"CULPABLE O NO"
Nunca se había sentido tan usado y engañado en su vida así que quiso vengarse de la forma más absurda pero a la vez cruel: La hermana pequeña. Ella iba a sufrir en sus manos toda su venganza... culpable o no.
Lady Sakura Lee
Capítulo 1: "La curiosidad de Kagome"
- ¿No estas realmente asustada por lo que nos espera?
Al escuchar la pregunta, Kagome sonrió cerrando su maleta sin dificultad, se volvió hacia su compañera de cuarto, una chica de su misma edad y con la cual había compartido todo ese año en aquel colegio exclusivo de señoritas.
- ¿Asustada? – Sus ojos castaños, grandes y expresivos, parecieron iluminarse más de lo usual-... no, más bien estoy ansiosa- Sonrió luego, abiertamente.
Eri suspiró con nostalgia.
- Es porque tú eres la menor y no tienes que encontrar marido tan pronto... mientras que yo siendo hija única...-Se lamentó, suspirando otra vez pesadamente.
Kagome la quedó mirando sin saber qué decir. Conocía su historia. Desde hacía un par de meses lo padres de su querida amiga la tenían comprometida para casarse una vez terminando su enseñanza, a un hombre que bien podría ser su padre... o abuelo. Cómo odiaba eso de los matrimonios arreglados, al final, lo que siempre primaba era el dinero que las dos familias unirían, antes que el amor. Era tan absurdo... ¡Pura conveniencia! La muchacha volvió a decirse que a ella nadie nunca en la vida la casaría con alguien que no amase. Se acercó a su amiga y se sentó a su lado intentando decir algo reconfortante. La verdad no sabía qué.
- Querida Eri...- Musitó, tomándole las manos y mirándola directamente a la cara-... yo sé... que debe ser difícil... pero... si no quieres, no pueden obligarte a hacerlo. La decisión es tuya... aun tienes un año para decidirte y... cualquier cosa puede pasar. Tal vez este verano las cosas cambien y... debes oponerte si no quieres casarte...
Su joven amiga la miró casi con rencor.
- No estas en mi lugar, tus padres nunca te obligarían a nada, para ellos aun eres su niña consentida. En cambio yo... me caso o... - Tragó con fuerza desviando la vista, se hizo un silencio profundo en la habitación, ella parecía meditar demasiado su situación -... no puedo oponerme tampoco... – Suspiró finalmente con derrota- No, tampoco podría quedarme solterona... eso sería peor que la muerte.
Kagome quiso reír, pero eso sería ofender a Eri. Suspiró pensando otra vez que si ella estuviera en su lugar, preferiría quedarse solterona... o estar muerta, antes que casarse con un hombre que no amaba. No, no, no, jamás. Aunque estaba segura que sus amorosos padres nunca le harían algo semejante. La muchacha se separó de su lado y caminó con lentitud hasta la ventana desde la cual se veía, muy a lo lejos, su hermoso y tranquilo pueblo natal.
Cómo extrañaba su casa, a su hermana mayor, sus padres y los pocos sirvientes, su bello dormitorio, sus gatos... y también... a ese hombre que había visto sólo una vez y que nunca más pudo olvidar. Sí, aquel joven caballero, educado en extremo, que había conocido un par de semanas atrás en casa de su compañera de dormitorio, gracias a un permiso especial que le habían dado para asistir al cumpleaños que se había realizado en el hogar de la homenajeada. Recordaba aquella noche. Había sido casi mágica. Desde entonces era una de las hermanas menores de Eri, cuando la visitaba, quien siempre le daba información a cerca de él. Se sabía que estaba viviendo en el hotel del pueblo desde hacía algunas semanas por asuntos de negocios. Ahora que finalmente eran las vacaciones y ella terminaba su año escolar sólo ansiaba volverlo a ver. Imaginaba momentos... quien sabe, tal vez como... el de las novelas románticas que Eri escondía bajo su cama. Dios, su corazón latió fuerte. Tenía grabado casi a fuego el beso que él había dado en su mano.
- Houyo... cómo ansío verte otra vez...
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Sus besos eran deliciosos, lo admitía. En realidad no sólo sus besos, sino sus caricias, el fuego de su cuerpo y también su odiosa autoridad y altanería. Se separó una vez más dispuesta a marcharse antes que sus padres se dieran cuenta que no estaba precisamente durmiendo en su alcoba.
- Debo irme... en serio...- Musitó posando una mano sobre su pecho.
Él hombre gruñó e intentó detenerla apoderándose de su cintura.
- No aun- Demandó en un susurro ronco.
Kikyou sonrió una vez más y se separó a duras penas. Desde la cama, él observó cada uno de sus movimientos. La mujer comenzó a vestir sus caros trajes de dama bien educada.
- No puedo quedarme esta noche, en serio... mamá esta algo inquieta porque mi hermana mañana sale del colegio, comienzan sus vacaciones...
El hombre de ojos dorados sonrió burlonamente.
- ¿La hermanita pequeña sale al mundo exterior? Que tierno... ansío conocer a mi futura cuñadita... a la "princesita". – Agregó burlón.
Kikyou volteó sonriendo también, levantando ambas cejas y acomodándose el corsé.
- No tiene nada de especial... es una mimada... una infantil... – Alzó levemente la barbilla y sus ojos oscuros brillaron seductoramente-... no es como yo...
El hombre se sentó en la cama y sonrió sensualmente.
- No creo que haya alguien como tú, mi amor...
La mujer terminó de acomodarse el vestido de seda y se acercó nuevamente a él dando casi un salto. Se sentó a su lado y le acarició la barbilla de la cual comenzaba a salir la barba oscura. Su mirada oscura buscó la suya y sonrió. Cómo adoraba aquel color de ojos tan intensos e inusuales... y cómo amaba a ese hombre... aunque...
- Júra que me amas- Dijo ella de pronto, demandante y posesiva.
Él borró la sonrisa del rostro y se acercó a su rostro.
- Yo lo juro... ¿pero y tú?
Kikyou se aproximó a su boca y lo besó impetuosa. Cuando se separó, le acarició la mejilla endurecida y sonrió con levedad.
- También lo juro.
Ella quiso ponerse de pie pero el hombre fue demasiado rápido, le tomó la muñeca con fuerza impidiéndole que se alejara, Kikyou jadeó no de temor, sino de excitación. No podía evitarlo, la volvía loca aquellos ademanes rudos y autoritarios. Eran parte de su "encanto".
- Juras casarte conmigo ¿verdad?
La joven sonrió abiertamente y volvió a besarlo. Posó una mano sobre su cálido pecho y pensó, por un momento, que sus padres bien podrían irse al diablo porque ella iba quedarse un poco más con él. Pero recapacitó rápidamente y se separó de su lado a duras penas.
- Ya te lo he dicho. Sólo soy tuya... sólo tuya, mi querido Inuyasha...
El joven hombre recostó la espalda en el colchón duro que Kikyo había preparado para él y posó una mano sobre su estómago que aun estaba vendado pues las heridas sufridas en el naufragio habían sido bastante delicadas. Y aunque estaba loco por esa mujer y agradecía los cuidados que le había proporcionado, manteniéndolo escondido en una de las abandonados bodegas situadas en las extensas tierras de su mansión, ansiaba ya recuperarse y salir de ahí, rehacer su vida. Admitía que un mes en cautiverio era demasiado. Además... ya era hora de acudir a un médico... Dios... sólo se había quedado ahí por ella... se sentía tan atado y agradecido de esa mujer que se dejó hacer lo que quisiera... no podía evitarlo.
- Creo que...- Musitó de pronto. La joven volteó y posó sus ojos oscuros en los suyos. El hombre sonrió. Debería decirle ahora quien era realmente... y no dejarla pensar y creer que era un desconocido vagabundo. Bien, había callado por seguridad... luego lo había hecho porque aquella mujer se había fijado en él, a pesar de su estado tan lamentable, luego del naufragio. Quería confirmar si en verdad lo quería... estaba acostumbrado a encontrarse con mujeres siempre interesadas más en su dinero que en el amor que pudiera entregarle... aunque para ser sincero... no era precisamente amor lo que andaba buscando... ni le importaba... hasta que Kikyou llegó inesperadamente a su vida. Sí... debía decirle quien era en verdad.- Yo... no soy lo que tú piensas...
Ella arrugó la frente y lo observó con detenimiento. De pronto fue consciente de la suciedad de su cuerpo varonil, del estado salvaje y desastrado de su cabello, de la poca ropa que usaba, casi hecha girones y de sus ademanes rudimentarios. Era un vagabundo, un muerto de hambre... y aún así... estaba completamente loca por él. Jamás en su vida había conocido a alguien así... pero... era pobre y ella... ella ya tenía una vida, aunque eso él no lo sabía. Ni pensaba decírselo ¿para qué?, aunque admitía que ese hombre parecía caído del cielo... se había sentido tan sola... tan... deseosa de amar... pero no iba a durar mucho... no podía y debía ya deshacerse de él.
- No es necesario que me digas nada...- Sonrió apenas.-... lo que sé de ti, me basta. – Le lanzó un beso y se marchó, dejándolo solo y a oscuras en ese horrible lugar, casi nauseabundo.
Si Inuyasha hubiera tenido las fuerzas suficientes, se habría marchado antes, pero bien, había estado un par de días inconsciente... y aunque ahora tenía las fuerzas para moverse... no deseaba marcharse... permanecer en aquel lugar lo hacía sólo por ella... por ella... por su querida Kikyou...
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Kagome bajó del coche y corrió a los brazos de su madre con emoción. Estar diez meses de corrido en el colegio era demasiado pero ya todo había terminado, al fin, el próximo sería el último año de estudio. Ahora, que comenzaban sus ansiadas vacaciones, esperaba pasar mucho tiempo al lado de sus padres, mimándolos y dejándose mimar, estar con sus amigas, salir a pasear, conocer gente, divertirse. Sentía... por primera vez, que la vida comenzaba a partir de ahora. Había soñado tanto con esto. Tenía tanto tiempo para descansar. Y conocer más a ese hombre tan encantador que había cautivado su adolescente corazón.
- Pero qué grande estas querida...- Dijo su mamá tomándole el rostro e inspeccionándole la cara-... ya no tienes pecas, eso esta muy bien.
- ¡Mamá!... ¡Las pecas desaparecieron hace 2 años ya!- Protestó avergonzada.
Su madre, una dama refinada y amorosa, la abrazó con fuerza desmedida. Se escuchó un ronco carraspeo que llamó la atención de la muchacha, ella alzó la mirada y sólo entonces se acordó que ni siquiera había saludado a su padre. Corrió a sus brazos pero luego se detuvo, recordando las reglas de etiqueta, así que hizo una leven reverencia, tomando el borde de su casi infantil vestido e inclinando la cabeza. El hombre sonrió y le abrió sus brazos.
- Mi pequeña niña...
La chica lo abrazó muy fuerte desde la cintura. Y es que su padre era tan alto y macizo, una persona que inspiraba autoridad y respeto. Pero ella sabía que su papá era un hombre cariñoso y comprensivo... bien, no había que hacerlo enfadar porque también era muy llevado a sus ideas, a seguir con las reglas, los protocolos, en ese aspecto, era bastante estricto. Pero la muchacha nunca le temió, él la quería mucho, y la mimaba más que su madre.
- Ya no soy una niña papá...- Protestó pero con una sonrisa-... tengo 16 años, soy una mujer.
Kikyou ocultó la sonrisa de burla. Cómo que mujer. Si aun vestía como niña. Llevaba el vestido hasta los tobillos y este estaba cubierto de encajes y cubierto hasta el cuello, el color mantequilla la hacía verse más infantil... y ni qué decir del horroroso peinado. Una media coleta sujeta con una cinta blanca de raso y el resto del cabello lleno de bucles sedosos y largos que caían hasta la mitad de la espalda. Sí, mujer... pobrecita su hermanita... quería jugar a ser la niña grande...
- Kagome, eres una niña aun... no sé como los padres de tu amiga piensan casarla en un año más... es muy joven... que imprudencia... aunque claro peor sería que se casara ahora teniendo 16... que desatino.- Protestó la señora Higurashi abanicándose el rostro mientras entraba a la mansión. Todos la siguieron y los sirvientes al último, llevando el equipaje de la joven ama.
El padre de las muchachas abrazó a la más pequeña con cariño.
- Pero no hablemos de eso... al fin tengo a mis hijas reunidas... la casa llena otra vez... – La miró con cariño-... es bueno que estés con nosotros... son 3 meses de vacaciones y luego... al colegio otra vez...
- ¡Papá!- Protestó haciendo una mueca. Apenas llegaba y le recordaban que debía volver para cursar el último año. ¡Dios! A veces los padres sólo intentan atormentar a sus hijos, pensó estirando el labio como cuando era pequeña y se enojaba por algo. Su padre captó el berrinche y rió estruendosamente. Las dos mujeres voltearon y observaron a la pareja.
- Mi pequeña Kagome...- Dijo finalmente tomándola por la espalda y obligándola a entrar a la mansión. Estaba seguro que con aquella chiquilla ahí las cosas se tornarían mejores. Estaban en un muy mal momento debido al manejo de malos negocios, tanto así que estaban casi al borde una inminente ruina. Esperaba que con la alegría de Kagome las cosas pudieran olvidarse por un momento... deseaba proteger a los suyos, más que a su propia vida.
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- Me gusta como te queda el flequillo...- Musitó la muchacha mirando atentamente a su hermana mayor mientras ella terminaba de acomodarse el peinado frente a un fino tocador. Kikyou la miró a través del espejo y sonrió. Siempre Kagome decía que quería ser como ella, con su porte alto, con su piel más clara, su cabello más ordenado, liso, con su refinamiento. Se volteó y la miró a los ojos casi con burla.
- Algún día... serás como yo...
- ¡Oh!... ¿lo crees?- Preguntó con inocencia.
- Bueno...- Kikyo se levantó lentamente del taburete y su hermoso vestido azul oscuro cayó con delicadeza rozando el piso.-... aunque no somos iguales en personalidad... tu eres más... extrovertida- Agregó, evitando decir que en realidad era más una niña loca y no una dama recatada como ella. Bueno, como se creía ella.
- Me gustaría ser como tú- Sonrió la pequeña, con sinceridad.
Para Kagome, su hermana mayor era su ídolo casi. Todo en Kikyou era perfecto, todo. Ojalá ella fuera así... pero... con ese cabello rebelde y lo pequeña de estatura, además... por más que se esforzara en ser como su hermana mayor, siempre salía a flote su aire impetuoso, algo que en sociedad y en una dama, no era muy bien visto... pero al menos Houyo estaba interesado... o... parecía estarlo ¿no? eso la hizo sonrojarse. El primero que se interesaba en ella...
Kikyou se posó impaciente en la ventana mirando con ojos sombríos hacia la oscuridad de los prados en donde, muchos metros más allá, en una de las bodegas abandonadas, se encontraba el que se había convertido en su amante.
- Y... ¿tu sortija?- Preguntó la chiquilla de pronto, extrañada. La mujer casi pegó un brinco y volteó tomando una hermosa sortija de piedra azul que estaba sobre la mesa del tocador, tan grande como un botón.
- Ahhh lo había olvidado...- Masculló con rencor- ¿No debes ir ya a dormir?- Preguntó al fin con impaciencia, endureciendo la mirada a la muchacha. Kagome ladeó el rostro con confusión. Sobre su regazo tenía dormido a su gato preferido, el regordete Buyo.
- ¿Vas a salir?
La joven la miró nuevamente con rencor. Maldición. Con su hermana ahora ahí, y que siempre andaba tras suyo... esto se iba a poner peligroso.
- Como se te ocurre, es muy tarde ya, quiero dormir- Sonrió, llevándose una mano a la boca con delicadeza simulando un bostezo. La pequeña se levantó de la cama acariciando la cabeza de su gato.
- Entonces... ¿por qué te arreglabas tanto? Pensé que ibas a salir y quería que me llevaras contigo.
La miró con más rencor aun. ¡Diablos! Intentó respirar pausadamente evitando que se notara su desesperación por correr a los brazos de Inuyasha.
- No, claro que no... qué ocurrencias...- Masculló caminando hasta ella y empujándola fuera de su habitación.- Debes estar cansada, mejor vete a dormir que yo también lo haré.
Kagome se volteó en el umbral mirándola con casi devoción.
- Oh por favor ¿mañana podemos ir a la plaza? Para que demos un paseo o algo...
La mujer sonrió.
- Lo que quieras Kagome, ahora, ve a dormir. Buenas noches.
La muchacha le sonrió inocentemente acercándose a ella y besando su mejilla.
- ¡Que duermas bien!
Kikyou sonrió ampliamente mientras veía a su pequeña hermana caminar por el pasillo y entrar a su habitación, continua a la suya, pensando, en lo muy bien que dormiría esta noche, como casi todas las noches...
- Es una pesada, se me cuelga casi de los vestidos, incluso dice que quiere ser como yo cuando sea grande... – Musitó ella acariciándole el pecho desnudo. El hombre se mantenía con la vista fija en el techo de madera casi podrida- ... quiere ser adulta, aunque es normal, esta en la edad... pero me fastidia... lo malo es que son sus vacaciones de verano y estará en casa tres meses... tendré que tener cuidado... – Se ladeó mirándolo con reproche- ¿Me estas escuchando?
Él volteó el rostro y la mujer sintió de pronto el fuerte golpeteo de su corazón, inconscientemente sus dedos casi se enterraron en el pecho de Inuyasha.
- Ya es hora... de volver a mi vida.- Dijo ronco.
Kikyo se mordió los labios y se levantó de su lado, casi aterrorizada, sus ojos enrojecieron de lagrimas que reprimió orgullosamente. Tonta Kikyou, sólo es... un vagabundo sucio... no debería prendarse así de él... no... esto... tenía que pasar... DEBÍA pasar...
- En... ¿en serio? – Alzó de pronto la barbilla con altivez acomodándose su vestido azul- ¿y donde esta tu vida? – Preguntó con burla.
- Vivo... en la capital...- Musitó Inuyasha al fin, sin notar el sarcasmo, estaba tan ciego.
A ella de pronto le brillaron los ojos pero solo fue un momento fugaz, el tiempo en darse cuenta solamente que él bien podría mentir lo que quisiera.
- Debes conocer mucho...- Respondió suspirando casi derrotada e intentando darse valor para seguir adelante. Ella sabía, desde el principio, que esto sólo había sido un arrebato de pasión irresistible e irrefrenable. Además... si las cosas seguían así bien podría quedar embarazada y eso sería su perdición... sí, debía ya marcharse. Que se fuera y no apareciera más. Volteó sonriendo y luego haciéndose la dolida, se acercó a él acariciando su mejilla endurecida.-... si dices que... tienes que marcharte... aunque... eso rompa mi corazón...- Y era verdad... se lo rompía, aunque mejor era tener el corazón herido que seguir con esto que podría terminar en tragedia.
Él se incorporó, apoyando un codo en el desgarbado colchón y la observó como nunca antes había visto a una mujer. La de la perdición. La obsesión... o tal vez... ¿era el amor? Se sentía tan atado a ella... tan... unido... loco, tal vez...
- Yo... las cosas no andan muy bien... pero en cuanto los negocios marchen mejor, volveré por ti... y nos casaremos...
- Claro...- Respondió Kikyou en un quedado murmullo, luego sonrió casi forzadamente-... seré tu esposa... sólo tuya... te lo juro.
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La excitación de un nuevo comienzo con momentos futuros expectantes y anhelantes no la dejaban dormir. Soñaba casi despierta con el encuentro otra vez con el joven Houyo. Su corazón latió fuerte y sintió las mejillas ruborizarse. Ladeó el rostro y vio la luna clara y llena a través de la ventana. Suspiró y se levantó de la cama con lentitud. Era tan tarde ya pero a pesar de eso demasiado temprano como para que amaneciera. Se quedó junto a la ventana cruzándose de brazos y deseando recobrar el sueño. De pronto la adolescente frunció el ceño al ver una sombra alta y delgada moverse entre la oscuridad de la noche. Cuando aquella se acercó lo suficientemente a la casona, pudo al fin notar el pálido y algo asustado rostro de su hermana mayor. ¿Kikyou? Pero... ¿qué hacía ahí tan tarde?... ¿Qué no estaba dormida?... ¿Qué no se suponía estaba dormida?
La escuchó caminar suavemente por el pasillo, los maderos apenas crujieron pero la muchacha estaba atenta a sus movimientos. De pronto quiso saber de dónde venía, preguntarle ¿se había ido a una fiesta? Imposible, sus padres jamás le permitirían salir sola y menos regresar de madrugada. Salió al pasillo y se detuvo en seco mordiéndose los labios, frente a la puerta de Kikyou. Esto era... tan sospechoso... ahora que lo recordaba... su hermana había actuado bastante ruda esa misma noche... como si quisiera... deshacerse de ella. ¿Sería posible? Su corazón latió con violencia. Acercó los dedos a la madera fría de la puerta dispuesta a tocar pero nuevamente se arrepintió. Su hermana... ¿venía de las bodegas abandonadas? Noooo, imposible. La luz de la habitación de la mujer se apagó y Kagome se sintió frustrada de entrar. Retrocedió lentamente y volvió a su habitación. Caminó despacio por ella pensando en su hermana... su hermana... ¿dónde había estado? Eso era... muy sospechoso... y peligroso... ella no podía... no... su hermana tenía una reputación intachable, ella no escondía nada, además, no podía, por su condición. Se llevó una mano a los labios queriendo retener los pensamientos que la sobresaltaban. Miró nuevamente por la ventana y vio, bajo la bruma, las torres de las antiguas bodegas, varios metros más allá. Volteó decidida y tomó su abrigo negro que vistió sobre su camisa de dormir, se calzó los botines y luego salió casi en puntitas de la habitación con rumbo decidido aunque también temeroso, a las bodegas abandonadas. Deseaba saber qué había allí para que su hermana saliera de madrugada a ellas.
Ya afuera encendió una lámpara y cuando sus dedos tocaron la fría y astillosa madera de la puerta, Kagome tembló inesperadamente. No tenía frío, no hacía frío, pero de pronto, una inesperada corriente helada le recorrió el cuerpo por completo de punta a punta. Empujó suavemente reteniendo el aliento.
Si no fuera tan curiosa, estaría ahora en cama intentando olvidar que su hermana había llegado quizás de donde de madrugada. Pero ahí estaba... en aquel lugar tan alejado de su casa, de noche, donde lo único que se escuchaba era el ulular de un solitario búho y la leve brisa nocturna. Tragó y empujó, la puerta rechinó lastimosamente, entonces retuvo el aliento. La lamparita que llevaba en una mano tembló bajo ésta, la joven concentró su mirada de inmediato en el fondo de la abandonada bodega. Como ésta en algunas partes no tenía techo, los rayos de la luna llena se filtraban en algunas partes dejando completa claridad. ¿Qué podría estar haciendo ahí Kikyou?... ¡Eso estaba abandonado! Tonta y curiosa Kagome, pensó luego fastidiada por su propia curiosidad y decidiendo que lo mejor era volver a la casa. Cuando volteó, escuchó un leve ruido y entonces se detuvo en seco abriendo más los ojos.
- ¿Eres tú?... ¿Kikyou?
El doloroso e impetuoso latido del corazón lo sintió casi en la boca, se le secó la garganta, tembló otra vez experimentando escalofríos, pero se quedó estática, de pronto... los zapatos parecían haberse quedado pegados en el suelo de madera. No podía creerlo... había alguien... había alguien ahí... su rostro casi infantil se desfiguró del terror... ¿un... hombre?... ¡¡era un hombre!... ¡¡Dios!!
Continuará...
N/A: Hola amigas, aquí esta mi fic Nº 16, como ya sabrán es de época (me gusta mucho la época antigua), lo elegí así porque pienso (personalmente) que es más romántico y además me hace más soñar jeje (espero que también las haga soñar). Es la primera vez que escribo en fics alternos a una Kagome tan pequeña, pero esta vez quise que se pareciera mucho al personaje que vemos en la serie y en el manga y no sólo en ella, sino también en Inuyasha y un poco en Kikyou.
Quiero decir que esta vez rescaté de la serie y anime varios puntos como por ejemplo el amor anterior casi obsesionado y poco sustentable que existió entre Inuyasha y Kikyou, la rudeza y autoridad de Inuyasha, la amabilidad e inocencia además de los buenos sentimientos de Kagome, la rivalidad que verán más adelante entre ella y Kikyou, la disputa del hombre que aman, etc. Ya comprenderán.
Lamento si mis escenas lemons no son lo suficientemente buenas, pero todas saben que no es mi fuerte y además no soy experta en sexo como para que lo sean jeje.
Como ya habrán leído en mi página principal, ya no doy permiso para copiar mis fics y que los publiquen en otro lugar, sólo pueden dejar el link de la historia y nada más, lo demás es PLAGIO.
Les agradezco de antemano sus comentarios, al principio creo que demoraré un poquito en actualizar puesto que aun no salgo de vacaciones pero estas ya se vienen pronto y bueno... ustedes saben como soy de rápida para publicar.
No soy escritora, no soy experta en escribir, me equivoco mucho y pues me da casi igual puesto que no pretendo ser una profesional en esto, escribo porque me gusta y para los fans de Inuyasha y Kagome, si no les gusta mis fics por alguna razón no es necesario que me dejen su comentario y vayan a la página principal de ffiction que hay miles de fics que les pueda agradar. Ya dije que no pretendo evolucionar como "escritora" o algo parecido, esto es meramente un hobby.
Y si les gustó admito que necesito el apoyo y buenas vibras ahora más que nunca.
Gracias por leer hasta aquí, se cuidan y nos vemos.
Lady Sakura Lee.-