Gente, debí decirlo hace tiempo, pero, no tuve tiempo y todavía no había nada concreto...
HOY LEERAN EL CAPITULO FINAL DE MI FANFIC, DEATHLY CHOCOLATE!!
Primero debo agradecer a la gente que hizo posible todo esto.
A mi Princesa.
A papá y a mamá.
A la gente que dejo review (y la que no pudo dejarla, debido a mi estupidez).
Joss213, Nath, Neferura.K, Amy Winehouse, -agf-, Nakanaide21, Gadiss Grayword.
A Zazil.
A mis amigos que se tomaron la molestia de leerlo.
A Emmanuel, a Nath.
Disfruten el último capitulo.
Aquí se respira el miedo. Bueno... en realidad, huele a humedad y un extraño cambio de aroma corporal.
Mello siempre huele dulce, imagino, por tanto chocolate, pero, ahora huele... sinceramente, no sé como describir este olor, pero, yo puedo sentir ansiedad cuando me acercó al cuello de Mello. También su comportamiento es diferente: siempre ha sido un extremista, a veces es soportable y no se molesta fácilmente, también un poco sarcástico, pero, es un humor que te provoca risas, también hay veces que es irritante, desprende a kilómetros su mal humor, y cuando entra a un cuarto, sientes que el ambiente se hace incomodo y pesado con su presencia. Pero, ahora, sólo esta molesto o demasiado callado y meditativo.
Son cosas muy diferentes, pero, se amoldan al comportamiento de Mello como si fuese una etapa de absorto total, no puedes acercarte, porque te puedes quemar, no puedes quedarte mirando porque te impacientas.
A mi tampoco me dan muchas ganas de jugar. Es 'contagioso'.
Por un buen momento no tuvimos preocupaciones, nos desahogábamos, ya sabrán como... Es algo que nos ayuda a no rendirnos o caer en la locura. Es como si el peso de los peligros de esto no cayeran hasta ahora.
Esto ya lleva días, debo... ¿Qué puedo hacer, ahora que talvez todo el trabajo podría dar frutos o irse al caño?
Todo desde la llamada de Halle.
Nunca habla de ella, pero, esa noche parecía que no había otro tema de conversación. Ya estaba aburrido de escuchar las criticas sobre la chica que terminé cabeceando por el sueño.
No escuché nada útil o que favoreciera la imagen de la joven hasta el final, cuando dijo:
-Sin embargo es inteligente, es muy astuta, útil y bella.
¿Una critica positiva? Sólo expresaba maravillas para L o para las películas que le gustaban.
-Insistía que me uniera a Near... Pero, ella sigue trabajando para mi. –Dijo con un toque de egolatría.
Recargué mi rostro en mi mano, esperando que trasmitiera el mensaje de fastidio.
-¡Qué extraño! –Dijo con nostalgia- Estaba tan molesto y presionado por ver a Near, ni siquiera había notado que ya estaba duchándose, bueno, no había otra manera de que Near no escuchara nuestra conversación. Tuvo la osadía de invitarme a vivir en su baño.
-¿No tiene novio? No lo dudo. –Pregunté con molestia, con espera que dejase de hablar.
-Será muy afortunado el desgraciado, claro, si se da cuenta de lo importante y bella que es Halle.
No me entraban las palabras, no por el cansancio; no captaba que hablaba bien de una persona.
Se quedó pensativo.
-No, ella no tiene pareja porque no necesita a nadie. Creo que es lesbiana.
Se rió un momento. A mi no me dio gracia, porque yo creo que Halle estaba interesada en Mello, pero, sabía que estaba tan loco y obsesionado por ser mejor que Near que se auto compadeció pensando que Mello era gay.
Y yo ahí soportando el 'Caso Kira, detrás de cámaras: amores imposibles', ya quería irme a dormir.
Todos sufren aquí, yo quería una novia, no a un chico. Ahora, más que nunca me fastidiaba pensar en Mello.
O me molestaba que hablara de Halle.
¿Celos? ¿Por qué habla sin parar de una chica, sin importarle que me aburre escucharlo? No lo creo.
No debo recordar que fue Mello quien me provocó. Si él quiere jugar conmigo, adelante. Pero, que en la vida, no vuelva hablar de Halle. Estoy harto.
¿Qué es lo que buscamos? ¿Sexo o el sexo?
-Ya estoy cansado, ¿Tú no? -¡Qué alivio!.
-¡Sí, muy cansado (de escucharte)! –Dije con mucho arranque.
-No tienes porque ser sarcástico, si tienes mucho ánimo, ve por unos chocolates. –Se molestó abandonándome en la sala.
-¡Hablo en serio, quiero dormir!
Mello tiene mucha precisión y objetividad para hacer las cosas, no se fía de ningún dato, hasta corroborarlo, sigue pasos de todo un método científico, observa, formula teoría, prueba y repite. Pero, en ocasiones, se deja llevar por sus impulsos, y cuando enfurece, quiere voltear, tirar y destrozar todo. Sin embargo, parece manejarlo.
Recuerdo la ocasión que volteó la mesa de madera de la cocina, tiró tres vasos de vidrio (lo que me enseña a comprar de plástico), tiró los frascos de café y azúcar, todo quedó en el suelo, yo sólo pude levantar los pies al asiento, en un intento de resguardarme de su ataque. No dijo nada, ni un insulto ni un grito. Después, lanzó dos platos, estos eran de plástico, uno quebró y otro rodó alrededor de la silla de donde me encontraba. Su furia parecía esfumarse en el aire, su rostro miraba al suelo, su cabello cubría la mirada que yo buscaba, respiraba con agitación. Finalmente, dio una patada con fuerza a lo restante de la mesa, y otra, para finalmente desahogarse. Su pantalón se atoró y rasgó con la salida de su pie con una pieza astillada, al jaloneo le siguió un paso desequilibrado, resbalando con una pieza del vaso destrozado. Cayendo tan indefenso al suelo, ahogando su gemido de dolor en un gesto. Resultado: un arenoso suelo de azúcar y café, una mesa destrozada, casi toda la 'vajilla' hecha trizas, un adolorido trasero y el reclamo de los vecinos.
-Buena terapia. –Dije o me burlé de Mello.
Incluso tiempo record para destruir el desayuno, ni siquiera un minuto.
¿Si es tan rápido para esas cosas, por que tarda milenios a la hora de tomar una ducha?
Creo yo, es porque le gusta el agua caliente. Pero, también me gusta imaginar, mi teoría es que quiere limpiar algo más que manchas o suciedad.
Cada impulso obsesivo-compulsivo tiene deseo que consumar una acción. Talvez siente que tiene algo que limpiar, purificar. Tantas cosas que ocultamos las personas, y creemos conocer a la gente, pero, todos, tenemos los peores pecados ocultos o talvez las peores desgracias. Como en la película que me recomendó Mello de Akira Kurosawa, Barba Roja.
Bueno, regresando con la discusión de las duchas... Una persona tarda de cinco a quince minutos, ¿están de acuerdo?, pero, Mello tarde de quince a treinta minutos, dejen fuera el gasto de agua... ¿No les es suficiente?
Para averiguarlo, me aventuré a entrar...
-¡¿Cómo rayos te atreves a entrar aquí?! –Gritó a través de la cortina.
¿De qué se molesta?, cuando éramos niños, en el orfanato, siempre había duchas en masas, nunca hubo problemas, talvez le guste la privacidad ahora, pero, esto es exagerado.
-Yo... quería darme una ducha. –Pésima excusa, incluso "quería usar el retrete o el lavabo" es admisible.
Abrió la cortina para mostrarme su enfurecida cara con burbujitas de espuma.
-Espera tu turno, cabrón.
Cerró nuevamente con un azote furioso.
-¿Por qué tardas tanto?
Mi curiosidad es tan necia.
Abrí la cortina, hizo un breve movimiento retraído, como alguien acongojado o pasmado. El agua seguía enjuagando su cara, su cabello más lacio y pegado.
Lo admito, eso fue algo muy estúpido.
No sé que tanto habrá pensado, pero, resolvió (o empeoró) cuando me jaló y colocó debajo de la regadera y me besó.
-Quítate la ropa, si quieres ducharte.
No tenía de otra, ya estaba empapado, mi ropa también... y un baño con Mello es...
Sus labios exageradamente húmedos presionando en mi boca, y yo intentando desatar mi cinturón.
Hay una pequeña barda en el baño para colocar jabones y shampoo, él me empujó para que me sentará, pero, apenas mi trasero cabía. Abría mi pantalón y estimulaba, era complicado debido al agua que parecía estorbar.
-Mello... ¿qué pretendes?
-¿Tú qué crees? No viniste a ducharte únicamente.
Seguía tocándome, mientras mi ropa más se mojaba, me resbalaba, me sujeté con la manos.
Nuevamente me besó, le acerqué a mi cuerpo, poniendo mi mano en su espalda que lentamente bajaba. Bajaba hasta hacerlo suspirar.
-Date la vuelta... –Le dije.
-¿Para qué?
-Date la vuelta. –Le repetí.
-¿Para qué?
-¡Hazlo!
No lo hizo, entonces, lo giré, le incliné y me forcé a entrar.
Soltó un fuerte gemido, que le siguieron con soplos acostumbrados y suaves.
Lo sujeté con mis brazos, presionándolo contra mi pecho, fue cuando se invirtió el papel, y yo jugaba con su miembro.
Estábamos recargados en la pequeña barda. Sus manos eran las que nos sostenían, mis piernas trataban de empujar hacia atrás, prácticamente era Mello, quien dirigía el ritmo.
Mis brazos sostenían sus caderas para que tuviese un rango de movimiento, pero, a la vez un radio limitado.
Cuando sentí que me resbalaba, busqué de donde sostenerme, mi mano cayó en la lata de la crema de afeitar...
Reí maliciosamente sobre su espalda.
Retiré la pequeña tapa, y sostuve a un lado de su rostro. Al parecer su mirada estaba enfocada en otra parte o cerró sus ojos, porque no protestaba ni preguntaba (todavía) lo que hacía.
Presioné la válvula para liberar la espuma.
-¡¿Qué demonios estás haciendo?!
Y no sólo su cabello estaba marcado, continué sobre su pecho y bajando hasta donde mi otra mano jugaba.
Reí un poco. Un poco, antes de que tomara la revancha y me manchara la cara, que si no cierro la boca, me la llena.
De las gotas de agua que caían, se llevaban en ríos blanquecinos la espuma que flotaba.
Cerró la llave, sólo queda una pequeña gotera cuyo sonido retumba en el mosaico y el pequeño cuarto de baño. El vapor es bastante.
Mello alcanzó mi navaja para rasurar, alejé mi rostro, es un desgraciado impredecible.
-Sólo voy a ayudarte. ¿De verdad me tienes miedo?
-A ti no, pero, le tengo miedo a ti con una navaja.
Sujetó mi cuello, y deslizó con presión pero con mucho cuidado la navaja de mi cuello a mi mentón. Después desde la zona cercana a mi oreja, bajando y repitiendo cada movimiento acercándose a mi boca, y repitiendo el proceso del otro lado del rostro.
Abrió la llave del agua y limpió lo restante de la espuma. Mi mano seguía sujetándolo, ¿por qué no terminar ahora?
Tanto se relamió, o tanto le aturdía que soltó la navaja y buscaba un lugar de donde sostenerse.
Sentía toda la alteración de su estado receptivo a uno que forcejeaba a una resistencia innecesaria, sé que desea ser tocado, quiere culminar en mis brazos.
Es conocer a la persona de la cual desconocías muchas cosas, es exponer y hacerla víctima de sus propios juegos y perversiones.
Aprovecharme de él.
No pude ver nada, pero, lo percibí cuando trataba de quitarse mi manos de encima y enderezaba su postura, recargué mi oído en su espalda, me gusta escuchar su corazón latir con rapidez, sentir su taquicardia en pelea con su agitada respiración, intentando recuperar las normalizadas frecuencias.
Todas las manchas se las llevaba el agua.
Cerró la llave, adelanté a cubrirle con la toalla, y besarle nuevamente, me dejó, salió del cuarto de baño sin decir nada.
Me pregunto que tanto puedo manipularlo de esta manera.
Karma police arrest this Paranoid - Android.
Carecía de tabaco, miré mi cajetilla vacía, no puedo dejar de fumar, Mello, en la cocina, estaba tirando todo, volteé la mirada y vi desde el sillón que buscaba desesperadamente otra barra de chocolate. Estamos igual.
-Voy a la tienda, ¿quieres que traiga algo? –Ofrecí.
Caminó hasta la sala, investigando debajo de los sillones, incluso, debajo de los cojines.
Asomó la mirada que buscaba debajo de la mesita de centro.
-Mucho chocolate... Espera, deja encuentro el dinero.
-Yo tengo, luego me pagas. –No podía esperar más.
Salí del edificio con paso firme y rápido, hacia mucho frío, mi chaleco felpudo necesitaba urgentemente una mangas.
Crucé los brazos en un vano intento de calentar mis extremidades.
El camino para la tiendita (abierta las 24 horas), era muy largo, tengo que salir de las cuadras donde sólo hay condominios y casas, algunas muy grandes, después cruzar una curiosa curva que lleva alrededor de una calle con diferentes niveles de piso, dar la vuelta a un extenso parque recreativo y subir una inclinada calle que está adyacente con lotes sin construir.
Y por fin, vi un local bastante iluminado, con un cajero aburrido vestido con camisa roja.
Saludé con un movimiento de mi mano al fastidiado empleado que me devolvió una sonrisa.
Fui directamente hasta los refrigeradores para tomar cerveza, pasé al pasillo a tomar leche con chocolate y más chocolate, y mientras vagaba entre pasillo, veo a un joven que entra al lugar. Va directamente a la caja, el empleado le saluda y le pregunta que desea.
El joven siguió callado, metió su mano al bolsillo de su chamarra y sacó una pistola, amenazó con disparar si no le daba todo el dinero.
Instintivamente busqué mi arma dentro del chaleco, pero, no la llevaba.
No tenía de otra que acercarme cautelosamente para tomarlo por detrás, pero, antes de que pudiese hacer algo, el joven se llevó las manos al pecho, dio un espantoso grito de dolor, cayó al piso muerto, me acerqué y dejé todo lo que tenía en el mostrador y me acerqué al cadáver del chico, lo miré, en definitiva, otra víctima de Kira.
Volteé a ver al chico que miraba desde atrás del mostrador.
-¿Está muerto?
-Sí.
Me levanté con lentitud. No podía manejar lo que veía, soy muy incrédulo, pero, confío en todas las palabras que Mello me dice, si él dice que hay una libreta mata personas con tan sólo escribir el nombre, yo le creeré. Apenas captaba que tenía que salir de ahí. No podía quedarme a esperar a la policía, Mello me advirtió que nadie debía ver mi rostro o preguntar mi nombre para asuntos oficiales.
-¡Yo me largo!
El empleado me detuvo:
-¡Llévese esto! Ofrenda para Kira.
Me ofrecía lo que estaba a punto de comprar, lo ofrecía como tributo o ayuda social a agradecimiento por los crímenes de Kira.
-No, no puedo aceptarlo. ¡¿Cómo puede celebrar la muerte de un chico?!
-Ya no hay delitos, muertes, asaltos. Ya no hay maldad, gracias a él.
-No, no puedo. No me vayan acusar de robo.
No había otra manera de salir y cerrar tan patética discusión.
Tendría que esperar o buscar otra tienda.
¿Quién tiene la razón? ¿Qué esta mal o qué esta bien?
¿Matar a un chico desadaptado, que necesitaba ayuda, sólo para prevenir violencia? ¿Mello quiere detener a un criminal o consumir una venganza o un tonto juego?
No lo podía soportar, corrí, casi sin preocuparme de los automóviles que cruzaban por las tranquilas calles. Llegué al parqué recreativo, vi los "sube-baja". Me senté en una de las sillas que colgaban, y no lo soporté más. Lloré, sí, patéticamente lloré. Ya había visto cadáveres, en las autopistas, en los accidentes, en la morgues para reconocer personas, en la calles, asesinadas por cruzar "incidentalmente". Pero, todavía no me tragaba eso.
¿Qué es bueno? ¿Qué es malo?
¿Quién es pecador? ¿Cuál es el error? Nunca había pensado en tal cuestión, no sólo de moral, también política, social, ética...
¿Será como la pena de muerte en algunos estados de mi país? ¿Es ojo por ojo? Así nos quedaremos ciegos...
¿Quién es Dios? ¿Acaso existe? ¿Quién es el cerdo? ¿Cree ser Dios?
Tomé el celular, llamé al teléfono de Mello. Tardó mucho en contestarme.
-¿Qué sucede?
No dije nada. Empezó a llover, y yo a sollozar.
-¿Qué te sucede?
Ni una palabra, sólo un ahogado gemido que terminó patéticamente en gimoteo.
-Estoy en el parque, ¿vienes por mi?
-¿Qué sucede? ¿Te lastimaste?
-¿Puedes venir por mi?
-¿Te sientes mal? Esta bien, voy para allá...
No importó que me mojase, quería que me escuchara, ya era hora de que yo hablara, yo opinara.
Tardó aproximadamente quince minutos.
Cuando llegó, extendía algo con su mano, era una cajetilla vieja y apachurrada de cigarros, sólo quedaba uno.
-Lo encontré debajo de unos de los sillones.
Lo tomé y lo encendí. No decía nada, todavía.
-¿No ibas a comprar chocolate?
-En la tienda, murió un asaltante. ¡Adivina como!
Hizo una mueca.
-¡Bastardo! Así como él, mueren más de veinte al día.
-Era un niño.
-Talvez ya había cometido algo grave, por eso a Kira no le importó que fuese un chico.
Tomó el cigarro de mis labios y comenzó a fumar largas bocanadas.
Tosió a la primera expulsión de humo.
-¿Fumas? –Le pregunté.
-No me gusta, por eso no fumo, pero, ahora, no tengo chocolate y ese desgraciado me está sacando de mis casillas.
-Estoy cansado, Mello. ¿Estaré apto para esto?
-Eres fuerte, más de lo que pensé. Eres inteligente, te necesito. Eres mi apoyo, eres valioso. Pero, ya no sé ni como pagarte.
-Estoy harto, todos son tan hipócritas, todos son tan repulsivos y estúpidos. ¡Odio este maldito lugar! ¡Quiero regresar a mi casa!
Mello se quedó callado. Fue respetuoso de su parte.
-Bienvenido a mi mundo.
-¿Acaso en tu 'mundo', todos son escoria?
-Yo soy una mierda.
Rió. Intentó que se me subieran los ánimos, pero, no funcionó.
Me regresó mi cigarrillo, le di tres profundas succiones.
Este mundo se pudre, no se quejen por el calentamiento global, eso ya está desde hace tres décadas atrás, hablo de la humanidad, en Estados Unidos sólo es violencia, puedo asegurar que dos de cada tres personas tiene un problema mental; en América Latina hay violencia, guerra y muerte por el narcotráfico; en Europa... Bueno, ahí no es el edén, para aclarar: conflictos raciales, religiosos, anarquías, más guerras, más violencia; en África, carecen de alimento, destruyen el ambienten y destruyen vidas animales, matanzas, masacres por territorios, por viles y asquerosos diamantes, está la peor propagación de la pandemia del siglo, el SIDA; en Asia, bueno, ya tenemos a Japón con Kira, mafias, y el peor estrés por auto consumismo y sistematización del humano, China tuvo que sufrir los peores estragos de las guerras por ideologías, terribles reprimendas de la naturaleza y epidemias, Irán e Irak en conflicto eterno, las mujeres esclavizadas y asesinadas sin razón... En todo el mundo, en todo el mundo hay guerra, conflicto, corrupción, muerte y podredumbre... En ningún lugar respetan los derechos, en ningún lugar se respeta la vida, ni un pequeño precepto de la libertad.
Censura, discriminación, falta de información, secuestro, humillación, maltrato, tortura, corrupción, tráfico, sangre y ceguera total...
-¿Vale la pena continuar? –Le pregunté.
-Eso es lo que yo me pregunto todos los días.
-¿Qué es lo que te ayuda a seguir? A no rendirte.
Miró al piso y tomó el cigarro de mis dedos, con mucho cuidado. Después de unos segundos dijo:
-No lo sé...
-¡Venganza! ¡Odio, resolución completa de tus complejos! Bueno, eso supongo yo...
-¡Ojalá! Pero no es eso.
-¿¿Qué es?? ¿Qué evita que te caigas y rindas? ¡¿Near?! ¿Sólo te importa ese mocoso?
No me di cuenta cuando fue el momento en que me levanté y comencé a gritarle. Tiré cigarro, pero, él lo levantó. Siguió fumándolo, tomó mi mano y me acercó a él, de un jalón de muñeca.
Colocó el cigarro en mi boca, fume la penúltima bocanada, se apoderó de lo restante, en un sólo aliento.
Una delgada cortina de humo gris ocultó nuestros rostros, me besó.
Todo el odio que en algún momento sentí se fue elevando al cielo como los delgados hilos de fumaradas. No había mejor remedio que un beso, algo ajeno, porque cerré mis ojos, pero, me sentí totalmente liviano, como flotar dentro de uno mismo, es como bloquear tus sentidos y escuchar la canción que más te gusta en ese momento, ahí, como a más de cincuenta decibeles.
¡Quiero decirlo! ¿Ahora? ¿Es apropiado? ¿Puedo decirlo ahora?
-Mello...
-No molestes... –Se quejó buscando mi boca.
-Tengo... algo... que... decirte... –Sí, tanta pausa es por los besos.
-¿No puedes esperar?...
-¡Yo!... No lo sé...
Miré su cara fastidiada de tanta interrupción, esto me enseña que no hay que soltar ni una letra al momento en que Mello te esta 'haciendo favores'.
Ya había pasado la lluvia fue sólo una ligera ducha, de gotas livianas que resbalaban en su rostro y huían de su cabello.
De regreso al departamento...
Comenzó a quitarse la chamarra, los guantes, a tirarlos en el suelo, me quité el chaleco por imitación, era como el juego sexual cuando sientes subir la temperatura.
Por primera vez, no me sentí distinto, no me sentí de sexualidad diferente, por primera vez, no lo hicimos por la más mínima provocación o reto, no fue animal, no lo hicimos por simplemente desahogarnos. Era una visión distinta, realizar lo que siempre hacíamos, pero, ahora de la manera más confusa, sintiendo el dolor y el odio, repulsión y adoración, pasión y frialdad, escalar y resbalar, estupidez y movimientos premeditados.
Quererlo y no quererlo.
¿Cómo explicarlo? Tomarlo todo y perderlo en una sola jugada.
Reinventarse, ser autentico, renovarse.
Distinto a lo que siempre hacemos, paradójicamente, algo que es 'común, normal' visto por fuera.
Dejar un rastro de ropa, hasta llegar a la cama, donde, un beso se vuelve tan peligroso como un cerillo, su cabello se dispersa como abanico y muestra toda la rareza de su belleza, sus labios abren, pero, no emite gemidos, puede sentirse su aliento que sale de manera precipitada para jadear.
Introducirme en él, de manera conflictiva y excitante, dolor y placer, ahora el ritmo iba incrementando, hasta que los dos estemos satisfechos.
Entonces, él dijo algo que nunca creí que expresaría.
-Espera, voy a dar la vuelta.
¡Sorprendente! Esta aceptando la posición que siempre negaba, la intención es sentir algo nuevo.
Entrar ya no es tan difícil, pero, cuando él pide ser tocado...
-¡Apenas puedo recargarme en dos brazos!
Él se recuesta, claro, su cadera seguía en posición alta y elevada para mí.
Comienzo a masturbarlo, sus jadeos cada vez son más intensos, sudamos mucho y más pronto que en otras ocasiones.
Ya llevamos mucho tiempo, ninguno quiere ceder.
-Mello... ya no puedo... ¿por qué tardas... tanto?
-No siento... todavía no siento...
Se levanta un poco, eso provoca demasiado en mi, junta un poco su piernas, sus gemidos son más fuertes, tan vulgares.
-¡Más!
Me duele el brazo, mis piernas no pueden soportar más mi peso con la fuerza que tengo que hacer, estoy sintiendo calambres en los muslos.
-¡Mello, date prisa!
Cierra más sus piernas, levanta más la cadera, gimotea con más fuerza. Como un gato que arquea su espalda, la cola latiguea orgullosamente y estira sus patas.
Puedo sentirlo por dentro, se vuelve cada vez más estrecho, y suelta el grito de placer.
Nos hemos tardado más, pero ha valido la pena, ambos sentimos un buen orgasmo.
Y se supone dormiríamos toda la noche, pero, Mello, hacia un ruido infernal con sus uñas.
-¿Qué haces?
Su mirada seguía fija en sus manos.
-Una noche –Inicio su breve anécdota- una chica sacó su barniz de uñas, era negro, veíamos un video, había un guitarrista, cuando enfocaban lo acordes, se veían sus uñas pintadas, ella tomó mi mano y empezó a manchar sin cuidado mis dedos, me dijo que parecía una estrella de rock. Eso ayudó a que no me mordiera más las uñas.
-¿Te mordías la uñas?
Yo no lo recuerdo, talvez cuando entró a la mafia fue cuando se mordía la uñas.
-Sí, me dijo alguien, que la onicofagia, es debido a un trastorno del sueño, como el tic que tiene Near de tocar su cabello.
-¿Near tiene un trastorno del sueño?
-No lo sé, espero que sí...
Reímos unos segundos, Mello, seguía rascando la pintura de sus uñas.
-Si no paras, yo tendré un trastorno.
-No me interesa, puedes dormir en el sillón.
Perdía el cansancio, decidí seguir platicando con él.
-¿Por qué odias a Near?
-No, yo no... bueno, sí...
-¿Sí qué?
Una pausada respiración para que me respondiese.
-Batalla, juego, prueba, no nos satisface, y seguimos, yo sigo retándolo, porque, yo, algún día lo venceré.
-Bueno, ya sabes lo que dicen, siempre hay alguien más joven, entusiasta y apto que tú, subiendo la escalera detrás de ti.
-Pero, yo soy siempre el vencedor...
-¡Qué obsesión, Mello! ¡Acepta que hay alguien mejor que tú!
-¡No, no lo hay!
Su respiración y mirada furiosa, típicas en su actitud.
-Yo creo que ya eres el número uno.
Me miró extrañado.
-¿De qué hablas?
-No creo que un tipito de quince años sea mejor amante que tú.
Percibí un ligero sonrojo y unas señales de nerviosismo, sé que le encantan los halagos, cumplidos y otras cosas que glorifiquen su ego.
-No creo que maneje su lengua de modo tan pervertido y sucio, no como lo haces tú. –Continué.
Acaricié su cabello, durante unos segundos hubo un chocante silencio.
-¿Por qué siempre, sólo hablan de sexo?
-Mello, y te estoy haciendo un cumplido...
Para hacerlo enojar de verdad, dije:
-Bueno, no lo sé, no me he acostado con él (todavía), pero, su infantil y muy inocente imagen, haría a cualquiera pedófilo, y ese tic de tocarse el cabello, parece una clara invitación que dice: "fóllame hasta el amanecer", o si vieras su boquita, seguro, no le cabría mi cosota, pero, haría lo posible; su trasero, muy lindo y jugoso, mmm... sería un perfecto sumiso, maltratarle y violarle, un placer nunca antes experimentado, algo estrecho, pero, adaptable. ¿No lo crees, Mello?
Por unos segundos, sólo pude ver la almohada que iba directamente a mi rostro. Un doloroso golpe a mi nariz.
Tuve miedo, pensé que me asfixiaría (mejor, no le doy ideas).
-¡Ay, ya! ¡Perdón, Mello! Pero, dime... ¿no haríamos un trío perfecto?
SLAM! Esa fue una fuerte bofetada.
Se acomodó, dándome la espalda, listo para dormir. Su espalda descubierta me tentó a abrazarlo, él, lanzaba mis brazos lejos para que no lo tocara, pero, del cansancio, cedió.
-Talvez tú le odies, Mello, pero, seguro, él te quiere, eres el único que le dio una batalla digna de su nivel, supiste apreciarle, quieras o no, él deseaba amigos, y tú, te ofreciste, muy a tu manera.
Su respiración agitada indicaba otro golpe, yo, esperaba temeroso su ataque, pero, sólo se encogió más, temblaba, yo supuse de frío, le cubrí con la cobija, le abracé y dormí.
Pero, yo sigo recordándolo; Near, siempre introvertido, no jugaba fuera y no jugaba con nadie, los demás envidiaban su inteligencia, y otros sólo le molestaban. Mello siempre envidioso de Near, pero, siempre le retaba, le argumentaba juego tras juego, que él lo vencería. Near era el ganador de todos los retos que le impusiere Mello, pero, siempre le invitaba la revancha. Porque a Near, se le notaba el encanto de jugar con Mello, aunque fuese odiado, quiere a Mello, porque, coincidían en algo...Por eso le respeta y estima.
(Al menos, ya se durmió)
Automática y semi-automática.
Abstracción. Lo que queda cuando olvidas todo, olvidas tu legado, tu origen, tus intereses, olvidas lo que escuchas, tus amigos, tus enemigos, olvidas tus sensaciones corporales y sentimientos, olvidas que has existido alguna vez, olvidas las palabras que leíste y pensaste.
En un segundo olvidas por completo lo que alguna vez fuiste.
Morir antes de morir.
Eso es lo que siento en estos momentos, siento que hace una hora recordé todo lo que vi, soñé, y pensé, como si todas mis memorias fueran reunidas en mi cerebro en tan sólo un segundo, con tan sólo ver unas imágenes y leer unas cuantas palabras.
¿Cómo fui tan tonto y no me di cuenta antes?
La muerte yace a mi lado, esperando por mi, y entrego en bandeja de plata al ludópata fumador aficionado a las rayas.
-Pareces una cebra. –Le digo, sin verle, mi mirada perdida en el parabrisas. Recordé instantáneamente su cabello desarreglado de la mañana, parecía una cebra, el corto cabello parado, necio al peine.
Interrumpo su frenético juego y vicio, tiró las cenizas por la ventanilla.
Apaga ese ruidoso artefacto, pero, no puede detener sus inhalaciones.
-Mello...
-Ya lo sé. –Digo altivamente – Tienes algo que decirme...
Silencio.
-La verdad... ya no quiero decirte nada.
Dolor. Dolor en el pecho, él ya no quiere hablar conmigo, a pocos pasos de morir, y él, esta molesto por algo, algo que seguramente hice yo.
-Quiero un chocolate –Digo con nerviosismo.
Evita de cualquier modo hablarme, dirige su vista lejos de mí, me ignora.
¡Rayos! Ahora él quiere actuar indiferente conmigo...
Eso sólo lo hago yo.
A unas horas de morir, y ya me siento sólo, como siempre me he sentido, como siempre he trabajado, como siempre he vivido...
No necesito que me dé atención, debe concentrarse en su maldita tarea.
El corazón palpita con más fuerza cada minuto, algo podría salir mal... No, toda mi rutina es perfecta...
Entonces, ¿por qué me siento mal?, enfermo, débil, incapaz, vacío...
¿Por qué al ver su presencia agitada e incomoda me hace sentir tan inútil?
-Todo va a salir bien... –Digo en voz alta, lo quiero decir para mis adentros, pero, unos incesantes nervios que jamás había tenido, me hacen temblar y titubear a cada sonido que sale de mi boca.
Me ignora... pero, tiembla, como siempre lo hace cuando salimos... apenas toma el arma y una palidez indescriptible blanquea su rostro.
Sus dedos tiemblan descontroladamente y tiran el cigarrillo en sus pantalones.
Observo.
Sonríe, traga saliva y dice sin mirarme:
-Tengo frío, ¿tú no?
No digo nada.
Me esta poniendo nervioso, esos estúpidos tics cuando entra al auto y esas jodidas manías cuando estoy cerca de él.
Estoy a punto de estallar...
Y junta sus manos sobre sus rostro, sale del auto, camina, golpea el toldo, respira, patea la puerta (le regaño), y finalmente... lo que nunca pensé que haría... grita su frustración con fuertes alaridos.
A pesar de que es sólo un adolescente muy inteligente, el más extraño sujeto con el que he estado, inexplicablemente solidario, (bastante estúpido, diría yo), es mi único amigo... Trataré de entenderlo... no es su objetivo ser un delincuente... pero, ya esta dentro...
Esos alaridos se vuelven sollozos.
Por fuera, apoyo mi cabeza contra el respaldo, mis lenguaje corporal dice: "Con un carajo, maldito marica, ¿cuándo se callará?".
Por dentro pienso: "¿Por qué se metió en esto?, no esta acostumbrado".
Salgo del auto.
Le miro. Descubre mi intromisión.
-¡Maldita sea! –Voltea y oculta su rostro.
Mis comentarios nunca son adecuados, mejor no digo nada.
Entro al auto.
Él sigue afuera, limpiando su rostro con las mangas de su playera.
Saca otro cigarrillo.
-¿Quieres que te traiga un chocolate?- Dice con un volumen audible, tomando toda la fuerza del aire que aspiro para ocultar su voz quebrada, ese fingido tono varonil.
-No. Entra al auto.
Su pierna derecha tiembla un poco, el tic de nerviosismo. Su brillante mente no puede contra sus más pasionales percepciones que le provoco.
-Entra al auto. –Repito.
-Cuando acabe de fumar...
-Entra al auto, con un carajo.
Enojado, se sienta y azota la puerta.
-¿Qué? -Dice con rudeza.
Su nariz roja, sus ojos enrojecidos y húmedos. Cuando le molestaba y tan harto estaba de mis bromas, lloraba. Se le quitó esa manía cuando empecé a apodarlo "Rudolph". Entonces, en vez de lloriquear, se desquitaba con golpes, peleas, empujones, e incluso bromas pesadas para compensar la venganza. Así, se volvió mi amigo.
-"Rudolph", dame tu arma...
-¿Para qué la necesitas?
-Dame tu maldita arma...
Saca el arma que guarda dentro de chaleco. Semi-automática. Para evitar accidentes, tarde tres días en aprender a usarla.
-En esta ocasión, usarás la mía... –Saco mi revólver.
Automática, diversos disparos, sólo tienes que enfocarte en la puntería.
-Yo espero que no la utilices, pero, así estarás... más seguro.
Su molesta mudez.
-No quiero que salgas herido, ¿de acuerdo?
Asintió.
¿Porqué se queda callado?
-¿No tenías algo que decirme? –Repito.
-No lo recuerdo...
Bueno, al diablo...
-No hay necesidad de que lo digas, yo lo haré...
Me acercó a él, no se aleja, pero, se queda pensativo.
Un sólo beso. El ansioso y profundo asalto de mi boca con la suya.
Me sabe a chocolate.
Mi muerte sabe a chocolate.
-+ Eso sí es un final o.O +-
Bien, así acaba mi fanfic: deathly chocolate.
Karma police arrest this Paranoid – Android, inspirado en las canciones de RADIOHEAD, casi todo el capitulo estuvo bajo la influencia del extraño ambiente que ofrece el grupo en toda su discografía. El video del que habla Mello es Personal Jesús – Depeche Mode, en vivo, Martin L. Gore es quien toca la guitarra y sus uñas están pintadas de negro (como las mías!!).
Automática y semi-automática: leí un reportaje sobre armas, me alegré porque estuve informada y así pude agregar sólo dos tontas palabras, pero, me informé...
Para cualquier comentario, queja, sugerencia (si, claro!) o jitomatazo al cuadrito que dice "go!".
Si tienen dudas o quieren comentar algo o ya sea que quieran platicar algo mándenme un mensaje, prometo contestar.
No sé que más poner...
O sí...
MIL GRACIAS POR LEER MI FIC!!
Hasta el próximo fic.
Bye-gon. Amphis.