Peter llevaba casi media hora andando de un lado a otro, Nathan había estado a su lado y Mohinder también, pero él seguía nervioso y sabía que estaría hasta que el médico saliera de aquel quirófano y le dijera que todavía terminado. Nueve meses de embarazo, pasando por todo lo imaginable y ahora que llegaba el momento final, el nacimiento de su hija, no podía estar más nervioso.

La puerta se abrió por fin y el médico que se había llevado a Claire apareció delante de él.

"Enhorabuena, tiene una niña preciosa y su mujer está perfectamente, en cuanto descanse un par de días, podrá marcharse a casa."

Peter sonrió abiertamente, con la mayor expresión de alegría que nunca había visto nadie él. Por fin se había convertido en padre y Claire y él podían ser felices, como siempre habían querido.

"¿Puedo verlas?"

El médico le indicó la habitación, en la que Claire estaba durmiendo, junto a la cama había una pequeña cuna en la que se encontraba su hija. Entonces se dio cuenta, que no habían pensado en un nombre para la pequeña. Habían pasado tantas cosas en los últimos meses, que no habían tenido tiempo para pensar en ello.

La niña era tan pequeña y bonita, no pudo resistir tomarla entre sus brazos y acariciarle las mejillas todavía sonrosadas. La miró fijamente, no se podía creer que realmente fuera su hija, que todo hubiera salido bien y que por fin fueran a ser una familia.

Se acercó a la cama en la que descansaba Claire y sentó en la esquina con la niña en brazos. Se removió y movió las manitas para luego bostezar y seguir durmiendo tranquilamente; se sentía completamente segura en los brazos de su padre. Peter le besó la cabecita y la contempló de nuevo, prometiéndole en voz baja y para si que jamás permitiría que le ocurriera nada malo.

"El médico ha dicho que el parto ha sido muy fácil y rápido, como si la niña tuviera ganas de venir al mundo." Peter se volvió, Claire estaba despierta, cansada pero feliz y contenta.

Peter tomó su mano y la besó.

"Al final lo hemos conseguido." Dijo en voz baja para no despertar a la niña. "Es preciosa y tan pequeña… algo me dice que se parecerá a ti."

"Muy gracioso." Peter colocó a la pequeña en los brazos de su madre y de nuevo, el bebé se volvió a acomodar. "¿Cómo la vamos a llamar? con todo lo que ha pasado no hemos tenido tiempo para decidirlo."

"Había pensado que algo como Rebeca estaría bien, la verdad es que no quiero que se llame como mi madre, espero que jamás tenga la oportunidad de verla y no tengo a nadie en quien pueda pensar para ponerle su nombre. Pero Rebeca… era mi mejor amiga en el colegio, se que hace un año murió y ella fue quien más me ayudó en el instituto, además de mi hermano claro."

"Me gusta Rebeca." Claire miró a la niña. "Bienvenida al mundo Rebeca Petrelli. ¿Y ahora que vamos a hacer?"

"¿A que te refieres?"

"Ya sabes, la escuela, nosotros… Angela puede volver a atacarnos, puede mandar a su gente a por la niña, puede que Adam vuelva y ya sabes de lo que es capaz." Peter le dio un beso para tranquilizarla.

"No va a pasar nada, he hablado con Nathan y los demás. Vamos a cambiar la seguridad de la escuela; pero te prometo que nadie va a hacer daño a nuestra hija." Claire le escuchó en silencio.

Nunca había dudado de su palabra y menos cuando lo veía en sus ojos, aquella firmeza, aquella seriedad y seguridad de sus palabras. se sentía segura con él, siempre le había pasado eso, desde que no era más que una simple animadora, hasta ese momento, en que acababa de dar a luz a su hija; estar con Peter siempre significaba seguridad y tranquilidad.

"¿Cómo lleva Nathan lo de ser abuelo y tío al mismo tiempo?"

"Sobrevivirá, estoy completamente seguro."

Los dos se miraron, habían pasado unos meses tan horribles, que no se podían creer haber llegado a ese momento y tener con ellos a la pequeña Rebeca. Ahora solo quedaba intentar volver a su vida normal, enseñar a los nuevos niños a vivir con sus poderes y sin miedo y esperar a que su propia hija desarrollara algún tipo de habilidad especial.

- o -

Mohinder acababa de terminar su clase, todos sus alumnos se habían marchado ya, cuando una presencia en la sala llamó su atención junto a la puerta. estaba en penumbra pero reconoció sin problemas la silueta.

"¿Qué haces aquí? Dijiste que no volverías." No apartó la mirada de Sylar y sin darse cuenta clavó las uñas en su mesa.

"No me despedí como debía, quería decirte que…"

"Ya hiciste bastante daño, esperaba no volver a verte. ¿Por qué no te vas de una vez antes de que te vea alguien?"

"Veo que en el fondo no quieres hacerme daño. Lo aprecio, gracias. Pero aún así prefiero arriesgarme, tenía que verte."

Sylar dio un paso hacia Mohinder y el profesor retrocedió, aunque sabía que si Sylar decidía atacarle, no tendría mucho que hacer, ni sitio a donde ir. Miró a la puerta, con al esperanza de que alguien apareciera en ese momento, tal vez Matt, que fuera a buscarle o cualquier alumno que le diera una excusa para salir de allí. Pero nadie apareció.

"No te asustes, no vengo a hacerte daño."

"No me lo pones fácil. Por tu culpa estuve a punto de morir, tu me dejaste en manos de Angela Petrelli, permitiste que me usara. Y si hablamos de tus sentimientos… no me parece que lo que sientes hacia mi sea lo más sano posible."

"Siempre te he querido."

"No es cierto, lo que sientes por mi no es amor, ni siquiera es algún tipo de sentimiento normal." Mohinder se puso más tenso todavía. "Estás obsesionado conmigo y ni siquiera se porque, yo no te he dado ningún motivo para que te sientas así. No te quiero y lo sabes."

"Estás enamorado de ese policía."

"Matt ya no es policía y si le quiero, tenemos una familia, dos niños… somos felices." Sylar lo miró, como si pudiera leer dentro de su mente sin necesidad de escuchar sus palabras. "Será mejor que te vayas."

"¿No quieres saber lo que tengo que decirte?" Sylar sonrió, pero Mohinder se quedó callado, en silencio, completamente serio. "¿Tienes miedo de lo que pueda decirte?"

"¿Miedo de que me digas que me quieres? Ya te he dicho que eso no es amor y aunque lo fuera, te aseguro que no sería correspondido por mi parte. No te quiero, no siento nada por ti… bueno si, te odio."

"Mohinder."

"No, no quiero saberlo, no quiero que me digas lo que sientes por mi, porque ¿sabes que? Me da igual, no quiero escuchar tus mentiras, no quiero que seas parte de mi vida ni de mi familia. No quiero volver a verte."

"Se que sientes algo por mi y que tarde o temprano te arrepentirás de decir algo así."

Para sorpresa de Sylar, Mohinder fue hacia él, se colocó frente al otro hombre y lo miró a los ojos. Le atravesó con la mirada, casi le hizo dar un paso atrás, pero Sylar se quedó donde estaba. Mohinder tomó su rostro con una mano y lo acercó hasta él, como si fuera a besarle, tanto que Sylar pudo notar la respiración del profesor sobre su piel.

Mohinder sonrió.

"A estas alturas deberías saber que nunca te he querido y que si paso algo entre nosotros en el pasado, no fue porque te quisiera, si no por un momento en el que me sentí atraído por ti, una noche nada más. No te quiero, solo estoy enamorado de un hombre y ya le tengo a mi lado. Matt es el hombre de mi vida, no serás más que un polvo." Mohinder retrocedió para coger sus cosas y salir. Un momento antes se dio la vuelta. "Vete de aquí y no vuelvas, no creo que a los demás les hiciera demasiada gracia verte por estos pasillos."

Mohinder dejó la sala y anduvo el pasillo sin mirar atrás. Estaba aterrado, nunca hubiera sido capaz de decir algo así, si no hubiera tenido la fuerza de su familia consigo. Matt lo atrapó al dar la vuelta a la esquina, Mohinder se sobresaltó.

"¿Va todo bien?"

El profesor se abrazó a Matt y miró al pasillo, al fondo estaba Sylar, pero no se acercó a él, si no que se quedó allí, mirándole desde lejos, como si Mohinder hubiera creado una barrera invisible que el otro hombre no pudiera cruzar. Un momento más tarde se había marchado, Mohinder no volvería a verlo nunca, pero todavía estaba temblando.

"Mohinder cariño ¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?" Volvió a repetir su compañero.

"Ahora si." De nuevo miró al pasillo, pero allí no había más que niños y adolescentes de camino a una nueva clase. "Ahora si."

Por fin lo había dicho por fin había tenido el valor de enfrentarse al hombre que más había temido en toda su vida. Durante un tiempo había llegado a creer que estaba enamorado de Sylar pero, tal y como le había dicho, ahora ya sabía que no era así, tan sólo había un hombre en su vida y ese hombre, Matt, ahora mismo le estaba abrazando y sabía que siempre cuidaría de él.