maldición de convertirse en mujer. El casarse con una mujer abnegada y perfecta.

- Hn. No entiendo tu prisa. ¡Mañana tenemos clases! ¡Tengo que dormir Ranma! –

Lo esencial ahora era pagar el precio para recuperar su sueño.

- Akane, te pido que por favor me escuches. Es muy importante para mí. –

Un precio que, aunque siempre había sido esencial mantener, ahora era insignificante y exiguo.

- Ranma, con que me salgas con una tontería, haré que te arrepientas. –

Un precio que aseguraba su felicidad.

- Te aseguro que no es una tontería Akane. Es sobre… nuestra situación. –

Y sabía exactamente cuál precio era ése.

- ¿Nu-nuestra… situación? ¿De qué hablas? –

Un precio mezquino para pagar el sueño más glorioso de todos.

- Nuestra relación Akane. Nuestro compromiso y… mis sentimientos hacia ti. –

Porque muchas veces perdemos la perspectiva de lo que realmente queremos…

- ¿T-tus sentimientos? ¡Ranma! –

… en aras de lo que deseamos, así sea una ilusión.

- Así es Akane. He decidido sincerarme. Quiero que escuches lo que siento y pienso de ti. –

Ranma pagaría el precio para dejar atrás esa ilusión y aferrar su sueño con ambas manos, para nunca dejarlo ir.

- Ranma… yo… -

Y si el precio era dejar a un lado de una vez por todas su orgullo y soberbia y mostrar sus verdaderos sentimientos...

- No digas nada. Tengo que decirte que yo… -

… ése era un precio insignificante que pagaría una y mil veces para asegurarse que su sueño nunca se desvanecería.

- … te amo Akane… -


Final del episodio 2

Fin


Comentario de la autora:

Bueno, este fue mi primer fic de Ranma ½. Deseo agradecer sinceramente a todas y todos quienes se tomaron su tiempo para leerlo, aunque no hayan enviado comentario. Espero haya sido de su agrado.

C. Weller chan


Reviews:

Encadenada: ¡Muchas gracias por tu felicitación! Y ojalá que sigas pensando lo mismo ahora que la historia ha concluido. Gracias por tu review.

Golgos: Me da gusto que te haya sorprendido. Procuro que mis historias mantengan cierto grado de intriga. Gracias por tu review.

KaRoL.MS-: ¡Captaste la esencia del fic muy bien! No sé qué grado de sufrimiento haya padecido Ranma en este episodio, pero ojalá que te parezca aceptable. Gracias por tu review.

Naoko tendo: Muchas gracias por tu comentario. Y también mi sincero agradecimiento por añadir "El Precio" en tu lista de alertas y favoritas. También por incluirme en tu lista de autores favoritos y en tus alertas de autor. ¡Mil gracias! ¡Es un auténtico halago!

Viry-Chan: Muchas gracias por tu comentario y por enviar tu review.

Alertas:

Nahia: Gracias por añadir esta historia a tus alertas.

Brillo de Luna: También mi gratitud para ti por incluir "El Precio" entre tus alertas.

C. Weller chan