Distancia

Por Hibari Zhang

Capítulo 6: "Decisión"

Todo estaba en silencio dentro la mansión Li, una sombra caminaba a hurtadillas por los pasillos de esta, podía escuchar a lo lejos la bulla proveniente de la ciudad y unos perros lejanos ladrar, la gran mayoría de las luces estaban apagadas, sólo algunas del jardín estaban encendidas. Siguió caminando a paso lento con una mano en la pared como única guía y su memoria, momentos después, llegó hasta donde quería: El estudio de su marido.

En su recámara no había teléfono, si necesitaba uno, aquel era el único lugar de la enorme casa en donde podía conseguir el aparato que la comunicaba con el mundo exterior, era también un lugar en donde podía encontrar a la vez la privacidad que necesitaba.

Abrió la puerta y tras entrar la cerró despacio. Se acercó al enorme escritorio rodeándolo hasta la parte posterior, tomó el teléfono y marcó el número que tan bien conocía, se lo acercó a la oreja mientras se sentaba en el piso helado de madera, apoyando a su vez, la espalda sobre los cajones de aquel mueble, desde su escondite en medio de la oscuridad y el silencio permaneció quieta esperando, miró a su alrededor y vio que tenía al lado la silla de cuero sobre el cual su esposo solía sentarse:

Le entregó un sobre que el abogado de la empresa minutos antes había venido a dejar a la casa. El hombre de cabellos color chocolates estaba concentrado en la lectura de un informe cuando unos ojos color jade lo distrajeron.

Acaba de llegar – le contestó la joven con una sonrisa amable.

Shaoran relajó sus hombros y se apoyó en el mullido respaldo de la silla de cuero color negro y con una mano hizo un gesto silencioso para darle a entender a su esposa que se acercara más a él. Sakura se acercó despacio algo extrañada aun con el sobre en sus manos.

Lo vino a dejar el aboga... – le aclaró mientras se acercaba tratando de explicar lo que tenía en manos, pero no terminó la frase porque su esposo la tomó de la cintura y la sentó sobre sus piernas.

¿Eres mi mujer o mi secretaria? – le preguntó en un susurro el hombre haciéndola sonrojar.

Oh... – alcanzó a exclamar de forma tímida pero sonrió, le encantaba cuando él se ponía así.

Shaoran tomó el sobre de sus manos y lo dejó en el escritorio sobre la pila de papeles que tenía que revisar, luego volvió su atención a Sakura, ella notó como sus ojos dorados brillaban más de lo normal, sintió un cosquilleo en la boca del estómago debido a las sensaciones que le provocaban esa mirada cargada de pasión...

– Hola... Tomoyo – habló tras escuchar el 'aló' desde el otro lado de la línea.

¿Sakura? – su voz soñolienta fue notada por la joven de ojos verdes.

– Te desperté Tomoyo, lo siento mucho... – susurró en el teléfono como si temiera que alguien descubriera su presencia en aquel lugar – yo sé que es tarde pero necesitaba hablar con alguien...

¿Qué pasa Sakura? Son más de las una – habló Tomoyo – Sakura habla, cuéntame que pasa... ¿Por qué lloras? ¿Te hicieron algo?

– ¡Ay! Tomoyo, se supone que no iba a llorar más – murmuró entre llantos – pero han pasado tantas cosas desde la última vez que hablamos que no sé por donde empezar.

Desde el principio, Sakura – le contestó la joven de cabellos negros desde el otro lado de la línea. – Pero debes de tranquilizarte que entre llantos no te podré entender.

Sakura trató de tranquilizarse, tomó varias bocanadas de aire y se limpió las lágrimas.

– Tomoyo, me he enterado de muchas cosas... – su voz se quebró nuevamente y Tomoyo esperó en silencio hasta que Sakura pudo continuar – La última vez que hablamos por teléfono... no tuve la oportunidad de contarte todo.

Sí, lo recuerdo – meditó en silencio Tomoyo – las niñas se despertaron y no pudiste continuar.

– En aquella ocasión yo quería decirte que... no sé, pero... creo que Shaoran está... – hizo una pausa leve y tras reunir valor continuó – ...con otra mujer – Tomoyo ahogó un grito.

¿A qué te refieres? Sakura – preguntó alarmada la joven de ojos violeta. – ¿Cómo puedes creer eso?

– Hubo una tarde... en que escuché a su madre hablar por teléfono con él y... mencionó a una tal Meiling – la joven castaña pasó una mano por su frente revoloteando su flequillo.

¿Cómo Sakura? – preguntó Tomoyo, no comprendía del todo las palabras de su mejor amiga.

– Los dos estaban juntos, en la misma habitación del hotel en el cual se está hospedando en Estados Unidos. – le contó Sakura de forma rápida para no extender más el sufrimiento que le causaba decir aquellas palabras.

Pero con sólo eso no puedes asegurar que él esté con otra mujer... – comentó Tomoyo. – digo... puede ser casualidad, no sé Sakura, pueden haber muchas explicaciones para eso, así que no puedes asegurar que Shaoran te esté... ¿Engañando? – Tomoyo dudaba de aquello, aquella imagen del primo de su marido no le calzaba.

– ¡Si puedo Tomoyo! – Exclamó sorprendiendo a su amiga, luego volvió a bajar la voz temiendo haber despertado a alguien de la casa – Hace unas semanas hablé con su madre y me lo confesó todo.

¿Qué te dijo esa mujer? – preguntó preocupada Tomoyo.

– Que Meiling... es la prometida de Shaoran – la voz de Sakura se volvió a quebrar y Tomoyo ahogó otro grito.

Pero Sakura, eso es imposible... ustedes dos están casados... – pero no pudo continuar porque fue interrumpida por Sakura.

– Eso fue lo que le dije a su madre, pero me dijo que podía divorciarme de su hijo, aquella noche discutimos y yo... me sentía tan mal – cerró los ojos con fuerza, pues recordar aquello le hacía sentir un nudo en la garganta.

¿Qué sucedió Sakura? ¿Te sentías mal? – Tomoyo estaba asustada, Sakura volvió a llorar – vamos... trata de calmarte para que puedas contarme todo.

– Debido a todos esos disgustos, estuve a punto de perder a mi bebé – confesó Sakura, Tomoyo ahogó un grito nuevamente.

Y... ¿Todo está bien? – Preguntó alarmada – ¿Sakura estás bien? ¿Te ha visto un médico?

– Sí... si estoy bien por ahora, el médico me ha revisado y me ha dicho que necesito reposo absoluto – le contestó Sakura para tranquilizar a su amiga – el bebé también está bien.

Que alivio... Me imagino que ahora estás en tu habitación, en cama ¿Cierto? – preguntó la joven desde el otro lado de la línea.

– No... Tomoyo, en mi habitación no me permiten tener teléfono. – contestó sentada aún en el piso de madera, escondida en la oscuridad, detrás del escritorio.

¡Pero Sakura! ¿En dónde estás entonces? ¿Desde dónde me estás llamando? – exclamó preocupada.

– En el estudio de... Shaoran, pero no te preocupes Tomoyo, estoy mucho mejor. – le dijo.

Debes de estar sufriendo mucho – susurró Tomoyo desde el otro lado del auricular – y ¿No has hablado aún con Shaoran? Me imagino que ya debe de haber regresado... – meditó Tomoyo, pues un mes ya había pasado.

– Eso es el otro asunto que quería comentarte – contestó la joven de ojos jade.

No me digas que Li aún no ha vuelto – se asustó Tomoyo.

– No volverá... – contestó con voz débil.

¿Cómo? ¿Por qué? – preguntó Tomoyo.

– Eso mismo quisiera saber yo.

¿Qué no te han dado explicaciones aún? – Tomoyo comenzó a disgustarse. Sakura negó desde el otro lado del teléfono – Sakura, escúchame muy bien, insiste, ve y pide que te digan porque Shaoran no volverá de ese viaje de negocios, si no te la dan Sakura, sal de esa casa y ven a Japón.

– No puedo Tomoyo... No puedo irme así de Hong Kong – murmuró Sakura insegura.

¿Por qué no? Sakura escúchame, desde que tu querido esposo se fue ¿Cuántas veces has hablado con él? – preguntó ya enojada.

– Ninguna... pero he recibido sus correos electrónicos, no espera – meditó – desde que le respondí hace varias semanas no me ha vuelto a mandar mensajes. – se sintió mal, hacía mucho tiempo que no sabía de él.

Ya ves, Sakura, esto no es justo para ti, ni si quiera sabes el número de teléfono móvil que ocupa en el extranjero – Sakura negó nuevamente con la cabeza. Tomoyo tenía razón. – Sakura, si dentro de los próximos días, no tienes noticias de él, tu padre estará muy contento de volver a recibirte en Tomoeda, la casa está bastante silenciosa sin tu presencia.

– Los hecho tanto de menos... – Tomoyo sonrió desde el otro lado de la línea. Sakura recordó de pronto el paquete de hace unos días – Gracias por el regalo que me enviaste, las cartas y los presentes, por mi cumpleaños.

– ¡Es verdad, a esta hora ya debe de ser primero de abril! – Exclamó la joven de ojos violetas – ¡Feliz cumpleaños amiga!

– Gracias de nuevo – Sakura sintió cierta nostalgia – Vi la las fotos, tus gemelas son hermosas – de pronto una de las gemelas empezó a llorar. – y hablando de las gemelas... creo que con la llamada he hecho que despiertes a una de tus niñas.

Tomoyo suspiró:

Eriol, ve a ver que le pasa a Nagisa – Sakura escuchó cómo desde el otro lado del teléfono el hombre parecía quejarse y luego levantarse de la cama. – estoy hablando con Sakura.

– ¿Cómo sabes que es Nagisa? – preguntó Sakura curiosa.

Es la que más se queja. – Tomoyo levantó los hombros y luego dejó escapar un largo bostezo, un nuevo llanto se unió a la primera. – ¡No! Nadeshiko también despertó. Sakura ve a descansar, estás delicada y no quiero que hagas un esfuerzo indebido y ponga en riesgo tu salud y la de tu bebé.

– Está bien. – contestó Sakura, era una lástima que tuvieran que despedirse nuevamente.

Recuerda, si no recibes explicaciones, ni noticias de Shaoran, abandona esa casa, no te hará bien estar ahí más tiempo, sólo sufrirás, ven a Japón, como si fueran unas pequeñas vacaciones ¿Qué te parece? – sugirió Tomoyo.

– Pero si Shaoran regresa y no me encuentra aquí... él – Tomoyo la interrumpió.

Si te quiere, si te ama, no le importará venir a Japón a buscarte, es un lugar seguro que él ya conoce, no debería porque molestarle – le aclaró Tomoyo despreocupada. – él debe de saber que en Hong Kong no tienes ni amigos ni conocidos, que sólo sufres al lado de su madre.

– Lo pensaré – respondió Sakura – Adiós Tomoyo, ve y atiende a ese par de criaturitas que lloran con tanto sufrimiento. – bromeó Sakura, era increíble aún podía bromear con tantas preocupaciones.

Adiós Sakura y cuídate mucho, si vas a venir a Japón, puedo incluso yo pagarte el pasaje, no hay ningún problema – la joven de ojos verdes asintió desde el otro lado.

– Gracias, Tomoyo, mándale saludos a Eriol, a mi hermano y a Sayako, a mi sobrino y a mi padre – Tomoyo asintió y luego de eso ambas colgaron.

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Ahí estaba, en una pequeña salita frente a un espejo observando como su mejor amiga, con una panza enorme, debajo de aquel vestido de gala color púrpura, le ayudaba a arreglarse las flores blancas que adornaba su cabello sujeto en un moño alto dejando caer algunos rulos rebeldes.

– ¿Por qué no esperaron hasta la primavera para casarse? – Le preguntaba la joven de ojos amatistas observando el reflejo de ambas en el espejo, siguió acomodando las flores – hubieran sido cerezos.

La joven de ojos verdes, se observó, tenía puesto un vestido de color blanco, bastante sencillo, ajustado a su figura y soltándose a la altura de las caderas para caer de forma recta hasta el piso, en sus manos estaba el ramo, unas rosas de color damasco, y tal como decía Tomoyo, su mejor amiga, hubiera preferido que fueran cerezos. Pero a finales de noviembre, en pleno invierno, aquello era difícil de conseguir.

– ¿Dónde está el collar? – la joven de cabellos negros buscó debajo de las carteras sobre la mesa con el set de maquillaje desparramado. – acá lo encontré.

Sakura observó como Tomoyo con cuidado lo sujetó entre sus dedos y lo observó:

– Me lo regaló tu madre – habló Sakura y sonrió tímidamente. – tiene unos gustos muy finos.

– Eres como una hija para ella – le contestó Tomoyo y le colocó el collar de diamantes sobre el cuello y una gema de color verde en el centro. – Ahora, dame una de tus muñecas – Tomoyo le colocó un brazalete en la muñeca derecha.

– Tomoyo... esto... – murmuró Sakura observándolo.

– Exacto, el mismo que utilicé yo – sonrió Tomoyo recordando su propia boda hace ya varios meses atrás, casi medio año. – cuando lo compré pensé que te quedaría mejor a ti que a mi.

Sakura observó las pequeñas esmeraldas incrustadas.

– Tomoyo, sólo lo tomaré prestado, porque no puedo aceptar algo así de ti – le advirtió Sakura adivinando las intenciones de su amiga. – con el collar de tu madre es más que suficiente, además este brazalete es importante para ti, lo llevaste el día de tu boda.

Sakura se dio la vuelta y miró a su amiga a los ojos, las dos se sonrieron.

– Te ves divina Sakura, seguro que Shaoran se cae de espaldas en cuanto te vea – las dos rieron y un par de golpeteos en la puerta alertó a ambas mujeres, entonces Tomoyo preguntó: – ¿Quién es?

– Amor... – era Eriol – ¿Están listas ya? Sólo faltan ustedes.

– Sí, nos falta sólo un poco – Tomoyo buscó en su cartera los aros de Sakura y le ayudó a colgárselo en las orejas. – Dile al Señor Kinomoto que puede entrar, Sakura está vestida ya.

– De acuerdo – contestó Eriol desde afuera y el silencio volvió a reinar en la sala.

– Tomoyo ¡Estoy muy nerviosa! Dame un consejo, ya has pasado por esto – ambas se miraron a los ojos y volvieron a reír.

– ¿No me creerás si te digo que estoy mucho más nerviosa que tú? Sakura. – Tomoyo dio los últimos retoques en el maquillaje y alguien volvió a llamar en la puerta:

– ¿Puedo pasar? – preguntó el señor Fujitaka Kinomoto.

– Sí, papá, adelante – la puerta se abrió y entró un hombre de buen porte, de cabellos castaños algo canosos, con anteojos.

– Hija... te ves hermosa – el hombre se asombró, luego suavizó su mirada y sonrió amablemente como siempre solía hacerlo – te pareces tanto a tu madre.

– Papá... – ambos se acercaron y se dieron un abrazo, la joven de ojos jade sintió que se le humedecían los ojos de la emoción. – ¡Ay! Tomoyo tráeme unos pañuelitos que creo que voy a llorar y no quiero estropear el maquillaje.

Padre e hija se separaron y Tomoyo ayudó a su amiga a secarse las lágrimas.

– Bien, es hora de salir... – indicó el señor Kinomoto mirando el reloj – todos están afuera reunidos ya.

Tomoyo ayudó a Sakura a acomodar el velo en su sitio, el hombre abrió la puerta y Sakura se tomó de su brazo, Tomoyo volvió por su cartera para salir luego detrás de ellos.

– Ay... – se quejó Tomoyo atrayendo la atención de ambos.

– Tomoyo ¿Estás bien? – Sakura y el Señor Fujitaka se detuvieron.

– No es nada, sólo sentí una pequeña patada de estas niñas – contestó con una sonrisa. – aún falta unos meses más para que nazcan. Avancen, avancen que los esperan.

Los tres llegaron a donde estaban todos los invitados, gente cercana de la familia, conocidos de los últimos años y otros más antiguos que han sido importantes a lo largo del tiempo, una boda pequeña y sencilla. Al final del pasillo que se formaba entre los invitados estaba Shaoran. Tomoyo avanzó primero para llegar hasta donde estaba su esposo, quien la recibió con un cálido abrazo. La música empezó, los invitados se voltearon para ver a la novia. Sakura y su padre avanzaron.

Siento que mi corazón va a estallar – pensaba Sakura con la vista fija en el piso.

El camino se le hizo más corto de lo que esperaba, pues a primera vista le parecía haber visto a Shaoran tan lejos de ella, levantó rostro cuando notó que su padre la dejaba, se encontró con el amor de su vida: Li Shaoran.

Observó sus ojos, esos ojos de color marrón con destellos dorados, eran un par de mieles, infinitamente dulces cuando la observaba así, el cabello castaño de él, de color chocolate, revueltos como siempre, esa piel levemente tostada, le encantaba sentir su calor y su suavidad. Y él se encontró con ese par de esmeraldas, ojos de color jades, brillantes y alegres que lo había hecho cambiar, que le había enseñado el lado cálido de la vida, esa piel delicada y suave, clara sin llegar a ser blanca, ese cabello castaño claro, con algunos reflejos dorados, con esos mechones crespos que caían graciosamente, le daba un aire tan femenino y tan encantador.

No puedo creer que esté aquí – pensó la joven de ojos verdes observando los ojos marrones de él – esto es como un sueño hecho realidad... estoy tan feliz.

Me siento tan afortunado, Sakura, te ves preciosa, te amo tanto, gracias por estar aquí conmigo – pensó Shaoran observando los ojos de la mujer con la cual estaba a punto de unir su vida.

Los dos dejaron de mirarse y se giraron para ver al hombre que los iba a casar, tras recibir el consentimiento de partida los novios se toman de las manos:

– Ve Tsuki es tu turno – anunció en un susurro una mujer de cabellos negros y ojos marrones.

– Pero... ¿Y papá...? – el niño de unos tres años miró a su padre, este tenía un semblante serio y su vista no se despegaba de la pareja que estaba a punto de casarse.

– Touya, amor, basta, quedamos en que ibas a estar plenamente de acuerdo con esta boda, tu hermana ya es una adulta, déjala ser – le regañó la mujer que era su esposa – ahora hijo, ve, apúrate que te están esperando los novios, no le hagas caso a tu padre.

Entonces un pequeño niño de ojos oscuros y cabellos negros se acerca a la pareja y les ofrece el par de argollas de oro. Shaoran tras tomar el suyo para Sakura y Sakura toma el que va para Shaoran, este parte con los votos matrimoniales:

– Yo, Li Shaoran, te quiero a ti, Kinomoto Sakura, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida. – pronunciando estas palabras desliza lentamente la argolla en el dedo anular de la mano izquierda de la mujer que estaba frente a él.

– Yo, Kinomoto Sakura, te quiero a ti, Li Shaoran, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida. – la joven de ojos jade repite el mismo procedimiento que momentos antes el hombre frente a ella había hecho con la argolla.

Ambos volvieron a mirar al hombre que estaba frente a ellos y les dio el consentimiento:

– Los declaro marido y mujer, pueden besarse – la ceremonia terminó con un beso de ambos.

Todos se levantaron de sus asientos para aplaudirles, Sakura observó a los invitados y luego al hombre que ahora estaba al lado de ella, con su traje de color negro, sus ojos se humedecieron y ambos avanzaron por el pasillo con una sonrisa, ahora si estaban juntos y era para siempre.

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Oyó como la puerta de su habitación se abría y luego se cerraba, pero no abrió los ojos y volvió a acomodarse más en la cama, escondiendo su rostro entre sus cabellos revueltos y en la almohada, tomó las sábanas y se cubrió más. Los pasos rápidos y cortos de una mujer resonaron en la habitación producto del golpeteo de su taco en el piso de madera, las cortinas se corrieron y una luz brillante y cálida invadió la habitación:

– Ya es muy tarde, Señorita Kinomoto – le habló una voz familiar, era aquella mujer de anteojos, delgada y cabellos oscuros sujetos en una cola detrás de la nuca. – Vengo a ayudarla a...

– Oh... Sí, ya... estoy levantándome... – contestó perezosamente y estiró los brazos, luego abrió los ojos, ahogó un bostezo y vio a la mujer que se encontraba a su lado con una toalla limpia entre los brazos. Se acordó que no sabía el nombre de esa joven, así que preguntó: – ¿Cómo te llamas?

– Puede llamarme Peng Peng – le contestó de forma tímida la criada. – iré a prepararle el baño. – la mujer se retiró y desapareció detrás de una puerta, Sakura escuchó como abrió el grifo de la tina y el agua empezó a correr.

Giró su cabeza y posó sus ojos color esmeralda en el ventanal con las cortinas corridas, el cielo estaba despejado, a lo lejos se podía ver los edificios, vio un par de pájaros cruzar el cielo y sintió cierta envidia de su libertad. Esbozó una tenue sonrisa. Luego de unos minutos Peng Peng volvió a salir del baño y fue hacia el guardarropa de Sakura:

– ¿Está bien este? – preguntó la joven mostrándole la teñida a la joven castaña aún sobre la cama. Sakura asintió y volvió a mirar hacia el ventanal. – El agua ya está casi lista ¿Quiere espumas de lavanda o jazmín?

– El que tú quieras... – contestó algo ausente. La joven asintió en silencio y volvió a retirarse tras dejar la ropa a los pies del lecho.

Luego de unos minutos Sakura se levantó de la cama con la ayuda de Peng Peng y ambas entraron al baño, la criada le ayudó a lavarse la espalda para que Sakura no se esforzara demasiado.

– Tiene un cabello muy hermoso – comentó la joven enjuagándole el champú.

– Gracias – contestó Sakura.

– Lo debe de extrañar mucho ¿Verdad? – susurró Peng Peng tímida.

– Nunca habíamos estado tan separados – contestó Sakura observando el agua. – Me prometió que volvería para antes de mi cumpleaños... y... no lo hizo – cerró los ojos con fuerza tratando de ahogar las lágrimas, anoche ya había llorado demasiado.

Se levantó con la ayuda de la joven de anteojos que destapó la bañera y abrió el agua para quitar las últimas espumas. Fue por la toalla y Peng Peng la ayudó a secarse y ambas salieron del baño para que Sakura se vistiera.

– Le ayudaré con el cabello ¿Dónde está el cepillo? – preguntó la joven de cabellos negros luego de que Sakura ya estuviera vestida con un camisón limpio y una bata encima.

– En el cajón del tocador – le contestó Sakura, indicando una mesa pequeña con un set de maquillaje, cremas y perfumes encima, frente a un espejo. La joven asintió y lo buscó.

Mientras le cepillaba el cabello castaño claro un golpeteo en la puerta atrajo la atención de ambas mujeres.

– Adelante – indicó Sakura, cubriéndose un poco más con la bata.

Era el viejo mayordomo de la familia Li, Wei:

– Peng Peng ¿Puedes dejarnos a solas unos minutos? – La mujer asintió y dejó el cepillo de pelo en las manos de su dueña y salió de la habitación, mientras avanzaba Wei se dirigió a Sakura – ¿Ha desayunado ya?

– Aún no Wei – contestó pasándose el cepillo por el cabello húmedo.

– Iré a la cocina a pedir que le hagan el desayuno a la Señorita – agregó en la puerta la mujer de cabellos negros y anteojos.

– Muy buena idea – observó Wei, luego Peng Peng cerró con cuidado para retirarse definitivamente del lugar.

Ambos quedaron solos en la habitación y Wei le mostró el auricular de un teléfono inalámbrico negro a Sakura que había traído a escondidas en la espalda.

– El señor Li se encuentra en el teléfono – le dijo el mayordomo, el corazón de Sakura se detuvo por unos instantes ¿Había oído bien? ¿Shaoran al teléfono?

– ¿Qué has dicho Wei? – temió haber oído mal, sus manos temblaron y el cepillo de pelo cayó en el piso chocando con la madera haciendo un estruendo que sobresaltó a ambos presentes, pero Sakura lo ignoró y tomó el teléfono que el mayordomo le extendía.

Wei se agachó para recoger el cepillo y luego lo dejó sobre la mesa del tocador.

– Aproveche que la Señora Yelan salió esta mañana a las empresas de Hong Kong y no vuelve hasta la hora del almuerzo – Wei miró la hora. Sakura se acercó el teléfono a la oreja con las manos aún temblorosa – ya casi es medio día, saldré para que converse a solas con el señor Li. – con una reverencia el mayordomo se retiró cerrando la puerta.

– Shao... ran – murmuró con inseguridad.

Hasta que por fin puedo comunicarme contigo – Sakura escuchó como su esposo desde el otro lado de la línea dejaba escapar un largo suspiro – Sakura ¿Cómo estás? ¿Te han tratado bien? Tengo entendido que últimamente sales mucho de casa, nunca te encuentro... – no terminó porque fue interrumpida por una risa de su esposa.

– Shaoran ¿Qué he salido mucho de casa? – Sakura no podía creerlo, había estado en cama, durante casi dos semanas y ¿Le habían dicho que había salido a divertirse quien sabe a dónde?

¿Qué sucede amor? ¿Por qué me hablas así? – preguntó Shaoran serio desde el otro lado. – Hace tiempo que no hablamos, no deberías tratarme así...

– ¿Cómo debería tratarte entonces Shaoran? Tu madre me lo ha dicho todo ¡Me has estado engañando durante todo este tiempo! – exclamó enojada y levantándose de su silla.

¿Qué mi madre qué? – Preguntó extrañado – ¿Qué te ha estado contando mi madre? Sakura, escúchame – se empezó a preocupar porque desde el otro lado de la línea había escuchado lo que parecía ser gemidos – En ningún momento te he engañado ¡Sakura yo te amo, por favor!

– No me digas eso Shaoran y no lo niegues – exclamó dolida ¿Cómo podía decirle que la amaba cuando estaba con Meiling? – ¿Por qué rompiste la promesa? Dijiste que volverías para antes de mi cumpleaños. – Sakura tenía tantas cosas que preguntarle, quería saber las respuestas a tantas preguntas que no sabía por donde empezar a preguntar, tenía una confusión de ideas en la mente.

Sakura, sobre eso, aún no puedo explicártelo, pero te prometo que en cuanto vuelva lo haré y me entenderás – le dijo con seriedad Shaoran, pero Sakura no iba a quedar conforme con esa respuesta.

– ¿Y por qué no puedes decírmelo ahora? – Sakura empezó a pasearse por la habitación – ¿Necesitas a caso tiempo para inventar una mentira?

Sakura... ¿De qué estás hablando? – Shaoran se sentía desconcertado.

– Shaoran... ¿Por qué no me lo dijiste desde el principio? ¿Qué hice mal? – preguntó la joven de ojos verdes tratando de ahogar los llantos, estaba muy confundida, tenía unas ganas enormes de hablar con su esposo que hacía ya un mes que no veía ni escuchaba, quería saber muchas cosas de él, no quería discutir, pero no podía evitarlo.

Sakura ¿De qué hablas? De verdad no lo entiendo, dime primero ¿Qué te dijo mi madre? – Shaoran temía lo peor.

– Todo, me lo ha confesado todo Shaoran, yo jamás creí que tú pudieras... hacerme esto – reclamó con voz débil.

Sakura, no importa ya lo que mi madre te ha dicho, está bien, puedo hacerme una idea de lo que pudo haber sido – hizo una pausa y escuchó que Sakura parecía llorar y agregó – Sakura... te prometo que en todo este tiempo no he hecho nada indebido, sólo he estado trabajando para la empresa ¿Confías en mi?

– Entonces... ¿Por qué nunca me has hablado de Meiling? – murmuró como respuesta, Shaoran sintió como el corazón se le apretaba, su madre se lo había contado todo.

Sakura, ella es...

– ¡Ya sé quien es ella, la pregunta es otra Shaoran! – exclamó sorprendiendo a su marido.

Bueno... yo... no podía hablarte de ella, no aún, hay algunas cosas que hay que aclarar, es una historia muy larga... – trató de excusarse desde el otro lado de la línea telefónica.

– ¡Basta! Shaoran, no es necesario que inventes más excusas – Sakura sintió un dolor agudo en el vientre, aquel dolor ya le era familiar y se asustó – ¡Ay!

¿Sakura? – Se asustó del quejido de su mujer – ¡Sakura! ¿Qué pasa?

Sakura miró sus piernas levemente abiertas, vio como un hilo color carmesí lo recorría por el interior de estas y luego miró hacia el piso y vio unas gotas del mismo color, el dolor era inaguantable, cayó en el suelo de madera y el teléfono saltó lejos, la joven cerró sus ojos con fuerza y se agarró el vientre temiendo que se separara de su cuerpo, levantó el rostro y buscó el aparato negro, estiró una mano y lo alcanzó, pudo escuchar los gritos de su marido desde el otro lado:

Sakura ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Sakura estás ahí? ¡Contéstame! – gritaba preocupado.

– He tomado una decisión... Adiós... Shaoran – Sakura pudo escuchar el llamado de su nombre aún provenientes del teléfono, hizo caso omiso y apretó el botón rojo para colgar. Las lagrimas salieron de sus ojos, no aguantaba más el dolor, sólo pudo llorar – Ayúdenme... por favor.

En ese momento la puerta de la habitación se abrió y Peng Peng entraba con una bandeja de plata y sobre esta el desayuno de Sakura, pero al verla tirada en el piso llorando y con rastros de sangre, dejó que esta cayera haciendo un ruido estrepitoso.

– ¡Señorita Kinomoto! ¡Aguante por favor! Iré a pedir ayuda – gritó asustada y salió corriendo de la habitación. – ¡Wei!

El mayordomo de la casa llegó corriendo con otras dos criadas y Peng Peng, al asomarse por la habitación se encontró con Sakura en el piso:

– Peng Peng, levántela y llévela a la cama – entró a la habitación y tomó el teléfono desde el piso – llamaré al doctor... ¡Date prisa! Y ustedes dos, limpien todo esto – indicó la bandeja de plata y los platos quebrados en el piso con la comida desparramada, las otras asintieron y comenzaron a trabajar.

– Señorita Kinomoto – la llamó la joven de anteojos tratando de levantarla – resista por favor, el doctor ya viene a atenderla.

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El médico acababa de terminar de examinarla, Wei entró a la habitación junto con Peng Peng:

– ¿Se encuentra bien? – preguntó el viejo mayordomo al doctor. Este se dio la vuelta para mirar hacia el hombre y asintió.

– Como ya he dicho, sólo debe descansar y no esforzarse demasiado ni recibir emociones fuertes ¿Qué ha pasado exactamente? – preguntó girándose y observando el rostro pálido de Sakura.

– He tomado una decisión – todos los presentes fijaron su mirada en ella y la escucharon con atención – me quiero ir a Japón, ahora mismo.

– Pero usted no puede viajar en estas condiciones – le advirtió el médico.

– ¡Si me quedo más tiempo en Hong Kong me volveré loca y perderé definitivamente a mi hijo! – tomó al profesional de las manos – por favor, déjeme volver a casa...

El hombre miró a Wei y luego a la madre de ojos verdes.

– Un viaje así en su estado puede ser peligroso... – se quitó los anteojos y los colgó en el cuello de su delantal blanco. – pero el viaje de Hong Kong a Japón no es tan largo... quizás...

– Wei, prepara mis maletas, me iré en el primer vuelo – luego miró a la joven de anteojos que permanecía quieta y con el rostro preocupado a los pies de su cama – Peng Peng, luego me ayudarás a vestirme.

Ambos obedecieron. El doctor se despidió y se retiró.

Luego de unos minutos, Sakura caminaba ya por los pasillos de la mansión con una pequeña maleta, en él llevaba sólo lo necesario, el resto lo dejaba acá. Llegó hasta las escaleras y se detuvo:

– ¿Quiere que la ayude a bajar la maleta? – se ofreció Peng Peng. Sakura asintió y con ambas manos se afirmó del barandal. No sabía porque pero desde que tuvo aquella pesadilla de caerse por esas mismas escaleras le tenía cierto respeto a los escalones que en aquel momento pisaba. – ¿Se encuentra bien?

– Sí – dejó escapar un suspiro de alivio cuando llegó al último escalón. Tomó su maleta y caminó hacia la entrada.

– ¿Qué tonterías piensas hacer ahora? – Sakura levantó la vista y se encontró con la mirada de Yelan, la mujer acababa de llegar – ¿Escapar de la casa mientras yo no estoy?

– No – contestó Sakura – ¿Acaso usted nunca deseó que yo me fuera de aquí? ¿Por qué ahora se interesa por mi estancia?

– Mientras lleves un Li dentro de tu vientre, no permitiré que te escapes tan fácilmente de esta familia. – contestó la mujer de forma fría. Sakura soltó una risa.

– ¿Ahora pretende controlar la vida de su nieto también cuando aún ni si quiera ha nacido? – contestó Sakura de forma sarcástica. – Es mi hijo y no permitiré que decida sobre su vida como lo hace con Shaoran.

Sakura siguió caminando hacia la entrada de la casa para salir de ahí definitivamente, pero se detuvo cuando la madre de su esposo volvió a hablar:

– Es verdad ¿Cómo no se me ocurrió antes? Seguramente, te vas ahora antes de que descubramos que ese hijo que esperas no tiene sangre Li ¿O me equivoco? – preguntó maliciosamente observando la espalda de la joven castaña, Peng Peng y el resto de la servidumbre presente en el lugar abrieron los ojos de la sorpresa.

Sakura apretó los puños con fuerza y se volteó para enfrentarse a la mujer:

– Usted puede pensar lo que se le de la gana, no discutiré algo tan absurdo, le puedo asegurar que mi conciencia está limpia. Dudo mucho que la de usted sea igual a la mía – volvió a girarse y se marchó definitivamente del lugar.

...Continuará.

Notas de la Autora: Ahahaha... ya ahí está otro capítulo más... sorry por tardarme (OK un descaro de mi parte pedir una disculpa tan sencilla), después del paro, volví a clases de forma casi intensiva porque se nos comprimió el tiempo, me enfermé, etc., pero ahora volví a tener vacaciones XD y no estaba segura de si estaba quedando bien esto, cuando terminé el capítulo anterior (el 5), no tenía idea de cómo continuar este (6), pero antes de quedarme dormida se me iluminó la ampolleta y al otro día me desperté para escribirlo.

Por cierto, cuando estuve escribiendo este capítulo, se me aparecieron varios problemas con respecto al tiempo, no me cuadraban, pero después de hacer varios cálculos matemáticos (saaahh...), de dibujar una línea de tiempo XD! Me di cuenta que no estaba mal, así que todo bien... hahaha... que terrible, la historia tiene hasta la autora confundida. El problema se puso serio especialmente cuando tuve que asignarle edad a Tsuki en la boda. Ahí métale calculando y leyendo capítulos anteriores para ver cuando se casaron, etc y mil detalles más...

Por cada REVIEW que dejan, tipeo una letra (?) lalalala...

Respuestas a los reviews del capítulo anterior que no pude responder:

zarae: Antes que todo, gracias por dejarme otro review. Ahora, con respecto a la duda que tienes, si lees los últimos párrafos del capítulo cuatro te darás cuenta de que el mismo Wei explica que es lo que realmente pasó.

FAIRY: Gracias por leer y dejar review, que bueno que te haya agradado el fic :D! Aahaha... todos odian a la madre de Shaoran XD!

SakurayShaoran: Ahahaha... hola de nuevo, tus reviews siempre son tan emocionados XD! Odias mucho a esa mujer ;D

Katy Kate: Muchas gracias por leer y dejar un comentario :D! Que bueno que te haya gustado el capítulo anterior.

Rosh bernal: Ahahah... no odio a Sakura hohoho... y Shaoran, tiene sus razones... ya verás... ya verás... Gracias por leer y comentar :D!

Dina: Pues... supongo que... alguna razón tendrá... OMG... tengo q pensar en una MUY buena razón xD!...

Val: Gracias, me alegro que te haya gustado la historia... ahora que volví a tener vacaciones, vamos a continuar con esta cosa...

Próximo Capítulo: "Compañía"

(...)

– Me alegra que esta vez me toque una joven tan hermosa como compañera de viaje – la voz de un hombre la había despertado de sus pensamientos. Sakura giró su rostro y se encontró con un par de ojos color miel, los mismos que había estado viendo en sus pensamientos segundos antes.

– ¿Shaoran? – murmuró.

– ¿Disculpa? – Se sorprendió el joven de que lo llamara así, luego sonrió amable – Creo que me ha confundido con otra persona ¿La conozco? (...)