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SE BUSCA

Al incorporarme lentamente lo primero que pude apreciar fueron las páginas de un gran libro, me pregunté qué hacía fuera de mi cama, pero luego recordé todo. Levanté un poco más la cabeza buscando a Horo. Cuando lo encontré estaba aún recargado sobre el escritorio; su cara, en extremo relajada, mostraba un tenue rubor en las mejillas, los labios un tanto separados emitían una oleada cálida de vapor que se perdía en el aire después de mover algunos de los celestes mechones de cabello.

Bostecé perezoso antes de comenzar a sentir el cuerpo, las piernas entumidas, un dolor en el brazo, justo donde se marcaba el contorno del libro, el pecho oprimido y… una mano tibia sosteniendo la mía. No sé que rayos habría estado soñando aquel primate avanzado como para sostener de esa manera mi mano, pero seguramente estaría pensando que se trababa de otra persona.

Le zarandeé quedo para despertarlo, ya era tarde pero aún podíamos terminar el trabajo, o al menos eso fue lo que pensé en un principio. Miré el reloj para poder calcular la hora en la que terminaríamos, pero mi sorpresa fue grande al descubrir que ya era de madrugada.

-Horo- le moví con más fuerza.

-Brfgm- balbuceó

-Despiértate, son las dos de la mañana

Él reaccionó de golpe levantándose para acomodarse un poco la ropa. Aun sin decir nada guardó sus cosas en la mochila, luego se despidió de mí. Todo pasó tan rápido que me espabilé al momento, una sensación de confusión parecía embriagar el ambiente. Después, ubicándome un poco pude apreciar mejor lo que pasaba; estaba parado delante un chico que se movía con dificultad debido al cansancio y aún así no podía acercarme para ofrecerle mi ayuda. Tenía unas ganas incontenibles de pedirle que se quedara, me preocupaba que viajara solo tan tarde, pero mi orgullo, haciendo acto de presencia tapó mis labios con sus frías manos toscas.

-Te acompaño a la puerta.

-Gracias.

Le miré alejarse mientras luchaba por no alcanzarlo para pedirle que se no se fuera, había algo que me preocupaba, tal vez recordar el lugar en el que vivía o las continuas peleas y líos en los que se hallaba metido.

-Horo- grite

-¿Mm?- giró para verme, con una mano sujetaba su mochila con desgano, sus párpados apenas dejaban ver una parte de sus ojos.

-Más te vale no faltar mañana, pelmazo.

-Descuida, no faltaré.

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

-¿Otra vez levantándote tarde?- fue lo primero que escuché por la mañana al bajar a desayunar.- ese amigo tuyo ¿cómo era que se llamaba? ¡Ah, sí! Horo, invítalo a cenar más seguido.

-Invítalo tú- respondí acomodando sobre mi hombro la mochila.

De camino a la escuela me topé de nuevo con Yoh. Ya se me había hecho costumbre y a medida que avanzaba el semestre nos juntábamos más, ahora él venía siempre tomado de la mano con Anna, algo mencionó Manta sobre su relación, pero no presté atención porque realmente no me importaban los chismes en los que estuviera involucrado aquel holgazán.

-Buenos días Ren.

-…

-…

Pasé de largo, incorporándome al paso firme de la única chica presente, Yoh lloró un poco al percatarse de los ademanes que compartíamos Anna y yo.

-A veces pienso que ustedes serían mejor pareja- chilló detrás de nosotros. Ambos nos giramos para soltarle un buen golpe.

-¿Cómo se te ocurre pensar eso?- añadió Kyouyama.

Durante el trayecto los vi mirarse de reojo y apretar un poco más el agarre de sus manos, él cargaba ambas mochilas pero parecía no importarle mucho y ahora que lo pensaba, Anna se había mostrado un poco más amable incluso con el enano estos días. ¿Es que una relación de pareja puede cambiar así a la gente? Era la primera vez que analizaba con detenimiento a una y seguramente la última, pues sencillamente no estaba interesado en tener una novia, muy al contrario de Horo, quien se volvía más torpe de lo usual al estar cerca de Jean.

-Hola- saludó Manta añadiéndose al grupo.

-Buenos días Manta- sonrío Yoh.

Estábamos a unas cuadras del lugar en el que se adhería Horokeu cuando desaceleré el paso, no había dormido bien por terminar el trabajo y eso se notaba en mi forma de caminar. Bostecé de lado para que los demás no lo notaran y para estar más seguro de ello miré de reojo, aproveché para bostezar otra vez al momento en que Anna abofeteaba a Manta mientras Yoh dejaba escapar unas lágrimas de dolor por su amigo. Mirarlos así era como la noche anterior en el comedor, el ambiente era el mismo, la única diferencia era que en esta ocasión, estaba muy lejos de ser parte de ella.

Miré, por fin, la esquina donde debería estar él, recargado sobre la pared con una pierna cruzada sobre la otra, el uniforme un tanto arrugado, la mochila sobre su cabeza sostenida por sus brazos semi-extendidos y aquel pedazo de pan en sus labios. Así debía ser, como cada mañana. Y al igual que todos los días él iría a mi lado convirtiéndome en una pequeña esquina de ese divertido cuadro que todos vivían con tanta naturalidad.

-¡¿Pero que dem…?!

-¿Pasa algo, Ren?

-No- pero claro que pasaba algo, el sujeto que debía estar allí no había llegado. Miré mi reloj, las clases estaban por comenzar. Sin pensarlo más me recargué en aquella pared en lugar de mi amigo.

-¿No vienes?

-Voy a esperar a Horo-Horo- dije mirando hacia cualquier otro lado que no fueran las miradas perplejas de mis compañeros.

-De acuerdo, los veremos en la escuela.

El tiempo pasaba más lento de lo que había predicho, cinco minutos me parecieron una década, allí parado, esperando. Miré una vez más con un poco de apuro, para esos momentos ya todos estarían dentro del salón. Me moví para dar un paso cuando escuché unos pies chocar con rapidez contra el asfalto. Giré decidido a regañar a Horokeu por su impuntualidad, pero la persona que se detuvo detrás de mi no era él.

-Ren- escuche su voz quebradiza- ¿has visto a mi hermano? Anoche no llegó a casa

¡¿QUE?! Tiré la mochila en un súbito intento por desplazarme hacia ella.

-Ren

-No, no lo he visto desde anoche. ¿Estas segura de que no llegó?

-Sí, estoy segura, siempre hace ruido cuando entra a la casa y se levanta temprano para acompañarme hasta mi escuela. Intenté llamarlo a su celular pero parece que está apagado- Pilika se soltó a llorar en ese momento.

-Te voy a ayudar a buscarlo- dije mas no para animarla.

-¿De verdad vas a ayudarme?- brillaron sus ojos- no eres tan malo después de todo.

Ese último comentario estuvo de más, aseguré que la sinceridad era cosa de familia, al igual, quizá, de la manera tan exagerada de tomar las cosas. Yo por mi parte, con la cabeza fría y habiéndome recuperado de la sorpresa de la primera impresión repasé mentalmente lo ocurrido: Horokeu salió de mi casa por la madrugada para llegar a la suya cerca de las tres de la mañana, hora en la que seguramente su hermana estaría más que dormida; eso explicaba por qué no lo escuchó llegar. Por la mañana pudo haberse levantado más temprano de lo usual debido a la advertencia que le hice de que no podía faltar a la escuela, esperó un momento en donde siempre pero al haber llegado mucho antes se aburrió y se fue a la escuela.

De acuerdo, enigma resuelto.

-Vamos primero a mi escuela.

-¿No crees que esté perdido verdad?

-No.

-Conozco a mi hermano, él nunca sale de casa sin mí.- el tono grave de su voz al hablar dejaba en claro su preocupación desmesurada, una razón más para dejar de confiar en su juicio.

-Bien, pues entonces búscalo tú por otra parte, yo voy a la escuela- ignorando los ojos cristalinos de la ainu caminé hacia el instituto.

-Ren- me detuvo del hombro- por favor, ayúdame a encontrarlo. Me preocupa mucho dónde pueda estar. Hace algún tiempo que se comporta extraño y tiene amigos que no parecen buenas personas.

Meditando por unos segundos recordé haberlo visto salir de la escuela varias veces con un chico mayor que daba finta de bándalo. ¿Podría ser que estuviera metido en algo? ¿O simplemente estábamos sacando conclusiones apresuradas? Mi repuesta se inclinó hacia la segunda opción. Aunque… no estaba de más ir a echar un vistazo por los alrededores.

-De acuerdo ¿Por dónde propones que empecemos?

Tres horas más tarde aun dábamos vueltas por doquier sin tener siquiera una pista de su paradero. Pensé en regresar a la escuela para tomar las clases de la tarde, tal vez Horo ya estaba allí esperando, pero antes de decidirme tuve un raro presentimiento, giré la mira cuanto antes. Detrás de mi, justo afuera de una tienda estaba uno de los chicos que siempre acompañaban a aquel de la espada de madera, pero no queriendo confiar en mi memoria dejé el asunto de lado; sin embargo, antes de dar la vuelta a la esquina algo en mi cabeza saltó a la vista, aquel muchacho sostenía un objeto que me pareció familiar: la tabla extraña de Horo.

Dejé caminando sola a Pilika y entré con cautela a la tienda, antes de hacerlo me aseguré de quitarme el saco propio de la escuela para que no me relacionaran con Usui de ninguna manera. Miré los estantes con disimulo mientras trataba de no perder de vista a mi sospechoso. Pensé que llegar de lleno y preguntarle por mi amigo acabaría por espantarlo, por eso le seguí cuando este hubo abandonado la tienda. Trataba de no parecer obvio caminando detrás de él y por suerte parecía tener resultado.

No pasó mucho tiempo antes de que me encontrara a mi mismo vagando por calles estrechas y oscuras completamente desorientado. Así es, había perdido mi única pista del paradero de Horo. Ahora los pies y cabeza me dolían, el estómago reclamaba por algo de comida y no tenía la más mínima idea de cómo llegar a mi casa o escuela. No viendo otra salida, caminé en busca de un lugar en el cuál sentarme a pensar como resolver mi problema.

El sol empezaba a pintarse naranja sobre un cielo de rojo tenue cuando por fin encontré un parque. Me senté en una banca y repasé mi día; había sido de lo peor y lo que más me molestaba era pensar que seguramente a esta hora, Horokeu ya estaba en su casa, cenando cómodamente en compañía de su hermana.

-Demonios- pateé una lata.

Escuche como se estrelló contra algunas piedras y luego silencio. Me parecía extraño no escuchar ruidos en un lugar como aquel, aunque no podía estar seguro debido a que no frecuentaba ese sitio. Presté un poco de atención y en el silencio se formo una espiral de sonido, comenzó con un pequeño crujir, como si alguien cayera sobre algo, luego metales chocando y finalmente insultos.

Junté mentalmente las imágenes que el sonido me había permitido crear y vislumbre la escena de una pelea. Traté de poner más atención y fue entonces que sucedió.

Dejé mis cosas en la banca para correr tan rápido como mis piernas lo permitían hasta donde podía presumir se estaba llevando a cabo la disputa.

-¡Horo!- grité- eres un estúpido ¿Dónde diablos te habías metido?- le sermoné al llegar a su lado.

-Ren- me dijo tranquilo- ¿Te das cuenta de lo que esta pasando aquí?

Miré a mi ardedor y noté que algunos rostros familiares se formaban para tomar parte en la golpiza que le estaban proporcionando a mi amigo. Él se levantó dispuesto a continuar, me hizo a un lado y se arrojó sobre el más cercano. Di dos pasos hacia atrás dejándolo hacer lo suyo, tenía que admitirlo, el podría ser estúpido, pero no era, para nada, débil, lo único que me preocupaba era que lo superaban en cantidad.

Aquellos sujetos a los que conocí en el baño mi primer día de clases eran gente de lo más detestable. Remangué mi camisa y caminé decidido hasta donde estaba Horo, abriéndome paso entre el mar de golpes y patadas. Al llegar hasta él, lo jalé por el brazo.

-Vamos, estos insectos no valen la pena.

-¿Cómo nos llamaste?- uno de ellos me haló la camisa haciéndome despegar los talones del suelo, quedando sobre las puntas de mis pies.

-Insectos- dije para luego sonreír de lado.

En un movimiento quedé libre del agarre y bastaron sólo dos más para tenerlo con la cara pegada al suelo llorando por que le dejara libre. Horo se acercó a mí y me tomó de la mano.

-Tienes razón, no valen la pena.

Al minuto todos estaban corriendo lejos de allí. Al mismo tiempo, a nuestras espaldas se amontonaban otros sujetos.

-¡Hola, Ryu! te presento a Ren.

-Mucho gusto.

-…

-Aquí tienes tu patineta, me costó trabajo encontrar la pieza que hacía falta pero ya quedó lista- aquel que la entregaba era el mismo sujeto de la tienda.

-Gracias. Te lo pago después.

-Descuida.

-Tengo que irme ¿de acuerdo? Nos vemos luego.

Una vez que perdimos de vista a Ryu y sus amigos golpeé en la cabeza a Horo.

-¿Eso por qué fue?

-Por faltar a la escuela.

-Lo lamento, es que olvidé que tenía algo importante que hacer.

-¿Pelear como gato callejero es algo importante?- le reprendí

-No es eso, es que me inscribí a una competencia.

-¿De que? ¿De idiotas? Seguro ganas.

-No de skateboarding. ¿Te pasa algo? ¿Por qué estas tan molesto?- Horo se detuvo me sostuvo por los hombros para mirarme mejor.

-No estoy molesto.

-¿Entonces que tienes?

-Nada

-Claro que tienes algo, dime.

-Que no es nada

-Vamos, dime, dime, dime, dime…

-ESTABA PREOCUPADO, ya ¿Contento?- Grité finalmente dejando ver un tenue rubor en mis mejillas.

-Más de lo que te imaginas- apenas alcancé a escuchar.

Después de eso procuramos no vernos de frente, y sólo ocasionalmente intercambiábamos palabras. Había sido vergonzoso admitir que me preocupaba, pero al mismo tiempo sentía un alivio al haberlo gritado, era como si algo que oprimía mi pecho desde hacia tanto comenzara a aflojarse. Tal vez mostrar mi lado vulnerable frente a él no era tan malo, tal vez eso era lo que hacían los amigos y tal vez también las mariposas que sentía en el estómago cada que tocaba mi mano era algo normal entre amigos.

-Oye… - después de rato escuché su voz- ¿Entregaste el trabajo?

Notas:

Antes que nada, el capítulo me pareció extraño, creo que traté de incluir tantas situaciones que al final quedó como un collage. Espero que les agrade (En lo personal el capítulo anterior ha sido mi favorito). Por otro lado, la relación de Horo y Ren se esta volviendo más interesante, sí, como se darán cuenta, Ren ya empieza a sentir algo por su compañero de clase, pero... ¿Qué siente Horo? ¿Por qué antes dijo que Ren era importante para él?

Bueno, eso sería todo, una disculpa por actualizar tan noche.

Espero sus reviews, aunque sea sólo para decir: "tienes razón, este capítulo esta rarísimo"

Ciudense mucho y sean felices.