Bueno, aquí os dejo el último capítulo de "Volver a Empezar". En un principio iba a formar parte del 13, pero me pareció que quedaba más dramático si los separaba. Lo publico hoy, Lunes, porque simboliza un nuevo principio, al igual que esta historia.

Os quiero dar las gracias por vuestro apoyo y vuestra paciencia con esta historia, que ya tenía abandonada. No obstante, recordé una promesa que hice hace muchos años. Prometí que terminaría esta historia, sin importar el tiempo que pasara, y así he hecho. Aunque mis musas me hayan abandonado, el apoyo de los lectores que disfrutan de mis historias es lo que me permite seguir adelante. Que no os quepa duda que es vuestro apoyo lo que mueve mis dedos.

Muchas gracias a todos, de verdad.

Estaba total y completamente relajado. No era algo que podía decir muy a menudo, lo que lo volvía todo aún más excepcional. No tenía ninguna misión programada para aquel día y, siendo sinceros, hoy no le apetecía moverse de la cama. Por muy impropio de él que fuese, ni siquiera quería despertarse, así que se esforzó por volver al limbo que le proporcionaba el sueño.

Justo antes de poder conseguirlo notó una suave caricia en su rostro. El suave tacto de las manos de su amante no se quedó solo en su rostro pues continuó por su barbilla, por su cuello, por su oreja. No paró hasta llegar a su pelo, donde pareció querer quedarse. Kanda sonrió, sin abrir los ojos, sabiendo de la extraña fijación de su albino compañero con su oscura y larga melena. Emitiendo un gruñido, alargó el brazo y le acercó más a su cuerpo, con toda la intención de dormirse en esa posición, abrazado a su joven amante, inhalando su exótica y fresca fragancia.

- Vamos, Bakanda, despierta.- una suave voz le susurró al oído, mientras las caricias regresaron a su rostro. Por toda respuesta, Kanda le apretó más fuerte. – Yuu, despierta, es hora de desayunar. Tengo hambre.-

Para respaldar su afirmación, su estómago gruñó en ese momento.

No sabiendo si reír o exasperarse, Kanda abrió los ojos por fin. Los brillantes ojos plateados de Allen le devolvieron la mirada. Con un movimiento demasiado ágil para ser de alguien que se acababa de despertar, Kanda se puso a cuatro patas sobre Allen, que quedó enjaulado entre sus extremidades. No que a él le importarse.

- No sabes hasta que punto odio a ese pozo sin fondo que tienes por estómago.- pese a intentar adoptar un gesto severo, ver a Allen a su merced, a su hermoso Allen con sus cabellos blancos alborotados alrededor de su rostro como si de una aureola de luz se tratase, lo hizo algo completamente imposible. A veces se preguntaba como una criatura tan hermosa, tan pura que casi ni parecía humana, podía haberle elegido a él como su compañero, alguien que solo conocía la destrucción. Maravillado por su suerte no se dio cuenta hasta que oyó la risilla de Allen de que había estado recorriendo su cara con sus labios, dejando un rastro de pequeños besos.

- Como sigas con esto no llegaremos a desayunar. Y entonces no tendré fuerzas para hacer cosas divertidas contigo.-

Utilizando su autocontrol para evitar hacer realidad la amenaza de Allen, dejó de besarle para mirarle directamente a los ojos.

- Te he dicho lo mucho que odio ese hambre tuyo, no?-

- Solo unas mil veces al día-

- Exagerado-

- Perezoso-

- Niñato-

- Te quiero-

Kanda calló. Era sumamente difícil seguir con su juego cuando la mirada que Allen le lanzaba estaba tan sumamente cargada de cariño y afecto. Todo lo que Allen le hacía sentir, el amor, la calidez, la furia, la alegría, la impaciencia, todo se había centrado en su pecho. Podía notar como se concentró todo en aquel punto, ejerciendo tanta presión que, de ser cualquier otro, temía ponerse a llorar. Como jamás se le habían dado bien las palabras, respondió a Allen de la única manera que conocía. El beso que le dio en ese momento iba cargado de todos sus sentimientos. Y Allen, su querido y perfecto Allen, lo aceptó y se lo devolvió con igual ímpetu. Solo se separaron cuando la necesidad de tomar aire no pudo ser ignorada por más tiempo.

Ambos tenían la respiración entrecortada, intentando recuperar el aliento. Kanda acercó sus frentes y, admirando el adorable sonrojo que tintaba sus mejillas, dejó que se dibujara una pequeña sonrisa en su cara.

- Y yo a ti, mi Moyashi-

KYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYUKYU

- Moyashi-

- Yuu! Yuu, estás bien?-

La estridente voz de Lavi provocó que sus ojos se abrieran de par en par. Lo primero que notó era que estaba tumbado en el suelo, aunque no recordaba como había llegado hasta allí.

- Yuu, contesta! Tierra llamando a Yuu!-

Era increíble la capacidad innata que Lavi tenía para cabrearlo. En un movimiento fluido se irguió y asió a Lavi de la camisa, completamente listo para echarle una bronca monumental por despertarle y utilizar su nombre de pila pese a la cantidad de veces que le había dicho que no lo hiciese. No obstante, justo antes de propinarle un puñetazo que le quitase esa cara de bobo que se le había puesto cuando le cogió por la camiseta, se fijó en que algo no concordaba. Estaba viendo doble. Por un lado veía al Lavi de siempre, con su bandana y su parche, y por otro veía al Lavi que tenía cogido, con el pelo suelo y ambos ojos al descubierto. Pero este también era el Lavi de siempre.

Kanda se sentía confundido y desorientado y Lavi aprovechó para zafarse del agarre de su amigo. Desde que Kanda despertó notó como un aura diferente le rodeaba. No sabía que era, pero estaba claro que algo le había pasado después de haber terminado de leer el cuaderno. Observó como Kanda se pasaba las manos por la cabeza, casi sorprendiéndose de que su pelo se terminase en su nuca. A Lavi también le pareció raro que el dolor de cabeza que le había comenzado al ver esos dibujos desapareciese en el mismo momento que vio como su amigo se desplomaba en el suelo. Sabía que todo estaba relacionado, pero no estaba seguro de cómo.

- Qué ha pasado? Dónde estoy?- le oyó preguntar a Kanda

- Estás en la biblioteca del instituto, recuerdas? Estábamos leyendo esto cuando perdiste el conocimiento. Menos mal que no había nadie, porque seguro que se habría armado una buena si alguien se llega a enterar que su querido y admirado Yuu Kanda se ha desmayado en la biblioteca. Imagínate la reacción de tu club de fahmmm.-

Cansado de oír hablar a Lavi, Kanda le tapó la boca con la mano. Algo de todo aquello no acababa de cuadrar, así que decidió hacer lo que siempre hacía cuando notaba que tenía demasiados pensamientos rondándole la cabeza. Cerró los ojos y meditó. Centró toda su atención en su respiración, que hizo profunda y lenta. Cuando se sintió completamente aislado de lo que le rodeaba decidió comenzar a organizar su cabeza. Primero quiso centrarse en lo último que recordaba, pero las imágenes de un campo de batalla y las del instituto se superponían, así que cambió de estrategia. Trató de centrarse en los recuerdos de la Orden, pero eran borrosos y le provocaban dolor de cabeza. Así que decidió concentrarse en los recuerdos de lo único importante y constante que había en ambas vidas: Allen. Sabía que Allen tenía el pelo blanco en su vida "pasada", lo que le ayudaba a ordenar cronológicamente sus memorias. Poco a poco, todo el remolino de imágenes, sonidos y colores fue tomando forma. Una forma en concreto en la que había elegido esforzarse.

Recordando su relación con Allen, desde que lo conoció, pasando por todas las peleas, de creciente tensión sexual según iban compartiendo más y más tiempo juntos, las noches demasiado cortas que compartieron en las habitaciones de la Orden, cómo el cuerpo de Allen se desintegraba entre sus manos. Este último recuerdo le dolió físicamente, pero al menos lo podía reconocer como el final de su vida como exorcista.

Cuando se puso a recordar "nueva" vida se dio cuenta de que era más fácil, pues todo era más reciente y claro, pero la monotonía y tranquilidad que plagaba esos recuerdos le confundía. Para Kanda estudiante ese era su día a día durante los últimos diecisiete años, pero para Kanda exorcista tal rutina era un tanto inconfortable. No se sentía a gusto en un lugar en el cual el mayor riesgo era que un grupo de adolescentes te arrinconaran. Tampoco sabía como iba a reaccionar cuando llegase a casa, donde le esperaban sus padres y su hermana, algo que nunca había tenido en su vida anterior.

Pero volviendo a Allen, al Allen castaño que solo conocía desde hacía unos meses, el que tenía tanto dinero, el que tenía a los Noé como amigos de la infancia, el que perseguía sus sueños, sueños protagonizados por su primer amor al que había venido a buscar…

- "Cuando me llames como siempre te responderé.- le susurró, con una voz tan sumamente sexy que Kanda tenía que recurrir a todo su control para no saltar sobre el menor.- Aunque, entonces, ya no necesitarás que te responda. Bakanda".-

Kanda abrió los ojos de par en par, y lo primero que vio fue la cara distorsionada de Lavi. Al parecer se había aburrido mientras Kanda había estado meditando y decidió poner caras raras. Eso le costó un puñetazo en la cara.

- Yuu, pero que? Estás muy raro. Agh, no me pegues!- rogó Lavi al ver que Kanda se levantaba de sopetón, protegiéndose la cara para evitar otro golpe.

- La madre que lo…- masculló Kanda antes de salir corriendo de la biblioteca, dejando a Lavi anonadado en el suelo.

Kanda corrió por los pasillos tan familiares y extraños a la vez. Era una sensación desagradable, pero optó por ignorarla. Tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Dejó que su instinto le guiara. Un miedo irracional se apoderó de él. Sabía que Allen estaba allí, esperándole, pero las imágenes de él desapareciendo le bailaban ante sus ojos. Y si lo volvía a perder? Ambos se había reencarnado, tenían una segunda oportunidad pero, y si la echaba a perder? Y si volvía a desaparecer de su vida? Una vez ya era más que suficiente. El dolor fue agonizante y se negaba a volver a experimentarlo.

Al pasar por una esquina y quedar el patio a la vista se paró en seco. Allí estaba su Allen. Y era su Allen ya que, a pesar de su diferente coloración, estaba claro que era su amante, que le había estado buscando durante años, desde que recobró sus recuerdos, tal y como él le prometió hace tanto tiempo. Viéndole allí, iluminado por la luz del sol, con una sonrisa real adornándole la cara, y no esas sonrisas falsas que le acompañaban en su vida de exorcista, le inundaron unas ganas enormes de abrazarlo para cerciorarse de que era real y de que estaba allí con él. No se podía ni imaginar la agonía que había tenido que pasar Allen todos estos días en los que había estado tan cerca suyo pero sin poder hacer nada, ni siquiera una mísera caricia. Y peor aún era que él mismo había decidido soportar tal agonía él solo. Un maldito mártir como siempre.

Pero eso iba a cambiar ahora mismo.

Kanda saltó al patio y cogió aire.

- MOYASHI!-

Los pocos estudiantes presentes se sobresaltaron, puesto que nunca había oído gritar a Kanda de esa manera. No sabían que o quién era ese tal moyashi, pero rezarían por su alma. Sin embargo, dos de ellos sí que sabían lo que significaba, y se habían quedado de piedra. Lenalee, al ver que Kanda se acercaba hacia ellos con determinación, más bien hacia Allen, decidió hacer mutis por el foro y desaparecer de la vista del ¿enemigo?

Kanda le lanzó una mirada envenenada a lo que ella le respondió con una sonrisa nerviosa. Ya ajustaría cuentas con Lenalee pero lo primero era lo primero.

Llegó a la altura de Allen, no dejando ni un paso de distancia entre ellos, y le miró a los ojos. Le molestó un poco que ahora estuvieran casi a la misma altura. Estaba claro que una de las diferencias de esta vida era la nutrición y desarrollo de Allen. Mientras no le superara no habría problema, pero a partir de ahora debía incluir más calcio en su dieta. Todo aquello no fue más que una reflexión pasajera, pues sus ojos estaban recorriendo el resto de la cara de Allen. La conocía bien gracias a estos meses que había pasado juntos, pero era como si la viese por primera vez, comparando diferencias con su yo pasado.

- Cómo me has llamado?- finalmente Allen rompió el silencio. Se había quedado de piedra al oír aquel apodo tan familiar. Si bien era cierto que le había dado una pista a Kanda no creyó ni por un momento que iba a ser tan efectivo. Todo aquello estaba pasando demasiado rápido. Y si Kanda se hallaba ahora confundido y provocaba algún problema en su vida actual? Y si estaba enfadado por hacerle recordar? Kanda no tenía un pasado demasiado dulce en su vida anterior, habiendo sido usado para los experimentos de la Orden una y otra vez, tratado como un objeto en lugar de una persona. Y si aquellos recuerdos alteraban su vida familiar? Allen no tenía derecho a condenarle a noches plagadas de pesadillas. No tenía derecho a quitarle la paz de sus días. Había sido un egoísta. Tenía que haberse conformado con estar a su lado e ir creando una relación poco a poco. Y qué si cada vez que le veía deseaba besarle. Y qué si todas las noches añoraba su calor. No tenía derecho. No se lo merecía.

- No sé en qué estas pensando pero para- la voz de Kanda le sacó de su ensimismamiento. Estaba tan cerca que podía tocarle si quisiera. Besarle si quisiera. Pero no debía, no hasta que Kanda decidiese cómo afrontar su situación. Y si decidía odiarle lo aceptaría.- Te he dicho que pares!- insistió Kanda, esta vez cogiéndole la cara entre las manos.- Te conozco, Moyashi, y sé que ahora deberás estar en algún diálogo interno menospreciándote de algún modo. Y te digo que pares. No he venido hasta aquí para ver como te deprimes a ti mismo, entendido?-

Allen asintió y Kanda le soltó. Permanecieron unos instantes en silencio, simplemente mirándose el uno al otro.

- Por qué no me dijiste nada?-

Sabiendo a lo que se refería Allen apartó la mirada, nervioso, pero Kanda no le dejó. Dirigió de nuevo su cara para mantener el contacto visual. Allen tragó saliva y decidió que era hora de aclararlo todo. Estaba dispuesto a aceptar las consecuencias de sus actos.

- No recordabas nada y no quise forzar la situación-

- Podías habérmelo dicho o darme algunas pistas como hiciste en la biblioteca-

- No habría sido buena idea. Recobrar tantas memorias de improviso es muy desconcertante, por no decir que causa un dolor físico. Y, en tu caso, dependiendo qué memorias, también uno emocional.-

- Te parezco un debilucho incapaz de soportar un poco de dolor?-

- No! Por supuesto que no! Pero tampoco era necesario que recobraras todas las memorias de golpe. Podía haber sido poco a poco, de manera gradual. Pero, por mi culpa, no te he dado tiempo a acostumbrarte. Es posible que tu vida se vea afectada por esas memorias a partir de ahora… Lo siento mucho.-

- Lo sientes? Qué sientes exactamente? El devolverme parte de mi vida? Parte de lo que me hacer ser quién soy? No era eso lo que querías cuando me empezaste a buscar? O acaso habías preferido que hubiese seguido siendo un criajo adolescente sin fantasmas en el armario? Seguro que así habría sido un compañero menos problemático, verdad?-

- No! Cómo puedes decir eso, Yuu? Yo te quiero a ti, tal y como eres. Estoy enamorado de todo lo que te representa, de lo que hace ser quién eres. Tu pasado, tu futuro, tu presente, lo quiero todo de ti!-

- Y sin embargo no me dijiste nada!- Kanda asió a Allen de la camisa y acercó sus caras. – Maldito capullo altruista, decidiste por ti mismo que yo estaría mejor sin ti. Ibas a esperar años hasta tirarme los tejos o que? Eso es de egoístas. Ibas a evitar que cumpliese mi promesa de buscarte y estar contigo. Ibas a negarme tu presencia en mi vida. Eso te parece justo? Porque a mi no! Estoy harto de que siempre te sacrifiques pensando en lo que tú crees que es lo mejor para los demás. Pero esta vez no, Moyashi. Vete preparando porque pienso castigarte por haber intentado negarme tu existencia. Eres mío, te enteras? Y no dejaré que nadie, ni siquiera tú, se interponga entre nosotros-

Y dicho esto, besó a Allen. Toda la furia, confusión, amor y deseo que sentía por el menor estaban reflejados en ese beso. No era un beso dulce sino más bien agresivo, pero eso no importaba ahora. Ya habría tiempo para besos más suaves. Lo que ahora quería era reclamar lo que era suyo, volver a aprenderse cada curva, cada textura, cada sabor, cada cambio de temperatura en la boca de su amante. Porque volvía a ser suyo y nunca el universo parecía estar más en su sitio que cuando besaba a Allen.

- Y-yuu, para! Estamos en el instituto! – logró decir Allen, tras forcejear un poco para separarse y recobrar el aliento.

Todo el cuerpo le temblaba y cada una de sus terminaciones nerviosas estaba siendo estimulada, reconociendo el calor y tacto que durante tanto tiempo le había sido negado. Temía que, si empezaban algo, no podrían parar hasta terminarlo, y no dejaban de estar en un lugar público del que muy bien podrían echarles por conducta impropia. No quería que Kanda se metiera en problemas el momento de recuperar sus memorias. Aunque los besos que le estaba dando Kanda hacía que flaquease su determinación. Cada vez que Allen se separaba para decir algo, Kanda apenas le dejaba decir un par de palabras antes de volver a unir sus bocas. Parecía querer devorarle con la intensidad que ponía en cada beso.

- Yuu, el resto de alumnos-

- No importa- beso

- Podríamos… meternos en problemas-

- No importa- beso

- Podrían… aahh… llamar a… tus padres-

- No importa- beso

- Todos…. hablarán… de esto-

- Maldita sea! Nada de eso importa! Me da igual lo que piensen de mí o las repercusiones de mis actos. Ya he estado más de un siglo sin ti y no pienso malgastar ni un segundo más. O, acaso eres tú al que le incomoda estar así conmigo?- tras decir esto, Kanda se despegó un poco, pero no llegó demasiado lejos. Allen se abrazó a él con fuerza y esta vez fue quien inició el beso, tan desesperado como los de Kanda. Este no desaprovechó la oportunidad y juntó aún más si podía ambos cuerpo.

- Cómo puedes decir eso?- beso- Después de todo lo que hemos pasado, - beso- cómo puedes dudar de lo mucho que te quiero.-beso – Te amo.-beso- Te amo.- beso- Con todo mi ser. Solo a ti.-

- Y yo a ti. Que te quede claro que me perteneces, Moyashi, y que no te pienso dejar marchar otra vez. Lo único que ha cambiado es que ahora tenemos la certeza de que tenemos toda la vida por delante para estar juntos.-

Dicho esto, ambos siguieron besándose el uno al otro, solo separándose para respirar. Nada más existía para ellos. Podría haber un incendio a su lado y ni lo habrían notado. Cuanto importaba estaba ahora entre sus brazos y no lo iban a soltar jamás.

Aquel día, en ese preciso momento, el reloj se ponía a cero. Para muchos no era más que otro día más que tachar del calendario.

Pero para Allen y Kanda era el día en el que sus vidas realmente volvían a empezar.

- Fin -

...

...

...

..

.

Extra:

~ Con Lavi y Lenalee ~

Lavi no podía creer lo que estaba viendo. Había salido corriendo detrás de Kanda en cuanto logró reaccionar y recoger sus cosas. Le parecía increíble la velocidad a la que iba. Sabía que Kanda tenía muy buena forma física, pero aquello era ridículo.

Además, parecía un toro corriendo. No se paraba ante nada y la gente con la que se cruzaba tenía que apartarse de su camino si no quería ser arrollada. Estaba bastante preocupado por conocer exactamente qué había provocado tal reacción en su amigo.

Sin embargo, nada pudo prepararle para lo que vio aquel día, en aquel patio. La manera en la que Kanda se dirigió al lado de Allen era como si estuviese atraído por fuerzas magnéticas. Pese a ser incapaz de saber lo que decían, el lenguaje corporal de ambos exclamaba claramente que aquello era personal. Sabía que Kanda era impulsivo cuando algo se le metía en la cabeza, pero jamás lo tomó por un exhibicionista. Y menuda exhibición.

Dudaba de si volvería a ser capaz de cerrar la boca de lo mucho que se le había desencajado al ver como Kanda devoraba, porque no había otra forma de describirlo, a Allen. Nunca habría apostado a que Kanda fuese tan pasional. Y lo peor era que Allen estaba respondiendo con la misma intensidad! La manera en la que se estaban entrelazando sus cuerpos empezaba a ponerle incómodo. No porque ambos fueran hombres, si se querían no tenían por que dejar que algo tan estúpido como el sexo se interpusiera entre ellos, sino porque tenía la sensación de ser testigo de algo realmente íntimo.

Parecía como si ambos estuviesen en su propia realidad, como si formaran parte de un todo y el resto del mundo sobrase. Y, sinceramente, eso es lo que sentía Lavi. Se sentía extrañamente fuera de lugar.

De repente notó como una mano le cerraba suavemente la boca. Apartó con dificultad la mirada de una escena tan excepcional para cruzar su mirada con la de Lenalee quién, por alguna razón, parecía estar bastante pagada de sí misma.

- Y bien? Que te parece?-

- E-el que?-

- Allen y Kanda, tonto!-

- B-bien, genial. Ah! Y tú? Que tal te lo has tomado?- exclamó, recordando los rumores de su supuesta relación con el castaño.

- La verdad, es que ya me estaba impacientando. Esos dos son muy lentos. Ah, recogiste mi cuaderno? Gracias!-

Lavi, que se había quedado atónito ante la naturalidad de Lenalee ante la situación, le entregó el cuaderno sin rechistar. No fue hasta que este abandonó sus manos que se dio cuenta de que algo sospechoso estaba pasando con su amiga.

- Un momento. No te dejaste el cuaderno olvidado, verdad?-

- No sé de qué me hablas.- canturreó Lenalee, que no parecía querer esforzarse por ocultarlo. Tarareando una canción, empezó a alejarse del patio, seguida de Lavi.

- Un momento! Lena, que has hecho?-

- Nada~ - canturreó

- Tiene algo que ver con lo que está pasando ahí?- preguntó, señalando en la dirección al patio.

- Puede~ -

- Lenalee!-

Por toda respuesta, la chica se rió. De repente, y sin que Lavi se lo esperase, Lenalee se paró y se giró. Si el espectáculo entre Kanda y Allen ya había sido sorprendente, el hecho de que Lenalee se pusiese de puntillas y le besara en la mejilla le confirmó sus sospechas. Se había desmayado en algún momento del día y todo aquello no era más que un sueño muy raro. No que no fuese bienvenido, pero tenía que dejar de comer tanto azúcar antes de irse a acostar.

La risa de Lenalee le devolvió al presente.

- Me encanta la cara que pones cuando estás confuso.- Lenalee le acarició la cara, lo que hizo que Lavi se sonrojara.- Pero me va a gustar aún más la cara que pondrás cuando te enteres de que has sido el último en saberlo.-

Y, dicho esto, comenzó a marcharse de nuevo, dejando a un Lavi tremendamente confundido tras de sí.

- Espera, Lenalee. A qué te refieres? Saber el qué? Explícame de qué va todo esto, Lenaleeee!-

Ambos se marcharon, dejando atrás a los amantes reencontrados tras un siglo de separación, para comenzar su propia historia.