*Todos los personajes de Ranma 1/2 que se incluyen en esta historia pertenecen a Rumiko Takahashi.
Esta historia está escrita para el entretenimiento, no para lucrar.
La vueltas que da la vida.
Capítulo III
Recordando...
Cuatro y media de la tarde. La cafetería del hospital llena, y un constante golpeteo en una de las mesas se hacía presente.
Con un vaso de café en la mano derecha, Ukyo golpeaba la superficie de la mesa, mientras miraba hacia la nada. Una y mil dudas azotaban su cabeza y ni siquiera una podía ser resuelta…aún. Apoyó su codo izquierdo en la mesa y descansó su mentón en la mano.
Contemplaba el ir y venir de las personas, que preocupadas por sus familiares, deambulaban por los pasillos o por el amplio salón que era la cafetería. Definitivamente era un lugar deprimente.
– ¿Qué pasó con Ranma?
Volvió a pasar por la mente de la castaña, aún le costaba creer que estuviese pasando algo así. Desde que se enteró, no dudó en venir a apoyar a su amigo.
–Amigo – pensó y sonrió de medio lado.
– Aún me es difícil aceptar que… – algo interrumpió lo que pensaba cuando escuchó entre el barullo una voz conocida, de inmediato alzó la vista y empezó a buscar entre la gente, entonces distinguió una figura bastante familiar.
– ¿Esa no es…?
Nabiki caminaba junto a Ren, hablando animadamente. Aprovechando que la enfermera tenía un receso, decidieron ir a la cafetería para charlar un rato.
Las dos jóvenes habían socializado muy rápido y se dieron cuenta que tenían varias cosas en común. Se acercaron al mostrador y Ren pidió dos vasos de té.
Mientras esperaba la orden, notó que alguien se acercaba a Nabiki y le hablaba con mucha familiaridad. No tardó en cavilar que probablemente sería Kuonji, la otra chica que había venido a visitar a Ranma.
No le tomó importancia y se giró donde el mostrador para pagar. Alcanzó a escuchar un "¿Akane está aquí?" pronunciado por Ukyo y antes de que pudiera invitarla a sentarse con ellas, vio a la chica salir apresuradamente de la cafetería.
– Algo extraño ocurre aquí – se dijo para sí, pero decidió no meterse donde no la llamaban.
Akane resopló por enésima vez mientras caminaba hacia la habitación de Ranma. Estaba cansada de dar explicaciones y sabía que con Ukyo no sería la excepción.
Ya estaba maquinando en su mente la manera de esquivar las preguntas de la chica de la espátula, pero cual fue su sorpresa al abrir la puerta de la habitación y encontrar solo a Ranma.
– Tal vez se fue – pensó, y como si le hubieran quitado un peso de encima, suspiró de alivio y se dejó caer sobre el sillón.
Después de un descanso, se irguió y miró a Ranma sin prestarle mucha atención. Una duda le llegó a la mente, y es que nunca se enteró del motivo por el que un día, inesperadamente, Ukyo se marchó de Nerima.
Recordó que días antes del accidente le preguntó a Ranma sobre ello, pero algo los interrumpió y no pudo decirle nada.
Su meditación duró muy poco, pues de momento la puerta se abrió precipitadamente y Ukyo apareció en la entrada.
Las dos chicas se quedaron viendo fijamente por unos instantes. Esta sería una larga conversación.
Dos semanas habían pasado desde aquella entrevista entre las dos prometidas. La chica de la espátula decidió establecerse nuevamente en Nerima, volviendo a abrir su restaurante.
La joven aún recordaba como se había desarrollado su encuentro con Akane. Habían hablado durante horas, y al final ni una y otra obtuvo las respuestas que deseaba.
Desde el momento en que cruzó el umbral de la habitación 47, Ukyo pudo notar el desgaste físico de Akane, y al momento de platicar con ella, se dio cuenta de su desgaste emocional. Se le veía bastante afectada por el accidente.
Cuando Ukyo fue avisada por Nabiki de que la menor de las Tendo se encontraba en el hospital, lo primero que pensó fue confrontarla cuando la viera, le exigiría una explicación de lo ocurrido y no se iría de allí hasta no obtener lo que quería.
Pero al llegar a la habitación, toda esa determinación se fue a la basura. Akane no quiso decir una palabra sobre lo ocurrido y Ukyo decidió no presionarla.
Se sorprendió de encontrar a Akane tan sensible. Aún cuando ésta intentaba ocultar su pena, era evidente que no era la misma de siempre.
Esa chica fuerte, valiente y testaruda, se había desvanecido y el dolor era lo único que ocupaba su ser. El brillo de sus ojos se había pagado y su sonrisa se había ido.
Ukyo sintió pena por aquella joven, que en momentos había sido su rival y en otros su amiga.
–No te preocupes Akane, de ahora en adelante seré tu amiga y te apoyaré todo lo que pueda. Lo haré por ti y por Ranma…
Con esos pensamientos en su cabeza, la joven castaña se levantó de su cama, se vistió y se preparó para abrir su restaurante, para trabajar arduamente en ese nuevo día que comenzaba. Tenía pensado, por la tarde, ir a visitar a la menor de los Tendo, para platicar con ella sobre su decisión.
Akane iba de camino al Dojo Tendo. No quería separarse de su prometido, pero se dio cuenta que necesitaba darse una ducha, su cuerpo, cansado y sucio, se lo pedía a gritos. Muy a su pesar, dejó el hospital antes de que el sol saliera, para así regresar lo más pronto posible. Estaba más deprimida que de costumbre.
La constante insistencia de todos, la tenía cansada, pero irónicamente deseaba decírselo a alguien. Sin embargo no sabía a quien.
Aunque contaba con el apoyo de toda su familia y amigos, no se sentía en completa confianza para desahogar todas las frustraciones que llevaba en el pecho desde hacía meses. Tenía que sacar sus sentimientos, de eso no tenía duda, sabía que se sentiría mejor.
Tal vez por casualidad o por cosa del destino, mientras caminaba, sus pasos la llevaron hasta el consultorio del doctor Tofu.
Se detuvo frente a la entrada, dudó en entrar. Aunque sabía que en él podía confiar, aún se sentía temerosa e insegura. Pero sobretodo se sentía egoísta en agobiar al doctor con sus dificultades.
– El doctor Tofu no tiene la culpa de todo lo que me pasa, si hablo con él seguro se preocupará y cargará con mis problemas ¿quién soy yo para arruinarle el día?
Se dio media vuelta y empezó a caminar hacia el Dojo, pero de repente se paro en seco.
– ¡No, no! ¡Necesito decírselo a alguien! Y… quien mejor que el doctor Tofu. Él, ha sido como un padre para mí. Seguro me dará un buen consejo.
Y dicho esto volvió sus pasos hacia el consultorio y entró.
– ¿Doctor Tofu? ¡Buenos días! – dijo Akane tratando de sonar casual. El doctor salió hacia la sala de espera para recibirla.
– ¡Hola Akane! Que bueno verte. ¿Cómo estás? – Akane agachó la cabeza.
– Bien – contestó falsamente. Se hizo un silencio.
– Pero pasa, anda no te quedes ahí. ¿Quieres un poco de té? – preguntó el doctor, liberando la tensión. Akane asintió con la cabeza.
– Bien, vamos adentro entonces.
Después de que el té estuvo listo, el doctor lo sirvió y le entregó una taza con el líquido a Akane, que se había sentado junto a una mesita que había en el consultorio.
El médico tomó asiento cerca de ella y mientras endulzaba su té preguntó.
– ¿Y a qué debo tu visita? Tenía mucho que no te veía… – Akane no hizo mas que bajar la mirada hacia su te mientras sujetaba su falda con fuerza. El doctor observó cada uno de estos movimientos, pero dejó que ella decidiera cuando hablar. Finalmente lo hizo.
– Ya no puedo más… – expresó la chica con un hilo de voz – Ya no soporto todo esto… – continuó con los ojos llenos de lágrimas.
Tofu supo que el asunto se trataba de Ranma. Se acercó un poco más a Akane y la abrazó, ésta se aferró a él como alguna vez lo había hecho, cuando acababa de conocer a su prometido.
– Tranquila… todo saldrá bien.
– ¡No, todo es mi culpa! – Tofu se sorprendió por sus palabras.
Akane desahogó toda su impotencia en la camisa de aquel médico, que era más que eso, era su amigo. Él, sólo se dedicó a reconfortarla acariciándole el cabello, mientras ella lloraba. Momentos después, la joven se calmó un poco y con un pañuelo de su bolsillo se secó los restos de lágrimas.
– Gracias… – por fin logró articular, aún con la voz amortiguada de tanto sollozar.
El galeno la miró, y como todos pudo observar los cambios que había sufrido la joven Tendo. Se preocupó en demasía. Como buen practicante de la medicina, sabía que si la chica continuaba así, seguro caería gravemente enferma.
– Akane, no debes de atormentarte de ese modo. No fue tu culpa, fue un accidente.
– Es que usted no entiende. – la chica bajó la mirada hacia su regazo. – Si yo no hubiera…él estaría aquí, conmigo.
– Dime, ¿por qué no me cuentas lo que pasó? Te aseguro que esto quedará entre nosotros si así lo deseas. – el doctor le ofreció una amable sonrisa que la hizo sentir plena confianza.
– Todo pasó hace casi tres meses. Las cosas seguían normalmente, aunque Ranma y yo no peleábamos tan frecuentemente como antes. Hasta que Shampoo y mi testarudez, echaron todo por la borda…
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Flash Back
Los prometidos más conocidos de Nerima caminaban por las calles de la ciudad, comprando algunas cosas que Kasumi y Nodoka les habían encargado para la cena. Poco común en ellos, iban hablando animadamente y de vez en cuando soltaban risas cómplices.
– Nada más de recordar la cara de Daisuke cuando por fin decidió declarársele a Yuka, no puedo dejar de reír… – expresó divertido el chico de la trenza.
– Sí yo tampoco. La verdad es que se le veía muy nervioso.
– ¡Y que lo digas! El pobre temblaba, es más estuvo toda la mañana serio y eso no es típico de él.
Akane soltó una risita.
– Bueno al final todo salió bien. Se les veía felices. Espero estén juntos mucho tiempo… – la peli-azul soltó un suspiro.
– Sí, ojala.
– Qué bueno que nuestros mejores amigos estén juntos. – dijo Akane con cierta emoción – Daisuke con Yuca, Hiroshi con Sayuri y…
– Tú y yo… – interrumpió Ranma.
Akane se sorprendió por las palabras del chico y paró en seco en medio de la calle. Ranma también lo hizo y olvidando dónde se encontraban, se quedaron viendo fijamente a los ojos. Una mirada cómplice y de cariño. Se sonrieron, empezando a acortar los centímetros que los separaban.
– Akane yo… – susurró el joven Saotome cerca de la boca de su prometida.
La menor de las Tendo sintió un escalofrío por la cercanía, y dejándose llevar cerró los ojos. Pero aquello que esperaba nunca llegó por la intromisión de cierta amazona.
Desconcertada, abrió lo ojos y se encontró con un horrible panorama: Shampoo completamente aferrada al cuerpo de Ranma, y éste sin saber qué hacer. Y para colmo en un descuido de él, la joven china se acercó y lo besó apasionadamente en la boca.
Con rabia, tristeza y decepción, Akane optó por irse de allí para dejar de ver aquello que la lastimaba tanto. Hacía tan sólo unos instantes, Ranma iba a besarla a ella, pero al parecer había preferido a Shampoo.
– ¡Qué tonta! – se dijo a sí misma.
Ranma logró zafarse por un momento de aquél abrazo chino y detuvo a Akane por una muñeca. Vio que lágrimas amenazaban con brotar de los ojos de su prometida. Se sintió fatal. ¡Por qué siempre tenía que haber alguien que se interpusiera entre ellos!
– Akane, perdóname yo no… – intentó decir, pero la joven no lo dejó terminar.
– No digas nada, ya lo he visto todo – habló, tratando de mantener la calma.
– Qué tonta fui, cómo pude pensar que… – la voz se le cortó.
– ¡Te odio!
Gritó llorando al fin, y soltándose del agarre de Ranma, corrió a toda prisa, perdiéndose entre la gente. Shampoo aprovechó el estado de shock del chico para volver a restregar su cuerpo contra el de él.
Cuando al fin salió de su trance, el joven Saotome se la quitó de encima violentamente y corrió para poder darle alcance a su prometida. Sin embargo, ésta lo vio de lejos, y sabiendo sus intenciones, comenzó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían. Ya había anochecido y entre el reflejo de las luces y el llanto, no podía ver con claridad. Más siguió corriendo porque no quería que Ranma llegara hasta ella.
Por su parte, el joven iba a toda prisa; le faltaba poco para alcanzar a Akane. Pudo notar que ella parecía no fijarse por donde iba, y lo comprobó cuando vio como cruzaba la calle sin darse cuenta que un camión venía a toda velocidad hacia ella.
El pánico se apoderó de él y corrió con todas sus fuerzas para salvarla. Para cuando Akane se percató del peligro, el vehículo estaba a escasos metros de ella. Vio una intensa luz que la cegó y escuchó un grito lejano.
– ¡Akane cuidado!
Sintió que una fuerza la empujó hacia el otro lado de la calle y después todo se volvió oscuridad.
El sonido de sirenas distantes y voces de los transeúntes, la hicieron volver en sí. Estaba aturdida, mareada, le dolía mucho la cabeza. Se sorprendió al ver, que alrededor de ella, estaban agrupadas varias personas. La miraban y decían cosas por lo bajo.
– Ese chico se arriesgó mucho. No creo que se salve. – escuchó que decía una mujer.
– El camión lo atropelló directamente – escuchó decir a otra.
Entonces empezó a recordar lo que había pasado. El pleito con Shampoo. Su huída para evitar que su prometido la alcanzara. Ranma detrás de ella, un camión acercándose. ¿Entonces, el chico del que hablaban aquellas personas era…?
– ¡No!
Gritó Akane desesperada. Como pudo, aún atontada, se levantó y se abrió paso entre la muchedumbre. Ésta se sorprendió ante la reacción repentina de la joven y la siguieron con la vista.
Aterrada y confundida, Akane buscó con la vista algún indicio de Ranma pero no encontró nada. Vislumbró a unos metros de ella otra multitud de gente que rodeaba algo o a alguien.
La angustia se hizo presa de ella. Mientras avanzaba hacia el lugar, en su mente suplicaba porque Ranma no estuviera allí, en medio de ese círculo. Imploraba que no fuera él, que seguro su prometido se hallaba a salvo, lejos de ahí.
Finalmente llegó hasta la aglomeración. No quería ver. Por más que quisiera pensar positivamente, tenía un mal presentimiento, sentía en su pecho una opresión que la sofocaba. Tomó aire y se armó de todo el valor que pudo. Volteó y se encontró con lo que más temía.
La angustia dio paso a la histeria y empujando a la gente, llegó hasta el cuerpo que se hallaba tendido en el asfalto, totalmente herido e inconciente. Trató de reanimarlo, pero no funcionó. Miles de lágrimas surcaban sus mejillas, balbuceaba palabras inaudibles e ininteligibles por la impotencia; la multitud sólo la observaba, recostada sobre el cuerpo de su prometido.
Quería estrecharlo entre sus brazos, pero dudaba en moverlo porque podría hacerle daño. Por un momento se quedó totalmente ausente, en un aparente estado de shock. No podía pensar, no podía actuar, simplemente su cuerpo no le permitía moverse, sin embargo percibió movimiento. Entonces reaccionó, y se dio cuenta que Ranma parecía querer volver en sí, eso la alivió.
– ¿Ranma, estás bien?
Como contestación, el muchacho escupió sangre. No, no estaba bien, todo lo contrario. Akane entró nuevamente en un estado de pánico. Volvió la vista a su prometido, que al parecer trataba de decirle algo pero le era imposible por el dolor.
– No hables, tranquilo. – le dijo la chica lo más serenamente que pudo.
Ranma intentó incorporarse pero le fue imposible, no sólo por las heridas, Akane se lo impidió también. Quiso al menos apoyarse en sus brazos pero un agudo dolor punzó en su brazo izquierdo, que lo hizo desplomarse. Akane soltó un alarido de susto.
– Creo que me… he roto el brazo… – dijo apenas dificultosamente.
– Iré a buscar un médico, una ambulancia, ¡lo que sea!
Pensó la chica en voz alta de manera exasperada mientras intentaba levantarse, pero Ranma la sujetó suavemente del brazo.
– Quédate… por favor – susurró, reprimiendo un jadeo de dolor.
– Pero… – titubeó la joven Tendo.
– Sólo… quédate.
Accedió, se hincó al lado de Ranma y le tomó la mano, ambos se sujetaron fuertemente. Lágrimas caían en el asfalto.
– Ranma, perdóname, si yo no… yo… esto es culpa mía – sollozó la joven.
– No Akane… yo debía… salvarte.
– No tenías que… ¡No tenías que hacerlo!
– Tonta… para eso estoy aquí, para… protegerte. Porque, ¿sabes? Eres… lo más importante… que tengo.
Intentó mostrar una sonrisa para reconfortarla, pero sólo se formó una mueca en su rostro. La muchacha abrió los ojos como platos.
– ¡¿Por qué me dices esto?! ¡No lo hagas Ranma! Por favor…
– Prométeme… que vas a cuidarte, que pase lo que pase serás fuerte y… que sonreirás siempre.
Akane sabía que estaba despidiéndose, y no, no quería escucharlo, no así.
– No Ranma… no digas… – sollozó la joven.
– Tengo frío, mucho…frío – se quejó él; la inconciencia estaba por llegar.
Akane lo abrazó lo más que pudo de forma temblorosa, Ranma se aferró. La chica miró a su prometido y éste subiendo un poco la cabeza se encontró con las pupilas de su prometida, cristalizadas.
– Akane sé que esto es tonto pero… – tembló – quiero que me digas que… me… quieres…
A la joven se le estrujó el corazón…
–… aunque no sea cierto… – finalizó el chico.
Y se le rompió en mil pedazos.
El viento empezó a soplar fuerte…
Fin del Flash Back.
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Con el rostro visiblemente afectado el doctor no hacía más que abrazar a la muchacha que yacía entre sus brazos, llorando amargamente. Minutos después, un poco más calmada, se separó del galeno y éste le extendió un pañuelo.
– Cerré un momento los ojos… para cuando los abrí, Rama ya estaba inconsciente – se secó los restos de lágrimas y se talló los ojos.
– La ambulancia no tardó en llegar y nos recogieron. Quería ir con él pero nos separaron. Cuando llegué al hospital no quise que me revisaran, sólo quería saber dónde estaba Ranma; corrí por los pasillos pero no hallé rastro de él. Los médicos me alcanzaron y me dieron un sedante.
Desperté hasta la tarde siguiente y fue cuando me informaron que después de una gran lucha contra la muerte, Ranma se hallaba estable, pero en coma. Había sufrido heridas internas muy severas y que sólo cuando despertara podrían saber la gravedad de los daños. –
Akane hablaba de manera amortiguada y temblorosa, sujetaba su falda con fuerza y hacía intentos por no derramar más lágrimas.
– Recuerdo que los dos días siguientes estuve totalmente ausente, no tenía hambre, ni sueño, nada… Creo que aún estoy ausente.
La joven bajó la cabeza posando su vista en su regazo, movía el pañuelo una y otra vez entre sus manos. Tofu puso su mano en el hombro de la chica tratando de confortarla.
– Pienso, que lo único que puedes hacer ahora es cumplir con lo último que te pidió Ranma… ser fuerte, Akane. Siempre lo has sido y ahora tienes otra razón para hacerlo: porque él te lo pidió.
Akane mostró una leve sonrisa, se levantó al tiempo que lo hacía también el médico y tomó sus cosas.
– Gracias… – dijo débilmente – debo irme.
– Cuídate Akane – atinó a decir Tofu.
– Lo haré… lo haré – repitió en su mente mientras se alejaba…
Notas:
Uff!! Por fin he acabado este capítulo que lleva arrumbado meses en mi ordenador y hasta ahora que la musa y el tiempo han decidido congeniar es que he podido acabarlo.
Pido miles de disculpas a quienes seguían este fic y seguramente han tenido que regresarse al capítulo dos para entender este.
Igual como recompensa podría decir que este episodio es mucho más largo que los demás, casi el doble, así que espero hayan disfrutado la lectura. ¿Les gustó el Flash Back? Espero que sí, a mí al menos me puso nostálgica.
En fin, por último y no por eso menos importante les agradecería me dejaran sus hermosísimos reviews con sus comentarios, críticas, sugerencias etc. acerca del capítulo, no les cuesta nada dar clic en el botón verde de abajo (hasta ahora me fijo que lo cambiaron) y escribir unas cuantas palabras de aliento a esta modesta autora.
¡Un saludo a todos!
Marii-san.