Un Amor Sincero e Intenso… para Siempre

Capítulo 1: ¿Qué pasó, después de tantos años? Se proclama al Rey.

Las dudas, las preocupaciones, la incertidumbre… Nadie sabe a ciencia cierta qué puede deparar el destino, cómo puede jugar con la vida de la gente o manipular las situaciones. Unos piensan que un dios o unos dioses son los que nos miran desde alguna parte, nos protegen y nos guían, o solamente nos observan, o quizás, sean ellos los que manejen todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero otros piensan que existe un "algo" o "alguien" que todo lo ve, si interviene o no, que se preocupa por nosotros o tiene total indiferencia. O el destino, el karma, lo que sea… o que somos nosotros mismos quienes manejamos nuestro futuro o lo guiamos desde el presente. Cada uno tiene una creencia, una percepción de la existencia humana, de la naturaleza y del universo.

Por eso, mucha gente se pregunta qué ocurrió después del Torneo de Shamanes fallido. ¿Por qué los oráculos virtuales se encendieron de nuevo? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo reaccionaron los participantes? ¿Qué ocurrió cuando fueron llamados otra vez? Las preguntas, poco a poco, iban tomando las respuestas… El Torneo de Shamanes comenzó de nuevo... cuando los oráculos portátiles volvieron a encenderse. Yoh, Len, Horo Horo, Fausto, Pilika, Ryû, Chocolove, Lyserg, Tamao, Manta y Anna no podían dar crédito a lo que sucedía. Pero así era... los volvían a llamar. Parecía un llamado de emergencia.

Yoh dejó sus quehaceres para coger su oráculo y mirarlo con detenimiento. Únicamente la pantalla brillaba, pero no ponía ningún mensaje que aclarase lo que estaba pasando. Él estaba en la ventana viendo el cielo estrellado cuando lo que parecía ser una estrella fugaz pasó relampagueante por el cielo, dejando una fina y larga estela blanca. Para él, ese hermoso espectáculo, significaba algo o era una señal. Por eso bajó rápidamente y se lo encontró brillando. Anna se acercó a donde estaba Yoh, cruzada de brazos y diciendo por lo bajo "Quieren volver a jugar".

- Anna… el oráculo no para de sonar y brillar –decía Yoh, pues notó que Anna estaba en la misma habitación y necesitaba hablar porque no cabía en sí su sorpresa y excitación por lo que ocurría.

- Los Grandes Espíritus quieren volver a jugar –repitió la rubia itako, pero en voz alta–. Es curioso que quieran llamar a los participantes de nuevo después de tanto tiempo…

- Pero si sólo han pasado unos meses… ¿esto quiere decir que habrá un nuevo Torneo? –preguntó Yoh mirando a Anna, sorprendido.

- Pregúntaselo a tus amigos, si tan inseguro estás… O sino a tus abuelos…

- Podría llamarlos hoy… Mejor después de cenar. Y a los demás igual… espero que hayan visto a la estrella igual que yo y la señal de los oráculos -se rascaba la barbilla el shaman, con el ceño algo fruncido.

- Yo voy a ver la televisión…

Anna se fue, con un aire de indiferencia, a ver la televisión mientras Yoh se quedaba pensativo, observando con detenimiento aquél aparato a ver si podría encontrar algún detalle minucioso que le hiciese encender una bombilla esclarecedora en la mente. Después de una hora, el oráculo dejó de sonar y brillar. En cierta manera, Yoh se quedó algo decepcionado. Se acercó a Anna para decirle lo que pasó, pero ella sólo afirmó con la cabeza, distraída, comiendo patatas fritas de una bolsa y mirando un programa de televisión. Tanto pasotismo en Anna no era normal, quizás quería quitarle hierro al asunto, pero el shaman no dejaba de preocuparse y de seguir sorprendido por lo ocurrido.

Al poco rato, dispusieron a cenar, en silencio, un plato de ramen para cada uno, preparado por el chico, obviamente. El silencio, en vez de ser tranquilo, era incómodo, no se quería sacar ningún tema, ni siquiera del tiempo, por decir algo al caso. Cuando Yoh terminó de cenar, habló inmediatamente con sus abuelos por teléfono. Anna dejó que Yoh hablase tranquilamente con ellos y recogió la mesa sin demasiada prisa. Pasó una hora bastante larga, y por la expresión del chico, sus abuelos no sabían con certeza qué había ocurrido exactamente. Cabizbajo, se despidió de ellos, y llamó a sus amigos, poniéndose de acuerdo para quedar mañana muy temprano y en dónde podían contactar. No le importaba cuánto le iba a costar la factura del teléfono, creía que era más importante dialogar con sus amigos para llegar a un acuerdo y esclarecer lo que acabó de suceder. Después de estar 3 horas en el teléfono, se fue a su habitación, se cambió y se durmió en su futón a la espera de un nuevo día.

Los abuelos de Yoh, al siguiente día de la llamada, aparecieron temprano en la puerta en la pensión "En", dispuestos a confirmar lo que vieron ayer y aclarar las dudas, ya que consultaron algunas fuentes fiables y podían dar pruebas del increíble fenómeno de ayer. Los amigos de Yoh, que también habían notado que el oráculo se había encendido, fueron a la pensión de los Asakura al día siguiente, quedando a diversas horas según iban llegando de sus respectivos lugares una vez que se terminó el Torneo de Shamanes. Lyserg volvió de Gran Bretaña, Fausto de Alemania y Chocolove de América. Todos escuchaban con atención las palabras de la señora Kino y el señor Yohmei, sentados tranquilamente en el salón y algo más tranquilizados después del ajetreo de las idas y venidas y los saludos y reencuentros propios entre amigos. Muchos se quedaban callados y otros tantos, como era normal, sorprendidos.

- Los Grandes Espíritus necesitan que entre los shamanes haya un rey... El Rey Shaman. Todos se están preparando, incluso los Grandes Espíritus. No pueden esperar 500 años para una nueva coronación y un nuevo rey. Así que... tenéis otra oportunidad –explicó la señora Kino.

- Entonces... –dijo Yoh, que ya de por sí no podía asimilar la información recibida de sus abuelos durante una hora y media (y que menos mal que ya quedó concluida por su abuela)– tenemos una segunda oportunidad... ¿no?

- Exacto –afirmó su abuelo, con el semblante serio y algo cansado.

- Y también... tendrás que volver a entrenar –dijo Anna mirando severamente a su prometido, a quien se le derramaban unas cascadas de agua por sus ojos.

- Nooo... ¡Otra vez nooo! ¡No quiero volver a entrenar! –se lamentó Yoh, lloriqueando como un bebé y mirando suplicante a Anna, mientras que los demás, asimilando toda la información, expresaban diferentes estados de ánimo.

- Pues que no se haga esperar… Ya sabéis el tiempo que os queda hasta que se vuelva a inaugurar el Torneo. Silver y los demás paches os irán informando a lo largo de la selección. Todo empezará de nuevo, así que tenéis que esforzaros al máximo si queréis que alguno de vosotros llegue a ser el shaman por excelencia –la abuela se levantó, y carraspeando dijo–. Ya que estamos el abuelo y yo, nos quedaremos un día aquí, si no te importa, Anna. Y mejor que éstos se queden en la pensión mientras dure el Torneo, que aunque sean oponentes entre ellos, necesitan el apoyo de unos y de otros, la amistad les hace más fuertes y decididos.

- De acuerdo, sensei –aceptó la sacerdotisa–. Espero que estos imbéciles lleguen a pagarnos algo, por lo menos. Si se creen que mantenerlos cuesta gratis lo tienen claro…

- Mientras que encontremos empleo… pero lo dudo mucho –murmuró Horo Horo–, además, mi hermana me hinchará a entrenamientos y dudo aún más trabajar para que me den una miseria de sueldo trabajando en yo qué sé qué empleo de baja categoría.

- Yo por mí, empiezo a entrenar ahora mismo –dijo Len con algo de soberbia–. Pero prefiero entrenar en China por lo menos un mes cuando ya sea seleccionado, que allí tengo todo lo necesario para entrenar.

- Ése es el espíritu –se alegró Pilika, la hermana pequeña del ainu–. Hermanito, creo que tú deberías de empezar a entrenar también.

- Mecachis –susurró Horo Horo, crispado y con los dientes apretados, mientras los demás amigos reían.


Por suerte, o por desgracia, todos tuvieron que someterse a los entrenamientos de Anna durante largos meses... que eran el doble de fuertes que a los que le mandaba a Yoh en su época, aunque el castaño seguía sometiéndose a entrenamientos infernales de mayor envergadura que las otras veces, cada día era un entrenamiento más duro que el anterior, todo para que su prometido fuera el más fuerte de entre todos. Se inscribieron en el Torneo de Shamanes otra vez para pasar a las rondas de clasificación. Y todos, afortunadamente, pudieron pasar las rondas clasificatorias con bastante éxito y sin grandes complicaciones, debido a los entrenamientos, y quizás también con la experiencia adquirida...

La competencia entre los amigos fue dura, ardua y difícil... pero sólo había un ganador. Poco a poco, la resistencia y la fuerza de algunos iba disminuyendo, más con las peleas de unos enemigos fuertes, desencadenando estas situaciones en derrotas y asimilando que ya no tendrían otra oportunidad, ya que el torneo no regresaría hasta quinientos años después; aceptando que ya no tendrían esa oportunidad, siguieron apoyando y animando a sus compañeros, sabiendo que el mundo estaría en buenas manos si alguno de ellos llegase a ser el Rey de los Shamanes.

Al final, la última batalla que se debatía para ser el Shaman King... era entre Yoh y Len. Ambos al saber de la noticia tuvieron que conformarse y aceptarlo de buenas maneras, y se dijeron mutuamente "Que gane el mejor" nada más saber que ellos son los únicos que llegarían a la ronda final. El enfrentamiento iba ser al atardecer y todos los antiguos participantes y acompañantes estaban reunidos en el lugar donde se enfrentarían los dos candidatos: un lugar bautizado como "El Jardín Divino", un extenso y amplio jardín con un increíble verdor de preciosa naturaleza, cerca de un lago y entre montañas, pero situado a lo lejos del mundanal ruido de la ciudad. Era un lugar sagrado, en el que los Grandes Espíritus estaban presentes en esa ocasión. Pero como el acontecimiento era importante, a nivel internacional (entre shamanes claro), pusieron asientos y gradas alrededor de casi todo el campo de batalla, simulando un estadio... que estaba enteramente lleno de público. Había una gran pantalla situada a lo alto de las gradas para que los espectadores viesen de cerca la batalla, y unos informadores iban a retransmitirlo a todo el mundo... era una fecha clave para todos los shamanes del mundo, pues iban a saber quién iba a ser su Rey... el Rey de los Shamanes.

Pero antes de eso, antes de la inevitable lucha, dos personas necesitaban hablar, lejos de tanto alboroto... Miraban el horizonte, pero no se miraban a la cara... y ni siquiera a los ojos. Como siempre, la relación entre Yoh y Anna... era distante y fría, a pesar de su compromiso. Pero el shaman, en su interior, deseaba que no fuese así... quería que fuese una relación más cercana, como la de sus amigos. ¿Pero... por qué no era así? ¿Por qué él y ella no podían serlo? ¿Por qué era todo tan difícil y vacío... entre ellos dos? Dos causas podrían ser las culpables: la duda y el miedo... entre otras.

- Espero que ganes. Tienes que ser el Rey Shaman –le dijo Anna, que estaba cruzada de brazos, mirando cómo el sol se ponía.

- Ya lo sé... –asintió Yoh con la cabeza, suspirando levemente.

- Es por tu bien, por tu familia, por tu bienestar propio, por tu orgullo, por...

- Ya, ya lo sé... –volvió a asentir éste, muy sonriente.

- ¿Me estás dando el sí de los tontos? –se enfadó la sacerdotisa, creyendo que su prometido estaba siendo muy pasota con ella.

- No, qué va –negó con la cabeza el castaño, con una gotita en la sien.

- Eso espero... –resopló la chica.

- Y... esperas que también sea... ¿por ti? –le preguntó Yoh, mirando a su prometida de reojo mientras sonreía.

- ¡YOH ASAKURA! –gritó la itako, notando que sus mejillas se tomaban rosas y miró en otra dirección para que no la mirase el shaman–. ¡Eres un... idiota!

- ¿Por qué estás tan nerviosa, Anna? –reía Yoh, curioso por la reacción de su prometida.

- Por... nada.

- Me acuerdo... de la promesa que te hice –sonreía Yoh, como melancólicamente, mientras veía la puesta de sol–. Y la cumpliré, te lo prometo.

- Sé cuidarme por mí misma, yo sola. No necesito la ayuda de nadie... –decía Anna, tan cabezota como ella sola.

- ¿Y los onis qué? Algún que otro te aparecerá, ¿no? Pero por si acaso... cuando me convierta en el Rey Shaman te ayudaré y te curaré y ya no te aparecerán más onis. Y no tendrás que sufrir más –explicó el castaño, recordando aquella época bastante mala para la sacerdotisa.

- ¡¿Y quién te ha dicho que sufro? –se sorprendió ella, dirigiéndole un tono de reproche y enfado.

- Tranquila, jijiji. Pero... no te preocupes, intentaré ganar. Por mí, por los demás... y por ti.

- Como quieras... –se volvió a sonrojar la rubia, agachando la cabeza para que no la viera Yoh.

- Es que si no gano... ¡me podrías castigar! ¡Por eso tengo que ganar! –exclamaba exageradamente el heredero Asakura, alzando los brazos (haciendo aspavientos) y adquiriendo un tono de sentir miedo y apuros.

- Pues ya lo sabes... Ahora no hay nada que te lo impida.

- Vale –alzó el puño el Asakura, contento–. No te defraudaré. Ya verás que los entrenamientos me han servido para algo cuando luche con Len. Me esforzaré al máximo.

- De acuerdo... –aceptó la sacerdotisa y luego arqueó una ceja cuando Yoh hizo con la mano el signo de la victoria.

Alguien se acercaba a ellos corriendo, pausando la conversación que tenían pendiente: era Manta, intentando de ir a paso ligero para cuanto antes decirle algo importante a su amigo, aunque su cara de cansancio y llena de sudor contrastaba con su amplia sonrisa llena de ilusión.

- Yoh... ya es la hora –dijo el pequeño, un poco cansado de ir a ellos tan rápido como sus piernas le permitían–. Tienes que enfrentarte con Len dentro de tres minutos.

- Ok, Manta. Voy enseguida... –le sonrió el shaman, como siempre.

- Ah, vale –le devolvió la sonrisa el pequeño amigo de Yoh.

Manta se fue, otra vez a todo correr hacia el campo, dejando de nuevo a solas a Anna y Yoh. Se quedaron en silencio durante un breve momento hasta que Yoh decidió irse.

- Bueno, me voy. Mi destino y mi vida dependen de esta batalla –le dijo a Anna con una de sus típicas sonrisas.

- Yoh... –le llamó ella y éste giró la cabeza–. Ven, por favor.

- ¿Sí? ¿Qué pasa? –preguntó el castaño, acudiendo rápidamente a la llamada de la itako.

- Que... te deseo mucha suerte en tu enfrentamiento con Len... Te... estaré animando y apoyando. Solamente es eso lo que iba a decirte –dijo la sacerdotisa, ocultando la cara bajo sus cabellos rubios.

- Anna... –se sorprendió el muchacho, abriendo los ojos con asombro. Las palabras de Anna no sonaban con un tono autoritario o exigente... sonaban dulces y tranquilas... eran sinceras. Y por esto el chico le sonrió cálidamente–. Gracias...

Cuando Anna levantó la cabeza... Yoh ya se iba, despidiéndola con la mano y sonriendo. La sacerdotisa, una vez que ya se fue el shaman, sonrió... pero a la vez adoptó una cara de preocupación y, quizás, de angustia. Estaba pensando en que...

- "He sido demasiado dura con él. Estamos prometidos y... ¿cómo es nuestra relación? Lo nuestro ni es ni siquiera amistad... ni nada. ¿Cómo es posible que estemos así, en esta situación? ¿Por qué no puede ser todo... más fácil? Porque... no puedo abrir mi corazón, eso me haría llorar y sentirme vulnerable y débil. No quiero que nadie tenga compasión de mí, nadie, y tampoco quiero que me tengan pena. Tengo que ser fuerte, mis paredes de acero tienen que cubrir mi corazón y mi máscara de hielo tiene que protegerme. La debilidad y los sentimientos no son lo mío... Pero... debo de resistir, debo de ser fuerte y tengo que aguantar... por mí. Lo siento tanto, Yoh... por no decirte en realidad lo que siento... que únicamente puedo camuflarlo con mi actitud insoportable... Si supieras todo por lo que he pasado y por lo que estoy pasando..." –pensaba la itako con ambas manos a la cabeza.

Pero decidió que no iba, por el momento, a pensar en eso y en darle más vueltas. Así que adquirió su usual rostro, lleno de indiferencia, seriedad y frialdad, y se dirigió a donde estaban los demás con paso decidido.

- Aquí... se decide todo –murmuró Lyserg cuando Anna llegó y su preciosa hada Morphine revoloteaba a su alrededor, emocionada.

- A ver quién gana. Pero es que los dos son tan fuertes y poderosos... que no sé. ¿Alguien hace alguna apuesta? –preguntó Horo Horo animadamente.

- Jeje, Horo Horo. Está claro que yo me decanto por... Yoh –dijo Manta.

- Claro, porque es tu mejor amigo… –dijo burlonamente el ainu.

- Jejeje –sonrió Manta, encogiéndose de hombros.

Nuestros chicos y chicas se sentaron en unos sitios muy privilegiados que les habían otorgado (unos sitios VIP) con bastantes comodidades, como unos asientos cómodos, con reposapiés incluidos y unos cubiletes para colocar las bebidas. Además, como información añadida, no estaría mal decir que Horo Horo se había quedado en la tercera posición y Lyserg en la cuarta. El público, muy entusiasmado, no dejaba de hablar y charlar animadamente, también comían aperitivos y bebidas; habían venido shamanes de todas las edades y de todas las partes del mundo para observar la batalla. Yoh y Len estaban hablando antes del combate, en un lugar apartado pero cercano al improvisado "estadio". Amidamaru y Bason estaban a ambos lados de sus amos en forma de esferas de energía, flotando por encima de las cabezas de los muchachos.

- Bueno... jiji, ya ha llegado la hora, Len. ¿Estás nervioso? –le preguntó el japonés.

- ¿Yo? ¿Nervioso? ¡Len Tao nunca se pone nervioso! –contestó con algo de arrogancia–. ¿Me lo preguntas porque tú sí que estás nervioso?

- Nooo, qué va, jiji. Estoy preparado, eso sí.

- Humm... Vale, está bien. Vamos a ver si el combate anterior que tuvimos con Hao fue solamente un juego... y esto sea verdaderamente una pelea.

- No me recuerdes a ése... –la cabeza de Yoh se agachó un poco, recordando a su hermano–. Me dolió enormemente lo que hizo... Pero todavía me ronda en la cabeza una cosa...

- "¿Cuál, amo?" –preguntó Amidamaru, con algo de preocupación.

- Que yo solamente sea una parte de él... y que yo no "existiera" realmente –confesó Yoh, un poco inseguro si lo que decía era realidad o mentira, pues él no lo sabía con total seguridad.

- Anda, Asakura, no pienses más en eso... –Len se acercó a Yoh y colocó una mano en el hombro de éste, dándole una palmada fuerte, para que no se preocupara y pensase en otras cosas que no fueran el combate–. Mejor concéntrate en nuestro combate, en el que, por supuesto, te venceré y me convertiré en el Rey Shaman.

- Mira qué arrogante y orgulloso te has puesto, Tao, jijiji –rió Yoh, agradecido por el gesto del chino–. Pero es verdad, dejemos este incómodo tema de al lado y centrémonos en lo que realmente importa...

Mikihisa hablaba con su esposa Keiko (estaban también en unos asientos VIP, bueno, en realidad, estaba toda la familia), habían acudido para ver a su hijo, observar cómo combatía y si ver si se convertía en el Rey de los Shamanes. Los abuelos Asakura también estaban e indicaron a la prometida de Yoh que se acercara a ellos y se sentara con la familia. La chica, cuando se sentó, seguía con su semblante serio y temible, pero parecía más ida que otra cosa... como si estuviese inmersa en su mundo e introducida en una burbuja de hielo, aislada de los demás. Y como no hablaba con nadie, parecía que tenía una conducta algo antisocial, por decirlo de alguna manera, Anna simplemente no quería hablar con nadie, sólo quería mirar y no denotar nerviosismo, ya que su futuro dependía del combate y si los entrenamientos que impuso a Yoh valieron la pena o fueron un fracaso. Porque si se quedaba segundo, para ella no era suficiente, Yoh tenía que ganar sí o sí, se lo había prometido, y las promesas nunca se rompen.

- Anna... –susurró Yoh, que la observaba preocupado.

- Bueno, chicos, aquí se decide quién será el Shaman King –les dijo Silver, que iba a ser el árbitro, a Yoh y a Len–. ¿Estáis preparados?

- Sí –contestaron los dos, decididos.

- Está bien, pues poneros en vuestros puestos, por favor.

Los dos se acercaron al estadio, se pusieron de frente y a diez metros de distancia y se colocaron en sus posiciones. Prepararon sus armas mientras el ocaso se acercaba más y el agua cristalina del lago centelleaba colores anaranjados. Silver se puso en medio de los dos, el público se calló por completo y todos lo miraban muy expectantes.

- El último combate del Torneo de Shamanes se debate aquí. Los aspirantes a ganar el título de Rey Shaman son: Yoh Asakura con su espíritu, el samurai Amidamaru, y Len Tao con su espíritu llamado Bason. El combate tendrá un tiempo ilimitado y se acabará cuando uno de los dos contrincantes sea derrotado o por haberse desvanecido su aura y fuerza espiritual antes que la del otro. Así que, sin más dilación... ¡QUE COMIENCE EL COMBATE! –informó Silver, que en lo último que dijo, alzó una mano hacia el cielo y se apartó para que los dos jóvenes shamanes pudiesen tener el campo de batalla libre para combatir.


El combate duró bastante tiempo, no sabían por cuánto tiempo habían estado luchando. Peleaban de forma impetuosa y rápida y sus gestos estaban llenos de pasión por ganar en aquella lucha. Los dos no podían más, sus rostros y sus cuerpos estaban sudados y cansados de tanto atacar, invocar, esquivar y defenderse, seguir por más tiempo sería una locura y no tendría sentido resistir hasta que uno de los dos desistiera por el cansancio y se rindiera. Por tanto, iban a determinar con un último golpe quién sería el ganador. Ya era de noche, el cielo estaba despejado y la luna llena brillaba intensamente acompañada de pequeñas estrellas que titilaban suavemente por el oscuro firmamento. Ambos se apartaron el uno del otro y saltaron potentemente hacia arriba. Yoh, con su espada, y Len, con su lanza, iban a atacar con el máximo grado de posesión de objetos y con el poder más grande que en su último ataque iban a hacer.

La tensión se palpitaba en todo el lugar, incluso la tensión se percibía en los rostros de los participantes. Poco a poco, se iban acercando, hasta que sus poderes y armas chocaron, provocando una gran explosión de luz con contrastes azules y amarillos. Muchos chillaron y gritaron, otros se quedaban con la boca abierta y otros se quedaron en silencio, pero mirando fijamente para vislumbrar algo de entre tantos destellos que cegaban la vista y no dejaban mucho para imaginar cómo fue la colisión. Después del golpe definitivo que ambos dieron, los dos cayeron de pie en el césped, con la explosión de poder todavía iluminando el estadio y sus propias cabezas. Fueron unos segundos eternos de espera, en los que todos contenían la respiración... hasta que uno de ellos cayó al suelo, agotado y herido.

- "Amo Len, ¿se encuentra bien?" –preguntó el espíritu del chino.

- Sí, Bason. Me encuentro perfectamente bien –contestó Len, cerrando los ojos y sonriendo, que se levantó del suelo–. Ha sido... un buen combate. He dado todo en esta batalla y estoy satisfecho... Acepto mi derrota dignamente.

Len Tao había perdido, en este momento parecía ser que era una de las ocasiones en donde sabía encajar la derrota de buena manera y con total naturalidad, sin enfadarse o perder los estribos como habitualmente solía acostumbrar. Se giró para dirigirse a su contrincante, pero su cara cambió de una sutil sonrisa de suficiencia a una cara confusa y algo tintada de irritación… Entretanto, Yoh parecía en un estado de autismo absoluto, estaba como en una nube, totalmente embobado e impresionado... no se lo podía creer. ¡Había ganado! ¡HABÍA GANADO! Se quedó mirando lánguidamente el césped, con la espada fuertemente agarrada en su mano derecha, mientras que Amidamaru adoptó su forma chibi e intentaba llamarle la atención, sin mucho éxito. La multitud gritaba contenta al saber el resultado, aplaudía entusiasmada... todo era alegría, fiesta y celebración.

- "Amo... Amo Yoh... ¡Amo Yoh! ¿Se encuentra bien? ¡Respóndame! ¿Qué le pasa?" –le preguntaba el samurái... pero no recibía respuesta por parte del shaman.

- ... –Yoh tenía los ojos tan abiertos, así como su boca... estaba demasiado sorprendido, fue un shock muy fuerte, apenas podía pronunciar palabra.

- "¿Amo? ¡Amo!".

- ...

- ¡Oye, despierta! –exclamó Len, acercándose al castaño y agitando las manos delante de la cara de Yoh para ver si reaccionaba, pero no servía...

- ¡Jeje! ¡Se ha quedado K.O.! –reía Horo Horo.

- Vamos a acercarnos a don Yoh –dijo Ryû guiñando un ojo, y todos le siguieron.

- ¡Yoh! ¡Yoooh! ¡Reaccionaaa! –gritaba Horo Horo, dando palmas.

- Yo sé cómo va a reaccionar... –apareció de repente Anna, se puso enfrente de Yoh y le dio un fuerte bofetón en la cara.

- ¡Aaauuuch! –aulló Yoh, que puso una mano en la zona afectada por la cachetada–. Ay, ay, ayyy... ¡Qué dolooor! ¿Quién me ha dado un bofetón fortísimo en la cara?

Todos a una señalaron a la itako con un dedo firme... pero rápidamente escondieron las manos al ver que Anna les mandaba a cada uno unas miradas cargadas de aversión y desafío. Anna murmuró por lo bajo un "Cobardes" mientras los demás fingían reír, como si no hubiese pasado nada.

- Jooo... Eso ha dolido, Annita –se quejó Yoh, haciendo pucheritos, aún quejándose de la soberana bofetada.

- Pero por lo menos ya has despertado y has quitado esa cara de bobo –explicó la itako, cruzada de brazos.

- Es cierto, tío. Bueno, ¿y cómo se te ha quedado el cuerpo después de convertirte en el Rey Shaman? –preguntó Horo Horo, muy contento.

- Pues... ¡MARAVILLOSAMENTE BIEN! ¡LO CONSEGUÍÍÍ! ¡Y ANNA NO ME CASTIGARÁ! –gritaba Yoh todo eufórico.

- Humm... –gruñó Anna, molesta por el último comentario, lanzándole a Yoh una mirada que mataba a cualquiera que estuviese a la redonda.

- A-Annita... No me mires así, anda... –le pidió Yoh, un poco apuradillo.

- Ahora que eres el Rey Shaman... no deberías de comportarte así. Tienes que comportarte, igual o mejor, como alguien de tu rango… Es decir, que debes fijarte en las personas que tienen clase, poder, inteligencia, elegancia, educación..., son personajes importantes, y tú ahora mismo eres uno de ellos. ¡Así que no me vengas con niñerías! –le regañó la sacerdotisa.

- ¡Pero si Yoh es todavía un adolescente, no le exijas tanto! –opinó Manta, un poco sorprendido por la actitud de la rubia.

- ¡Te la estás jugando, Manta! –dijo Anna en voz muy alta y miró al pequeño asesinamente.

-… –Manta no dijo nada, pero apuradísimo se le veía, con una sonrisa nerviosa.

- ¿Y qué va a hacer, Yoh, una vez ya siendo el Rey Shaman? ¿Eh?–preguntó Chocolove.

- Pues... La verdad es que no tengo ni idea, jiji–contestó Yoh con sinceridad (en verdad, no se lo había planteado mucho... y ahora estaba casi en blanco, pues no se creía todavía que ya era el Shaman King).

- ¡YOH! ¿¡Qué te he dicho! –saltó a decir Anna de repente, con las manos posadas en las caderas, y todos dieron un respingo.

- Perdón, Anna –pidió perdón el castaño, sonriendo inocentemente, que estaba algo afligido.

- Jeje. La que le ha caído al pobre –susurró Horo Horo para que ni Yoh ni Anna oyesen sus palabras.

- Y contestando a tu pregunta... Tendré una vida normal y corriente, aunque devolveré el orden, la paz y el equilibrio a tooodo el univeeerso... Eso y, sobre todo, haré cosas buenas... y cosas que debe hacer un Rey de los Shamanes... creo. Haré lo adecuado y lo que esté bien, por supuesto –explicó ligeramente Yoh, contento, aunque pensando que ese discurso no ha sido tan elaborado y creyendo que se ha dejado bastantes cosas en el tintero.

- Ni el discurso de una Miss –rió el ainu, y todos rieron con él por el dicho.

- Pues me parece muy bien –dijo Chocolove, sonriendo y asintiendo a lo que dijo Yoh.

Inmediatamente se oyó una voz amplificada por unos altavoces, pudieron identificar que era Silver. Todos giraron la cabeza para conocer qué era lo que iba a decir, ya que el pache llamaba la atención de todo el público para que le escuchasen porque iba a decir algo importante.

- "Y, ahora, va a dar comienzo la Ceremonia de Premiación. Que los finalistas y el ganador suban a la tarima para recoger sus premios, por favor".

- Bueno, al menos soy finalista. Quedé tercero... –se consoló Horo Horo.

- Jiji. Venga, que nos esperan –dijo Yoh, contento de haber ganado.

- Sí. Y yo al menos soy finalista y estoy en la segunda posición –decía Len con orgullo, que subía al podio con los otros chicos.

Así dio comienzo la Ceremonia de Premiación. Se acercaron Goldva, Silver, y todos los demás paches que intervinieron en el Torneo, tanto ayudando, como combatiendo, a Yoh, Len y Horo Horo, situado en un sitio visible para que el público pudiera visionar la entrega de premios. Primero le dieron la medalla de bronce a Horo Horo, que sonreía ampliamente, contento de haber conseguido una buena posición de entre tanto candidato que había por todo el mundo para ser el Shaman King. Luego colocaron la medalla de plata a Len en el cuello, que hizo una inclinación de respeto a todos los paches y se irguió con mucho orgullo, los aplausos del público le sabían a gloria y eso le hacía henchirse de felicidad y de sentir más de orgullo aún. Horo lo miró de reojo y susurró algo que tenía que ver con la arrogancia del chino o algo parecido. Y por último se entregaba la medalla de oro junto con el cheque del premio a Yoh, ya que el ganador, aparte del reconocimiento del título de Rey, también recibe una cierta cantidad de dinero.

El castaño se sorprendió enormemente porque éste no iba a ser el único cheque que llegaría a recibir... Un oficial de la federación del Torneo de Shamanes le informó que cada mes, y durante los años de su reinado hasta que se muera o hasta que haya un nuevo torneo (esto último sería improbable), recibiría una cuantiosa cantidad de dinero... ¡50.000.000 de yenes cada mes! O sea, que en cada año tendría la friolera, escalofriante y astronómica cifra de... ¡600.000.000 yenes al año! ¡SERÍA RICO, UN MULTIMILLONARIO! ¿Qué haría primero con esa cantidad colosal de dinero, qué podría gastar o comprar para su beneficio (o para el de los demás, para no llegar a ser egoísta o caprichoso)? Mil ideas se le ocurrieron por la cabeza... estaba extasiado. Pero esperaba que ni el dinero ni la fama le cambiasen su forma de ser, seguiría siendo el mismo Yoh Asakura de siempre, sencillo y alegre, el mismo chico con su personalidad tan característica y afable.

- Yoh Asakura, nuestro Rey Shaman –decía Goldva, inclinándose ante Yoh–. Es un honor para todos nosotros que seas el Shaman King. Dentro de una semana, se celebrará tu coronación en la aldea Pache por la noche. Después te daremos los detalles con más calma.

- De acuerdo –asintió el castaño, contento, y de paso, estrechaba las manos con los demás paches de la federación para que pudieran felicitarlo por el título.

Una vez que los tres recibieron sus respectivos premios y saludaron a los paches y recibían sus felicitaciones, subieron a la tarima de mármol blanco, se colocaron en sus correspondientes posiciones y saludaban con la mano alegremente mientras la gente les aplaudía y vitoreaba. Horo Horo no dejaba de besar la medalla que tenía colgada del cuello y decía que era uno de los mejores. Len solamente saludaba con el rostro serio pero con una marcada sonrisa en los labios, saludando con buen porte. Yoh sonreía como el que más, estaba muy feliz y otras emociones las tenía guardadas dentro de su corazón, algo indescriptibles, sutiles y confusas, que no sabía exactamente cómo expresarlas. Anna era la única que no aplaudía de entre todo el público, estaba de brazos cruzados, pero... observaba a su prometido, "orgullosa" y "feliz", no lo demostraba mucho, aunque verdaderamente, en el fondo, estaba feliz por la proeza de Yoh.

El público y los demás shamanes aplaudían efusivamente, gritando de alegría y nombrando y coreando el nombre de Yoh como el nuevo Rey Shaman.

- ¡VIVA, VIVA, VIVA! –gritaba Manta eufórico, alzando los brazos y saltando.

- ¡Ese Yoh, cómo mola, se merece… una ola! ¡Ueeeeeh! –Chocolove hizo una ola con sus manos e inmediatamente los de su alrededor le siguieron y entre todos hicieron una ola humana por todo el estadio.

Al poco rato, los tres decidieron bajar, ya que se cansaron de saludar tanto tiempo y querían descansar, además de ver a sus amigos.

- Ji, ji. Parece que Manta se ha emocionado más que tú –comentó Horo Horo, que ya bajó de la tarima y se acercó a sus amigos, poniendo una cara algo rara al ver el estado de su hermana.

- ¿Y a ti qué te pasa? –preguntó Anna a Pilika con un tono directo.

- Pues que estoy emocionadísima de que mi hermanito haya quedado finalista o tercero, aunque hubiese preferido que ganase –contestó la ainu, que encogió sus hombros con languidez.

- En fin... –suspiró Anna, resignada, pensando que los perdedores seguirán siendo perdedores y que los demás no aceptan que Yoh ganase.

- Podrías cambiar tu actitud, ¿sabes? Nos harías un favor a todos –dijo la peliazul, harta de la actitud de la itako.

- Podría... pero no me da a mí la gana. ¡Y tú no eres nadie para decirme lo que debo hacer! –contestó de mala gana la rubia.

- Grrr... –gruñía Pilika, acercando su cara a la de la itako.

- Hmmm... –la retaba con su mirada asesina, típico de Anna.

- Bueno, parad ya las dos y tengamos la fiesta en paz –pidió Manta, nervioso y poniéndose en medio de las dos.

Pero ellas dos no le hacían nada de caso. Ambas lanzaban chispas por los ojos, tanto la una a la otra... como al pequeño Manta, que no sabía dónde meterse y lo único que quería es que todo estuviese tranquilo y un ambiente de alegría y festejo porque su amigo había ganado. Los demás no atendían con demasiada ilusión las palabras amplificadas de Silver que daban por concluida la ceremonia y el Torneo en sí.

- Errr... Bueno... Estooo... Creo que me están llamando –intentó decir este, que ya estaba saliendo por patas.

- Hey, ¿a qué vienen esas caras? –inquirió Yoh, intrigado, pues ya había terminado la ceremonia y la gente ya estaba empezando a irse a sus casas.

- Ejem, ¿qué os pasa, chicas? –preguntó Len, algo nervioso porque no sabía de qué iban esas caras nerviosas y algo largas al mismo tiempo.

- Por lo que he observado... la señorita Pilika le ha pedido a la señorita Anna que, por favor, cambiase su actitud... pero a la señorita Anna no le ha hecho mucha gracia... y desde entonces se están mirando de esa manera –explicó Tamao, temerosa de las reacciones de ambas chicas.

- Ay, lo que hay que aguantar... –bufó Chocolove (gran error por haber dicho eso, pues las dos le enviaron una mirada cargada de enfado).

- Espero que no haya otra batalla... –murmuró Lyserg y luego suspiró.

- Por suerte soy médico, así que... si se van de las manos, puedo curarlas sin ningún problema –le cuchicheó Fausto, con una sonrisa nerviosa al ver que las dos chicas seguían lanzándose miradas asesinas.

- ¡Chicos! ¿Va todo bien? –preguntó Silver al ver el "barullo" y acercándose al grupo.

- Bueeeno... En teoría o en parte... –dijo Ryû, dudoso, rascando su particular perilla.

- Pues bueno, si sois tan amables, necesitamos que los más allegados del Rey Shaman vengan conmigo... Y tú también, Yoh –dijo Silver, posando una mano sobre el hombro de Yoh.

- ¿Por qué? –inquirió Yoh, curioso, volteando la cara para ver a Silver.

- Ya lo verás –no contestó del todo Silver, dejando al joven Asakura con la duda y el misterio–. Pero ahora tenéis que acompañarme todos, por favor.

En esto, Silver se alejó de Yoh y, con un movimiento de mano y de cabeza, les dijo que les siguiera hacia un lugar desconocido para ellos, por el momento.


Notas de la autora:

Hola a todo el mundo!

Seguro que extrañaron este fic muchiiisimo, ¿verdad? Lo sé, lo sé, se que me he demorado demasiado. Sé que no he continuado "Mi angelito" ni "La canción de Funbarigaoka". Sé que tengo otro fic llamado "Icewoman". Lo sé.

A ver, qué quieren que les diga... Ya terminé la carrera, pero me quedó una, y tengo que examinarme el 22 de este mes ^^ Y también estoy en un curso por la tarde para ser maestra de Religión en los colegios públicos. Me estoy formando y quiero tener un trabajo, y los estudios, tareas, vida personal, situación familiar, falta de inspiración o lo que sea... pueden echarle la culpa a eso si desean xD

Sé que no es un nuevo capítulo. Es una REEDICIÓN. Encontrarán detalles que no se añadieron antes, eliminación de emoticonos, escenas nuevas, diálogos nuevos, más expresión en los personajes, más narración... Pienso que, al haber perfeccionado mi escritura, mi forma de escribir y todo eso, creo que se debería de mejorar este fic y ponerlo en una buena posición. Reeditaré todos los capítulos de este fic (añadiré cosas o no, según vaya viendo, pues quiero que el fic quede perfecto), y después de eso, añadiré un nuevo capitulo, el 21, para ser exactos ^^

Espero que les haya gustado este cambio del primer capítulo, aunque no haya habido demasiados ^^ Y esperen hasta el cap 21, ¿ok?

Y siento tanto la tardanza, pero también tengo una vida xD

Muchos besos de chocolate! Me despido y hasta la próxima!

Con todo mi amor...

Anna Mary Marian

Disclaimer: Shaman King y sus personajes pertenecen a Hiroyuki Takei.