#07. Sentido del humor.

"Hasta pronto"

Deberían haber llegado hace veinte minutos. El día estaba encapotado y si querían llegar a tiempo, tendrían que haber salido sin contratiempos, por que al parecer el hecho de que fueran una familia mágica, no valía de nada para William Weasley, padre de familia honorario y defensor de la vida común. Con magia, pero común al fin.

Estaba seguro que debería haberles advertido con anterioridad al género femenino de Shell Cottage, que llegarían a King Cross en vehículo muggle, pues el abuelo Arthur le había prestado su nuevo auto producto de un favorable retiro. Y estaba dispuesto a probarlo. El problema con el que no contó, era el enorme tiempo que tardaban las mujeres en arreglarse. Por favor, que tan solo iban a la estación del tren, de cualquier forma, él pensaba que ambas eran hermosas.

Y se sentó a esperar. Junto con su compañero de aventuras que lo acompañaba desde hacía cinco años. El pequeño rubio de insipientes pecas en la mejilla, su segundo hijo, Arthur, como el abuelo, esperaba impaciente retorciéndose en el sillón junto a su padre. Ambos en la misma posición, con los brazos cruzados, el ceño fruncido y golpeando el pie derecho contra el piso, bueno Arthur solo lo movía, ya que su estatura no le permitía más.

-Ya estamos listas- Una voz desde el fondo del pasillo abrió paso a su bella esposa y su "pequeña hija" que venía arreglada como una muñeca, su pelo recogido, y su atuendo impecable.

-¡Vaya! Ya era tiempo- Pero Bill no pudo darle el correcto tono de frustración, en cambio entreabrió un poco la boca a fin de quedarse sin más palabras que agregar.

No pudo evitar ver a su hija, quien hace unos meses había comenzado a emitir el ligero porcentaje que le correspondía de Veela, y lo tenía terriblemente nervioso. Ahora que iría a Hogwarts, tendría que estar al tanto de cualquier rufián que pretendiera acercarse a ella con más intenciones que amistad.

Bill tomó a su esposa por el brazo, y cada uno de los niños, tomó una de las manos de sus padres, que se aparecieron sin más en la madriguera. Fleur hizo preguntas mientras ambos nietos corrían a los brazos de los abuelos. La comitiva era grande, pero ¿que importaba con un auto expandido interiormente?

Todos los que hubieron pasado alguna vez por el colegio de magia y hechicería de Inglaterra, saben que tarde o temprano deben acompañar a los más jóvenes en su viaje, a despedirlos en el andén 9 y ¾ para dejar que durante siete años, vivan sus aventuras propias, sus principios de magia en forma, que conozcan a los que serán sus mejores amigos. Y Bill lo sabe, y aunque nunca pretendió ser un padre receloso, tiene que admitir que no le estaba yendo nada bien en el tema de mandar a su hija sola.

Tendría a sus propios amigos, o de otras familias que ya conocían. Sin embargo, eso no podía hacer evitar que se tronara los dedos de nerviosismo mientras avanzaban por la entrada de la terminal de trenes. Su hijo iba a su lado contando cada uno de los andenes. Iba a ser su primera entrada formal al lugar.

El aroma era exquisito, no se puede interpretar sino se ha estado allí para el primer viaje de tu vida en el expreso escarlata. Y sin embargo, el aroma no indicaba comida o algún perfume. El aroma indicaba que ibas a vivir la aventura más grande de tu vida. Y Bill comenzaba a lastimarse el labio de la sola idea. "No tiene porque afectarme", pensaba para sí.

Y su miedo más acérrimo se vio descubierto cuando al traspasar la mágica pared que conecta ambos mundos, varios chicos la voltearon a ver. Victoire a pesar de ser una niña todavía, tenía un campo de atracción que provocaba que las miradas se posaran en ella, fuera quien fuera. Y no pudo evitar, que unos chiquillos de dos años mayor que ella que la voltearon a ver sin miramientos. Aunque los pobres posiblemente no supieran porque. La única y más acertada reacción que tuvo (según él), fue la de tomar a Vic por la mano, y que las marcas en su cara dejadas por su transformación, relucieran mientras hacía gestos de disgusto.

La cara de la niña se puso colorada al instante, y Fleur lo notó, fulminándolo con la mirada. -Bill, creo que la niña puede caminar sin ayuda-

-Solo la acompaño- Pero inmediatamente la soltó, al ver la expresión de su hija. Que tozudo estaba.

Anduvieron unos metros más hasta reunirse finalmente con Harry y Ginny, quienes estaban despidiendo a Ted Lupin para su quinto año en Hogwarts. Y todo le pasó rápido por la mente de Bill, parecía el plan perfecto. Decirle a Teddy que cuidara de ella era su salida. El chico al parecer era respetado por ser ahijado de Potter, que más podía pedir.

Pero sus ideas se fueron por el gran laberinto de cloacas que atraviesa la estación. Harry en uno de sus comentarios a punto sugirió que en unos años los dos chicos serían una excelente pareja. Y entonces su mirada se fue a posar inmediatamente a una esquina donde ambos adolescentes platicaban de lo más animado posible. La mano de Ted colocó un mechón de su cabello en su lugar mientras Bill pasaba dificultosamente un poco de saliva por su seca garganta.

Ideó formas de correr y decirle a su pequeña Vic que era pequeña para andar con novios, de hecho parecía el momento perfecto para el sermón padre-hija que dejó de lado tantos años. Y tantos años siguieron iguales porque el humo desde la chimenea del expreso de Hogwarts anunció repentinamente su salida al colegio. Dramática e impulsivamente Bill volteó a ver el enorme reloj que colgaba enfrente de él. Y las campanadas fueron marcando una especie de presagio para él. De verdad que tendía a sobreactuar.

Y todo pasó tan rápido que solo vio como Fleur corría hacia su hija para despedirla y darle un sonoro beso en cada mejilla, Ted era despedido como siempre con un fuerte apretón de manos de Harry y un beso de Ginny, mientras un montón de personas comenzaban a impedir la visibilidad.

Y oyó su llamado. Su hija repetía su nombre entre el bullicio a fin de poder decirle adiós. Y se encontraron. Bill se arrodilló para pasar sus manos por su espalda y abrazarla. Victoire con su melena pelirroja se fundió con la larga cabellera de su padre mientras rodeaba su cuello con sus brazos. Y estuvieron unos segundos sin separarse. El lazo de esos dos era muy fuerte, y solo al escuchar el último aviso del pitido del tren, Bill acertó a alejarla no sin darle dos besos en sus mejillas. Tenía apenas un minuto para decirle algo de despedida. Y al ver a Ted que la esperaba con la mano extendida, supo que decirle algo sobre el asunto sería totalmente adecuado. Suspiró fuertemente y dijo:

-¡Diviértete mucho, amor. No se te olvide escribirme!- Supo que era lo mejor, ya tendría tiempo para platicar con ella, que Ted tampoco era mala elección. Y sintió como su "sentido del humor" mejoró considerablemente.

-Segu-ro Papi, todos los días.- Y sonrió al recibir la sonrisa de su hija. Supo que no escribiría todos los días y de alguna extraña manera le alegró.

Su hija salió corriendo a tomar la mano extendida que esperaba para subir al tren. Y el tren comenzó a andar. Lentamente se oían las ruedas dar vuelta mientras los vagones se acomodaban con fuertes estruendos. Ambos chiquillos salieron para agitar las manos fervientemente. Y Bill la despidió agitando tan solo su mano mientras veía el expreso alejarse en la curva.

-fin-


Beteo: Nayades... mil gracias por la ayuda y tus comentarios... un complete largo por fin.. xD

Rose, Stef, Taniz y Wendy... niñas mil gracias!

Merodeadora-Chii, Pericles y hermioneyron ... si pasan... gracias tambien por leer...

terminé la tabla... ahora voy con una de Luna... pueden llegar a retos a la carta mediante este link... sin espacios...

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SOWELU