¡Hola de nuevo y seguidoXD!
Pues este one-shot es para Jackilyn-san :3. A la que tengo demasiado que agradecer n.n Espero le guste y si no, le hago otro ò.ó.XD
Autora:Chia-uchiha o pervert-chan
One-shot: Love in swimming pool.
Una vez más. Otra. Nada. Eiji lo mantenía firmemente agarrado de el cuello, impidiéndole cualquier escape por su parte. Aún peor, impidiéndole respirar. Tosió.
-Eiji-Sempai... me ahogas-. Se quejó casi apunto de ahogarse.
-¡Oh, O'chibi!-. Exclamó el pelirojo liberándole-. Perdona, es que me e emocionado-. Se disculpó mirando a su al rededor-.¡La piscina es tan genial!
Bufó. Desenredó sus verdosos cabellos con su mano izquierda. Por la mente de Ryoma Echizen tan solo cruzaba una clara pregunta: "¿Por qué?". Había sido arrastrado hasta aquel lugar bullicioso, repleto de demasiada gente semidesnuda. Aquellas eran las consecuencias de la piscina. Se había visto atrapado por Momoshiro y Eiji. Por mucho que había intentado escaparse, ninguno de los dos le habían dado la oportunidad de negarse. Es más, ellos mismos habían preparado a tientas su ropa y todo. Acopló su gorra en su cabeza. Por suerte, esta no había sido olvidada.
-¿A quién esperamos?-. Se interesó Kaidoh tan molesto como él.
-A las chicas-. Respondió con una sonrisa triunfal y algo pervertida Takeshi-. ¿Qué puede haber mejor que una tarde en la piscina con chicas?
-¿Y esas chicas... quienes son?-. Preguntó algo sonrojado Oishi.
Momoshiro se rascó la cabeza, riendo tontamente. Un escalofrio recorrió su espalda y de nuevo, su mente creó la señal de peligro, indicándole que lo mejor era huir al momento. Sus oidos comenzaban a doler de sobremanera. Pero fue tarde, como siempre. Mala suerte, Ryoma.
-¡Ryoma-Sama!
-Ya llegaron-. Sonrió Fuji apareciendo tras ellos sonriente. Abrió sus ojos azules, revisando los cuerpos femeninos frente a ellos, hasta que sonrió-. Bienvenidas-. Saludó amablemente-. Kurumi-chan.
La muchacha sonrió, lanzándose contra él, deteniéndose, sonriente. Todos les miraron confusos, alzando cejas de confusión. Fuji sonrió maliciosamente.
-¿Algo que preguntar?-. La mitad abrió la boca, pero les calló-. Otro día responderé.
Era claro que aquel ser frio no respondería tan fácilmente y con una sonrisa extraña, se vió arrastrado por la menor através de las muchas personas que disfrutaban de aquel día libre. Intentó escapar, ahora que la atención estaba puesta en el castaño, sin embargo, algo chocó contra su pecho y como cualquier persona que siente el reflejo de recoger algo que se cae, ejerció el movimiento, sujetando un fino brazo en una de sus manos. Abrió los ojos asombrado, intentando que la figura femenina recobrara el equilibrio.
-Gomen, Ryoma-kun-. Se disculpó la castaña temblorosa-. No... no te vi.
Bien. Si la chica gritona había venido, era por seguro que Ryuzaki estaría ahí. Mal asunto. Hacía mucho tiempo que se había dado cuenta, pero prefería fingir que no era así. Creyó que el tenis lo sería todo, sin embargo, aquella joven parecía siempre dispuesta a decirle lo que deseaba oir. Estaba seguro que nadie le seguiría como ella lo había echo.
-Ano...-. Tartamudeó de nuevo la chica. Como ya constumbre-. Ryoma-kun...
-¿Hn?
-¿Podrías... podrías soltarme?
En silencio, rompió el contacto. Ocultando sus ojos con la gorra, observó el cuerpo femenino que caminaba hacia Tomoka lentamente, creando movimientos realmente sensuales. Aquel vestido rosado parecía haber sido ajustado a las curvas de Sakuno Ryuzaki, curvas que mostraban que ya no era tan niña. ¿Dónde había quedado la pequeña e inocente de doce años? Tragó y si no fuera porque el pelirojo sempai se lanzó contra él, seguiría mirando la larga espalda, perdiéndose en las suaves nalgas y creando un camino con su mirada por las largas piernas.
-¡O'chibi!-. Gritó cerca de él-. ¡Vamos a coger tumbona!
-Las chicas quieren sentarse sobre sus toallas-. Explicó Fuji apareciendo de nuevo de golpe-. Así que si queremos, podemos coger tumbonas nosotros.
En silencio, fue arrastrado hacia el lugar. Prefirió esquivar a Momoshiro y Eiji, los más ruidosos. Encontró una tumbona cerca de Fuji el cual hablaba animadamente con Kurumi, la que se mantenía sentada en una de las toallas, mostrando claramente aquel sensual bikini alilado, el cual, Fuji se encargaba de comprobar que la traviesa tiranta izquierda se mantuviera en su lugar. Al lado de la gemelita, Osakada extendía su toalla, dejando entre ver a la castaña, la cual, al contrario que sus dos amigas, aún portaba el vestido blanquecino.
-Ne, ne, Saku-chan-. Llamó cariñosamente Eiji-. ¿Por qué todavía llevas el vestido?
La castaña le miró, sonrojándose, para devolver la mirada hasta su sempai, escondiendo el rostro.
-Es que... aún no tengo... calor-. Se excusó.
-¡Oh!-. Protestó el otro meloso-. ¡Yo quería verte en bikini!-. Exclamó.
-¡Oh, Eiji sempai es un pervertido!-. Exclamó Momoshiro tras ellos-. Aunque... Saku-chan... debes de estar impresionante en bikini. Si yo fuera más joven...
-¡Momo!-. Exclamó Oishi desde su tumbona-. ¡Qué tan solo eres un año mayor!
Eiji y Momoshiro alzaron una ceja de incredulidada. ¿Es que la madre de Seigaku aún no se había dado cuenta? Vale que el mocoso por el que iban los cerros se hubiera tirado sobre la tumbona, con la idea de dormir, no se enterase, pero¿él?
-Ven, Oishi-. Llamó Eiji suspirando-. Que te lo explicaré.
Oishi fue arrastrado por el pelirojo através de la gente, mientras que Momoshiro se tumbó sobre Sakuno y Tomoka a la vez, obligándolas a reir, sin embargo, en un rápido movimiento, se vió siendo cogido por una de sus orejas.
-¡Duele!
-Pues quítate de encima de menores que tu-. Gruñó una voz femenina-. Vamos.
-¡Ann!
Todos los miraron de reojo. Ann había aparecido de la nada, con la maleta en la mano y una ceja alzada. Sin dar explicaciones o permiso, arrastró al moreno, gritándole enfadada en el oido que mantenía sujeto. Sakuno pestañeó, intentando encontrar algo que decir, pero seguía siendo demasiado vergonzosa y cuando finalmente logró encontrar algo, Tomoka se adelantó.
-¿¡Por qué no nos damos un baño!?-. Exclamó alzándose y arrastrándo al primero que pilló-. ¡Será divertido!
Un siseo advirtió su agarre. Rodó los castaños ojos, encontrándose con una cara de mal humor. Había equivocado su agarre, terminando por llevarse a Kaidoh. Estaba apunto de decir algo como disculpa, sin embargo, el moreno pasó ante ella, sin soltar el agarre, siendo seguidos por Kurumi y Fuji. Ryoma suspiró, mirándolos cansado. Al parecer, era el día de las parejitas. Claro que estaban Oishi y Eiji, pero estos siempre terminaban por desaparecer en cualquier instante. Rodó los ojos de nuevo hasta las toallas, donde Sakuno, apoyada con los brazos en sus rodillas y la mirada fija en el agua, suspiró. Se alzó, acercándose hasta el lugar y en silencio, ocupó la toalla de Tomoka.
Sakuno le miró de reojo, seguramente, asombrada por su comportamiento. Pero sabía perfectamente que ella no le molestaría. Al contrario. E incluso no se sorprendió de que ella optara por la misma posición, en silencio. Y, sin darse cuenta, ambos se durmieron.
Un ligero cosquilleo le recorrió su frente y una brisa fresca, con un extraño olor a jazmín. Frunció las cejas, sintiendo como el sueño le abandonaba. Abrió lentamente los ojos, encontrándose con otros cercanos. Rojizos. Ambos pestañearon, confusos, aturdidos. Algo cristalino y salado cayó sobre sus labios. Llevó su mano izquierda, dándose finalmente cuenta el porqué de aquel brillo extraño. Lloraba.
-¡Ryoma-kun!-. Exclamó la chica-. ¿¡Qué podemos hacer!?
-No grites-. Gruñó alzándose y frotándose la frente- ¿Qué pasa?
-¡Han cerrado la piscina!-. Informó nerviosa la chica-. Nos hemos dormido y...
-Kuso-. Maldijo alzándose.
Finalmente pudo comprobar con sus propios ojos que aquello sí había sucedido. Volvió maldecir por dentro y frotar sus cabellos, bufando. Tenían que salir de ahí cuanto antes o los tomarían por ladrones. Pero tardó poco en darse cuenta que no había salida. Cualquier movimiento que hicieran, parecía que una ruidosa alarma sonara.
Suspiro.
Otro más.
Maldiciones.
Se dejó caer al lado de ella, que se había mantenido en aquel rincón, esperando. Y hasta puede que temerosa porque la dejase.
-¿No podemos salir?-. Preguntó mirándole esperanzada.
-No-. Negó-. Estamos encerrados.
Doble suspiro. Se acomodó sobre la toalla. ¿Qué demonios podría hacer ahora? Con las prisas de sus sempais no había cogido el teléfono móvil. Apretó las tiras de la toalla y volvió sus ojos hacia su mano izquierda. Cerca, una hoja doblada, con algo cuadrado dentro. Lo cogió. Arrugó las cejas en duda, pero sentía que esa nota detonarían la culpabilidad de su situación y no se equivocó.
"¡Ne, O' Chibi!
Aunque no lo digas, todos sabemos que te interesa la nieta de Ryuzaki. ¡Más te vale no desaprobechar esta situación! Todo está controlado en el parque, así que moveros con libertad. ¡Disfrutarlo!
Los sempais.
Pd: El "regalito" es por parte de Fuji. ¡Disfrútalo!
Pd2: Se amable."
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 ...
-¡Kuso!-. Gritó.
-¡Uaaa!
-¿¡Qúe!?
Se alzó. Sin que se diera cuenta, Sakuno se había alejado, acercándose hasta la piscina más cercana. Justamente, una que estaba cerrada y ahora, parecía haber sido abierta. Seguramente, por ver qué ocultaban la castaña se acercó y su grito la asustó. Perdió el equilibrio, con tan mala suerte, que terminó dentro de el agua.
Lo peor: El vestido no dejaba movilidad para nadar.
-¡Kuso y más Kuso!-. Maldijo.
Quitó la camiseta y sin pensarlo dos veces, se lanzó. Era oscuro y a duras penas, lograba tantearla. Por suerte, no estaba demasiado lejos y aún recordaba exactamente el lugar que vió hundirse la mano. Finalmente, un trozo de tela lo escarrufó dentro de el agua, sin embargo, eso inclinaba el lugar donde se encontraba Ryuzaki. Agarró de ella, su brazo, pero pesaba demasiado. Con torpeza y tocando ciertas partes imprudentales, logró dar con la cremallera, casi arrancándola y liberando el peso. Así, finalmente, logró subir a ambos.
Escupiendo el agua, se aguantaron en el quicio de esta, aún dentro. Manteniéndola sujeta de la cintura, con su mano izquierda, soportó el peso de ambos, aferrado al filo.
-Torpe-. Gruñó mirándola.
-Go-- Gomen-. Se disculpó en una tos seguida-. ¡No lo... hize aposta¡Me asusté¡Tu nunca sueles gritar!-. Le miró de reojo, frunciendo las cejas-. Ahora resulta que eres un gritón.
Arrugó los labios en molestia y en malicia, su mano se desvió hasta su cuello, con la intención de volver a hundirla, consiguiendo el intento, sin embargo, sus dedos quedaron apresados en dos tiras largas, engachándolos. Cuando Sakuno logró regresar hasta él, estaba helado.
-¡Mou!-. Protestó la castaña-. ¡Ryoma-kun es malo!
-Esto... Ryuzaki-. Murmuró volviendo su rostro al lado contrario de la joven-. Creo que esto es tuyo.
Alzó su mano ante el rostro de la castaña, de el cual colgaba un pequeño sujetador de bikini, blanco, y ahora que estaba mojado, casi transparente. El grito debió de escucharse hasta en inglaterra. Intentó quitarselo, pero lo alzó, apartándola de ella. Por supuesto, ella no cesaría en querer cogerla, y eso, le pareció más divertido que meterse con sus largas trenzas. Sin embargo, era demasiado peligroso...
-¡Devuélvemelo!-. Ordenó avergonzada la chica-. ¡Ryoma!
Estiró más de la cinta, obligándola a que se acercara hasta él, estirando uno de sus brazos, mientras con el otro, se cubría ambos senos, intentando que él no viera nada. Finalmente, la chica en su altura, intentó arrebatarselo, pero él se las apañó para poder voltear su brazo, alejándola. Con torpeza, Sakuno se vió obligada a agarrarse de él y con aún intenciones de recuperar su sujetador. Sin embargo, lo único que logró, fue tensed en el cuerpo masculino y un escalofrio recorrerle su cuerpo.
El masculino pecho quedó pegado al femenino, sintiendo dos cumbres blandas contra él. Se heló. Aquello no estaba en sus planes. Sentir aquel sentimiento extraño que desde el principio de el día le estaba quemando por dentro, no era un plan para nada. Y ella parecía esquivar aquella sensación, firme en su tarea de querer recuperar el bikini. Debía apartarla ya, porque sus sentimientos, mezclados con las frasecitas de sus sempais, no ayudaban nada. Menos, recordar aquel paquetito.
La empujó, entregándole el sujetador.
-Tonta-. Insultó.
Apoyándose en el bordillo con ambas manos, intentó salir, sin esperarse la respuesta de la chica, que enfadada, descendió sus pantalones cortos, tirándolo al agua. Maldijo el atrevimiento de la castaña, pero sonrió. Si quería gerra, la tendría. Nadó hasta ella, sintiendo ambas piernas moverses y tomándola de los tobillos, la hundió junto a él. Sakuno, en puro reflejo, le golpeó con fuerza en el rostro, justamente en la boca. La apretó contra él en un intento de evitar ser golpeado, pero de nuevo, vio que la joven no había colocado su ropa. En demanda de aire, salieron a la superficie. Una risa rompió en el aire. La miró, asombrado.
Pese a que el rostro estaba mojado, logró encontrar las gotas perladas en los ojos rubi. Era claro que la castaña lloraba. Inconsciente, se acercó, quitando varias con sus pulgares, sujetando las mejillas con ambas manos. Sakuno se aferró a él y sin pedir permiso, sin mediar una palabra, se abrazó. Se sorprendió, pero tampoco la apartó. Se descubrió a sí mismo abrazándola, reteniéndose con una de las manos en la barandilla.
-¿Por qué?-. Preguntó ella entre sollozos-. ¿Por qué estás conmigo¿¡Por qué te lo tomas a juego¿¡Por qué no me gritas por ser tonta!?
-¿Por qué tendría que hacerlo?-. Contestó secamente.
Sakuno se apartó levemente, mirándole confusa. Intentaba descifrar en sus ojos, lo cual siempre parecía ser la única en lograrlo, poniéndolo en situaciones bastante difíciles. Con la mano que la abrazaba, acarició los cabellos castaños, quitando rebeldes mechones cobrizos, enganchados a la húmeda frente.
Se podría decir que lo malo de Ryoma Echizen es que era despistado, o fingía muy bien. Muchos incluso dicen que tiene nervios de acero. Pero desde luego, en ese momento, no sería tan tonto como para decir que la figura que tenía ante él ya no despertaba nada. Decir, claro está, para sí mismo.
Sonrió. Una sonrisa que desde ese momento, solo Sakuno Ryuzaki recibiría, y no se trataba de la misma sonrisa que colocaba a sus enemigos, e incluso, a sus amigos. Ni sus padres la habían visto.
Desvió aquella mano hasta los rosados labios entre abiertos, rozándolos. Apretándolos con la justa medida de calidez. Sakuno le miró, suspirando ante aquel gesto, pestañeando en sorpresa. Mas sus orbes parecieron querer salir de sus cuencas, al sentir una torpe calidez posarse en ellos. Ambos pechos latían demasiado rápido como para poder controlarlos y cuando se apartó de la chica, esta parecía querer morirse de vergüenza. Mientras que algo extraño escapaba de él. ¿Acaso... era demasia de más?
-Ry--oma-kun... ¿Por...qué?-. Preguntó la chica.
-Betsu...
-¡No me digas que nada!-. Exclamó de sopetón-. ¡Era mi primer beso! Y...-. Le abofeteó-. ¡Y no me ha gustado nada!
-Mientes-. Negó frotándose la mejilla en un ligero movimiento de sus dedos.
-¡No!-. Negó.
Bufando, salió de el agua. Con ambos brazos cubriendo sus pechos. Él la imitó, acercándose hasta ella. La retuvo de uno de los brazos, obligándola a voltearse. La joven exclamó sorprendida y asustada, más de nuevo, sus labios quedaron presa de los masculinos. Su cadera, fue sujeta por uno de los fuertes brazos, pegando su vientre al contrario, y sus senos, de nuevo quedaron aplastados por el amplio pecho. Su brazo libre, quedó colgando en el aire, mientras sus rojizos ojos intentaban encontrar alguna señal en el rostro de el príncipe. Sin embargo, lo único que consiguió, fue quedar atrapada en aquellas sensaciones.
Pese al frio de el agua, los labios masculinos parecían arder sobre los suyos, perfectamente unidos. Aprobechando su exclamación de sorpresa, el chico guió su lengua através de ellos, rozándolos con ternura extraña, hubicando el lugar exacto para poder descubrir más de ella.
Bien, tenía que reconocerlo. El primer beso fue torpe. Pero este, desde luego, triunfó. Tanto, que sin darse cuenta, y sin llegar a saber cómo ni en qué momento, ambos estaban tumbados en las toallas. Él sobre ella y los besos, ya no era pudorosos, tentados y expectantes: Eran pura entrega.
El calor creció y podía jurar que su cuerpo se había secado ya. O quizás se lo parecía. No era consciente de él, hasta que la chica se quejó. Se separó, diriguiendo la mirada hasta el lugar que Sakuno miraba incrédula. Su mano había apresado uno de los desnudos senos y sus dedos, jugaban perezosos con el pezón erecto. Apartó la mano rápidamente, sentándose de rodillas y esperando un nuevo golpe en su rostro. Sin embargo éste no llegó.
-¿No vas a disculparte?-. Preguntó avergonzada la chica, cubriendo de nuevo sus senos.
-No me arrepiento.
Sakuno abrió la boca de la sorpresa, mientras él comenzó a jugar con el cordón de su bañador, apoyando su barbilla en su mano izquierda, la cual descansaba sobre una de sus rodillas. Sus ojos denotaban enfado.
-¿Por qué no?-. Se interesó ella.
-¿Qué?-. Preguntó irónico. ¿Acaso quería sacar algo más de él?
-Que porqué no te arrepientes-. Repitió como si él no lo hubiera oido-. Es mi pecho.
-Lo sé-. Respondió encogiéndose de hombros-. Tan solo quería hacerlo, y punto.
-Porque no sientes nada-. Suspiró la chica en una sonrisa-. Tantos años enamorada de ti... y no... sigo sin ser correspondida-. Finalizó amargamente.
-Kuso-. Maldijo entre dientes.
La atrajo contra él, sentándola sobre sus rodillas y besando su frente. Sakuno le miró confusa.
-¿Qué!?-. Exclamó.
-No esperes que me declare ni diga algo de lo que un romeo de fantasía haría-. Gruñó-. Tan solo mira mis movimientos. Dicen más de lo crees.
-¡Pero...!
Interrumpió aquel repertorio de excusas que tan solo le llevarían a una pelea. No estaba dispuesto a declarar que le gustaba, ni siquiera un simple "te quiero"... Aquello se lo guardaba para más adelante. Se agachó y como si de un niño pequeño se tratara, escondió su rostro en los desnudos senos. Esperando reacción. Mas esta no llegó. Sonrió, desbiando su boca hasta el seno más cercano.Tan solo un suspiro extraño escapó de la boca femenina. La miró, apoyando su mentón sobre el valle de ambos pechos.
-Ryoma-. Murmuró temblorosa-. Tu...
-¿Yo?
-¿Haces esto porque eres un hombre? o... ¿Por que lo deseas?
Alzó una ceja.
-La segunda-. Respondió finalmente.
Ryuzaki sonrió. A su modo, había conseguido una pequeña confesión. Pestañeó confuso. ¿Por qué esa simple palabra la hizo feliz, obligándola a abrazarle y besarle. Echizen, confuso, correspondió. Sin darse cuenta, la chica terminó sentada sobre sus muslos, con dada larga pierna rodeando su cintura y sus manos, dibagaban de las caderas femeninas, hasta los costados y espalda. Hasta que una de ellas, se perdió en las nalgas, apresándolas. Sakuno se extremeció. Ambos se miraron y en silencio, volvieron a unir sus bocas.
Esta vez, juró que fue sentido. Sus manos acariciaron la desnuda piel, sintiéndola, cálida, temblorosa y excitante. Los oscuros pezones se tensaron ante sus caricias y los grandes senos cabían perfectamente en sus manos. Sintiendo ambos brazos femeninos sujetos a su cuello, se permitió el lujo de amasarlos con paciencia, creando pequeños suspiros agradables en la boca que deseaba ocupar la suya. Sus negros cabellos fueron acariciados por los largos dedos femeninos.
Una de sus manos liberó uno de los atrayentos pechos, encaminándose hasta una de las piernas que descansaba a un lado de su cadera. Subió, lentamente, hasta llegar a la tira de el bikini. La rodó con sus labios, hasta que finalmente, logró encontrar lo que buscaba, adentrándose. Sus dedos se enterraron dentro de los castaños cabellos rizados, hasta que finalmente llegó al punto más excitante de la joven. Sin dejar de besarla, tocarla y hasta con impulso de tumbarla, creó diminutos círculos en el clitorix. No sabía como, pero aquello estimuló de sobremanera a la muchacha, que comenzó a retorcerse bajo él, impidiendo que los besos continuaran.
y aquello tenía efecto en él. Más de lo que querría. Su miembro reaccionaba y sentía que cada vez crecía y dolía más. Vale. Ya no era un secreto. Estaba excitado, empalmado o como demonios quisieran llamarlo. Y todo era por culpa de la torpe e inocente Ryuzaki.
Uno de los muslos rozó su entre pierna, obligándole a gemir. Sakuno le miró, parpadeando confusa y sonrió, besándola. A tientas, encontró el paquetito que "gracias a dios", sus sempais dejaron. Descendió levemente sus pantalones, mientras que la castaña le miraba expectante y con paciencia, protegió su miembro. La miró atento, esperando alguna negación, miedo o algo parecido en Sakuno, más esta tan solo tragó, afirmando con la cabeza.
La besó, acomodándose entre las suaves piernas, dobladas y sujetas por los tobillos, alzando las caderas por las demandas de sus manos. Sin dejar de colmarla de besos, guió su erección hasta el sexo femenino, acomodándolos a ambos para mejor movilidad. Cuando finalmente, tras un suspiro, logró adentrarse, entrecerró los ojos. La sensación era tan nueva, tan embriagante y deliciosamente placentera...
Un leve movimiento de las caderas femeninas empujaron su miembro aún más hondo, deliciosamente hondo. Gruñó, apoyándose con ambas manos en las toallas y tras un húmedo beso, comenzó a crear más y más movimientos excitantes. Suspiró, gimió, mordió y succionó aquellos labios, igualmente imposibles de acallar y finalmente, estalló. Ella gruñó seguidamente, permitiéndole moverse una vez más, despacio, tranquilo. Ahora, quien más sentía placer final, era ella.
-Ryoma-. Gimió apresando su rostro-. Te amo-. Confesó sinceramente-. Desde el primer momento...
- Shuu-. Acalló con uno de sus dedos sobre los labios-. Lo sé.
-¿Qué... vamos a hacer ahora?-. Preguntó ronca.
-Esperar a mañana-. Declaró extrañado. Creía que aquello había quedado claro.
Se alzó, saliendo de el interior de la muchacha que gimió ante la falta. Sakuno le sujetó de el brazo, mirándole con miedo.
-Ryoma-. Llamó temblorosa-. No te... no te irás... a ir ahora... ¿Verdad?
-Solo quiero tirar esto-. Contestó suspirando y señalando su entre pierna. Sakuro suspiro-. Si es que eres-. Bufó.
Acarició los mojados cabellos y buscó a tientas su camiseta, tirada cerca de la piscina. Se la lanzó al llegar hasta ella.
-Póntela-. Ordenó seco-. Ahora vuelvo.
Si lo que creía era cierto, sus sempais se habrían asegurado de dejarle abierto el bar y no se equivocó. Tras coger varias cosas, se acercó hasta una de las estanterías de metal rojo donde descansaban las bolsas de las patatillas. Sonrió, malicioso. Por una vez que lo hiciera, seguramente, no significaría nada...
Regresó hasta el lugar, descubriendo a la chica abrazada a sí misma, con su camiseta. Seguramente, el vestido, debía de encontrarse en el fondo de la piscina y ni ganas tenía de ir a buscarlo. Tenía que reconocer que le gustaba así. Se acercó hasta ella, sentándose sin el menor de los permisos delante, y dejando que su espalda cayera sobre las dobladas piernas femeninas.
-Toma-. Dijo entregándole un bocadillo-. Ah, y dame tu mano.
Sakuno le miró confusa, colocando su mano diestra frente a él. Ryoma se entretuvo, de espaldas a ella, no lograba ver qué hacia, hasta que sintió algo duro en su dedo anular.
-¿Ryoma?
-Ya está-. Dijo sonriendo-. Esto, creo que explica las cosas que deseas que te diga.
Sakuno se miró la mano. Su dedo anular era rodeado por un aro de chocolate en patatilla. Sonrió, felizmente y abrazándo al muchacho de golpe. Escondió su rostro en el cuello masculino, sintiendo como era correspondida.
-Ryoma...
-¿Hn?
-Yo también te quiero.
Notas autora:
Pues aquí esta :3
Espero les guste a todos y en especial a ella.
Quizás no era lo que esperaba :S... Lo siento, si ha sido así u.u.
En todo caso...
¡Feliz año nuevo a ambas y tods!
Chia: 4-1-08