Hola

Después de muuuchisimo tiempo por fin he acabado la segunda parte de este fic, es bastante cortita y tengo la sensación de que me ha quedado muy ñoña, pero prefiero publicarla antes de que cambien de opinión y decida volver a escribirla de nuevo, como ya he hecho un par de veces, anteriormente. De todas maneras espero que os guste.


Parte 2

Después de un buen rato corriendo por el sendero que iba hacia Netherfield Park, con su peinado alborotado y el corazón desbocado por el esfuerzo, Lizzy divisó a lo lejos a un hombre andando con presteza por delante de ella, y rezó porque fuera Darcy.

La joven se detuvo un momento tomando aire con fuerza, e intentó llamar al señor Darcy para asegurarse de que fuera él, pero el caballero seguía caminando y no parecía oír sus llamadas. Frustrada, Lizzy resopló y agarrando su falda echó de nuevo a correr con el último ápice de aliento que le quedaba.

Cuando quedaban apenas unos metros para alcanzarle, el hombre se dio la vuelta, probablemente alertado por el ruido de pasos tras de él, resultando ser efectivamente el señor Darcy. Quién abrió los ojos sorprendido, perdiendo su habitual gesto adusto, al ver a Lizzy corriendo hacia él, su cabello despeinado cayendo sobre sus hombros, sus mejillas encarnadas debido a su empeño y su pecho subiendo y bajando más rápido de lo habitual.

"¿Señorita Bennet?" inquirió Darcy incapaz de enmascarar su desconcierto.

Lizzy quería responder más que nada, pero al llegar junto a Darcy boqueaba como un pez fuera del agua, necesitando aire desesperadamente y sus piernas temblaban por el esfuerzo, negándose a sostenerla ni un minuto más, sintiendo como se derrumbaba de rodillas frente a Darcy.

"¡Señorita Elizabeth! exclamó Darcy sobresaltado extendiendo sus brazos hacia ella, dispuesto a frenar la irremediable caída de ella sobre la grava del camino. "¿Ha ocurrido algo?" preguntó Darcy con enorme preocupación buscando los ojos de Elizabeth mientras ella intentaba recuperar el aliento. Incapaz de contestar con palabras, Lizzy negó con la cabeza, relajando levemente la preocupación del caballero arrodillado frente a ella, cuyas manos seguían colocadas en su cintura. De nuevo intentó hablar, mas sólo fue capaz de emitir un jadeo cansando.

"No intente hablar todavía. Recupere el aliento, primero, por favor" dijo él viendo el esfuerzo de Elizabeth y mirándola fijamente a los ojos, de modo que ella sólo fue capaz de asentir entumecida por su mirada. "¿Puede ponerse en pie?" preguntó Darcy después de unos segundos de silencio, sólo interrumpido por la fuerte respiración de la joven, Lizzy asintió poco convencida de que realmente pudiera levantarse. "Es mejor que nos retiremos del camino. Podría ser peligroso." Añadió Darcy al ver la vacilación de Elizabeth, quien asintió de nuevo e intentó ponerse en pie, lo que resultó más fácil de lo que pensaba gracias al inesperado apoyo del caballero.

"Permítame ayudarla. Apóyese en mi" susurró Darcy, de nuevo respondido por un leve cabeceo de ella. Tomando la mano izquierda de Lizzy en su mano izquierda y pasando su brazo derecho por la cintura de ella, procuró ayudarla a caminar hasta un árbol al pie del camino.

Sin embargo Lizzy no supo si aquel caballeroso gesto realmente ayudaba a calmar su estado, ya que la cercanía y el leve contacto físico con el señor Darcy incrementó el rubor producido por al carrera, así como su ya alterado pulso.

El señor Darcy sacó a ambos del camino y acompañó a Elizabeth hasta el pie de un gran roble, donde la ayudó a sentarse para que recuperara el aliento mientras él se arrodillaba frente a ella, sin dejar de observarla durante un solo segundo. Elizabeth que luchaba por retomar su respiración entre jadeos, tampoco podía apartar su mirada del rostro de preocupación del señor Darcy.

"Señor Darcy" susurró ella al cabo de unos cuantos minutos durante los cuales, solo habían estado mirándose fijamente el uno al otro, como hechizados por una melodía que sólo ellos podían oír. "Yo quisiera… necesito disculparme con usted—"

"Señorita Bennet, no hay nada de lo que usted deba disculparse" la interrumpió el señor Darcy, apoyándose sobre la rodilla que no tenía en tierra e inclinándose ligeramente hacia ella. Lizzie sacudió su cabeza con vehemencia, pues aún tenía problemas para hablar normalmente, y levantó su mano para impedir que el señor Darcy siguiera hablando.

"No." dijo ella brevemente aún sosteniendo su mano en alto, antes de que el señor Darcy pudiera intervenir de nuevo. "Deseo hacerlo, señor Darcy. He de disculparme con usted, no sólo por mi comportamiento, si no también por la forma en que le he censurado, reprendido y acusado por acciones que usted ni si quiera había cometido."

"Señorita Elizabeth." susurró Darcy de nuevo, esta vez en un tono más callado y sorprendido, pero nuevamente Lizzie le negó la posibilidad de continuar.

"Por favor señor Darcy, todas aquellas cosas que le dije… todas aquellas cosas de las que le acusé y que resultaron, no sólo no ser ciertas," siguió Elizabeth sacudiendo la cabeza con una media sonrisa apagada y bajando su mirada nerviosa hacia sus propias manos. "Si no que además se volvieron en mi contra, quiero… quiero pedirle disculpas. Necesito que sepa, cuan profundo y sincero es mi arrepentimiento por mi terquedad, y los prejuicios que me cegaron y no lograron dejarme ver la clase de caballero que realmente es usted. Sé… sé que no es probable que usted me perdone… y…" ella sacudió la cabeza una vez más, bajando la vista para aclarar sus ideas "Y también quiero darle las gracias… por Lydia, por todo lo que ha hecho usted por ella y mi familia, y disculparme por ellos porque no saben cuán en deuda estamos con usted, señor Darcy…. Y aunque sé que no es seguro… que usted no…yo desearía…desearía…. al menos tener su amistad. " Concluyó Lizzie levantando la vista desde sus manos, hasta encontrarse con los ojos del señor Darcy, quien la miraba con una intensidad y ternura tan palpables, que ella sintió como sus mejillas se sonrojaban bajo su mirada.

"¿Por…. por eso ha venido usted corriendo hasta aquí?" preguntó Darcy en una voz tan suave y calmada que Lizzie no logró contestar nada más que con un leve cabeceo. "Señorita Bennet, yo… todas mis acciones, todo lo que he hecho desde… desde que la conocí, no han sido con otro fin, que el de ganarme su confianza y afecto. Ha de saber, que mi intrusión en la boda de su hermana menor, fue por usted…" Darcy interrumpió su declaración con una sonrisa nerviosa para buscar los ojos de Elizabeth. "Señorita Elizabeth, usted ya conoce mis deseos…mis sentimientos por usted no han palidecido ni un instante, desde la ultima vez que los confesé… si usted…si usted, tan sólo desea que yo la llame mi amiga, me resignaré a que ocupe ese lugar en mi vida, pero yo… yo desearía…desearía llamarla de un modo mucho más…afectuoso."

"Señor Darcy" susurró Elizabeth con sus ojos fijos en los de él, una oleada de sentimientos anulaba su juicio y calentaba su corazón de una forma que nunca había sentido antes – él aún la amaba, después de todas sus faltas y equivocaciones, él todavía la amaba. De pronto, lagrimas frescas nublaron su mirada, mientras una sonrisa tonta aparecía en sus labios. "Yo… también desearía poder… llamarle a usted, algo más cariñoso que amigo."

Una sonrisa acorde a la de Lizzie a pareció en los labios del señor Darcy y al poco los dos reían como tontos, las manos de él sobre las de ella y sus miradas de felicidad se entrelazaban con un vínculo amor recién descubierto.

Cuando las risas se calmaron, aún mirándose fijamente el uno al otro, Darcy se inclinó hacia ella hasta posar su frente contra la de Elizabeth, que soltó un suspiró de dicha contenida mientras cerraba los ojos por un instante.

"¿Puedo entonces… atreverme a llamarla Lizzie?" susurró Darcy, separándose de ella lo justo para poder mirarla a los ojos, sosteniendo sus pequeñas manos entre las suyas. Ella respondió con una cabezada tímida y él besó sus manos con devoción "Mi muy amada Lizzie" susurró, logrando que el color de las mejillas de ella adquirieran un tono carmesí.

"Señor Darcy…" musitó ella con la voz tomada por la emoción, él por el contrario sacudió la cabeza y levantó su mirada hasta sus ojos.

"Fitzwilliam, por favor" murmuró él, casi como una suplica, ella asintió y repitió su nombre, notando como se sonrojaba al hacerlo. "¿Serás mi esposa?" preguntó él en un nuevo susurro.

"No hay nada que desee más…Fitzwilliam." Ella añadió su nombre a su declaración casi como una ocurrencia de última hora, lo que hizo que ambos sonrieran de nuevo, antes de que él se inclinara sobre ella y soltando sus manos tomara su rostro con suavidad. Lizzie se perdió en las profundidades azules de los ojos de él durante varios segundos, antes de cerrar sus ojos y acercar su rostro al de él y besar suavemente sus labios.

Y al amparo de la sombra de aquel viejo y enorme roble, Lizzie y Fitzwilliam declararon su amor en repetidas ocasiones, entre dichosas risas y dulces besos.

Fin