En fin, mi segundo FanFic (se ha hecho esperar xD) Esta vez de uno de mis videojuegos favoritos, el Kingdom Hearts 2. Antes de nada decir que, principalmente es un Roxette. Sé que no es una pareja habitual, pero me encantan los dos -. La forma de relatarlo es algo extraña, pero creo que es la mejor para narrar en este caso: Son os pensamientos de Olette y Roxas. Sé que en este trozo no hay mucho dialogo (por no decir nada) pero eso cambiará sustanciablemente en el próximo (eso si alguien lo lee xD) Por cierto, si no habéis visto el final y n oquereis que os lo destripen, no lo leais, porque hay spoilers por todos lados . Siento que el primer capitulo sea tan corto ToT

Se agradecen todas las reviews, criticando o alabando (me da que no xD) el relato. Por favor, críticas constructivas, no seaís demasiado crueles . . Si hay alguna pregunta o lo que sea, pues la respondo y todo lo que haga falta xD Gracias a tods.

Disclaimer: Roxas, Olette, Sora, Kairi, etc no son de mi propiedad. Pertenecen a Disney y Square Enix.


Hoy hace un año desde ese día. Ni siquiera se por qué lo recuerdo. Sin embargo, si me pongo a rememorar qué ocurrió aquel día, en lo único que repara mi mente es en aquel chico, Sora.

No le había visto en mi vida, ni siquiera sabía que viviera alguien con aquel nombre en el pueblo. Era extraño que viviendo en un lugar tan pequeño no supiera nada de él; nunca pasa nada especial en Villa Crepúsculo. Pese a todo, allí estada, con aquella ropa demasiado extraña para nuestro común pueblecito.

Buscaba a una chica… ¿o era un rey? El caso es que, lo único que recuerdo es el reflejo de sus ojos azules, aunque me avergüence admitirlo. Me sentía sumamente culpable por sentir algo así por un chico al que acababa de conocer, pero no era algo racional. Y pese al irresistible brillo de su sonrisa, yo era consciente de que él no me gustaba. Vale, a lo mejor no estoy siendo del todo precisa. Era como si se pareciera enormemente a alguien a quién yo conociera… y quisiera. Sin embargo, en mis recuerdos, no se encontraba la magen de nadie así, ni siquiera que tuviera un vago parecido. Era un sentimiento tan extraño… Aunque fue aún peor cuando nos despedimos. Es como si aún estuviera allí, delante del tren que se preparaba apra partir. Él nos miraba desde la puerta sonriendo. Yo tenía tantas ganas de correr, abrazarle y pedirle que no se fuera...Fue como si una parte de mí se fuera con él, una parte que aún no he recuperado. Ahora no hago más que vagar todos los días, del colegio a casa, de casa al colegio, me cuesta sonreír cuando Hayner bromea con Pence, o irritarme cuando Seifer se dedica a hacer bravuconadas...

Alguna vez he sacado el tema, de manera desinteresada. A ellos les pasó algo parecido, pero no suelen hablar mucho del tema. Puedo ver en sus caras que les duele hablar de Sora. Es como si hubieran perdido a un amigo de toda la vida. Yo diría que incluso puede que se sientan traicionados. Aún así, ellos parecen haberlo superado mucho mejor que yo, aunque hay que reconocer que disimulo bastante bien. A todos les sorprendería ver como es la verdadera Olette, estoy segura.

Llaman a la puerta. Seguro que son Hayner y Pence, que me esperan para ir al instituto. Supongo que no debo hacerles esperar, pero me apetece tan poco ir hoy. Me gustaría quedarme aquí, encima de mi cama, rodeándome las rodillas con las manos, mirando como el Sol sale y se oculta una y otra vez. Suspiro; eso no es posible, debo seguir con mi vida y no soñar con el reflejo de un recuerdo... por muy real y sólido que parezca.


Amanece. Notó como el Sol calienta mi piel morena, pero no tengo ganas de levantarme, y, pese a todo, lo hago. Me estiro, aunque en realidad me gustaría enterrar la cara bajo la almohada y no pensar en nada, pero mi cuerpo no es mío. Lo que quiero decir es que, vivo dentro de otro.

Nunca había imaginado lo chocante que puede resultar mirarse en el espejo y ver la cara de otra persona. Lo único que reconozco en él, son mis ojos. Puede que sea verdad eso que dicen de que los ojos son el espejo del alma. Porque en el fondo, Sora y yo somos un mismo ser. Bueno, tal vez sería más correcto decir que yo soy él. Provengo de Sora, no soy más que un simple reflejo de él, ni siquiera tendría que existir. Ese es el gran problema de los incorpóreos, que ni siquiera tenemos cabida en este mundo. Somos sombras que viven en la penumbra, aunque mi caso es diferente. Yo he podido seguir habitando en Sora, he tenido esa suerte.

Debería estar feliz, pero me siento… aburrido, decepcionado. No tiene nada que ver con que simplemente habite como esencia y no como cuerpo, sino con el hecho de pensar que mi destino estaba escrito antes incluso de aparecer, y todo por que salí del corazón de Sora.

Es algo difícil de comprender pero… Todo el mundo tiene libertad para querer a quién elija, para pasar el resto de su vida con aquella persona que decida… Pero en mi caso, no es así. Puede que sea porque yo ni siquiera tengo la categoría de persona.

Sora es tan feliz, ahora que por fin puede estar con Kairi que supongo que ni siquiera le preocupa como me siento yo cuando él está con ella. Porque si él ve a Kairi, yo veo a Naminé.

Es cierto que es preciosa, con su pelo rubio destellando al sol y esos ojos azules que parecen tan inocentes, pero… No puedo evitar sentirme manipulado por el destino, pensar que estoy con ella porque todo ya estaba escrito. Es tan sumamente frustrante… Ella ya lo sabe, las falsas sonrisas no consiguen engañarle, pero ella sigue siendo amable conmigo, como si en realidad lo esperase. Todo esto me desespera: la quiero, pero no quiero quererla. Estoy harto de hacer siempre aquello que se supone que debo hacer.

- Roxas¿estás bien? – Sora parece preocupado

- Bueno, la verdad es que me está constando acostumbrarme a este sitio…

Aunque parezca raro, puedo hablar con Sora y Naminé, pese a que soy un incorpóreo, pero nadie más puede oírme, ni siquiera Kairi.

- ¿Les echas de menos?

No me había parado a pensarlo. Supuse que se refería a mis amigos de Villa Crepúsculo, porque mis recuerdos con la Organización se habían perdido hace mucho tiempo. Lo cierto era que pensaba en ellos a menudo: los combates con Hayner, la sonrisa de Pence y… a Olette. No soportaba la idea de no poder haberme despedido de forma convencional. Nunca olvidaría sus caras al ver partir el tren. Ellos no podían saber que yo estaba allí, y aún así…

- Supongo que sí, pero ya no hay vuelta atrás.

- Eso nunca se sabe – sentí los labios de Sora (mis labios) curvarse en una sonrisa.