Distancia

Por Hibari Zhang

Capítulo 1: "Ausencia"

La cena transcurría con el mismo aire cargado de tensión de todas las noches y aversión por parte de uno de los presentes, desde que había llegado a aquel lugar, hace unos tres meses ya, aquel ambiente pesado no cesaba de percibirse en aquella casa, corrección: mansión; a menos que estuviera sola, encerrada en su habitación o sólo ante la presencia de su esposo.

­­– Si no vas a cenar, hubieras avisado a la servidumbre antes, la comida en esta casa no se desperdicia – la voz de aquella mujer fría hizo que cada vello de su cuerpo se erizara, la mano izquierda que sostenía el cuenco de arroz blanco tembló levemente. Desde el primer contacto visual que tuvieron, Sakura supo que aquella mujer, Yelan, su suegra, no estaba dispuesta a aceptarla por ningún motivo como esposa de su único y querido hijo varón: Li Xiao Lang.

– Discúlpeme por favor – susurró con timidez, aquello era lo único que podía decir frente a esa mujer de rostro frío y mirada penetrante, si aquello pudiera matarla, ella habría estado enterrada dos metros bajo tierra desde el primer día que puso pie en esta mansión. – Si tan sólo Shaoran estuviera aquí conmigo – pensó, pero sabía que era imposible, aquella mañana su esposo había salido muy temprano, por un viaje de negocios y no regresaría hasta dentro de un mes. Era la primera vez que se iba de su lado y por esa misma razón nunca se había percatado de lo desagradable que podía llegar a ser su suegra, de lo indiferente que podía llegar a tratarla. Falsas fueron las expectativas que tenía en estos tres meses de que la relación entre ambas mejoraran: 'Ya verás que mi madre aprenderá a tenerte cariño, eres una mujer encantadora Sakura' le decía una y otra vez Shaoran.

– Wei, ayude a esta jovencita a retirarse porque si sigue acá mirando estos alimentos, estoy segura que vomitará lo nada que tiene en el estómago – Yelan entrecerró levemente sus ojos y observó aún con más atención la joven de cabellos castaños claros, estos permanecían sujetos en una gruesa trenza que caía de forma sencilla sobre su hombro izquierdo y su mirada de color esmeralda permanecía agachada.

– Señorita Kinomoto – el mayordomo de la familia Li se acercó a la joven quien le sonrió de forma amable y se levantó de la silla luego de que este la sujetara por el respaldo y la corriera hacia atrás alejándolo de la mesa redonda sobre la cual había varios platos de comida china rebosante en colores.

– Gracias – Sakura sabía que la servidumbre, por órdenes estrictas de la jefa de la casa Yelan Li, debía llamarla por su apellido de soltera e ignorar el hecho de que estuviera casada con Shaoran Li mientras este no estuviera presente.

– Señorita tenga cuidado – Wei se apresuró a sujetarla antes de que esta diera contra el suelo.

– ¡Ah! Disculpe mi torpeza, creo que me levanté muy rápido y me sentí un poco mareada – la joven de mirada verde recobró su compostura y sin mirar hacia atrás, sabiendo que aquella mujer la observaba atentamente, sin pasar por alto cada uno de sus movimientos, se retiró a su habitación. Era evidente que no había comido en todo el día, lógico era su repentino mareo, si debía de estar más que fatigada.

Ya con la puerta cerrada, sin encender la luz y a salvo de aquella tensión que dejó atrás mientras subía las escaleras de aquella enorme casona, se sentó sobre la cama matrimonial que compartía con su marido tantas noches de amor y pasión en estos pocos meses que habían estado juntos. Dejó escapar un suspiro y se acostó sobre el colchón frío, no lo soportaba más, apenas se habían separado un día y ya lo extrañaba, no había tenido apetito desde el almuerzo, la soledad invadía cada centímetro de su ser, al venir a este nuevo país había dejado tantas cosas atrás, su familia, sus amigos, todo por él, por ese hombre que amaba con todo su ser.

– Shaoran... vuelve luego por favor – susurró en medio de la oscura habitación – te extraño mucho... no sé si pueda soportar los ataques verbales de tu madre, creo que menos podré aguantar cuando vengan tus hermanas los fin de semanas – y con aquellos temores se quedó dormida.

Mientras en la parte baja de la mansión Yelan ordenaba a Wei que fuera a avisar a la cocina que prepararan unos caldos para la señorita Kinomoto, no estaba dispuesta a enfrentarse al genio que adquiriría su hijo en cuanto volviera de su viaje de negocios y notase el mal estado de Sakura.

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En medio de la oscuridad pestañeó un par de veces ¿Se había quedado dormida? Luego escuchó nuevamente el leve golpeteo de la puerta que la había despertado hace algunos segundos.

– Enseguida voy – contestó, se levantó suavemente de la cama y arregló un poco su blusa para luego dirigirse a la puerta y correr el seguro. – Wei... mmmh – su nariz percibió un suave aroma, lo identificó enseguida, aquel agradable olor le pertenecía a un tibio y humeante caldo de pollo que venía sobre una bandeja plateada en las manos del viejo mayordomo.

– No ha comido en todo el día Señora Li Sakura, estoy seguro que esto le sentirá bien – Wei era el único de la casa que respetaba su situación, frente a la Señora Yelan Li no podía desobedecer, pero sin la presencia de esta no tenía porque hacerlo, Sakura era una buena joven, su señor Li Shaoran, la quería mucho, podía notarlo en cada mirada que le dirigía o cada vez que la nombraba y hablaba o escuchaba de ella.

– Muchas gracias Wei – Sakura lo hizo pasar y se sintió aliviada, no se había dado cuenta de lo hambrienta que estaba hasta sentir aquel aroma en la puerta de su habitación. – Pasa, pasa.

Ambos se dirigieron al escritorio que había dentro de la habitación, Sakura tomó los papeles, los libros, las carpetas y algún que otro bolígrafo de encima, los apartó a un lado y otros los dejó en su sitio, por último, tomó el notebook y lo dejó por el momento sobre la cama. Luego invitó a Wei que se acercara y dejara la bandeja sobre el escritorio, tomó la silla y se sentó para empezar a comer.

– Esto está muy bueno – luego de unos minutos e ingiriendo el último trozo de pan, Sakura acabó.

– Bien, me retiro Señora Li – y con una reverencia el mayordomo se fue con la bandeja.

Sakura se levantó y despidió a Wei en la puerta, luego la volvió a cerrar y colocó el seguro.

– Me daré un baño – sonrió para sí misma más animada – y luego descansaré.

A medida que recorría la enorme habitación y sacaba su ropa de dormir para dejarla estirada en su cama junto con la lencería que utilizaría después del baño empezó a recordar cuando vio a Shaoran por primera vez:

Era una noche fría de otoño, tomó su chaqueta larga y se despidió de su padre y su hermano.

– Adiós hija, cuídate mucho y mándale mis saludos a Tomoyo – Sakura tomó el paquete que estaba dentro de una bolsa en el piso y se colocó de pie acomodando bien las botas que recién se había colocado en la entrada de su casa ubicada aún en Tomoeda.

– Si papá – contestó con una sonrisa.

– No llegues muy tarde monstruo, la calle es peligrosa – pero no recibió más respuesta que la de un fuerte portazo, la cual le arrancó una sonrisa, su hermana no cambiaba.

Mientras tanto, ya afuera en la calle, Sakura hacía un infantil puchero, como odiaba que su hermano continuase tratándola como la niña pequeña de diez años, ahora era una mujer, tenía ya 19 años y se dirigía a la mansión Daidouji, en donde se celebraría el cumpleaños numero 20 de Tomoyo.

– ¡Hola Sakura! – Tomoyo abrazó a su querida amiga de la infancia tras verla entrar a la fiesta que había organizado, la joven de cabellos negros y largos sonreía mientras tomaba de una mano a la joven de ojos verdes y se adentraban para ir por unos tragos entre la multitud de gente, varios de ellos, por no decir la mayoría, le eran completamente desconocidos.

Tomoyo era una joven hermosa de buen porte, en la Universidad llamó la atención de todos desde el primer día que ingresó, no solo por su belleza, si no también por su inteligencia. Decidió estudiar Negocios para heredar en un futuro no muy lejano las empresas de su madre. La joven Daidouji conocía a mucha gente, no sólo por su fácil desenvoltura en el mundo social estudiantil, también por la influencia de su madre en el mundo laboral.

– Feliz cumpleaños Tomoyo, mi padre te manda saludos también – Sakura le extendió el paquete mientras Tomoyo le daba un vaso de bebida sospechosa. – Tomoyo tu sabes que no me gusta estas cosas – Sakura quiso devolvérselo pero la joven de ojos color amatista no se lo aceptó.

– Vamos Sakura, tu bien sabes que debes aprender tarde o temprano a soportar estas bebidas y... ¡Muchas gracias por el regalo! ¡Me encanta! – Tomoyo llamó a una de las jóvenes que atendían a los invitados en la mansión e hizo que subiera el obsequio a su habitación y la chaqueta que Sakura se había quitado de encima dejando descubierto una camiseta de color verde con tirantes y el estampado de una enorme flor de cerezo en la mitad superior izquierda, una falda corta y tablada de color negro que dejaban descubiertos casi toda su pierna, la cual estaban cubierta por unas medias de color blanco hasta la mitad de sus muslos y debajo de sus rodillas unas botas de color negro con taco.

– ¡Ah! Tomoyo no puedo, es desagradable – Sakura dejó escapar una mueca de asco tras tragar con dificultad un sorbo que le escoció la garganta. Tomoyo dejó escapar una sonrisa y tomó el vaso de su mejor amiga y lo colocó sobre la bandeja de uno de los sirvientes que pasaba en aquel momento justo por su lado.

– Vamos Sakura, estoy viendo a Eriol desde acá – la joven de ojos esmeraldas se volteó y vio al ya nombrado chico, su cabello negro azulado y la mirada misteriosa detrás de esas gafas era inconfundible. Tomoyo levantó su mano derecha y la agitó por sobre la multitud de gente para captar la atención del joven que parecía buscarla también a ella.

– Feliz cumpleaños, mi hermosa princesa – Eriol tomó la mano de Tomoyo de forma gentil y la besó.

– ¡Ay! Eriol siempre tan caballero – Tomoyo acercó su mano libre a una de sus mejillas y se sonrojó levemente con una dulce sonrisa. Ambos eran novios desde hacía unos años y estaban estudiaban la misma carrera. Luego se miraron a los ojos de forma sospechosa, Sakura era despistada, pero la experiencia a través de los años, habían dado sus frutos, no se sintió cómoda ante la complicidad que mostraban ambos.

– Hola Hiraguizawa – saludó la joven de ojos esmeraldas levemente insegura y miró a Tomoyo – ¿Pasa algo?

– Eriol ¿No nos presentarás al joven que se encuentra detrás tuyo tan escondido? – Sakura se sorprendió no se había dado cuenta que el novio de su mejor amiga venía con alguien más, con tanta gente desconocida, no lo había notado.

– Li Shaoran, mi primo – el joven de gafas lo presentó y el aludido agachó levemente la cabeza a modo de saludo. – Daidouji Tomoyo, mi novia; y esta joven de acá su mejor amiga: Kinomoto Sakura.

Sakura lo observó atenta, desde la cabeza hasta los pies, su corazón se detuvo por unos instantes ¡Qué chico tan serio! Fue la primera impresión que tuvo de él, se sintió intimidada.

– Hola – saludó de forma tímida la joven de ojos verdes. Tomoyo también lo saludó con una amable sonrisa.

Luego de las presentaciones y una breve charla entre los cuatros, aunque los que más hablaban eran Tomoyo y Eriol, la pareja de enamorados se separó de ambos con la excusa de ir a bailar, Kinomoto y Li quedaron solos en aquel rincón de la mansión Daidouji sin saber que decirse.

– Bueno... ¿Quieres beber algo? – preguntó Sakura incómoda ante el silencio e intentó romperlo.

– No tomo – contestó de forma cortante.

– Ah, que bien, yo tampoco ¿Sabes? No me gusta, es desagradable – sonrió nerviosa tras descubrir que al menos algo tenían en común: ambos no tomaban. – Así que vienes como estudiante de intercambio. – Intentó buscar un tema de conversación.

– Sí – luego agachó la mirada y observó con más detenimiento la joven con la cual comenzaba a dialogar pobremente, tenía un buen físico, el cabello bien cuidado de color castaño claro no muy largo pero tampoco corto, pues le llegaba hasta un poco más abajo de los hombros, vestía sencillo, pero sus ojos, esas dos esmeraldas era lo que más le había llamado la atención, desde que la vio por primera vez observar hacia ellos, cuando apenas había entrado a la mansión junto con su primo Eriol lo había dejado sin respiración. – órdenes de mi madre. – Agregó.

– Oh... – murmuró como respuesta. – ¿Órdenes de tu madre? – El joven asintió y Sakura continuó hablando tras ver que él no respondería más – bueno, yo nunca he ido a otro país antes ¿Cómo se siente? – Preguntó de forma inocente, pero tras ver que el joven de ojos marrones, casi dorados arqueaba una ceja indicando no entender la pregunta por completo, corrigió – O sea, me refiero a dejar a tu familia, conocer nuevas culturas, idiomas, todas esas cosas, tu japonés es bastante bueno.

– Gracias – refiriéndose al cumplido sobre su japonés – Veamos, es interesante saber más y estoy acostumbrado a viajar, desde pequeño lo he hecho, así que no me incomoda dejar mi familia. – contestó de forma natural sorprendiendo a Sakura, puesto que se había mostrado serio y frío todo este rato en que había tratado de entablar conversación, pero ahora parecía soltarse más – ni aprender nuevos idiomas.

– Yo no podría dejar a mi padre – dejó escapar una suave sonrisa, Shaoran observaba atentamente los gestos de aquella joven – ni a mi hermano, aunque lo odie – dejó escapar un puchero infantil al recordar como la apodaba, sorprendiendo a Shaoran y luego continuó hablando con un rostro más tranquilo – tampoco a Tomoyo, soy muy apegada a ellos – sonrió nerviosa imaginándose la situación de estar en un lugar totalmente desconocido para ella sin sus seres queridos – aunque pensándolo bien, mi padre suele viajar mucho – notó que Shaoran no comprendía y agregó – él es arqueólogo, entonces cada cierto tiempo lo llaman para que asista a alguna excavación fuera de la ciudad o del país.

– Ya veo – murmuró Shaoran. – ¿Tú y Daidouji son amigas desde hace mucho? – Sakura iba a contestar pero el joven castaño añadió rápidamente – Me refiero a como se conocieron, tu estás estudiando para ser profesora de primaria ¿Verdad? – Shaoran revoloteó su cabello castaño intentando hacer memoria de la conversación de hace unos momentos junto a las presentaciones.

– Nos conocimos desde muy pequeñas, somos amigas de la infancia – contestó – estuvimos en la misma escuela, siempre juntas, nuestros caminos se separaron cuando decidimos nuestro futuro, pero seguimos igual de amigas que siempre, hay que agregar que somos primas, nuestras madres lo eran – contestó con una sonrisa.

– ¿Lo eran? – se preguntó Shaoran.

– Mi madre falleció cuando yo tenía tres años – contestó Sakura tranquila.

– Lo siento. – Sakura negó con la cabeza y le indicó que no se preocupara.

– ¿Bailamos? – La joven de ojos verdes le ofreció una mano y él se la aceptó y ambos se sumaron a la multitud que se movía al compás de la música.

Aquella noche fue el comienzo de todo, mientras bailaban percibieron cierta conexión entre ellos y a medida que avanzaba la fiesta, siguieron conversando más y más, poco a poco los temas se iban extendiendo y no paraban, intercambiaron experiencias, opiniones y algunos recuerdos pasajeros, aunque Sakura era la más abierta en la conversación, la que más sonreía y no dejaba de sorprender a Shaoran, quien siempre fue un joven más serio y reservado.

Llegó la hora en que se apagaron de pronto todas las luces de la mansión y trajeron la torta de Tomoyo con sus velas y con música de fondo para la ocasión y todos los invitados le cantaron feliz cumpleaños, luego aplaudieron cuando la joven terminó sus deseos y sopló las velas. La torta se repartió y pronto la fiesta volvió.

– Por eso odio a mi hermano Touya, siempre me llama monstruo – Shaoran curvó levemente sus labios, le agradaba la forma de hablar de esa joven – desde pequeña me llama así y a pesar de que ya he crecido, no ha cambiado su forma de tratarme.

– Creo que es porque eres muy importante para él. – opinó Shaoran, luego le indicó a Sakura que tenía un poco de pastel en la mejilla izquierda.

– Si le importara más me trataría mejor – contestó algo sonrojada y limpiándose con una servilleta que tenía en la mano. – ¿Tu tienes hermanos?

– Cuatro desagradable hermanas mayores – dejó escapar un suspiro con el ceño levemente fruncido. Sakura dejó escapar una sonrisa - ¿Por qué te ríes?

– Parece que a ambos nos desagrada nuestros hermanos. – Shaoran desvió la mirada, quizás era el calor de la fiesta que sintió sus mejillas arder levemente, pero la sonrisa de aquella chica, el brillo de sus ojos lo tenían encantado.

– ¿Qué te parece si salimos un rato de acá? Me está dando calor – sugirió el joven castaño. Sakura asintió. Ambos dejaron los platos de pastel ya acabado en una mesa cercana y Sakura lo guió para que salieran del acalorado lugar.

La joven de ojos esmeraldas lo guió hasta el jardín de la mansión, aquel lugar siempre le había gustado, aunque estaban en pleno otoño, no dejaba de perder su encanto. Pasearon unos minutos en silencio alejados de la música.

– Me encanta – susurró con los ojos cerrados Sakura, extendió los brazos y dejó que la luz de la luna bañara su cuerpo sintiéndose más energizada. Shaoran suavizó su mirada, nunca antes había conocido una joven con un aura tan mágica, pareciera que la luz de la luna pudiera alimentar su alma pura y la hiciera endemoniadamente más atrayente de lo que ya era.

Me estoy volviendo loco – pensó.

– ¿Por qué te estás volviendo loco? – preguntó Sakura observándolo inocentemente. Shaoran se sonrojó, había jurado que no lo había dicho en voz alta ¿Acaso leía la mente ella?

– Ah... yo... ¿Dije algo así? – preguntó inseguro. La joven sonrió nuevamente y asintió. Shaoran suspiró y levantó la vista a la luna menguante del cielo – Creo que esta noche puedo creer en todo lo que antes jamás me hubiera planteado ni si quiera en la leve posibilidad de que existe. – Sakura se sintió perdida, quiso preguntar a qué se refería pero Shaoran la interrumpió – Volvamos.

No notaron la ausencia de Tomoyo ni de Eriol en toda la noche hasta que la fiesta tenía aspecto de que ya estaba terminando.

– ¡Tomoyo! ¿Dónde estuviste en toda la noche? – Sakura hizo un puchero infantil para la edad que tenía ya y Tomoyo sonrió tomada del brazo de Eriol.

– En la fiesta atendiendo a los invitados Sakura, en la fiesta – luego miro a Eriol quien también sonreía – más bien deberíamos preguntarte a ti ¿Dónde andabas Sakurita? – luego miró a Shaoran.

Ambos, Sakura y Shaoran, se miraron y desviaron la mirada.

– En la fiesta también ¿Dónde más? – contestó Sakura sonrojada, recién empezaba a darse cuenta de las intenciones de esa parejita, lo habían planeado todo desde el principio. Tomoyo rió más ampliamente. – ¡Tomoyo!

– Ustedes dos – refiriéndose a Eriol y a Shaoran – ¿Serían tan amable de ir a dejar a Sakura a su casa? – Miró su reloj de pulsera – se hace tarde, puede ser peligroso. – Una joven de la servidumbre le extendió la chaqueta de Sakura que antes habían subido a su habitación – Toma Sakura, hace frío afuera, no te vayas a enfermar.

– Gracias Tomoyo – Sakura recibió la chaqueta y se la colocó – no es necesario que me vayan a dejar, mi casa no queda muy lejos.

– No te preocupes Kinomoto, nuestra casa queda de paso a la tuya, lo sabes – contestó Eriol y luego se despidió de su novia. – Vamos.

Los tres salieron de la mansión y se subieron al auto de Eriol. Luego de unos minutos llegaron a la casa de dos plantas de Sakura, pintada de color amarillo, esta bajó del auto agradeciendo a Eriol por su amabilidad y Shaoran la acompañó hasta la puerta siendo observados por Hiraguizawa.

– Está bien, no era necesario que bajaras tu también – se disculpó Sakura. Shaoran negó con al cabeza.

– Ha sido muy agradable compartir esta noche contigo, conozco poca gente en Japón, nunca había hablado tanto con alguien. – Shaoran agachó la cabeza como gesto de despido – buenas noches Kinomoto, espero que nos volvamos a ver.

– Buenas noches Li– Sakura le dedicó una sonrisa, esperó que Shaoran se subiera al auto y despidiéndose de ambos con la mano, entró a casa.

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No quería abrir los ojos aun, pero la luz de la mañana filtrándose por las cortinas le molestaba y no la dejaba dormir más, extendió uno de sus brazos para buscar algo a su lado pero no encontró nada más que sábanas frías, era verdad, Shaoran había ido de viaje de negocios y hoy era recién la segunda semana sin él, definitivamente este iba a ser un mes bastante largo. Abrió los ojos y se giró para ver el despertador:

6:26 a.m.

Aún era temprano, las actividades de la casa empezaban generalmente a las ocho, se estiró y decidió levantarse. Con el cabello revuelto se colocó las pantuflas, al colocarse de pie sintió como el piso se balanceaba y la cabeza pesada, odiaba cuando le pasaba eso por levantarse muy rápido.

– ¿Qué me estará pasando? – se apoyó en el borde de la cama, pero de pronto se le revolvió el estómago y no pudo mas, fue corriendo al baño. – Dios mío, que significa esto... – murmuró, se levantó, tiró la cadena y se miró al espejo para empezar a lavarse la boca, la cara y los dientes. Hacía una semana que solía despertarse con estos vómitos y mareos repentinos.

Luego de la desagradable forma de despertar se dirigió al guardarropa, de él extrajo la prenda para el día. Miró la cama desecha con la ropa entre sus brazos y vio la imagen de Shaoran sobre ellas con el cabello revuelto y con la espalda descubierta y murmurando lo que solía decirle casi todas las mañanas: 'Quédate un rato más en la cama amor, por favor' dejó escapar una sonrisa ante aquel recuerdo.

– Me pregunto si aguantaré este mes sin ti – murmuró y dejó escapar un suspiro – ¿Cuántas veces ya me lo he preguntado? – Se vistió con calma y luego se dirigió al escritorio donde tenía un pequeño calendario y tachó otro día más que pasaba, sólo faltaban 23 días más – Un segundo... – se murmuró a si misma y dejó el calendario a un lado y fue hacia el cajón de la mesita de noche que tenía en la cabecera de su lado de la cama, de él extrajo una pequeña agenda donde registraba sus días y empezó a contarlos. – ¡No puede ser! ¿Cómo no me había dado cuenta antes?– Exclamó con sorpresa pero luego con alegría. – Pero yo soy irregular, quizás sólo sea mi imaginación, ya me ha pasado antes...

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En el comedor familiar solo estaban ellas dos y el mayordomo que solía atenderlas: Wei. Ninguna hablaba. Yelan notaba como Sakura parecía haber recobrado el apetito y comía como solía hacer, la semana que había pasado sólo había tomado sopa, encerrada en su habitación.

– ¿Ha tenido noticias de Shaoran? – murmuró Sakura con algo de inseguridad, no sabía si su suegra iba a responderle o no.

– Sí – respondió fríamente, como siempre. Sakura levantó la vista desconcertada.

– ¿No ha preguntado por mi? – observó como Yelan con sus palillos chinos ingería el desayuno tranquila.

– No – mintió y luego agregó– era tarde, le pedí que me hablara sólo de negocios – el silencio nuevamente se hizo presente, Sakura no preguntó más, había sido igual durante toda la semana pasada y Yelan recordó la conversación de la noche pasada:

Madre ¿Me podrías comunicar con Sakura? – se escuchó desde el otro lado de la línea telefónica, hace unos momentos Yelan y su hijo terminaron de hablar sobre los asuntos relacionado con el negocio por el cual Shaoran había viajado.

– Seguramente está durmiendo ya – le contestó sin emoción alguna.

Igual quiero que me la pases, Madre, seguramente no le importará hablar si sabe que soy yo. – Shaoran contestó la negativa de su madre con amabilidad, conocía bien a Sakura y sabía que la alegraría conversar con él. – Comunícame con ella por favor.

– Li Xiao Lang – cuando Yelan llama a su hijo por su nombre completo, Shaoran sabía que no era buena señal discutir más – Buenas noches. – el teléfono cortó.

Sakura dejó sobre la mesa sus palillos chinos y se levantó de la mesa:

– Muchas gracias por la comida. – Yelan la miró irse y siguió terminando su desayuno no sin antes agregar en voz alta y clara para que Sakura la escuchara:

– Xiao Lang debe de estar pasándola muy bien en Estados Unidos, la monótona vida que llevaba acá en Hong Kong debe de haberla olvidado ya. – refiriéndose a Sakura. – hay bellas e inteligente mujeres en aquel país ¿No te parece Wei?

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Ya en su habitación miró la hora, eran muy temprano aun ¿Qué podía hacer? Cuando Shaoran estaba a su lado, podía ayudarlo con algunos asuntos del trabajo durante la mañana, en la tarde le llevaba el almuerzo a la oficina o lo invitaba a comer a algún sitio, luego si Shaoran no tenía más trabajo, salían a pasear a algún lado, todo lo que hacía era en compañía de su esposo, desde que se habían instalado en Hong Kong era así. Sakura no conocía a nadie de este enorme país, no tenía amigos, no había tenido aún la necesidad de salir a trabajar, dinero no les faltaba. La semana que pasó, se encerró en su habitación y dormía todo lo que podía mientras no tuviera nada importante que hacer, salió un par de veces de compras, pero nada la animaba demasiado, se sentía demasiada sola, cuando intentaba ayudar en algo Yelan aparecía y la criticaba.

Quizás deba llamar a Tomoyo – pensó mientras apretaba los puños y recordaba las últimas palabras que habría preferido no escuchar en el comedor de la señora Yelan Li.

Luego de lavarse los dientes, volvió a salir de su habitación.

Se dirigió al estudio de Shaoran, lugar en donde a veces solía quedarse hasta tarde trabajando, su esposo no salía de ahí hasta que ella misma fuese a buscarlo con algunos bocadillos y casi siempre lo acompañaba hasta quedarse dormida en el sofá que había en ese lugar. Solía despertar con la chaqueta de Shaoran encima, dándole calor, y él mirándola con una sonrisa amable desde el otro lado del mesón.

Se sentó en la silla de cuero negro que había detrás de ese gran escritorio, ocupado generalmente por su marido, tomó el teléfono y marcó un número que se sabía ya de memoria:

– Hola Tomoyo, soy yo Sakura – saludó tras escuchar una voz amable desde el otro lado de la línea. – Espero no molestarte a esta hora.

¡Sakura! Tanto tiempo – le contestó Tomoyo. – No, no amiga, tú nunca jamás me molestarías y eso lo sabes ¿Cómo has estado? ¿Qué tal la vida allá en Hong Kong?

– Bien, creo – contestó sin muchos ánimos, lo cual fue notado por su mejor amiga.

Sakura... ¿Pasa algo? Te noto desanimada... – Tomoyo supuso que por eso la había llamado. – cuéntamelo todo Sakura, no omitas nada. – Sakura lo sabía, si llamaba a Tomoyo era para contarle todo, a su amiga no se le podía esconder nada.

– Tomoyo, tu sabes más bien que nadie que en estos tres meses que he estado aquí con Shaoran, en China, han sido los más maravillosos de mi vida – le contestó y su amiga del otro lado asintió y dejó que continuara – pero desde que se fue hace una semana a ese viaje de negocios, no he sabido de él, no he podido comunicarme con él y según su madre él tampoco ha preguntado por mi. Me siento... – dudó unos segundos, Tomoyo seguramente se preocuparía por ella si le contase, pero ya la había llamado, no podía esconderle nada.

¿Cómo te sientes Sakura? – preguntó Tomoyo preocupada desde el otro lado.

– Me siento como sola Tomoyo, desde que Shaoran se fue me he dado cuenta de lo sola que estoy acá en esta enorme casa, en este enorme país completamente desconocido para mí.

Comprendo– contestó Tomoyo desde el otro lado de la línea. – ¿Tu suegra te sigue tratando como una desconocida? ¿Aún no te ha aceptado como la mujer de su hijo?

– Nadie en la casa lo hace, a excepción del mayordomo más viejo, ya sabes, Wei. – le contestó Sakura con voz apagada. – Yelan me trata horrible, lo que más desea es que le de el divorcio a su hijo.

¿Le has dicho a Shaoran todo eso? – le preguntó Tomoyo.

– Shaoran sólo sabe que su madre aún no me ha aceptado. Tomoyo no sé si aguante otra semana más, su madre no hace otra cosa más que criticarme, no me deja hacer nada en casa porque están los criados y si no hago nada me trata de aprovechada, que me casé con su hijo sólo por dinero. – Sakura ahogó un llanto.

¿Y tú te casaste con Shaoran sólo por interés? – Preguntó Tomoyo.

– ¡No! Por favor Tomoyo, tú sabes más que nadie que eso no es verdad ¿Cómo puedes preguntarme eso? – exclamó Sakura preocupada.

Entonces ¿Por qué te preocupa lo que esa mujer piense y haga que los demás piensen de ti? – preguntó para calmar a su amiga de alguna manera.

– No lo sé Tomoyo, pero es el ambiente cargado de tensión, no sabes como se me revuelve el estómago cuando nos topamos, especialmente los domingos cuando llegan sus cuatro hermanas con sus hijos. ¡Me odian! – Sakura volvía a sentirse mal apenas se acordaba del día de ayer, cuando vinieron de visita, era la primera vez que se enfrentaba a ellas tan sola. – No sé como unos niños pequeños pueden afectarme tanto, tu sabes que me encantan, pero lo que sus madres le han metido en la cabeza, quien sabe como, es... – Sakura hizo una pausa, sentía que el desayuno quería salir por donde le había entrado en la mañana – discúlpame Tomoyo pero dame unos segundos – Sakura se colocó de pie y se dirigió con el teléfono al sofá y se recostó para continuar hablando.

¿Qué sucede Sakura? – Preguntó Tomoyo preocupada, su amiga no sonaba bien.

– Lo siento Tomoyo, pero es que acordarme de esos niños no me hace sentir muy bien, no los soporto. – dejó escapar un suspiro de alivio, acostada en el sofá la hacía sentirse un poco mejor.

No lo entiendo Sakura, tu misma lo has dicho, te encantan los niños ¿A qué te refieres con que no te hacen sentir muy bien, que no los soportas? – Preguntó Tomoyo algo desconcertada, su amiga había estudiado para ser profesora de primaria, los niños debían de agradarles por más insoportables que fuesen ¿O no? Pero escucharla hablar así era una imagen totalmente distinta a la que tenía de Sakura frente a ellos.

– Últimamente me he sentido un poco mal, mareada, he despertado varias mañanas corriendo al baño, no soporto algunas comidas – Tomoyo quien escuchaba desde el otro lado de la línea abrió los ojos encantada ¿Era verdad lo que estaba escuchando?

¡Sakura! ¿Estás escuchándote a ti misma? – exclamó, Sakura sólo atinó a contestar con un '¿Ah?'¡Sakura! No puedo creerlo, está bien que seas despistada a veces, pero esto es más que obvio, hasta alguien como tú se daría cuenta, los niños no te desagradan, ni te hacen sentir mal, es tu estado lo que te hace sentir así.

– ¿Tú crees Tomoyo que yo... esté...? – Sakura se levantó del sofá y se sentó. – Esta mañana revisé mi calendario, pero ya sabes, soy un poco irregular así que no puedo estar segura.

Sakura parece que el asunto con tu suegra te ha dejado un poco más tonta de lo que eres – le contestó Tomoyo – ¿Por qué no te haces un test de embarazo o vas simplemente al médico y ya?

– Es verdad, tienes razón – Sakura se levantó y se dirigió nuevamente al escritorio de Shaoran y se regañó a sí misma por lo lenta que estaba siendo para pensar las cosas – Que haría sin ti Tomoyo. – dejó escapar una sonrisa.

Nada, Sakura, nada – ambas rieron. Todo parecía más animado después de aquella conversación. – Sakura ¿Te das cuenta de lo que eso significa? – Tomoyo sin necesidad de verlo pudo percibir como su amiga desde el otro lado del teléfono asentía con la cabeza de alegría. – Ya no estarás sola, no puedes sentirte sola, tienes que ser fuerte Sakura y aguantar hasta que Shaoran vuelva para comunicarle la buena noticia. Con eso su madre tendrá que aceptarte si o si.

– De todos modos, aun no estamos segura. – le dijo a Tomoyo – creo que iré directamente al médico para confirmarlo mejor, apenas te cuelgue pediré hora.

Entonces adiós amiga ¡Mientras antes sepas mejor! Quiero ser la segunda, porque tu serás la primera, en saberlo. – le dijo Tomoyo. – en realidad la tercera, porque primero lo sabrá tu médico. – meditó Tomoyo y ambas rieron de nuevo para luego despedirse y colgar.

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Estaba nerviosa, miraba con ansias el rostro del doctor, para ver si podía descubrir la respuesta antes de ser pronunciada, pero este estaba tan serio que no estaba segura de si iban a ser buenas o malas.

– Y bien... – susurró Sakura – Doctor Tsukishiro. – los nervios no la dejaban tranquila, sentía mariposas revolotear en su estómago, en cualquier momento perdería la conciencia si el silencio seguía.

El aludido acomodó sus gafas y suavizó su rostro, luego le dedicó una amplia sonrisa a la joven de ojos verdes:

– Enhorabuena, señora Li, usted tiene diez semana de embarazo. – le contestó.

Sakura sintió como su corazón se le aceleró de felicidad.

– ¿De verdad? ¿De verdad, de verdad? – preguntó contenta sin poder creer que aquella cantidad de alegría podía ser sentida alguna vez en su vida.

– Según los resultados de estos exámenes que se hizo, sí, es verdad – sonrió el joven de cabellos plateados – es mas, si no está segura, siempre puede volver a hacerse los exámenes.

– No – contestó tomando el papel que indicaba que estaba esperando un bebe, lo miró con los ojos brillantes de alegría y luego observó al doctor – muchas gracias, está bien así. Gracias... – no podía evitarlo, las lágrimas de alegría resbalaban por sus mejillas sonrojadas, no podía aguantar ya las ganas de hablar con Shaoran y decirle que iba a ser padre.

– Señora Li ¿Se encuentra bien? – preguntó el doctor Tsukishiro levantándose del asiento detrás del escritorio.

– Sí, sí, es solo la emoción del momento, discúlpeme – Sakura se limpió las lágrimas ya más calmada y se levantó con la ayuda del doctor para retirarse. – Entonces nos volveremos a ver para los chequeos que deba hacerme cada cierto tiempo ¿Verdad?

– Sí, luego se comunica con mi secretaria para que fijemos hora. – ambos se despidieron. Sakura tomó un taxi a la salida de la clínica y se dirigió a la mansión Li.

...Continuará.

Notas de la Autora: OK, me desperté un domingo al medio día pensando en el sueño que acababa de tener y decidí adaptarlo un poco y transformarlo en un fan-fic de CCS. La idea es que esté cargado de recuerdos salpicados y poco del presente pero tratando siempre que la historia gire en torno a Sakura, pero de a poco vamos avanzando. Espero que les agrade y espero poder terminarlo luego. Está de más decir que los personajes no me pertenecen.

Dejen REVIEWS por cada uno que dejan, tipeo una letra (?).

Próximo Capítulo: "Tiempo"

(...) Sakura apretó sus puños ¿Cómo esa mujer, madre de su marido, podía hablar así de ella que ningún daño le había hecho? Iba a entrar para poner de una buena vez a esa mujer en su lugar pero ante la mención del nombre de una mujer que le llamó la atención la detuvo (...)