Momento 6

Generaciones

"Un alma gemela es alguien que tiene cerrojos que pueden ser abiertos con nuestras llaves, y llaves capaces de abrir nuestros cerrojos"

Sí, le temblaban las manos, las piernas y quizás hasta el alma. Su espalda era un mar de nudos, incómodos y dolorosos. Y su pecho presentaba una que otra marca oscura. Eso era lo que su reflejo delataba.

-Estoy harto- se repitió por tercera vez mientras observaba el informe despojo en que se había convertido su camisa preferida. Ya no eran sólo momentos molestos dentro de su día a día, ya no sólo eran encuentros esporádicos con locos que querían matarlo o amarlo. No. De eso estaba entretejida su vida y hasta ahora no podía ver nada que compensara tanto malestar. Excepto, quizás….

Se desplomó exhausto sobre su futón tratando de encontrar una posición cómoda en la cual descansar, pero a pesar de haberlo logrado interiormente seguía batallando con esos deseos que lo impulsaban a huir lejos, abandonar todo, olvidar. Pero no podía, ya que a penas esos pensamientos poblaban su mente también lo hacía la imagen de ella, su llave. Por ella podía aguantar un poco más, por ella Y TAN SOLO POR ELLA podía dar un paso y TODOS los pasos necesarios para continuar por aquel camino que tras habérsele establecido alguna vez había aceptado como completamente suyo. No había caso, lo aceptaba y por ella tenía que hacerlo mejor, por ella debía ser un hombre fuerte, un hombre completo. Por ella, su llave, su Akane. ¡Oh, sí! Mentalmente no temía admitirlo, pero expresarlo en palabras, eso era otra cosa.

-Akane.- cerró sus ojos y trató de concentrarse. Nunca nadie le había enseñado esa técnica, pero para su sorpresa un día se había encontrado a sí mismo haciendo uso de ella, siguiéndola por la casa, observándola desde lejos. Y es que era tan fácil para él sentirla, su aura, tan llamativa como ella. Extrañamente parecía sólo hecha para esa función y jamás pensaría siquiera en utilizarla con alguien más, nadie lo merecía.

-¿Dónde estás?- Pudo sentirla caminando por el pasillo, hacia su habitación. Pudo percibir la confusión en ella rodeada por esa esencia cálida que sólo su ser parecía exhibir. Pudo entender que al igual que él, ella necesitaba su compañía. -Ya voy- a duras penas se puso de pie y tomó de un cajón una nueva camisa. Luego, mirando por última vez su oscura habitación salió por la ventana.

Tres leves golpecitos marcaron el comienzo de su destino o eso sería lo que le narrara a sus futuras generaciones cuando contara la historia de su amor. Tres leves golpecitos acompañados de un ¿Tienes tiempo? ¿Quieres sentarte conmigo a ver el cielo? serían el comienzo de la historia que seguramente Akane rebatiría con un ¡No eran tan leves! o ¡fueron demasiado tímidos como para escucharlos! ¿Quién podía decirlo con exactitud siendo ella? Y es que tal vez esos "tres golpecitos" se transformarían en muchos más, en muchos menos, en grititos o suspiros, en miradas o guiños según cómo trasformara sus recuerdos ese cálido sentimiento llamado amor. Ese cálido sentir que lo unía a ella.

Y así fue como en un abrir y cerrar de ojos, ante la falta de una certeza convertida en palabras prefirió hacer uso de aquello que siempre lo caracterizó y lo caracterizaría. Una sonrisa y una caricia para Akane, su cerradura, su llave.

Fin momento.

Ups… tardé un siglo… será…

Caricia y sonrisa. Muy a su forma siempre están entregándose esos elementos mutuamente. Como un ciclo. Como sea… espero que les guste…gracias a un comentario activé los comentarios anónimos por si alguien quiere je… y eso… hoy soy chica de pocas palabras. Gracias a los que me leen, prometo continuar y terminar series prontamente, ya lo hice con "Y es que en mis sueños…" chau ^^