Love'S Sin
Capitulo 11
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A medida que la tarde terminaba para dar paso a una prematura noche de invierno el frío se hacia cada vez mas intenso, obligando a la joven de ojos verdes a buscar un poco mas de leña para aumentar el calor de la hoguera y haciendo que se juntara mas a ella, acurrucada en la fina manta.
Por el solitario camino apenas había pasado un carruaje de buen ver, seguramente de alguna familia acomodada, que al verla a penas se inmuto y siguió su camino sin aminorar el paso, pensando seguramente que se trataba de alguna vagabunda o fulana que quería aprovecharse. Misao, demasiado inocente, había pensado que podrían alcanzarla hasta el pueblo mas cercano, en vano. Mientras observaba desaparecer el carruaje se dio cuenta de que tendría que pasar la noche allí, pero no se movería del camino, con la esperanza de tener mejor suerte la próxima vez que pasara alguien.
El vaho que salía de su boca solo fue otra señal de la gran caída de la temperatura e intento taparse lo mas que pudo, sentándose de nuevo junto al fuego. Pronto apenas se vería nada y además de hambre, empezaba a tener mucho sueño. Estaba realmente agotada, tanto psicológica como físicamente. En aquel momento pensó que lo único que podría consolarla eran los brazos de Orfeo. Con suerte, cuando despertara todo habría sido una horrible pesadilla.
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Tsubame miro hacia fuera suspirando profundamente, mientras en su cara se veía una mueca de impotencia mezclada con impaciencia. Volvió a mirar el reloj que colgaba sobre la puerta de la cocina, dándose cuenta de que apenas habían pasado 10 minutos desde la ultima vez que lo había revisado. Y unas escasas horas desde que su padre fuera en busca de Misao.
Esta vez no la defraudaría, pensaba con insistencia. Su padre encontraría a Misao y la traería de vuelta a casa, en eso Aoshi Shinomori no podía fallar. Y lejos de todas sus suposiciones, creía fuertemente en ello.
-Tsubame, quieres merendar algo?.- Le pregunto cariñosamente Kaoru, afanada en la cocina con algo de torpeza.- Voy a prepararles algo de leche caliente, te parece?
La niña la miro con una ceja levantada, mientras la señora Himura buscaba entre cacharros algo perdida.
-Usted no tiene costumbre de andar en una cocina, verdad?
-Se nota mucho?.- Rió avergonzada la mujer de ojos azules, rascándose la cabeza con una mano.
-Déjeme, yo la ayudo.- Tsubame dejo de nuevo los cacharros en su sitio, mientras buscaba el adecuado.- En esa lacena de su izquierda hay una botella de leche fresca, recogida esta mañana.
-Aquí?.- Kaoru dudo un poco, para tras el asentimiento de la jovencita abrir la puertecita de madera y coger la botella de leche, dándosela.- Perdona, siempre me ha fascinado la cocina, pero jamás he tenido tiempo ni libertad para ponerlo en practica, sin decir que las pocas veces que lo he hecho han sido un autentico desastre.
-No se preocupe, seguro que con mas practica llegara a hacerlo bien.- El intento de consuelo sonó bastante decaído para Kaoru, que entendió que la niña estaba mas preocupada de lo que parecía.
-Oye, tengo una idea.
Tsubame la miro con curiosidad.
-Tu papá puede que tarde un buen rato mas, y apenas faltan unas horas para la cena.- Sonrió brillantemente, intentando contagiar su optimismo.- Porque no preparamos la cena entre las dos?, de seguro mi marido querrá cenar con nosotros también.
La niña de cabellos castaños bajo la mirada con duda, no le parecía lo mas correcto hacer una cena amistosa en ese momento.
-Además..., Misao y tu papá tendrán mucha hambre al volver, no crees?
Fue suficiente motivo para que Tsubame cambiase de opinión con rapidez. Después de todo seria un buen método para matar el tiempo, o estaba segura de que seria capas de romper el reloj e ir en busca de un caballo para traer de vuelta a esos dos adultos estúpidos.
-De acuerdo.- Sonrió con dificultad Ella, ganándose una sonrisa aun mas brillante de la esposa de Kenshin.- Puedo enseñarte a hacer un cocido, si quieres.
-Estupendo!.- Kaoru Himura cogió rápidamente un delantal que había colgando de la puerta y espero ordenes.- Por donde empezamos?
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Había recorrido mas de la mitad del camino hacia Columbia sin todavía ningún éxito en su búsqueda. No sabia ni el tiempo que llevaba al galope, se había parado en las casas que había encontrado y a la gente que se le había cruzado preguntando por ella, pero al parecer nadie la había visto, además hacia un buen rato que no se encontraba con ningún ser vivo y el frió se había intensificado alarmantemente.
Tal vez alguien la había recogido del camino..., pero entonces sabia que no llegaría esa noche a casa y empezaba a oscurecer. Si no la encontraba seguiría hasta el pueblo mas cercano, y el siguiente..., hasta que diera con Ella, no se iba a rendir. No todo estaba en su contra, al menos sabia que Misao no conocía muy bien la zona.
Tenia que aferrarse a cualquier granito de esperanza o seria incapaz de seguir el camino.
Como había dejado que las cosas llegaran a ese punto?
Algo en su interior le dolió profundamente al recordar las palabras de su hija. Tenia razón, todas las desgracias que les pasaban era por culpa suya y eso era lo primero que quería cambiar. No pudo evitar hacer balance de su vida. Con que despreocupación había vivido la mayor parte de su vida..., nunca se había parado a pensar en las consecuencias de sus actos, hasta que Misao había huido de El.
Siendo apenas un jovencito había descubierto los placeres que podían ofrecerle las mujeres. Su aspecto atractivo y desenfadado lo había ayudado en mucho, y fue conciente de ello desde temprana edad. Seria casi imposible intentar enumerar a todas las mujeres con las que había estado, los primeros años de su adolescencia El y Seijuro se habían dedicado a conquistar los corazones de todas sus vecinas, e incluso de sus madres. La muerte repentina de su madre no hizo mas que acrecentar sus conquistas, tal vez en busca de ese amor que había perdido. Recordó que su vida se había vuelto monótona y aburrida, no había mujer en Charleston que no conociera y estaba acostumbrado a que cuanta mujer quisiera cayera rendida a sus pies. Hasta que conoció a Yumi Komogata el día que su hermano Seijuro y Okon habían formalizado su noviazgo.
Era la mujer mas hermosa que había en Charleston en aquella época, además de la mas rica y refinada. No había hombre en el pueblo que no quisiera recibir sus atenciones, y tampoco perdían el tiempo sin intentarlo. Para El, Yumi fue el mayor reto que había conocido. No solo era las mas hermosa, le llevaba además 5 años de edad y varios millones de herencia, había estudiado en Europa y su apellido era el mas poderoso del Estado, era casi impensable que una heredera tan valorada como Ella pudiera siquiera poner sus ojos en un guapo mozo de Charleston, que a pesar de no ser pobre, su fortuna era modesta al lado de la familia Komogata.
Pero si algo le había caracterizado siempre era su confianza y seguridad, y ninguno de esos detalles le empequeñeció. Consiguió que Okon les presentara formalmente y en ese instante empezó una relación apasionada y secreta, en un principio. Yumi era tan o incluso mas orgullosa que El y descubrió en sus ojos rubí que le deseaba tanto como El a Ella, ambos buscaban lo mismo el uno en el otro, superarse. Estuvieron varios meses encontrándose en secreto hasta que los padres de Ella se enteraron de la aventura de su hija.
A pesar de todos los inconvenientes tanto Ella como El lucharon tercamente hasta que consiguieron que ambas familias se pusieran de acuerdo y aceptaran su matrimonio. Y ahí empezó todo a decaer. Nada mas casarse se mudaron a la casa colonial que tenia la familia de Yumi en el centro de Charleston, empezaron a tener que asistir a todo tipo de reuniones como matrimonio que eran, Aoshi se vio sobrepasado por las responsabilidades que conllevaba ser el marido de Yumi Komogata y apenas había terminado su adolescencia. Aun no había acabado la pasión entre ellos cuando tubo que ir a la legión como todos los chicos de su edad, algo que sorprendentemente para El había sido un pequeño suspiro de su vida de protocolo. Aunque solo 8 meses después tubo que volver a casa, al nacimiento de la pequeña Tsubame. Recordó ese como uno de los días mas felices de su vida..., no había sido conciente de la grandeza de ser padre hasta que cogió entre sus brazos a su primera hija, tan pequeña y hermosa que por primera vez después de la muerte de su madre quiso llorar, pero de felicidad.
La llegada de Tsubame fue un soplo de aire fresco entre El y Yumi. Los primeros años con la niña se había concienciado de que quería la total felicidad de su pequeña e incluso poniéndola por delante que su relación con su esposa, cosa que no tardo en despertar celos en Yumi. Las primeras peleas fuertes se dejaron ver entonces, y entre una riña y otra nació el pequeño Aoshi, pero ello no fue para nada conciliador entre la pareja. Ahí tal vez cometió el primer error, tal vez debería haber luchado mas por salvar su matrimonio, al menos por la felicidad de sus hijos. Pero ambos eran demasiado orgullosos, y eso podía incluso con el amor, si alguna vez existió. Le resultaba mas atractiva cualquier joven criada y conociendo la frialdad de su lecho matrimonial empezó una época de adulterio. No se sorprendió cuando encontró a su mujer en uno de los burdeles, coqueteando abiertamente con un soldado de cara conocida, pero lo que mas le sorprendió fue lo poco que le importo entonces. Tal vez por el hecho de saber desde un principio lo poco que le importaba su matrimonio no quiso luchar por El, ahora se daba cuenta de que si hubiera hecho algo por salvarlo ambos hubieran sido aun mas desgraciados que en aquel entonces. Su mayor error sin duda fue no pensar en sus hijos, no el hecho de no luchar por salvar su matrimonio.
La mañana que despertó para darse cuenta de que Yumi se había ido con aquel soldado y para siempre fue cuando la realidad de su vida le golpeo de lleno en la cara. Había sido un inmaduro, un niño... y entonces se vio con dos niños pequeños a su cargo, una ciudad que le despellejaría vivo con sus comentarios, las miradas acusatorias de su padre y los padres de Ella, la pena que despertaba en su hermano..., sin duda se convirtió en un hombre de verdad de la forma mas dura. Construyo la granja en la que ahora vivía y decidió que lo mejor seria vivir apartado de todo aquello, de la vida social de Charleston. Se concentro en su trabajo, conoció a su mejor amigo, Sanosuke, la única persona capaz de comprenderle y decidió que de ahora en adelante viviría para ser feliz, haciendo lo único que sabia. Disfrutar de los placeres mundanos de la vida.
De que le había servido todos esos años de fiestas, mujeres e irresponsabilidad?
Solo le habían servido para perder a la única mujer, de la que estaba seguro, que había amado nunca. La mujer que le había demostrado que no era para nada perfecto, que había convertido su casa en lo mas parecido a un hogar que había tenido desde que dejara la casa paterna, que le había hecho conciente de que apenas había vivido nada en la vida. La mujer que le había hecho entender que era padre de dos niños maravillosos que le echaban de menos, y se dio cuenta de que El también los extrañaba. Extrañaba los abrazos de su hija, consentirla y escucharla reírse, también los juegos de su hijo, quería enseñarle a cabalgar, a ser un hombre de provecho... tal y como El no era. Quería todo eso y mucho mas.
Quería a Misao de nuevo en su casa, quería que le recibiera todos los días con una sonrisa, que le mimara y lo volviera loco de deseo por las noches, y quería hacerla feliz, darle el hogar que nunca tubo y amarla como nadie lo había hecho. Quería ser su hombre.
Sonrió satisfecho ante el resultado de su balance. Nunca había sido un hombre cobarde, había conseguido lo que quería y esa no seria la primera vez que fallara. Los errores del pasado no eran ningún obstáculo imposible, solo una motivación mas para conseguir sus objetivos. Recapacitar, meditar y buscar soluciones, aun le quedaban muchas cosas por vivir, y quería vivirlas con su familia, en la que ya estaba incluida Misao.
Sus pensamientos se cortaron al notar un diminuto copo de nieve apoyarse en la punta de su nariz, como el frió le recorrió los nervios al momento del contacto, y alzo la vista a su alrededor al quitárselo. Empezaba a nevar, un poco antes de lo habitual, pero ya había llegado el invierno y por la pinta de los nubarrones esa noche habría una gran nevada. No podía quedarse dormido en los laureles, acelero el paso y observo con detenimiento cada rincón del camino que recorría. Si Misao aun seguía caminando tendría que pararse a descansar, con el clima en esas condiciones no le quedaría otro remedio que buscar un sitio donde pasar la noche y las opciones en aquel páramo eran muy limitadas. Tenia que encontrarla antes de que la nevada se intensificara, no había cogido ninguno de sus abrigos y ya de por si estaba demasiado expuesta.
Como si le azotara un rayo cayo en la cuenta de las palabras que había dicho la señora de Himura justo antes de el emprender el camino. Con mas razón tenia que encontrarla antes de que el tiempo empeorase, cabía la pequeña posibilidad de que no fuera únicamente la vida de su mujer la que estuviera en peligro, si no también la de un bebé. Su hijo. Como no había pensado El en esa probabilidad? Podía ser tan obvio!..., pero no era momento para pensar en lo que podría ser..., primero la encontraría y luego mantendrían la tan importante conversación que ambos necesitaban con urgencia.
Pasaron algunos minutos en los que la oscuridad fue en aumento y también se incremento la nevada, solo un poco, cosa que agradeció en lo mas profundo. La luz que parecía irradiar una hoguera llamo su atención, la emoción volvió a su alma solo por unos segundos, porque al acercarse se dio cuenta de que a los pies de la débil fogata había un fardo encogido e inmóvil. Paso saliva con dificultad y acelero el paso.
Por primera vez en su vida dedico una plegaria a Dios, rezando porque si se trataba de Ella estuviera en buen estado, a pesar de la mala pinta que tenia la situación, pero al mismo tiempo deseando que fuera Misao.
Un debate en su interior entre el pánico y la alegría que jamás olvidaría.
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Kenshin Himura toco varias veces en la puerta pensando detenidamente que es lo que había pasado en cuestión de un día y porque tenia que estar en un día tan oscuro en casa de Aoshi Shinomori, en vez de descansando en su salón con una buena taza de te caliente y la compañía de su familia.
Cosa que desde luego prefería a estar esperando a que alguien se dignara a abrirle la puerta, de no ser porque su amada esposa estaba en esa casa desde el mediodía y no había dado señales de vida. Que demonios había pasado?, que podía estar haciendo Ella en esa casa? No se suponía que Shinomori se había largado con la hija de los Takani?
Justo en medio de sus planteamientos la puerta se abrió, dejando a la vista el rostro de un niño de cabellos azabache y ojos azules lleno de harina que le miraba con seriedad. Digno hijo de Aoshi, pensó, antes de dedicarle una amable sonrisa esperando mas cooperación por su parte.
-Hola pequeño, soy Kenshin Himura, por casualidad no sabrás donde esta mi esposa?.- Hincó una rodilla para estar mas a la altura del niño.- Vino a esta casa al mediodía y no se nada mas de Ella.
Aoshi-kun parpadeo varias veces, como si no comprendiera.
-Es un poco mas bajita que yo, de ojos azules...
-Le ha entendido.- Le interrumpió Tsubame entrando en el recibidor mientras se limpiaba las manos en el delantal.- Perdone a mi hermano, es muy tímido con los desconocidos.
Himura sonrió tranquilo.- No pasa nada, tu si sabes donde esta mi mujer?
-Claro.- Tsubame se giro hacia atrás y grito.- Señora Kaoru! Su marido ha venido!
No tardo en reconocer los pasitos acelerados de su mujer viniendo desde la cocina. Lo que si le sorprendió fue el aspecto que traía, con un delantal manchado y arrugado, su cara con resto de harina y el pelo algo enredado, y además con una enorme sonrisa.
-Cariño!.- Se tiro a darle un gran abrazo, con cuidado de no mancharle.- Perdona que no haya mandado nadie a avisarte, no puedes imaginar los giros que ha dado este asunto!, Pasa! No te quedes en la puerta, hace mucho frió, acompaños a la cocina estábamos preparando la cena, verdad Aoshi-kun?
El niño que no se había movido de su sitio soltó una risita traviesa.
-Aoshi-kun, se van a quemar el postre!.- Grito Tsubame mientras corría hacia la cocina, seguida de cerca por su hermano.
-Oh! Dios mío, lo había olvidado.- Kaoru estuvo a punto de seguir los pasos de los dos niños, siendo interrumpida por el abrazo de su marido que ya había entrado en la casa y la miraba un poco perdido.
-Se que el postre es terriblemente importante, mi amor.- Sonrió divertido.- Pero no crees que deberías explicarme lo que ocurre?
Kaoru abrió la boca sorprendido.- Claro!, perdona! Han pasado tantas cosas...
-Donde esta Shinomori? Y Misao?
-No te lo vas a creer!
Kenshin Himura pensó que eso era de lo único que estaba seguro, y a cada palabra de su mujer mas podría asegurarlo. Kaoru le contó todo lo que había pasado en aquella casa, el malentendido con Megumi y Sanosuke, la huida de Misao y la posterior marcha de Aoshi en su búsqueda. Al acabar el relato de hechos estaba seguro de que seria una digna trama para una de las novelas que lee su mujer, y que por ello tenia que estar encantadísima de vivirlo como primera espectadora.
-Como no había mucho que hacer y no creo que vuelvan pronto Tsubame me estaba enseñando a hacer un cocido.- Termino de explicar Kao.- Perdona, tenia intenciones de hacerte llegar el mensaje para que vinieras a dar con nosotros, pero se me ha ido la tarde volando, como esta Kenji?
-Bien, bien, se ha quedado con la Nanny.- Contesto rápidamente Kenshin.- Ahora entiendo el alboroto que se formo esta tarde en el pueblo.
-Que paso?
El señor Himura miro a los alrededores esperando que los niños no estuvieran cerca.- Enishi Yukishiro fue a hablar con el señor Okina y Seijuro para contarles todo lo que había pasado, no puedes imaginarte el gran revuelo que se formo en el pueblo.
-Pero es mentira! Aoshi no se ha ido con esa mala pécora!.- Grito frustrada Kao, pero fue interrumpida por su marido.
-Lo se, lo se!, La familia de Megumi acuso a los Shinomori de que Aoshi la embaucara para fugarse juntos por su herencia, ya sabes... la reputación de Aoshi no ayudo en mucho...- Después de coger aire, prosiguió.- Pero entonces, cuando estaban a punto de hacer una patrulla para ir en su busca apareció un mozo de la estación de ferrocarril traído a rastras por uno de los hombres del Señor Takani, por lo visto había visto esa madrugada a Megumi huyendo con un joven de cabellos castaños cogiendo un tren hacia la costa Oeste.
Kao abrió los ojos sorprendida, como si todo encajara.- Sanosuke...
-Hasta ahora nadie sabe quien es, me ha sorprendido saber su identidad, no creo que nadie sospeche siquiera que se trata de Sagara...- Kenshin sonrió casi divertido.- Lo bueno de todo esto es que Aoshi ya no esta en el punto de mira, y dudo mucho que nadie vaya a enterarse nunca de que fue Sanosuke con quien se fugo Megumi, desde luego les costara bastante encontrarlos.
-Algo me dice que Enishi Yukishiro no se rendirá tan fácilmente.- Kaoru también sonrió.- Esperemos que no los encuentren nunca..., al final me parece una linda historia de amor.
Ken alzo una ceja.- Sabes que estas hablando de Megumi Takani, no?
-Señora Himura! El postre esta listo!.- Se oyó el grito desde la cocina.
-Que tal si ayudas al niño a preparar la mesa en lo que nosotras la servimos?.- Cambio de tema rápidamente con una amplia sonrisa.- Pronto será de noche, esperemos que Aoshi y Misao tarden mucho mas o se les enfriara la cena, vamos.
Sin decir una sola palabra se dejo arrastrar por su mujer dentro de la cocina. Conocía perfectamente los instantes en los que mejor era no discutir y acatar ordenes, después de todo... había estado en el ejercito, y ningún general podía compararse con Kaoru Himura.
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Se bajo del caballo con tanta suavidad como si el suelo a sus pies fuera a ceder ante su contacto, un suelo cada vez mas acolchado por los copos de nieve que caían del cielo. No había hecho ninguno tipo de ruido, nada que pudiera delatar su presencia. En el fondo, parecía tener miedo de que si se notaba su presencia, la esperanza se iba a esfumar como humo.
Dio algunos pasos mientras se acercaba al fardo junto al fuego intentando reconocer algo que le dijera que era su Misao, o por el contrario cualquier detalle que le hiciera comprender que se trataba de otro transeúnte que había tenido la mala suerte de quedarse a la intemperie ese día. No tubo que esperar mucho para encontrar lo que buscaba. A un lado de la persona que se cobijaba con la fina manta distinguió perfectamente un pequeño sombrero de color oscuro y raído. Aquel gorro horroroso de sirvienta que una vez obligo a Misao a quitarse en su presencia.
El corazón se le quedo en un puño, durante dos segundos se olvido de respirar para luego volver a la realidad. Su búsqueda había terminado, lo que suponía un alivio. Lo que no era un alivio era el estado en el que se encontraba Ella. Porque no se movía?
-Misao...- Susurro al principio, casi como quisiera despertarla suavemente una mañana de domingo.
Dio dos pasos mas comprobando que la larga melena oscura de Misao sobresaliente de entre la manta, casi tapada por completo pos los copos de nieve. Pero no hubo ningún tipo de respuesta, ni un sonido, ni un movimiento...
Y la paciencia se le acabo.
Termino de estrechar la distancia que les separaba en tiempo record y se arrodillo a su lado no del todo seguro de destaparla, con el pulso temblando como nunca antes. Ni siquiera pensó en disimularlo. Rozo levemente el bulto que se escondía bajo la manta y noto el calor que irradiaba, pero seguía sin reaccionar.
-Misao.- Subió un poco mas el tono de voz, esta vez para su tranquilidad Ella se movió, seguramente entre sueños.
Busco su rostro debajo de la fina manta y lo encontró. Yacía encogida, hecha un ovillo, en cuanto sintió la falta de calor de la manta dejo escapar el temblor de todo su cuerpo y suspiro de dolor, mientras parecía despertar poco a poco.
Aoshi no supo a quien tenia que darle las gracias en ese momento, pero sabia que había sido cuestión de tiempo y de suerte encontrarla en buen estado. Si hubiera tardado algunas horas mas probablemente Misao no hubiera despertado jamás de su sueño..., y es que se notaba que era de las tierras cálidas del Sur. A nadie mas que a Ella se le tenia que ocurrir dejarse dormir en plena nevada, sin importarle los riesgos que ello conllevaba. Tenia unas ganas inmensas de abrazarla con fuerza y darle el calor que necesitaba, de reír de felicidad por haberla encontrado tan rápido y a tiempo, pero se lo pensó dos veces. Seguramente la asustaría, y además Ella tampoco debía de tener muchas ganas de verle si sus suposiciones eran ciertas.
-Misao, despierta.- Le pidió, se podría decir que hasta cariñosamente.
Ella abrió sus ojos verdes con pereza, intentando enfocar algo concreto con la vista.- Aoshi?
Su nombre había sonado tan cálidamente que lleno por completo a Shinomori en su interior y esta vez si no pudo resistirse. Aparto la manta que la cubría y la cogió entre sus brazos, agradecido por tenerla, agradecido por todo. Misao se dejo hacer, aun aturdida. Por unos instantes había olvidado totalmente lo que había pasado ese día, el calor de los brazos de Aoshi la dejo adormilada tan placenteramente, incluso le saco una leve sonrisa y la hizo aferrarse a su pecho, aspirando el aroma que le caracterizaba. Acaso estaba soñando? O había despertado de su pesadilla?
Pesadilla.
-Dios mío, Misao..., por un momento pensé que no volvería a verte.- Susurro contra su cabello, dándole un beso.
Pesadilla. Se repitió aun mas fuerte dentro de la mente de Misao, por fin había despertado del todo.
Se aparto de Aoshi con brusquedad y le miro entre sorprendida y aterrorizada. No entendía nada, que hacia El allí? Como tenia el descaro?
-Que...- Las palabras se atascaron en su garganta, mientras sentía unas horribles ganas de llorar.- Que haces aquí?
Aoshi Shinomori parpadeo varias veces.- He venido a buscarte.
-Estoy perdiendo la cabeza.- Misao se lev
-No, he venido a por ti Misao.
anto, alejándose algunos pasos de El mientras miraba a su alrededor.
-Porque?!.- Levanto la voz, mirándole desesperada.- No tiene sentido!, No es posible...
La agarro de los hombros intentando centrarla.- Mírame, estoy aquí... y porque crees tu que estoy?
-Esta claro que por un motivo muy retorcido para humillarme, aun mas si cabe!.- Se aparto de El de un manotazo.- Que soy incapaz de imaginarme!, cuanto mas puedes reírte de mi, Aoshi Shinomori?!, Que quieres de mi?!
Era el principio, supo Aoshi. El principio para dejar todas las cosas claras, todas las cartas sobre la mesa. Ahora si, era el ahora o nunca, y no se rendiría hasta hacer comprender a Misao la realidad.
-Quiero que vuelvas a casa, conmigo, por eso he venido.
Ella soltó una carcajada amarga.- A casa?
-Por supuesto!, a donde si no?.- Frunció el ceño.
-Es que te falta una criada Aoshi?.- Misao sintió como las lagrimas le quemaban los ojos al pensar lo siguiente que iba a decir.- O a tu nueva esposa? La Sra. Megumi es incapaz de hacer nada por si sola y necesitan de mis servicios?
El abrió la boca para rechistar, pero le interrumpió.
-Porque no me lo dijiste?, Porque tuviste que hacerme esto?.- La lagrima termino por rodar por su mejilla.- Si querías a Megumi Takani no me iba a oponer..., te lo dije!, nunca creí que realmente fueras a quedarte conmigo, incluso te hubiera dado la nulidad de nuestro matrimonio..., después de todo era...
-Basta!
Aoshi Shinomori se canso de oír la sarta de locuras que estaba diciendo Misao. No quería oírla decir que quería dejarlo libre, no quería oírla decir que renunciaba a ser su mujer, porque El no lo permitiría. La volvió a coger de los hombros y la acerco a su rostro, esperando que con la cercanía se diera cuenta de la sinceridad de sus palabras.
-A que crees que he venido Misao? A ofenderte?.- Gruño de rabia, notando que Ella temblaba de la impresión.- Nada mas lejos..., Te quiero en mi casa, pero no como criada, te quiero como mi mujer.
-Pero..
-No me he casado con Megumi Takani, y no lo haré nunca.
-Mentiroso!.- Misao volvió a intentar alejarse, la tristeza se había convertido en impotencia.- No sabré leer, ni escribir, Aoshi Shinomori! Pero no soy tan estúpida como te piensas!, Como crees que me voy a tragar eso?!! Les he visto juntos! Delante de mis narices!, el propio Enishi Yukishiro vino a casa a decirme que te habías fugado con Ella!
El hombre de ojos hielo cogió aire.- No te voy a negar que tuve una aventura con Megumi...
-Es lo que me faltaba!.- Rió con sarcasmo Ella, mientras Aoshi le lanzaba una mirada de cansancio.
-Fuimos amantes, antes de casarme contigo.
-Y después.
-No.- Rectifico con pasmosa claridad.- Después jamás tuvimos nada mas allá de una simple conversación, ni con Ella ni con ninguna otra.
La joven trago saliva.- La vi, anoche... desnuda en el establo después de tu entrar.
-Eso tiene explicación...
-Ya me gustara oírla!!.- Ella sonrió forzadamente, poniendo los brazos en jarra.- Tu propia hija me dijo que la llevaste a casa luego de yo irme!
-Por supuesto que si!.- Misao abrió la boca indignada, hasta que su marido termino la frase.- Para explicarte todo lo que había pasado, es que acaso Tsubame no te dijo también que Sanosuke iba con nosotros?
-Que tiene que ver Sano en todo esto?.- Misao no podía estar mas confundida, no entendía que clase de excusa podía estar inventándose Aoshi, aquello empezaba a no tener sentido.
-Mas de lo que imaginas, cuando me dejes terminar de contarte lo que ha pasado lo entenderás todo.
En contra de lo que su voluntad quería, que era no escuchar ni una sola palabra mas de Aoshi Shinomori y huir lo mas lejos de El y de sus intentos de engaño se quedo quieta en su puesto y sin ninguna palabra que pudiera salir de su garganta. Se sentía terriblemente dolida..., seguía sin entender porque Aoshi había ido a por Ella, cuando estaba claro que El no la amaba. Se lo repetía continuamente.
-Quise explicarte anoche todo lo que había pasado..., Sanosuke y Megumi también, esta claro que sin ayuda me va a costar mucho convencerte, pero créeme Misao.- Aoshi la cogió de las manos en modo de suplica.- No me he casado con Megumi, no me voy a ir con Ella, con nadie... No te he dejado, aunque las cosas no hayan ido bien entre nosotros últimamente.
-Como quieres que te crea?.- Susurro dolorosamente, aceptando el contacto con las manos de su amado.
-Me los encontré anoche en el establo a los dos, por lo visto llevan unas semanas teniendo una aventura, por eso la has visto tanto por la granja.
Misao le miro confundida, Sanosuke y Ella habían hecho un gran amistad pero jamás le había comentado nada sobre el asunto, en realidad casi nunca hablaban de Megumi porque sabia la tensión que había con respecto a Ella. Tal vez..., no podía ser.
-Sanosuke no me dijo nada.
-No, a mi tampoco.- A Aoshi se le escapo una sonrisa.- No creas que fue agradable encontrármelos en pleno acto.
Aquello tuvo una doble interpretación por parte de Misao, que sintió como el alma le daba un pinchazo al creer que Aoshi sentía algo por la joven de ojos almendra. Shinomori fue capas de captarlo a tiempo, para su suerte.
-No es lo que piensas, no me molesta en absoluto.- Corrigió, pero luego frunció el ceño.- Solo me molesto cuando anoche me di cuenta del daño que había estado haciendo en ti el pensar que era conmigo con quien Megumi tenia un lío, por eso les pedí que te explicaran la situación, pero tu no aparecías.
Ella sonrió tristemente.- Y que hubieras creído tu, Aoshi?
-Desde luego me lo merezco.- Apretó aun mas las manos de Misao.- Fueron Ellos quienes se fugaron, supusieron que era Yo, pero estaban equivocados, me levante temprano para atender a los animales por la llegada del invierno..., tal vez debería haberme quedado en la cama contigo y todo este jaleo no se hubiera montado.
Aquel comentario hizo que Misao se sonrojara hasta las orejas.
-Como puedo creerte?, Que pruebas me das de que no me estas mintiendo?
-Ese es mi mayor problema.- El dueño de los ojos de hielo sonrió con pesar.- Tendrás que creer en mi palabra hasta que llegues a Charleston y veas que digo la verdad, cuando salí a buscarte sabia que me arriesgaba a que no me creyeras... en realidad ni siquiera yo me creería a mi mismo..., pero no podía dejar de intentarlo Misao, necesito que me creas, que confíes en mi.
Misao Shinomori sufría el mayor debate interior al que había asistido desde su nacimiento, y con razón!, No tenia ningún motivo para creerle, Aoshi Shinomori era famoso por sus mentiras, borracheras, aventuras y mil cosas mas, eso era lo único claro en todo aquel asunto. Pero que motivos tenia para no creerle? Le había admitido que había tenido una relación con Megumi, aunque hubiera sido un descaro no hacerlo, y además se encontraba allí, con Ella. Había salido en su busca para regresarla a casa..., si se hubiera fugado con Megumi porque razón saldría al galope en su busca? Para que la querría? Se llevo las manos al rostro y froto con fuerza.
Aoshi la miro preocupado, tenia unas ganas enormes de apoyarla, de servirle de mas ayuda, pero lo único con lo que podía luchar era con su propia palabra.
-Se que no hay muchos motivos para Ello...- Susurro El, entre triste y esperanzado.- Pero aun así soy tan egoísta como para pedirte que me creas, no estoy mintiendo Misao, por una vez no.
-Aoshi Shinomori...- A Ella también se le contagio el tono de voz, dejando su rostro libre de sus manos mientras escapaba la primera lagrima.- No hay muchos motivos no..., pero en realidad juegas con ventaja.
El la miro desconcertado y sus miradas volvieron a cruzarse.
-Mi cabeza no hace mas que darme razones para no creerte, y en realidad por mucha razón que tenga... ya tiene perdida la batalla.
-Quieres decir que...?
Misao se limpio la lagrima y sonrió con tristeza.- Estoy tan enamorada de ti maldito condenado que no he hecho mas que rezar por que pasara esto desde el mismo momento en que abandone tu casa. No tengo motivos para creer ninguna de tus palabras..., pero quiero hacerlo, y algo en tu... forma de hablarme me dice que me dices la verdad..., o eso, o mi corazón quiere engañarme.
Aoshi no noto la gran sonrisa que se escapo de su alma en el momento de escuchar las palabras de Misao, tampoco noto la gran sorpresa que causo en Ella por eso. Misao no se lo creía, Aoshi Shinomori había sonreído tan brillantemente con el hecho de que Ella le creyera que había dejado a un lado su orgullo de macho, y en esos momento acortaba la distancia entre ellos para estrecharla entre sus brazos, como nunca había hecho. Tenia que estar diciendo la verdad..., pero aun así la joven de ojos verdes sabia que no era suficiente. No era suficiente el amarle, ni la verdad sobre Megumi Takani.
-No te arrepentirás.- Le aseguro firme en sus palabras, abrazándola con mas fuerza.- De eso puedes estar segura Misao.
No podía mas, necesitaba besarla como lo había deseado durante esos días, en realidad, muchísimo mas!, No se creía su propia suerte, y busco sus labios para demostrarle con un beso todo lo que su alma sentía en aquellos momentos. Pero al rozarlos noto como Ella giraba el rostro, dejándolo en completa agonía y desconcierto. Con una mirada pidió un porque, que Misao supo comprender al instante.
-Te creo Aoshi..., te creo en lo que concierne a Megumi.
-Pero...- La interrumpió algo molesto, sabiendo que aquello no había acabado. En el fondo sabia que era demasiado fácil para ser verdad.
-Pero...- Misao cogió aire y se aparto de su lado.- Megumi Takani no es ni mucho menos el único problema que tenemos, y lo sabes. Si ahora nos besáramos, diéramos por zanjado el tema y volviéramos a casa..., no tardaríamos mas de dos días en volver a pelearnos.
Tenia mucha razón, pensó Aoshi.
-Que me asegura a mi que a la mínima oportunidad que se te presente, en cuanto tengamos el mínimo problema..., no iras corriendo a desahogarte en los brazos de otra cualquiera?
Buena pregunta.
-Como me aseguras eso, Aoshi?
El la miro buscando a marchas forzadas la respuesta que acabara con sus dudas, pero sabia que era imposible. No existían. La única manera que tenia de hacerla entender que pasaba por su cabeza era simplemente... diciendo que pasaba por ella. Tenia que serle sincero, tenia que decirle todo lo que pensaba... por primera vez en su vida tendría que dejar que alguien mirara en su interior.
Y supo que esa seria la única clave para arreglar las cosas con Misao, y arreglar su vida en general. Siendo sincero.
Encontró una piedra en el camino donde poder sentarse mientras se decidía como empezar. Misao le observaba a punto de llorar de nuevo, interpretando sus movimientos como una derrota. No estaba preparada para que Aoshi no supiera como serle fiel, creía estarlo..., pero no estaba preparada para oírlo de sus propios labios. Agacho la cabeza sin tener el valor suficiente para verlo, sabiendo que si Aoshi no decía algo que la convenciera seguiría su camino lejos de El.
-Como puedo Misao?.- Pregunto Aoshi, restregándose la cara con las manos, tal como había hecho Ella minutos antes.- Ni yo mismo se como hacerlo..., como hacerte entender lo que siento en este momento. Seria tan fácil decirte que jamás seria capas de hacerte eso, pero como siempre mi reputación me precede.
Misao siguió sin mirarle, concentrada solo en su voz.
-La verdad es que eso era exactamente lo que hacia en cuanto tenia algún problema con Yumi.
El nombre de su antigua mujer fue lo que llamo la atención de Misao, sorprendiéndola. Jamás había oído hablar a Aoshi de Ella, en ningún momento y con nadie. Le observo tan profundamente que Aoshi le devolvió la mirada, viendo la tristeza que se reflejaba en Ella.
-Justo viniendo para acá pensaba en Ello.- Algo dentro de Misao se quebró al escucharlo.- En como por mi culpa todo ha salido mal en mi familia..., por mi culpa, por eso que ahora es un obstáculo entre Tu y Yo, perdí a Yumi..., no era capas de enfrentarla a los ojos y me vengaba de Ella retozando con otras, sin ningún tipo de disimulo.
-Te arrepientes de Ello?.- La pregunta salió de su boca tan fácilmente que se sorprendió a Ella misma, haciéndola a pesar de lo que podía repercutir la respuesta de Aoshi.
Aoshi Shinomori la miro ya sin tristeza, con decisión.- No.
-Pero acabas de decir...
La interrumpió sin dudas.- Me arrepiento solo de no haber hecho las cosas de otra manera Misao, Tu me estas preguntando si me arrepiento de haberla perdido..., de eso no me arrepiento, Yumi y Yo estábamos destinados al fracaso porque para mi Ella empezó siendo solo una meta, al igual que Yo para Ella, era demasiado joven y orgulloso como para amarla de verdad.- Cogió aire como si estuviera deshaciéndose de un gran peso.- Lo que tuvimos fue bonito e intenso, pero solo eso... nos dejamos llevar por el capricho y el orgullo, lo que lamento fue no aclarar las cosas sin hacerle daño, y mas que nada sin hacerle daño a mis Hijos.
-Fue Ella quien los abandono Aoshi...- Susurro, sin poder evitar acercarse por las ganas que tenia de consolarle.- Tu sigues con ellos.
-También la culpa de eso es mía en parte, si hubiéramos hablado en vez de ponernos los cuernos a la mínima tal vez ahora mis hijos podrían ver a su madre de vez en cuando. Y desde luego aunque siga con Ellos..., me da la sensación de que no soy el padre del año, Tsubame apenas me dirige la palabra si no es para reprocharme algo.
-Eso puede cambiar..., tus hijos te quieren Aoshi.- Misao le sonrió.
Sin dar aviso se levanto, asustándola un poco, mirándola con determinación.- Eso es lo que quiero!, Me preguntas como puedo demostrarte que no te seré infiel? Déjame demostrártelo, no pienso cometer los mismos errores del pasado Misao, no contigo.
-Y porque no conmigo?! Que tengo yo de especial?!.- Alzo la voz, casi desesperada.
Fue entonces cuando Aoshi Shinomori se dio cuenta del verdadero problema que tenían. No era su reputación de infiel y mujeriego, Misao ya le había dicho que le amaba tanto que podría creerle..., Ella se aferraba a esa excusa, pero en el fondo el problema era otro. Su poca autoestima. La joven de ojos verdes estaba convencida de que Aoshi jamás la amaría, de que no era digna de Ello..., pero... Porque? Tal vez a Misao también le hacia falta sincerarse con El, tal vez mucho mas que El.
-Que tienes de especial?.- Repitió la pregunta con el ceño fruncido.- En comparación con quien, Misao?
-No esta claro?!.- Ella alzo los brazos ofendida.- Como pretendes que Yo crea que me vas a ser fiel, que me Amas!, cuando has sido capaz de hacérselo a mujeres como Ellas?!
-No entiendo de lo que estas hablando...- Le susurro, intentando calmar el ambiente, pero el alma se le partió cuando vio que las lagrimas empezaban a cruzar sus pálidas mejillas.
-Es tan obvio!.- Rió Ella amargamente, mirando sus propias ropas.- Que tengo yo de especial, Aoshi?, Mírame..., y luego recuérdalas a Ellas..., Yumi Komogata, Megumi Takani... Mujeres de verdad, hermosas, con educación, clase, modales..., porque debería creer que sientes algo especial por mi, habiéndolas tenido a Ellas?, Solo soy... una pobre criada de plantación que no sabe mas que barrer y cocinar, analfabeta y sin familia.
Hubo un corto silencio entre ambos, que pareció durar una eternidad. Misao le miro solo por unos instantes avergonzada, leyó en sus ojos de hielo la pena, cuando en realidad Aoshi Shinomori no estaba pensando en eso. Solo buscaba la manera de hacerla sentir lo mucho que valía para El, que le importaba una mierda que no estuviera educada como una señorita, que no tuviera familia ya que El quería dársela, o dinero, o cultura..., que mas daba eso? Ninguna de esas cualidades le había enamorado, y no podía mas que enumerar las muchas que poseía que lo habían hechizado, pero antes tenia que convencerla a Ella misma de lo valiosa que era. No solo para El, si no para Ella misma.
Misao se le adelanto al romper el silencio.- Que puedo ofrecerte yo? Que no tengo mas que estas manos.- Se miro las callosas manos que tanto habían trabajo y tanta vergüenza le daba mostrarlas, y escapo otra lagrima al escuchar lo siguiente que susurro.- Y un oscuro pasado que me atormenta...
-Misao.- Dio un paso a Ella, pero le huyo.- No tienes nada de que avergonzarte, como te ha tratado la vida no es culpa tuya.
-Que sabes tu de mi vida?!.- Le grito, estallando por fin en llanto.- Si supieras...- Se le escapo un gemido de dolor.- Jamás te acercarías a mi, estoy sucia... y me he merecido cada cosa que me ha pasado.
-Eso no es verdad!.- La rabia inundo por completo a Aoshi.- Si me contaras sabría algo de tu vida!, pero aun así estoy seguro de que no te has merecido nada, no debes creer nada de lo que te haya dicho esos desgraciados que te ha destrozado la vida!
-Pero ha pasado!, y eso no lo puede cambiar nadie! Ni lo puedo olvidar! Me perseguirá hasta el día de mi muerte.-Cogió aire al notar que se asfixiaba.- Revivo mi infierno cada vez que cierro los ojos para dormir...
-Pero puedes vivir con ello, tienes que hacerlo, perdonar y seguir adelante.- Consiguió alcanzarla y cogerla de los hombros.- La vida puede cambiar Misao, no puedes rendirte, no cuando te espera la felicidad.
Misao tembló, no por el contacto, si no por el recuerdo de lo vivido.- Perdonar..., como perdonar?
Justo en el momento en que las lagrimas estaban apunto de colapsar sus orbes esmeraldas El paso sus manos de sus hombros a sus mejillas, intentando pararlas, intentando que le mirara a los ojos y le prestara atención. Era la noche de las confesiones y Misao tenia que sacar todo el dolor de su alma antes de que terminara por destruirla.
-Mírame.- Le ordeno suavemente, consiguiéndolo poco después.- Nadie mas nunca te va a hacer daño, no todos somos iguales Misao.
-Lo se...- Susurro Ella, aferrándose con sus manos a las muñecas de El.- Pero tengo miedo...
-De que?, de mi?
La joven negó con la cabeza.- De que todo esto se acabe y vuelva otra vez a ese infierno..., No podría soportarlo, prefiero la muerte a volver a pasar por todo eso.
Aoshi Shinomori se estremeció de los pies al cabello al escuchar sus palabras, eran sinceras. No era capas de imaginar la magnitud del miedo que sentía Ella, algo que el desconocía, que quería saber, pero que en realidad no sabia si seria capas de perdonar. Le pedía a Ella perdonar su pasado, pero estaba convencido de que de ser conocedor de el iría hasta el fin del mundo para hacer que los desgraciados que le habían hecho tanto daño durante tanto tiempo pagaran todos sus pecados.
-No lo entiendes?.- Le pregunto Misao, sacándolo de sus pensamientos.- Tu reputación es lo de menos Aoshi Shinomori. Quien soy Yo para juzgarte a ti?, durante este tiempo conseguiste devolverme un poco de la luz que había perdido..., pero si no quieres hacerlo de verdad, déjame ir hacia mi destino con lo único que aun me pertenece, mi dignidad, porque ya ni corazón me queda. Es todo tuyo.
Aparto las manos de Aoshi de sus mejillas y dio un paso hacia atrás.
Sabia que el siguiente paso era el definitivo, la mirada de Misao lo decía todo. Esperaba la sentencia.
-Ya has terminado?
La pregunta la pillo tan de sorpresa que no supo que contestar, lo que Aoshi interpreto como un Sí.
-Lo entiendo perfectamente, todo.- Acorto de nuevo las distancias, esperando que fuera un punto a su favor.- Ahora vas a tener que hacer un esfuerzo por entender Tu un par de cosas.
Misao le miro expectante.
-No quiero volver a oírte referirte a Ti misma de esa forma tan degradante en comparación con Megumi, Yumi o cualquier otra mujer.- Sonó mas a una orden que a una petición.- Quieres saber porque eres mas especial que Ellas?, es tan simple ..., porque a Ti te amo, y a Ellas no. Eres sin duda alguna la única mujer por la que he sentido lo mas parecido al amor que debería tenerse una pareja, te amo no solo por lo hermosa que eres, si no por lo que eres en tu interior.
Ella intento apartar la mirada de esa de hielo que la estaba empezando a quemar por dentro, pero Shinomori la cogió del mentón, impidiéndole huir de la verdad, de Su verdad.
-Educación, clase, modales...-Suspiro con una leve sonrisa.- Esas cosas se aprenden Misao, yo te quiero por lo que eres y por en lo que me has convertido. Eres fuerte, luchadora, independiente, mucho mas que algunos hombres que conozco incluido Yo mismo, y porque al mismo tiempo eres frágil e inocente. Me volviste loco desde el primer día que fuiste mi esposa, muchas veces tuve ganas de echarte de la casa!
Ante el comentario a Misao se le escapo una leve sonrisa involuntaria que se le contagio a El.
-Y en el fondo sabia que jamás permitiría que te marcharas.- Paso la mano de su mentón a un mechón de pelo azabache, acariciándolo.- El caso es que... te amo Misao Shinomori, quiero que confíes en mi, quiero cuidarte y protegerte de todo lo que te atemoriza, quiero que formes parte de mi familia..., quiero darte esa luz que necesitas el resto de tu vida.
La leve sonrisa se convirtió en una débil lagrima, la ultima que atravesó su rostro durante las palabras de su marido.
-Quiero hacer tantas cosas contigo...- Aoshi amplio su sonrisa, haciéndola sonrojar ante lo que suponía que estaba pasando por su mente. Pero la sonrisa fue fugaz, de nuevo se puso serio ante el final de su monologo.- Pero antes de poder darte todo eso... quiero que primero te quieras a ti misma, que confíes en mi palabra y quiero que me ames igual o mas que Yo a ti.
-Es capas un Shinomori de amar a una pobre desgraciada, sin apellido ni fortuna?.- Aoshi la miro desconcertado y vio el brillo malévolo de nuevo en sus ojos, le estaba desafiando abiertamente.
Y entonces recordó donde había oído esas palabras anteriormente. Justo las palabras que le había dicho a Tsubame cuando se había enterado de su amistad con ese criaducho de los Himura, Yahiko. Recordó que a partir de ese momento fue cuando las cosas con Misao habían empezado a enfriarse, y todas las piezas empezaron a encajar. Se llevo una mano a la frente dándose cuenta de lo estúpido que había sido, mientras Misao bajaba la mirada avergonzada. Cuantas ganas le dieron en ese momento de estrellar su cabeza contra algún objeto contundente, por estúpido!
-No hay mucha diferencia entre el joven Yahiko y Yo, no crees?
Desde luego ese pequeño detalle podía desmoronar sin duda todo el discurso que le había echado, pero El no pensaba eso! Ya no!
-Soy un estúpido, lo se, no he podido meter mas la pata contigo.- Bufo Aoshi.
-Aquí ninguno brillamos por nuestra inteligencia.- Susurro Misao.- Yo también debería haberte dejado hablar, o al menos debería haber hecho algo por comunicarnos, antes de decidir huir sin dejar las cosas claras..., pero lo de Megumi pudo conmigo. Estaba convencida de que no te importaba en absoluto, y ..., no quería quedarme para verlo con mis propios ojos...
-Y decidiste que era mejor huir de nuestra casa.- Termino Aoshi la frase por Ella.- Aun sabiendo las posibilidades de que...- Sin poder evitarlo se le escapo un profundo suspiro de tristeza.- estés esperando un hijo mío.
Misao le miro asustada, sintiendo un doloroso pinchazo en el pecho, con la garganta reseca al no saber que contestar a ello.
-Kaoru me lo dijo...- Contesto a una pregunta que nadie había formulado.
-Ni siquiera lo pensé.- Admitió Misao, con un nudo en el estomago.- Estaba tan desesperada...
-Porque no me dijiste nada?.- Se arrepintió rápidamente de lo que había preguntado.- Bueno, creo que es obvio.
-No es seguro que este embarazada Aoshi.- Ella le miro comprensiva.- Pero tampoco quería decírtelo y que te quedaras conmigo por obligación, no quiero mas lastima..., y mucho menos de Ti.
El hombre de ojos hielo la cogió de los brazos pegándola desesperadamente a su cuerpo.- No es lastima Misao!, la idea de que estés esperando un niño no hace mas que llenarme de felicidad y orgullo, no te equivoques conmigo, pero ese tema lo dejaremos para cuando estemos en casa..., ahora quiero pedirte disculpas.
Ella le miro interrogante, dejándose abrazar.
-Perdóname por el daño que te pude haber hecho con esas palabras hacia Yahiko.- Le susurro, acercando sus rostros.- No te negare que en ese momento decía lo que pensaba, solo nos ofendería mas a los dos diciendo lo contrario, pero esto si es verdad y quiero que creas que ya no pienso así, no puedo creer lo mismo ahora que estoy tan seguro de lo que siento por ti, no se cuantas veces mas tenga que llamarme estúpido..., Perdóname por favor.
Aoshi la miraba expectante a su respuesta, ya que esta vez seria la definitiva. Si le creía ahora ya no habría vuelta atrás y Misao tendría que volver a casa con El, porque jamás la dejaría escapar de nuevo. Le sorprendió el momento en que Ella sonrió ampliamente, incluso casi soltó una leve carcajada, tapándose el rostro con una mano.
-Que te parece tan gracioso?
-Aoshi Shinomori...- Comenzó a decir Ella sin dejar de sonreír.- Como no creer que puedes cambiar, cuando Tu me has cambiado por completo a Mi?
Como podía esa mujer seguir sorprendiéndole de esa manera?, pensó Aoshi.
-Antes de conocerte estaba convencida de que jamás podría amar a un hombre, que jamás podría acercarme a ninguno.- Ella suspiro, apoyando su frente en el pecho de El.- Que jamás volvería a sentir nada por nadie, que nunca tendría una familia de verdad..., que una mujer no podía disfrutar de estar con un hombre, y que Yo en particular... jamás podría ser feliz en esta vida..., creía tantas cosas..., y la mayoría de mis creencias han cambiado solo con haberte conocido.
Aoshi la abrazo aun mas fuerte queriendo fundirse con Ella, transmitirle lo que sentía y percibir sus sentimientos, dándole un tierno beso en el cabello mientras aspiraba su aroma.
-Es que aun queda alguna que no haya cambiado?.- Bromeo El.
Misao levanto el rostro, terminando de acortar las distancias y sintiendo el aliento de Aoshi sobre sus labios.- Aun queda una.
-Tu dirás...
-Que un hombre como Tu pueda amar a alguien como Yo.- Susurro notando la humedad de su boca.
Aoshi sonrió contra sus labios, cerrando los ojos.- No hay ningún problema...
Ya estaba todo dicho. Al menos por el momento.
Era el turno de demostrar las cosas con hechos y no con palabras. Aoshi la beso tal y como quería hacer desde hacia tiempo, la alzo en brazos apretándola todo lo que pudo sin hacerle daño y puso toda su atención, pasión y entrega en ese beso que sellaba cada una de sus palabras. La amaba, Ella le amaba y ese era el punto de partida para empezar una historia, esta vez sin acuerdos o tratos. Simplemente era un hombre y una mujer que se amaban. El buscaba redención por sus pecados y Ella paz para su alma sufridora, y lo habían encontrado en sus brazos, en sus bocas..., en sus corazones.
Durante largos minutos se besaron, se acariciaron como si hiciera mil años que no se veían. Aoshi no daba abasto, quería besarla por todos sitios, sentirla cerca, y Misao estaba apunto de desmayarse de la emoción y de la alegría, apenas era sujetada por los brazos de Aoshi, porque si no ya estaría de rodillas en el suelo.
Aoshi Shinomori entendió que no hacían falta promesas sueltas en el aire. Era el momento de coger a su esposa y llevarla de nuevo a su hogar, a un hogar que ahora formarían juntos. Se separo de Ella solo para observarla y supo que jamás había visto a mujer mas hermosa, con los ojos cerrados, el cabello azabache enmarcando su rostro níveo y los labios enrojecidos e hinchados. La amaba.
-Vayamos a casa Misao.- Le susurro, dándole un ultimo beso en la mejilla izquierda.- Es muy tarde y los niños están con Kaoru.
-Tsubame no querrá verme.- Misao abrió los ojos, entristecidos.- No nos despedimos muy bien..., me odiara.
-Ponte a la cola.- Bromeo Shinomori.- Se enfadara contigo si no vuelves, me suplico que viniera a por ti o me odiaría aun mas de lo que ya lo hace, como pretendes que no te quiera?, Has convertido al demonio de mi hija en alguien con sentimientos.
Misao rió, aunque sabia que aun quedaban muchos problemas que solucionar, sobretodo entre Aoshi y Tsubame.- Es buena chica.
-Lo se.- La sonrisa que soltó se vio sumamente nostálgica.
-Y te quiere.- Misao le acaricio la mejilla consolándole.- Solo ha pasado una mala época, y necesita a su Papá, al fin y al cabo, es solo una niña.
-Ese será mi próximo desafío.- Beso la mano de Ella y la arropo con la suya propia.- Tengo muchas cosas que arreglar, pero primero tendremos que llegar a casa y nos queda un largo camino.
Ella sonrió, enamorada.- Tenemos muchas cosas que arreglar.-Enfatizando la palabra "tenemos", que contagio su sonrisa a Aoshi.-Volvamos a casa, Aoshi.
La volvió a besar, ahora con mas ternura que pasión, la pasión la dejaría para mas adelante, cuando llegaran a su habitación, cosa que deseaba con mucho ahínco. Esa noche dejaría aparcadas las palabras para demostrarle de todas las maneras que su cuerpo podía lo mucho que la amaba y necesitaba.
Se volvió observando que el caballo se había quedado un poco alejado de Ellos y fue en su busca.
Esa fue la oportunidad de Misao para abrir lo ojos. Apenas había sido conciente de su alrededor desde que había llegado Aoshi, tanto que ni había notado el frió que hacia, que se había hecho de noche y que además... nevaba.
Cogió al caballo de las riendas y lo preparo para que ambos pudieran cabalgar cómodos. Cuando se giro hacia Misao para llamarla se topo con una imagen que quedaría gravada en su retina para siempre. La joven permanecía con los brazos extendido, acariciando los copos de nieve que caían, mirando hacia el cielo con lagrimas en los ojos, mientras una escapaba por su mejilla. No pudo evitar compararla con un ángel.
Se acerco a Ella con sumo cuidado de no romper el encanto que la envolvía y poso sus manos en la estrecha cintura, pegando su cuerpo a la espalda de Ella, acariciando su vientre esperanzador, deseando en el fondo de su alma que en su interior estuviera creciendo algo suyo, y cerrando los ojos, queriendo sentir lo mismo que Misao. Después de varias minutos la joven apoyo sus manos sobre las suyas que aun cubrían su vientre, y giro su rostro para verle, con una gran sonrisa.
-Jamás había visto nevar...- Le confeso con entusiasmo.- Se puede ser mas feliz?
-Por supuesto que si, pero de eso me encargo Yo.
Desde luego..., esa noche Misao Shinomori tendría que rogarle a su marido por un minuto de descanso. Y no le seria concedido.
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Observaba por la ventana desde hacia horas en medio de la oscuridad de su habitación, sin ningún tipo de recompensa por ello. Ya casi era medianoche y aun no había rastro de su Padre, ni de Misao, pero era incapaz de dormir en momentos como ese. A cada hora que pasaba mas lejos parecía quedar su propia felicidad.
Suspiro mientras apoyaba la frente en el frió cristal y entonces vio algo entre la negrura de la noche. Un pequeño copo de nieve que había quedado apoyado en la ventana.
Se separo de esta como si quemara y observo como empezaban a caer muchos copos mas, iguales al primero.
-Esta nevando?.- Susurro mas para Ella misma.
Abrió la ventana y saco su brazo izquierdo, queriendo tocar con sus propias manos hasta que sintió el frió helador que decía que ya había llegado el invierno a Charleston. El pequeño Aoshi, que al contrario que su hermana, había quedado rendido en la cama nada mas tocarla, se despertó al notar la brisa helada que entraba de la ventana. Y restregándose un ojo se incorporo para observar que pasaba.
-Tsubame...- La llamo débilmente, llamando su atención.
La niña de cabellos castaños le miro con una sonrisa.- Esta nevando!
-En serio?.- Aoshi-kun salto de la cama como un resorte y se acerco a su hermana, observando que tenia razón.
Justo en ese momento vieron como el porche, que se encontraba justo debajo de su ventana, se iluminaba con lo que parecía la débil luz de un candelabro, y poco después como Kenshin Himura salía al camino portándolo y observando hacia la entrada de la granja. No pasaron muchos minutos al descubrir que un jinete iba hacia la casa en medio de la nevada que empezaba formarse.
Tsubame saco la cabeza por la ventana, sin importarle siquiera el frió que golpeaba sus mejillas. Solo hasta que vio la figura de su padre, y la de Misao sentada delante suyo en el caballo, su intranquila alma quedo en paz y una sonrisa escapo de sus labios inconscientemente.
Notas de la Autora
Me ha quedado muy cursi? jeje
Siempre acabo excusándome por lo mucho que tardo en actualizar!, pero es que cada vez tengo mas obstáculos para escribir todo lo que me gustaría : (, aun así no hay nada que me lo impida jeje
Como están?? Espero que bien, y también espero que les haya gustado, no... encantado!, este nuevo capitulo, porque sin duda alguna es el que mas me ha costado escribir. Vaya conversación han tenido estos dos ne?, jejej en realidad no ha quedado como a mi me gustaría, pero tampoco sabría como plasmarla mejor sin hacer unas dos millones de hojas jeje creo que he resumido bastante bien lo que ambos pensaban y querían, pero decir que esta conversación no es desiciva entre ellos dos, Nope. Tienen muchas cosas de las que hablar pero eso lo harán con mas calma, esto mas bien fue la mas importante, lo que necesitaban para aclararse las cosas entre si, y ellos mismos.
Aun queda la reconciliación de Aoshi con sus hijos, en especial con Tsubame, que será en el próximo capitulo ya que en este no me ha dado tiempo jeje y quiero prestarle una importante atención. Y además un poco de Romance entre nuestra parejita protagonista, que ya les hace falta un Relax! También pondré un poco sobre Meg y Sano para saber como va su aventura.
Estoy agotada mentalmente después de escribir este capitulo así que ahora mismo no tengo prácticamente nada que comentar, hasta creo que me he enrollado un poco en estas Notas jejej solo espero que hayan disfrutado y que me lo hagan saber, tanto si es así como si No. Me encantaría que siguieran compartiendo conmigo sus opiniones y criticas, que me son de tanta ayuda, de la misma manera que lo han hecho hasta ahora o incluso si se puede mas : )
No prometo nada porque ya veo como me va después jajaja pero intentare por todo lo alto tener terminado el Fic antes de que acabe Junio, ya que este mes... esta un poco complicado!
Ahora, mi completa atención y agradecimiento a los que tomaron un poco de su tiempo para dejarme un Review, como siempre estoy sumamente agradecida por el apoyo dado a este proyecto, que dicho sea de paso, jamás me hubiera imaginado que fuera tanto! Siento mucho no poder agradecerles uno a uno personalmente pero me he quedado sin Internet y pfff ando escasa de tiempo...
Lokisanim
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Leda Mayfair
misao91
Sohverit
Blankaoru
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Denisse-anime
Bizcochia U-u
sakura 2226
Kaoru-chan17
Okashira janet
pichicoy
Muchas gracias a todas de nuevo!!! y perdonen la tardanza o si se me ha escapado alguien por ahi... No tengo las mejores condiciones para actualizar jeje de nuevo espero que hayan disfrutado de este capitulo y les agradezco su increible paciencia!
Muchos Besos y abrazos!
Rinoa Shinomori