Marshmallow

1er momento

Pequeño corazón blanco.

Nunca había pensado que llegaría a estar nervioso por algo tan simple como aquello, pero, en su corta y complicada vida, ningún entrenamiento le había enseñado afrontar este tipo de combate. Se sentía terriblemente torpe y por sobre todo, observado. Algo que en cualquier otro lugar y circunstancia era reconfortante para su ego, se había vuelto absolutamente molesto, y claro, esa docena de mariposas que revoloteaban alteradas en su estómago no ayudaban para nada. Definitivamente sólo Akane lograba causar ese efecto en él, y aquella (gran) parte de su mente, que aceptaba que la amaba se lo agradecía profundamente. Después de todo, eso decía que podía sentir como un hombre normal. Sólo quedaba aceptarlo abiertamente y es que el gran Ranma Saotome estaba perdidamente enamorado de ESA marimacho.

Parado frente al mostrador, esquivando las insistentes miradas de las señoras dependientas que encontraban terriblemente encantador ver a un jovencito sonrojado comprando en su tienda, pudo hacerse una idea de lo que Akane había sentido un mes atrás. Y con ello ese pequeño regalo, al que sólo le había sacado una mordidita y que ahora descansaba en su caja de tesoros muy bien envuelto, tomaba un significado mucho más grandioso y profundo. Y conciente de ello se agradeció mentalmente no haber seguido los tontos consejos de Hiroshi y Daisuke, en que lo alentaban a disfrazarse para pasar desapercibido. No, definitivamente debía ser valiente y dar la cara. Esto en sí era muy importante. Ahora el único problema era sobreponerse a esos deseos que lo instaban a salir corriendo y, escoger el regalo perfecto.

Mirando de reojo un grupo de chicas que se había concentrado frente a un mostrador, quiso hacerse de una idea ¿qué era lo que Akane preferiría? Si tomaba como referente sus propios gustos terminaría llevando cualquier cosa, ya que ante sus ojos todo parecía ser exquisitamente sugerente. Inmerso en sus pensamientos no alcanzó a vislumbrar el momento en que las jovencitas pagaron sus compras y salieron, por tal motivo, cuando notó que estaba solo una alegre e infantil sonrisa iluminó su rostro. No muy lejos de él, junto a la caja registradora, la más anciana de las dependientas miró a una de sus jóvenes compañeras y susurró divertida. –El verdadero amor se aprecia mejor en pequeños gestos.-

En formal natural, o eso fue lo que creyó, Ranma caminó hasta ese punto del local y obedeciendo la frase "No apoyarse en el mostrador" observó cada uno de los elementos que lo conformaban. Frente a él, una colorida gama de golosinas se presentó. Chocolates, bombones, mazapanes, galletas, caramelos y gomitas, bellamente presentados en papeles de colores parecían pedirle que los llevara con él a casa en grandes cantidades. Pero como siempre, después de pagarle a Nabiki por ciertos servicios, en los que se incluía el guardar silencio y "prestarle" involuntariamente algo de dinero a su progenitor, su presupuesto sólo le permitiría comprar un elemento de cada categoría, quizás con algo de suerte y si Akane estaba de buen genio, terminaría él también comiendo. Así fue como en el justo momento en que sus ojos hicieron contacto con la mirada de una de las señoras vendedoras, dos hombres, uno mayor y otro joven, ataviados con delantales blancos de cocina llegaron cargando cada uno, un enorme corazón de chocolate negro.

-Estos van de parte del señor Tatewaki Kuno para las señoritas "la bella pelirroja" y "Akane Tendo".- dijo el mayor antes de detenerse a tomar aliento.- Chocolate sólido en envío directo al dojo Tendo- concluyó mientras se sentaba en una banca y miraba al que, por cosa de rasgos Ranma creyó su hijo, el cuál le estaba acercando un vaso de agua.

-Akane…- involuntariamente repitió su nombre mientras se preguntaba, si después de recibir el regalo de Takewaki ella apreciaría su gesto. ¿Y si no le agradaba? ¿Y si prefería el regalo de Kuno? Su parte razonable le decía que eso nunca ocurriría, pero las inseguridades que habían despertado en él su presente estado de "enamoramiento" últimamente habían comenzado a gastarle bromas de mal gusto. – Joven- Y como un ángel que le tendía la mano en una tormenta, la voz de la anciana mujer que antes lo miraba con una sonrisa en sus labios se hizo escuchar.- ¿Sabe? Todos los años, en esta época, vienen personas, como ese joven Takewaki que se llevan el regalo más grande que sus recursos les pueden asegurar. Pero, aunque su amor parece infinito, es simplemente una fantasía. El verdadero amor, ese bello que ilumina nuestras vidas se hace presente cada día en pequeños gestos. Una sonrisa, una caricia, un buenos días…- en este punto Ranma, que la había estado observando atentamente volvió a posar su mirada en la pareja de hombres e instintivamente comprendió que todos ellos formaban parte de una misma familia. Y es que las miradas que se prodigaban entre ellos parecían estar conformadas de un inmenso amor que realmente no podía ser descrito con otras palabras.- El verdadero amor hace que ese pequeño gesto cobre un nuevo significado, una nueva forma… lo vuelve todo más grande y hermoso.- y mientras la escuchaba Ranma posó su mirada sobre un lugar lejano del mostrador.- Me llevo ese señora.- Ahora, y gracias a ella se sentía más seguro que nunca. – Buena elección.-

Rato después de verlo salir del local con una alegre sonrisa y un saludable sonrojo, y mientras se sentaba junto al hombre mayor y miraba a través de la vitrina los cientos de transeúntes a los que nunca parecía prestar verdadera atención, preguntó.- ¿Ese joven no te recuerda a nadie en particular viejo?-

-Claro que sí… a esa linda jovencita de cabellos azulados que nos visita desde hace dos años. La que siempre lleva el mismo obsequio.- Y estirando el brazo para tomarla de la mano agregó.- ¿Este joven llevó lo mismo?-

-Si…sólo que de otro color.-

Fin momento 1