CAPÍTULO 4: MÁS EXPLOSIONES INESPERADAS
Bulma se encontraba en su laboratorio escribiendo la lista de compras que Vegeta debía comprar esa tarde, cuando el saiyajin entró al recinto con su ropa de entrenamiento y una botella con agua en la mano.
—Mujer ¿no hay comida en el refrigerador? —preguntó de mala gana el príncipe de los saiyajins.
—¿Eh? —exclamó la mujer, quien se encontraba concentrada en que en la lista de compras no faltase nada para cocinar la cena de esa noche. Al voltear su mirada, se percató de que Vegeta estaba con su ropa de entrenamiento, una toalla encima de los hombros y una botella con agua en la mano. Molesta, de que su marido aún no se encontrara listo para las compras que le había encargado, salió a encararlo— Pero Vegeta, ¿aún no te has cambiado? ¡Mira la hora que es (17:00) y aún estás con tus ropas de entrenamiento¡ ¡Te dije que más tarde van a venir a cenar unos clientes importantes y debo tenerlo todo listo!
—¡Ya te escuché mujer y te prometí que iba a hacer esas estúpidas compras! —dijo Vegeta refunfuñando— Pero ahora tengo hambre y en el refrigerador sólo hay unos simples vegetales. Yo quiero comer carne y frutas. Lo que hay ahí no alimentaría ni a una hormiga. Dime ¿dónde está el resto de la comida? ¡Tengo mucha hambre! ¿A qué hora me vas a servir la comida?—replicó el saiyajin, levantando cada vez más el tono de voz.
Bulma sintió que su paciencia había llegado a su límite. Estaba súper ocupada con el tema de la reparación de sus robots. Debía tener la cena lista para sus clientes a las 20:00 horas. Debía lidiar con el mal carácter de su marido. Había prometido a su hijo que convencería a su padre de pasar las navidades de ese año. Y para colmo de males, su marido le exigía, tal cual niño pequeño, ¡que debía darle la comida, sin siquiera, dignarse a buscarla!
Sintiendo que su estrés llegaba a su límite, Bulma explotó y sintió que ya no podía más con el cúmulo de obligaciones que se le había juntado.
—¡Tonto saiyajin! ¿No puedes ser capaz de buscar en la alacena de la cocina o en el otro refrigerador que tenemos? ¿Debo hacerlo todo yo por ti? ¿O sólo eres bueno para dar patadas y puñetes a cualquier enemigo?
—¡No me hables en ese tono de voz, mujer! —respondió Vegeta, sintiéndose realmente ofendido.
—¡Es el colmo! ¡Eres el número uno entrenando en una estúpida cámara de gravedad, pero no eres capaz de estirar la mano y abrir un par de puertas de una alacena para prodigarse el alimento por sí solo! —vociferó Bulma, cada vez más enojada y caminando a donde se encontraba su pareja.
—¡Tú siempre me sirves la comida! —contestó Vegeta, a modo de excusa barata y con una gota de sudor resbalando de su sien izquierda.
—¿Y no puedes ahora servírtela tú? —gritó Bulma.
—Un príncipe de los saiyajins no se prepara la comida por sí mismo. —dijo Vegeta, con su clásica pose de cruce de brazos y mirando hacia un costado.
—Vegeta, sino quieres quedarte sin comer en la noche, te sugiero que vayas tú sólo y te prepares lo que sea que encuentres en las alacenas de la cocina… —dijo Bulma, indicándole con el brazo derecho a dónde debía dirigirse y sintiendo que si fuera una saiyajin, ahora mismo hubiera lanzado a su marido por la ventana de un solo movimiento.
—Pero, mujer…—mencionó Vegeta con una cara de angustia.
—¡EN ESTOS MOMENTOS ESTOY MUY OCUPADA Y LO MENOS QUE ESPERO ES QUE VENGAS A INTERRUMPIRME CON TUS ESTUPIDECES! ¡ASÍ QUE VE A COMER LO QUE ENCUENTRES, BÁÑATE Y CAMBIATE RAPIDO PARA QUE ESTES LISTO PARA HACER LAS COMPRAS, SI ES QUE NO QUIERES QUEDARTE SIN CENAR ESTA NOCHE!—gritó Bulma con todas sus fuerzas, haciendo temblar toda la Capsule Corp.
—¿Me dijiste que si hacía las compras iba a poder cenar esta noche? —respondió el saiyajin con una expresión de angustia y soltando la botella de agua al suelo.
—¡SI SIGUES COLMÁNDOME LA PACIENCIA, TEN POR SEGURO QUE NO TE PREPARARÉ LA CENA EN UN MES! ¿TE QUEDÓ CLARO? —exclamó Bulma, arrinconando del todo a su marido contra la pared.
—¡Uy! —dijo Vegeta muy compungido.
—¿TE QUEDÓ CLARO? —vociferó por última vez Bulma, mientras tenía, literalmente hablando, a su marido entre la espada (o sea ella misma) y la pared.
—Ehhh, sí. —contestó Vegeta en voz baja, sintiéndose derrotado y saliendo rápidamente de la habitación, alejándose del "peligro" que representaba su mujer cuando se enojaba y gritaba de ese modo. —¡Es el colmo! ¿Cómo es posible que me deje mangonear por una mujer de esa manera! — se decía a sí mismo el saiyajin cuando llegó a la cocina principal de la Capsule Corp.
Ya en la cocina, Vegeta comenzó a abrir todas las puertas de las alacenas. Ahí, encontró alimentos de todo tipo: caja de cereales, bolsas de café, botellas de gaseosas, etc.
—Ahhhh ¡Mierda! —gritó Vegeta al botar, sin querer, tres botellas de vidrio de "Coca Cola", las cuales cayeron al suelo, desparramando todo su contenido, con pedazos de vidrio alrededor.
—¡Demonios! ¡Bulma se va a enojar cuando vea todo este desperdicio!—pensó para sí mismo el saiyajin al ver todo lo que había ocasionado su falta de pericia y cuidado en la cocina. Lentamente se agachó para limpiar lo que había botado, cuando su orgullo de saiyajin le hizo recordar algo muy importante.
—Hmppfff… Pues ella se lo buscó. ¿A quién se le ocurre mandarme a hacerme la comida? ¡Que lo limpie ella! ¡Sí, señor! Así me vengaré del mal rato que me hizo pasar antes… —señaló en voz alta el saiyajin, mientras se retractaba rápidamente de su intención inicial y se levantaba.
Prosiguiendo con su búsqueda, Vegeta encontró otra cantidad de comestibles en la alacena de la cocina: paquetes de fideos, latas de leche, etc.
—No, esto no me sirve para comer ahora. No me va a llenar. —decía Vegeta, mientras lanzaba al suelo el enésimo sobre de chocolate que encontraba en una de las alacenas mencionadas.
—Y esto ¿cómo coño se prepara? —se preguntó a sí mismo, mientras sacaba un sobre de sopa instantánea.
Con detalle, el saiyajin leyó la parte de atrás del sobre donde estaban las instrucciones de preparación de la sopa*:
-Hervir dos tazas de agua (medio litro) en una olla pequeña.
-Colocar los fideos y cocinar por tres minutos, moviendo ocasionalmente.
- Apagar el fuego. Agregar la sopa instantánea contenida en el sobre, mezclar y servir inmediatamente.
—Uhm, no creo que sea tan difícil preparar esto. —señaló Vegeta cuando terminó de leer las instrucciones— Si esto está hecho para que los insignificantes terrícolas puedan prepararlo, un príncipe de los saiyajins puede hacerlo ¿o no?
Decidido a prepararse la comida, Vegeta sacó de las alacenas todos los sobres de sopas instantáneas que encontró, ya que, para su apetito de saiyajin, un simple sobre de sopa era insuficiente para saciarlo.
Con alrededor de treinta sobres de sopa instantánea sobre el mueble al lado de la cocina, el guerrero se propuso a hervir el agua.
El guerrero buscó por todos los cajones de la cocina hasta que encontró una olla arrocera— Supongo que si cojo esta olla grande y la lleno de agua será suficiente para cocinar todos estos sobres de sopa. —se dijo a sí mismo Vegeta.
Sin darse cuenta del error tan grande que cometía, el saiyajin procedió a llenar de agua la olla blanca de arroz.
—Hasta el filo de la olla llena de agua. Con eso debe ser suficiente, supongo. —mencionó con mucho orgullo Vegeta— Si un débil terrícola puede usar estos aparatos, el príncipe de los saiyajins no puede ser menos y debe ser capaz de usarlos. ¡Jajaja! —reía orgullosamente el saiyajin mientras terminaba de llenar el agua.
—Uhm… Y ahora ¿cómo hago para hervir esta olla? —se preguntó a sí mismo Vegeta.
Tratando de hacer memoria, el guerrero recordaba que había visto varias veces a Bulma apretar una perilla roja al lado de lo que ella llamaba "balón de gas". Posteriormente, la había visto coger un pequeño dispositivo que ella llamaba "mechero", dirigirlo a uno de los objetos llamados "hornillos", voltear una de las perillas de la cocina y encender un fuego.
—Pues, así debe de ser, muy sencillo. ¡Eso haré! —se dijo a sí mismo Vegeta, mientras encendía el balón de gas y buscaba el mechero para encender la cocina.
Sin embargo, el saiyajin no tomó el debido cuidado que debía tomarse en la cocina. Sin percatarse de que el balón de gas estaba encendido, con el gas escapándose rápidamente, Vegeta procedió a buscar en toda la cocina el "bendito" aparato que sirviera para encender el fuego que requería para cocinar su sopa.
Rápidamente, el gas se dispersó por toda la habitación y Vegeta percibió su característico tufo.
—¡Qué olor más raro! —exclamó el saiyajín al sentirlo— Debe de ser que alguien está contaminando el ambiente. ¡Estos estúpidos humanos! ¡No saben cuidar a su planeta, después de lo que Kakarotto y nosotros hicimos para salvarlo de las manos de Buu! Grrr….
En ese instante, Vegeta por fin divisó en el cajón de abajo, a la izquierda de la cocina, el tan buscado mechero.
—¡Por fin! ¡Te encontré! —exclamó el saiyajin —Ahora, ¡Vamos a prepararme la comida, que tengo un hambre atroz!
En ese momento, Vegeta prendió el mechero y salió el esperado fuego del extremo de ese aparato.
¡BOOOOOMMM! Se escuchó en toda la casa. La explosión del gas, debido a la poca pericia y cuidado de Vegeta en las labores de la cocina, no se hizo esperar.
Bulma, se encontraba terminando los detalles de la lista de compras, mientras tomaba una Pepsi y se fumaba un cigarro Lucky Strike. Cuando, de pronto, se escuchó en todo el ambiente el sonido de una fuerte explosión.
La mujer se manchó con la bebida en todo el rostro, debido a que el líquido de la botella de gaseosa salió disparado, graciaz al fuerte sonido que retumbó en todas las paredes de la Capsule Corp.
—¿Qué demonios fue eso? —gritó Bulma, mientras cogía un pañuelo y se limpiaba el rostro manchado de la bebida.
Rápidamente, Bulma fue a donde le indicaban sus oídos que había provenido el ruido de la explosión.
Al entrar a la cocina, ella se resbaló con los restos de una gaseosa que estaban desparramados en la cocina.
—Ayyyy —chilló Bulma de dolor, al caer de espalda— ¿Qué mierda ha pasado aquí? —respondió la muchacha al observar el panorama que le enseñaban sus ojos.
Vegeta estaba en un rincón de la cocina, con su ropa de entrenamiento hecho jirones. Tenía encima de su rostro pedazos de salsa de tomate desparramados, leche derramada, partes de fideos sin cocinar de los treinta sobres de sopa instantánea que minutos antes había colocado en uno de los muebles de la cocina. La olla arrocera, que ratos antes había llenado de agua, cubría partes de la cabeza del saiyajin, mientras estaba enterrado en un sinfín de otros utensilios y muebles de la cocina.
—¡Vegeta! ¿Qué te ha ocurrido? —gritó Bulma, mientras se dirigía donde su marido estaba tirado, para quitarle las cosas que tenía encima y desenterrarlo poco a poco.
—¡Te dije que un príncipe de los saiyajins no se prepara su comida, mujer! —respondió Vegeta de mala gana, mientras era auxiliado por Bulma.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha explotado así la cocina? ¿Qué has hecho? —seguía llenando de preguntas Bulma al saiyajin, mientras le retiraba restos de lo que antes había sido un mechero de cocina.
—Seguí las instrucciones que decía uno de esos sobres de sopa instantánea…. Decía ahí que debía hervir el agua. Prendí el balón de gas, como te he visto hacerlo varias veces y…
—¿Y? —le interrumpió Bulma, imaginando la causa de aquél desmadre.
—Pues me puse a buscar el mechero en los cajones de la cocina para prender el fuego. ¿Dónde mierda lo tenías guardado, mujer? ¡Pareciera que lo escondieras! —gritó de mala manera el guerrero.
—¿Y? —le preguntó nuevamente Bulma.
—Cuando, por fin, encontré el estúpido mechero, lo prendí y sin darme cuenta por qué, explotó todo. —contestó Vegeta, mientras se quitaba del rostro el enésimo rastro de fideo crudo de sopa instantánea "Cocifácil".
—¿No notaste que había un olor extraño? —preguntó Bulma, conteniendo las ganas de gritarle y retarle por su descuido a su marido.
—Ahora que lo dices, sí. Imaginé que seguro tus estúpidos vecinos estaban quemando porquerías, contaminando el ambiente.
—¿No imaginaste que ese olor tan extraño era el olor a gas? —interrogó nuevamente Bulma a su esposo, sintiendo que la rabia la invadía, a punto de convertirla en la versión femenina de SSJ2 de Majin Vegeta.
—¿Ehhh? —contestó Vegeta, con gotas de sudor bajándole por la frente, consciente de la equivocación que había cometido.
—¡La explosión de gas se produjo debido a que dejaste prendido el hornillo de la cocina durante mucho tiempo sin encenderlo, mientras te demorabas al buscar el mechero! ¡Mira lo que has hecho con la cocina, Vegeta! —gritó Bulma, al terminar de "desenterrar" a su marido e indicarle con el rostro todo el destrozo que había en la habitación.
—¡Te dije que yo un guerrero de mi clase no preparo la comida al estúpido modo terrícola! ¡Que esas estúpidas labores triviales lo hacen los estúpidos humanos! —contestó el guerrero, volteando su rostro, en su típica pose de brazos cruzados.
—Mira tú, el poderoso príncipe de los saiyajins no es capaz de saber que debe prender la cocina sin explotarla. —dijo en modo irónico Bulma, con una sonrisa sarcástica.
—No me hables de ese modo mujer. Grrr.
—Pues bien. Ahora no podré preparar la cena que tenía planificada. —se lamentó Bulma, mientras miraba la hora de su reloj. Eran las 17:30 horas, ¡sólo quedaban dos horas y media para la cena y tenía la cocina echa patas arriba!
Entonces, la mujer tomó una difícil, complicada, pero sabia decisión. Ya que su marido iba a ir al supermercado para comprar las cosas de la cena, decidió cambiar de planes, ante los eventos inesperados de esa tarde. ¡Sí, debía hacerlo o perdería la oportunidad de recibir a esos importantes clientes de la Capsule Corp como se merecían!
—Vegeta, ya no vas a tener que ir al supermercado. —dijo Bulma.
—¿Ya no? —sintiendo que la felicidad lo embargaba y con una gran sonrisa en el rostro— Quiero decir, está bien. —respondió el guerrero, tratando de disimular la alegría que sentía al no verse rebajado a hacer aquellas insignificantes labores de terrícola.
—No, al supermercado ya no tendrás que ir. —prosiguió Bulma— Pero ahora deberás de ir a los restaurantes que te voy a indicar qué cena comprar.
—¿QUÉ COSA? —vociferó el saiyajin.
—Pues ¿qué esperabas? —le contestó la muchacha— Ya no podré cocinar la cena que tenía planificada, así que debo buscar otras salidas. De este modo, comprarás en los restaurantes que te indique los platos a comer..
—¡YO NO VOY A IR A NINGUN ESTUPIDO RESTAURANTE TERRÍCOLA!
—¡NO ME LEVANTES LA VOZ! ¿NO VES QUE TODO ESTE DESMADRE ES TU CULPA?
—¡ES TU CULPA POR NO HACERME LA COMIDA COMO TODA MUJER DE LOS PRINCIPE DE LOS SAIYAJINS DEBE HACERLO! —vociferó el saiyajin, cerrando los puños y pensando que debía alejarse de una vez de Capsule Corp, en vez de hacerla estallar en mil pedazos con la acumulación de energía que estaba sintiendo.
—Vegeta, sino vas a comprar la comida. ¡Nos quedaremos, y eso te incluye a ti, sin comer! —dijo Bulma, cruzando los brazos, imitando la pose típica de su marido, pero con una mirada de malicia y una sonrisa burlona.
—¿Ehhh? —respondió el saiyajin con evidente rostro de preocupación.
—Pues eso mismo, sino vas a comprar la cena a los restaurantes que te diga, ¡TE QUEDARÁS SIN COMER! —señaló Bulma como si estuviera dando una orden presidencial.
—Grrr… Voy a hacerlo, pero sólo porque me estás chantajeando con la comida, mujer. —respondió el saiyajin, con tono de derrotado.
Bulma le guiñó el ojo a modo de contestación.
Vegeta, por enésima vez, sintió que la noche se le venía encima. Con evidente enfado, salió de la cocina.
—¿A dónde vas? —le preguntó la muchacha.
—¿A dónde crees? Voy a bañarme, a quitarme toda este olor a comida que llevo encima y a prepararme para tus estúpidos mandados.
—Ohhh, qué lindo. Ese es mi Veggie, siempre tan obediente. —le dijo dulcemente Bulma, mientras le mandaba un beso volado a su esposo.
—No me llames así y no me colmes la paciencia, mujer, antes de que me arrepienta. —dijo el saiyajin, para desaparecer por el pasillo de la cocina que conectaba a los dormitorios de la Capsule Corp.
Con este escenario ¿creen que Vegeta podrá hacer una compras decentes en los restaurantes terrícolas? Esperen el siguiente capítulo para verlo…
*Instrucciones tomados del recetario de la sopa instantánea de marca "Ajinomen"