Una para todos!.

Por: Maeda Ai

.: Capitulo 16 :.


Fuera de aquí, ¡ahora!.

La rubia itako gritó con fuerza; sus negros ojos llameaban por la furia y el resentimiento.

Anna, por favor, hablemos.

La chica le dio la espalda al peliazul, ignorándolo y con esto obligándolo a seguirla por toda la mansión.

¿Hablar?, no tenía intenciones de hablar con alguien que no le creía.

Vete ya, tu viaje fue en vano.

Eso no es verdad y lo sabes.

El ainu la sujetó del brazo, obligándola a girarse con violencia

Me comporté cómo un patán, lo sé y lo siento.

Sus palabras no alcanzaban a describir su proceder.

Horo Horo se volvió ciego y sordo para todo lo que la sacerdotisa pudiese decirle. La ignoró, la rechazó. . . maldita sea, la insultó!, la rebajó a ramera.

Pero heme aquí, tratando de borrar mi error.

Ella lo miró con tristeza, ya no soportaba más, la estaba lastimando.

Pues ya es muy tarde.

La voz de la itako se había reducido a un hilillo al borde del llanto.

La Kyouyama dio media vuelta, refugiándose en su recamara, más la insistencia del ainu lo llevo tras ella. Un inevitable impulso lo hizo abrazarla desde atrás, formando una prisión fuerte y suave al mismo tiempo.

Suéltame!.

Anna, te amo. . .

¡Basta!.

Aquellas palabras estaban lastimando a la chica de ojos negros; lágrimas saladas brotaron de sus tristes ojos mientras él le susurraba, una y otra vez, que lo sentía para luego deslizar sus labios sobre el cuello de su amada.

¿Qué haces?.

Lo que debí hacer desde un principio: amarte y olvidarme de todo lo demás.

Apenas dijo esto, las manos del Usui se posaron sobre cada uno de los senos de la rubia, palpándolos por encima del vestido, sin dejar de llenarla de besos, mordiéndole la oreja con tranquila pasión.

Anna sabía que debía resistirse y sacarlo a patadas de su habitación y de su vida, pero en cambio, dijo su nombre, extasiada, complacida, casi suplicante. . .

Horokeu. . .

Para el shaman esto fue el permiso para continuar y hacerle el amor. De cualquier forma estaba tan ansioso, que la tomó por las caderas, acomodándola sobre la protuberancia que comenzaba a endurecerse, aun de pie, parecía no tener tiempo ni para deshacerse de las ropas.

Ho-Horo Horo. . . así no!.

Al escucharla, el peliazul disminuyó la fuerza de su abrazo. Paciente, le permitió a la joven guiarlo hasta el futon.

El shaman de hielo se despojó de su ropa en tiempo record, mostrando su perfecta desnudez. Cada marcado músculo de su tórax, su abdomen y su hombría que se erguía, gruesa, dura, clamando por la mujer.

La rubia clavó la mirada en el pene del ainu, deslizando la lengua por sus labios, saboreando lo que vendría. Sin embargo se desvestía con lentitud, quizás por torturar al muchacho o bien distraída por la excitante visión de aquel palpitante miembro, potente.

Cuando el shaman de hielo tuvo ante él la frágil figura de la Kyouyama, la estrechó con fuerza, aferrándose a ella y llenándole de besos el rostro, dispuesto a no descansar esta noche con tal de ganarse su perdón y hacerla feliz.

Te amo.

Le dijo él entre besos; sus manos apretando los dibujos que sostenían su blanca espalda.

Con suavidad, Horo Horo la obligó a sentarse sobre el futon y cual niño hambriento, bebió de su pecho, succionando, lamiendo y mordiendo con ternura mientras tironeaba el otro pezón. Dulces caricias que hicieron a la chica jadear y abandonarse a las deliciosas sensaciones que el peliazul en ella provocaba.

Anna se dedicó a desordenar los azulados cabellos del ainu, mientras gemía agradada por los suaves mordiscos.

Adoraba esto y juraba que hubiese podido alcanzar el orgasmo si el Usui no se hubiese detenido.

¿Qué haces?, sigue.

Le pidió. Horo solo sonrió con ternura, besándole el cuello poco después sin dejar de acariciarle los senos.

Quiero que esta noche sea perfecta y sé que quieres mucho más.

Dicho esto, el shaman de hielo deslizó su mano al sexo húmedo de la joven, acariciando el centro de su placer.

La Kyouyama recargó la cabeza en el hombro del muchacho, concentrada en sentir cómo los traviesos dedos entraban y salían de su intimidad, regalándole el gozo que ella deseaba y necesitaba, luego el muchacho le introducía los dedos con fuerza y rapidez, orillándola al orgasmo.

Anna se aferró al peliazul, gimiendo cerca de su oído, encendiéndolo todavía más.

La itako perdió fuerzas, respirando con agitación, seguía disfrutando de la caricia que el ainu le brindaba.

Eso fue. . .

Anna calló, su amante la había soltado para luego ponerse de pie, ella alzó la mirada y prácticamente se embelesó con la imagen del duro pene justo frente a ella.

Anna, por favor. . .

Lo escuchó pedir; no necesitaba decir más palabras, ella lo entendía.

Con lentitud, la rubia deslizó la lengua a lo largo de la virilidad del muchacho hasta introducir el pedazo de carne en su boca. Succionó con fuerza, obligando a Horo Horo a gemir y cerrar los ojos, disfrutando de los bocados que la sacerdotisa le prodigaba a su virilidad.

Kami!, la itako era muy buen apara esto, lo estaba volviendo loco. La rubia enroscaba su dulce lengua en la ancha punta de su virilidad mientras sus suaves manos de seda lo masturbaban con desesperación.

Anna en verdad disfrutaba lo que hacía y más al escuchar al joven, gimiendo, diciéndole lo mucho que disfrutaba de esto.

Más luego, la mujer se dedicó por completo a los testículos del hombre frente a ella, lamiéndolos, delineándolos con la lengua, succionando.

Sus hermosos ojos opacos por la lujuria mientras Horo movía las caderas, simulando una penetración en la boca de la mujer al tiempo en que ella se acariciaba el clítoris, jadeando ansiosa.

Luego, simplemente, la sacerdotisa liberó los testículos del shaman.

Horokeu. . . ¡lo necesito!. . .

El peliazul se dejó caer de rodillas frente a la chica, abrazándola y besándola.

Yo también, Annita, yo también.

Le dijo él y luego siguieron así por un rato más, frotando sus cuerpos, sus sexos.

La punta del pene del shaman se paseaba por la abertura vaginal de la itako, mientras entrelazaban sus lenguas. Estaban desatados, se deseaban tanto, se necesitaban de tal manera, que después de creer que no volverían a estar juntos, no querían dejar ir este momento.

Nunca habían estado tan llenos de deseo, de lujuria. . . de amor. A pesar de todo, los ojos de ambos reflejaban y desbordaban amor por el otro.

Horo sentó a la chica sobre sus caderas, más precisamente sobre su pene, enterrándose, penetrándola lentamente.

¿Te gusta?.

Mmm, me encanta!!. La Kyouyama rodeó el cuello del ainu, bajando las caderas, clavándose en aquel duro pedazo de carne. Ahhh. . . delicio. . . so. . .

La sacerdotisa se aferró a su hombre, comenzando una danza exquisita que los envolvía y los llenaba de gozo.

El mecer de las caderas comenzó suave para volverse desesperado.

Los jadeos se convirtieron en gemidos y estos en gritos. La vagina de la itako apretaba deliciosamente el miembro del chico y él la llenaba de él. El roce entre sus sexos era exquisito y sin embargo insoportable.

Horo Horo refregó con fuerza su pene contra la intimidad de la rubia mujer, quien apretó los dientes, tratando de soportar el intenso y sofocante placer. Más nada pudo hacer, las embestidas del ainu eran fuertes y profundas; su vagina se contrajo, abrazando firmemente la virilidad del hombre, estimulándolo a soltar el semen que guardaba. . . Horo no pudo más.

El shaman de hielo siguió penetrando a su manada mientras eyaculaba abundante dentro suyo.

Sus labios se buscaron mutuamente sin dejar de mover las caderas.

Lo. . . lo siento. Le dijo él, jadeante, acariciándole las mejillas a la chica y devolviendo unos cuantos mechones dorados a su lugar. Todo lo que dije. . . no quise. . . los celos hablaron por mi.

Anna hubiese mentido si dijera que todo estaba olvidado, le dolió y mucho, aun ahora después de la reconciliación, no podía borrar esas palabras crueles de su mente.

Me dolió mucho.

Lo sé.

No lo hagas más.

Horo Horo buscó los dulces labios de la itako, cubriéndolos con los propios; meció nuevamente las caderas, dispuesto a continuar donde se habían quedado

Anna era suya, la Anna que todos querían. . . lo quería a él.

¿Qué importaba que haya estado entre los brazos de otro hombre?, era el sentimiento que llenaba su corazón lo realmente importante.

Horokeu era el aquí y el ahora. . . y esperaba serlo por siempre.

Finalizado.


ALELUYA.

Dos años para terminar esta historia, sinceramente ya me había aburrido. Por eso no me gusta hacer fics largos, porque me aburro de tanto que me tardo.

Tenía que ser HHxA, ya saben que me gusta esa pareja, sin embargo, igual últimamente me estoy aburriendo un poco, creo que mis ideas para SK se están acabando.

Es probable que este sea mi último fiction con esta pareja.

En cuanto a este capitulo en especial, estuvo medio fuerte, pero no como yo hubiese querido. ¿VEN?, es culpa de mi sentimiento de presión.

Nada es lo que parece.

Gracias por leerme. . .

Una disculpa por no responder sus reviews, pero esta vez si no tuve tiempo, de hecho no iba a subir hoy el capitulo, pero todos ustedes me han apoyado y no quise defraudarlos. ARIGATOU.

Carlita-asakura, Itako no Nardi, Emi.Green, Princess Of Kamui, Jessy moon 15, Anna Haruno, Katsumi Kurosawa, Meliii, Missume Yoshikawa, Nass-Chan y Priss.

-.-

Este fanfiction fue escrito por MAEDA AI y es material de "Fallen Angel".

Si llegan a encontrar una historia similar a esta (con los mismos diálogos y situaciones), o con el nombre de otro autor(a), será sin mi consentimiento y por tanto un engaño, además de una falta de respeto para los lectores y para mi.

POR FAVOR, NO ROBEN MIS IDEAS Y/O FANFICTIONS.

Totalizado el 15 de Marzo de 2007.

La dama del Hentai: Maeda Ai.

Por razones de tiempo...

NO escribo:

Continuaciones de fanfictions.

Fanfictions a petición.

Crossovers.

No presto mis Fanfictions. —— Me los han pedido para usarlos en concursos de fics, por favor no lo hagan. ——