Aclaraciones: Ni Harry Potter ni los demás personajes ni los espacios me pertenecen, sino que pertenecen a J.K. Rowling.
"Promesa no cumplida"
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Hermione se puso blanca. De repente, un gran temor se instauro en su pecho. Se puso a pensar en su abuela, Harry, Ron, Ginny, el resto de los Weasleys y todas las personas que se jugaban la vida. Pero sobretodo una persona ocupó su mente. Draco. Draco era un mortífago renegado, había abandonado a su familia y había revelado sus secretos. Era considerado un traidor por muchos. Si caía en manos de los mortífagos, la muerte sería lo más suave que le pasaría. No podía dejarle ir, era un riesgo demasiado grande.
-No puedes venir-dijo resuelta la castaña cuando lo vio ponerse la capa.
-¿Estás loca? ¿Cómo no voy a ir?
-Es demasiado arriesgado para ti, si te cogen...
-No me cogerán.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?
-Por esto- le mostró un frasquito que tenía escondido en su manga.
-Lo mejor será que te quedes, no te arriesgues. Te lo suplico.
-Vamos- la cogió de la mano y antes de que pudiese hacer nada se acercó a un florero encima de la chimenea. Los traslado a los terrenos de Hogwarts.
La guerra había comenzado. Todo estaba oscuro, excepto por la gran luna llena. La barrera de Hogwarts había caído y con ello Voldemort y todo su séquito había conseguido entrar. Mirara a donde mirara había gente por todos lados. La mayoría estaba luchando, pero se vislumbraban algunos cadáveres. Sentía como las las lágrimas se agolpaban en sus ojos. No tuvo tiempo de llorar. Pronto comenzaron a atacarles. Los mortífagos se enfadaron enormemente al ver a Draco. Acababan de llegar los hombre lobo. Los mortífagos comenzaban a tener ventaja. Lupin también se había transformado, pero poco podía hacer. Los superaban en número.
Los mortífagos lanzaban maldiciones a todo quien, se salvaguardaban detrás de los gigantes y hombres lobo. Estaban rodeando a la Orden cuando llegó un grupo de gente. Neville iba a la cabeza, llevaba en su mano la espada de Gryffindor. Casi todos eran alumnos.
Draco estaba luchando contra dos mortífagos que conocía bien. Le lanzaron dos maldiciones, una la repelió, para defenderse de la otra tuvo que rodar por el suelo. Hermione vio como Draco se aparto del grupo dejándolo desprotegido. Se deshizo de uno, pero así como se lo sacó de encima otros dos ocuparon su lugar. Le tenían muchas ganas, odiaban a los muggles, a los sangre sucia, a los que los apoyaban, pero por encima de todo a los traidores. Si le cogían sabía que su muerte sería algo demasiado dulce. Lo torturarían hasta cansarse, de todas las formas que se le ocurrieran.
Hermione en cuanto se libro de su oponente, corrió a cubrirle las espaldas. Estaba más pendiente del rubio que de ella misma por lo que no vio como un hechizo impactaba en ella y la mandaba por los aires unos metros. La había dejado sin aire, un hilo de sangre le corría por la sien.
Draco intentaba acercarse a ella, pero no podía. No podía arriesgarse a que también lo dejasen fuesen fuera de combate. A pesar de sus múltiples esfuerzos le ganaban terreno. Cuando estaba seguro de que iban a vencerlo apareció su padre. Ese sí que sería un final raro, uno a manos de su padre, de su propio padre. Su padre quién lo había educado para ser un digno heredero de los Malfoy, su único heredero. Y ahora se encontraban frente a frente, en bandos opuestos y armados.
-Dejádmelo, no os interpongáis.
-Vaya padre, te vas a manchar las manos conmigo.
-Claro que no-se dio media vuelta y lanzó tres maldiciones.
Dos de los mortífagos estaban muertos, el tercero tenía una gran herida en el pecho pronto moriría.
-Traidor-gritó una mujer- Avada Kedavra.
-¡Padre!
Una luz verde pasó rozando a los rubios, sino fuera por Draco su padre ahora estaría muerto. Bellatrix no se rindió y siguió lanzando hechizos y maldiciones. Draco y su padre se intentaban defender como podían.
Bellarix aprovechó un descuido de Draco que estaba pendiente de Hermione lo que ocasionó que ella le diera a Lucius. Tan pronto como le impactó la maldición Molly Weasley se vengó por su hijo Fred. Hermione se acercó como pudo hasta Draco y su padre. Lucius estaba muy mal. Tan pronto como la vio la agarro de la mano la acercó y le dio un bote que tenía en la capa.
-Espero que me podáis perdonar algún día. Dile a Narcisa que la quiero-esas fueron sus últimas palabras.
En su mano vio como tenía un frasco con un líquido plateado. No tuvo mucho tiempo de pensar en ello ya que pronto vio como la gente saltaba en vítores, Harry había derrotado a Voldemort. La guerra había acabado.
Lo primero que hizo Hermione fue abrazar a Draco, acababa de perder a su padre por salvarlo. Su cara era un enigma, era indescifrable, estaba pálido y tenso. Cogió a su padre en brazos, se acercó a su madre y desaparecieron.
Se levantó como pudo y se acercó a abrazar a Harry, Ron, Ginny, Neville, McGonagall...a toda esa gente que le importaba. Supo que había habido bastantes muertes, pero ese día no quiso pensar en eso, hoy solo quería buenas noticias. Harry y Ron la obligaron a que Madame Pomfrey la revisara. Le dio una poción y le mandó el máximo reposo posible durante una semana debido a un problema de espalda.
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Llevaba tres días de reposo en el número doce de Grimmauld Place, con Harry. Los Weasley´s estaban unidos en la Madriguera, los habían invitado pero sabían que esos momentos eran privados e íntimos y que debían llevarse en familia. Cuando las cosas se calmasen y Hermione se recuperase irían a verlos.
Menos mal que tenía a Harry sino esos días iban a ser un infierno. No paraba de repasar paso por paso lo que había pasado, pensaba en que había, que habría podido hacer para cambiar lo sucedido. Al fin y al cabo, si Draco no hubiese estado tan pendiente de ella no se habría despistado. Una idea empezó a surcar por su mente. ¿Y si Draco la odiaba? ¿Y si la culpaba por la muerte de su padre? Eso no podría soportarlo. Ahora que por fin habían aclarado sus sentimientos. Tenía claro que hace unos días la quería, la amaba pero del amor al odio solo hay un paso.
Como todos los días, Harry la había bajado a la sala y la había dejado en el sofá sin opción de moverse. Una cabeza pelirroja la saludaba desde la chimenea.
-¡Hola Hermione!
-Hola Ginny. Espera que llamo a Harry para que venga. ¡Expecto Patronum!
-¿Cómo estás Hermione?
-Bien Ron, ¿vosotros?
-Como siempre, George haciendo explosiones, Fleur besando el suelo por donde pasa Bill, Charlie con un libro u ocupado con su correspondencia, mi padre y Percy no salen del ministerio y mi madre haciendo comida para todo un regimiento. Por cierto, queréis algo de comida.
-¿Cómo que George haciendo explosiones?- preguntó Harry que acababa de llegar.
-Sí, sigue encerrado en su habitación. Dice que está inventando algo grande. Menos mal que Angelina viene todos los días a verlo. Es a la única que deja entrar en su habitación.
-Solo tenéis que darle tiempo. Tiene que resignarse a que ese vacío siempre lo acompañara, se irá haciendo más pequeño. Eso es algo que tiene que descubrir él sólo.
-Espero que se le pase pronto-suspiró Ginny.
-A veces basta con una sola palabra, una mirada o un gesto. Todo depende de él- le dijo Harry.
-Bueno, nos tenemos que ir que mi madre, no que anda gritando. Nos vemos mañana.
-Buenas noches-se despidieron Harry y Hermione.
De quién todavía no sabía nada era de Draco. No sabía que hacer, no sabía si dar el primer paso o no. Sabía que estaba pasando por un momento muy duro. Sino sabía nada de él antes de que Madame Pomfrey le diera el alta iría a verlo a su casa.
Tenía que hacerse una última revisión antes de que le dieran el alta. Fue al castillo y entró en la enfermería.
-Veamos señorita Sandler. Túmbese boca abajo- le revisó concienzudamente la espalda- tenga cuidado durante unos días y no haga esfuerzos durante un mes. Y si ve que le duelo o tiene molestias, venga a verme.
-Sabe si está McGonagall en el despacho.
-Creo que sí. Cuídese señorita Sandler
-Adiós Madame Pomfrey.
Se encaminó a pedirle a la directora McGonagall el pensadero que dejó Dumbledore. Cuando llegó, llamó a la puerta y como nadie contestó entró. Vio el cuadro de Dumbledore y se acercó.
-Buenos días señorita Sandler.
-Buenos días director. La directora McGonagall no está pero si te podemos ayudar, solo dilo.
-Verá señor-se sonrojo un poco- yo quería pedirle que me dejase usar su pensadero.
-Por supuesto. Está dentro de aquel armario.
-Gracias, profesor.
Abrió el armario vio el pensadero y le echó el líquido plateado que le había dado Lucius. Estaba a punto de meter su cabeza dentro cuando alguien entró en el despacho.
-¿Qué haces? No pensarás suicidarte-dijo cierto rubio.
-Tonto- dijo Hermione mientras corría a abrazarlo.
-Potter me dijo que viniste a hacerte una revisión, Pomfrey me dijo que seguro estarías aquí.
-¿Me perdonas?-Draco la miró extrañado- por lo de tu padre- vio como suspiro.
-No tengo nada que perdonarte. Fue algo que pasó y no hay vuelta atrás.
-Voy a ver los recuerdos que me dio tu padre, ¿quieres acompañarme?
-Claro.
Ambos introdujeron sus cabezas en el recipiente, hasta aparecer en una casa de color blanco de dos pisos, al lado de un gran lago.
-Es la casa de mis padres- comentó Hermione.
Pronto aparecieron dos figuras. Uno de ellos era Lucius el otro era Voldemort, con apariencia casi humana. Tenía la piel muy pálida, pero su nariz y sus ojos tenían apariencia normal. Se acercaron a la casa.
-Ya sabes lo que tienes que hacer Lucius.
-Pero señor, tienen una hija.
-Lucius, sino quieres perder a tu mujer y tu hijo, más te vale que no falles.
-A la niña no hace falta matarla, señor.
-Ante la duda, mátala. No podemos dejar que la Orden se entere.
Draco le agarró de la mano. Sabía lo que venía ahora. La imagen cambio, estaban delante de la puerta del que parecía el dormitorio principal.
-Sí, amo. Yo la cuido-esa era su elfina Aymerick- Plof- había desaparecido.
-Cariño, te quiero.
-Y yo a ti.
Hermione tenía lágrimas en los ojos, Draco no la había soltado.
-No tienes por qué ver esto-le dijo al oído.
-Quiero hacerlo- dijo con la voz entrecortada.
Lucius abrió la puerta y lanzó un hechizo aturdidor que les dio a amabos. Los señores Sandler intentaban defender como podían pero no tuvieron oportunidad. El rubio los mató rápidamente con dos destellos verdes. Cuando se dio media vuelta vio a una niña de ocho años en camisón y descalza,con lágrimas en los ojos.
-¡Eres un asesino! ¡Has matado a mis padres!- gritó. Mientras se echaba a llorar.
-Te daré lo que sea sino le dices a nadie lo que aquí pasó.
-No quiero nada, yo quiero a mis papás.
-Eso no te lo puedo dar. Sé que eres amiga de mi hijo, si quieres puedo dejar que juegue contigo.
-No, yo quiero a mis papás.
-Yo no puedo hacer nada.
-Entonces pienso decírselo al Ministro, para que te meta en Azkabán, mi papá dijo que ahí iban las malas personas- amenazó la pequeña mientras lloraba más fuerte.
-Si se lo cuentas a alguien Draco morirá.
-Vale, haremos el Juramento Inquebrantable, pero tienes que prometer no pegarle, ni hacerle daño, ni obligarlo hacer algo que no quiera, ni matarlo y dejar que vaya a Hogwarts.
-Está bien, pero tú prometes no decirle a nadie que pasó aquí.
El testigo para ese juramento, fue por parte de la pequeña elfina Aymerick. Lucius estuvo de acuerdo. Este último se arrodilló y la elfina llorando le preguntó a la pequeña:
-¿Juras no contar a nadie quién mato a tus padres?
-Sí, juro- dijo la pequeña.
Luego volviéndose hacía el rubio le formuló:
-¿Juras no pegar, hacer daño, obligar hacer algo que no quiera, matar, a tu hijo, Draco y dejar que vaya a Hogwarts?
-Sí, juro- juró el rubio- si tu elfina cuenta algo, te mato.
Después de eso se fue, pues los demás miembros de la orden pronto iban a estar ahí. Salió al patio y desapareció.
Ambos salieron del recuerdo. Hermione temblaba. Acababa de ver morir a sus padres otra vez. Sabía que era el padre de Draco y que había muerto hace unos días, pero no por eso iba a perdonarle lo ocurrido. Sabía que sus últimas palabras eran que ojala le pudiésemos perdonar pero por mi parte no.
-Hermione- la abrazó.
-No te preocupes. Te quiero.
-Yo también te quiero.
0o0o0o0o0o0o0oEPÍLOGO0o0o0o0o0o0o0
Habían pasado doce años. Doce tranquilos años.
-Vamos Draco, apúrate-gritó Hermione desde el piso de abajo.
-Hermione, no es mi culpa. Es tu hija Dissy.
-La culpa es tuya por dejarte liar. Scorpius, hijo ve a ayudar a tu padre.
-Darle un beso a las abuelas que nos vamos.
-Sí mama-dijeron los dos a la vez.
Después de media hora, gracias a la intervención de Scorpius salieron de camino a la estación. Era el segundo año de Scorpius y el primero de Dissy.
-Hola Hermione, Draco- Ginny les dio un beso a cada uno.
-Hola Ginny. ¿Y Harry y Ron?
-Con los niños intentando subir sus cosas, menos mal que está Claudine con ellos.
-Este año partirán todos los niños a Hogwarts.
-¿No lo sabes?-Hermione negó con la cabeza.
-Mi mujer está embarazada.
-Enhorabuena Ron. Claudine, ¿de cuanto estás?
-De tres meses.
-Parece que la familia aumenta-dijo Draco mientras se despedía de los niños.
FIN
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Bueno, ¿qué os ha parecido?
Al final todos tan contentos, ¿os parece un buen final o merecía la historia otro?
Una historia que se acaba y otra que comienza,
por si os apetece leer más Dramione empecé un fic llamado
Mira el pasado y verás el presente
Con esto me despido, un beso a todos/as
Gracias por haber seguido este fic y haber tenido tanta paciencia.