Llevo la vida y la madre sin actualizar nada de esto, pese a que (juro solemnemente) tengo un montón de cosas a medio hacer y otras tantas a medio subir. Pero bueno, esta mañana me han mandado otro review y hecho follow y, para que no se me caiga la cara de vergüenza mientras duermo, he decidido que o escribía, o me amputaba las manos. Y bueno, ha salido esto, una de esas escenas tan visuales y excitantes que sólo puede parir este pairing. Con lo angustioso que se me ha vuelto el manga, yo sigo manteniendo la esperanza de que no se maten unos a otros cruelmente. Así que shipping del bueno y a tope (del que tampoco hemos andado escasos últimamente). Un saludito, nos vemos más abajo ;)
Título: Chains (cadenas)
Inspirado en: "Chains", una de las canciones de Aarón Serafin (Novela PLAY, de Javier Ruescas)
Género: Aparte, género aparte.
Advertencias: Es uno de esos Sasusakus intensos que yo siempre intuyo en las miradas, un tira y afloja, una doble posesión que me vuelve loca.
Disclaimer: Naruto no me pertenece.
Chains
Sasuke terminó de apretar los grilletes alrededor de sus muñecas, por encima de su cabeza -todo para hacer su estancia allí más incómoda, como si la sola presencia del Uchiha no fuese suficiente- y Sakura no pudo más que lanzarle una mirada furiosa. Sus ojos verdes traspasaron a su antiguo compañero de equipo y a su estúpida cara de muerto viviente. Él ni siquiera se dignó a retirar aquel gesto de indiferencia amarga y gris en el que se había escudado.
A Sakura en esos momentos nada le hubiera gustado más que darle una patada en los huevos y comprobar si aún con esas era capaz de no dejar traslucir el más mínimo ápice de dolor. Movió una pierna automáticamente, y el sonido de las cadenas le recordó que también tenía los pies atados a la pared. Él terminó su trabajo y comprobó que los sellos que retenían el chakra de la ninja médico funcionasen correctamente. Se acercó para repasar una de las líneas del dibujo de la pared con el pulgar, dejando al cabeza de Sakura a la altura de su pecho. La pelirrosa se sintió desfallecer al reconocer el olor tan familiar de su compañero, mezclado con tierra y sangre. Tras el desconcierto inicial, fue capaz de reponerse y desviar la vista hacia otro lado -y aun así, no pudo evitar volver a mirar de reojo aquellos trabajados pectorales, descubiertos entre los pliegues del kimono-. Sasuke se separó de ella un par de pasos y comprobó a su prisionera, allí atada y completamente indefensa. Sintió un dulce sabor a victoria en la boca del estómago. Y otro poco más abajo, pero tampoco se permitió sonreír entonces.
Sakura seguía taladrándolo con la mirada, sin ni siquiera forcejear. Por mucho que le doliera, con cadenas o sin cadenas, con sellos o sin sellos, aquel era el estado en el que su cuerpo se quedaba cada vez que tenía a Sasuke enfrente. Cada vez que la miraba desde el fondo sus ojos negros -desde la luz de detrás de la máscara que se había puesto- dejaba a la kunoichi atada. Atada a toda una vorágine de sentimientos viejos, nuevos, confusos y, sobre todo, intensos, que no le dejaba respirar ni pensar con claridad. La presión en el pecho era lo peor, el saber que seguía sintiendo llamaradas en la sangre cada vez que pensaba en él, en su sonrisa y en su voz. Se le erizó el vello de la nuca sólo con recordarla.
Tras unos segundos observándola, ajeno a todo el mar de pensamientos que inundaba a Sakura, Sasuke dio media vuelta y se dispuso a salir de la sala.
—Eres un cobarde -las palabras habían salido solas de sus labios. Temblaban todavía en el aire.- Eres despreciable, ¿lo sabías?
Él se giró de nuevo para mirarla, con una ceja alzada en signo de interrogación. Sorprendida, no sólo por el hecho de que él se hubiera siquiera molestado en escucharla, se mordió el labio inferior. El Uchiha observó aquel gesto y por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente divertido.
—Eres tú la que ha hecho el patético intento de matarme por la espalda. Deberías estar agradecida de seguir con vida.
Ella soltó un bufido y sonrió con expresión hastiada e irónica.
—Sí, seguro. ¿Ahora soy yo quien debe dar las gracias? ¿Cómo va esto? ¿Una por una?
Sasuke volvió a ponerse serio, y ante el recuerdo de la noche en la que se marchó de la aldea el sharingan se le encendió en la mirada. Sin embargo, Sakura no se sintió cohibida.
—No te aconsejo que juegues conmigo.
—¡Eres tú el que juega conmigo! ¡Podrías haberme matado, deberías haberlo hecho! -Las músculos del cuello se le tensaron, arrugó el ceño y, pese a todo, todo lo que pudo esbozar fue una expresión de tristeza y dolor. Al fin y al cabo, no podía odiarlo. Era demasiado débil.-
Él no se hizo de rogar. Cogió un kunai y en un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo estaba pegado al de la chica y el filo a la piel de su cuello. La pelirrosa no se amedrentó y lo desafió con los ojos, en los que él no puedo evitar hundirse. No tardó en desactivar el sharingan, separarse de ella -notando su suave suspiro de alivio, ya no por hecho de haber estado a punto de ser degollada, sino por haber mantenido aquel contacto que la torturaba incluso más que la idea de morir-.
El aire desenfadado e impertérrito con el que el moreno la ignoró esta vez sí hirvieron herir su furia. Dio un tirón de las cadenas y enseguida sintió la presión de los grilletes y la quemazón del sello inhibidor. Los eslabones interpretaron su particular melodía de esclavitud y Sakura se decidió a llevar la voz cantante. Sonrió, y con una sonrisa, le dijo a la espalda de Sasuke:
—Puedes ponerme las cadenas que quieras, pero sabes que siempre volverás para darme la llave, para que me escape... -cuando el moreno se detuvo, supo que no se había equivocado- y te pida que me hagas tuya.
Con un nudo en la garganta, Sakura luchó por retener las lágrimas. En el silencio de la celda, escuchó perfectamente cómo se formaba la sonrisa de Sasuke. La kunoichi se maldijo a sí misma por permitirse soportar toda aquella tortura. Sabía que su compañero de equipo disfrutaba con aquella situación en la que él era el cazador y ella la presa. Lo había tenido claro en el momento en el que la había dejado con vida para hacerla prisionera. Pese a la rabia, un leve sonrojo se apoderó de sus mejillas. Entonces Sasuke giró medio cuerpo, lo suficiente como para mostrarle su sonrisa hambrienta y su mirada de depredador. La devoró, como un halcón, cayendo en picado sobre ella.
—Ya eres mía.
Sin decir nada más, salió de la celda, cerró la puerta y dejó a Sakura sumida en la oscuridad, confusa. Mientras, él caminaba por los pasillos zarandeando su sonrisa de prepotencia y la llave de metal entre los dedos.
Porque todos sabemos que un "eres mía" es todo lo que necesitamos de Sasuke... ¿qué tal un review? ;) ¡Hasta el próximo! (que espero que sea pronto)