●• Mαlos Ejemplos

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բercissα


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En opinión de Sakura, la noche no pudo haber sido de otra forma: Lo que mal empieza, mal acaba.

Después de su reencuentro casual con Kakashi en la barra de alcohol, fue más que obvio que donde fuego hubo, cenizas quedaban. Y vaya que había cenizas, aunque sólo fuesen de un fuego muy pequeño y viejo. A pesar de ello, del tiempo y de la existencia de fuegos más grandes y fogosos, Sakura a veces solía visitar el pasado con la impresión que no habría quien reemplazase lo que ése fuego en particular le hacía sentir. La noticia de la separación de su ex-profesor apenas y la inmutó. Ella sabía que había sido una mala decisión desde el principio y estaba en su deber el callar. ¿Qué clase de persona hubiese sido al privar a Kakashi de aquella experiencia que él buscó?

Sin muchos remordimientos en mente y con curiosidad, la pelirrosa comenzó a moverse a través del salón para llegar a las escaleras. El peligris la seguía a varios pasos de distancia, tratando de mostrarse interesado lo que sucedía alrededor de ellos. Una mirada rápida al trasero y piernas de Sakura bastaban para hacerlo olvidar dónde se encontraba y sentir una incómoda situación presentarse entre sus piernas. Al cruzar el recibidor, Sakura se sintió observada. Con disimulo, dio un vistazo a su alrededor y se encontró con un par de ojos azabaches viendo en su dirección. Le costó medio segundo darse cuenta quién era el dueño de aquella sonrisa torcida y reaccionar. Al parecer, se encontraba platicando con el padre de Ten Ten y con ésta, quien no podía evitar sonrojarse cada que Sasuke le dedicaba una palabra. La Haruno calculó sus posibilidades y decidió no acercarse a saludar. Había pasado ya un buen rato desde que tuvo intenciones de saludar a la novia y felicitar al padre de la misma, y un siglo desde que consideró al Uchiha como un ser que mereciese siquiera el 10% de su atención. No, mejor seguiría de largo. Forzó una sonrisa en dirección al pelinegro y siguió su camino.

Por fin, cuidándose de no ser muy obvios, los amantes subieron en busca de un lugar idóneo para su verdadero reencuentro. Habían pasado varios años desde que Sakura había visitado aquél espacio, pero confiaba plenamente en que lograrían encontrar la habitación de Ten Ten sin problema. No obstante, después de revisar cinco puertas y encontrarse con una sala, dos habitaciones de invitados, un baño y un gimnasio, por fin dieron con el lugar que buscaban. Después de pasar el gimnasio (puerta #3) Sakura se preguntó por qué no desistía de la idea de hacerlo precisamente en la habitación de su amiga, si a final de cuentas casi cualquier lugar serviría para su propósito y llegó a la conclusión de que la idea la excitaba de más. Imaginaba la prisa, la excitación que el peligro de verse descubiertos por la novia le brindaba. Sakura Haruno teniendo relaciones con el profesor Kakashi. Mojada por él. Gimiendo por él. Besada por él. Sólo podía imaginar el escándalo. Esto la divertía mientras disimuladamente volteaba a ver a su acompañante, quien a su vez parecía divertido por el simple hecho de encontrarse perdido en esa pequeña excursión.

Si alguien hubiese tratado de describir el cúmulo de sensaciones que se sobreponían a su juicio, Sakura estaba segura que se quedaría corto. El paseo de la adrenalina recorriendo su cuerpo, la excitación y el deseo que quedaban expuestos con cada caricia y cada paso dado, le recordaban las escapadas realizadas entre clases hacía unos años atrás, para reunirse con ese mismo hombre que ahora la tomaba de la mano entre pasillos. Kakashi sonreía con esa muesca torcida que arribaba la comisura de sus labios de forma natural; tan seguro y libre como nunca se había mostrado, hacía que las rodillas de Sakura se tambalearan sobre la alfombra.
Cuando cruzaron el umbral de la entrada a la habitación, la atmósfera cambió. Nadie los había visto moverse por el piso, escuchaban las voces y la música provenientes de la parte de abajo, pero arriba, en la quietud en la que se encontraban, la pelirrosa no podía dejar de sentir una pequeña corazonada en el pecho. Con una sonrisa dibujada en los labios de ambos, cerraron la puerta.

Sakura sintió su boca húmeda y su cuerpo caliente. Kakashi la besaba como si hubiera esperado ese beso por años; tenía las ansías de alguien que ha tratado de negarse a un placer, pero decide caer en la tentación. No había timidez. Sus manos apenas y podían controlarse ante aquél cuerpo. La chica enredó sus piernas en la cadera de él, y éste aprovechó para apoyarla contra la pared. La intensidad del beso no decaía y se veía interrumpida momentáneamente por visitas al cuello. Sakura estaba encantada, sentía que el calor de la excitación que había estado acumulando en su vientre desde que vio al peligris se extendía a través de su sangre. Pasaba sus manos a través del cabello de su amante y furiosamente atraía sus labios a los suyos mientras trataba de deshacer el nudo de su corbata. Las manos de Kakashi temblaban mientras recorría el cuerpo de la pelirrosa. Rozaba sus piernas con apenas la yema de los dedos y sentía que aquello bastaba para acelerarle el corazón.

De pronto ella detuvo el beso y le puso una mano sobre la boca. Kakashi se desconcertó. Intentó besarla de nuevo mientras ella bajaba sus piernas, pero le detuvo nuevamente.
—Alguien se acerca —susurró la chica, quitando la mano de los labios de él y viendo a su alrededor en busca de un escondite: si alguien entraba en la habitación sin que ellos hubiesen siquiera comenzado a hacer algo bien, se sentiría demasiado avergonzada y demasiado frustrada. Tomó la mano de él y se movieron silenciosamente hacia el otro lado de la habitación, donde estaba el armario de Ten Ten. Una risilla de escuchaba cada vez más cercana a la puerta y para cuando ésta se abrió, las dos personas que ocupaban anteriormente el cuarto ya se encontraban escondidos.

Sakura maldijo su mala suerte al verse en aquella desafortunada situación. Aunque el espacio en el que se encontraban era amplio y básicamente no podrían ser descubiertos a menos que Kami decidiese que la odiaba más que a nadie en la faz de la tierra, el hecho de haber sido interrumpidos le molestaba en demasía. Dentro de la habitación, las risillas de una mujer se habían acrecentado y conjugado con unos gemidos suaves y la pelirrosa se daba una idea de qué estaría pasando ahí. Derrotada, recargó su peso contra las estanterías dentro del armario, un tanto resignada por la ironía de aquello. Kakashi por su parte, ignoraba por completo el hastío de su compañera y, por el contrario, se hallaba fascinado y perdido en el aroma que ésta expedía. Su miembro comenzó a despertarse nuevamente. Totalmente ajena a lo que sucedía dentro de aquél espacio y no pudiendo contener su curiosidad, la chica abrió cuidadosamente la puertecilla del armario, sabía que era riesgoso, pero quería—no, necesitaba saber quiénes habían robado su momento.

La sorpresa hizo que se le cayera el rostro al suelo. Atravesando media habitación, la luz de la luna que se filtraba por el balcón iluminaba la espalda y pechos a medio vestir de una mujer de cabello castaño sentada al borde de la cama mientras un personaje de piel nívea y cabello oscuro se quitaba la camisa frente a ella. Se sintió desnuda ella misma. Quizá la presencia de Sakura no fuera clara en el universo de los protagonistas al otro lado de la puertecilla, pero para ella aquello debía ser una broma. ¿Ten Ten y Sasuke? ¡Qué broma tan pesada! ¡Pero qué ideas! Debía estar soñando, eso es. Quizá se golpeó la cabeza contra la pared mientras Kakashi la besaba y todo eso era consecuencia de un delirio. ¿No era acaso aquella la dueña de esa casa? ¿La anfitriona de esa fiesta? ¿No era acaso la prometida de Neji Hyuuga?

Estando un poco confundida y un tanto sorprendida de las acciones de su amiga (no que ella la juzgara realmente), Sakura sintió una respiración sobre su nuca que la regresó a su realidad. Por unos momentos había olvidado dónde estaba y con quién. Cualquier indicio de su reciente ardor se había disipado, pero no así para su amante. Poco a poco intercambió sus resuellos por besos lentos que iban de la nuca al hombro. Una mano comenzó a acariciarle el brazo mientras la otra rodeaba su cintura y le acercaba a él. La pelirrosa no pudo evitar suspirar. Se alarmó un poco ante el hecho de que la hubiesen escuchado afuera, pero todo parecía normal. Kakashi acercó su miembro al trasero de Sakura, y cambio los besos por pequeños mordiscos mientras acariciaba sus pechos. Podía sentir como se perlaba su frente y como cambiaba su respiración. Otro suspiro escapó sus labios cuando Kakashi metió la mano a su escote y apretujó su pecho y, al asomarse por la rendija que no se atrevió a volver a cerrar, juró ver que Sasuke sonreía para ella. Qué concepto tan ridículo ¿no? El que sonrían para ti. Un peso se asentó en su estómago. Él sabía que ella estaba ahí. ¡Dios! ¡¿Qué tan malvado podría ser aquél personaje?! Una sensación ardiente estremeció su cuerpo ante esa conclusión. ¿Cómo es posible que me haya puesto en esta situación? Se preguntaba. ¿Por qué?

Ten Ten soltó un gritito que la sacó de su ensimismamiento. No podía dejar de ver aquella escena. Cómo la besaba, cómo la tocaba, cómo la hacía gimotear, cómo no disimulaba un tacto un poco más que salvaje al arrancarle la ropa. A pesar de la indignación Sakura, no pudo evitar captar que había otros sentimientos envueltos. Kakashi seguía besándola y tocándola y por un momento Sakura cerró los ojos e imaginó que era ella quien se encontraba en la cama; con la espalda sobre la superficie y las piernas abiertas con una cabeza pelinegra entre ellas. Su vestido cayó al suelo. Entreabrió los ojos sólo para ver cómo el pelinegro hacía un camino de besos a través del pecho y vientre de su amiga. Podía sentir el pene y el pecho descubierto de su ex-profesor frotándose contra ella, traspasándole su calor; no obstante, para ella eso no representaba interés alguno. Sólo le interesaba lo que sucedía frente a ella.

Y lo que sucedía en su cabeza.

Kakashi se encargó de desnudarlos por completo y de mantener la flama encendida. Se sentía tan extasiado. De verdad había esperado mucho por aquello. Quizá ella estuviese asustada, o se hubiese tornado tímida durante los años que no se vieron, pero a él no le importaba esa ridícula situación, Sakura estaba ahí con él. Se sentía ansioso. Tomó a Sakura por el rostro y la volteó para besarla. Metió su mano en las pantaletas de ella y comenzó a acariciarla. La escuchaba ahogarse en sus gemidos y eso lo excitaba más. Su miembro comenzaba a dolerle por la espera y tuvo el impulso de penetrarla ahí mismo para saciar aquellas ganas de sentirla, de embestirla— satisfacerla y hacerla gritar.

Por su parte, Sasuke sabía que ella estaba ahí. Sabía dónde se escondía y con quien. También estaba seguro que les observaba. Y por supuesto, estaba seguro de qué estaba haciendo, la había oído. Le hervía la sangre de tan sólo imaginarlo. Su compañera hacía rato lo había hastiado con aquella risita boba que le daba por soltar, pero no había más, ésa era su actuación.

Sakura se sintió desfallecer cuando vio al Uchiha bajar hasta la intimidad de Ten. Cuando la escuchó gritar de placer, no pudo soportarlo. Tomo a Kakashi por el rostro y lo besó apasionadamente. Necesitaba distracción. Éste respondió después de superar el asombro y continuó el beso. Apretujó el cuerpo de Sakura contra sí mientras la besaba y frotó su pene entre sus labios. Estos acariciaban tiernamente a tu tembloroso miembro y parecían hacer que la ojiverde recuperara su excitación. Gimió sin ganas de ocultarlo (de cualquier forma, había alguien que hacía más ruido que ella) y en un arranque pasional, corto el beso para empujar la cabeza de Kakashi hacia su propio sexo. Éste pareció entender la indirecta (directa) y como pudo, se acomodó para hacer lo que ella quería.

La pelirrosa cerró los ojos, pero no sin antes echar un vistazo y toparse con dos ojos que observaban al vacío en su dirección.

Se dejó imaginar.

Sus sentidos estaban enceguecidos. Kakashi era tierno, la saboreaba con atención, le besaba la labia con calma y eso la volvía loca. A pesar del placer que estaba sintiendo y de las ganas de gritar, lograba sellar sus gimoteos lo mejor que podía y eso la frustraba, quería más.

Quería ser escuchada.

Jaló nuevamente a su amante para que se pusiera en pie y esta vez lo sorprendió dándole la espalda. —Házmelo — le susurró mientras volteaba el rostro para besarlo y él, tomando ese nuevo arrebato, aprovechó para acomodarse y, por fin, entrar en ella.

Fue glorioso.

Sakura soltó tal gimoteo que por un momento su corazón se detuvo. Sólo dos personas, en esa habitación, además de ella, la escucharon. La otra, estaba demasiado concentrada en su propio placer para prestar atención.

Kakashi no pudiendo contenerse más, comenzó a embestirla bruscamente. No sabía dónde ocupar sus manos: quería acariciarla a la vez que quería estrujar su piel, manipular sus pechos, apretar sus glúteos, jalar su cabellera rosa para acercar su rostro al de él, marcarle la piel del abdomen en un abrazo codicioso.

Quería arrancarse la piel. En su fantasía, ella no estaba ahí. Era otro el que le abrazaba, quien la penetraba tan furiosamente. Sólo se oían sus gritos y quería más, a la vez que sentía que ya no podía mantenerse de pie. Sakura sabía que la observaban. La madera de la puerta no era nada entre ellos, no había murallas en ese espacio ni en ese momento. Estaba expuesta como él quería. No le importaba. Nada importaba ya.

O eso pensaba hasta que abrió los ojos. La fantasía que tan cuidadosamente había recreado desapareció de golpe y dio entrada a un panorama oscuro. Frente a ella sólo había madera; sus manos se asían con fuerza a la madera de un estante; sus piernas estaban débiles y poco a poco, el vaivén que la había envuelto y que le había permitido alucinar, perdía velocidad. Gemía quedamente junto con Kakashi mientras los dos esperaban para recuperar el aliento. Fuera de ellos, su amiga parecía haber llegado al éxtasis recientemente también, pues ya no gemía desesperada, sino que reía disimuladamente.

—Eso fue asombroso —dijo la chica de cabello castaño mientras se cubría el cuerpo con una almohada y se sentaba en la cama. —Nunca creí que cumplirías tu palabra. Me harás llegar virgen mañana.

Silencio.

Sakura, ya repuesta de todo aquello, decidió no asomarse. Incluso así, se dio cuenta de la mueca arrogante que apareció en el rostro del Uchiha. En el fondo sólo se escuchaba la risa atolondrada de Ten Ten y los halagos innecesarios que profería a su acompañante. Los amantes, ocultos aún en el armario, habían decidido, quizá por prudencia y mero azar, no moverse.

—¡Mira cómo has dejado mi vestido! —exclamó Ten Ten. —Ahora tendré que cambiarme.

Tres personas en aquél cuarto sintieron distintos niveles de pánico y estrés al mismo tiempo. Sólo una reaccionó como si nada:

—Aún tienes media hora antes del brindis, ¿por qué no me dejas demostrarte lo que puedo hacer en una bañera?

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Cuando se cercioraron de que ya no había nadie en la habitación, Kakashi y Sakura aprovecharon para vestirse rápidamente y salir por la habitación antes de que algo más sucediera. La pelirrosa por el momento no quería pensar en nada de lo que había sucedido (ni en sus por qué's), sólo quería salir de ahí. Hatake, por su parte, no podía sino sonreír ante la aventura y el acto sucedido.
Mientras salían, Sakura echó un último vistazo a la habitación y en dirección al armario, sonrío de forma traviesa y cerró la puerta.

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Engañando momentáneamente a Ten Ten, Sasuke salió del baño y se dirigió directamente al armario, el cual abrió de un tirón. No había nadie ahí.

Lástima, pensó.

Y antes de cerrar otra vez las puertecillas, sonrío. Lo hizo con la sonrisa de los que han perdido una batalla que pensaban, tenían ganada.

En el suelo del armario se encontraban unas pantaletas de encaje.

Húmedas.

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Touché.

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¡La musa volvió a mí! Sólo tuve que dejar pasar toda mi experiencia universitaria, media tesis y cinco añotes. No había escrito una escena así desde quién sabe cuándo. Les agradezco a los viejos y nuevos lectores que esta historia tenga, esta historia existe por ustedes.

¡Un abrazo!