La batalla decisiva

Muchas gracias por manifestarme su interés en la historia.

chome06, pues aquí hay una tercera y ahora sí última parte, espero que sea de tu agrado y gracias por hacerme saber que te gustó.

leenaleKanda, soy yo quien te agradece por ser tan amable en decirme que te gustó. No te dejo más con la duda y aquí está la tercera parte del fic, muchísimas gracias por haberlo seguido!!

La batalla decisiva.

-Perdón, Lavi, tuviste que hacerte cargo. Parece ser que te has vuelto más fuerte—tembloroso y ocultando su ojo izquierdo.

-¿Qué sucedió? Pensé que ustedes dos juntos eran muy fuertes—le tendió la mano a Lenalee para ayudarla a incorporarse.

Krory amablemente ayudó a Allen.

-No sé, de pronto me sentí terriblemente débil mientras estaba con Lenalee—respondió Allen a la pregunta de Lavi.

-¿Qué tiene tu ojo?—inquirió preocupada Lenalee.

-Nada, me duele un poco, pero ya se le pasará—todavía temblaba, pero cuando se acercó la chica todo su cuerpo se estremeció demasiado.

-Algo debe estar pasando con sus inocencias, quizá por el momento sea mejor que permanezcan alejados el uno del otro—intervino Bookman.

-¡No quiero estar alejada de ti!—chilló como niña pequeña Lenalee.

El efecto fue inmediato, ambas inocencias refulgieron y cegaron a todos los presentes.

-Yo tampoco—sonrió Allen, delicadamente tomó la mano de la joven exorcista entre las suyas.

-Parece que encontramos lo que requieren sus inocencias para activarse. Ese sentimiento que los une es mucho más fuerte que sus ganas de luchar o de acabar con el enemigo—Lavi bajó su cabeza como sintiéndose de más en esa escena.

-Mientras los dos tengan esas ganas de permanecer juntos sus inocencias entrarán en resonancia—remató Bookman.

Emprendieron la marcha todos juntos, pero a pesar de que Allen siempre había ido a la cabeza de todos, en alerta por si aparecía un Akuma, esta vez se rezagó un poco, por ir conversando con Lenalee, tomados de la mano. Sus rostros animados por las sonrisas que ambos se dirigían, delataban su estado de ánimo. De no ser por el lugar, cualquiera hubiera pensado que se trataba de dos colegiales que acababan de encontrar a su pareja. Por supuesto, los dos chicos tenían la edad del primer amor, pero estaban en plena guerra, los akuma los acechaban, la familia Noah aún no estaba derrotada por completo y por supuesto, el mismo Conde, la amenaza mayor no había sufrido rasguño alguno hasta el momento.

Era evidente que los exorcistas no debían bajar la guardia, pero Allen y Lenalee se veían tan felices juntos, que nadie se atrevió a decir nada. Lavi y Krory iban alertas, por si se presentaba algún imprevisto. El rojo del atardecer se había esfumado desde hacía rato, lo único que iluminaba el camino de los exorcistas era la luz de la luna llena. Un estrépito alertó a todos. Ocho sombras emergieron de atrás de unos árboles.

-¡Estúpido aprendiz!—se escuchó el grito antes que pudiese distinguir a quién pertenecía—¿Quién te ha dicho que bajes la guardia?.

Una fuerte patada en pleno rostro fue lo que Allen recibió, misma que le hizo salir volando.

-¿Qué demonios?—se sobó el rostro.

Lenalee lo tenía cogido de la mano, pero ante la fuerza del impacto lo soltó, pero en cuanto pudo, corrió hacia donde había caído, preocupada. Limpió la sangre del rostro del chico con la manga de su traje, el resplandor de sus inocencias era cada vez más fuerte.

-Por algo ascendiste de rango, pero no dejas de ser un estúpido—dijo con su tono de superioridad el mismo que había golpeado a Allen.

-¿Por qué ahora que lo encontramos desearía no haberlo hecho?—hablaba consigo mismo el joven exorcista.

-¿A qué se refiere con que Allen ascendió de Rango, general Cross?—mostró mucho interés Bookman.

-Los coroneles detectaron mediante Hevlaska que el corazón había empezado a reaccionar. Los poseedores de tal inocencia han ascendido de rango—le aclaró el general Cross.

-¿Allen ascendió? Era lógico, después de todo, no cualquiera podría manipular tal poder—Lavi alzó los hombros como dando a entender que era algo obvio.

Aunque Bookman y Lavi no se sorprendieron con la aparición de los cuatro coroneles, los tres generales, además de la exorcista Hevlaska, el resto sí lo hizo, pues sólo los habían visto en la Orden Oscura, no era cosa de todos los días verlos en pleno campo de batalla y menos siendo el territorio del Conde del Milenio. Los cuatro coroneles explicaron que el momento de la batalla definitiva había llegado, puesto que el corazón había sido descubierto. Hevlaska les dijo a todos que había sentido a dos portadores de inocencia resonando entre sí.

-El momento decisivo ha llegado, pero falta el general Tiedoll—estaba hablando Allen cuando justo en ese momento arribó el equipo del general en cuestión.

Con todos los exorcistas listos, la presencia de los cuatro generales, los cuatro coroneles y los portadores del corazón, el escenario estaba listo por parte de los escogidos. Apenas si se preparaban para pernoctar en ese lugar, cuando un ejército de akumas gigantes hizo su entrada.

-Ya me parecía que ese gordinflón se estaba tardando—Cross chasqueó la boca en señal de fastidio.

Pero con la sola presencia de los cuatro generales bastaba para derrotar a más ejércitos como ese. Tiedoll, Cloud, Sokal y Cross no les dieron oportunidad alguna.

-¿Qué? Eso debe ser una broma, ¿verdad? No esperaría derrotarnos con ese nivel—se jactó la general Cloud.

-Por supuesto que no, eso sólo era la bienvenida y también para hacer un poco de tiempo—se dejó escuchar la conocida voz del enemigo jurado de la Orden Oscura—Kombawa mis queridos invitados, ahora sí, el escenario está listo—hizo un gesto con la mano y enseguida aparecieron los Noah, para sorpresa de todos.

-¡Skin Bolic! ¡Jasdevi! ¿No habían ellos muerto en el arca?—inquirió sorprendido Krory.

-Cuando revertí lo que les sucedió en el arca, es como si nunca hubiera pasado nada, ellos también se recuperaron del todo—aclaró Miranda.

-Pudiste haberlo dicho desde antes—la reprimió Kanda.

-¡Basta Yu! Miranda lo hizo de ese modo para que pudieras estar aquí con nosotros—Lavi intervino ante la mirada furiosa que el japonés le había lanzado a la poseedora del reloj.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames por mi nombre?—sus ojos echaban llamas.

-¡Lavi!—gritó Allen mientras bloqueaba el ataque de Tyki Mikk, de lo contrario, le hubiera dado de lleno al sucesor de Bookman.

-Este no es el momento para discutir, Yu—volvió a insistir Lavi mientras hacía aumentar el tamaño de su martillo cambiante para hacerle frente a Tyki.

-Maldito—iba a seguir insultándolo, pero el característico trueno de Skin Bolic lo hizo concentrarse en la batalla.

Lulubell había fijado como su objetivo a Miranda Loto, pues su inocencia era realmente un obstáculo, de nada serviría ganarles si ella podía revertir lo sucedido. Su ejército de calaveras hizo su aparición y de inmediato la atacaron. Chaoji y Krory comprendieron las intenciones de la Noah y pelearon a su lado. Hevlaska permaneció en ese grupo. Pero Jasdevi sentía que tenía una cuenta pendiente con el vampiro de akumas y también intervino.

Road Camelot, la mayor de los Noah, la más dura en batalla creó un sueño en el que sumió a los cuatro generales junto con los cuatro coroneles.

El escenario no pintaba nada bien para los kami no tomodachi. Pero esta era la batalla final, todos darían su máximo esfuerzo y su vida misma si fuera necesario, no dudarían para nada.

Los únicos que quedaban frente a frente con el Conde del Milenio eran Allen Walker y Lenalee Lee. Pero esta vez los dos chicos sabían cuál era la clave para activar el poder del corazón. Los gritos de dolor de Lavi, de Kanda, de Krory, de Chaoji, de Miranda, los marineros asustados y la inercia en la que estaban sumidos los generales y los coroneles era algo que debían ignorar momentáneamente. Sin embargo, a pesar de comprenderlo, Lenalee no lo conseguía, no podía evitar voltear a mirar a sus amigos, quienes conformaban su mundo y sufrir junto con ellos sus heridas. Allen intentaba esforzarse, pero ahora que su inocencia había conocido la de Lenalee se negaba a pelear sola, no conseguía activarla. El Conde del Milenio aprovechaba esta situación y tenía acorralado al joven exorcista.

-¡Lenalee! Por favor, concéntrate. La única manera de ayudarlos ahorita es peleando, no tenemos otra opción—dijo trabajosamente pues a duras penas lograba contener los ataques que el Conde le lanzaba con su espada.

-Parece que tu joven amiga está entretenida en otras cosas—se burló el Conde.

En esos momentos Tyki estaba sometiendo a Lavi, el exorcista tenía graves heridas, se notaba que estaba en su límite. Krory daba lo mejor de sí, pero no era suficiente, Jasdevi parecía mucho más fuerte que antes. Lulubell había logrado someter a Chaoji, el único que se interponía entre ella y Miranda. Kanda parecía muy dueño de sí mismo, pero las marcas de su pecho desmentían su actitud, Skin Bolic había logrado mellarlo. Los generales y coroneles no se movían, parecían cada vez más débiles, Road reía a carcajada abierta.

Después de contemplar tal escenario Lenalee no escuchaba nada, pero cuando volteó a ver a Allen, quien casi sucumbía ante el Conde, un nuevo sentimiento la embargó. No sólo quería estar con él. Aunque su amor indudablemente le pertenecía por entero, no concebía vivir en un mundo sin sus amigos, a quienes amaba de una manera diferente. Nunca como ahora la imagen de su hermano venía a su mente una y otra vez.

-Lenalee—fue el susurro de Allen lo que alcanzó a escuchar a lo lejos la joven exorcista.

El chico, sin poder activar su inocencia había caído ante el Conde. A pesar de las duras batallas, del estrépito causado por los golpes, la voz de Lenalee se alzó por encima del bullicio.

-¡Allen-kun!—corrió hacia él, pero la distancia le parecía insalvable, no obstante no ser más de unos cuantos metros.

Quizá fuera la voz de la joven alertando a los exorcistas en batalla o tal vez el cansancio se había manifestado y los distrajo de la pelea, pero todos voltearon al mismo tiempo en dirección del joven maldito. Un leve susurro al unísono dejaron escapar de sus gargantas, incluso Kanda, los coroneles y los generales parecían haberse percatado de la situación.

-Allen Walker—se dejó escuchar.

El chico se hallaba sumido en sus propias ensoñaciones. En un mundo oscuro, idéntico al que se transportara cuando Tyki le había perforado el corazón aquella vez, se encontraba caminando sin rumbo fijo.

-¿Qué haces? ¿A dónde crees que vas?—escuchó una voz grave reprendiéndolo.

-Yo, no lo sé, no sé qué estoy haciendo aquí—respondió dubitativo.

-¿Ya no recuerdas la promesa que me hiciste?—su voz ahora sonaba triste.

-La promesa—susurró, entreabrió los ojos, pudo contemplar el mundo real en el que se encontraba—yo te prometí, que siempre caminaría hacia delante, sin importar nada, hasta que mi vida se extinguiera por completo.

Fue en ese momento que alcanzó a escuchar como todos pronunciaban su nombre.

-Chicos—sonrió—no los abandonaré.

-¡Allen-kun!—sollozó Lenalee al verlo despertar.

-Yo te había respondido antes—se incorporó pesadamente—la mano derecha es por el bien de los humanos, la mano izquierda es por el bien los akumas y ahora, tengo que agregar—hizo una leve pausa—¡mi corazón es para Lenalee!

Nuevamente las inocencias de ambos chicos empezaron a resonar, ahora más fuerte que antes. El Conde y los Noah intentaron desesperadamente rematar a sus rivales, pero fue en vano, el puro poder de la inocencia los rechazaba por completo. Finalmente, se habían reunido las condiciones para que el corazón pudiera despertar: dos jóvenes que se amaban más que a su propia vida, pero que no sólo se amaban a ellos, también amaban a sus amigos, estaban dispuestos a luchar por el inocente. Hevlaska de inmediato reaccionó ante el corazón. Inocencia proveniente de todas partes del planeta llegaba atravesando el campo de batalla a gran velocidad. Los espacios de su cuerpo, los que estaban destinados a guardar la inocencia perdida, empezaron a llenarse. El poder de la inocencia formó una barrera alrededor de los exorcistas.

Sin previo aviso, Allen se acercó y tomó delicadamente el rostro de Lenalee en sus manos y la besó. La joven se sorprendió, pero el acto fue tan espontáneo que se dejó llevar por el momento. Lentamente rodeó con sus brazos el cuello de Allen, él pasó sus manos por la delicada cintura y la atrajo hacia sí. La reacción de sus inocencias era tal que lograron reunir incluso aquéllas que habían sido destruidas por los Noah anteriormente. Nuevamente Allen obligó a Lenalee a abrir su boca, eso la hizo estremecer. El abrazo que empezó como un acercamiento delicado comenzó a encender los cuerpos de ambos, el joven recorría ansiosamente la espalda de la chica y de pronto, abandonó sus labios para dirigirlos a su cuello.

-¡Oye Allen! ¡Estás en público!—gritó Lavi entre divertido y sorprendido de la ligereza de su amigo.

-Estúpido aprendiz—murmuró el general Cross, quien había despertado del sueño de Road junto con los demás, gracias a que reaccionaron las inocencias del corazón.

-¡Estúpido brote de habas!—gritó Kanda—Termina primero con el Conde y luego sigues de exhibicionista.

-¡Te dije que no volvieras llamarme así!—se volteó colérico hacia Kanda y la fuerza de su grito bastó para lanzarlo a varios metros.

-Allen—dijo Lenalee mientras lo jalaba de la mano—¡vamos juntos!

-Vamos, Lenalee—sonrió ante la amable actitud de su compañera.

Tomados de la mano salieron de la barrera formada por la inocencia. Allen empuñaba su espada, mientras que Lenalee parecía haber recobrado la inocencia de sus piernas. De un solo ataque derrotaron al Conde, pero no pudieron acabar con él, puesto que una especie de nube de humo lo envolvió y desapareció. Los Noah estaban estupefactos, no atinaban qué hacer. Sólo Tyki pareció salir de su asombro y se lanzó a atacar. Allen lo exorcizó por completo en esta ocasión, de un solo corte desapareció el Noah del interior de Tyki. Luego hizo lo propio con los demás. Sin estar poseídos por el Noah, eran ahora humanos corrientes. Los estigmas de sus frentes desaparecieron y todo rastro de maldad fue borrado de sus rostros.

En cuanto Allen y Lenalee regresaron con los demás, un fenómeno extraño ocurrió: sus inocencias se separaron de ellos y se dirigieron al interior de Hevlaska. Lo mismo pasó con las inocencias de todos los exorcistas. Una vez que todas las inocencias estaban reunidas en el cuerpo de Hevlaska, salió de su interior un enorme cubo, parecido al exterior del arca que ya no utilizó el Conde. Ella regresó a su forma humana.

-¿Todo terminó?—inquirió incrédulo Allen, como si despertara de un sueño.

-¿Te pareció poco? ¡Idiota! Casi te matan y tú querías más—lo reprendió el general Cross y estaba por darle un puntapié, pero Allen lo detuvo en seco.

-Maestro, sólo lo diré una vez, le respeto por haberme enseñado, pero si vuelve a ponerme una mano encima, esta vez le responderé—muy serio.

-¡Ya era hora que maduraras!—dijo en medio de risas—Estaba esperando a ver hasta cuándo te seguías dejando.

-Tener novia lo hizo crecer—dijo Krory.

-Dirás que lo hizo pensar como adulto, porque sigue siendo un brote de habas—señaló Kanda.

-Tú—empezó a decir Allen, pero antes de que iniciara la pelea, Lenalee lo besó.

-¡Eh! ¡Ella sí sabe cómo calmar a la bestia!—rió abiertamente Lavi.

-Es hora de ir a casa—habló por fin el general Tiedoll.

-El amor de juventud es tan lindo—dijo la general y empezó a llorar.

-Sí, sí, vamos a casa—dijeron al unísono los coroneles.

Todos los secundaron, lucían exhaustos. En grupo se encaminaron rumbo al puerto.

-Luces cansada, apóyate en mi brazo si quieres—ofreció gentilmente Krory a Miranda.

-Sí, gracias—aceptó levemente sorprendida.

-¡Kro-chan! ¡No te quieres quedar atrás! ¿Verdad?—dijo Lavi y le dio un codazo en las costillas.

-¡Cállate!—respondió con cara de pocos amigos.

-Escuincle inmaduro, deja de meterte en la vida privada de los demás—lo reprendió Bookman y de un golpe con la mano lo mandó varios metros adelante.

Todos rieron de buena gana. Lavi se levantó y se dirigió furioso al anciano.

-Panda-jiji me las vas a pagar—estaba por regresarle el golpe, pero vio que Allen y Lenalee se habían rezagado bastante del grupo—¡Allen! ¡Lenalee! ¡No se queden atrás! ¡Los vamos a dejar!—gritó un poco preocupado.

-¡No molestes! Déjanos solos—respondió gritando enojado Allen.

-¿Eh? ¿Solos?—sus ojos brillaron al imaginarse algo que no se puede decir—¿Qué van a hacer? ¿Por qué quieren estar solos? ¡Venga Lenalee! Que Komui se pondrá como loco si no llegas con todos nosotros—seguía gritando a todo pulmón.

-¡Que dejes de meterte en lo que no te importa!—de otro golpe lo mandó otra vez varios metros adelante.

Se levantó de nuevo y volvió a enfrentarse con Bookman, pero vio que alguien más se apartaba del grupo.

-¡Yu! ¿A dónde vas?—inquirió extrañado.

-¡Deja de llamarme por mi nombre o te rebanaré!—lo amenazó como respuesta, por dentro pensaba—Ha llegado el momento, de buscar a esa persona.

El joven de cabello largo caminó separándose cada vez más del grupo y de la pareja, hasta perderse por completo de vista.

Pero no era el único que se apartó del grupo. Lavi distinguió a alguien más.

-¡Cross! ¿No debería ir a la Orden?—sorprendió al general cuando estaba por escabullirse sin ser visto.

-General Cross, necesitamos un informe detallado de lo que ha estado haciendo en los últimos años—empezó a decir uno de los coroneles.

-¡Baka!—le gritó a Lavi, sacó su pistola, apuntó a todo el grupo y se esfumó.

Todos estuvieron ocupados tratando de no ser el blanco de las balas, nadie vio la dirección que tomó el general Cross.

-A este paso vamos a ser los únicos que regresemos a la Orden—declaró Lavi.

Nuevamente rieron todos. Siguieron caminando en grupo hasta que se perdieron en el horizonte.

Allen y Lenalee finalmente se habían quedado solos, pero siendo Allen el pupilo de Cross, quién sabe qué mañas se le habrían pegado de su maestro. No sabemos cuáles eran sus intenciones con Lenalee, de lo único que podemos estar seguros es que Komui armará un gran alboroto al enterarse que su linda hermanita se quedó sola con el exorcista.