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-Capítulo 13-
Práctica rápida de Pociones
Harry y Ron subieron hasta donde se encontraban los gemelos Weasley. Sólo cuando terminó de escalar aquella molesta escalera de cuerdas, Harry pudo observar los alrededores.
-¿Qué es este lugar?
Era una habitación en la que Harry no había estado nunca. No tenía puertas ni ventanas, pero sí varias mesas y muchos armarios, baúles, mesas y sillas. Fred y George, sonriendo de oreja a oreja, le señalaron una placa de madera, al otro lado de la pared. Harry y Ron caminaron hasta la placa. Había palabras escritas, pero no se distinguían bien. Sólo cuando estuvieron lo suficientemente cerca, pudieron leer:
Cuartel de los Merodeadores
Fundado por los señores
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Harry ahogó un grito. Volvió la mirada a los gemelos.
-¡La encontramos! -gritó Fred, emocionado.
-¡Después de tanto tiempo! -agregó George.
-¡Sabíamos que los Merodeadores tenían un centro de operaciones...!
-¡... un lugar para planificar todas sus travesuras...!
-¡... y diseñar todos sus chascos...!
-¡... y ESTE es el lugar! -terminaron, a dúo.
Harry recorrió con la vista todo el lugar. Un cuartel fundado por los Merodeadores... su padre, James Potter, entre ellos. Él llevaba el apodo de Cornamenta, porque era animago y se transformaba en ciervo. Los otros merodeadores eran Sirius Black (Canuto), Remus Lupin (Lunático) y Peter Pettigrew (Colagusano). Y ahora, Harry estaba en el lugar donde se reunían para planearlo todo.
-¿Ya han revisado el lugar? -preguntó Harry. Los gemelos no conocían las verdaderas identidades de los Merodeadores.
-No mucho. Apenas lo encontramos hace una hora.
-Por pura casualidad -agregó Fred.
-Le hemos hechado un ojo a un par de cofres. Tienen muchas bromas insólitas, ¿saben? ¡Vamos a hacer un desastre en el torneo!
Más allá de alegrarse por sus amigos, Harry se sintió extraño. Casi podía sentir a su padre en aquel lugar. Ron pareció notarlo, y cambió el tema.
-¿Qué más encontraron? -preguntó.
-No mucho. Pero estamos seguros que los armarios esconden lo más importante.
-¿Por qué piensan eso?
-Porque están cerrados con magia -explicó George, sonriendo-. Los Merodeadores no eran tontos.
-Hemos intentado los hechizos más comunes, pero parece que tiene una traba personalizada.
Harry recorría la habitación, mirando a los diferentes cofres y armarios. Se le cruzó una idea por la cabeza. ¿Qué tal si había cosas de su padre en alguno de esos armarios? Harry podría quedarse con algo más de su familia. Sintió que quería abrir los aparadored con las propias manos, pero sabía que no podría.
-Tenemos que ir a la sala común -dijo Harry-. Quizá podamos pensar en una forma de abrir los armarios. Yo también tengo curiosidad por ver qué tienen adentro.
-Sí, lástima que Hermione es Prefecta -se quejó Ron-. Te apuesto que ya se le hubieran ocurrido diez hechizos para abrir estas cosas.
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Volvieron a abrir el pasaje del techo, asegurándose de que nadie miraba. Los cuatro regresaron a la sala común de Gryffindor, en la que cada uno se fue por su lado. Los gemelos se reunieron con Lee Jordan mientras que Harry y Ron subían a las habitaciones.
-¿Cómo es que no sabíamos de esa habitación? -preguntó Ron-. Pensé que el Mapa del Merodeador mostraba todo Hogwarts...
-Sí... Pero ya sabes que el propio castillo cambia por dentro. Tal vez mañana ya no esté la habitación en el mismo lugar -repuso Harry.
Siguieron hablando sobre aquel descubrimiento y sobre qué podrían contener los armarios, cuando fue hora de ir a cenar. Bajaron al Gran Salón y comenzaron a comer. Hermione no estaba allí, y tampoco la vieron durante toda la cena. Harry observaba con frecuencia hacia la mesa de los profesores. Seguía sorprendido de ver tantas caras nuevas.
Y es que aún faltaba una persona en aquella mesa: Hagrid, el profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas... pero... faltaba alguien más. Harry pudo apreciar que faltaba alguien en aquella mesa. Hizo un repaso rápido de las caras; estaban Mundungus, Figg, Delacour, McGonagall, Dumbledore, Vector, Snape... ¿Snape?
Faltaba Snape, el profesor de Pociones.
-Ron, mira -Harry le susurró-. Dime si falta alguien en la mesa de los profesores.
Ron miró.
-Claro, Hagrid -dijo, regresando su atención al pastel de carne que estaba comiendo.
-Sí, ya sé... Me refiero a OTRO ausente.
Ron volvió a mirar. Tardó un poco en darse cuenta.
-¿Dónde está Snape? -preguntó, levantando una ceja.
-A eso me refiero. ¿Estaba ayer, en el banquete?
-La verdad... no me fijé. Bueno, no es que me interese, para empezar.
-Sí, cierto...
Ron regresó su atención al pastel de carne. Harry continuó con la mirada en los profesores, hasta que recordó que tenía hambre y prosiguió con su cena.
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Las clases prosiguieron normalmente a lo largo de la semana. Mundungus Fletcher fue es profesor substituto de Cuidado de Criaturas mágicas. Para pesar de Ron (y, seamos francos, de todos los Gryffindor), seguían compartiendo aquellas clases con los de Slytherin. La primera clase consistió en el estudio de unas pequeñas criaturas, llamadas Cachibachos, de consistencia sólida y áspera.
-La gente los confunde todo el tiempo con piedras -explicaba Fletcher-, pero su piel es muy suave, pese a la apariencia. Son valiosos por su veneno.
-¿Veneno? -preguntó Ron, nervioso.
-No hay de qué asustarse, Weasley. No matan, sólo aturden. ¿Pueden ver esos pequeños orificios en todo su cuerpo? Son su defensa.
Fletcher tomó una ramita del suelo y golpeó varias veces a uno de los Cachibachos, que parecía enfrascado en la eterna lucha de no hacer el más mínimo movimiento. La criatura se convirtió de inmediato en un erizo, con filosas puas que salieron por todo el cuerpo. Los alumnos se echaron hacia atrás.
-¿Ven? Las puas tienen veneno. Los Cachibachos casi no se mueven. Prefieren vivir sin hacer nada, pero eso no significa que sean dóciles.
Harry tuvo la total certeza de que Fletcher y Hagrid se iban a llevar muy bien juntos, considerando la clase de criaturas que ambos enseñaban.
Las siguientes clases fueron aburridas. Historia de la Magia, a cargo del profesor Binn (único profesor fantasma de Hogwarts) llegó hasta el límite máximo del aburrimiento, y era apenas la primera clase del año. Sólo Hermione tomaba notas.
Después de comer, Hermione se separó de Ron y Harry para asistir a Aritmancia, dando miradas de advertencia a cuanto alumno en situación sospechosa se cruzase en su camino. Harry y Ron se dirigieron a la torre de Adivinación para asistir a la clase de la profesora Trelawney.
-¿Sabías que Hermione ya le ha sacado cuarenta puntos a CADA casa? -comentó Ron en el camino.
-¿Sólo eso? Pensé que sería más...
-No entiendo qué le pasa. Ya sabía que era estricta... pero esto es demasiado, incluso para ella.
Lejos de intentar comprender aquel comportamiento, Harry ya se preparaba mentalmente para enfrentarse a Trelawney. Ocurre que aquella profesora, delgada y de voz de ultratumba, le predecía la Muerte y la desgracia a cada momento posible. Más allá de preocuparse de morir, a Harry le hartaba escuchar la misma canción, todas las clases.
Parvati Patil y Lavender Brown se apresuraron a sentarse en los sillones más cercanos al de la profesora. Eso siempre la causaba gracia a Harry, porque no había ningún peligro que cualquier otra persona quisiera sentarse tan cerca de semejante persona.
-Bienvenidos, mis queridos... -la voz misteriosa de la profesora se hizo escuchar, proviniendo de la penumbra de la sala-. Por favor, tomen asiento.
Harry y Ron se sentaron en la mesa más alejada. No tenían ganas de estar ahí. La profesora surgió de entre las sombras y los observó a todos a través de sus enormes lentes.
-Vamos, pues, a empezar con nuestra primera clase... -sus ojos se fijaron en Dean Thomas- ... Querido, te recomiendo que no comas postre esta noche... -volvió la vista a la clase en general, mientras que a Dean le carcomía la duda de lo que pasaría con el postre-. En fin... Este año es muy importante para todos. Como saben, este es el año de sus exámenes para las Matrículas de Honor de Brujería. Una parte muy importante de su educación, por lo que intentaré enseñarles todo lo que pueda.
-¿Y no puede predecir las preguntas del examen? -sugirió Ron. Todos se rieron... menos la profesora, claro.
-Claro que podría -dijo, indignada-, pero eso no les ayudará a mejorar. Hay algunas cosas que es mejor no saberlas, Weasley... -miró a Neville-. Salud...
Neville no entendía a qué venía eso, pero a los pocos segundos estornudó muy fuerte.
-De nada... -susurró la profesora y regresó su atención a la clase en general-. Este año estudiaremos el delicado arte del tarot. Las cartas nos dirán nuestro destino, si es que sabemos interpretarlas. Formen grupos de dos personas y tomen un mazo de cartas por grupo. Y, por cierto. Estas cartas de tarot son originales del mundo mágico, y no esa basura que algunas adivinas muggle usan. Con estas cartas, la suerte no es una opción.
Los alumnos obedecieron. Ron trajo un mazo de viejas y deterioradas cartas de tarot.
-Ahora, pídanle a su compañero que baraje el mazo y tómenlo de regreso. Den vuelta la primera carta, sobre la mesa. Den vuelta las siguientes cinco cartas, colocándolas una a la derecha de la anterior.
Ron le dio el mazo a Harry, quien lo abarajó torpemente. Se lo regresó a Ron y éste dio vuelta la primera carta. Mostraba un dibujo de remolinos azules con chispas doradas.
-¿Y qué significa? -preguntó Harry.
-No olviden de consultar "El Pequeño Libro de las Grandes Predicciones", capítulo dos, para saber el significado de las cartas. Recuerden que cada carta es una pieza de una predicción, y leerlas todas en el orden en que salen se interpreta como el mensaje de nuestro futuro.
Harry y Ron buscaron en sus bolsillos. Al igual que los demás, sacaron de ellos una pequeña caja de madera, la que albergaba el diminuto libro, del tamaño de una estampilla, y el monóculo mágico. Todos se pusieron los monóculos, dando a la sala un ambiente muy raro.
-Listo, ya puedo leer -dijo Ron, abriendo con sumo cuidado las páginas de su libro-. Ajá... el símbolo del torbellino azul es... "Precaución".
-No me sorprende -susurró Harry.
Ron dio vuelta la segunda carta. Era un buho gris con ojos amarillos fosforecentes.
-El buho es... uhm... aquí dice "Alerta" -dijo Ron, teniendo problemas para interpretar las imágenes.
-¿Necesitan ayuda? -la susurrante voz de Trelawney se introdujo en el oido derecho de Ron, haciéndolo saltar del susto. La profesora tomó el lugar de Ron, y Harry giró la vista, imaginándose sin posible error lo que se avecinaba.
-Las dos primeras cartas son interesantes -dijo la profesora. Una vez más, como siempre pasaba cuando ella sometía a Harry a sus predicciones, los demás alumnos se colocaron en círculo a su alrededor-. El torbellino y el buho... la combinación nos dice "Ten precaución y estate alerta...", pero aún no sabemos de qué... A ver...
Trelawney dio vuelta la tercer carta. Era un espejo de mano.
-"Ten precaución y estate alerta... de lo que tus ojos reflejan..." -repitió la profesora. Dio vuelta la cuarta carta, que era un Cupido-... "tu amor te guía"... -dio vuelta la quinta carta: la luna nueva-. No esperen... El Cupido y la Luna Nueva cambian la predicción... "Tu amor oscurece tu camino"...
Trelawney dio vuelta la sexta carta. Todos en la habitación se echaron hacia atras.
-¡Es un Grim! -gritó Parvati.
La sexta carta era un horripilante perro negro, semi escondido en la oscuridad, mostrando sólo sus ojos como linternas. La profesora observó todo el juego de cartas, dando un suspiro.
-Bueno... esta última carta cambia toda la predicción. Veamos... te ha salido el torbellino, el buho, un espejo, Cupido, la Luna Nueva... y un Grim -meditó por unos segundos-. Si no me equivoco, el mensaje final que tu futuro te depara es... "Precaución y alerta al ver el reflejo de tu amor en la oscuridad de la luna, traerá la muerte."
Si no fuera porque Harry ya había oido de su muerte en cuanta ocasión Trelawney pudiera predecirla, se habría asustado mucho. Por supuesto, el resto de los alumnos (especialmente Parvati y Lavender) estaban muy asustados.
El resto de aquella clase fue menos interesante. Ahora fue el turno de Ron de ser "adivinado", por lo que Harry comenzó a dar vuelta las cartas del mazo que su amigo abarajó. Ante las cartas de Ron (una espada, un bufón, un cofre, el espejo de mano que le salió a Harry, una luna llena y un sauce), Harry salió con que "Si la espada del bufón está en el cofre, el espejo reflejará la luz de la luna hacia el sauce", por lo que no pudieron aguantar la risa.
Bajaron de la torre de Adivinación sintiéndose mucho más contentos y olvidando todo lo que había pasado. Era muy fácil, ya que el aire puro fuera de aquella abrumadora habitación era muy refrescante. Se toparon con los gemelos Weasley al llegar al final de las escaleras.
-Harry, hola... ¿Hermione...?
-No, Fred, no está con nosotros.
-Perfecto -sonrieron a dúo.
-Hemos regresado al cuartel. No podemos abrir los armarios, pero conseguimos abrir el resto de los cofres.
-¿Algo interesante? -sonrió Ron.
-Ni te imaginas. Pero no podemos mostrarles ahora... Vamos tarde para Cuidado de Criaturas Mágicas.
-Sí, nos vemos en la cena -agregó George.
Harry y Ron se despidieron de los gemelos y continuaron su camino.
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Llegó el primer Viernes de clase, y con él, la primera clase doble de Pociones. Snape no había sido divisado en toda la semana, por lo que la gran duda de los Gryffindor era: ¿Quién es el profesor substituto de Pociones?
No importa cuanto preguntaran a las otras casa, nadie les dijo nada. Simplemente porque nadie había tenido clases de Pociones hasta el momento. El profesor substituto había pasado todas las clases para el Viernes, y el grupo Gryffindor-Slytherin sería el primero en tenerlas.
Bajaron Harry y Ron a los calabozos, acompañados por Hermione, por primera vez en toda la semana. Harry intentaba que no sea tan severa con algunos alumnos más jóvenes, aunque su extraña actitud compulsiva le impedía a Harry hablar mucho con ella.
Al llegar a la puerta del salón, divisaron al grupo de Slytherin, charlando entre ellos.
-Parece que no ha llegado el profesor -se esperanzó Ron.
-Llegará -dijo Hermione.
-¿Sabes dónde está Snape? -indagó Harry.
-Sí, pero no me refiero a eso. Digo que la profesora substituta llegará.
-Claro, pero yo quiero saber... un momento... ¿"Profesora" substituta?
Antes de que Ron pudiera seguir preguntando, una voz conocida para Harry habló a sus espaldas.
-Pasen al aula, muchachos. La clase va a empezar.
Harry miró sobre su hombro.
-¡Señora Figg! -exclamó.
-Hola, Harry. Pasa al aula, por favor -dijo ella, sonriendo.
Los grupos entraron al aula. Harry, Ron y Hermione se sentaron a la misma mesa. La señora Figg caminó hasta la pizarra y, con un rápido movimiento de varita, la tiza blanca flotó y rozó su cuerpo contra la superficie vertical, escribiendo un nombre.
-Buenos días. Mi nombre es Arabella Figg, y seré la profesora suplente de Pociones -sonrió. La tiza terminó de escribir "Arabella Figg" en la pizarra-. Sé que muchos de ustedes, especialmente los integrantes de Slytherin, se preguntan por el paradero de su jefe de casa, Severus Snape. En relación a ese tema, sólo puedo decir que se encuentra en un viaje de negocios, relacionado con una petición del Director, Albus Dumbledore. Pero no se preocupen, pues regresará para fines de este mes.
Ron dejó de sonreir.
Luego de la presentación, la señora Figg comenzó a explicar las propiedades de algunos filtros y pociones. Harry escuchaba a medias, pues todavía no le entraba en la cabeza que una bruja había estado viviendo cerca de él durante todos sus lamentables veranos en Privet Drive. ¡Si tan sólo lo hubiera sabido! Gustoso, por su cuenta, Harry habría ido a su casa a diario, no importándole saludar a todos sus gatos.
Sus pensamientos fueron disipados con un muy conocido sonido.
-¡No! ¡Dije que no había que agregar...! ¡Cuidado!
Hubo una pequeña explosión en el caldero de Neville y Seamus. Como siempre ocurre, los de Slytherin estallaron en carcajadas, mientras el profesor (en este caso, profesora) se apresuraba a llegar hasta el incidente.
-¡Silencio, todos! -dijo Figg, sorprendiendo tanto a los de Gryffindor como a los de Slytherin. Usualmente, Snape no hubiera dicho eso-. Este chico ha tenido un accidente. No deberían burlarse de él.
La señora Figg hizo un movimiento de varita. El contenido del caldero de Neville se petrificó, evitando más quemaduras. Observó ella las manos del pobre alumnos.
-No se ve bien. ¡Qué gran oportunidad!
Corrió al frente del aula y golpeó la tiza con su varita, tres veces. Mientras esta comenzaba a escribir como loca en la pizarra, Figg giró a la clase con una sonrisa en los labios.
-¡Cambio de planes, chicos! -gritó, emocionada-. Vamos a practicar con una emergencia de velocidad, en tiempo real. Esto ocurre mucho en la vida real. En el caso de ocurrir un accidente, como este, es necesario saber preparar curas con suma rapidez. ¡Vamos! El que consiga preparar una cura para las quemaduras de Neville, ganará veinte puntos para su casa.
Hubo un repentino movimiento en toda el aula. Los calderos se vaciaron con cuidado, y los ingredientes que la tiza voladora escribía en la pizarra comenzaron a seleccionarse. Hermione se colocó de inmediato en Modo Autoritario y comenzó a darle órdenes a Harry y a Ron.
-¡Pásenme una cucharada de cenizas de Fénix! ¡Dije una, Ron! Bien, ahora, tres gramos de polvo de Bezoar... ¡Tres, Harry, tres! ¡Si le pongo cinco, se sobrecargará!
Harry y Ron intentaron no replicarle nada. Después de todo, sabían que ella no fallaría. Dicho y hecho, fueron los primeros en terminar la poción y probarla. Al momento en que ese líquido azul fluorescente tocó las heridas de Neville, este no pudo evitar sonreir.
-Me siento mejor... gracias -admitió.
-¡Buen trabajo, Granger! Esos son veinte puntos para Gryffindor.
Hermione se sonrojó mientras el resto de los Gryffindor aclamaban. Harry pudo ver a los Slytherins muy serios, especialmente Draco, cuya poción adquiría un todo rojo lava.
Había algo extraño en su mirada. Parecía... distinta. Como si faltara algo. No era enteramente rencorosa. Le faltaba maldad. Harry pensó que estaba volviéndose loco, pero todo volvió a la normalidad a la salida de clases, cuando la señora Figg ya se había ido.
-Linda poción, Tres-Eses -sonrió con maldad.
-¿Y qué es eso de "Tres-Eses"? -indagó Hermione, mitad enfadada.
-"Sangre Sucia Sabelotodo" -sonrió Malfoy. Hermione se ruborizó. A Ron le temblaba el puño.
-Malfoy... por tu bien, y el bien de tu casa, no me insultarás más. ¿Entendido? ¿Qué crees que significa esto? -le dijo, mostrándole la insignia "P" de Prefecta.
-Sólo se me ocurre un significado, Granger -susurró Malfoy. A continuación, dijo el significado más desagradable que una mujer pudiera recibir con esa letra, lo que hizo que Hermione se enrojeciera de ira.
-¿¿Cómo... te...??
No pudo terminar. El puño cerrado de Ron había llegado primero al encuentro de la cara de Draco. Se formó un círculo alrededor de los dos combatientes. Draco, herido y con el labio sangrante, sacó la varita.
-¡Expelliarmus!
La varita de Draco saltó de su mano. Hermione guardó la suya mientras Harry contenía a un muy enfadado Ron.
-Diez puntos menos para Slytherin -dijo a Malfoy-, por insultar a un Prefecto y por intento de uso de la varita para maleficios en los pasillos.
Hermione se alejó, seguida por los ojos frios de Malfoy. Ron y Harry le regresaron la mirada de rencor, y luego corrieron al encuentro de Hermione.
-¡Hermione! -Ron la detuvo-. ¡Eso fue genial! ¡Estuvo...!
-Diez puntos menos para Gryffindor, por provocar una pelea en los pasillos -dijo ella, en el mejor tono que sus lágrimas le permitieron.
Antes de que Ron o Harry pudieran reaccionar, Hermione se alejó corriendo y, como Harry bien adivinó, llorando por lo bajo. Quizá, por el insulto que le dedicó Draco Malfoy.
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