Continuo pidiendo perdon como en el capítulo anterior u.u" y continuo con el especial de fin de año! Los dos últimos capitulos de este fanfic titulado APTX 4869 múltiple!
Tan solo espero que hayan disfrutado con este fanfic y no hayan aburrido a esta autora loca que solo hace esto por diversión *-*
Continuo dando las gracias a todos aquellos que me han dejado reviews! Y sobretodo que sepan que el anterior capítulo publicado hoy mismo y este van dedicados a todas esas personas! *-*
Detective Conan es de Aoyama Gosho-sama y yo solo utilizo sus queridísimos y muuuuuy amados personajes para hacer reír a la gente con mis locuras.
El próximo fanfic que haga y publique por aquí no empezaré a publicarlo hasta que no me quede solo el último capítulo para no hacer esperar a nadie más! I PROMISE!
Nada más por decir! Se despide:
^^Shihoran^^
AKEMASHITE OMEDETO GOSAYMASU! *-*
FELIZ AÑO NUEVO 2011 A TODOS! *-*
que todos sus deseos se cumplan! ;D
- Bueno Kudo nosotros nos vamos –se despidió Heiji saliendo de la casa– nos vemos otro día.
- Sí –respondió el detective del este.
- Por cierto, ¿te ha llegado a ti también? –preguntó Heiji sin dar muchas pistas.
- Claro –dijo Shinichi cerrando la puerta mientras veía como Sonoko, Makoto, Kazuha y Heiji se dirigían a la puerta de hierro del jardín.
Shinichi volvió hacia el comedor y observó como Ran estaba retirando las botellas de bebida de la mesa. Sonrió. Ran se giró y se quedó mirando cómo le miraba.
- ¿Qué ocurre Shinichi? –preguntó la chica avanzando hacia él.
Shinichi negó con la cabeza y miró como ella pasaba por su lado y se adentraba a la cocina. La siguió, cerrando la luz del comedor y esperó a que dejara las cosas encima del mármol. Ella se giró.
- ¿Puedo saber exactamente qué ocurre Shinichi? –preguntó de nuevo Ran.
- Quería… –Venga Shinichi no existe ninguna otra oportunidad mejor.
- ¿Querías?
- ¿Te acuerdas de la cena en el restaurante? –preguntó él.
- Claro –Recuerdo que me dejaste ahí plantada ese día. Antes de decirme lo que me querías… no puede ser… ¿quiere de nuevo…?
Shinichi suspiró esperando a que Ran dijera algo al respecto. Pero ella no quiso continuar. Entonces se giró y se fue hacia la oscuridad del pasillo solo iluminado por la luz de la cocina. Ran le siguió y se fijó en la oscuridad. Shinichi se sentó en las escaleras apoyándose en la pared.
- ¿Puedes cerrar la luz, por favor? –preguntó la voz de Shinichi encima de las escaleras.
- ¿Eh?
- Por favor –le pidió sin mirarla.
Ella lo hizo y se fue delante de él. Estuvieron los dos sin decir nada, escuchando sus respiraciones, sin moverse, hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad.
- ¿Qué te ocurre, Shinichi? –preguntó Ran sentándose a su lado.
- Ese día… quería decirte algo –respondió él.
- Sí, me acuerdo –dijo ella– algo me dice que aún no me lo has dicho.
- Quiero… –No sé ni cómo empezar– Quería… ese día estaba dispuesto a hacerte una pregunta… bueno… aún… lo siento… esto… se me hace muy difícil.
- Vamos Shinichi… no creo que sea tan difícil, la verdad.
- ¿Eh? –Shinichi miró a Ran en la oscuridad medio enrojecido intentando saber que creía ella que iba a pedirle.
- Quiero decir… has hecho muchas cosas y nunca te has rendido. Entonces… ¿por qué…? ¿Por qué la oscuridad y tanto tiempo por decirme algo? No lo entiendo.
Los dos estuvieron mirándose en la oscuridad sin decir nada, Shinichi aún estaba intentando entender las últimas palabras de su amiga y Ran estaba escuchando atentamente por si en algún momento, al idiota de su amigo, se le ocurría decir aquello que la camarera le dijo aquella vez.
- Yo… –volvió a callar.
Shinichi bajó la mirada y cerró los ojos finalmente. Vamos… tienes que hacerlo… sabes, con trampa, lo que ella siente por ti… así que… tienes que hacerlo. Rápidamente abrió los ojos y, después de coger aire, finalmente habló:
- Yo… te… yo… yo te quiero, Ran.
Después de mirarla durante un rato sin que ella ni siquiera se moviera, se levantó e hizo ademán de subir las escaleras rápidamente. Ella al verle levantarse reaccionó y le cogió el brazo antes de que empezara a subir, pero se levantó tan rápido que perdió el equilibrio al cogerle. Shinichi notó el rozo de la mano de Ran en su brazo derecho y se giró cogiendo a la karateka del brazo con la mano mientras se aguantaba en la barandilla de las escaleras. El detective se quedó mirando con cara de sorpresa a la chica.
- ¿Estás bien? –preguntó Shinichi aun aguantando con fuerza a la chica.
Ella no respondió. No sabía que decir al respecto, se puso de pie y cogió la mano del detective para que no se fuera de allí. De repente parecía que lo había entendido. Realmente había entendido sus palabras mientras notaba como su cara enrojecía notablemente.
- Shi… –el detective la miró y bajó las escaleras para ponerse a su altura mientras ella aún pensaba en que decir– Shinichi… yo… –aún no entendía el porqué, pero sus lágrimas empezaron a salir de repente.
- ¿Ran? –ella tan solo le miró– ¿Qué…? ¿qué te ocurre?
Ella negó con la cabeza, intentó secarse las lágrimas pero no cesaban. Shinichi miró hacia otro lado y al ver que ella no dejaba de llorar, decidió acercar su cara a la altura de ella. Aún enrojecido, sonrió. Ran le abrazó.
- Yo también… te quiero, Shinichi –le susurró al oído.
Al día siguiente por la noche
- ¿Se puede saber que te ha cogido ahora Heiji? –preguntó Kazuha gritando por encima del ruido de la moto y el viento que le pasaba por las orejas.
- Nada en absoluto Kazuha –respondió el detective gritando también por encima del ruido.
- ¿Me vas a decir a donde vamos? –preguntó Kazuha cogiéndose más fuerte al conductor ya que el camino empezaba a hacerla tambalearse.
- No –respondió Heiji sonriendo.
La chica suspiró resignada.
- Aún no entiendo como mi padre me ha dado permiso para ir contigo sin saber a dónde iba –susurró la chica.
- Porqué él si sabe a dónde vas –se rió Heiji– ya que abrió la carta por ti.
- ¿Carta? –preguntó Kazuha sorprendida– ¿Qué carta?
De repente el conductor de la moto frenó cogiendo por sorpresa a la chica.
- ¿Qué haces? –preguntó la chica poniendo los pies al suelo y mirando al chico.
- Llegamos –respondió él bajando de la moto.
- ¿Cómo que llegamos?
La chica bajó de la moto y miró a su alrededor. Parecía un pueblo muy pequeño con muy pocas luces encendidas al fondo de la calle en donde estaban había muchas risas oyéndose por todos los sitios.
- ¡Vamos mamá!
- Tranquila Hitomi que no te vas a quedar sin sitio.
- Perdone… –se atrevió a decir Heiji a la madre apresurada para coger a la hija.
- ¿Vienen al espectáculo? –preguntó la madre antes de que el detective pudiera decir nada.
El chico afirmó con la cabeza sin que Kazuha lo viese.
- En donde hay tanto escándalo –dijo la mujer señalando el único bar que parecía haber abierto a esas horas.
- Gracias.
- Pero si no van ahora no van a encontrar sitio –dijo la mujer extrañada de que Heiji no se moviera ni un centímetro.
- Tenemos pase VIP –sonrió el detective.
- ¿Son ustedes? –preguntó la mujer sorprendida.
El chico de Osaka tan solo afirmó con la cabeza bajo la atenta mirada de su compañera.
- ¡Hattori! –gritó un chico en medio de la oscuridad.
- ¡Kudo!
Kazuha miró de donde provenían las voces y vio como Sonoko, Makoto, Shinichi y Ran se acercaban a ellos corriendo.
- Heiji… –dijo la chica de Osaka un poco enfadada.
- ¿Sí Kazuha? –preguntó inocentemente el detective.
- ¡PEDAZO DE TROZO DE MULA EN MINIATURA! ¿¡POR QUÉ NO ME DIJISTE NADA DE ESO? ¡IDIOTA! ¡ANIMAL!
Heiji se asustó tanto que acabó cayendo al suelo. Mirando como su compañera apretaba fuertemente los puños.
- Nos confundimos de personas –dijo rápidamente Shinichi intentando escapar de allí.
- ¿Kazuha? –preguntó Ran cogiendo por la chaqueta al detective de Tokio.
- ¿Qué espectáculo? –preguntó Kazuha arrodillándose delante del chico de Osaka.
- Nosotras tampoco sabemos Kazuha, ¿verdad Sonoko? –dijo la karateka mirando a su amiga.
Suzuki afirmó con la cabeza y miró de reojo a su novio con los brazos cruzados. Toyama se levantó, suspiró y rápidamente se abalanzó encima de Ran y Sonoko, hablando como si nada hubiera pasado. Heiji continuaba sentado al suelo mirando a su amiga de la infancia como si esta vez, se hubiera vuelto del todo loca. Suspiró y se levantó alejándose rápidamente de su amiga.
- ¿Qué haces? –preguntó la chica al verlo alejarse.
- Nada –respondió rápidamente acercándose a los chicos.
- Anda vamos, con mucha suerte podremos hablar con ellos antes del espectáculo –dijo el detective del este empujando a su rival calle abajo.
Heiji cogió la moto y empezó a empujarla mientras hablaba con los otros dos chicos y las tres chicas iban detrás haciendo suposiciones de lo que sería el espectáculo. Llegaron al sitio en que la mujer le había indicado al detective de Osaka.
- ¿Lo tienes? –preguntó Heiji al detective del este murmurando.
- Claro que lo tengo –respondió Shinichi buscando en sus bolsillos hablando en el mismo tono que su compañero.
- ¿Estáis seguros? –preguntó Makoto apartándose de la mano de Kudo en el mismo tono de voz.
Los dos detectives sonrieron y afirmaron con la cabeza repetidas veces.
- ¿Haces los honores Hattori? –preguntó Shinichi alargando su puño a su rival
- Claro –sonrió el de Osaka cogiendo lo que su compañero le daba– ahora voy a vengarme de ti.
- ¿Tenéis el micrófono? –preguntó el detective de Osaka.
- Sí, lo llevo yo en mi mochila, un momento –respondió Makoto abriendo su mochila.
- ¿Qué hacéis? –preguntó Sonoko sin intentar bajar la voz.
Los tres chicos se pusieron un dedo delante de la boca.
- ¡Sht! Pueden oírte –dijo Shinichi acercándose a ella y hablando flojo.
El chico de Osaka dejó la moto apoyada en la pared del edificio, cogió el micrófono de policía que le pasaba Kyogoku, se alejó un poco de la puerta y se acercó lo que llevaba a la mano a su boca. Mientras tanto Shinichi y Makoto cogieron a las chicas y las alejaron de la puerta detrás del detective. Una vez allí los dos se pusieron las manos a los oídos medio riendo. El detective del oeste se puso el micrófono delante de la mano y lo encendió, haciendo que el micrófono hiciera un ruido estridente.
- Lo ha puesto a máxima potencia –murmuró Shinichi– ¡Qué bruto!
- ¡Kaito Kuroba! ¡Está rodeado! ¡No tiene escapatoria alguna! ¡Salga con las manos en alto! ¡Y devuélveme a mi hija! –dijo Heiji con la voz del inspector Nakamori.
Rápidamente el local quedó en silencio y todos miraban a las seis personas que había a fuera.
- ¡Pero qué…! –se oyó a una voz de chica gritar– ¡Papá! ¿¡Cómo se te ocurre…?
Los dos detectives empezaron a reír cuando vieron salir a la hija del inspector dispuesta a darle un sermón a su padre.
- Chicos… que aun no ha salido el chico del que queríais vengaros –murmuró Makoto detrás.
- Aoko –se sorprendieron las tres chicas.
- ¡Shinichi Kudo y Heiji Hattori! ¿¡Cómo se os ocurre venir aquí TARDE y marcar este numerito! –gritó la voz de Kaito en la puerta.
Los dos detectives continuaban riendo.
- Tenía que… vengarme de… ti, Kuroba, lo siento –respondió Hattori entre risas.
- Y no… hemos llegado… tarde… nos hemos… cogido… los mejores… asientos para… ver tu cara… –se rio Shinichi.
El mago miró de rojo a los dos y de repente sacó la pistola de cartas y les empezó a disparar. Los detectives rápidamente dejaron de reírse y empezaron a esquivar las cartas.
- No te lo tomes a mal mago de pacotilla, teníamos una cuenta pendiente –respondió Heiji a los disparos.
- La única cuanta pendiente la tienes con él, que fue su culpa –se quejó el mago disparando a Shinichi.
- ¡¿Pero que te he hecho yo? –se quejó el detective del este aun riendo.
Los dos detectives y Kaito suspiraron y de repente todo se volvió tranquilo.
- Y como siempre quedamos en empate –dijeron los tres a la vez.
- …aunque yo os gané a los dos a la vez, así que… como siempre gana el ladrón –dijo riendo el mago y entrando dentro del restaurante.
- ¡Ni lo sueñes! –se quejaron los dos detectives siguiéndolo.
- Vale, ¿queréis apuestas? –dijo girándose a ellos– ponemos por testigos a todos los que van a ver mi espectáculo. Si acertáis todos mis trucos de magia quedamos en empate y lo dejamos para siempre.
- ¿Y si ganas tu? –preguntó Heiji desconfiando.
- Me reiré de vosotros un buen rato y… podréis… venga, podréis tomar la venganza cuando queráis –respondió el mago ladrón.
- Trato hecho, pero no se vale mentir, cara de póquer –dijo Shinichi con una sonrisa.
- ¿Qué hacéis? –preguntó Aoko detrás.
- Señorita Aoko, creo que sería mejor que los dejara hacer, así como mínimo entenderán que en el fondo se aprecian –dijo Jii sirviendo un plato a unos clientes.
- Muy en el fondo –dijeron los tres a la vez.
- ¡Ah! Por cierto, Kudo, enhorabuena –dijo de repente guiñando un ojo Kaito.
- ¿Eh? ¿De qué hablas? –se sorprendió Shinichi– Serás…
- ¿Has puesto micrófonos en mi casa? –preguntó el detective intentando mantener la calma y más rojo que un tomate.
- Bueno, técnicamente ya estaban allí desde hacía mucho –respondió el mago intentando parecer un poco tímido.
- ¡¿HEEEEEEEEEEEEEEEEEEE? –gritó Ran y se tapó rápidamente la boca poniéndose roja como un tomate.
- ¿Qué te pasa, Ran? –preguntaron las chicas.
La karateka aún con la mano en la boca negó con la cabeza y se quedó en silencio mirando la espalda del detective del este. Shinichi suspiró unas cuantas veces con los ojos cerrados mientras Kaito se iba retirando con pasos lentos hacia el otro lado de la sala.
- Ka… Ka… Ka… –empezó a tartamudear Kudo cerrando los puños fuertemente– ¡KAITO KUROBA ANIMAL!
Shinichi abrió rápidamente los ojos y se fue a perseguirlo por el restaurante ante la atenta mirada de todos excepto Ran.
- ¿Ha gritado más que yo con el micrófono o me lo parece? –preguntó Heiji con una mano al oído.
- No, no te lo parece –confirmó Makoto también con una mano en la oreja.
- ¿Ran estás bien? –preguntaron Kazuha y Sonoko al lado de lo que parecía un tomate con piernas.
- ¿Tienes fiebre? –preguntó Aoko acercándose a ella.
- Tranquilos no les pasa nada a ninguno de los dos –dijo Kaito al lado de la oreja de Ran asustándola.
De repente la karateka reaccionó. Se giró rápidamente al ladrón y lanzó un par de patadas al aire que casualmente tocaron de lleno al mago, ya que no pudo esquivarlas a tiempo.
- ¡Kaito! –se sorprendió Nakamori.
- ¡Señorito Kaito! –dijo Jii corriendo hacia el herido.
- Estoy bien –sonrió el mago desde la pared– creo que no me he roto nada.
- Lástima –dijo Shinichi– puedes volver a darle si quieres –sonrió mirando a Ran.
- No, ya aprendí la lección, gracias –dijo el mago levantándose con la ayuda de Jii.
- La próxima vez aprenderás a no meterte con ella… y mucho menos ponerte detrás –se rió el detective del este.
La noche transcurrió con normalidad. El restaurante recobró el animado ambiente y los chicos estuvieron comiendo en una mesa apartada de las demás con el mago y su amiga de la infancia. Al llegar la hora exacta el show empezó. Mientras Jii y Aoko continuaban sirviendo a la gente el mago empezó a escenificar unos trucos de magia excepcionales mientras los dos detectives iban deduciéndolos todos para luego decírselos.
- Y aquí llega mi truco final –dijo Kaito sonriendo como nunca– este truco lo he hecho siempre desde bien pequeño –informó a los espectadores– así que no hace falta que lo critiquen detectives –les dijo rápidamente a los que ya habían descubierto la mitad de los trucos– y está dedicado a la persona más importante para mí.
Se acercó a una niña de unos nueve años que estaba sentada en una silla de ruedas y le sacó una rosa azul delante de sus ojos. La niña sonrió rápidamente mientras Kaito le decía:
- Toma, yo soy Kuroba Kaito, es un placer conocerte.
- Kaito –susurró Aoko mirando como la niña cogía la rosa con una sonrisa.
Los detectives rápidamente se echaron a reír mientras todos, incluidos los detectives, aplaudían el acto del mago y la sonrisa de la niña. Al terminar la noche todos se quedaron a dormir en el piso que compartían los tres camareros del restaurante. Las chicas en la habitación de Aoko y los chicos en la habitación de Kaito. Parecía que ninguno de los ocho tenía nada de sueño, así que se quedaron despiertos comentando las últimas noticias encerrados en su habitación. Los detectives anunciaban a Kaito todos los trucos que habían averiguado. Mientras que las chicas hablaban sobre la declaración de Ran y la rosa de Kaito y Aoko.
A la tarde siguiente
- Heiji –dijo Kazuha por encima del ruido de la moto.
- ¿Sí?
- ¿A dónde vamos ahora? –preguntó la chica– nos estamos desviando del camino.
- Lo sé –dijo Heiji parando la moto.
- ¿Dónde estamos?
Los dos bajaron de la moto y el detective la empujó hasta al lado de un árbol.
- Mira –señaló Heiji hacia el otro lado de la carretera.
La chica se sorprendió al ver todo aquél campo lleno de cerezos floreciendo.
- Vaya… –la chica bajó de la moto y se acercó al campo– Heiji, es precioso.
El detective se colocó a su lado y miró a su amiga sonreír.
- Está anocheciendo –afirmó Hattori señalando detrás de las montañas.
- Es precioso –dijo Kazuha sacándose el casco al mismo tiempo que el detective– dime Heiji, ¿por qué vinimos aquí?
- Es que tenía algo que decirte, y con esos alrededor era difícil, encima de la moto no podía y cuando volviésemos a casa ya no tendría tiempo.
La chica de aikido miró a su compañero. Él solo miraba el sol que tímidamente se ocultaba, o no. Parecía que el detective solo miraba al infinito.
- ¿Y? –preguntó inocentemente la chica de ojos verdes.
- ¿Cómo que "y"? –se sorprendió el chico mirando a Kazuha.
- ¿Qué querías decirme? –preguntó Kazuha.
- Ah, eso.
- ¿Cómo que "ah, eso"? –dijo la chica impacientada.
- Si no quieres saberlo no te lo cuento y ya –dijo el detective mirando hacia otro lado un poco rojo.
- Pues no me lo digas –respondió ella girándose y yendo hacia la moto.
- Te quiero, Kazu.
La chica se paró de golpe a mitad del paso que iba a dar y medio poniéndose el casco de la moto. El chico estaba más rojo que un tomate incrementando el rojo de su cara a través de la puesta de sol. Ninguno de los dos se movía. El teléfono de la chica empezó a sonar. Kazuha lentamente fue colocándose de pie sin intención alguna de coger el teléfono. Intentando asumir lo que acababa de oír.
- Te vas a encontrar una sorpresa en cuanto lo hagas Hattori, te lo digo yo –pensaba el detective recordando las palabras de su rival– Si una buena sorpresa, ahora si que no voy a poder mirarla a la cara.
- Heiji –susurró Kazuha, perfectamente audible para él en el silencio del campo de cerezos.
El detective no respondió. Continuaba mirando al infinito dirección a la puesta de sol. Ella se giró para mirarle, aunque mirara al suelo.
- Heiji –volvió a decir ella con un poco más de voz– mírame, por favor.
El chico no reaccionó al instante. Se giró y la vio mirando al suelo. Él también bajó la mirada. La chica se acercó a él lentamente con los puños cerrados y sin mirarle a la cara.
- Me va a pegar –pensó tragando él.
- Menudo idiota –pensó ella.
El detective cerró los ojos. La chica de la coleta se acercó tanto a él que ni siquiera cabía un papel por en medio de ellos dos. El teléfono del chico también empezó a sonar. Él abrió un ojo al no recibir un golpe. Ella suspiró. Él abrió los ojos como platos al darse cuenta de la distancia a la que estaban. Ella por fin le miró. Los dos se miraron a los ojos. Él esquivó rápidamente la mirada. Ella sonrió y acercó su rostro más al de él. Tendían a acercarse a esos labios que tanto les atraían. Heiji miró a su compañera. Ni siquiera le estaba mirando. Kazuha tenía los ojos cerrados e iba acercando más su rostro. Sus labios estaban rozándose. La chica empezó a alejarse lentamente, mientras el detective se iba acercando, cayendo en esa trampa.
- Heiji –susurró Kazuha.
El chico la miró por un momento a los ojos. La chica lo estaba mirando.
- Si haces eso… –empezó a decir ella en un tono casi inaudible– si haces eso… mi padre te va a matar.
La cara del inspector Toyama apuntando una arma pasó volando por la cabeza del detective. La chica había conseguido lo que quería y sonrió. Él se había asustado y lo había visto vacilar.
- ¿Estás seguro de esto? –dijo de nuevo Kazuha en un tono de voz bajo mirándolo a los ojos– ¿Aún quieres probarlos? –preguntó ella aún sonriendo.
- ¿Estás…? ¿Estás jugando conmigo, Kazu? –preguntó el detective con el mismo tono de voz.
- Yo… –ella se acercó peligrosamente a él– también… Heiji.
- ¿Tú también? –dudó el detective alejándose un poco de la cara de la chica.
- Te quiero –finalizó ella cerrando los ojos.
Hattori se sorprendió. Ella acercó un poco más su cara. El detective finalmente accedió. Acercó sus labios a los de ella fundiéndose en su primer beso.
Los chicos de Osaka reprendieron su viaje hacia su ciudad, al llegar. Los padres de ambos parecían enfadados pero no por el hecho que ellos aún desconocían sino porque les habían llamado y ninguno de los dos había respondido.
La madre de Shinichi en seguida empezó a festejar lo que podía ser tener un nieto, mientras que el padre de Ran estaba mucho más de mal humor que de costumbre.
El padre Nakamori y la madre Kuroba no tuvieron noticias de sus hijos hasta el día de la boda. Y ninguno de los dos supo de quien era la boda hasta que el cura dijo sus nombres en el altar. La fiesta fue un rotundo éxito en el que el mago disfrutó por fin de la derrota del inspector. El ladrón Kaito Kid había desaparecido completamente.
FIN
Solo existe una verdad y nosotros solo la buscamos, no importa como, siempre la encontramos.
Shihoran detective.
Fecha de inicio y de fin: 13-01-2008 . 31-12-2011
Título: APTX 4869 MÚLTIPLE.
Autora: SHIHORAN