Digno de ella
Era el último set, iban casi empatados por que negarlo. Aun así, sabia que ganaría, no importaba cuan fuerte, atlético, avanzado que estuviese su contrincante él ganaría. Era a ley natural desde que tenía un manejo de la raqueta más que del habla o de las mismas relaciones sociales.
Por que en sus venas corría la sangre que una generación atrás convirtió a Japón en uno de los más poderosos en el tenis. Por que a su edad, ya convertido en un adulto no podía dejar de sentirse cómo aquel niño lleno de energía.
Tenía el mundo a sus pies en ese sentido y a su manera, no se quedaría a desmenuzar pequeñeces cómo que era solo en un deporte, por que ese deporte era su vida. Su pasión, parte de las ganas de levantarse todos los días.
En cada golpe iba una parte de si, de su cuerpo, del esfuerzo, de su alma. Ryoma Echizen era sinónimo de tenis, pero los que realmente le conocían sabían perfectamente que él era tenis.
Y bajo aquel abrasador sol de principios de verano, el último saque, la ultima devolución. Por un momento, y con sus oídos tapados por el esfuerzo, escuchando su respiración y los latidos de su corazón en estéreo, percibió el silencio previo al estallido de aplausos.
Esa contención de aliento en masa.
Lo había logrado de nuevo.
Una nueva batalla ganada.
Un paso más cerca de su cometido. Tal vez este no era el mismo que años atrás, en donde su mayor ambición era derrotar a su propio padre, a su sangre, a si mismo. Aunque tampoco era tan diferente.
Aun antes de apoyar la suave superficie de la toalla sobre su rostro, la vio.
Sus ojos brillaron con orgullo al verla tan parecida a él, tan suya, tan perfecta.
Por que ahora no jugaba para perfeccionarse y ganarle a alguien, sino para ser digno de alguien. Para que ese día de mañana por ahora lejano, pudiese estar a la altura de las circunstancias.
Por que no hacia mucho y muy para sorpresa de Ryoma, su vida dio un giro de muchísimos grados y para diferentes direcciones como para ponerles un valor gradual, un significado terrenal.
Caminó hasta las mallas de contención, apoyando la mano en las mismas para tener un contacto mas intimo. No era costumbre en él dar muestra de cariño, siquiera de estar al tanto de lo que era el mundo exterior, pero así como el tenis era su vida, aquella sonrisa era uno de los premios más gratificantes que podía recibir nunca.
.- Felicidades Ryoma- Saludó Sakuno con verdadera alegría en sus palabras. La niña en sus brazos se inclinó hacia delante para colocar su pequeña palma en contacto con la de su padre y nuevamente sonrió. Su suave piel y sus minúsculos dedos pasaron sin problemas las ranuras de la malla.
Una picazón agradable recorrió el cuerpo del tenista ante la tibia y dócil unión.
El tenis ya tenía nueva sucesora, alguien que se encomendaría llevar el alto no solo el nombre Echizen sino el orgullo del deporte.
El mismo Ryoma se encargaría de ello, por que veía en esa pequeña determinación en esos ojos iguales a los suyos, esa misma fuerza y ganas que lo caracterizaban.
Sus razones para ganar cada partido, cada torneo, distaban mucho de aquella adolescencia y adultez sin compromisos. Ahora su prioridad era mucho más valiosa que cualquier dinero o copa.
Era la ley natural y por la cual hasta su propio padre había tenido que pasar, y por más que le costase debía ser digno de ella.
Fin.
¡Buenas! Pequeño drabble de como me imagino a un Ryoma en papel de padre. Espero que les haya gustado.
Va con dedicacion:
A todos los que dejaron un review en A la lejanía.
Miles de chocolates a: johan, Jackilyn-San, cainat06,D(Arroba),graviola, Vickyta-chan, laxikita12, Lita Black, Andromeda no Sainto, dianachan.
¡Gracias por su tiempo!
Grisel