Acompañado de una copa de vino blanco, y luego de semanas de bloqueo mental…

Aparece recién salido del horno un nuevo capítulo de una historia que no parece tener coherencia.

Con Embercita como Directora

Y Karix7 como Productora

Auspiciada por el Blog PPC… ganador al premio "Blog Incoherente".

Una obra hilarante, absurda, pero completamente cautivante….

Huelga contra Cupido

Capítulo IV: La Boda.

Una música de fondo eclipsaba mis propios pensamientos. Por lo visto mis ojos estaban perdidos en el diamante centellante al interior de la cajita azul, mientras la sonrisa de Draco se ensanchaba en su rostro satisfecho. Mi respiración se había pausado de momento, esperando que de un segundo a otro saliera algún humorista de la televisión y me dijera que esto no era otra cosa que una broma de video match o cualquier otro tipo de cámara escondida.

Pestañee, intentando que mis neuronas se unieran y respondieran a esa propuesta tan absurda. ¿Acaso Draco Malfoy estaba frente a mí, con un anillo de compromiso y sonriendo como si estuviera feliz?...

- ¿Y qué dices, preciosa?- repitió, acercándose con la intención muy clara de tomar mi mano.

- ¿Qué digo?... ¡¿Qué digo?!- grité demasiado impresionada para hablar con mi tono normal de voz-. ¡Estás loco, Malfoy!, ¡¿lo sabías?!-.

Una sonrisa casual se asomó en sus labios, y entrelazó sus dedos con los míos.

- Sí- su sinceridad me mató-. Loco por ti-.

Y ese fue el final de la cordura de Hermione Granger.

Su mano tomó la mía con cuidado, y de forma ceremoniosa introdujo el anillo en mi dedo anular. El diamante brillaba y pesaba como una gran roca maciza… y yo no podía dejar de admirar lo lindo que se veía aquel anillo en mi dedo.

Siempre pensé que me iba a morir virgen y soltera, como esas mujeres que a los cincuenta viven en una casa repleta de gatos… lo que los hace ver como posible zoofílicas. Bueno, aún soy virgen… pero quizás no tan soltera. Claro que la noche de bodas aún no pasa, y seguramente aquella lengua maestra no es nada comparada con su…

Me sonrojo de sólo pensar en que por fin podré usar aquel conjunto de encajes rojos que Ginny me había regalado para mi cumpleaños pasado. La pelirroja alegaba que en cualquier momento podía ser mi oportunidad, claro que jamás pensé que mi oportunidad sería tan pronto…

Recuerdo su mirada diabólica mientras me veía abrir el paquete, y su comentario lanzado a la nada, del cual yo, inocentemente, me reí: "Me lo agradecerás, ya verás. Nada calienta más a un hombre que un buen culo y unos encajes".

Y vamos, que algo que tengo bueno… es el culo (por lo menos eso es lo que me suele decir Peeves).

Un beso estampado en mis labios desvió la pecaminosa línea de mis pensamientos. Aquella bendita lengua rodeó mi boca y se introdujo en ella, sin que yo me decidiera a evitar aquel brutal ataque. Su saliva se entremezclaba con la mía formando olas de un líquido espeso que se podía compara con almíbar… un dulce almíbar pegajoso y embriagante.

Sus manos intrépidas rodean mi cintura con dominio, con toda la prepotencia que un Malfoy de pura clase suele transmitir. Y mi dedo anular se mantiene quieto a un costado, acostumbrándose a aquel agradable peso de un brillante más costoso de lo que mi delantera y mi cabeza juntas podrían llegar a tener.

De pronto el arranque de pasión termina, y Malfoy… con sus ojos grises brillosos y su sonrisa como un mar de risas pintadas, me toma de la mano y me arrastra por las escaleras hasta el piso inmediatamente inferior. Mientras yo aún parezco tonta mirando el anillo.

Y no es que yo sea una persona materialista ni mucho menos. La ropa, las joyas, los maquillajes, nada de eso es de gran importancia para mí. Por lo general no me importa aquello de que "los accesorios hacen la diferencia", como siempre recuerda Lavender en la mañana, pero aquel diamante…

¡Es que hasta el diamante clockman parece un chiste con este pedazo de roca!.

Ya me imagino los titulares de mañana: "Hermione Granger, la más fea estudiante de Hogwarts, consigue diamante, esposo y riquezas en menos de una hora". Incluso podría hacer clases de qué hay que hacer para lograr mi suerte: "No te duches, no te cepilles el pelo… tarde o temprano tu suciedad se convertirá en tu mayor arma de seducción".

Oh sí. El mundo por fin ha decidido premiar a aquellos que se lo merecen… y, aunque todo sea a base de alguna absurda maldición, mañana yo seré la señora Malfoy. Sí, Hermione Jane Malfoy… la mujer casada con el señor de la anaconda…

Creo que tendré que pedirle a Padma o a Parvati que me entrenen en aquellas melodías indias que despiertan a las serpientes, aunque algo me dice que mi querida serpiente no necesita ser despertada.

¡Stop!, ¿dije querida?... sí, seguramente eso pensaré después del primer round.

Y no es que esté cachonda y que la noche de bodas sea lo único importante… pero tendré que encontrar la forma de agradecer la mina de diamantes que adorna mi mano.

Como dice la canción: los diamantes son los mejores amigos de la mujer. ¡Y vaya qué diamante!

- No te preocupes, linda, todo saldrá bien- me dice Malfoy mirándome. Sus ojos titilan como si realmente estuviera preocupado por mí-. Me verás del otro lado- y dándome un beso en la nariz, me abre la puerta de una sala, empujándome hacia adentro.

Una luz blanca inunda mis ojos al entrar. De golpe la puerta se cierra detrás mío, y pronto una mano me jala hacia adentro del aula de clases, hasta sentarme en una silla.

Luna y Ginny me mantienen en un banquillo. Ambas llevan peinetas, pinzas, maquillajes y pedazos de telas en las manos… cosa que me da bastante miedo: nada más peligroso que Luna Lovegood con tijera, casi como mono con navaja.

- ¡Herms!, no puedo creer que te vas a casar- canturrea Ginny, estirando algo que parece un vestido sobre una mesa del salón, ajustándole algo en la espalda-. Ojalá Sevy fuera así, y me pidiera matrimonio con, ¡Por Merlín, tamaña piedra!- exclama, al fijarse en el diamante que adorna mi dedo anular.

Yo estiro mi mano y ambas quedan pegadas al haz de luz que proyecta el rayo de sol reflejado por la piedra preciosa.

- Parece un tesoro digno de un dragón- opina Luna, peinándome con tan poco cuidado que mis cabellos salen de raíz hacia el piso. Y sí… duele ¡mucho!.

Ginny sin más me obliga a ponerme de pie. Rápidamente me saca la túnica, y pronto comienza con la blusa. Yo la miro con una ceja alzada… me llama la atención que Ginny sepa desabrochar botones con tanta facilidad… ¿quién le habrá enseñado?

Sus manos parecen trabajar con tal eficiencia que me imagino a Snape y su torso desnudo mientras Ginny se encargaba de desvestirlo. En mi mente imágenes obscenas de un profesor y una alumna comienzan a tomar rumbo… y, sin querer, mi respiración se acelera.

Ginny y Snape… o Sevy, como le había nombrado mi amiga. Parecía tan imbécilmente… atrayente. Una de mis fantasías ocultas es meterme con un profesor, y entre Flitwick, Hagrid y Snape… sí, me quedo con Snape. La verdad en Hogwarts no hay mucha elección… de hecho ningún profesor tiene un culo digno de ser contemplado (una lástima cuando se pasan la mitad de la clase escribiendo en la pizarra… desperdicio de mi buena "culolística" visión.)

Un aire helado me pone carne de gallina y rápidamente me quiero cubrir con mis brazos, pero ya es tarde… estoy desnuda, sólo con mi ropa interior blanca.

- Ah no, Luna, pásame el conjunto rojo que está tras los perfumes- pide Ginny analizándome.

- ¿Conjunto rojo… para qué?- le pregunto con mi tono inocente.

Una risa maquiavélica se forma en sus mejillas pecosas, y toma una mínima tanga roja que le pasa Luna.

- ¿No quieres impactar a Malfoy hoy en la noche?- me pregunta, empujándome tras un biombo de papel y pasándome ambas prendas… si es que unos míseros pedazos de encajes se pueden llamar prendas propiamente tal.

Recién entonces, cuando estoy frente a un espejo con un sexy y nada recatado conjunto rojo en mi cuerpo… me doy cuenta del paso que estoy tomando sólo por una estúpida- aunque maravillosa y gigante- piedra preciosa.

¡Por Santa Circe de Guadalupe!... realmente pretendo complacer a Malfoy en una noche de bodas.

Antes de que pueda salir corriendo de aquella alcoba sólo cubierta por mis prendas íntimas, Ginny y Luna me embuten un vestido blanco que me hace parecer una princesa medieval. De faldón níveo que se arrastra por el piso, y de hombros descubiertos que me hacen ver más sexy, sobretodo por la tira roja que se alcanza a escapar desde el borde.

Luna toma un frasco de caro perfume y me rocía entre medio de mis pechos, con una sonrisa dulce.

- A Blaise le gusta que ahí huela rico- me comenta, tras lo cual mi mandíbula se abre hasta casi alcanzar el suelo.

¿Luna y Zabinni…?. Eso no me lo creo.

- ¿Blaise?... ¡¿Caliente, mujeriego y canalla Zabinni?!- le grito, aún anonadada por la información.

Sus aros de rábano se mecen tras su asentimiento, y sus ojos azules brillan… como si en vez de recordar lo repugnante que es Zabinni, le hubiera hablado de un príncipe azul, caballo blanco, y una espada larga… muy, muy larga como dicen por ahí.

- Canalla, no; mujeriego, un poco; y caliente… sólo cuando yo estoy cerca- me confirma-. De hecho, le encantan los pasillos deshabitados, tiene una fijación con las murallas de piedra y con las mesas del aula de "Historia"… ni te cuento quién nos encontró hace una hor…-.

- ¡No sigas!- le ruego por mi sanidad mental. No quiero ni saber en qué mesa estaban… ya veo que es la central delantera, justo donde yo me suelo sentar.

Luna me sonríe sin entender mi actitud, al parecer. Ginny me unta con cosas que yo ni veo. Y pronto ya estoy lista para sea lo que sea…. Con la imagen de Luna y Zabinni haciendo la novena posición del kamasutra en mi mente.

- ¡Uy!, ya me imagino que cara pondrá Malfoy al verte- señala Ginny, empujándome frente a un espejo haciéndome notar el buen trabajo que había hecho conmigo-. Quien pensaría que una crema decente para peinar y un tanto de perfume fino podrían hacer de ti una mujer-.

Yo frunzo el ceño con aquel comentario, aunque reconozco que mi pelo parecía imposible durante la mañana… como siempre sucede cuando me despierto. Pero de ahí a no parecer mujer….

¿Tan fea soy?, o sea, sé que no soy de lo más agraciada… pero jamás pensé que hasta Ginny pensara de mí en esa forma. Ok, acepto que soy algo gritona, y que soy de lo menos coqueta. También puedo aceptar que me aterra depilarme y que muchas veces debo evitar levantar los brazos para que el arbusto no se asome por ahí… ¿pero sigo siendo mujer, no?.

Ahora entiendo esos comentarios "peludos" de Ron y su mirada de asco. No es que quisiera verme las bragas cuando se acercaba a mí mientras yo bajaba la escalera de la madriguera durante las vacaciones de verano. Él sólo pensaba en burlarse de mi pequeño problema… de pelos.

Lágrimas empiezan a desprenderse de mis ojos y mis amigas alzan una ceja sin entender porqué. Luna me abraza y se pone a llorar conmigo… susurrándome al oído:

- No duele tanto como crees, Herms- me confirma-. Ya a la cuarta vez ni lo sientes-.

Mi lloriqueo se detiene de golpe, y me aparto de Luna con una mirada más que elocuente. Ginny a mi lado sólo se limita a asentir, aunque algo me dice que no puede confirmar los dicho por Luna en este caso.

- ¿Qué?- pregunta la rubia con una boba sonrisa-. Ya saben… en un comienzo duele, piensa que te desgarran y te hieren, pero luego el placer es tan increíble que uno gime y no puede detenerse, entonces se aferra a la espalda con uñas y…-.

Vuelvo a mirar a Ginny, y la descubro con sus ojos abiertos de par en par, a la vez que ni yo misma me creo qué estoy escuchando. Las dos nos disponemos a correr, a desaparecer de esa sala antes de enterarnos de cómo fue que Luna pudo abrir sus piernas hasta lograr no sé qué cosa… cuando:

- Chicas, todo está listo- avisa asomándose el rostro moreno de Blaise-. El novio espera- y dirigiéndole un guiño a Luna, desaparece por una puerta lateral.

Antes de que yo pueda hablar o murmurar algo siento que dos manos me empujan hacia la misma puerta en la que se asomó el Slytherin. Y sin que mi mente me permita pensar en algo más, me encuentro en la entrada de un aula que ha sido maravillosamente adornada, como si una fiesta o una celebración se fuera a llevar a cabo ahí.

Flores blancas y violetas cuelgan de las sillas que han sido apartadas en dos filas hacia los lados, y en el fondo un hombre rechoncho tras un escritorio me mira, haciéndole una seña a Malfoy que todo vestido de frac me sonríe cuando me ve de pie.

Desde un rincón una música nupcial comienza a escucharse claramente, y de atrás recibo un nuevo empujón en mi trasero que, claramente, fue realizado por "No conozco mujer prohibida" Zabinni.

Tan tan tan tan… tan tan tan tan…

Camino sólo un paso cuando alguien sujeta mi brazo. Impresionada- y aún anonadada por la información del día lujurioso de Luna Lovegood- me volteo, y puedo ver a mi…

- ¿Papá?, ¡qué mierda!- mando la palabrota ante la sonrisa cubierta por un mostacho castaño que mi papá me lanza-. ¿Qué haces acá?-.

Me acaricia la mano con sus dedos gruesos y deposita un beso en mi mejilla.

- ¿Cómo me iba a perder el matrimonio de mi bolita de pelos?- me pregunta. ¡Auch! Hasta mi papá me encuentra peluda y nunca me lo había dicho.

Giro mi cabeza y puedo ver a mi mamá en primera fila, llorando como si el mundo se fuera a acabar. Con un pañuelo seca sus ojos azules, y sonríe emocionada… al parecer.

- ¿Pero cómo te enteraste?. O sea…..-.

- No digas nada, mi monita peluda- me calla mi papá, avanzando conmigo del brazo-. Este jovencito, Draco Malfoy, me explicó todo cuando llegó a la consulta. No sé cómo lo hizo para de pronto salir del baño, pero se notaba tan seguro y estaba tan dichoso al saber mi respuesta… que bueno, no había nada más que hacer-.

Mi saliva era más que espesa en mi garganta: ¿Malfoy se había dado el trabajo de ir a la consulta de mis padres para avisarles de la boda?

- Jamás pensé que un chico de esta época iba a ir a pedirme tu mano. Y me tomó por imprevisto, te lo aseguro, pero habló tan lindo de ti, y tu madre se emocionó tanto…- las lágrimas también comenzaban a colmar sus ojos castaños-. Que sólo le dije: ¡Bienvenido hijo!-.

Por mi mente una imagen de Malfoy y mi padre abrazados se coló. Algo que parecía absolutamente imposible se había hecho realidad: Malfoy abrazando a un muggle sin asco.

Volví a mirar hacia al frente. Su cabello platinado caía por su ojo izquierdo, su iris brillaba y su sonrisa se hacía creciente en su rostro varonil. A su lado se había parado Zabinni, quien apoyaba a su amigo palmeándole la espalda. Casi podía oírlo decir: Cálmate hombre, pronto será tuya, sólo tuya.

El camino hacia el altar se me hizo eterno. Como si una cámara lenta grabara mi vida en ese momento. Paso a paso me acerco a ese futuro extraño, mi corazón bombea como una bomba en mi pecho…. Y esos ojos, unos iluminados ojos grises no dejan de mirarme.

Mi padre me deja junto a Malfoy y se aleja, estrechándole la mano al rubio y besando mi mejilla una vez más. Desde donde estoy puedo escuchar perfectamente el llanto de mi madre, y la risa nerviosa de Ginny que se había parado junto a mí en el altar:

- Sólo piensa en su "huroncito", su gran huroncito…- me repite con una sonrisa que podía ser fácilmente clasificada de satánica.

Malfoy toma mi mano entre la suya, y entrelaza con ella mis dedos, acariciando mis nudillos con ternura. Sus ojos van de mí al hombre regordete que está de pie frente a nosotros.

- Te ves hermosa- me susurra al oído con su típico tono grave -. Demasiado hermosa-.

Le sonrío por inercia, y miro al hombre regordete que carraspea, teniendo la intención de hacerse escuchar.

- Damas y caballeros… y- mira hacia alrededor alzando una ceja. La verdad hay pocos invitados para estar celebrando un matrimonio en el colegio… considerando que todos andan acostándose por los distintos rincones del castillo, ¿qué más esperar?-, jóvenes. Hoy estamos aquí para celebrar la mágica unión de esta pareja…-.

Mis mejillas están sonrosadas. Mi respiración acelerada. Miro al hombre regordete y no estoy segura qué está diciendo con sus labios inflados…. Porque todo me da vuelta, demasiadas vueltas.

La voz de mi consciencia me llama la atención: sí, una voz aguda que se parece demasiado al tono que suele usar McGonagall. Con un ademán serio me reprocha por mi comportamiento irracional y banal, dejándome llevar por el tamaño monstruoso de un diamante que pesa más que Hagrid y Grawp juntos…

De pronto el anillo parece pesar más en mi mano. ¿Qué estás haciendo, Hermione?. ¿Amas a un Huron egocéntrico, posible mortífago, que no sólo se ama más que Sirius Black y James Potter, sino que tiene un horrible tatuaje en el brazo izquierdo que con un solo toque de varita lo hace volar donde don "no creo en el amor, a pesar que me cojo a Bellatrix Lestrange todas las noches" Voldemort?

Observo a mi alrededor y me detengo en la mirada emocionada de mi madre: Al igual que yo, ella siempre pensó que iba morir comida por los gatos traicioneros que iba a criar. Nunca entendió cómo es que aún no pasaba nada entre mí y Ron o Harry. ¿Cómo es posible que estés seis años con dos chiquillos y no calientes a ninguno?, me preguntaba. Y sí, que tú mamá te pregunte por qué no calientas a nadie es como para quedar por siempre traumada.

La mano de Malfoy estrecha la mía. Al parecer él también está nervioso, casi tan nervioso como yo. Su apretón me obliga a mirar hacia al frente, y alzar una ceja hacia las palabras del hombre regordete.

- …porque el matrimonio es una instancia de suma responsabilidad, donde debemos demostrar día a día que somos capaz de todo por la familia y el amor-. A pesar de su aspecto duro, el hombre se nota realizado hablando del matrimonio-. Es por eso que debo preguntarle a esta joven pareja… ¿qué son capaces de sacrificar por su amor?-.

Yo, que jamás había asistido a un matrimonio mágico, casi me atoro. ¡Qué hombre, no tengo ningún discurso preparado!. De hecho, ahora hasta dudo de que casarme con el Hurón sea buena idea… aunque esos ojos grises y ese culo de infierno pudieran ser absolutamente míos.

Porque vamos… con los años el culo se le iba a caer, y el pelo también iba a desaparecer. Probablemente su magnífico torso se iba a volver fofo y sus ojos iban a enmarcarse por ojeras y bolsas del cansancio diario. Se iba a volver mañoso, enfermo, con hernias y cosas por el estilo… dejaría de ser una máquina sexual, tomaría viagra, y aún así no me sería suficiente. Entonces yo tendría que mirar hacia abajo, tendría que darme una vuelta por el andén 9 ¾ buscando a un jovencito que pudiera darme placer. Y en ese momento nuestro matrimonio pasaría a ser sólo una imagen…. Una farsa más.

O, quizás, yo envejecería antes: mi piel se arrugaría, mi pelo se descoloraría, me llenaría de celulitis. Me volvería aún más obsesionada con el orden, dejaría de tener hormonas y me volvería frígida: por las noches le diría "lo siento, me duele la cabeza". Y después el se buscaría a una secretaria joven con cuerpo de infarto y veinte años menos…. ¡Y se iría con ella a Hawai!, dejándome con doce cabros chicos moquientos y sin ninguna posibilidad de realizarme en mi carrera.

Sería una mujer más abandonada. Gorda y con todo caído… mis hijos serían mi obsesión y Malfoy con suerte mandaría dinero para su educación.

De golpe suelto mi mano de ese rubio platinado que me va a abandonar por su secretaria "Kimberly Love". Frunzo el ceño y lo miro enojada… muy enojada.

- Mira, Hurón- le digo seria-. Si se te ocurre abandonarme en veinte años más porque me arrugo, engordo y me vuelvo frígida, te buscaré por todo el mundo y te lanzaré un "reductus cositus" para que no puedas procrear a ningún otro maldito hurón, ¿entendiste?-.

Malfoy asiente con una mueca de asombro… ¡Muy bien, Hermione, ya se está arrepintiendo de dejarte… ahora te lo asegurarás a tu lado!

Me toma la mano de nuevo y me sonríe. Sus ojos brillan a pesar de mi seria acusación.

- Linda, yo prometo sacrificar mis riquezas, mis absurdas creencias, mis noches de sueño- claramente me sonrojo con dicha frase- por ti. Tú te has vuelto el sol de mi vida… y no hay nada que me guste más que una caliente tarde primaveral- me guiña un ojo y la sonrisa ladeada se extiende en su rostro.

El ministro nos mira con su rostro extrañado. Murmura algo como "esta juventud" y estira un par de pergaminos hacia nosotros.

- Después de dicho estos votos tan… particulares- carraspea-, ha llegado el momento de que Hermione Jane Granger y Draco Virgus Malfoy…- ¿Virgus?... es como... ¡verga!, ahí se explica todo-, prometan y consientan su mutua unión. ¿Señor Draco Virgus Malfoy, promete amar, cuidar y proteger a Hermione Jane Granger, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la paz y en la guerra, por todos los días de su vida y hasta que la muerte supere su lazo espiritual y real?-.

Malfoy me mira. Se ve tan feliz, tan realizado… parece un príncipe azul con su traje oscuro y su sonrisa de miedo.

- Sí, prometo- consiente, besando mi mano con galantería. Y sí, mi corazón late tras ello… ¿cómo no?.

- ¿Y usted, señorita Hermione Jane Granger, promete amar, cuidar y proteger a Draco Virgus Malfoy, en la salud y en la enfermedad- ¿Y si es impotente?-, en la riqueza y en la pobreza, en la paz y en la guerra, por todos los días de su vida y hasta que la muerte supere su lazo espiritual y real?-.

Sobre mí recaen todas las miradas de los presentes. Ginny abre la boca y murmura un leve sí. Zabinni me mira y asiente, con una sonrisa. Tras de mí puedo escuchar la respiración pesada de mi madre, esperando mi respuesta.

Pero mi mente está perdida en ese par de ojos de plata que parecen dos joyas dignas de los reyes mayas. Jamás pensé que alguien me podría ver con tanto amor, con tanto cariño. Se siente real, se percibe en el aire que él realmente desea que yo responda sí.

Y sé que todo es una tontera, porque él no ha dejado de ser "maldito e irritable y egocéntrico Hurón". Pero se tomó la molestia de hasta avisarle a mis padres… pensando en que ello sería muy importante para mí.

Me hundo en su mirada sincera. La respiración de mi pecho se acelera, y puedo ver que esto que está sucediendo va más allá de la lógica. Yo, Hermione, estoy comenzando a sentir algo real por ese hurón….

Y él, al parecer, me corresponde.

Mis labios se abren en una posible respuesta. Me siento tan feliz, tan nerviosa, tan confundida y tan emocionada a la vez. No está ni Harry ni Ron presente, lo cual me da un poco de tristeza, pero tener a Malfoy ahí es todo lo que necesito… es todo lo que requiero para saber qué debo responder.

Mis manos rodean su cuello de una forma coqueta. No entiendo qué estoy haciendo, porque mi racionalidad fue a pasear… pero siempre soñé con casarme (como una adolescente más), y jamás pensé que sería Draco Malfoy el primero- y único- en proponérmelo.

Le sonrío como nunca le he sonreído a nadie….

Y un silencioso sí está por salir de mi garganta… justo cuando:

- ¡Draco Malfoy!- exclama la voz de un hombre rubio y mirada altiva entrando por la puerta del aula-. ¿Qué mierda se supone que haces?-.

Continuará…

En el mismo canal…

… a la hora que mi inspiración determine…

Otro capítulo de "Huelga contra Cupido".

Espero sus comentarios.

Ember.