Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son de Rowling. No robes. O te mato. :D

Este fic, que constará de dos capítulos, contiene femmslash, así que, si no quieres leerlo, o no te gusta esa temática, ya sabes donde está el botón para irse. Sin embargo, si quieres intentarlo, adelante. No duele. Al menos, no mucho.

Así mismo, contesta al reto Femmslash I de la comunidad de Livejournal Crack and Roll. Podéis pasaros. Está genialísima. A parte... en este fic contiene incesto. No es nada demasiado explícito, al menos, en este capítulo; pero está tatuado con una M por el siguiente. A los que decidáis quedaros, feliz lectura.

APB Productions presenta...


Doblando calcetines


La luz entra casi tímida por entre las largas cortinas de seda blanca, y Daphne dobla calcetines en su dormitorio, mientras oye como su hermana toca el piano. La melodía es rápida, agitada, casi violenta; y sin embargo sabe que Astoria está tocando las teclas con la delicadeza con que las acariciaría un amante.

Suspira dos veces. Su hermana va a tener que irse. Se casa. Con Malfoy.

No puede decir que le caiga mal el chico, porque no estaría siendo justa; pero le caería mejor si no se llevase a Astoria de su lado.

Pero le daba igual. Sabía que la iba a echar de menos, pero no podía notarlo.

Unos pasos apresurados subiendo por las escaleras. Por el dorado Merlín, sólo tiene diecisiete años. Y ella, como siempre, fingiendo que no se percata de su presencia, hasta que Astoria entra por la puerta, con un ruidoso BUUUUUUUUUU, que no asusta a nadie, y menos a Daphne.

-A veces me pones de los nervios.-dice la mayor, dejando los calcetines sobre la cama y girándose hacia su hermana.

Todos dicen que Astoria es su vivo retrato, que las dos son rubias, y las dos tienen los ojos verdes. Pero Daphne logra ver las diferencias. Esas diferencias que van más allá del carácter de mil demonios de su hermana. Su pelo es más pajizo que el de su hermana, que es dorado con tintes cobrizos; y sus ojos, los suyos son verde hierba, los de Astoria verde aguamarina. Son completamente diferentes, pese a lo que diga la gente.

Los dedos de Astoria se mueven como cuando toca el piano. Rápidos, casi agitados… casi violentos. Y al mismo tiempo siempre son delicados. Suaves. Muy suaves. Con ese tipo de suavidad que hace enloquecer a Daphne. Que la lleva del cielo al infierno en cuestión de diez minutos.

Astoria levanta la ceja derecha, levemente, mirando a su hermana, con un rictus burlón en sus labios carnosos. Los de Daphne son más finos.

-Y de lo que no es nerviosa también… ¿o no?-Daphne se jura a sí misma que la voz de su hermana no es sensual, no es incitante, que no está desatando las lazadas de su autocontrol, premeditadamente.

Se gira y empieza a guardar los calcetines en un cajón de la cómoda. Pero su hermana se acerca, y con una sonrisa, cierra el cajón, con un movimiento de cadera, le quita los calcetines de las manos y los tira sobre la cama.

Daphne abre mucho los ojos, y la sonrisa de su hermana se vuelve sibilina. Casi depredadora.

-¿Cierras tú o cierro yo?-pregunta con voz de terciopelo, arrastrando las palabras, como si estuviese pasando la lengua por la columna vertebral de Daphne.

-Ast, no es una buena idea-susurra Daphne.-Mamá está en casa, y papá llegará de un momento a otro, con los Malfoy, para tu compromiso, ya sabes…

La sonrisa de la más pequeña se hace un poco más grande, y agita la varita en dirección a la puerta, para cerrarla, y luego empuja a su hermana sobre la cama, haciendo que cayese sin aliento, antes de trepar, como una pantera, predadora, encima de ella, y acorralarla.

-¿Sabes, hermanita?-susurra, acariciando con mechones de su melena dorada la naricilla respingona de Daphne.-Estoy empezando a pensar que no me quieres-susurra, con una mano reptando, cual serpiente, por debajo de la falda de su hermana.

Daphne cierra los ojos cuando su hermana empieza a hacerle cosquillas en la cara interna del muslo derecho.

-¿Cómo puedes decir esas tonterías, Ast?-la voz de Daphne es apenas un murmullo.

-Oh, vamos… estoy de coña…-dice Astoria con una sonrisa…

-Eres imbécil, completamente…-dice Daphne con disgusto, apartando a su hermana de un empujón.-Pero aún así, te quiero.

-Yo también te quiero, idiota…-dice Astoria con una traviesa sonrisa, antes de salir de la habitación.


Bueno. Espero que os haya gustado. La verdad es que a mi me sorprendió gratamente, tal vez por el hecho de que me gustó escribir femmslash, o de que conecté con Astoria. El caso es que me estoy aficcionando a ese personaje, y al de Daphne también.

Si os ha gustado, o si os ha parecido una aberración, dadle al go, y gracias por leerme.


.:Thaly:.