La boca del lobo
Fleur le dio los retoques últimos a la cama y se sentó en una silla en silencio. Había cosas que no cambiarían nunca: mirar a Bill dormido seguía siendo uno de los placeres más satisfactorios con los que todavía podía contar en ese caos desesperante en el que se estaba transformando el mundo que ella había conocido.
Bill se removió, molesto, y soltó un gemido. Fleur se apresuró a agacharse a su lado y ponerle una mano en la frente. Como lo suponía, tenía fiebre. Se encontraba bastante bien durante el día, pero durante la noche siempre le subía la temperatura. Fleur no podía hacer otra cosa que velarlo, cambiarle los paños fríos de la frente y retorcerse las manos. Odiaba con toda su alma su inacción involuntaria. El de Bill era un caso único, y no había cura para una transformación incompleta en licántropo.
Entonces, a Fleur solo le quedaba el consuelo de la perdurabilidad de sus sentimientos. Lo que había dicho hacia ya casi un mes no había sido fruto de un impulso. No había habido posibilidad de reflexión, porque la decisión estaba tomada y era inflexible. Odiaba aquella maldita boca de lobo, y odiaba esas malditas cicatrices, no porque lamentara la pérdida de la belleza de su futuro marido, sino porque no soportaba el dolor de Bill, ni pensar en que forma se había arruinado su brillante futuro. A ella no la perdería nunca pero¿cuántas oportunidades antes factibles le darían ahora la espalda frente a su nueva condición? A Fleur le daba escalofríos pensar en eso.
Le rozó apenas los labios con la yema de los dedos y repentinamente Bill abrió los ojos. Fleur se olvidaba de que tenía todos los sentidos mucho más alertas.
- Fleur. – Murmuró. - ¿Pasa algo?
La rubia meneó la cabeza, pero estaba tan tensa que no pudo evitar que se le escapara una lágrima. Bill llevó una mano a su mejilla. ¿Él tenía fiebre o ella estaba helada?
- Fleur, por favor, me estás asustando.
Y entonces ella escondió su cabeza en el pecho de él y se permitió llorar por primera vez en todos esos días, después de aquel estallido momentáneo en la enfermería. Derramó todas las lágrimas que tenía por la muerte de Dumbledore, por el miedo que había sentido a perderlo, por el dolor que le provocaba verlo así. Él le acariciaba la cabeza y no decía nada, respetando su catarsis. Sabía que ella había sufrido mucho y que necesitaba descargarse.
- Fleur, preciosa.- él solo le decía así en los casos de extrema crisis o máxima intimidad. Ese momento era una mezcla curiosa de ambos.- No llores así, por favor. No valgo la pena.
Ella se lanzó a sus brazos y lo besó de una forma que hubiera hecho que a él s ele disparan todas las dudas, si aún le hubiera quedado alguna. Porque mientras la acomodaba a su lado en la cama, tuvo la certeza de que para romper el vínculo que los había unido casi por azar, haría falta mucho más que la boca de un lobo.
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¡Aw¡Primer Bill/Fleur! Es una pareja que me encanta, siempre me ha encantado. Y primera vez que trabajo con Fleur. Estoy satisfecha con como me ha quedado. ¿Ustedes que piensan?
Lean, escriban, sueñen, amen, sonrían
Estrella