Angustia el sentimiento, de saber que no me amas

De pensar que no me extrañas

Quiero darte lo mejor de mí

Hacer nuestro el universo, ahogarnos con un beso.

(Hacer nuestro el universo, Prueba de Sonido)

CAPITULO 9 "LA DULCE VIDA DE RECIEN CASADOS"

-¿Y qué tal te está yendo? –cuestiono Sora. La verdad le había sorprendido la llamada, si ella estuviera de Luna de Miel, no se acordaría ni de cómo se llamaban sus amigos, mucho menos de llamar.

-No hablemos de mí –la voz de su mejor amiga, dio por zanjado el tema. Y Sora sonrió, conocía perfectamente a Mimi y lo mejor era esperar el momento oportuno de sacar el tema- ¿Cómo vas con tus trabajos?

-Medio pesado, aunque todo acaba ésta semana. Por cierto, Tai vino a verme –la pelirroja sonrió al recordar a un morocho despeinado y somnoliento, tomando café en su cocina, la mañana siguiente.

-¿Tai? –casi grito Mimi alarmada, después de todo el castaño le caía bien y conociendo lo obsesionada que era Sora-. ¡Pobrecito! ¿En que hospital está? Porque seguro que lo apaleaste por osar –Mimi alargo la palabra- interrumpir tu sacro trabajo.

-Esa era mi intención –contestó la pelirroja riendo-, pero… ¿creerías que después de que le grité por teléfono vino a mi casa y me ayudo a hacer un trabajo?

-Sora, hablamos de la vida real, no de un dorama.

-Sí, ya lo sé. De hecho yo pensé que ya todo se había ido al garete, después de que nos peleamos, pero se apareció en mi puerta con café y… de verdad me ayudó mucho –sonrió.

-¡Vaya! –exclamo Mimi sorprendida-. Que lindo, jamás lo hubiera esperado de él, sobre todo siendo amigo de Matt, pero bueno… las apariencias engañan. ¿Vas en serio con él?

-Claro que no. Es encantador y me la pasó bien, sin mencionar –comento picaramente- que es muy… complaciente, sabes a que me refiero ¿no?

-Sí, ya lo sé –murmuró Mimi, agradeciendo que su amiga no pudiera ver que se había sonrojado, en realidad no quería saber tanto.

-Pero ya sabes que en mis planes no encaja tener una relación larga.

-¿No crees que eres muy obsesiva? ¿Qué tal si es tu príncipe azul? –bromeó Mimi.

-Aja, claro, con sólo conocerlo un mes puedo afirmar eso y más –alegó sarcástica-. Además, para que no haya malentendidos, Tai y yo pusimos las bases de la relación antes de comenzarla, estamos de acuerdo en que es mero entretenimiento. Utilizamos eso que se llama comunicación, ya sabes.

-¿Sabías que estás loca? –murmuro Mimi riendo-. De todas formas, piénsalo, no parece tan malo, Matt me comentó una vez que Tai es un tipazo, aunque no sé si esa sea una buena o mala referencia… -reflexionó.

-Hablando de tu marido…

-Mi pseudo marido –interrumpió Mimi, ya más relajada.

-No crees que comunicación, es un buen término.

-¿Y eso a qué viene?

-¡Ay por Dios! Estás enojada con él ¿no? Porque sino fuera así, no estarías llamándome, más bien estarías gritando en la cama –se rió Sora.

-¡Sora! –se quejó Mimi, sintiendo su rostro enrojecer, por fortuna estaba en el lobby, muy lejos de los oídos indiscretos (y egocéntricos) de Matt.

-Cálmate, sabes que somos amigas. ¿Tan mal ha ido la Luna de Miel que… nada de nada?

Mimi suspiró, Sora no era precisamente sutil, en fin, al menos le serviría para descargar su estrés.

ooo oooo ooo oooo ooo

La castaña aceleró el paso decidida, ya iba con 15 minutos de retraso por estar dudando entre acudir a la cita o no hacerlo. Sabía que a su novio no le gustaría. Pero ya no había vuelta atrás.

Trato de relajarse un poco pensando en que no tenía por qué tener una actitud tan a la defensiva. Después de todo, iba a verse con un amigo, no con un adversario. Quizá su incomodad se originaba en que sabía que a TK, su prometido, no le haría gracia que se citara con Davis. Y bueno, además…, había ido a encontrarse con Davis, sin que TK lo supiera.

Aunque su bombón rubio nunca le había prohibido ninguna de sus amistades, sabía, que a TK le picaba el gusanillo de los celos cuando ella estaba con Davis. Y que no le gustaba que saliera con él, porque en otro tiempo el castaño, había puesto los ojos en ella.

Por eso, siempre que se veía con Davis, era en reuniones grupales y con TK a su lado. Ya que el castaño también era un viejo amigo de TK y Matt, pero sobre todo, de Tai, su hermano, ya que compartían esa pasión enfermiza por el soccer. Pasión que ella nunca había podido entender en los hombres.

Por fortuna, TK no se obsesionaba con el soccer y ella no tenía que verse obligada a fingir que le interesaba un partido, las faltas, los penales y todas esas rarezas, cuando sinceramente lo único que veía interesante ahí, eran las piernas de los jugadores. Compartía otro tipo de intereses con TK; como el tenis, la música y el amor. TK, era su alma gemela.

Sonrió al pensar en él, e inconscientemente acarició su anillo de compromiso en su mano izquierda, antes de entrar al café en el que Davis la había citado. Tardo un poco en localizar al apuesto castaño, hasta que lo vio sentado en una mesa de la amplia terraza del café. Hablaba con uno de los camareros y no se había percatado de su llegada.

-Hola –saludo Kari regalándole una sonrisa.

-Me alegra que vinieras –soltó Davis a modo de saludo, levantándose enseguida para acomodar la silla de la castaña-. Te pedí un capuchino de vainilla, sino mal recuerdo es tu sabor favorito.

-Lo sigue siendo –confirmó, conmovida de que él aún lo recordará.

-¿Qué tal te va en el despacho? –cuestiono la castaña, luego de que le sirvieran el café.

-Tengo un par de casos importantes, relacionados con empresas corporativas. No es nada del otro mundo, pero me gusta –sonrió y observó a Kari. Ella no había cambiado nada, seguía siendo tan guapa como siempre, con esa mirada dulce que era capaz de derretir las defensas de cualquiera.

Mantuvieron una conversación rutinaria, poniéndose al día, hasta que Davis pidió el segundo americano.

-Por cierto, escuche que te vas a casar –comentó Davis mirándola a los ojos.

-Sí, el próximo mes –Kari tomó un sorbo de su capuchino, no era la clase de conversación que le hubiera gustado sostener con él, pero no era tan ingenua y sabía que inevitablemente terminarían hablando sobre eso.

-Kari… no te cases –pidió Davis sin rodeos, sus ojos castaños parecieron más intensos.

-Davis, lo siento, pero no tengo por qué discutir ese tipo de decisiones contigo, no deberías pedirme una cosa así –le molestaba ser tan directa, pero no quería que quedaran dudas sobre su decisión.

-Kari, te lo estoy diciendo como un amigo, no por otra cosa. TK no te ama, no te va a hacer feliz, no quiero que pases por eso –Davis aferro su portafolio con la mano derecha. Tenía que hacerlo, sino la perdería, para siempre.

-Davis no sabes ni de lo que estás hablando –soltó Kari irritada y levantándose.

¿¡Qué TK no la amaba!? Davis estaba chiflado. Había tenido suficiente, se iba. Ni siquiera tenía caso discutir con él.

-No, Hikari. Eres tú la que no sabe lo que está pasando –de pronto su voz se torno dura-. Quiero que veas esto.

El morocho abrió su portafolio y sacó un sobre de papel manila, se lo extendió a la castaña, pero Kari se limitó a mirarlo con desconfianza.

-¿Qué es esto?

-Revísalo… por favor –solicitó el castaño, aún extendiéndole el sobre.

-¿Para qué?

-Este sobre contiene la prueba de que TK no te ama como crees –soltó Davis, ya sin reparos.

-¿Qué es? –Kari tomó por fin el sobre, pese a sus reticencias.

No le creía ni media palabra a Davis, pero sentía curiosidad. ¿Qué podría ser eso que, según Davis, probaba que TK no la amaba?

-Es un testamento –explico cuando ella lo miró con una nota de confusión en su rostro y luego aclaró-. TK se va a casar contigo por interés.

ooo oooo ooo oooo ooo

Yamato se zambulló limpiamente en la piscina del hotel. Mimi lo miró nadar desde la tumbona en la que descansaba y leía Orgullo y Prejuicio. Su Luna de Miel estaba por terminar y había sido más aburrida de lo que esperaba… las cosas habían cambiado.

Matt se mostraba amable, pero no con el mismo carácter de antes. Y ella que había pensado, que ni loca extrañaría su peculiar sentido del humor. Por su parte, Mimi se mostraba cautelosa y algo orgullosa. En conjunto, entre ambos se había levantado un gran muro diplomático, algo así como la relación de EUA y Alemania después de la guerra. O como cuando un novio preguntaba repetidamente a su chica ¿estás enojada?, sabiendo de sobra la respuesta y sólo consiguiendo cabrearla más.

Matt no había vuelto a hacer ningún comentario sobre el tema y tampoco había vuelto a tocarla. Parecía absorto en disfrutar del viaje, nadaba, practicaba deportes acuáticos y después de cenar se quedaba profundamente dormido, o al menos, eso aparentaba.

Sin duda, esa era su manera de ignorarla, o de enojarse… fuera lo que fuera, la castaña ya se estaba hartando. Era ella la que debería estar enojada, no él. Sus palabras frías y amables, la sacaban de quicio.

De seguro el sol le había afectado, pero echaba de menos al antiguo Matt, al menos, era más sincero. Y es que resultaba torturante estar en un punto medio, en el aparentemente todo estaba bien, pero ambos sabían que no era cierto y la tensión era evidente.

La tarde había refrescado y la castaña decidió que era estúpido pasarse el día tumbada, observando a Matt, por lo que decidió dar un paseo por el mercado de artesanías que había visto frente a su hotel. Se divirtió comprando un par de chucherías y al ver que aún no oscurecía, continuó caminando y pensando.

No supo en que momento, pero cuando miró hacia atrás y alrededor se dio cuenta de que no tenía ni idea de en dónde estaba. ¡Genial! Se había perdido. ¿Y ahora? Ok, lo primero era conservar la calma. ¿¡Pero cómo diablos la conservas cuando no sabes en dónde rayos estás, no hablas el mismo idioma que los lugareños, no puedes leer las indicaciones de los letreros y después de comprar, sólo te quedan $.75 dólares, es decir… ni para un maldito taxi!?

-¿Oletko kunnossa? –la voz masculina la sacó de su momentáneo trance. Y se encontró con un hombre maduro que la miraba fijamente.

Mimi se sintió intimidada, el sujeto no presagiaba nada bueno. Y no había entendido nada de lo que él había dicho.

-¿Tarvitsetko apua? –el hombre se acercó y ella retrocedió asustada. Un grito pugnaba por salir, pero ella se contuvo y sujeto sus compras.

En una de las bolsas llevaba un platón decorativo de talavera, podía estrellárselo en la cabeza, patearle los testículos y echar a correr. Calculo que tendría 15 segundos de ventaja, el tiempo suficiente para llegar a dónde hubiera gente y pedir ayuda, si era necesario volvería a golpearlo. Él se acercó y Mimi se preparó para atacarlo.

-It´s ok, she´s my wife –un fuerte brazo le rodeo los hombros y pensó que nunca se había sentido tan feliz de escuchar la voz de Yamato, ni siquiera prestó atención a lo que el otro hombre le dijo a su esposo.

-Mimi… ¿estas bien? –cuestionó Matt después de subirla a un taxi.

Mimi lo miró por tres segundos, en sus ojos podía apreciarse el miedo y la confusión. Tenía muchas preguntas, como ¿qué era lo que Matt hacía ahí? ¿Cómo la había encontrado? Pero se contentó con refugiarse en él, asentir y cerrar los ojos, mientras Matt la abrazaba.

-No quería hacerte daño, era finlandés y te estaba ofreciendo su ayuda –explicó Matt, acariciándole el cabello conmovido al verla así. Su esposa parecía tan frágil que despertaba muchos sentimientos contradictorios en él.

La castaña asintió otra vez, poco le importaba quién, de dónde o qué quería aquel sujeto, lo único que sabía era que se había sentido muy asustada. Se propuso tomar clases de taekwondo en cuanto regresaran a Odaiba.

-¿Tienes hambre? –Matt la miró preocupado, estaba algo pálida. Había pensado que quizá se iba a desmayar, por fortuna no había sido así. Con una buena comida y noche de sueño, estaría como nueva.

ooo oooo ooo oooo ooo

-¿Te estás divirtiendo? –pregunto Matt sonriendo, mientras picoteaba su cena y observaba al grupo, que animaba el ambiente en el restaurante bar.

-No está tan mal –la castaña también sonrió, ya más relajada. La comida estaba deliciosa y el ambiente bohemio le gustaba.

-¿Quieres otra? –cuestiono Matt, al ver que ella había vaciado el contenido de su copa, un inocente Sex on the beach.

-¿Intentas embriagarme? –bromeo la castaña, aliviada de que Matt pareciera el mismo de antes.

-¡Te regresa el buen humor! –la miro divertido, dándole un trago a su gin tonic.

Cuando vio que Mimi se marchaba de la alberca, se había preocupado un poco y toda la tarde la había seguido sigilosamente, no quería que se metiera en líos, lo que parecía una habilidad de ella.

-¿Yo? Tú eras el que estaba de malas, ignorándome… -se interrumpió, quizá era mejor no llevar las cosas más lejos.

-Yo no te ignoraba –aclaró Matt sorprendido-, me porte como un tipazo amable, porque parecía que de un momento a otro ibas a dispararme.

-Esa amabilidad era extraña en ti, me parecía, no sé… diferente –y fría, no le gustaba-. Y ni te atrevas a insinuar que soy violenta –aclaró ella.

-Bueno al principio estaba un poco molesto, no sabía como tratarte –se sincero Matt observándola. Estaba muy guapa con ese vestido rosa, sonriendo como una niña mimada.- Y no lo insinuó, lo afirmó.

-Yo era la que debería estar molesta, Yamato, te metiste en mi vida privada –soltó enojada, sacándole la lengua.

-Y ya te dije que no era mi intención, aunque te cueste creerme. El informe llego y no pude…

-¿Evitar leerlo? –ironizó.

-Soy curioso, lo lamento –era su forma de disculparse y Mimi lo miró-. Además, no tienes idea de lo que me preocupe cuando no te vi en el cuarto, en serio. Y tú no hiciste las cosas precisamente fáciles, actuabas como una niña enfurruñada y no sabía cómo tratarte.

-¿¡Insinúas que soy infantil!? –se quejó la castaña fuertemente, mirándolo airada.

-Peligrosamente infantil –aclaró él-. Te enojas por todo, te gusta armar dramas, eres muy orgullosa –Mimi lo miró con mala cara-, pero… eres alegre, entusiasta, aceptas los retos y sonríes todo el tiempo, hasta con los pequeños detalles, y cuando lo haces –se acercó como si le fuera a contar un secreto y su aliento le hizo cosquillas a Mimi, debajo de la oreja-… te ves muy linda.

La castaña se sonrojo inmediatamente. ¿Qué le pasaba a Matt? ¿Acaso era bipolar? En la tarde parecía más frío que un iceberg y ahora… hasta la adulaba.

-Me gusta, -admitió él sonriendo- me gusta cómo eres.

Mimi sintió su cara arder. Y el cosquilleo que había sentido en la boca de su estómago de inmediato ascendió a sus labios y le dejo la boca seca. No sabía qué decir. Y no sabía porque se sentía emocionada por 6 simples palabras. Tampoco sabía por qué los ojos azules de Matt de pronto parecían sonreírle con profundidad.

El rubio acercó su rostro peligrosamente lento. El cosquilleo se intensifico. Y Mimi se quedó sin aliento cuando él comenzó a hablar muy cerca de su cara, sentía como si su aliento la quemara y podía oler su colonia, fresca y varonil.

-O acaso –susurró él- me vas a decir que tú no extrañabas al antiguo Mattie. Que no te gusta.

Mimi lo miró contrariada y por seguridad, alejó su rostro del de él.

-¿Te han dicho que eres un narcisista? -cuestionó fingiendo curiosidad.

-No, las mujeres acostumbran decirme que soy sensual, provocador y hasta afrodisíaco –declaró bromista.

La castaña soltó una carcajada.

-Eres un cabezota.

-Mimi… hagamos un trato.

-Como cuando eres niño y haces pactos –o como el que nos llevó a casarnos, pensó encendiendo las alarmas.

-Algo así. Qué te parece no salir sin avisarle al otro. Y… no investigar, ni entrometerse en la vida pasada del otro.

-¿Vida pasada?

-Ya sabes, antes del matrimonio.

-Ya no hay más que investigar –suspiró ella.

-Bueno, lo lamento... pero… ¿qué me dices del trato? –cuestiono mirándola como un niño perdido.

Era un chantajista. Seguro que sabía que con esa mirada de cachorro conseguiría cualquier cosa. Incluso apagar las cenizas de su enojo. A pesar de sí misma, la castaña sonrió divertida y aliviada, parecía que todo volvería a la normalidad.

ooo oooo ooo oooo ooo

Kari pisó el acelerador y rebasó a un conductor por la derecha, quién toco enardecido la bocina y le hizo un gesto desagradable, pero la castaña ni siquiera le hizo caso.

Lucho por mantener la calma y porque las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, fracasaran en su cometido.

¡No podía ser cierto!

Pero… lo era.

Había visto y tocado los papeles, había reconocido el emblema de los Ishida y hasta la firma del abuelo de TK.

Recordó el día en que TK le había pedido que se casaran. Sólo sus ojos habían denotado su emoción, porque sus palabras eran seguras, sin titubeos. Y ella había aceptado con los ojos brillantes de felicidad. Después él la había besado.

Sus labios… tan dulces, tan cariñosos y pasionales… únicamente TK tenía esa mirada que le llegaba al alma, que penetraba en cada fibra de su ser, sólo él era dueño de esos labios que la besaban fundiéndole y abrasándole el corazón.

Sus palabras. Sus detalles. Sus sonrisas. Sus miradas. Sus caricias. Sus besos.

No podían ser mentira.

¡Pero ese estúpido papel no dejaba de atormentarla!

Quizá ahora todo tenía sentido.

TK y ella ya llevaban varios años siendo novios, pero él no parecía tener prisa en avanzar la relación. Y ella no hablaba precisamente de casarse, sino de al menos vivir juntos, de mudarse a un departamento o algo.

Por eso, ese día en que su rubio había aparecido con un anillo y una sorpresiva propuesta de matrimonio, no había podido evitar saltar de felicidad. ¡Lo amaba! ¡Lo amaba como una idiota! ¡Cómo el primer día! Y la posibilidad de compartir su vida con él, la llenaba de esa alegría cálida y explosiva que sólo el amor podía proporcionar.

Salieron a cenar para celebrarlo, no a un restaurante, sino a ese muelle en donde un día muy lejano ella había sido perseguida por TK, en su primera cita con Davis.

¡Eso era lo que le gustaba de TK! Siempre la sorprendía con los detalles más dulces y a veces más impulsivos. Y ésta vez, la primera desde que volvían al muelle, él había montado una mesa en el lugar en el que se habían hecho novios un día muy lejano.

Sonrió al recordar aquel día de declaraciones.

Ella había terminado su cita con el castaño y en vez de irse a su casa, había decidido ir al muelle, a caminar y a pensar. Estaba harta de la amable y desinteresada amistad de TK. Estaba harta de que el rubio sólo la viera como una amiga, quizá la mejor, pero nada más. Por eso había aceptado salir con Davis. Y ahora el castaño se había declarado, la quería, quería que fueran algo más y no sólo amigos.

Y ella… sabía que estaba mal aceptar cuando en toda la cita, TK no había salido de su cabeza ni por un segundo. Por eso le había pedido tiempo a Davis.

Y justo cuando estaba pensando que lo mejor era aceptar y comenzar desde cero, él había aparecido con la mirada encendida de rabia.

-¿Qué haces aquí? –cuestionó la castaña sorprendida, el corazón comenzó a martillear en su pecho.

-¿Por qué saliste con Davis? –reclamó TK, con un tono tan cargado de furia, que hasta él se sorprendió, pero no tenía tiempo de contemplaciones.

-Me cae bien

-¿Te gusta?

-¿Eso importa? –preguntó caminando por un muelle vació.

-¡Contéstame, maldita sea! –grito el rubio, cogiéndola del brazo- ¿Te gusta? ¿Por eso dejaste que te besara? ¿¡Te gusta!?

-¡Suéltame! TK, me estás lastimando –soltó Kari mirándolo sorprendida, pero ahora ella también estaba enojada. Él no tenía derecho a tratarla así. No eran nada, salvo amigos.- ¡Te dije que me soltaras! –exigió frenética, al tiempo que trataba de que él la dejará.

Pero el rubio no se amilano ante la reacción de la castaña. La sujeto con ambos brazos impidiendo que escapara y ella comenzó a vociferar y a tratar de zafarse.

Y entonces TK, el tímido, el pacifista, el buen amigo… la besó.

La beso fundiendo sus labios en los de Kari. La beso con la rabia de los celos, pero también, con la pasión de años de un amor silencioso. Kari cerró los ojos y disfruto del violento y sensual roce. Y cuando se separaron, la castaña hizo lo único que tenía sentido en ese frenesí inesperado. Lo miró por dos segundos y después le dio una sonora cachetada con todas sus fuerzas.

TK se tambaleó por el golpe y ella, al tratar de detenerlo, cayó con él al agua fría.

El impacto fue como un golpe que le sacó el aire, pero el ojiazul la sacó a flote y la llevó a la orilla. Cuando estuvieron a salvo y tiritando como dos esquimales, ella lo tomó de la solapa del traje y lo besó con ternura y el rubio, sorprendido y confundido, la abrazó por la cintura.

-Eres un tonto –declaró ella enojada.

-Sí, un idiota –aceptó TK mirándola, acomodo un húmedo mechón de su cabello castaño, detrás de su oreja-, pero te amo.

Ella guardó silencio. ¿¡Por qué se lo decía hasta ahora!? Justo cuando había decidido olvidarlo.

¿¡Por qué eran así los hombres!?

¿Y por qué no podía resistirse a esa mirada tierna y asustada de TK?

Bueno, mejor era tarde que nunca. ¡Ella también lo amaba como una tonta! Sin pensarlo, sonrió.

-Yo también –declaró.

-Kari… -TK sonrió, se sentía el hombre más feliz. ¡Había estado a punto de perderla! ¡Pero ahora, estaba seguro de que era suya! ¡Y él también lo era! Siempre lo había sido. La abrazó con dulzura y después grito- Te amo. ¡Kari de Ishida, te amo!

Ella comenzó a reír. TK era un loco, era el tipo de hombre que al estar junto a él inevitablemente terminas amando y ella se sentía feliz a su lado. Bajo la luna, en el muelle, lo beso con fuerza, con todo el amor que había reprimido.

Las lágrimas le empañaron por completo la visión. Se estacionó en una calle y trató de controlarse. Sus recuerdos con TK siempre habían sido tiernos y emocionantes, pero ahora tenían un toque agridulce.

Y ahora, años después habían cenado hamburguesas, vestidos de gala, esa noche en el mismo muelle. Y habían comenzado a hacer planes, de boda, de su vida futura, de sus hijos. Y aunque a ella le había parecido un poco extraña la propuesta de TK, a muy poco tiempo de la muerte de su abuelo, no le dio importancia. Se sentía tan feliz e ilusionada, que sólo existían ellos dos.

Y ahora… ahora todo encajaba.

¿Todo era por interés?

¡¿Por maldito dinero!?

¡NO!

¡TK no era así!

Ella lo conocía. Él no era así.

Pero… ¿por qué justamente le había pedido matrimonio después de la muerte de su abuelo? ¿Después de que leyeran el testamento?

¿Por eso Matt se había casado con Mimi tan sorpresivamente?

Y las piezas seguían encajando.

En la copia del testamento que Davis le había mostrado, se especificaba que la condición era para ambos. Eso explicaba muchas cosas sobre el apresurado matrimonio del hermano de TK. Matt había utilizado a Mimi… como TK la estaba utilizando a ella.

Y luego estaba lo del asunto del hijo… no podía negarlo, en ocasiones soñaba con tener hijos suyos y de TK, con su cabello rubio y con los ojos castaños de ella o castaños y de ojos azules. Pero ella no los deseaba por interés. Sino porque amaba al rubio. Porque estaba enamorada de TK. ¡Porque él era la persona que más quería en el mundo!

El amor concede a los demás el poder de destruirte.

Eso había leído en un libro.

Y ahora sentía que le estaban destruyendo poco a poco el corazón, fragmento por fragmento.

Sabía que TK no podía ser tan ruin, pero… y siempre un maldito pero… las cosas encajaban.

TK la amaba ¿no? ¿Por qué querría lastimarla? ¿Por qué lastimarías a alguien que amas? ¿Y por qué no se lo había contado?

Si TK se lo hubiera contado, todo sería diferente. Ella hasta hubiera aceptado de buena gana. Pero sin omisiones de por medio. Con la confianza y sinceridad que siempre había existido en su relación, o, que ella creía que existía. La realidad era que TK se lo había ocultado, las razones para ese matrimonio se las había guardado sólo para él, lastimándola a ella de muerte.

¡Diablos! ¡Que dramática estaba resultando! ¡Tenía que controlarse! Hundió el rostro entre sus manos, con los ojos cerrados fuertemente y trato de recuperar la compostura. Respiró hondo y desenterró su cara de sus manos. Tomó su celular y marco el número que conocía tan bien. Al segundo timbrazo, él respondió.

-Hola, Kari –su voz sonaba tan segura, pacífica y alegre como siempre.

-Hola –ella en cambio, tuvo que hacer un esfuerzo para que su voz sonara normal.- TK, quiero verte.

-Yo también, me muero de ganas de ver esa sonrisa –respondió animado. No se percató de nada. Kari casi podía verlo sonreír al tiempo que se aflojaba la corbata.- No tienes idea de cuánto de extraño, ¿Qué te parece si en la tarde pasó por ti y nos escapamos por ahí? Quiero hablar contigo de la boda.

-¿La boda? –murmuro, imaginando el maldito testamento frente a ella.

-Sí, nuestra boda –sonrió TK- Ya llamé al Four Seasons, pero no tienen espacio para la recepción, creo que lo mejor es imitar a Matt y hacerlo en el jardín de la casa. ¿Cómo ves?

¿Desde cuándo un hombre se preocupaba por esas cosas? Por lo general la novia era la que se ocupaba de eso. TK debía tenía prisa por casarse y cobrar su herencia.

-Kari… Kari… cielo ¿sigues ahí? –la voz de su prometido la sacó de su trance.

-¿Eh? Sí, sí, está bien –contesto apresurada.

-Pareces distraída… ¿Kari te pasa algo? –cuestionó preocupado.

-No… TK… -balbuceó- lo siento, estoy semidormida pero te prometo que en la tarde estaré bien.

-No me importaría quedarme junto a ti y verte dormir –admitió TK, la verdad es que se sentía emocionado ante la perspectiva de despertar todos los días junto a ella- ¿segura que quieres salir?

-Te veo a las 6.

-Ok, pasó por ti a esa hora y... te quiero –susurró.

-Yo también –musitó la castaña aferrando el celular- más de lo que te imaginas.

-Kari, ¿en serio todo está bien? Te escuchas diferente –inquirió el rubio.

-Sí, todo bien. ¿Qué hay de malo en que te diga que te quiero? TK, tú sabes que te amo y me voy a casar contigo por eso… tú también ¿verdad?

-Sí, Kari…

-Bueno, entonces te veo a las 6, nos vemos –y colgó, dejando a su novio algo confuso.

En su oficina, TK pensó que Kari estaba algo rara, pero quizá se debía a la presión de la boda. Las novias siempre andaban de arriba para abajo semanas antes de la ceremonia y estaban sometidas a mucho estrés. Quizá era eso. Sonriendo y regresando al trabajo, ya no pudo sacarse a su prometida de la mente, se sentía el hombre más feliz y sobre todo, afortunado.

ooo oooo ooo oooo ooo

-En definitiva, eres infantil –sentenció el rubio al tiempo que observaba a su esposa jugar descalza con la arena en la playa.

Brillando sobre el tranquilo océano, la luna y ellos eran los únicos que se daban cita esa noche en la costera.

-Y tú un viejo aburrido –contestó Mimi inclinándose para lavarse las manos con agua salada. De pronto sonrió maliciosa y se acercó a Matt.

-Ni se te ocurra –advirtió él, pensando que parecía peligrosa.

Mimi rió y le arrojo el agua a la camisa Dior, arruinándosela y salpicándole la cara. Lo observó divertida, hasta que él comenzó a caminar amenazador hacia ella, como un tigre siberiano acechando a su presa.

-Me las vas a pagar. No te me vas a escapar –susurró sonriendo amenazante.

-Matt… -murmuró Mimi retrocediendo un paso y levantando las palmas- Matt… ¡Matt! –gritó corriendo en dirección opuesta a él.

Cuando estas conmigo no existe el tiempo, nooo no

Lo que nos rodea se vuelve nuestro

Me gusta soñar con tu sonrisa y en la playa ver

Tu pelo jugar con la brisa.

-¡No huyas! –el rubio comenzó a perseguirla divertido.

-¡Atrápame si puedes! –lo retó.

Sus risas y el sonido de las olas rompiéndose acompañaron su correteó. Hasta que Matt, consiguió alcanzarla y la atrapó por la cintura.

-¡No! Espérate. ¡Matt, no! –pero ya de nada valían sus suplicas, su rubio captor la levanto entre sus brazos y comenzó a adentrarse al mar.

-Te dije que me las ibas a pagar –recordó, con un brillo travieso en su mirada.

La castaña jadeó cuando el rubio, amago con arrojarla al mar. El agua ya le llegaba a él hasta las rodillas.

-¡Matt, en serio suéltame! –exigió resistiéndose en sus brazos.

-Está bien –sonrió el rubio-, pero tienes que gritar Matt es el rey del mundo.

-¿Estás loco?

-Dilo

-El rey del mundo es Leo DiCaprio –farfulló Mimi bromeando, pero gritó más cuando Matt amenazó otra vez con aventarla.- Ok, ok, ok, Matt es el rey del mundo –murmuro entre dientes.

-Tienes que hacerlo mejor –exclamó sonriendo amenazante- grí-ta-lo.

-Sólo si fuera absolutamente necesario.

-Ok, tú lo pediste. ¿Crees que no lo voy a hacer, verdad? –soltó mirándola retador.

Ella sonrió inocente y negó con la cabeza.

-Voy a contar hasta 3 –advirtió el rubio- 1… 2… ….3

Matt la soltó, pero Mimi, que se había sujetado de su cuello, lo arrastró con ella y ambos se hundieron en las aguas. Riendo y chapoteando comenzaron a aventarse agua.

-¡Eres un demente! –exclamó riendo, al tiempo que se exprimía el cabello, sentada en la arena.

-Soy hombre de palabra –se defendió mirándola. Mojada y bajó la luz de la luna, tenía un aspecto tierno y sensual, ella siempre era ambivalente.- ¿Tienes frío?

-¿Y… este es el momento cuando me pasas el brazo por los hombros para que entre en calor? –bromeó la castaña.

-También puedo ofrecerte mi saco, mojado y lleno de arena –ofreció sonriendo y mirándola a los ojos- o… puedo ofrecerme yo –susurró.

Mimi lo miró sonriendo y a punto de contraatacar, Matt nunca iba a cambiar, así era. Egocéntrico, narcisista y bromista. Pero así lo quería.

¡Momento!

¿Lo quería? ¿Quería al rubio?

Bueno, el convivir con una persona hace natural que nazca cariño por ella. Cariño y estima y… hasta ahí. ¿No?

En ti puedo morir

Y tengo miedo de perderte a ti

Sin haber tenido la esperanza

Que viniera tus labios que viniera de tu alma

Pero ella ya no tuvo tiempo de seguir con sus reflexiones, porque Yamato deslizó su boca sobre la de ella y comenzó a besarla. Mimi abrió los ojos sorprendida, trató de resistirse y abrió la boca para pedirle que parara, pero el rubio la tumbó en la arena, le sujeto las muñecas, aprisionándola y aprovecho para intensificar el beso. Su lengua sabía a gin tonic y se movía cálida y demandante en su boca.

Paulatinamente Mimi dejó de resistirse. Todos sus sentidos se habían concentrado en responder al beso de Matt, que relajo la presión en sus muñecas y en un rápido movimiento la volteó, quedando ella arriba y él con la espalda en la arena.

Mimi lo miró sofocada, con los labios hinchados y las mejillas encendidas, su respiración estaba entrecortada, pero la de él no estaba mejor, sus ojos se habían oscurecido por el deseo. La tomó de la nuca y la inclinó para besarla de nuevo, al tiempo que comenzaba a deslizar su mano por la espalda de la castaña, hasta su trasero. Mimi emitió un gemido al sentir la dureza del rubio pegada a su entrepierna.

-¿No crees… que… sería mejor ir al cuarto? –preguntó con la respiración entrecortada.

El rubio la miró y asintió con una pequeña sonrisa juguetona.

Entraron al hotel por la parte de atrás y subieron a su habitación en silencio, tomados de la mano. No se escuchaba nada, más que algún vehículo ocasional que atravesaba la zona hotelera. El rubio trazaba círculos en el dorso de la mano de Mimi, distraídamente. Y por un momento la castaña se arrepintió de haberle sugerido que subieran. ¿Qué tal si había enfriado el momento? Pensó decepcionada.

Aún espero verte cada mañana

Y que el viento traiga a mí tu voz en calma

Aunque tú no sepas que estás en mi mente noo no

No me importa ser para ti uno más de la gente

Matt entró a la habitación y encendió una pequeña lámpara. Sin decir una palabra, Mimi lo abrazó por el cuello y reclamó sus labios, poniéndose de puntillas. El rubio la sujeto por la cintura posesivamente y la condujo al baño, sonriendo y sin dejar de besarla.

-Estás helada –susurró besándole el cuello sensualmente.

Y sin previo aviso abrió las llaves de la ducha. Mimi jadeó cuando el agua tibia le golpeo la espalda. Matt la aprisiono contra una pared, recargando su peso en ella y comenzó a quitarle el odioso vestido. Mimi lo atrajo de nuevo hasta sus labios y él la beso extasiado. No sabía qué tenía la castaña, pero cada vez que la tocaba, que la besaba, que aspiraba su dulce fragancia, se sentía como embriagado, quería llenarse de sus besos y de ella.

Angustia el sentimiento, de saber que no me amas

De pensar que no me extrañas

Quiero darte lo mejor de mí

Hacer nuestro el universo, ahogarnos con un beso.

Deslizó una mano hasta un seno de la castaña y comenzó trazar círculos por encima del sujetador, hasta que capturo y apretó un pezón. Mimi se mordió el labio tratando de reprimir sus quejidos. El pulso de Matt continuó su camino y siguió trazando formas en el vientre de la chica, hasta sus muslos, la castaña le mordió con suavidad el lóbulo de la oreja y comenzó a besar y mordisquear el cuello del rubio.

-Yamato –susurró con la voz cargada de deseo, comenzando a aflojarle la camisa y el panatalón.

Matt cerró los ojos un instante, todos sus sentidos parecían concentrados sólo en Mimi. Con destreza se deshizo del resto de la ropa de ambos y la tomó por la cintura. Sus senos se oprimieron contra su pecho y él comenzó a besar su clavícula, deslizando su lengua hasta sus pechos repitió lo que había hecho con sus dedos, sólo que ahora dejó un húmedo sendero y capturo suavemente con sus labios la punta de sus senos, al tiempo que deslizaba sus dedos entre las piernas de la castaña y comenzaba a frotar su centro. Mimi se arqueó instintivamente, cuando Matt introdujo un dedo en su interior, sorprendida por el placentero contacto, cada una de sus terminaciones nerviosas estaba pendiente de lo que hacía el cuerpo del rubio. Matt retiró los dedos lentamente y volvió a besarla con desenfrenó, presionando su masculinidad contra la entrepierna de la castaña, que comenzó a mover sus caderas contra él.

-Meems –ésta vez fue su turno de jadear.

El corazón del rubio latía acelerado, apoyo a Mimi en la pared, el agua seguía cayendo sobre ellos y con tortuosa lentitud comenzó a rozar su entrada. La castaña volvió a arquearse y se abrazó con fuerza a él. Matt la besó hambriento mientras entraba completamente en ella. Mimi, sorprendida por la fuerza de su deseo, enredo sus piernas en la cintura del rubio, ya sólo apoyada contra la pared. Matt la miró hipnotizado por sus ojos, oscurecidos a un tono chocolate, ella sonrió y él salió lentamente, para después entrar con más fuerza silenciando los gemidos de la castaña, con sus labios.

Respirar el aire que tú alimentas

Y beber la luz de tu mirada, de tu mirada

Te amo, como se ama la libertad

El deseo por vivir la esperanza de soñar

Mimi sonrió cuando salió de la ducha y observó que Matt ya estaba dormido, se recostó a su lado, observando su semblante. ¿Qué le había dado ese hombre? ¿Qué le pasaba con él? ¿Acaso la había hechizado? Lo de antes… era algo que se había prometido no volver a hacer, pero la realidad era que Yamato siempre lograba alejarla de todo sentido común.

Sus caricias y sus fieros besos, despertaban sensaciones que nunca antes había tenido. Su presencia la dejaba sin aliento y su corazón latía acelerado de tan sólo hurgar en sus recuerdos. Lo miró respirar tranquilamente y por primera vez, desde que estaba con él, comenzó a sentir miedo. Escuchó el latir de su corazón y mordiéndose el orgullo, tuvo que admitir que Matt le gustaba mucho. Nunca había conocido a un hombre como él. Tan idiota, pero al mismo tiempo tan seductor y delirante.

Con delicadeza le pasó la mano por el cabello y el rostro. ¿Qué sentiría él por ella? ¡Diablos! Ya estaba alucinando.

Y todavía tenía que pasar dos años con él… ¿cómo iba a sobrevivir?

Respirar el aire que tú alimentas

Y beber la luz de tu mirada, de tu mirada

Te amo, como se ama la libertad

El deseo por vivir, la esperanza… de soñar

ooo oooo ooo oooo ooo

TK sonrió a su prometida, había estado tan inmerso en las explicaciones y planes sobre la boda y la Luna de Miel, que no se había dado cuenta hacía donde estaba manejando Kari y se llevó una grata sorpresa al encontrarse en el legendario muelle.

-¿Te gustaría que nos casemos aquí? –preguntó TK en broma, aunque pensando que sería divertido.

-No… -contestó Kari.

-Sería genial –la ánimo-. Podemos poner sillas aquí y allá y el padre nos declararía marido y mujer justo en este lugar –se paró en la orilla del muelle, dónde ella, años atrás lo había abofeteado.

-¿Puedes parar? –soltó mirándolo, sentía una extraña presión en el pecho.

-Tienes razón. Lo lamento. ¿Te estoy presionando mucho? Era sólo una broma, Kari, jamás te sometería a la presión de montar todo un circo en el muelle –se disculpó sonriendo y abrazándola, pero ella se deshizo de sus brazos.

-Para de hablar de la boda ¿quieres? –exigió molesta.

TK la miró confuso y preocupado. Seguro que Kari tenía una crisis de estrés, aunque le sorprendía, porque ella no cedía a las presiones. Se encontró con su mirada castaña y de pronto se dio cuenta de que lo que le pasaba a Kari, no tenía nada que ver con el estrés.

-¿Qué pasa? –cuestionó ansioso, quizá le habían dicho algo en la Universidad o alguien la había contrariado, golpearía a cualquiera que hubiera herido a su novia.

-¿Por qué quieres casarte conmigo TK? –inquirió. Ya estaba. De su respuesta dependía todo. Le estaba dando una oportunidad para que fuera sincero, pensó dolida.

El rubio sonrió sorprendido –Porque te amo y quiero estar contigo todos los días que me queden de vida –contestó con simpleza, no le daba pena decírselo, le gustaba que ella lo escuchara.

-¿Y… es la única razón? –cuestionó.

-La más fuerte, hay otras también –admitió él con una media sonrisa.

-¿Cómo cuáles? –Kari lo estudió con la mirada, su corazón latía muy rápido. ¿TK se lo iba a decir?

-Que estoy seguro de que eres la única que podría amar, que quiero despertar junto a ti, quiero que peleemos por el control de la tele y por el lado de la cama –soltó bromeando, quizá Kari tenía el período y por eso se sentía insegura.

Deseó abrazarla para tranquilizarla, pero cuando su novia se ponía de genio, a veces podía ser algo explosiva, si lo sabría su adolorida mejilla. Aún así, la amaba, era la única chica de la que se había enamorado, desde pequeño.

-¿Y el testamento de tu abuelo no tiene nada que ver? –soltó mirándolo decepcionada.

TK la miró aturdido. ¿Cómo sabía eso Kari?

-Lo supuse –murmuró para sí misma.

-Oye, –con razón ella actuaba tan raro- no es lo que estás pensando.

-¿Y que crees que estoy pensando? ¿Qué te casas conmigo por interés? –ironizó levantando una octava la voz.

-Escúchame –pidió mirándola a los ojos-, está bien, hay un testamento que dice que me tengo casar, pero yo no te lo pedí por eso.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-Porque no quería que creyeras que me casaba contigo por dinero –soltó sincero.

Había sido un idiota, en un par de ocasiones había estado a punto de decírselo, pero Kari se mostraba tan feliz, que no quería que dudara de él. Había tenido miedo de perderla y ahora… ahora no sabía que decirle para que le creyera.

-¿Pensabas decírmelo?

-Claro que sí…

-¿En serio? –lo interrumpió- ¿Cuándo Takeru? ¿Cuándo tuviéramos 5 años de casados y dos hijos?

-Kari, estaba buscando el momento… mira no te voy a negar que el abuelo me ayudo a pedirte que fueras mi esposa, pero no en el sentido en el que crees. El dinero no me importa, me importa que mañana o pasado podría tocarnos a nosotros y que lo que me quede de tiempo quiero pasarlo contigo.

-¿Cuánto vas a heredar? –cuestionó la castaña.

-Kari.

-¡Dímelo! –exigió.

-25 millones –soltó, sintiendo que él solito se estaba enterrando.

-Es una… gran cantidad –murmuro.

-Ya te dije que no me importa –aclaró TK fuertemente.

-¿No? Yo creo que te van a servir mucho.

-¿Si? ¿Y de que crees que me van a servir si no estoy bien contigo? -sus peores temores se estaban confirmando, pero él no iba a permitir que ella pensara que no la amaba, la maldita herencia le importaba un bledo- ¿Qué parte de que no me importa el dinero no entiendes? Kari… te amo. Te amo como el día en que te vi en la fiesta de tu hermano ¿cuántos años teníamos? ¿A los 8 años puedes enamorarte para siempre? Desde ese momento supe la respuesta. Y sí, por muchos años me callé estúpidamente que estaba enamorado de ti, me conformé con ser tu amigo, hasta que Davis apareció y no tienes idea de la rabia que sentía cuando te veía hablar y reír con él. Aunque no se compara con la alegría que sentí cuando me dijiste aquí, que tú también me querías. Kari… esa es la única verdad. Quiero estar contigo porque sé que no puedo vivir sin ti, porque te necesito para respirar, porque sólo tú puedes hacerme feliz y porque te amo como un imbécil, no por otra cosa, créeme –finalizó mirándola con ternura a los ojos.

La castaña lo miró en silencio con los ojos brillantes. TK la abrazó cariñosamente y cuando Kari cerró los ojos, apoyando la cabeza en su pecho, sintió que se le escapaban las lágrimas y que mojaba la camisa del rubio. Él la tomó de la barbilla con suavidad y la besó con devoción. Y ella le devolvió el beso con urgencia, aferrándose a su cuello, embriagándose de él.

Cuando se separaron, TK continuó abrazándola y le besó la frente, había estado a punto de perderla por el maldito dinero. A veces, detestaba ser un Ishida.

Kari le tomó la mano y miró esos ojos azules que amaba.

-TK, te amo… pero, no… no puedo casarme contigo –susurró sintiendo un nudo en la garganta.

El rubio abrió los ojos sorprendido. Trato de detenerla, pero Kari subió al auto y arrancó y él se quedó clavado en el piso. Ella no le había creído. Abrió su mano derecha, la misma que Kari le había agarrado, y encontró el anillo de compromiso. Lo miró indefinidamente, al tiempo que sentía algo tibio resbalar por su mejilla.

ooo oooo ooo oooo ooo

Pasajeros con destino a Los Ángeles, favor de abordar por la puerta 5.

El aeropuerto siempre era un interminable ir y venir de gente. Afortunadamente ellos ya estaban en casa.

Matt tomó las maletas y las depositó en una especie de carrito. Se sentó un momento en la sala de espera a aguardar a que Mimi regresara del baño.

Mimi. Sonrió al pensar en ella y su sonrisa se congelo cuando se dio cuenta de que estaba sonriendo como un imbécil. ¡Por Dios, qué le pasaba!

Mimi sólo era… Mimi, parte de un arreglo.

Y sí, admitía que y había tenido el mejor sexo de su vida con la castaña. Le encantaba su carácter de niña encaprichada, sobre todo cuando se empeñaba en llevarle la contraria. Había algo en ella que lo incitaba. Pero… de ahí a sonreír como un adolescente enamorado…

Y sin embargo, lo había hecho. Confundido se llevó la mano al cabello. Que irónico sería que se enamorará… de su esposa.

Mimi terminó de lavarse las manos y salió del servicio. Buscó con la vista a Matt, segura de que él volvería a quejarse por las maletas que llevaba y porque también tendría que cargar las compras que ella había hecho en Cancún. Bueno, con eso ella podía ayudarle, llevaba algunas cosas delicadas que no quería que se estropearan, entre ellos souvenirs para su suegro, TK, Kari y Sora.

¿Dónde estaba Matt? Quizá lo mejor sería hablarle al celular, para localizarlo, aunque le parecía una tontería. Estudio clínicamente la sala y su mirada se detuvo en las personas que estaban registrando el equipaje. Era una pareja, que parecía estar muy enamorada, pues ella aprovecho para besarlo mientras sus maletas pasaban por el escáner de seguridad. Inconscientemente Mimi sonrió, feliz de que a alguien le funcionaran las cosas. Al parecer iban a vacacionar, ella llevaba lentes oscuros y él iba vestido muy informal. De pronto, los miró con más detenimiento, había algo extrañamente familiar en ellos. Y entonces, el joven se giro y Mimi se quedó helada.

¡Era Joe!

Pero el impacto fue doble cuando la mujer se quitó los lentes para pasar por seguridad.

Era Keiko, su madrastra.

Mimi se quedó plantada en el suelo, quería pero no podía apartar la vista de ellos. Y como si su mirada le hubiera quemado, el peliazul volteó y se encontró con la mirada castaña.

-¿Mimi? –su voz la sacó momentáneamente del aturdimiento, pero no le contesto- te estaba buscando, tus maletas pesan mucho.

Matt la miró extrañado y siguió la dirección de la mirada de su esposa, encontrándose con un rostro que había visto en una fotografía. El tipo no despegaba la mirada de Mimi, mientras que su mujer, Keiko, terminaba de registrar el equipaje.

Observó a su esposa que se había quedado pálida.

-Meems.

-Sácame de aquí –pidió mirándolo a los ojos de tal forma, que Matt no dudo en abrazarla por el hombro, tomar las maletas, y sacarla lo más rápido que pudo.

El rubio dio un último vistazo por sobre su hombro y se dio cuenta de que Joe Kido no les quitaba la vista de encima. Él también lo miró y Joe esbozo una sonrisa retadora. El rubio le dirigió una mirada fría y aplastante, salió y detuvo el primer taxi que encontró, no quería que Mimi estuviera más tiempo ahí.

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Hola!!

¿Qué tal les pinta este nuevo año? Ojala con muchas sorpresas, más buenas que malas, claro n.n

Ya tenía un rato que no actualizaba el fic, y es que el frenesí de fin de año estuvo medio rudo, pero bueno, en "compensación" jejeje, este capítulo es más largo y bueno también hubo un pequeño lemon, que prueba esa teoría de que las reconciliaciones siempre son muy buenas jajaja, ok ya me estoy volviendo medio perv (o más bien siempre lo fui, creo XD)

Por fin estos dos se reconciliaron y ahora también apareció Joe, pobre Mimi, verlo de pronto y encima con su madrastra!! u.u

Yo también quiero un chico como Matt, que me saqué de apuros con extraños y con mis ex n.n

Y apareció la pareja que había quedado un pokito relegada, TK y Kari, aunque parece que sus planes se fueron al garete. ¿TK podrá recuperarla? ¿Y Tai intentará golpearlo?

Para la otra volveremos a ver a los demás y bueno la cosa entre nuestra parejita de oro ya está más que movida, aunque aún falta un poco para terminar, por lo que habrá más enredos jajaja

La canción que escuche cientos de veces al escribir este capi fue Hacer nuestro el Universo, que es del grupo salvadoreño Prueba de Sonido, si tienen chance escúchenla, es muy buena. A mi me inspiró para las dos parejitas jejeje.

Y la frase que había leído Kari, creo que está de más decir de qué libro es n.n (aún sufro al recordarlo, Cullen a la vista *0*) y hablando de esa genial saga, me siento algo triste porque no confió en ese nuevo director ¬.¬

Ah por cierto, aprovecho para recomendarles un dorama taiwanés que acabo de ver y que la verdad me encantó "Devil Beside You", con el guapo Mike He. A veces tienen momentos un poco bobos, pero tiene muy buen ritmo, es divertido y las actuaciones y la música son geniales, si tienen un ratito libre véanlo, está en youtube, les gustará n.n

Y chicas, quiero darles las gracias, capitulo tras capitulo están aquí, con paciencia, comprensión y aguante, siempre me animan a seguir, de plano son geniales y la verdad es que disfruto mucho leer sus comens, aunque a veces no tenga mucho tiempo para contestarles u.u Pero los valoro un montonal!!

MimiDeIshida, Meimi, Niku Black, Fany D. Flowright, Haruno-Samy, Raymi, Darkangelrisa, Denisse, CaintlinJeanne, Eri, , Rogue Aikawa, Isjustasadsong, Raven Sakura, Lenn, SaraaOlea, Setza-chan, Pata, Soofiia (grax por tus 2 reviews, nena ya pudiste abrir tu cuenta?, sino mándame un mail y te explico k onda n.n), Agridulce, Ishida-Fan-MimatoLover (nena, grax por tus 2 reviews n.n), , Ukio-onii-chan, Zulema, Jossangelic, Mimatolux100%, Yun-tao-19, Mimiii Tachikawa (nena, grax por tomarte el tiempecito de mandarme mails y perdona por no contestar rápido u.u) y a mis lindas amiguis, esas geniales escritoras que se hacen llamar Santalia.

Nenas, grax a todas por sus comentarios, amenazas, sugerencias, felicitaciones, es muy chido saber que a alguien le gusta lo que escribes, aunque sea muy alucinado jejeje. Como siempre, saben que este capi ESTÁ DEDICADO A TODAS USTEDES n.n

Y bueno, como es tradición, siempre echo mucho rollo, así que sólo me resta decir que este año está empezando y hay que trabajar rudo para que sea el mejor!! A bailar, reír, reventarse, beber (eso sí con moderación jejeje) y sobre todo a amar porque ¿qué sería la vida sin amor u.u?

Un abrazaso inmortal y mis mejores vibras pa´todas ustedes n.n

Mimato Rulz!!!

Matta Ne.

Prox. Capi.

¿Embarazo y amor van de la mano?