Disclaimer: los personajes que menciono de Rouroni Kenshin no me pertenecen sino a Nobuhiro Watsuki, así que no me demanden, este fic fue hecho por diversión.
Bueno, con este capítulo termina este fic ^_^u, juro que jamás pensé que duraría tantos capítulos, estoy muy sorprendida al ver que ha pasado tanto tiempo desde el primer capítulo. Quisiera agradecer a todos cuantos han seguido esta historia con sus altas y bajas, en especial sus comentarios, han sido muy valiosos durante la construcción de esta historia.
^_^ Para no romper con la tradición, agradezco los amables comentarios de Aiko255 ( ^_^ ahora que lo mencionas, si, ¡es cierto!) ,Amary-san y Kunoichi Karla (*n_n* muchas gracias, felices fiestas tmb!).
Mucas gracias por dedicarme un poco de su tiempo.
Espero que mas adelante nos sigamos leyendo.
XLI
Always remember me
Dicen que en esta vida hay muchas formas de despertar en estos días.
Hay quien despierta felizmente y deja que sus sentidos lo guíen por el aroma del café y el desayuno recién hecho; unos despiertan con sabor a nota roja, esos días en que el sonido de las balas y la pólvora son los que impregnan el aire; otros víctimas de una resaca de antología; algunos se dan cuenta que al perderlo todo han ganado algo y los que alguna vez creyeron tener el mundo en sus manos no tienen más que cenizas.
Todo final es un principio y de cierta forma todo principio tiene algo de final.
Si, así es la vida.
Enishi yace en la arena, casi acaba con Himura, porque se le ve muy mal herido, si no hubiera sido por la aparición de Kaoru en la playa francamente no quiero imaginar lo que hubiera pasado. Escucho a Yukishiro murmurar algo de Tomoe, de una sonrisa. Muevo la cabeza, no sé si lo que dice es que se acerca el final o que en definitiva ha enloquecido.
Pero vamos por partes…
Enishi se presentó al final, cuando los gigantones que nos recibieron con una lluvia de balas estaban enzarzados en un terrible combate con nosotros, se presentó vestido con un pantalón blanco, una camiseta negra, lentes a la Lennon , un par de pistolas y un enorme espada china Intentamos acercarnos a él, pero Himura dijo que no, que esta era su pela, que hace años la había aplazado y que ya no podía huir mas de ella.
Los chicos estaban cansados, pero habíamos escuchado la voz de Kaoru, el saber que estaba viva nos alentaba. A una señal los chicos nos cubrieron, Aoshi se lanzó a la búsqueda del jefe de los gigantones y yo empleé todas mis fuerzas para acercarme a la casa. La lluvia de balas seguía, debía de haber unos tres o cuatro más defendiendo el terreno, los únicos que parecían en otro mundo eran Yukishiro y Himura, enzarzados en uno de esos combates dignos de contarse en las gestas de tiempos antiguos. No diré que llegué fácilmente a la casa. Ya tenía un par de raspones y un rozón en el brazo. Abrí la puerta y me encontré con Kaoru, llevaba a un candelabro de plata y un cuchillo en la otra mano. Se veía asustada, un poco mayor de cómo la recordaba, pero algo me decía que seguía siendo la misma de siempre.
- ¡Kaoru!, ¡Alto!, ¡soy yo Misao!
- ¿Misao? – dijo extrañada – la Misao que conozco va a la escuela y no tiene el cabello tan…
- Ibamos a la escuela en el tiempo que desapareciste
- ¿cómo que en el tiempo que desaparecí?
- Es una larga historia, han pasado muchos años
- ¡años! – dijo asustada - ¡como sé que no es un engaño de Yukishiro!
- Kaoru
- ¡qué!
- Antes de que te fueras planeabas arrastrar a Ken-san a un Loveho si él muy torpe no se atrevía a dar el siguiente paso
- ¡como sabes eso!
- ¡por qué tú me lo contaste boba!
- ¡no puede ser! – dijo desplomándose
- Estuviste desaparecida por años, pensamos que estabas muerta, hasta hace poco
- ¡qué!
- ¡han pasado tantas cosas!
- ¡qué me ha hecho ese imbécil de Yukishiro! – dijo mirando su reflejo en uno de los cristales rotos
- ¡vamos Kaoru! – dije acercándome e intentando que reaccionara - debemos de irnos de aquí antes de que la gente de Yukishiro intente recuperarte
- ¡qué estamos esperando!
- Debemos salir y llegar a la playa , donde nos esperan ken- san y los chicos
- ¡guíame!
Salimos de la casa, las balas habían cedido, pero aún nos daban problemas. Llegamos por otro camino a la playa. Kaoru corría , quería ver con sus propios ojos, apenas si acertaba a creer en lo que le había dicho. MI amiga entró en escena en lo mas cruento dela batalla, gritó el nombre de Himura, que se distrajo y apenas si alcanzó a esquivar un golpe de Yukishiro. Después se repuso, la pelea seguí, tuve que detenerla para que no intentara acercarse. Ya no había más balas, supuse que los chicos se habían hecho cargo de todo. En tanto terminaba la pelea hice lo posible por pedir refuerzos, las embarcaciones que nos esperaban a unos minutos del lugar hicieron sonar sus sirenas, sus sonidos llegaban desde distintos puntos hasta la playa.
Yahiko y Sano se hacían cargo de los cuerpos de los cuatro gorilas que nos atacaron cuando llegamos. Están inconscientes, con heridas de gravedad, se supone que los auxilian, porque se les pasó un poquito la mano, pero no se pueden morir, ellos nos deben de ayudar a testificar en contra de sus jefes. Cubo de hielo no se veía por ningún lado. Cuando Enishi cayó y empezó a balbucear algunas incoherencias y llamaba a su hermana guardamos silencio, Kaoru corrió hasta Kimura, lo abrazó y no dejaba de llorar, él dejó caer su espada y la abrazó. Si, por fin había acabado la pesadilla, finalmente Kaoru estaba sana y salva en sus brazos.
Poco después Shinomori salió de los matorrales, sentí alivio al ver que llevaba en sus espaldas al otro socio de Yukishiro. Entonces sucedió, yo me levantaba, olvidé que esto aún no acababa, uno de los hombres salió delo matorrales y me apuntó. El cabecilla cayó de cara en la arena y alcanzó a lanzar una maldición en chino mientras Shinomori corría a protegerme, acerté a lanzar unos cuchillos, sé que acerté en la garganta de mi agresor, pero las cosas no salieron bien.
Sentí que el alma se me iba al suelo cuando vi que el costado de Shinomori estaba empapado, ¡sangre!, todavía alcanzó a llegar hasta nosotros y se desplomó en la arena. Recuerdo que corrí, los policías que empezaban a llegar a asegurar la zona llamaron a un paramédico, creo que desgarré una tela, ni siquiera recuerdo de qué, la sangre seguía corriendo y yo trataba de impedirlo.
- ¡Oh no!, ¡no te puedes morir!
- Misao…
- ¡porque me veré obligada a seguirte a los infiernos y hacer miserable tu existencia!
- Pe…
- ¡y no me importa que al hacerlo me condenen a reencarnar en una comadreja!
- ¡Misao!
- ¡qué!
Aoshi sonrió débilmente.
- Solo fue algo pequeño…nada que un par de puntadas no resuelva
- ¡te dije que no hicieras ninguna tontería!
- No, yo fui el que te lo dije
- ¡idiota!, ¡cómo dejaste que te hirieran!
- Okashira, es mi obligación velar por su bien
Si me preguntan de los detalles del regreso, no los recuerdo a ciencia cierta. Lo que sí recuerdo es un grupo de paramédicos en la escena, después los guardacostas enviaron un helicóptero para trasladarlo cuanto antes al hospital. Fui la única que lo acompañó en el trayecto y lo siguió hasta que las puertas de emergencias se cerraron en mis narices, al fondo escuchaba las voces de Tokyo, Jiya y los chicos que me llamaban.
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Cuando Megumi se incorporó, lo primero que pensó es que ese hombre era todo menos delicado. Si, no estaba nada mal, pero no era su tipo y francamente como amante dejaba mucho que desear… en cuanto a la información, le había sacado toda la que había podido. Cho yacía boca abajo, dormía profundamente, no se despertaría por nada del mundo después de tomar directamente del envase de jugo que había en el refrigerador. Contenía unas gotas de un potente somnífero que había pensado beber en caso de que no la dejaran dormir.
Al acercarse a revisar sus cosas descubrió que llevaba sus esposas. Sonrió. Se apresuró encadenar una de sus manos a la pata de la cama, mientras ataba la otra a la cabecera de la cama y los pies a las otras patas con material para las cortinas que había encontrado en un closet. Después tomó su labial, escribió un mensaje en su espalda que firmó con un beso y colgó la llave de las esposas en el dedo meñique de su pié izquierdo.
Se deslizó en su camisa, le quedaba ancha, aspiró su aroma. Le gustaba ese aroma de sudor y colonia, una costumbre que había adquirido desde que descubrió que le enloquecía el aroma a hombre, se colocó el collar de perlas se puso su falda, tomó la cazadora de Cho y su cartera. Afuera seguía lloviendo, los agentes estarían en la patrulla. Observó bien las salidas, la del frente, las ventanas, la cocina era la mejor, tendría que caminar un largo trecho de bosque, se mojaría, pero con un poco de suerte podría conseguir un transporte que la llevara lejos de ahí.
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Juro que apenas si acertaba a comprender lo que pasaba. Cuando llegamos al puerto nos encontramos con un envejecido Miburo que esperaba que le diéramos cuenta de todo lo que había pasado. Yahiko no dejaba de hacerme preguntas, se veía feliz y aliviado de que estuviera sana y salva, lo primero que me dijo es que estaba feliz de tenerme de regreso y que en unos meses se casaba. Sano por su parte, sacó la tarjeta de su buffet de abogados y se ofreció a representarme legalmente, antes de que su padre lo sacara de una oreja para que le explicara cómo es que habían herido a su hermano y que le dijera como es que Yukishiro hubiera escapado.
Si, ese maldito escapó.
Al parecer era una maniobra de emergencia que tenía muy bien planeada. Era su plan B o C en caso de que todo saliera mal uno de los socios debía de arreglárselas para huir. De acuerdo con los informes de la policía debió huir en el momento en que Aoshi fue herido, se hizo con una de las lanchas de la policía, que después fue encontrada, mientras era desmantelada por un grupo de amantes delo ajeno. No hay rastros de Enishi, pareciera que la oscuridad se la hubiera tragado.
Sé qu debería de tener miedo, pero no lo tengo. Si Enishi me hubiera querido hacer daño, lo habría hecho y no me hubiera tomado como rehén. Que terminara en medio de una extraña relación y que le recordara a su difunta hermana, es una historia que parece sacada de la ficción.
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Si de ficción hablamos, no podemos olvidarnos de Kam, que justo en esos momentos entregaba los capítulos a su editora, antes de salir disparada al hospital donde habían ingresado al cubo de hielo y a Kaoru. La editora la retuvo un poco más de lo que hubiera querido, acordaron un plazo para la entrega de los siguientes capítulos, la revisión del script de la película e ir esbozando la saga de Midori.
Subió en su automóvil y marcó al número de emergencias que le había dado Sou. Se comunicó con él y lo puso al tanto de la situación. En esos momentos Soujiro la escuchó pacientemente la parte del relato que sabía, le pidió a Kam que lo tuviera al tanto. Cuando colgó el teléfono una viejecita avanzaba con una gran bolsa de verduras, el chico con una amable sonrisa se acercó a ella y le dijo que si podía ayudarle.
Regresando a la ciudad, en cuanto Kam llegó al hospital supo que Kaoru estaba bien, en un interrogatorio y que de momento no podría verla, se moría por hablar con ella, su historia era perfecta para terminar el ciclo de novelas; poco tardó en enterarse que Shinomori estaba en la sala de operaciones, que Misao no quería moverse del sitio donde estaba.
Okina había llegado tan pronto como se enteró de que su nieta adorada iba al hospital, en un principio pensó lo peor, pero se tranquilizado un poco al saber que estaba sana y salva. Al verla tan preocupada trató de llevársela con él, pero ella se negó a dejar el lugar hasta que tuviera noticias del resultado de la operación.
Suspiró. Recordó otro tiempo, otras circunstancias, fue a la cafetería mas cercana y compró un par de capuchinos con sabor a amaretto y se dirigió a la sala de urgencias y se sentó al lado de la Okashira.
- Bebe…
- ¡Kam!
- Va a estar bien, confía…
- ¡fue mi culpa!, no me fijé, me apuntaban y…
- Bebe, que todo se va a solucionar…¡nada mas mira la cara que traes!
- ¡no tengo otra!
- ¿es cierto lo que dicen por ahí?
- ¿qué dicen? –dijo antes de beber un poco del café
- Dicen que dijiste que lo seguirías a los infiernos aunque reencarnaras en comadreja
Misao se atragantó.
- Me lo contó un pajarito de pelos parados
- ¡Yahiko-chan!, ¡nada más lo vea!
- ¡tranquila!
- Vaya, quién lo hubiera dicho
- ¡Decir qué!
- Misao, ese es amor del bueno, no lo dejes ir
- ¡Qué tonterías dices Kam! – dijo sonrojada
- Yo solo digo lo que veo – dijo mientras reía
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Miburo llegó hecho una furia la casa de seguridad. A estas alturas su ayudante estaría destinado a ser la burla de la policía, tal vez no tendría más remedio que exigir su traslado a una pequeña localidad rural del interior. Si no hubiera dejado a un par de hombres de confianza entre los vigilantes. Cuando recibió la llamada minutos atrás, le advertían que habían hallado a Cho en un estado poco usual en la casa de seguridad se enfureció.
Lo había enviado a casa porque no confiaba, una mujer bonita y ambiciosa, un ayudante de pocas luces eran sinónimo de peligro, además ya rebasaba su tiempo, debía descansar. Pero ¡claro!, como iba a perderse de algo así, la caída de la mayor de las Makimachi no era algo que se veía todos los días. ¡Pedazo de escoba!
Furioso ordenó a los hombres que tomaran fotografías, si, no lo despediría de momento, tomaría las suficientes fotos para chantajearlo cuando no quisiera hacer algo. Mientras tanto veía impaciente su reloj, dentro de unos minutos tendría que dar otra declaración a la prensa, porque alguien había filtrado parte de la historia y los reporteros querían que confirmaran nombres de los implicados, de la víctima del largo secuestro, las acciones emprendidas por la autoridad y la posibilidad de que ese caso tuviera o no relación con el asesinato de Tsunan Tsukioka.
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Sanosuke salió con un fuerte dolor de cabeza del despacho de su padre. No tenía ganas de hacer nada, lo enviaron directamente a su casa, con escolta, ya que Miburo temía que fuera la siguiente presa de Yukishiro, y mientras no pudieran localizarlo, era mejor prevenir que lamentar.
Llegó a casa, sabía que Tokyo estaba en el hospital, que le recomendaban quedarse en casa en espera de noticias. Pero el mejor que nadie sabía lo mal que le sentaban esas órdenes. Se dio una ducha, se cambió de ropas, tomó su celular, burló la vigilancia y decidió darse una vuelta por el bar de Anji.
El bar estaba como siempre, pasaban de las 9 de la noche. Anji lo recibió con un gesto amable y le dio la BudW para empezar la ronda. El ambiente parecía tranquilo, un grupo de oficinistas había llenado el lugar, uno de ellos cantaba emocionado Bad Romance , mientras el resto coreaba la letra y pedía más.
Sano gruñó. Escuchaba la canción hasta en la sopa y quién sabe si fuera casualidad o un juego de lo más profundo de sus deseos, en esos momentos reconoció la silueta de Kitsune que observaba todo desde el fondo. Era ella, no le cabía duda, llevaba una chamarra que le parecía conocida, una blusa blanca de cuello en v que le permitía lucir un bellísimo collar de perlas grises, falda la rodilla y elegantes zapatos de tacón alto. Tal vez la melodía fuera una invocación, una maldición. En realidad ya no sabía. Pensó en dar la vuelta y fingir que no la había visto, pero no pudo, se limitó a sentarse al otro extremo y observar todo como si fuera un teatro.
Cuando iba por la tercera ronda ella se acercó con una copa en la mano.
- Sagara, esperaba verte
- Kitsune , ¡cuánto tiempo!
- Si, cuánto tiempo, unos meses…
- No te había visto – argumentó malamente
- Eres malo para mentir
- ¿qué es lo que quieres Megitsune?
- Quiero que me ayudes a encontrar a alguien
- ¿a tu hijo? –dijo tomando otro trago
- Si
- ¿dónde lo dejaste?
- Enishi me lo quitó
- ¿por qué?
- Argumenta que le fui infiel contigo
Sano guardó silencio y la observó. Sus ojos se veían tristes, pero hace tiempo había aprendido a desconfiar de ellos. Podía parecer una heroína clásica que había caído en desgracia, su primer impulso era ofrecerle ayuda al momento, pero no lo hizo. Constantemente Miburo le decía que tuviera cuidado de las mujeres llorosas y los hombres que ríen demasiado.
- Sano, solo tú puedes ayudarme…
- La policía lo busca, dicen que huyó
- No está en mis manos…
- Pero eres abogado
- Si
- Y puedes ayudarme con las cláusulas del divorcio, no quiero perder a mi hijo…
Su rostro ensombreció cuando ella sacó los papeles que hace unas horas le había pedido a su abogado. A una primer mirada todo parecía un buen acuerdo, hasta que llegaba el detalle de la patria potestad de su hijo.
- Necesito ver los acuerdos prenupciales
- ¿qué?
- habla de unas cláusulas respecto a la disolución del vínculo matrimonial - Necesito esos papeles
- Es una cláusula sobre fidelidad…
- El asunto se pone mal, porque yo estaría implicado y no puedo ser acusador y parte
Megumi tenía una expresión desolada.
- Dime Meg
- ¿sí?
- ¿de quién es Itto?
- ¿qué?
- ¿con cuántos engañaste a Enishi?
- ¿por qué me haces esas preguntas?
- Quiero saberlo
- No me defenderás, no necesitas saberlo
- te equivocas Megitsune
- Entonces para qué quieres saberlo – dijo furiosa
- Quiero saber si vale la pena pelear por ti
- no necesitas saberlo – dijo fríamente
- ¿Tsunan significó algo para ti?
- ¿qué?
- Sabías que era mi mejor amigo
- ¿sabías que lo que me pidió era perverso?
- ¡Pudiste negarte!
- ¡quería a mi hijo de vuelta!, ¡le creí cuando dijo que podría chantajear a Enishi!, además, ¡qué clase de amigo se acuesta con la mujer que ama su amigo!
- ¿crees que no he dejado de hacerme esa pregunta?, y también me pregunto ¡¿Qué clase de mujer que dice amarme se acuesta con todo el que puede?
- Una que fue engañada
- No Kitsune, sabes bien que no fue así
- Sano…
- ¡vete!
- ¡por favor!, no hagas…
- ¡he dicho que me dejes solo!, ¡no sabes cuánto me duele todo esto!
- ¡no sabes cuánto me duele mí!, ¡no sabes cuánto te quise! Y saber que… - sollozó
- ¡Tú eres mi salvación!
- Te equivocas de nuevo, llegué demasiado tarde a tu vida
- ¿qué? –dijo desencajada
- No eres la mujer que soñé y adoraba… tu cambiaste desde la primera vez que abriste tus piernas al placer de otros hombres
- ¿insinúas que no tengo derecho al placer?
- ¡Ese no es el punto!
- ¿Insinúas que solo un hombre puede disfrutar de una vida sexual y la mujer no?
- Megumi, tu y yo sabemos que en esta vida las cosas son muy distintas para un hombre que para una mujer
- ¡eres un idiota!, ¡Y yo que creí que…!
- Vete Megumi, solo has traído penas y muerte a mi vida
Megumi se levantó, dejó el importe de su consumo en el mostrador ante la sorprendida cara de Anji y salió de As Times goes by como alma que llevaba el diablo. Sano se veía destrozado, al fondo una de las oficinistas entonaba la última parte de Never forget you. Todavía se levantó, dejó su cerveza, quizá se arrepentiría de la dureza de sus palabras, cuando salió no había rastro de ella, a Kitsune la había engullido la noche.
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Tit de la entrada: Principio y fin, parte del mismo ciclo
Clas: Egoteca
Mod: en las nubes
Es así como concluye esta aventura. No sé si habrá más o menos. Recuperamos a Kaoru del reino de los muertos, esta historia es digna de Kam, la cual se ha propuesto integrarla como el final de la saga de la agente Kamiya. El señor de los cubitos se restablece, por el momento está de baja en la policía y me consta que se aburriría espantosamente si no fuera por mí.
En cuanto a la saga de Midori… acordamos que será escrita a dos manos, yo la ayudaré, le daré detalles y le ayudaré a dar un estilo distinto a las crónicas de HK y KK. Kam amenazó que si me portaba mal y no le daba los detalles que quería, le pondría como título del primer volumen Manual de Autoayuda de Midori , yo le dije en broma que mejor la titulara Como enamorarse y no morir en el intento. ¿Saben que es lo más terrible?, que parece que el título le gustó.
Kam no lo sabe, pero hace tiempo sueño con escribir una saga de los Onni, llevo algunas páginas de las primeras historias, he cotejado algo de los archivos de los onni, tengo información por la que Kam moriría, pero de momento los detalles permanecerán en secreto.
Por cierto hace unos días recibí un regalo en el Aoyia. Un bonito paquete de Blody Cherry , cortesía de Shougo de Amakusa, junto con una invitación para su boda. Si, Shougo regresó a Japón para atar los cabos sueltos de su vida, la conoció hace unos meses a través de un omiai . Su futura esposa es una mujer dedicada a la industria marítima o algo así. Dicen los archivos que uno de sus ancestros fue una pirata en la era Meiji. Pero no sé, quizá sean exageraciones de mis antepasados. Espero que sea muy dichoso en su nueva vida, fue muy amable al invitarme a su boda.
¡Pero hay tanto trabajo!, el rodaje de la película ya inició y ah, si…el condenado señor de los hielitos se infiltró. ¿Qué cómo?, sucede que el actor que interpretaba al señor de los hielitos se lesionó en una de las primeras tomas, pierna y nariz rotas y quemaduras por un error de efectos especiales. El director y los productores estaban como locos. Yo empezaba a afilar mi kunai de utilería, cuando se presenta el señor de los hielitos con un ramo de peonías blancas.
Siento que no fue casual, nada es casual en esta vida. Cuando el director lo vio casi se le cae la quijada, parecía sacado de un libro de Kam (¿o era al revés?), pidió que dejara las peonías de lado, llamó a la maquillista, vestuario y en un dos por tres volvieron a filmar la escena. Si, el señor de los hielitos llegó para quedarse. Les apuesto que ni Miburo ni Jiya estarán felices cuando se enteren de la noticia.
Así que ahí lo tienen, haciendo de policía, informante, ninja e involucrándose con la producción y no me quejo mucho. Decidimos que vamos a replantear nuestra relación, que nos llevaremos las cosas más tranquilas. Hace un par de días, en el concierto de Ito Noritsuke, admitió que estaba celoso del actor que lo interpretaría, pero ya con esto, creo que podremos trabajar un poco más en nuestra relación. Eso sí, que se cuiden las actrices que interpretan a la agente KK y Silver Fox, que no se atrevan a ponerle un dedo encima, ¡porque el señor de los hielitos es mío, mío y solo mío!.. Bien, llegando a este punto, debo admitir que quizá no sea tan mala idea eso de usar ese bonito anillo que me dio mientras cenábamos en Absynth, si, quizá no sea mala idea… aunque Jiya no se lo tome nada bien y aún insista que mi padre debe retarlo.
Y-chan se casa pronto con T; Kao ha sido interrogada por numerosos policías y psicólogos. Le están haciendo estudios y pasa todo el tiempo que puede con HK, cuando está libre y Kam no llega para someterla a largos interrogatorios para su novela. Hay muchas cosas que Kao no recuerda, pero ya será cuestión de que pase el tiempo .En general se les ve contentos y no es por ser mal pensada, pero apuesto a que pronto tendremos a un mini clon del pelirrojo entre nosotros.
Hablando de niños, mi padre y mi tía Ok han decidido esperar hasta que mi hermanito crezca un poco más antes de venir a casa a enfrentar a Jiya. No sé su nombre, lo único que sé es que nació poco después de que regresaran a casa, trasladaron mi tía al hospital cuanto antes. Todo parece indicar que el linaje de los onni no se extingue.
Sano… Sano se ve serio y taciturno. La muerte de Tsunan y la fuga de Tsukishiro no le sentaron nada bien. Dicen por ahí que lo vieron conversar con Megumi el día que operaban a Aoshi. Pero no ha dicho nada al respecto y nadie se atreve a preguntarle. Se rumora que estará en frente del grupo de abogados que han presentado una serie de demandas contra Tsukishiro aquí y en China. Si, las cosas para mi cuñado incómodo se complican, no puede regresar a China, porque dicen que pueden condenarlo a muerte a él y a Kitsune.
Me preocupa no saber nada de Kitsune. Pensamos que nos buscaría, porque hasta donde sabemos su hijo sigue desaparecido, pero no fue así, pareciera que se la tragó la tierra, después de lo que pasó no dejo de preguntarme qué habrá sido de ella
Pues de momento así están las cosas, mi vida no es perfecta, pero a fin de cuentas es mi vida.
Besos
Midori
Suena un celular.
- ¡diga!, ah, sí, espera, no tardo….
Misao apaga a toda prisa su computadora y sale del lugar.
- ¡Jiya salgo!
- ¡no llegues tarde!
- ¡Llamo mas tarde!
A unos metros del lugar está el automóvil de Shinomori. Aun sigue de baja, no se ha recuperado, pero ya anda metido de lleno con la película. Saca dos boletos para la premier de la nueva adaptación de El Loto Blanco. Misao muere por verla, sabe que no será como el original, pero no se queja es una buena excusa para pasar tiempo con su cubito de hielo.
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Esa noche Megumi no lo sabía, pero un auto vigilaba sus movimientos, la siguió por la ciudad, desde que dejó la tienda de ropa y tiró la ropa que llevaba en un basurero. Tan pronto salió un hombre se acercó y con pistola en mano le indicó que entrara al auto si quería permanecer con vida. Temblorosa subió.
- ¡Enishi! - dijo palideciendo al verlo
- Escuché que hablaste con tu abogado
- ...
- Miburo saldría beneficiado, no me conviene
- Es demasiado tarde Enishi, firmaré los papeles y…
- Sí, claro, serás libre, asquerosamente rica, si, ese cuento ya me lo sé querida, entonces explícame porque recorres las calles vestida como una Thenardier
- Es mi vida
- ¿Por fin comprendiste que aquí lo has perdido todo?
- Megumi calla.
- Querida mía, debes entender que en los finales los buenos no siempre ganan y los malos no siempre son castigados
- Lo sé, ¡lo sé! – murmura con desesperación
- Está en tus manos elegir a que bando quieres ir
- Quiero recuperar a Itto
- debes esperar a que pueda recuperarme
- ¡Pero pueden pasar muchos años! – dice lentamente
- Deberás esperar
- ¡cuánto!
- Nos reuniremos de vez en cuando – haciendo una seña para que se detenga el auto - debo irme
- ¡Llévame contigo!
- ¿qué?
- Prometí que te seguiría hasta el infierno y eso haré
- ¿qué sucedió? – dijo mordaz
- Tienes razón, al elegirte lo perdí todo, no puedo volver atrás
- Debiste pensar eso antes de engañarme
- ¡Te seré fiel!
- ¡si claro!, no me hagas reír , eso ya lo escuché antes
- Haré lo que me pidas… ¡lo que sea!
- Lo que sea – dijo sopesando las palabras - Si quieres ser la reina blanca tarde, pero el hada obscura está vacante
- ¡Lo que sea! – dijo desesperada -¡haré lo que sea para recuperar a Itto!
- Piensa bien lo que dices, tú no tienes mucho que ofrecerme, si sabes medicina, si, sabes algo de mi información, pero en el pasado no me han sido muy útiles
- Tengo mi cuerpo
- hay cientos de mujeres más bellas y jóvenes que morirían por estar en tu lugar y no me darían tantos problemas, como los que me das tú
- ¡Enishi!
- Si quieres estar a mi lado a partir de ahora nuestra relación cambiará
- ¿qué quieres decir?
- Que a partir de ahora solo escucharás y obedecerás, deberás adelantarte a mis deseos, en pocas palabras, a ojos de todos serás una buena esposa, en lo privado trabajarás para mí – dice recorriendo las líneas de su cara, bajando a su garganta - cualquier fallo, el menor atisbo de traición significarán tu muerte instantánea
- Lo sé – dijo casi en voz baja
- Además no me puedes ofrecer algo que me pertenece
- ¿qué?
Yukishiro sonríe y se inclina a besar la comisura de sus labios, sigue por oído y su cuello, ella se estremece, lo besa y abraza, el desabotona la blusa, sumerge su cara en sus pechos, sus manos entre sus muslos hasta que la escucha gemir.
- Vamos Kitsune…es hora que demuestres que no eres la simple mujer de un pescador, sino una diosa obscura, seductora y vengativa, a la cual venero
Ella sonríe, lo conoce bien, sabe lo que le gusta, lo que le interesaría experimentar y sabe también que será una larga jornada. Llegan a toda prisa al hotel, en el camino se deshacen de la casaca de Cho, entre risas toman el censor. Ella se siente como una chiquilla que se escapa de casa, él la besa como si fuera el fin del mundo, el collar de perlas grises se rompe, las perlas se esparcen en el elevador pero no importa, nada importa en esos momentos.
Cuando llegan a la habitación le quita la blusa camisa mientras besa su cuello, sus hombros, la falda se rompe, se sumerge en sus pechos, ella gime, él recorre su espalda y busca apoyó en las profundidades, es dúctil en sus manos.
Enishi huele a peligro, quizá es lo que más le gusta de él, olfatea a pólvora , mar, colonia, sudor y sangre. Sus movimientos rápidos y voraces la ponen en alerta, ella debe contenerlo por unos momentos, eso significa que la extraña, piensa que este momento no debe ser tan rápido, sino dulce y lento, acaricia su pecho, mordisquea sus orejas, mientras su otra mano buscaba a la ardiente serpiente marina , vieja conocida de otras batallas.
Cuando la encuentra juega con delicadeza, primero con sus manos, después con su boca, besa, muerde y lame con fruición; de pronto él decide cambiar la posición y colocarse detrás de ella. Palpa, entreabre la puerta buscando sincronizar sus húmedas oquedades, masajea sus pechos, ella cae, entierra sus rodillas en la mullida alfombra blanca, sus manos la arañan, gime y grita. El besa sus cabellos, besa y mordisquea su espalda, aferra de forma posesiva a sus pechos mientras siente como acercan y alejan una y otra vez, ambos sienten como se vacía una y otra vez. Finalmente palpitantes se tienden, ella vuelve su cara un poco.
- Hagámoslo una vez más
- Debemos de partir de inmediato, nos llevarán al aeropuerto, pronto saldrá nuestro vuelo
- ¡qué!, No tengo nada que ponerme
- Esa era la intención
- ¡cómo pudiste!
Enishi se levanta y pone en sus hombros algo blanco.
- ponte esto encima
- Pero….es solo una gabardina blanca
- Les pediré a mis ayudantes que te consigan algo ligero para el camino, a dónde iremos no necesitarás mucho
- Hará frío en el avión – dice ella
- No sentirás el frio- dice sonriendo – te lo juro, no lo sentirás
El hombre de blanco acomoda un poco sus cabellos frente al espejo. La mujer de blanco y se abotona la gabardina, calza sus zapatos y trata de recogerse el cabello. El se acerca, besa su cuello y ella se estremece mientras él desabotona el primer botón de la gabardina, después el segundo, mientras sumerge la otra en sus profundidades.
Cuando salen de la habitación se ven agitados, ella lleva el cabello suelto, él lleva su brazo aferrado a su cintura, ella lo besa cada que puede. En el techo un helicóptero la espera, los llevará a un aeropuerto donde un jet los espera para llevarlos a un sitio donde nadie los conoce y reamente no les importa la suerte de esos dos.
FIN
Quejas, comentarios, peticiones, sugererencias serán bien recibidas.