Disclaimer: Dragon Ball ni sus personajes me pertenecen…
Almas muertas
(Dead souls)
Un fic de Juuhachi-gou y Mirai Bulma
Traducción por Apolonia
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Alguien que aleje estos sueños
Que me llevan a otro día
El sol de media mañana brilló deslumbrante sobre la cúspide de los árboles. Este era uno de los pocos lugares verdes que quedaban en la Tierra, uno de los pocos parches de bosques que no había sido quemado o dinamitado cuando los jinzouningen destruyeron la faz del planeta, matando todo a la vista. En los casi cuatro años transcurridos desde que el joven Trunks regresó del pasado, los dispersos sobreviviente de dos décadas de terror habían lentamente reconstruido sus vidas. Uno de esos sobrevivientes vivía aquí, cerca de las agrupadas cúspides de árboles y en las montañas que escondían la rota silueta de la vista de una vieja ciudad.
Desacostumbrándose de su escaso lavado en seco en la temprana brisa de verano, Chi-chi detuvo su trabajo por un momento y miró de nuevo a la casa que Goku había construido para que ellos vivieran. Nunca había sido atacada por los jinzouningen --se paraba de la manera que Goku la había hecho pararse, una alegre cúpula bajo el brillo de los cielos. Siempre había sido lo suficientemente sólido como para soportar el estrés normal de los elementos; y el interior era siempre fresco en el verano, cálido en el invierno. Era un buen hogar, incluso si parecía horriblemente vacío ahora.
Su vista se nubló, y Chi-chi enterró su rostro en la sábana que había colgado recién y se permitió llorar por un minuto. Nunca dejaba que su padre la vea llorar; él se estaba volviendo demasiado viejo, y trabajaba duro para asegurarse que él estuviera cómodo en sus últimos años. Él estaba adentro, durmiendo hasta tarde como se había acostumbrado a hacer; estaba contenta que no podía verla justo ahora.
"Goku," sollozó, "Go... Gohan..." Lo había hecho otra vez esta mañana --había hecho demasiado arroz para ella misma y su padre. Simplemente estaba acostumbrada a hacerlo; Gohan tenía un apetito tan saludable, justo como el de Goku... incluso después de casi ocho años, todavía se olvidaba de vez en cuando y se encontraba tirando la mayoría de lo que había cocinado para el uso diario. Ella no quería que su hijo --su bebe-- muriera, y alguna parte de ella todavía no podía aceptarlo. El dolor que había llevado por tantos años, la desgarradora pérdida de Goku --su esposo, su amor, su mundo entero-- se agravó y afiló por la horrible muerte de Gohan al punto que apenas podía mantenerse viva. Sólo se preocupaba por su padre que envejecía y mantenía su roto corazón latiendo.
Se enderezó y limpió sus ojos con la esquina de la sábana, luego tomó la canasta de la ropa recién lavada para moverse más en el tendedero. Un leve movimiento sobre los árboles llamó su atención, y miró hacia el oeste. Dos figuras colgaban en el cielo; mientras Chi-chi miraba, se las arregló para determinar que eran en realidad personas, aunque todavía demasiado distantes como para suponer cualquier detalle. ¿Trunks y Juuhachi-gou? Espero que sí; tal vez me puedan ayudar a deshacerme de la comida extra. Trunks siempre ha tenido un apetito saludable... no puedo decir realmente que me importa mucho la jinzouningen, pero trato con mucha dificultad de perdonar, incluso si ella mató... mató a mi... Parpadeó duro para evitar que caigan más lágrimas. Bulma le había explicado pacientemente, numerosas veces, que Juuhachi-gou ya no era un enemigo y sólo quería compensar todo lo que había hecho. ¿Pero podrá traer de vuelta a mi Gohan? ¿Podrá hacer que Goku regrese?-- No, Goku no fue realmente su culpa, y ella estaba más o menos loca cuando Gohan murió... ¡¡¡oh no voy a llorar otra vez!!! Tomó un profundo respiro y se limpió los ojos con su manga, alzando la vista para saludar a sus visitantes.
Extraño... Juuhachi-gou es mucho más pequeña que Trunks, pero estos dos parecen ser del mismo tamaño. Y --espera... ambos tienen... ¡¿cabello oscuro...?!
Parpadeó, una y otra vez. Al principio pensó que podía ser un truco de la luz del sol; luego pensó que sus ojos debían estar funcionando mal. Finalmente, cuando el par de figuras demasiado familiar aterrizaron frente a su casa, Chi-chi estaba absolutamente convencida de que finalmente, gracias a dios, sus sentidos la habían abandonado.
"Ahh... ¡estamos en casa!" Son Goku estaba de pie en el sol de la mañana, alto y magnífico como había sido en la flor de su juventud. La brisa de verano sacudió su quieto cabello negro, ondeándolo a lo lardo de sus amplios, alegres ojos. Miró a la casa con una mezcla de nostalgia y profundo anhelo. "Ha pasado tanto tiempo..."
"Sí, papá," Gohan estuvo de acuerdo. Tan alto como su padre, y casi tan musculoso, el más joven Son se acercó un paso para pararse junto a Goku. "Es bueno estar en casa, ¿no?"
"Así es." Los ojos de Goku observaron el patio, finalmente descansando en la mujer que estaba de pie mirándolos fijamente en vacía incredulidad. "¡Chi-chi!" Su rostro estalló en una encantada sonrisa.
Para su crédito, por primera vez en su vida Chi-chi no se desmayó. "¿¿¿Go... ku... u...???"
Goku abrió su boca para responder --pero su estómago habló primero, gruñendo tan fuerte que casi hace eco sobre las copas de los árboles. Con un pequeño ceño fruncido, Goku rascó su estómago. "Este... Chi-chi... ¿llegamos demasiado tarde para desayunar? ¡Estoy muriendo de hambre!"
Con un sonido que fue mitad risa, mitad sollozo, Chi-chi soltó su cesta y corrió alegremente a los brazos de su marido, sollozando contra su pecho.
Goku, sorprendido, acarició su espalda torpemente. "Chi-chi, lo siento... ¡No pretendí herir tus sentimientos! ¿Quieres que vayamos a conseguir algo para comer?"
"Creo que está muy alegre de vernos, papá." Gohan miró a su padre con un leve reproche. Desde la comisura de sus labios dijo, "Te dije que deberíamos haber llamado antes."
Goku respondió de una manera similar, "Tal vez, ¡pero quería sorprenderla!"
"Creo que lo hicimos."
"¡Gohan!" Chi-chi se arrojó hacia su hijo, aún llorando poderosamente. "¡Mi bebé! ¡¡¡Mi bebé!!!"
Gohan abrazó a su madre fuertemente. "Yo también te extrañé demasiado, Mamá," dijo él suavemente.
La ventana de adelante se abrió y una gran cabeza con barba canosa apareció. "¿Qué es todo ese ruido? Qué está sucediendo --¡¡¡GOKU!!!" Ox Satán miró a los dos hombres en el patio comenzando a llorar, cada uno a su vez, por su hija. "¡Goku! ¡Gohan! ¿¡Cómo en este mundo--?! ¿Son realmente ustedes?"
"Sí, suegro," Goku sonrió, alzando su mano para saludar. "Chi-chi, está bien, ¡de verdad! Por favor no llores más... ¡te enfermarás si sigues!"
Ox Satán había vivido enteramente demasiado tiempo y había visto enteramente cosas demasiado extrañas aún sin entender la súbita resurrección de su yerno y su nieto en un avance masico. Estaba sorprendido --oh, sí, posiblemente estupefacto-- pero se mantuvo estable, como siempre lo hacía. "Bueno, ¡las cosas que suceden en estos días...! Rápido, muchachos, traigan a Chi-chi antes que inunde el valle."
Gohan asintió. "Vamos, papá... entremos, ¿hm?"
"¡Genial!" Goku estuvo de acuerdo, sosteniendo el llanto de Chi-chi en sus brazos. Luchando para recuperar control, ella se aferró de él como si tuviera miedo que repentinamente se desvanezca. Limpió sus lágrimas con una mano temblorosa y alzó la vista al rostro que sólo había visto en fotografías por veinte largos, y solitarios años.
Goku le sonrió, sus amplios oscuros ojos eran tiernos y amorosos. No importaba que en ese momento él fuera tan joven y apuesto como había sido el último día de su vida. No importaba que ella hubiera envejecido sin él, casi una anciana ahora, cerca de los cincuenta. Ni siquiera importaba que incluso que en su juventud nunca fue una gran belleza --no como Bulma. Nada de eso le importaba a Goku. La miró ahora con la más tierna expresión de un anhelo cumplido, bebiendo la visión de ella, atesorando su presencia como si fuera la cosa más preciada de la Tierra. La había extrañado. Esa repentina, sorprendente revelación fue casi suficiente para romper los arreglos de su corazón todo de nuevo. Ella había pasado tantos años extrañándolo tan terriblemente... nunca se le había ocurrido que, dondequiera que su espíritu estaba, él podría estar extrañándola de igual manera. En sus ojos, ella no era una anciana en lo absoluto. En sus ojos, ella era hermosa, como en sus ojos siempre lo había sido. Porque él la amaba tanto como ella a él, y siempre lo había hecho, y siempre lo haría.
"Tengo hambre," dijo suavemente. "Entremos y desayunemos, ¿está bien?"
Sonriendo temblorosamente, Chi-chi asintió y envolvió sus brazos seguramente sobre su cuello. "Creo que hice justo lo suficiente esta mañana."
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Muy por encima de la superficie de la Tierra, en la parte superior del cielo, Dende asintió una vez, vista tras vista observando la reunión de la familia Son. "La curación continúa," dijo él suavemente. Todavía no estaba acostumbrado y dispuesto al papel de Dios para este pequeño mundo entre muchos, él aceptó su destino, como era su naturaleza, pero nunca había descansado fácilmente con ella... al menos no antes de ahora. Ahora era un tiempo de recuperación, de restauración, y por eso Dende estaba alegre.
Suspiró y abrió sus ojos y se preguntó por un momento que estaban haciendo y pensando los Ancianos del Nuevo Namek-sei. Mejor no preguntar, supuso; la mayoría de los Namekseijin habían nacido para una simple tarea, la totalidad de su ser giraba en torno a un sólo propósito, nunca esquivándolo. No podían concebir ser llamados para hacer nada diferente que el camino elegido en sus vidas. Sólo unos raros pocos podían cambiar el rumbo y explorar nuevas días de pensamiento, acciones, vidas. Los anteriores Kami habían sido sólo uno; Piccolo era uno ahora; y él, Dende... bueno... así como se sentía incómodo en algunas ocasiones, todavía era capaz de llevar a cabo el sagrado deber de Kami-sama.
"Tal vez, Dios, no es tan diferente de lo que usted ha nacido para ser," una profunda voz comentó. "Eres un curador por naturaleza, y la Tierra había necesitado un curador por muchos años."
"Mr. Popo." Dende se volteó con una leve sonrisa. "¿Son tan transparentes mis pensamientos, o molestan?"
"No, Dios." La pequeña figura redonda sonrió un poco. "Pero sé las dudas que carga sobre usted. Todos nosotros las conocemos. En nuestros propios ojos no estamos muy acostumbrados a encontrarnos con un desafío, pero realmente la fuerza está en nosotros todo el tiempo." Mr. Popo ondeó una mano al pequeño mundo verde bajo ellos. "Ya ha cumplido más de lo que nadie esperaba --la mayoría de ustedes."
"Sí, realmente. Tienes toda la razón." Dende se volteó para mirar al guardián de la tierra otra vez. "Pero hay demasiado que queda por hacer."
"Si no lo hubiera," Mr. Popo observó, "los mundos no necesitarían guardianes. O grandes héroes como los Z Senshi."
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La luz brillante de la mañana rebotaba en el blanco techo finalmente brillando lo suficiente para hacer que Bulma emita un gemido y de vueltas en la cama. Cuando lo hizo un leve dolor apareció junto con una leve protesta de su brazo que la hizo despertar por completo. Parpadeando, miró a su alrededor por un segundo; luego los recuerdos se pusieron en su lugar y miró al otro lado del colchón.
Vacío, pero había una marca de una cabeza todavía en la almohada, y cuando la levantó y la llevó a su rostro, inhaló, las lágrimas amenazaron con salir del fondo de sus ojos. Su aroma; el de Vegeta. Él había estado aquí anoche, sus brazos protegiéndola y envolviéndola mientras se quedaba dormida...
¿Pero dónde estaba ahora?
Miró al reloj de su mesita y jadeó --eran casi las ocho de la mañana, casi una hora y media más tarde de lo que generalmente dormía. Instantáneamente se levantó, estirando un poco sus piernas, y pudo encontrar al fin una bata, que la envolvió a su alrededor. Ahora que estaba un poco más despierta, podía escuchar algo desde afuera; el sonido de la carne contra la carne, golpes que se intercambiaban y se esquivaban. Caminando hacia su balcón, lo abrió y miró abajo.
En el medio del patio, donde su madre una vez había tenido un jardín, Vegeta y Trunks estaban entrenando. Trunks tenía su espada en la mano y estaba atacando con ella a su padre, obligándolo a retroceder. Casi, casi, Bulma los llamó, queriendo que se detengan antes que alguno se lastime... pero no lo hizo. En cambio, miró tranquilamente. Si no había aprendido algo más en su vida entre los Saiyajin, había aprendido que luchar era más que incluso una habilidad o incluso un arte para ellos. Formaba parte de todo lo que hacían, decían, sentían, pensaban y creían, de una u otra manera. Se están uniendo, pensó. Encontrando un suelo común donde puedan entenderse mutuamente --donde Vegeta pueda aceptar a Trunks como el hijo que nunca conoció, y Trunks pueda aprender de su padre su moral y sus fallas como el resto de nosotros... La comisura del labio de Bulma se levantó. Está bien... tal vez Vegeta está sobrecargado cuando se refiere a fallas.
Con una velocidad borrosa, Vegeta corrió hacia Trunks, arrojándose rápidamente y pasando bajo el arco del filo para aparecer dentro de la guardia del joven hombre. Con una burlona risa le dio a Trunks un codazo en el estómago, y la otra mano tomaba la empuñadura de la espada. Trunks gruñó medio quejándose, pero se aferró obstinadamente a su arma, llevando una rodilla hacia la ingle de Vegeta. El Saiyajin más adulto lo esquivó, pero cambiando la posición debilitó su agarre en la espada, y Trunks se liberó, saltando hacia atrás. Sin inmutarse, Vegeta se disparó al aire, luego miro abajo hacia Trunks entre el sol de la mañana. Trunks se movió a un lado y giró para evitar el ataque, levantando tu espada en el mismo instante y apoyándose para dejarla caer dentro de la vaina mientras sus manos ondeaban un patrón en el aire. "¡BURNING ATTACK!"
Vegeta giró en el aire, el disparo de ki sacudió a lo largo de su costado calcinándose a través de su armadura, y el impulso de sus propias manos hicieron un movimiento de ida y vuelta, azotando al aire frente a él. "¡RENZOKU ENERGY DAAAAN!" Cientos de pequeños disparos de ki salieron hacia adelante, destrozando el suelo alrededor de Trunks mientras él los esquivaba y saltaba para evitarlos. Eligiendo su momento, el príncipe Saiyajin se abalanzó y golpeó con su puño duramente en el estómago de Trunks, seguido de una energía que envió al muchacho a caer al suelo en el medio de un pedazo de mampostería.
Mientras Trunks trataba de sentarse, un pie embotado descendió y se puso llanamente sobre su espalda. Él alzó su vista al rostro de su padre, jadeando. Vegeta le estaba sonriendo, de brazos cruzados. "¿Es eso lo mejor que puedes hacer?" Dijo burlonamente.
A modo de respuesta Trunks tomó el tobillo de Vegeta y lo hizo girar, convocando su ki mientras hacía que Vegeta pierda su equilibro. Un fuego dorado explotó a su alrededor mientras arrojaba al otro hombre al suelo y lo puso a sus pies, mirando a Vegeta, alejó el puño para dar un golpe.
Vegeta también se convirtió en Súper Saiyajin y atrapó el golpe; por un momento ambos dos quedaron ahí parados, resoplando en el rostro del otro, con las manos entrelazadas mientras cambiaban posición y hacían fuerza para mover al otro. Entonces Vegeta cayó detrás, enganchando una pierna alrededor de la pierna de Trunks mientras lo hacía, y arrojó a su hijo a un lado de la Corporación Cápsula fieramente. Bulma hizo un gesto de dolor cuando sintió el impacto a sus pies. "Más reparaciones, maldición," murmuró entre dientes.
Mientras Trunks luchaba para salir de los restos de pared sintió una mano tomar el cuello de su camiseta y alzarlo. Jadeando, miró a Vegeta, esperando el próximo golpe.
Nunca llegó.
En lugar de ello, con una extraña preocupación, Vegeta lo puso de pie, asintiendo una vez. "Lo lograrás," dijo. "El mocoso de Kakarotto no hizo tan mal trabajo enseñándote a luchar. Estoy sorprendido."
"No fue todo trabajo de Gohan," Trunks dijo, limpiando la sangre de su boca mientras bajaba su poder.
Una oscura ceja se alzó "¿Qué?"
Por un momento Trunks no respondió, sin saber bien que decir. "En... el Tiempo Pasado, donde Goku no murió... pasé un tiempo allí. Alguien... me entrenó. En la Habitación del Tiempo y el Espíritu de Kami-sama. Él insistió en ello." Miró a su padre a los ojos. "Tú insististe en ello."
La otra ceja se alzó. Luego una leve sonrisa se deslizó en los ojos del Saiyajin. "Sabía yo," dijo suavemente, con voz divertida. "Es bueno ver que tenía suficiente sentido común para corregir cualquier defecto que el mocoso de Kakarotto haya dejando en tu entrenamiento. Estoy seguro que habían muchos." La diversión se desvaneció, reemplazada por una larga mirada medida. Finalmente la mano de Vegeta se alzó; dubitativa; y luego se posó sobre el hombro de Trunks. "Bueno, ahora es mi turno de entrenarte y no creas que seré bueno contigo--" su voz se hizo más débil hasta que Trunks apenas pudo escucharla -- "hijo mío."
Mi hijo.
Trunks apretó ambas manos, sintiendo el calor adentrarse en sus ojos y viendo el mundo medio nublado por un momento mientras parpadeaba fuertemente. "Sí, Papá," dijo, orgulloso que su voz no estuviera temblando. "Entrenaré duro."
"Tienes maldita razón que lo harás." Vegeta soltó su agarre y cruzó sus brazos, mirando a Trunks. "Todos los días, será lo primero en la mañana, y todas las noches antes de dormir. Con y sin esa porquería en tu espalda." Un dedo apuntó a la espada. "Las armas pueden quitarse. Aprenderás a confiar en tus puños y pies en primer lugar." Dándose la vuelta, movió su cabeza. "El entrenamiento terminó por ahora. Si ella sabe que es bueno para ella, esa perezosa madre tuya tendrá el desayuno listo mientras nos aseamos." Vegeta alzó la vista directo hacia el rostro de Bulma y sonrió. "Mejor ve comenzando, también, mujer. No planeo pasar todo el día en la ducha."
"Y qué es lo que parezco, ¿tu sirvienta?" Bulma comenzó a poner ambas manos en su cadera, reconsiderándolo, y sólo puso una.
Vegeta la miró de arriba a abajo. "Por supuesto que no eres mi sirvienta. Nunca tendría una estúpida, terca, fea camarera sirviéndome. Sin embargo, ya que estoy estancado contigo, podría sacarte un digno día de trabajo de ese gordo trasero."
"Mi... Estoy... ¡¿¡¿GORDO TRASERO?!?!" Bulma gritó y tomó el objeto más cercano (un jarrón de flores) y lo arrojó a la cabeza del Saiyajin. Él tranquilamente la inclinó hacia un lado justo lo suficiente para dejar caer el jarrón sin moverse de donde estaba. "Tu puntería tampoco es mejor, veo," remarcó calmadamente. "Justo como lo esperaba. Nunca pudiste hacer nada bien."
"¡OOOooh!" Apretando sus dientes, Bulma lanzó una letanía de los peores abusos que pudo manejar --los que fueron suficiente para casi quitarle la pintura a un acorazado a 500 yardas. Los ojos de Trunks se ampliaron más progresivamente mientras la furia de su madre continuaba, cubriendo a Vegeta, su ascendencia, sus cualidades personales, y las cosas interesantemente dolorosas que planeó hacer ella con su pareja dada la razonable cantidad de tiempo y el equipo adecuado (incluyendo, pero no limitándose, hormigas rojas, armas de fuego, y una buena cantidad de veneno en la cocina).
"--¡Y VETE AL DEMONIO!" Bulma concluyó, agitando un puño a Vegeta.
"Estás perdiendo tiempo," replicó Vegeta, flotando al balcón para estar al nivel de sus ojos. "Cuanto más tiempo estés aquí y grites como una loca, más hambriento estoy. Mejor vete moviéndote antes que tenga que... corregirte."
"¿¡¿Tú y que ejército?!?"
"No necesito un ejército para manejarte, mujer." Una malo se levantó y tomó el mentón de Bulma, y antes que pudiera reaccionar Vegeta se había inclinado acercando su boca contra la de ella. Incluso desde donde Trunks estaba parado podía ver los ojos de Bulma agigantarse en sorpresa, luego cerrarse lentamente mientras le regresaba el beso. Luego se dio media vuelta, tratando de dejarles el momento para ellos, pero la curiosidad ganó; un segundo o dos después miró sobre su hombro. Para este momento Vegeta se había alejado un poco y estaba mirando directamente a los ojos de Bulma, con las manos apoyadas en el borde del balcón, con el rostro ilegible. La expresión de Bulma, por el contrario, estaba llena de timidez, extrañamente maravillada que daba la ilusión de estar siendo la niña que había sido, años atrás, cuando este hombre entró en su vida. Él nunca la besó así antes, pensó Trunks. No tan abiertamente, donde cualquiera pueda verlos. Creo... creo que las cosas van a ser muy diferentes en esta vida, para ambos.
Con un bufido Vegeta rompió el cuadro tomando los hombros de Bulma, luego dándola vuelta, y observándola ligeramente de atrás. "Desayuno, mujer," ordenó. "Ahora. Estoy cansado de esperar que tu débil cerebro reaccione."
"¡Hmph!" frotándose donde le dolía, Bulma se dirigió adentro para vestirse e ir abajo, deteniéndose en la puerta el tiempo suficiente para lanzar un último insulto antes de desaparecer: "¡Bestia!"
Poniendo una mano detrás de su cabeza, Trunks dio un largo, largo respiro. Parece que las cosas van a ponerse mucho más ruidosas por aquí, también. "Ah... Papá... ¿Mamá siempre se pone así cuando estás cerca?"
Vegeta consideró la pregunta. "No. Algunas veces es peor." Sus labios se curvaron burlonamente. "Pero siempre gano."
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"¡Ahhhhhh!" Goku se inclinó, poniendo un brazo sobre su boca, y frotándose el estómago. "¡Oishii!"
"Sí," Gohan estuvo de acuerdo, alejándose de la mesa un poco. "Me siento tan lleno, ¡ni siquiera puedo pensar en comer!"
"Yo puedo," respondió su padre, luego agregó, "¡pero no más ahora mismo!"
"¿Estás seguro? Puedo hacerte más sabes. No será ningún problema. ¡Puedo hacerte toda la comida que quieras!" Chi-chi se detuvo, sacudió su cabeza. "Oh, Dios, estoy balbuceando, ¿verdad?"
"Sólo un poco, Chi-chi." Ox Satán le sonrió a su hija. "Pero está bien, sabes, ¡este es un día muy feliz!"
"Es el día más feliz de mi vida..." Chi-chi envolvió sus brazos alrededor de uno de los de Goku y apoyó su cabeza en su hombro. Él parpadeó, luego sonrió y apoyó su mejilla en su cabello.
"¿Lo que quiero saber es como hicieron para volver ustedes dos?" Ox Satán continuó. "Quiero decir, escuchamos que Piccolo había regresado de entre los muertos, pero no pudieron haber sido las Esferas del Dragón --ustedes se habían ido hace demasiado tiempo."
"Bueno, abuelo, fue obra de Bulma en su mayoría," dijo Gohan. "Tuvo algo de ayuda de Kami-sama, pero sin ella nada hubiera ocurrido. Oh, y, um... Juuhachi-gou... ella también ayudó. Creo."
"¿Bulma... y Juuhachi-gou?" Chi-chi se enderezó, con los ojos abiertos de par en par. "Escuchamos que ella --la jinzouningen, quiero decir-- había vuelto y era una amiga en lugar de una enemiga ahora... yo personalmente no estoy tan segura, en mi opinión, pero si dices que ayudó, Gohan, entonces --¡EEE!" Soltando el brazo de Goku, Chi-chi miró a su pierna, luego se detuvo, agachándose y tomando algo. La miró fijamente por un momento, luego chirrió, "¡G-G-GOKU!"
"¿Hm?" El Saiyajin también bajo la mirada. "¡Oh! Sí, gomen ne, Chi-chi." Haciendo que su cola se mueva suelte su agarre y se enrolle alrededor de su cintura. "Supongo que está tan feliz de verte como yo lo estoy."
"Esa... era... tu... cola," Chi-chi trató de decir, todavía mirando.
"Sí. Cuando regresamos, todos teníamos nuestras colas de nuevo."
Chi-chi se agachó, tocando el peludo largo donde estaba enroscado alrededor de la cintura de su marido. La cola se desenrolló y se alzó por su tacto, ondeándose gentilmente en el aire, y antes que ella pudiera reaccionar la punta se movió acariciando su mentón, haciéndole cosquillas. Suspiró, luego le dio una buena mirada a la picardía en los ojos de Goku, y rió. "¡Oh, Goku! ¡Te burlas de mí!"
"Sukoshi," Goku admitió, luego rió también.
"Bueno, supongo que mejor voy a la cocina y comienzo a lavar." Chi-chi suspiró, mirando al fregadero, altas pilas de platos. De alguna manera, ni siquiera le importaba el desorden que había ahí, pensó. Luego un segundo pensamiento sucedió y jadeó, con una mano cubriendo su boca. "¿Qué voy a hacer para la cena? ¡No tengo casi comida suficiente para nosotros cuatro! Necesito ir de compras de inmediato."
"Puedo ir por ti, Mamá," Gohan se ofreció voluntariamente. "Quiero salir y ver como se ve todo, de cualquier manera."
"Esa es una buena idea, Gohan," Goku dijo, asintiendo. "Lleva al abuelo contigo para que te muestre los alrededores. -Todavía tienes bastante dinero, ¿no, Chi-chi?"
"Sí. Ahorré cada zenni que hiciste del Budokai. No que haya sido mucho, ya que de alguna manera las cosas siempre se sucedían para mantenerte lejos del primer premio... pero no importa, todavía queda lo suficiente. Espera, Gohan, te daré algo." Chi-chi se fue hacia el salón de enfrente, donde se arrodilló ante la pequeña chimenea y aflojó una piedra, revelando una pequeña caja de metal de la que sacó un puñado de billetes. Los contó cuidadosamente y le dio la mitad a Gohan. "Ahora, sabes lo que necesito," dijo ella. "Sé que puedo confiar que recuerdes eso, Gohan. ¡Y ustedes dos tengan cuidado! Sólo porque el malvado Juunana-gou se ha ido no quiere decir que las calles sean seguras. ¡No hablen con extraños y estén atento a los bandidos!"
Gohan le sonrió a su madre, recordando todas las veces que había corrido por esta misma diligencia, y todas las veces que ella le había dado casi la misma advertencia. "Sí."
Chi-chi se situó en la puerta para verlos irse, luego encontró a Goku de pie casi directamente detrás de ella. "¡Oh! Goku, ¿qué querías?"
Goku no dijo nada al principio. En lugar de ello, sus manos acunaron sus mejillas y alzaron su rostro así podía estudiarlo. Chi-chi tragó, repentinamente nerviosa, preguntándose en que estaba pensando. "¿Go... Goku?" preguntó suavemente.
"Chi-chi." Los ojos de Goku se arrugaron un poco mientras sonreía. "Necesito un baño, ¿tallarías mi espalda?"
"¿Qué?"
"Por supuesto, salpico mucho, así que podrías querer cambiarte a algo que no se arruine si se moja. Tu traje de cumpleaños estaría bien creo."
"¿Mi traje de cumpleaños? Pero, Goku, eso es--" Repentinamente Chi-chi se dio cuenta lo que su marido realmente estaba pidiendo, y exactamente porque le había sugerido a Gohan que lleve a su padre en el camino a la ciudad. Se sonrojó rápidamente hasta las raíces de su cabello. "¡GOKU! ¿¡En la mitad del día?!"
"Sí." En un rápido movimiento Goku alzó a Chi-chi y se dirigió a las escaleras para ir al baño.
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"¡...Una amenaza! Todos sabemos lo que hicieron, ¡como destruyeron nuestro mundo! ¡Mira alrededor! Nuestros hogares, nuestras familias, todo lo que nos era especial, ¡todo está arruinado! ¿Cómo sabemos que podemos confiar en ella? Esto podría ser alguna clase de trampa para tomarnos con la guardia baja..."
Gohan se detuvo fuera de la tienda y se apoyó en la manija del carrito de las compras, mirando a la joven morena mujer mientras alternativamente rogaba y abogaba a la gente que se movía por las aceras de la Nueva Cuidad Esperanza. Aunque algunos se detuvieron a escuchar, la mayoría sólo le dio una mirada de curiosidad, y esos que escuchaba no parecían prestarle atención real al escuchar. Mientras él seguía mirando, ella se sentó despectivamente en una piedra rota de uno de los edificios y puso so rostro en sus manos. Cuando sus hombros comenzaron a temblar Gohan no pudo soportarlo más. "Abuelo, ¿quién es ella?" preguntó suavemente. "Esa chica."
"¿Hm? Oh, esa es Videl. Recuerdas a Mr. Satan, ¿verdad?"
"¿El Campeón del Mundo? Sí, ¿quién no?"
"Esa es su hija."
"¡¿H-H-Hija?!" Los ojos de Gohan triplicaron su tamaño momentáneamente.
Ox Satán sonrió. "¡No me preguntes quien fue la pobre mujer que se casó con él!" Luego suspiró. "Ambos están muertos ahora, por lo que escuché. Se dice que murió luchando con los androides."
Lentamente Gohan asintió. "¿Podrías, podrías llevar los comestibles al auto? Quiero hablar con ella por un minuto."
"Por supuesto."
Caminando un poco, Gohan se arrodilló frente a Videl. "Uh... o-jama desho ga, pero..."
"¡Oh!" Videl se sentó, apresuradamente limpiando sus ojos, y mirando al joven hombre, luego miró otra vez. Él era más o menos de su misma edad, con un dulce, abierto rostro y sabios ojos. Algo sobre él era tan tranquilizador, tan calmante que se relajó inmediatamente. "Está bien, no me estás molestando." Inclinó su cabeza, mirándolo. "Soy Videl... ¿Te, te conozco?"
"No lo creo." Gohan agachó la cabeza rápidamente. "Por favor permíteme presentarme. Soy Gohan. No pude evitar notar que te veías triste..."
"Sí." La joven mujer soltó una amarga risa. "Más desalentada, realmente. Nadie me escuchará, y es tan frustrante." Golpeó con sus puños en sus rodillas duramente. "Nadie quiere estar en desacuerdo con su boleto a la comida--" alzó su mejilla en dirección a la Corporación Cápsula.
"¿Boleto a la comida? No entiendo."
"Bulma." Videl casi maldijo, luego se detuvo y sacudió su cabeza. "No, no puedo culparla por haber sido engañada también. Es sólo, que pensé, ella es tán inteligente y todo, no pensarías que ella entendería que no podemos tomar esa... las palabras de esa cosa como si nada." Miró a Gohan con impotencia. "La gente aquí tiene mucho que agradecerle, y por eso están tan felices como para prestar atención a lo que Bulma dice, y cuando alguien la contradice, por supuesto que causan problemas."
"Cosa..." Gohan miró en dirección a la Corporación Cápsula también. "¿Quieres decir la jinzouningen, Juuhachi-gou?"
"¿Qué mas?" Los ojos de Videl se iluminaron de ira. "Esa bruja mató a mi padre. Y su endemoniado 'hermano'. Ahora está viviendo ahí. Y a ellos no les importa siquiera, ¡a Bulma o a su hijo! ¡Incluso parecen agradarle!"
"Bueno, sabes, la gente cambia," Gohan se aventuró a decir con cautela.
"¡Eso es! La jinzouningen no es una persona. Sólo es un maniquí mecánico. No hay nada real o humano sobre eso. ¿Cómo podría haber? Mira a las terribles cosas que los jinzouningen hicieron. ¿No tendría un ser humano incluso un poco de conciencia o compasión?" Videl alzó sus manos. "Nada los detuvo, no les importó nada ni nadie. Mientras que Juuhachi-gou esté aquí, estamos todos en peligro. Cualquier día ahora terminará con el acto y nos cortará ciegamente, como conejitos confianzudos. Gohan, tu me crees, ¿verdad?"
"Yo..." Gohan sacudió su cabeza. "No la he visto hacer nada como eso."
Con un pequeño comienzo Videl se alejó un poco. "¿Has estado cerca de ella? ¿Mucho?"
"Bueno, Bulma es una especie de amiga de la familia. Ella conoce a mi papá desde hace mucho tiempo."
"Entonces es inútil." Videl alejó su rostro, pero no antes que Gohan notara un toque de desesperación en sus ojos. "No me escucharás realmente."
"¡Eso no es cierto! Yo--" Gohan se interrumpió cuando Ox Satán tocó la bocina del auto y se inclinó hacia la ventanilla, saludando, "Oi, Gohan!" él se sorprendió. "Algunas de estas cosas necesitan refrigeración, ¡sabes! Necesitamos regresar antes que se arruinen."
"Ve." Dándole una sonrisa, Videl se puso de pie y agachó la cabeza. "Fuiste amable conmigo, de todas formas... gracias, Gohan."
"Escucha..." Gohan titubeó, entonces prosiguió, "escucha, Videl, me gustaría hablar un poco más contigo. Te prometo que escucharé, realmente soy un buen oyente."
"Eso es muy de 'oyente' lo que acabas de decir en la última oración," Videl se burló, con una ceja arqueada.
Gohan gruñó y se golpeó en la frente con una palma. "Estúpido," se gruñó a sí mismo.
"Gohan... Nanimo. Wakatta." La sonrisa de Videl se iluminó un poco mientras agregaba, suavemente, "Me gustaría hablar más contigo también."
"¡¿Realmente?! ¡Genial!"
"¡Gohaaaaan!" Otro pitido de la bocina. Gohan impulsivamente se levantó y tomó las manos de Videl, sosteniéndolas por un segundo. "¿Dónde puedo encontrarte?" preguntó.
"Um... oh... no lo sé --¡espera! Eres de por aquí, ¿no?" Con el asentimiento de Gohan ella añadió, "¿Recuerdas el viejo Parque del León? ¿Cerca de la Secundaria Orange Star?"
"¡Sí!"
"¡Nos encontraremos allí!" Rápidamente Videl buscó en sus bolsillos, y tomó un trozo de papel con algo escrito en el, y lo puso en las manos de Gohan. "Este es mi número de teléfono --¡llámame así podemos arreglar un día para encontrarnos!"
"¡Lo haré! –¡Oi, oi, Abuelo, estoy yendo!" Gohan se subió al auto, esperando, y agitó una mano al lado de la ventana mientras se alejaban. Para su sorpresa, Videl se encontró haciendo lo mismo... y esperando ansiosamente que el joven hombre cumpliera su palabra.
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Con un largo suspiro Bulma miró fijamente a la pared y arruinó la cena. Un Saiyajin hace un desorden. Dos hacen un desastre. Pensó irónica. Logré enseñarle a Trunks algunos modales, pero podría olvidarlos cuando se trate de Vegeta. Se quedó de pie, haciendo muecas de dolor --estaba tan rígida y dolorida, y se preguntaba un poco; Juunana-gou había trabajado muy bien en ella el día anterior.
"¿Estás bien?"
Bulma se volteó y le dio una sonrisa. "Un poco más dolorida que de costumbre, pero estaré bien. Aunque este brazo me va a dar el doble de miseria de ahora en más cuando llueva--" hizo gestos por el pensamiento. "Ya tuve un poco de bursitis en el hombro." Inclinó su cabeza. "¿Alguna razón particular por la que evitaste el desayuno, o debo preguntar?"
"Tu esposo." Juuhachi-gou cruzó sus brazos y se apoyó contra la pared. "No le agrado."
"Eso es una subestimación." Bulma sacudió su cabeza. "Ya lo superará."
"¿Lo hará, Bulma? Hombres como Vegeta cargan con rencores mucho tiempo."
La boca de Bulma se apretó. "Lo superará si tengo que tomar un cohete y tatuar las noticias que estás de nuestra parte ahora, y luego apuntar a quemarropa en su oído."
"Probablemente se queje de dolor de oídos." Suspiró la androide. "¿Bursitis, dijiste? ¿Estás tomando algo para eso?"
"No hay mucho que pueda tomar para eso, Juu-chan. Es sólo parte de envejecer." Bulma comenzó a juntar los muchos platos esparcidos en la mesa y a ordenarlos en pilas. "Estoy en mis cincuenta, sabes."
Juuhachi-gou se permitió a sí misma una leve sonrisa. "No los pareces."
"Mentirosa." La otra mujer también sonrió. "Bueno, mi familia tiene una predilección de verse bien a medida que envejecen, pero es lo de adentro lo que cuenta en este momento." Se detuvo, mirando a la mesa pero sin verla, la tristeza se adentraba en su expresión. "Siempre quise una pequeña niña," dijo ella, casi para sí misma. "Una hermana para Trunks. Él era un bebé tan perfecto."
"¿Es demasiado tarde ya?" Juuhachi-gou se movió y comenzó a apilar los platos también, mirando a Bulma mientras lo hacía.
Bulma asintió lentamente. "Sí. Hace un año, año y medio atrás. No más niños." Repentinamente se sentó. "Hemos perdido mucho tiempo, Juu-chan..." Una mano se alzó para cubrir sus ojos, esconder la humedad que se reunía allí. "Solía ser que teníamos un año, tal vez dos, de diferencia de edad. Al menos eso es lo que supusimos una vez. Él es alrededor cinco años más grande que Goku, sabes, Vegeta."
"¿Realmente?" Juuhachi-gou parpadeó.
"Sí. Ahora no soy suficientemente vieja para ser la madre de Trunks; soy lo suficientemente vieja para ser la madre de Vegeta. ¿Cómo manejará eso, cuando... cuando realmente comience a mostrar y sentir mi edad?"
Juuhachi-gou bajó un puñado de platos que había levantado y los corrió para poner una mano sobre los hombros de Bulma. "Eso no pasará en muchos años todavía, ¿no?" dijo suavemente. "No es como si estuvieras bamboleándote al borde de la tumba. ¿Tienes miedo a envejecer, Bulma?"
"N... No..." Bulma alzó la vista, tratando de acomodarse. "Sólo... de envejecer antes que lo haga Vegeta. La mitad de mi vida ya está terminada. Nunca tendré el tiempo de nuevo, nunca seré capaz de compartirlo con él."
Sin ser visto ni notado para ninguna de ambas mujeres, una sombra se movió en el pasillo. Acercándose al marco de la puerta, Vegeta frunció el ceño. Había sentido la presencia del jinzouningen en el comedor después que él y Trunks se fueron, y había echado al muchacho con algún pretexto mientras circulaba para vigilarla. Medio esperaba que tratara algo con Bulma así podía tener una verdadera excusa para matarla, pero no estaba hiriendo a su pareja... por ahora... así que descartó la placentera idea de desmantelar al juguete de liquidación hasta otro día.
Fue el tema de conversación que capturó su atención ahora. ¿Que quería decir Bulma, la mitad de su vida estaba terminada? El ceño se tornó más pensativo mientras Vegeta recordó a Kamesennin haciendo comentarios acerca de ser 'un anciano frágil'. ¿Era eso lo que la edad significaba para los humanos? Los Saiyajin no se volvían más débiles mientras sus edades avanzaban; los que sobrevivían a sus enemigos por lo general sólo dejaban de respirar en su sueño un día cuando sus vidas se terminaban. Pero este asunto de la 'edad', ahora...
¿Sería eso, era eso, lo que le estaba sucediendo a Bulma ahora?
Gruñó suavemente entre dientes, irritado (y, en algún nivel más profundo no admitiría pero tuvo que reconocer, preocupado). Una maldita cosa más que los humanos no pueden hacer bien. ¿Qué completo y monumental idiota pensaría que tendría sentido para ellos extinguirse con los años? No lo tendré. No sufrí a través de una década en el Infierno sin un cuerpo, luego soporté a Kakarotto en el Paraíso por otra década, sólo para tener a Bulma marchitándose y alejarse de mí. Me niego a permitir que eso suceda. Debe haber una solución, en alguna parte, así tenga que golpear a Kaiou-sama o a Kami-sama o Enma-sama mismos.
Girando sobre sus talones, Vegeta se alejó.
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En algún lugar más allá del espacio y el tiempo, algo se agitó.
Tenía tan solo la sombra de una forma, no era una sustancia real en absoluto; nada más que voluntad. Sin embargo, incluso sin un cuerpo, con ardientes ojos estudió un alto acantilado con una fina ranura por la mitad, siendo actualmente observado por dos figuras con cuernos.
Por años ya no se acordaba que había buscado la forma de escaparse de su actual prisión, tratando de volver al mundo material. Había demasiado que había quedado sin terminar... la crueldad del destino no podía ser perdonada ni olvidada. Ni siquiera el Infierno podía desterrar esos recuerdos.
Había perdido las esperanzas de irse alguna vez hasta que un día escuchó a dos oni hablar, discutiendo mortalmente, un alma había caído al Infierno y escapado otra vez. Como, ellos no dijeron, pero la mera idea había despertado una esperanza salvaje. Con el tiempo la información había sido recopilada, a través de las historias tamizadas y rechazadas, hasta que finalmente, finalmente...
No más oraciones; los cielos habían rechazado sus plegarias una vez. Sólo paciencia.
"¿Entonces cuál es la palabra de arriba?" un oni preguntó, rascándose su brazo cruzado y dejando que su llave caiga al suelo.
"Enma-sama finalmente está haciendo que el retraso de las almas de la Tierra se aclare un poco, mi primo dice," el otro oni respondió. "Aunque escuché que están acabando con el espacio en el Palacio."
"¡Era hora! Las cosas están tan apestadas de gente aquí ya que es una maravilla que podamos mantener nuestros ojos en todo." El oni se detuvo, miró hacia un pequeño grupo de movedizas nubes que estaban chirriando entre ellas. "¡Hey, perdedores! ¡Muévanse! ¡Esto es el infierno, no un viaje de vacaciones!"
Las 'nubes' --en realidad, almas-- se alejaron un poco, una más pequeña se dirigió a una más grande. La mayor habló más alto y de inmediato se lazó contra la más pequeña. Un furioso sonido irrumpió, con las dos almas que eran rodeadas por más, aparentemente de la nada, hasta que la mitad del aire parecía lleno de espíritus que se movían furiosamente.
"¡Hey! ¡Terminen con eso! ¡Ah, mira a esa, mejor vamos a terminar con esto!"
"Espera un segundo, espera un segundo, Enma-sama nos dijo que guardemos este pasaje de vuelta para su antecámara--"
"Él también nos dijo que las cosas ya estaban ordenadas y tranquilas aquí. ¿TÚ quieres que le explique a él el motivo de porque dejamos ir un motín?"
Mientras el oni discutía, el vigilante se escapaba de su escondite y se disparó en silencio metiéndose bajo el terreno, aplastándose lo más posible para ocultarse. Llegó a una grieta y se adentró, sin frenar en ningún momento. Los demás le habían dado el tiempo que necesitaba. Todo lo demás dependía de esa alma.
Esta vez, nada se interpondría en su camino.
Nada.
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Las arruinadas calles se extendían en todas direcciones, un laberinto sin fin ni principio. Vagó por ellas, mirando, escuchando. Pero nada se movía excepto los papeles en el viento.
Dónde estaban toda las personas?
Unas pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer, él las ignoró. Había una fría sensación en la boca de su estómago mientras todos sus sentidos le decían que no estaba solo.
¡¿Dónde estaban todas las personas?!
Mientras rodeaba una esquina, una mancha de color se encontraba contra los grises escombros, brillante, fresca... roja.
Sangre roja.
Se acercó hacia allí y se arrodilló para tocar la húmeda mancha carmesí, sintió su pegajosidad resbalarle por los dedos. El temor interno se convirtió en un puño, apretado sobre su corazón. "¿Hay alguien aquí? gritó. "¡Oi! ¡Por favor, respóndame!"
Ninguna respuesta. De pie, miró a su alrededor, vio otra mancha de sangre, y otra... y otra... dirigiéndose a un torcido camino sobre la acera. Corrió por ella, y lo encontró.
Piccolo.
Más allá de eso, una forma se vislumbraba detrás de un farol roto: Vegeta.
Empalada contra un vidrio roto de la ventana de una tienda: Bulma.
A sus espaldas, mirando sin vida hacia las nubes juntas: Trunks.
Medio aplastada bajo un pedazo de mampostería: Chi-chi.
Y en el medio de la calle, con un agujero en donde su corazón había estado... Goku.
Lentamente Gohan se movió en círculos, con horror en los ojos incluso mientras su alma gritaba en protesta. "No," se ahogó, cayendo de rodillas al lado de Trunks. El niño de trece años de edad lo acusaba sin palabras: ¿dónde estabas, Gohan? ¿Por qué no nos ayudaste?
"Bienvenido a casa."
En un movimiento Gohan se puso de pie, girándose para encarar al que hablaba. Ella sonrió y bajó de un techo, moviendo su rubio cabello a un lado mientras llegaba al suelo. "Juu... Juuhachi-gou..." Tartamudeó.
"Lamento haberte dejado fuera." La androide ondeó una negligente mano a los cuerpos. "Si hubieras estado aquí antes, podrías haber tomado lugar con ellos. Dado que, me temo que voy a tener que matarte sólo." Sonrió. "¿Realmente no me creíste cuando dije que había cambiado, o sí? Las máquinas no tienen conciencia, Gohan. Y yo soy el mejor modelo del Dr. Gero." Hizo un gesto, mirando a Trunks. "Aunque es una pena --él es un lindo muchachito, hubiera sido un buen bishonen cuando terminara de crecer."
Con un aullido de rabia, con las lágrimas medio cegándolo, Gohan alzó ambas manos, juntándolas para formar un Kamehameha que llevaría a esa horrible, dulcemente venenosa mirada lejos del rostro de la jinzouningen para siempre.
Pero aunque sintió que ambas manos estaban ahí... sólo una apareció.
Nada más que una maga vacía ondeaba del otro lado.
Anonadado, Gohan se aferró a su hombro, sintiendo el muñón de donde su brazo había sido dinamitado alguna vez, y se volteó a Juuhachi-gou. "¿Por qué?" gritó. "¿POR QUÉ?"
"Tonto." Juuhachi-gou sonrió y alzó un brazo apuntándolo. "Porque Videl tenía razón".
La luz saltó sobre él, desparramándose en él, trayéndole dolor en todas partes--
Gohan se sentó en la cama, con ambas manos cerradas sobre su boca para callar su grito, un frío sudor lo hizo temblar con la brisa de la madrugada desde la ventana abierta. Por un momento no tuvo idea dónde estaba --¿cómo había logrado entrar desde la calle? ¿Quién lo había traído a adentro, cuando todos estaban muertos?
Manos. Manos sobre su boca.
Lentamente las quitó, mirando de una a la otra. Ambas suyas. Tragando, se derrumbó contra las almohadas, y puso un brazo sobre su frente. Un sueño, una pesadilla. Eso era todo.
(Porque Videl tenía razón)
"Supongo que parte de mí no le cree," susurró en voz alta. De repente su dormitorio parecía demasiado estrecho, casi asfixiante. Arrojando las colchas, Gohan se trasladó a su escritorio, y escribió una apresurada nota: 'Me fui de paseo. No podía dormir. Vuelvo pronto' y la dejó en su almohada, luego sacó su traje y se fue por la ventana.
El cielo estaba en su mayor parte oscuro, pero hacia el este una suave luz dorada había comenzado a brillar a través de la noche. Gohan voló lentamente a lo largo, dejando que el viento limpie los últimos jirones del sueño fuera de su mente.
Pero Videl tiene un punto, una parte de él dijo en silencio. ¿Qué pasa si Juuhachi-gou está sólo esperando que todos bajemos nuestra guardia? Ella está sola ahora. ¡Cuánto más fácil es que tener un poco de paciencia y tomarnos a todos por sorpresa!... Necesito hablar con alguien... ¿pero quién? No puedo preocupar a Mamá o al abuelo con esto. Vegeta ya odia a Juuhachi-gou lo suficiente, no necesito darle una excusa para matarla si ella es inocente. Trunks... Trunks está demasiado cerca del problema. También Bulma. ¿Quién más queda?
Una sonrisa apareció en su rostro. Queda alguien en quien confío con mi vida. Deteniéndose en pleno vuelo, Gohan cerró sus ojos y se agachó, sintiendo un espíritu particular entre los muchos dispersados sobre la faz del planeta. No fue difícil encontrar el que buscaba; casi tan pronto como lo encontró, sintió a alguien acercándose, respondiendo su llamado antes que tuviera tiempo de volverse más viejo. Se volteó y se dirigió en esa dirección con su mejor velocidad.
Sobre las montañas Gohan frenó, deteniéndose ante una figura sentada con las piernas cruzadas en el medio del aire, de brazos cruzados, ojos cerrados, con la cabeza levemente gacha. "Piccolo," dijo suavemente.
"Gohan." El Namekseijin abrió sus ojos y le dio una penetrante mirada al joven muchacho. "Te levantaste temprano."
"Este... yo... No podía dormir."
"Mm." Piccolo miró un poco más, luego sacudió su cabeza. "Vamos, niño. Escúpelo. ¿Cuál es la verdadera razón por la que estás aquí?"
"¿Es así de sencillo?"
"Es posible que estés usando una señal: '¿Piccolo, tengo un problema. Por favor arréglalo?'"
Gohan rió. "Siempre me conoció mejor de lo que me conozco yo." Él también se sentó en la nada y bajó la vista al lejano suelo. "Es Juuhachi-gou," dijo finalmente. "Piccolo... ¿cómo podemos saber? quiero decir, ¿cómo realmente podemos confiar en ella después de todas las cosas que han sucedido?"
"Oh, él me está preguntando a mí, al Rey Demonio, en quien se puede confiar".
"¡Piccolo! Usted dejó eso hace mucho tiempo. Además, ese fue su yo antes de su yo actual... creo... usted sabe, nunca entendí eso en realidad--"
"No importa," Piccolo interrumpió. "Estamos hablando de la jinzouningen, no de mí."
"Sí."
Piccolo se volteó a mirar a Gohan, y algo en su expresión se suavizó, como no lo hacía para ningún otro ser vivo en todo el universo. "Un mal sueño, consideraré. Te movió bastante mal, ¿no?" murmuró.
Gohan asintió lentamente.
"Está bien. Vamos al grano ahora. Si estás preocupado por Juuhachi-gou, no lo estés. Tómalo de mí, no hay maldad en ella. Nunca hubo, realmente. Pero la sensación en ella es diferente ahora."
"¡¿Cómo puede decir que nunca fue malvada?!"
"¿Una roca es mala, Gohan?"
"¿Qué?"
"Responde la pregunta." Piccolo se inclinó golpeó a Gohan sólidamente en la parte de atrás de su cabeza, lo fuerte suficiente para moverlo pero lejos de lastimarlo.
"Um..." Gohan frunció el ceño. "No."
"¿Ni siquiera si cae en ti y aplasta tu pie?"
"No, eso es sólo la manera..." el joven muchacho se detuvo. "Ahhh..."
"Ahora tienes la idea." Piccolo asintió. "Los Humanos Artificiales fueron creados para hacer lo que hicieron. Esa es la manera en que vivían."
"Comprendo." Gohan mordió su labio inferior. "No se les dio la posibilidad de elegir entre hacer el bien y el mal. Para ellos, todo lo que hacían estaba bien, y cualquiera que trataba de detenerlos estaba mal, porque esa era la única referencia que tenían, la única vida y propósito que conocían. Pero ahora, ahora Juuhachi-gou conoce las ideas humanas del bien y el mal, bueno o malvado, ¿es eso?"
"Correcto." El Namekseijin sonrió. "Con el tiempo. Tienes un mejor cerebro que tu padre, Gohan, deberías haber acertado en eso de inmediato."
Gohan rió otra vez, y luego asintió respetuosamente.
"Probablemente estés todavía muy conectado. Sentí que estuviste a casi dos latidos de convertirte en Súper Saiyajin hace un rato --debió haber sido cuando te despertaste. ¿Por qué no vas a algún lugar tranquilo y meditas por un rato para calmarte, y luego vuelves a la cama?"
"Haré eso, Piccolo." Gohan asintió, se detuvo. "Gracias..."
"Vamos, vete de aquí, estoy cansado de ver tu rostro." Pero las comisuras de la boca del Namkese-jin se levantaron levemente incluso cuando decía las duras palabras, y Gohan le sonreía de nuevo, saludando, y volando.
En algún lugar sobre las montañas cerca de casa Gohan se detuvo, se acercó a una cornisa, y cerró sus ojos, cruzando sus piernas bajo él. Se concentró primero en su respiración, haciéndola más lenta e incluso, prestándole atención al ritmo. Poco a poco la tensión se alejó de él y su mente se convirtió en una vacía piscina, relajada del mundo exterior, concentrada enteramente en la calma interior que buscaba
Mientras dejaba sus pensamientos alejarse, Gohan sintió algo soplar a través de él, como una brisa. Sorprendido, abrió sus ojos, sin reconocer el tacto, y se encontró rodeado de una niebla que giraba y se movía contra el cielo como algo que estuviera vivo.
No, no como algo vivo --estaba vivo--
En lo que toma un latido la nube se acercó a él, y simultáneamente Gohan convulsionó, un grito se ahogó en su garganta antes que comenzara. Después de unos momentos, el violento temblor se detuvo y el cuerpo del joven muchacho se relajó, luego se enderezó. Los oscuros ojos se abrieron y escanearon el mundo a su alrededor mientras una lenta, triunfante sonrisa cruzaba las facciones del Saiyajin.
El cuerpo de Gohan, los ojos de Gohan... pero no era Gohan.
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