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No le cuentes a mamá
Capítulo 14
Afuera hacía frío y caía una ligera nieve. Bill apenas podía ver a través de la ventana nublada. Estaba en el estudio de grabación en Magdeburgo, trabajando con David, revisando las nuevas letras de su primer álbum en inglés.
-Tu pronunciación todavía necesita un poco de trabajo -dijo David-, pero creo que estarás bien.
Bill suspiró, poniendo una mano al costado de su audífono.
-Son mis jodidas "erres". No puedo pronunciarlas, es tan estúpido.
-Te acostumbrarás. -David observó su reloj y frunció el ceño-. Mierda, tengo que encontrarme con mi novia… Ya terminamos por hoy, buen trabajo.
-Voy a quedarme y practicar -masculló Bill, aún observando fijamente las partituras delante suyo-. Buenas noches.
-Ese es el plan. Nos vemos luego. ¡Oh! -Sonrió-. No te veré más tarde. Estarás en las Maldivas en unos días, te veré en un par de semanas.
-Oh, sí -dijo Bill, y una sensación de calidez inundó su estómago-. Dios. Necesito esas jodidas vacaciones.
-Te las mereces. -David miró su reloj nuevamente-. Estoy retrasado. Ten buenas vacaciones.
-Sí -murmuró Bill, concentrándose en su música de nuevo. Miró fijamente las palabras, reconociéndolas en su cabeza, antes de abrir la boca y, cerrando sus ojos, dejar salir la letra. Su voz resonó en la pequeña habitación y le produjo escalofríos, como siempre que trabajaba en el estudio de grabación. Se sentía en casa, como si nunca se hubiese marchado.
Oyó un irritante golpeteo sobre el vidrio y volteó para ver de qué se trataba. Allí estaba su hermano, sonriéndole abiertamente y sosteniendo su guitarra.
Balbuceó algo, y Bill arrugó el ceño y entrecerró los ojos.
-¡¿Qué?! -gritó, y luego se estremeció. El sonido retumbó en sus oídos.
Tom tiró del interruptor, permitiendo al intercomunicador trabajar de ambos lados, y sonrió de nuevo.
-Estás trabajando duro allí dentro.
Bill rodó los ojos.
-Ven aquí. Necesito un poco de música.
Tom entró en la cabina con la guitarra puesta en su espalda, y cerró la puerta detrás de él.
- No puedes hacerlo sin mí, ¿eh?
-Jódete -replicó Bill, sonriendo. Se ajustó los audífonos y le sacó la lengua. Tom le devolvió la sonrisa, moviéndose hacia delante y capturando la lengua del otro chico entre sus labios-. ¡Mmph!
Tom chupó la lengua dentro de su propia boca y lo besó profundamente haciéndole gemir dentro del beso. Movió sus manos sobre la correa de la guitarra de Tom y tiró de ella para atraerlo más hacia él. Tom rió y se tiró hacia atrás.
-Estás juguetón -dijo Tom, ya con ojos oscurecidos por el deseo-. Quieres trabajar en esto o...
-¿Volver a nuestra habitación? -preguntó Bill. Tom frotó sus manos, avanzando hacia él-. Tomi, tengo que practicar. No podemos.
-Mmm, también tengo que practicar un poco -contestó Tom, en voz baja. Besó la mandíbula de Bill, dejando a sus labios vagar sobre el cuello de su gemelo, hacia su oído, chupando el lóbulo con su boca.
Bill se derretía por Tom, amando la atención que su hermano le brindaba.
-Tomi, no necesitas ninguna práctica en esto -suspiró-. Tomi...
Tom sonrió contra la piel de su gemelo y comenzó a descender, besando su cuello y luego succionando su clavícula. Alzó la vista, los ojos de Bill estaban cerrados, y se veía tan lindo con sus pestañas rizadas y esos audífonos demasiado grandes. El miembro de Tom dolió, a medida que descendía más y más, tomando las caderas de Bill.
-Rápido, lo necesito, duele -susurró Bill-. Lámeme.
-¿Dónde?
-Mm... No me importa... -Bill se retorció y alzando sus caderas hacia adelante, golpeando ligeramente el mentón de Tom, quien gimió y empujó hacia atrás su guitarra, y cayó de rodillas-. Ooh, Tom… Ooh…
Tom asintió, e hizo que Bill se girara: -Pon tus manos sobre el vidrio -dijo con llaneza-. Sujétate contra él.
-¿Qué? -Bill miró hacia abajo, sobre su hombro, con las mejillas ruborizadas-. Tú vas a... ¿tú vas a?
-Mm. -Tom deslizó sus dedos dentro de los jeans de Bill y tiró de ellos, notando como se deslizaban por sus caderas sin ni siquiera desabrochar el cinturón. Entonces retiró también los diminutos boxers y quedó enfrentándose al trasero de Bill.
Tom lamió sus labios y se inclinó hacia delante, inhalando el olor a almizcle, un aroma dulce.
-Ah, Dios mío -gimió suavemente Bill, ladeando su cabeza y dejando que su cabello cayese sobre su cara. Sus palmas estaban extendidas sobre el grueso vidrio y separó las piernas, empujando su trasero hacia atrás para Tom.
A Bill se le ocurrió, justo antes de que los labios de Tom rozaran sus testículos, que este podría ser uno de los momentos más sensuales de su vida. Tom estaba de rodillas detrás suyo, con su guitarra atada a su espalda, y ellos estaban a punto de hacerlo en el estudio de grabación.
Toda la situación se había vuelto porno, y las rodillas de Bill temblaron.
Tom lamió el trasero de Bill una vez, su lengua deslizándose a través de la entrada con rapidez.
-Más -lloriqueó Bill.
Tom lamió con la misma rapidez, molestando a Bill con las aceleradas lamidas.
-Necesitas practicar las canciones -dijo Tom. Dio a la entrada de Bill una firme y larga caricia, con su lengua y, entonces, comenzó a besar la parte posterior del muslo.
-Tomi, vamos, por favor.
-Quiero escucharte cantar -dijo Tom-. Quiero escuchar... Monsoon. Y oiré las duras "erres".
Bill tembló, sosteniéndose contra el cristal, y empujó su trasero hacia atrás.
-No estoy cantando.
-Bien… -Tom empujó los pantalones de Bill hacia sus tobillos-. Entonces encontraré otras cosas que besar. -Mordisqueó la pierna de Bill, besando detrás de sus rodillas.
-¡Tomi! -Bill chocó su nariz contra el vidrio y suspiró-. Ugh, está bien. -Sus mejillas ardían completamente rojas de vergüenza, excitación y molestia, pero se encontró cantando de todos modos-. I'm staring at a broken door…
Tom lamió hasta su muslo, acariciando con su lengua sólo la parte inferior de su trasero.
-There's… uh, nothing left here anymore. -Bill exhaló. Estaba hablando más que cantando, y entendió la ruda mordida de Tom a su muslo izquierdo como una señal de que debía esforzarse más.
-The room is cold… Oh, Dios… The room is cold, it's making… Mierda, tú me estás volviendo loco, Tom -lloriqueó.
Tom se detuvo
-No creo que así vaya la canción...
Presionó su cara contra el trasero de Bill, haciendo que chillara.
-I've been waiting here… Tom, no puedo… so long… Another moment seems to've… Oh mierda, has que me corra, por favor…
-Termina la canción.
-Termíname -demandó Bill, empujando su trasero contra la cara de Tom y escuchando como él gruñía.
-Quiero escucharte cantar -dijo Tom.
Bill miró sobre su hombro y dio a su gemelo una acalorada mirada. -¿Estás bromeando? Tú siempre me haces cantar. Sólo tienes que tocarme.
Tom permaneció, por un instante, observando fijamente a su gemelo y luego metió su cabeza y lamió lentamente por entre los pliegues del trasero de Bill.
Eso era lo que tanto había estado esperando y casi gritó cuando la lengua de Tom encontró de nuevo su entrada, y esta vez sin apartarse, presionó contra él y luego le penetró.
-Sí -siseó Bill-. Oh, sí, Tomi.
La lengua de Tom se movió más profunda y Bill sintió como el dolor comenzaba a expandirse profundamente en su vientre. No existía nada parecido a Tom lamiéndolo allí, nada como eso en el mundo. Lo único que disfrutaba más que eso era el miembro de Tom en su trasero.
-Mierda, fóllame -dijo Bill, repentinamente.
-¿Umm? -Tom se aproximó y tomó la erección de Bill, comenzando a bombearla rítmicamente-. ¿Así?
-Oh… Dios. -Bill cerró sus ojos y los dedos de sus pies se tensaron dolorosamente. Estaba viendo estrellas, así de bien Tom lo masturbaba, pero no estaba sorprendido. Su gemelo siempre lo hacía ver galaxias.
-Canta -dijo Tom en un tono tan casual que enloqueció a Bill. Sus testículos se sentían tensos y a medida que pensaba acerca de la situación, realmente pensar sobre ello, no podía creerlo.
Tomó un profundo respiro: -Running through… Durch den…
Tom presionó con fuerza el miembro de Bill haciendo que él gritara: -Dios, perdón… perdón… Through the monsoon, beyond the… um… world… Oh Dios, Tom, allí. Jodidamente justo allí.
Tom estaba bombeando la erección de Bill y presionando su lengua tan profundamente dentro de su trasero que las piernas de Bill casi se doblaban. No sabía cómo aún continuaba de pie, pero debía continuar.
-To the end of… -Los ojos de Bill se abrieron desmesuradamente. Su vientre estaba tan caliente y lo único que esperaba era ser follado-. Oh, Jesus. Tom…
Tom movió su boca hacia atrás y Bill soltó un gemido frustrado
-¿To the end of? -preguntó Tom y presionó su lengua de nuevo dentro del ansioso trasero de Bill.
Bill gritó, su estómago se agitó violentamente: -¡Time! -gimió y se corrió con fuerza. Su semen golpeó la ventana y sus brazos-. Joder... joder...
Quería derrumbarse, colapsar sobre el suelo, pero Tom lo sostuvo. Pudo sentir a su hermano detrás de él y de repente había un miembro caliente rozando su trasero.
-Oh, Dios -gimió Bill.
La erección de Tom golpeó su entrada y empujó ligeramente contra ella.
-Bill, voy a...
-Sí.
Tom presionó hacia delante, casi deslizándose dentro de Bill, cuando escuchó un ruidoso golpeteo sobre la puerta. Bill alzó la vista y chilló, viendo a Gustav en la ventana. Por suerte, Gustav estaba del otro lado y probablemente sólo podía ver sus pechos, pero Bill aún estaba mortificado y alejó rápidamente a Tom. Frotó su antebrazo contra el cristal, borrando cualquier prueba de su orgasmo.
-¡Ustedes! -gritó Gustav, su voz se escuchaba claramente a través del intercomunicador. Fue entonces cuando Tom se dio cuenta de que había dejado la maldita cosa encendida. Ambos gemelos estaban rojos en su totalidad, tirando de sus ropas frenéticamente-. Se dan cuenta de que esta cosa está encendida, ¿no? Jesús, ustedes son como... jodidos conejos o algo.
-Cristo -gruñó Tom, abrochando su cinturón y ajustando su guitarra-. Mierda, estoy tan duro.
-Todavía puedo oírte -dijo la enfadada voz de Gustav.
-¡Cállense! –contestó bruscamente Bill, alisando su cabello y bajando su camiseta. Se alejó de Tom y se retorció un poco, sintiéndose incómodo. La parte delantera de sus jeans estaba húmeda y no se sentía bien contra su caliente ingle-. Oh, Dios.
-¿Qué es lo que quieres? -preguntó Tom, irritado.
-Yo sólo... ¿están todos decentes ahí dentro? -gruñó Gustav a través del intercomunicador.
-Sí -dijo Bill despacio, atormentado.
La puerta se abrió violentamente y Gustav entró, luciendo disgustado.
-Jesús, nunca jodidamente de nuevo me haré cargo, y les dejaré a ustedes que lidien la próxima vez si pasa algo.
Bill ni siquiera podía levantar la mirada, y Tom suspiró.
-¿Qué?
-Bajé para decirles -dijo Gustav con desánimo- que Dave que está en camino y que quiere practicar una cosa más con Bill. Sin embargo, parece que Bill está ocupado, entonces si quieren que le llame de nuevo...
-Jódete -murmuró Bill.
-Bien, bien -Gustav lucía como si quisiera ahorcarse a sí mismo, aunque había un rastro de sonrisa en su cara-. Tal vez, um... no tengan su tiempo de gemelos donde todo el mundo pueda encontrarlos.
-Oh, Dios -gruñó Bill-. No pretendíamos eso.
-Bueno -dijo Gustav, olfateando alrededor-. Ew. -Y con eso cerró la puerta, apagó el intercomunicador y desapareció.
-Realmente tenemos buenos amigos -dijo Bill, aún sonrojado.
-Amigo -corrigió Tom-. Georg probablemente hubiera renunciado a la banda si fuese él quien hubiera entrado. Dios, ¿por qué somos tan estúpidos?
-Eso es simple -dijo Bill-. Tú eres jodidamente caliente.
Tom sonrió.
-Sí que lo soy, ¿no?
Ambos sonrieron y entonces, estuvieron a punto de cometer el mismo error que hacía unos minutos (implicando lenguas en el asunto), cuando David entró sin permiso.
-Dios, necesitamos un poco de moderación -murmuró Bill e intercambiaron miradas acaloradas.
-Quizá sea demasiado.
Tom alzó la vista de su Gibson. Bill y él estaban en la habitación verde antes del primer concierto del nuevo tour, y los nervios eran muchos. Bill estaba de pie delante de Tom, jugando con el dobladillo de su camiseta.
-No lo sé -replicó Tom, ajustando una de las cuerdas de su guitarra-. Luchamos tanto para incluirla en la lista de canciones, y parece que las fans también la quieren.
Bill se sentó al lado de Tom: -Ya sabes, no estoy nervioso por el show. Es sólo esa canción. ¿Y si la arruino?
-No lo harás... esa es la única cosa por la que no estoy preocupado -afirmó Tom, sonriendo y frotando el hombro de su gemelo-. Deberías preocuparte por problemas reales, como no caerte del escenario, o ser golpeado por la caída de algún equipo de iluminación, o ser mutilado por las fans.
-No -gruñó Bill, enterrando su cara entre sus manos. Había demasiadas cosas dando vueltas en su cabeza. Era la primera noche de su nuevo tour pero, también, la primera vez que los gemelos se apartarían del resto de la banda y presentarían una canción especial sólo de los dos.
Ambos estaban nerviosos, y no era sólo miedo escénico.
-No puedo evitarlo, luzco completamente enamorado de ti cuando canto esa canción -murmuró Bill, hablando muy bajo, para que nadie más que su hermano lo escuchase.
Tom arrugó la nariz y ladeó la cabeza con timidez. -Entonces... no nos miremos. Será fácil, ¿sabes? De todas formas, estaré concentrado en no joder los cambios en los acordes.
Bill frunció el ceño, la respuesta no lo complació demasiado: -Bien, supongo. Sí, de acuerdo. De todas formas, estaré cantándole al público.
Ahora fue Tom el que frunció el ceño. Esa respuesta tampoco lo complació mucho: -Desde luego.
Bill le dio una pequeña sonrisa, se inclinó un poco y apretó su mano.
-De acuerdo. Muy bien. Saldrá...
-Bien -dijo Tom.
Bill asintió y la puerta del cuarto verde se abrió. Era Saki.
-Estamos listos.
Los chicos se pusieron de pie y siguieron a Saki al backstage, reuniéndose con Georg y Gustav. Ellos también intentaron calmar sus nervios haciendo sus propias rutinas. Gustav aún tenía sus auriculares, meciendo su cabeza al ritmo de cualquier canción de Metallica que estuviera escuchando. Georg agitaba sus brazos y tomaba aire profundamente.
Los gemelos permanecieron juntos, sin mirarse el uno al otro.
Pero los dedos de Bill sujetaron fuertemente al borde de la larga playera de Tom, presionando sobre la tela.
Después del concierto, todos mantenían aún la adrenalina de una presentación espectacular, y la banda se había dejado llevar a un club para pasar un buen rato y beber. Se estaba transformando en una tradición terminar ebrios después de un gran concierto, y aunque Bill sentía su cabeza un poco pesada, estaba teniendo un poco de diversión recostado en el VIP, y viendo a Georg beber hasta el olvido, hasta olvidarse de su existencia.
Bill se encontraba sentado a un lado de Tom, manteniendo suficiente espacio entre ellos, pero sonrojándose debido a que sus dedos estaban entrelazados debajo de la mesa.
-Tomi -dijo despacio, apretando la mano de su hermano.
Tom levantó la vista de su cerveza: -¿Hm?
-No me miraste en ningún momento, durante In Die Nacht -dijo Bill, con un pequeño puchero sobre sus labios.
Tom observó como Georg hacía desaparecer otro trago. No podía creer cuánto podía tomar y se preguntó si pediría otro.
-Lo sé, ese era el plan. Te dije que podríamos hacerlo.
-Pero... -Bill apretujó los dedos de Tom-. Te miré todo el tiempo.
-Bill…
-Lo hice, no pude evitarlo. Esas palabras son para ti, Tom. No puedo cantarlas al público porque no son para ellas. -Bill frunció el ceño.
-Finge -masculló Tom.
-No me importa -replicó -. Seguiré cantándote a ti, y la próxima vez, si no me miras… -Tom alzó sus cejas-. Te patearé -dijo Bill-. Fuerte, en la espinilla.
-No lo hagas -protestó Tom.
-Lo haré, si no me dejas cantarte nuestra canción.
Los labios de Tom se curvaron en una pequeña sonrisa y Bill se empujó un poco más cerca.
-De acuerdo.
El resto del tour transcurrió con tranquilidad, y pronto la banda encontró un poco de tiempo libre, un poco de tiempo para esconderse y reinventarse. Estaban disfrutando de un éxito que nunca antes habían tenido, y parecía que no se detendría pronto.
Los gemelos pronto tendrían dieciocho años, algo que realmente habían estado esperando. Estarían habilitados para hacer muchas más cosas, sin tener que responder tantas preguntas, ganando un poco de libertad
-Libertad -dijo Bill una noche mientras él y Tom estaban sentados juntos, en el departamento ubicado encima del estudio.
-¿Ah? -Tom estaba terminando un nuevo juego de video que Georg había dejado.
-¿Qué opinas?
Tom miró hacia arriba, sólo por un momento para que el coche de carreras que no sufriera un accidente: -¿De qué?
Bill bajó el anotador en el que había estado garabateando y avanzó lentamente hacia Tom, extendiendo su antebrazo: -Mi siguiente tatuaje.
-Tienes demasiados.
Bill empujó a su gemelo: -No es cierto.
-¿Por qué tienes que llenar todo tu cuerpo de tinta? -Tom frunció el ceño, aunque no estuviera realmente molesto. Los tatuajes de su gemelo le ponían en más de una forma.
-No es todo mi cuerpo, es sólo mi antebrazo. Justo aquí -dijo Bill, señalando-. Quiero tener escrito "Libertad" aquí. Casi como un regalo de cumpleaños para mí mismo.
-¿Libertad?
-Sí -asintió Bill-. Creo que me representa... y a ti. Finalmente vamos a ser libres.
-Bill -dijo Tom, suspirando y soltando el control del juego-. Nunca vamos a ser libres.
Los ojos del vocalista se estrecharon con esas palabras.
-Jesús, Tom, no seas tan negativo. Todo va muy bien y... -Bill apartó la mirada, sus labios se curvaron hacia abajo.
-No lo dije para molestarte -dijo Tom, moviéndose cerca. Tocó el antebrazo de Bill, dejando que sus dedos trazaran el lugar donde estaría el tatuaje-. Lo siento.
Bill apartó su brazo.
-Está bien... ya ni siquiera lo quiero.
-Bill…
-Y realmente lo quería. Antes.
Tom frunció el ceño.
-Eso es tonto, Bill. No cambies de opinión sólo por algo que dije.
Bill resopló y se movió todavía más lejos. Tom no estaba seguro de qué se había metido dentro de Bill, y demonios, ni siquiera el otro estaba seguro el porqué estaba con ese estado de ánimo. Había estado tan emocionado por el tatuaje y había esperado que Tom también lo estuviera.
-Bueno, lamento si lo que dices significa algo para mí -se quebró.
Tom puso los ojos en blanco: -También me preocupo por lo que dices, pero tienes que ser tú mismo. Algo así como que yo llevaré la ropa que quiera a nuestra fiesta.
Ese era un tema delicado y los ojos de Bill se entrecerraron aún más. Tom hubiera deseado no abrir la boca.
-Eso es injusto -dijo Bill con petulancia-. ¿No puedes usar un traje por una noche?
-No usaré un jodido traje -dijo Tom, su cara se sentía repentinamente caliente. Bill podía exacerbarlo (en muchas formas), tan fácilmente-. ¿Cuándo fue la última vez que me viste usando uno? ¡Ni siquiera me puse un traje para la graduación! La última vez... papá me obligó a vestirme así cuando tenía... cinco años.
-No estoy obligándote -contestó Bill tensamente, apretando los dientes-. Puedes hacer lo que quieras. Sólo estoy preguntándote porque, no lo sé, significaba algo para mí. Todo el mundo va a estar bien vestido. Si quieres ser el único imbécil ahí... Carajo, incluso Gustav llevará un traje.
-Gustav puede usar un traje -respondió cortantemente-. Yo no.
-Esto es típico. -Bill puso tornó los ojos y miró de lejos a Tom-. ¿Sabes qué? Mañana ni siquiera tienes que venir conmigo para ver el local para nuestra fiesta. En realidad, ni siquiera tienes que venir a nuestra fiesta de mierda.
-De acuerdo, haré eso -replicó Tom con sarcasmo-. Ten la última palabra.
-Jódete -escupió Bill cruzando sus brazos.
-Jódete a ti mismo -dijo Tom, volviéndose al videojuego-. Y mientras estás en eso, escribe "libertad" por todo tu cuerpo y, de paso, ponte un traje con Gustav.
Bill dejó la habitación dando un fuerte golpe contra el piso y maldiciendo a Tom, quien apretó los dientes y encorvó sus hombros. Repentinamente, el apartamento se sentía muy pequeño y ya estaba comenzando a temer que dormiría solo esa noche.
Los gemelos siguieron por un vestíbulo al hombre de traje, silenciosamente. Tenían la cita programada hacía más de un mes para ver el lugar en donde se realizaría su fiesta de cumpleaños y, aunque no se hablaran el uno al otro, ambos sabían que no podían omitirlo.
-Aquí está la barra -dijo el hombre mostrándoles una enorme habitación-. Será barra abierta por una tarifa plana que cubriremos en el contrato. Sus invitados podrán entrar y salir de aquí y, a continuación, ingresar al el salón de fiestas con una pista de baile. Por aquí.
Bill se cruzó con una gran zancada delante de Tom y se mantuvo al lado del hombre. Tom rodó sus ojos y miró alrededor. Debía admitir que el sitio era bastante agradable. Bill tenía buen ojo.
-¿Su fiesta tendrá un tema? -preguntó el hombre.
-Sí, todos usarán trajes -no pudo evitar decir Tom.
Bill gruñó: -Será una noche de Casino.
-Ah -respondió el hombre, ignorancia, por educación, la tensión entre los gemelos-. Bueno, tenemos un código de vestimenta, pero puede hacerse una excepción para una fiesta privada.
-Eso no será necesario –dijo, dulcemente, el menor de los gemelos. Tom se mordió la lengua.
-Entonces, ¿qué opinan? -preguntó-. Puedo ir por el papeleo e iniciaremos el trámite de alquiler.
-Bueno, estamos esperando a alguien más -dijo Bill, echando un vistazo a su hermano-. Se supone que nuestra madre se reuniría con nosotros aquí.
-Pero el lugar es genial -dijo Tom-. Estoy seguro de que podemos empezar con el trámite.
Bill sacudió la cabeza: -No, no, tenemos que esperar. Prometimos que ella podría revisar el lugar antes de…
-Es nuestro dinero, y yo digo que lo hagamos -interrumpió Tom-. Y creo que debemos hacer excepciones con el código de vestimenta -le dijo al hombre que lucía incómodo en extremo.
-De acuerdo –contestó el señor aclarándose la garganta-. ¿Qué tal si ambos echan un vistazo alrededor un poco más y, por si caso, iré a traer los papeles? Mientras pueden esperar a su mamá.
Él se alejó con rapidez, y los gemelos podrían haberle dicho que no era suficientemente rápido. Bill suspiró y se cruzó de brazos, y miró a su hermano con ira.
-¿Qué? -preguntó Tom-. Es nuestro dinero.
-Ella es nuestra madre.
-Nunca antes te preocupaste por lo que pensara -respondió arrugando la nariz-. Y no usaré un traje.
-Bien -dijo Bill en voz alta, volteándose y caminando a pisotones-. Tengo que ir a revisar los baños.
Tom vio a su hermano alejarse y sintió ira revolviéndose en su vientre. La pelea había sido estúpida y ya había pasado demasiado tiempo. Normalmente se besarían y lo arreglarían luego de una hora. Pero ahora no se habían hablado más de un día, y Bill era tan obstinado. Tom suspiró en voz alta y caminó detrás del otro chico. Pensó en el compromiso… tal vez podría usar un traje, uno casual. La idea casi le hizo enfermar, los trajes eran tan incómodos y formales y picaban y...
Empujó la oscilante puerta del baño y vio a Bill de pie frente al espejo observándole con una mueca.
-¿Están a tu gusto? -no pudo evitar preguntar-. Los baños.
-Están bien.
-Vamos, Bill.
Bill observó fijamente a su gemelo en el espejo con los hombros tensos: -Piensas que soy un idiota, lo entiendo.
-No… -Tom se calmó-. Nosotros sólo... somos diferentes. Tú quieres trajes y yo quiero reservar este lugar.
-¿Por qué el traje es un gran maldito problema? -preguntó Bill. Colocó su mano contra el espejo, con la palma hacia abajo, y curvada en un puño-. ¡Haces que me enoje tanto!
Tom sacudió la cabeza, acercándose por detrás de Bill.
-Bill... -Acarició la espalda de su gemelo. Se hallaba cansado de discutir, y más porque su cumpleaños estaba tan cerca.
-No trates de ser dulce únicamente para callarme -dijo Bill girando y quitando la mano de Tom-. Quiero que estés de mi lado.
-Estoy de tu lado, siempre lo estoy -replicó Tom. Se acercó de nuevo y, esta vez, Bill no lo alejó-. Cariño... -dijo agarrando la mejilla de su gemelo.
-Entonces, usa el traje y no te burles de mi tatuaje -dijo Bill con un exagerado puchero.
-Bill, fui estúpido en cuestión al tatuaje.
-Siempre eres estúpido. -Los labios de Bill se curvaron en una pequeña sonrisa-. Ésta es una pelea estúpida, ¿no?
-Una de las más estúpidas -concedió Tom. Besó la barbilla de su gemelo con suavidad, sosteniendo su cara-. ¿Te gusta el lugar?
-Era perfecto -dijo Bill inclinándose sobre la mano de Tom.
-¿Era?
-Ahora no -sonrió Bill-. Peleamos en él.
-Pero nos arreglamos -dijo Tom. Se inclinó sobre la cabeza de Bill y besó sus labios.
-¿Lo hicimos? -preguntó Bill. Su voz sonó casi sin aire, necesitada.
Tom asintió: -Lo siento.
-Yo también -respondió suavemente-. A pesar de que fueras un idiota.
-Bill -gruñó Tom.
-Bueno, bueno -dijo riendo un poco y abrazándole la cintura -. Quizá tampoco use un traje.
-Sí, claro. -Bill sonrió contra los labios de su gemelo.
-Fóllame.
Tom alzó las cejas y se alejó un poco: -¿Qué?
-Este no puede ser el lugar en donde peleamos, debe ser el lugar donde follamos.
Tom gruñó de nuevo y Bill presionó una pierna entre sus muslos, enterrándola allí.
-Vamos, no puedes decir que no quieres -susurró Bill-. Ha pasado tanto tiempo.
-Como todo un día.
-Sí, dámelo -suspiró, presionando su creciente erección contra Tom-. Duele, Tomi.
-No podemos -dijo Tom-. Bill, que pasaría si mamá…
-Ella no puede entrar al baño de chicos, Tomi -le cortó poniendo los ojos en blanco-. Además, nos hemos portado tan bien.
-No es cierto -dijo Tom, pero él ya había cedido, tirando de Bill. Encontró uno de los cubículos y empujó dentro a su hermano-. Siempre somos malos.
-Tú eres malo -dijo Bill, y Tom lo empujó contra la puerta-. Estoy indefenso contra ti.
Tom gruñó con las palabras y cerró la pequeña puerta.
-Bill, Jesús. -Besó la garganta de su gemelo, acarició sus costados, y gimió-. Jesús.
Sus labios se encontraron y sus manos se unieron. Eran chicos muy malos.
Simone entró al club rápidamente, echando un vistazo a su reloj y resoplando. El tráfico había estado horrible y llegaba tarde. Odiaba llegar tarde.
Y no había visto a sus hijos en meses. Se sentía nerviosa, pero aún más, se sentía estúpida por sentirse nerviosa. Eran sus hijos, no importa lo que pasase.
-Buenas tardes -dijo un señor parado detrás de un podio, tomando notas-. ¿Puedo ayudarla, señora?
Simone se deprimió; odiaba que la llamaran "señora".
-Sí, mis hijos deberían estar aquí…
-Oh, usted es la señora Kaulitz -dijo el hombre, sonriendo.
Simone se erizó otra vez: -Sí -dijo con los dientes apretados, ni siquiera molestándose en corregir al hombre-. ¿Dónde están los muchachos?
-Oh, ellos... están teniendo un intercambio de opiniones -respondió, frunciendo el ceño-. Les dejé solos. Aunque les vi entrar a los baños. Justo por allá.
-De verdad -dijo Simone sin expresividad. Su estómago daba vueltas y suspiró, cerrando los ojos momentáneamente. Eso no significaba nada, ellos siempre estaban discutiendo, y que entraran juntos al baño no significaba... nada-. Bien.
-Pero han estado allí durante veinte minutos más o menos. Tal vez no los vi salir -continuó el hombre.
Simone apretó los labios.
-Gracias, señor. Voy a esperarlos aquí.
-¿Qué piensa del lugar? -Preguntó el hombre.
-Hermoso -dijo Simone rápidamente. Estaba a punto de buscar un lugar para sentarse cuando los gemelos salieron tropezando del baño, riendo, molestándose y empujándose. Simone alzó sus cejas. El rostro de Bill estaba sonrojado, su cabello enredado, y Tom lucía... satisfecho.
-¡Mamá! -gritó Bill separándose de su hermano y corriendo para darle un abrazo.
Simone se dejó envolver por Bill y le devolvió el abrazo, tratando de no notar lo sudoroso que él se sentía.
-Hola, cariño -dijo suavemente, alejándose un poco y mirando a su hijo. Miró por sobre el hombro de Bill y vio a Tom. La expresión en la cara del mayor de los gemelos le recordó con vaguedad la misma mirada que él le había dado cuando eran niños y ella salía por la tarde, dejándolos con una niñera.
La mirada en la cara de Tom decía "mío", y Simone dejó ir a Bill.
-Hola, Tom -saludó a su otro hijo-. Dame un abrazo, ¿sí?
Tom finalmente dejó ir una diminuta sonrisa al abrazar a su madre.
-Luces bien, mamá.
-Entonces, chicos -dijo ella con un ligero tono de desaprobación. Bill se sonrojó un poco con la mirada que le dio y Simone hubiera querido decir algo, hacer algo.
Pero, ¿qué podría decir que ya no hubiera dicho? ¿Qué podría hacer? Estaban a punto de ser adultos, y no podría controlarlos nunca más, aunque sabía que, la verdad, nunca había tenido el control.
Así que, Simone se lo tragó y mantuvo la boca cerrada.
-Veamos el lugar -dijo.
Bill soltó un gritito de entusiasmo y la tomó de su brazo llevándola por el club mientras, detrás, Tom los seguía con lentitud, sacudiendo la cabeza.
Tom casi cayó de la escalera, pero Bill lo agarró alrededor de la cintura y los estabilizó a los dos.
Por supuesto, sólo fue por un momento porque, a continuación, cayeron hacia delante, riendo histéricamente.
-¡Bill! Salte de encima, pesas -resopló Ton, riendo y Bill le aplastó aún más.
-Quiero estar arriba -dijo Bill riendo tontamente contra el oído de Tom. Por alguna razón, habían escogido subir las escaleras en vez de tomar el elevador, y tan ebrios como estaban, recién habiendo cumplido dieciocho años y llegando de su fiesta, no se encontraban en condiciones de subir muchos escalones.
-De ninguna forma -dijo Tom. Hizo rodar a Bill y ambos volvieron a reír-. ¿Realmente quieres estar arriba?
Bill hizo una cara y trató de ponerse de pie.
-Ni siquiera puedo ver hacia delante con claridad -dijo-. Vamos, ¡quiero una cama!
-Sshh - Tom pasó un brazo por el cuello de Bill, y éste chilló cuando llegaron a su piso-. Aparte, tengo algo para ti.
-¿Hmm? -parpadeó Bill subiendo el último peldaño y manteniendo el equilibrio-. Ah… Ah, bien. Estamos aquí. ¿Qué vas a darme?
-Vamos a buscarlo. -Tom tomó la mano de Bill y se empujaron a través de la pesada puerta de su piso de hotel-. Mmm, hueles a...
-Cerveza. Vino. Tragos -sonrió Bill-. Joder, tan ebrio... tan ebrio...
-¿Cuál habitación? -masculló Tom.
-Trescientos... cuarenta... esa -dijo Bill, señalando hacia una puesta y tocando allí.
-No -siseó Tom, separando a Bill-, no es esa.
Bill golpeó de nuevo antes de que Tom lo empujara hacia el final del pasillo. Tenían la última habitación en el piso, una gran habitación, una suite. Tom había pedido una especial, dejando saber a todo el mundo que entretendría a alguien allí, esa noche.
Y eso haría. Rebuscó la llave en sus vaqueros y la sostuvo, tratando de enfocar la vista: -Mierda.
-Cama -susurró Bill. Tom asintió.
-Sí... bien -dijo y deslizó la llave por la puerta y ambos cayeron hacia adentro, riendo y sosteniéndose mutuamente. Cuando la puerta se cerró, Tom depositó a Bill contra la pared y le besó tan fuerte que casi se quedaron sin aire.
-Joder -dijo Bill, con los ojos abiertos de par en par. Agarró los hombros de Tom, tirando de él-. Hazlo de nuevo.
Tom sonrió de lado. -Voy a sacarte ese traje.
La cara de Bill se encendió, y ambos miraron hacia abajo al flamante traje rayado de Bill.
-Tengo algo aún mejor bajo él -dijo Bill débilmente.
-Oh, espera. -Tom tropezó un poco, guiando a Bill en la habitación. Cuando llegaron al dormitorio principal, vieron la espléndida cama extra grande, dos botellas de vino y la guitarra acústica de Tom descansando en la parte superior del edredón-. Tengo que... tengo un regalo para ti -murmuró, con las mejillas enrojecidas.
-Lo sé. -Bill comenzó a tirar de la chaqueta de su traje, pero Tom lo detuvo.
-No, realmente tengo algo.
-Yo también.
-No, realmente lo tengo -insistió Tom haciendo que Bill se sentara en la cama-. Voy a tocar esto para ti.
-¿Qué? -Bill parecía de repente interesado, sus ojos estaban seriamente centrados en su hermano.
-Yo... -miró hacia abajo-. Escribí algo.
El rostro de Bill brillaba y cubrió su boca con una mano.
-¡Tomi! Eso es tan... tan…
-¿Tonto? -Estaba sonrojado-. No tengo que hacerlo, es estúpido y yo…
Bill estaba fuera de la cama en un segundo, agarrando a Tom y besándolo descuidadamente en la boca.
-Oh, Tomi, eso es tan romántico.
Tom tembló un poco dentro del agarre de Bill. No era muy bueno en este tipo de cosas, no sabía exactamente qué decir ni qué hacer. Pero Bill parecía excitado, y no se estaba riendo de él, al menos no todavía.
-Tócala para mí -dijo Bill, arrastrando a Tom hacia la cama-. Toca mi canción. Nadie nunca me había escrito una canción antes.
-Y tú me has escrito un montón. -Tom ladeó la cabeza y se rascó detrás de la oreja con timidez-. En sí no es mucho... Espero que te guste.
Tomó su guitarra, sus dedos estaban lentos y perezosos a medida que arrancaba unas notas. Bill hizo un gesto y Tom sonrió-. ¿Tal vez demasiado ebrio?
-Tócala de todas formas, eres tan bueno -alentó Bill. Se estrechó y acarició los dedos de Tom, sobre las cuerdas-. ¿Tiene letra?
Tom sacudió la cabeza. La canción era algo en lo que había estado trabajando en secreto durante meses, y si no estuviera tan borracho, se hubiera decepcionado de saber que lo jodería tan espléndidamente. Sus dedos no cooperaban y en cuanto comenzó a tocar, escuchó el desafinado tono de las notas.
Estaba orgulloso de la canción y realmente había querido tocarla para Bill antes de la fiesta, pero el tiempo no le había alcanzado y las cosas habían quedado así.
Ahora estaban tan ebrios y Tom se hallaba masacrando la canción.
Pero Bill no parecía notarlo. Estaba de rodillas delante de Tom con los ojos muy abiertos y brillosos. Lucía como si pudiera ponerse a llorar.
Tom lo amó aún más entonces, tan obviamente cautivado con algo sólo porque él lo había hecho y sólo porque era dirigido a Bill.
-Oh, Tomi -suspiró Bill. Tom tocó una parte particularmente desafinada y Bill ni siquiera se estremeció-. ¿Para mí?
Tom asintió, mirando hacia abajo, a medida que sus dedos arrancaban descuidadamente los acordes. Eso debía hacerlo al final de la canción… si hubiera un final. No estaba muy seguro.
-Mierda -murmuró. Había cambiado completamente los tonos, pero Bill aún estaba cautivado viéndole con los ojos muy abiertos.
-Tom -murmuró Bill, acariciando la rodilla de su hermano-. Mmm, Dios, eres tan dulce Tomi...
-Nah -masculló mirándolo y sonriendo.
-Continúa -insistió Bill.
De repente, los dedos de Tom parecían haber despertado, comenzaron a tocar la canción maravillosamente y Bill se apoyó contra las piernas de Tom, abrazándolas.
Besó los nudillos de Tom mientras tocaban y acarició los costados de su gemelo. Tom continuó viéndolo de reojo, sus mejillas ahora permanentemente rojas.
Pronto la melodía desapareció y Tom no tocó más, pero sostenía la guitarra y se miraba fijamente sus dedos.
-Entonces, eso fue todo -dijo con tranquilidad.
Bill se quedó callado por un momento, y entonces se levantó, tomó la guitarra de Tom, y empujó a su gemelo sobre la cama con gentileza.
-Eso fue -dijo Bill-, lo mejor que he escuchado nunca.
Tom le dedicó una sonrisa, viendo como Bill se quitaba la chaqueta de su traje y pateaba sus zapatos.
-¿En serio?
-Mhmm -canturreó Bill quitando los zapatos de Tom para después trabajar en su cinturón-. Ahora quiero mostrarte…
-Nada que no haya visto antes.
Bill sonrió con satisfacción, todavía sosteniendo el cuello de la guitarra de Tom. Besó la madera lisa y Tom gimió.
-Sólo mátame de una vez -dijo Tom.
Bill dejó la guitarra a un lado y tiró de sus pantalones hasta que sólo quedó con una diminuta camiseta negra y boxers. Avanzó lentamente sobre Tom y besó su mandíbula.
-Estoy arriba -susurró.
-Joder, no -gimió Tom. Bill descendió sólo un poco sobre el lóbulo de su oreja, y luego deslizó su lengua por el cuello de Tom.
-No seas tonto, Tomi -dijo Bill, acomodándose sobre Tom-. Quiero montarte
Tom se atragantó con las palabras que habría querido decir y besó a Bill profundamente. Se sostuvieron el uno en el otro y comenzaron a moverse juntos. Cuando Bill arqueó su trasero, sentando sobre sus muslos, Tom se sintió un poco avergonzado.
-Tú podrías… estar arriba si quisieras. Digo, de verdad arriba. –En realidad, no le gustaría estar abajo, no es así como él es, pero si su Bill quisiera, podría dárselo.
Le daría cualquier cosa, incluso eso.
Bill rió tontamente, cubriendo su boca y encorvándose, riendo fuertemente.
-Tom, eres muy tonto -dijo entre risitas-. Así no es como nos complementamos, tontito.
Tom se sintió aliviado a medida que Bill calmaba su risa, sosteniéndolo de los hombros. Bill se colocó sobre la ingle de su gemelo, contorneándose, haciendo presión hacia abajo. Ambos gruñeron cuando el trasero de Bill se frotó contra la dura erección de Tom.
-Ugh -murmuró.
-Mm -respondió Bill, cerrando sus ojos-. Desnudos.
Tom asintió, tomándolo por la cintura y empujándolo delicadamente hacia atrás. Bill se movió hacia adelante y empujó la playera de Tom hacia arriba. Pero la camiseta capturó el cabello y la gorra de Tom, haciendo que Bill riera, retirando la gorra y besando la cara de su hermano.
-Vamos -dijo Tom, señalando hacia la camiseta de Bill y sonriéndole abiertamente.
Bill sacudió la cabeza y cruzó sus brazos.
-No, tú.
-¿Yo?
-Quítatela -lloriqueó Bill, deslizando sus propios boxers por sus cadera.
Tom jadeó y quitó su camiseta rápidamente. La lanzó hacia un costado y volvió a mirar, Bill estaba absolutamente desnudo encima de él. Tom parpadeó, no sabiendo cuando había pasado o como, solamente necesitaba poner sus manos sobre Bill.
-Dios -murmuró Tom, acariciando con su nariz el pecho de Bill, quien ronroneó un poco, inclinándose calurosamente sobre los labios de Tom-. Te amo…
-Te amo -dijo Bill, sus ojos centellaron a medida que sus caderas se mecían hacia adelante y atrás sobre Tom. Bill alcanzó la cintura de los jeans de Tom y tiró de ellos, sus fríos dedos rozaron las caderas de su gemelo.
-Tomi -dijo suavemente, exponiendo a Tom, quitando el resto de su ropa-. Tomi. -Respiró directamente contra el oído de Tom, rasposo y húmedo.
-¿Sí? -preguntó entrecortadamente Tom. Bill aún permanecía encima suyo, sus cuerpos desnudos presionándose juntos.
-Feliz cumpleaños -dijo Bill, y se inclinó para darle un abrasador beso. Besar a Bill era como ser golpeado por una fuerte ola, se sentía cubierto y como si no pudiera respirar. Iba a ahogarse, pero estaba bien.
Se besaron más y más duro, retorciéndose juntos, y Tom estuvo seguro de que se correrían antes de haber comenzado, estaban demasiado bebidos y necesitados.
Pero Bill se alejó de Tom, todo ese maravilloso calor y peso se alejó de su cuerpo, y Tom se hundió entre las almohadas y el colchón.
Sin Bill, parecía como si estuviera perdido en el océano Cerró los ojos sintiéndose a la deriva, estaba cansado, duro y tan caliente.
El calor de su gemelo regresó, sobre sus muslos, aunque no podía verlo. Sus ojos no estaban cooperando y el tiempo se estiró o acortó, con pensamientos breves y rápidos, no estaba muy seguro.
Todo lo que sabía era que su miembro de pronto había sido cubierto, y cuando finalmente fue capaz de abrir los ojos, pudo ver a Bill arrodillarse sobre él. Estaba acariciando su miembro con lubricante.
-Voy a sentarme sobre él -murmuró Bill, acomodándose sobre Tom-. Tomi.
-Por favor -suplicó Tom, colocando sus manos sobre las caderas de su gemelo-. Bill.
Bill cerró los ojos y dejó que su cabeza cayera hacia atrás mientras se penetraba a sí mismo, lentamente, sin duda. Sus piernas temblaban y Tom lo observaba con la boca abierta, lamiendo sus labios y con la sensación de que su boca estaba seca.
Con Bill aún sentado sobre su erección, permanecieron durante un largo instante en silencio, Bill miró a Tom sonriendo vagamente.
-Esta es la única cosa que tiene sentido -Bill suspiró, haciendo que sus pestañas se movieran rápidamente.
Tom asintió, aunque no podía encontrar las palabras. Tenía muchas, pero su boca no cooperaría con él. Sólo observó a su pequeño hermano, presionando su miembro, y dejó salir un jadeo
Ahora tenían dieciocho años, verdaderos adultos, y ya no tendrían que dar respuestas a nadie.
Sólo a sí mismos.
Simone estuvo tensa toda la noche.
Gordon continuaba diciéndole que se calmara. Pero ella sabía que él sólo imaginaba que estaba nerviosa porque la noche saliera bien. Ella sería la anfitriona de una pequeña fiesta de cumpleaños para los gemelos, en su casa de Loitsche, y casi todos los parientes que tenían, irían. Simone había contratado una empresa de catering, además de su propia comida casera.
Sin embargo, no podía mantener los ojos alejados de sus gemelos, le dolía lo malas que se habían vuelto las cosas
Ya no podría volver a disfrutar realmente el estar con sus hijos. Ya no podía relajarse igual que siempre. Desde luego que los amaba, nada podría apartarla de ser la seguidora y fan número uno de los chicos, pero no podía apoyar eso que nadie sabía excepto ella.
Esperaba, al menos, que ella fuera la única.
Pasó la mayor parte de la velada alejada de sus hijos, viéndolos entremezclarse alrededor, sonriendo correctamente hacia las personas que no habían visto hacía años.
Los observó con un penetrante interés; ¿podría alguien más ver lo que ella veía? ¿Eran tan obvios como le parecían?
Tom colocó su mano en la pequeña espalda de su gemelo y lo guió hacia la cocina, le sirvió una bebida y una servilleta, y se inclinó muy cerca, susurrando algo en el oído de Bill.
La escena lucía tan íntima, tan enfermizamente mal, que Simone comenzó a enervarse. ¿Todos lo sabrían si ellos seguían comportándose de esta forma?
-Whoa, cálmate -dijo Gordon, apretando su mano -. Parece que estás a punto de explotar, ¿está todo bien?
Simone tomó una gran bocanada de aire e hizo un intento de sonrisa.
-Puedes hacerlo mejor que eso -dijo Gordon-. Vamos, sólo los tenemos por una noche, vamos a sacar el máximo partido de ello.
Ella sacudió la cabeza.
-¿No crees que los chicos están actuando extraño?
Gordon entrecerró los ojos, mirando a través de la sala donde Bill y Tom estaban hablando con sus abuelos. Se encontraban muy cerca, ¿pero no lo habían estado siempre? Le pareció que todo lucía muy normal.
-Lucen bien a mi parecer, saludables y descansados por una vez -dijo Gordon-. De verdad, ¿qué pasa?
-Sólo… -su voz se fue desvaneciendo mirando a sus hijos con fijeza. El dedo meñique de Bill se había enganchado del cinturón de Tom, tirándolo juguetonamente más cerca-. Gordon…
Gordon, mirando la misma escena, rió un poco.
-Se ven bien -dijo él-. ¿No estás feliz de que estén en casa por una vez y no luzcan desarreglados?
-Sí... -Simone suspiró y se inclinó sobre él. Gordon pasó un brazo alrededor suyo, abrazándola.
-Ya sé lo que pasa -susurró Gordon.
Simone casi se congeló. Abrió desmesuradamente los ojos: -¿Qué?
Gordon puso su boca cerca del oído de Simone.
-Estás triste porque cumplen dieciocho, ya no serán tus pequeños niños. Ahora son adultos.
Simone rió sintiéndose aliviada. Si Gordon, que había vivido en la misma casa con ellos todos esos años, no lo había notado, ¿entonces quién podría?
-Y otra cosa -continuó Gordon.
-¿Qué? -preguntó Simone con brusquedad.
-Es por Bill, ¿no es cierto?
-¿Qué hay sobre Bill?
-Ahora él recurre a Tom -respondió Gordon acariciándole el pelo- por ayuda. Piensas que has sido reemplazada. Eso debe ser difícil. Pero sabes que siempre serás su madre
Simone cerró sus ojos por un instante.
-¿Qué piensas? ¿Que realmente me ha reemplazado? ¿Qué quieres decir?
-Quiero decir... -Gordon se encogió-. Mierda, cariño, no lo sé. Míralos.
Simone sacudió la cabeza, escogiendo no hacerlo: -Gordon…
-Nuestros niños ya no son nuestros niños, ya no, lo sé -dijo Gordon silenciosamente, besando su frente-. Pero está bien, se tienen el uno al otro.
Simone suspiró y se alejó de su marido, y recorrió el lugar fuera de la fiesta. Alguien tocó su hombro y cuando ella volteó, vio a Bill ahí parado, luciendo radiante.
-Hola, mamá -dijo Bill intensamente.
-¿Dónde está tu hermano? -preguntó Simone con frialdad, sorprendiéndose de cuán fría había sonado.
-Él… no lo sé, no estamos casados -dijo Bill, apretando su brazo.
El comentario era para aligerar el ambiente, una broma, pero a Simone le sentó muy amarga, así que dio vuelta para alejarse.
-Mamá, espera, ¿qué mierda?
Simone se giró de nuevo.
-¿Qué es qué, Bill?
-¿Qué demonios ocurre?
-Nada -Simone le contestó con dureza-. Ve y saluda a tu tía abuela que acaba de llegar.
-De ninguna manera, nunca la conocí, y tú obviamente estás enojada con nosotros -respondió Bill, parado en frente suyo con firmeza. Tenía su cabello liso y su maquillaje era suave, pero aún mantenía un poder extraño, tan extraño que Simone apenas había notado que había dicho "nosotros".
-Sólo ve -masculló Simone.
-Mamá -dijo Bill bruscamente. Tom estaba, de repente, detrás de Bill, sonriendo hasta que notó las expresiones en sus rostros.
-¿Qué pasa? -preguntó. Simone sólo suspiró.
-Mamá está... -Bill le dio un vistazo.
-No hables así de mí, como si fuera yo fuera la que está mal -dijo Simone, demasiado fuerte. Uno o dos primos se voltearon a mirar hacia allí y Simone esbozó una falsa sonrisa-. Vengan conmigo.
Caminó lejos de la cocina y entró en el pequeño cuarto de baño del fondo de la casa. Tom y Bill vacilaron un momento, pero le siguieron.
-Gran cumpleaños -murmuró Bill a medida que caminaban.
-Sólo no hagas que se enoje, deja que diga lo que quiera decir -le advirtió Tom. Una vez que entraron en el baño, Simone cerró la puerta y se giró hacia sus hijos.
-No me gusta la forma en la que se están comportando, la manera en que la que estamos actuando. En especial aquí donde toda la familia está -dijo. Juntó ambas manos tensamente y se movió con nerviosismo. Estaba alterada.
-¿Como estamos comportándonos? -preguntó Tom con voz controlada-. La estábamos pasando bien.
-No me importa lo que te prometí antes -dijo Simone-. Sé acerca de ustedes dos -le dijo a Bill.
-Lo sé -le soltó Bill-. Tomi me lo dijo.
-¿Y continuaste? -Simone lucía disgustada-. Estoy sorprendida de ti, Bill.
-¿Por qué de él? -dijo Tom airadamente-. ¿Crees que estoy forzando…?
-Cállate, Tom -murmuró Bill, sus mejillas ardían.
Tom miró a su gemelo, con la boca abierta.
-En serio, cállate. No estás obligándome a nada, nunca digas eso -miró con irritación a su madre mientras ella frotaba sus sienes.
-Estoy perdida -dijo Simone-. No sé qué hacer.
-¡Déjanos jodidamente solos! -dijo Tom en voz alta.
-Yo soy tu madre -le respondió Simone, acaloradamente-. Ya sea que quieras respetar eso o no.
- Entonces, ¿qué? ¿Estás directamente autorizada a hacer que tus hijos se sienten como una completa mierda? -preguntó Tom-. Porque así es como me hiciste sentir durante años, mamá.
-Ustedes son hermanos -dijo Simone en vano-. Si he hecho que te avergonzaras, te sintieras mal o te enfadaras, bueno… Bueno, ¡fue sólo por el bien de nuestra familia y de sus carreras!
-Atrévete a quitarme lo único que mantiene equilibrada toda mi vida -le disparó Tom de nuevo, tomando la mano de Bill-. Joder, te desafío a que lo intentes, mamá.
-Tom, por favor -dijo ella, cansinamente.
-Tomi, está bien, sólo vámonos -dijo Bill con timidez.
-No, estoy molesto -dijo Tom. Su rostro estaba caliente y sentía como todas las emociones acumuladas a través de los años bullían dentro de él-. Más que enojado. Estoy avergonzado de ti, mamá.
-¿Qué? -Simone separó sus manos-. ¿Vergüenza de mí por... tú relación con... tú hermano?
Tom sacudió la cabeza: -No, mamá, es mucho más que eso.
Bill gimoteó un poco, acercándose un paso más hacia Tom: -Tomi, vámonos.
-Ustedes no se van -dijo Simone con suavidad. Sus palabras sonaban como hielo.
-Nos iremos cuando queramos hacerlo -dijo Tom-. Pero no ahora. Necesito aclararte algunas cosas.
Simone entrecerró los ojos y Bill bajó la cabeza.
-¿Qué? -preguntó.
-Ahora que tenemos dieciocho, estaremos por nuestra cuenta -dijo Tom. Tomó la mano de Bill y la apretó-. En sí hemos estado por nuestra propia cuenta desde que teníamos catorce. No es que hayas sido una mala madre, pero la verdad es que no has estado demasiado alrededor.
-"No has estado demasiado alrededor" -dijo ella, sin ánimos-. Sólo quiero que sean felices.
-Entonces déjanos serlo -dijo Bill muy despacio. Presionó la mano de su gemelo y permaneció allí, suplicante frente a su madre-. ¿Por favor?
-No puedo solamente... ustedes dos necesitan ayuda, lo digo en serio. Algo está mal con ustedes y no puedo...
-Puedes -dijo Tom-. De lo contrario, no estarás en nuestras vidas.
Simone jadeó ante las palabras y sintió el pinchazo de las lágrimas en sus ojos: -Tom, no pensarás…
-No quiero sentirme avergonzado por amar -dijo Tom con simpleza-. No necesitamos ayuda y no necesitamos tu desaprobación. Te quiero mamá, pero no puedo vivir con eso. No puedo vivir con las cosas que has dicho de nosotros, con lo que nos has dicho.
-¡No estoy equivocada! -gritó- ¡Ustedes lo están! ¿No entienden que están enfermos de la cabeza?
Bill jaló cerca a Tom, justo a su lado, y sacudió la cabeza.
-No lo entiendes -dijo Bill-. No tiene por qué gustarte, ¿pero no puedes dejarlo pasar?
-No puedo -dijo Simone. Su voz estaba cargada de agotamiento e ira-. Ustedes no son los niños que yo... Ustedes no son mis hijos.
-No lo somos -acordó Tom-. Nos pertenecemos el uno al otro.
-Tú nunca me amaste como Tom lo hace -dijo Bill mansamente.
-Porque es enfermizo -dijo ella con los dientes apretados-. Está mal, es... es enfermo. Dios, ¿por qué? ¿Qué fue lo que hice?
-Tú no hiciste nada -respondió Tom-. Excepto hacernos sentir como una completa mierda.
-Detengan esto -dijo Simone-. Sólo deténganlo, y sigan adelante. Sé que deben estar confundidos, creciendo, especialmente con su padre y la manera en que es..
-Tú te casaste con él -murmuró Bill.
Simone se plantó delante de Bill y le dio una dura bofetada en la cara. Bill dio un paso hacia atrás, cubriendo su cabeza con sus manos y soltando un sonoro llanto.
Simone miró a Tom y lo que vio le hizo temblar un poco.
La rabia en la cara de Tom era tan inexorable que le hizo dar un paso hacia atrás.
-Nunca vuelvas a tocarlo -dijo Tom con lentitud-. Nunca vuelvas a jodidamente tocarlo o te juro que no volverás a vernos nunca más.
Ella sólo permaneció observando a su hijo mayor, sin parpadear. Tom movió a Bill, frotando su espalda y mirando a su madre con fiereza.
-Bill, nos vamos. -Bill asintió.
-Bill… -empezó Simone.
-No -le dijo Tom-. No puedes hablar con él.
-Tomi -susurró Bill.
-Está bien, nos vamos -le respondió suavemente, besando su frente-. Nos marchamos, tal vez para siempre.
-Tom, no -dijo Simone, su voz era casi inaudible, estaba cargada de emociones.
-No puedo evitar esto -dijo Tom, sosteniendo cerca a Bill-. No puedo detenerlo y no quiero hacerlo: él es todo. Lo daría todo por él.
Simone tembló un poco, mirando a sus hijos persistentemente: -Bill -dijo.
-Yo también -susurró Bill-. No me importa si arruina todo.
-Eso es egoísta -continuó, Simone-. Tienes que preocuparse si esto…
-No tengo que hacerlo -interrumpió Bill-. Y si es egoísta, entonces… entonces soy egoísta.
-Vamos -Tom tiró de Bill, hacia la puerta-. Salgamos de aquí.
-Supongo que no puedo detenerlos -dijo Simone.- Sé que no puedo. Pero no quiero perderlos.
-¿Nos apoyarás? -preguntó Tom.
Simone miró al piso, sin decir una palabra, sin moverse.
-Adiós, mamá -dijo Bill pausadamente. Tom no dijo nada mientras empujaban la puerta del cuarto de baño y salían de la fiesta.
Simone se apoyó contra la pared, tragando el nudo de su garganta, sintiéndose abandonada aún peor que cuando su marido la dejó a ella y a los gemelos hacía tantos años atrás.
Los gemelos condujeron en silencio durante casi dos horas. Bill estaba enrollado en el asiento de pasajeros del nuevo SUV de Tom, mientras éste conducía tenso, con los nudillos casi blancos.
Habían pasado casi dos horas desde que habían dejado la casa, y la fiesta, y ambos se sentían vacíos.
-Aparca -murmuró Bill-. Mareos.
-¿De verdad? -la voz de Tom se rompió, no había hablado hacía mucho. Echó un vistazo hacia Bill, que lucía realmente pálido-. Bien, espera.
Dejó la carretera y condujo hacia un área de descanso cubierta por la oscuridad. Por unos minutos permanecieron sentados, sin hablar, y mientras Bill abrazaba sus piernas, subió la manga de su chaqueta y se miró el tatuaje fijamente.
Tom se inclinó más y, con gentileza, lo besó.
-Me gusta, de verdad -dijo, mirando hacia abajo, hacia la tinta-. Es muy apropiado.
Bill sonrió un poco y se acurrucó cerca de Tom: -¿Crees que mamá estará bien con nosotros?
Tom no lo sabía, y eso, le asustaba: -Bill, yo...
-Lo sé -dijo Bill-. ¿La veremos de nuevo?
Tom asintió: -Por supuesto que lo haremos. -No se hallaba seguro de si sus palabras eran ciertas, pero eso podría calmar a Bill. Sostuvo el brazo de su hermano hacia arriba y besó el tatuaje una vez más, dejando que su lengua lamiera deslizándose por su antebrazo-. Sabes, realmente somos libres.
-¿Cómo? -preguntó Bill.
Tom succionó por sobre los tensos músculos de la muñeca de Bill, haciendo cosquillas en su palma, y luego calmando la sensación con sus labios.
-Porque controlamos nuestra vida, ¿no? Salimos de la casa bajo nuestros propios términos. No tenemos que hacer nada que no queramos, y ya no estamos enjaulados.
-Pero nadie puede saber -dijo con tristeza Bill.
-Eso no importa -dijo Tom-. ¿Por qué debería importarle eso a alguien más?
-Porque -dijo Bill, sin mirar a Tom-, porque quiero ser capaz de contarle todo a mamá, quisiera sólo... ¡No lo sé!
-Bill... -las manos le sudaban y dejó caer el brazo de Bill-. Sé que esto no es fácil, pero ¿alguna vez lo ha sido?
-Estar contigo es fácil -dijo Bill, con una sonrisa tonta formándose en su rostro. Fue de repente jalado hacia el asiento de Tom, tan cerca que estaba sobre el regazo de su gemelo-. Tú nunca has sido el problema -dijo contra los labios de Tom-. Tú nunca serás el problema.
Tom lo besó con cuidado, acunándolo en sus brazos.
-No tenemos un problema, los demás sí. No me importa si está mal, porque, de todas formas, el mundo está jodido, y ¿cómo podría esto dañar a alguien? -apretó a Bill con fuerza, lo sostuvo hasta que sus brazos dolieron.
-Mierda -suspiró Bill contra el cuello de Tom-. Estamos haciéndole daño a mamá. Nunca había pensado en eso antes.
-¿Por qué debería dolerle? -preguntó Tom-. Yo te amo, ¿por qué que eso es tan malo?
-No lo es -dijo Bill, exhalando profundamente contra Tom, todo su cuerpo estaba relajado al fin-. Eres la única persona que nunca me hizo daño, eres el único al que necesito.
-Dios, Bill, nunca me dejes -dijo Tom, abrazando ferozmente a Bill, con amor desesperado-. Nunca
-Nunca -repitió Bill, meciendo la cara de Tom, su antebrazo presionando contra la mejilla de su gemelo.
Tom besó el tatuaje de Bill de nuevo.
-Entonces somos libres, siempre que estemos juntos.
Bill rió y limpió una lágrima de la cara de Tom.
-Últimamente te has estado convirtiendo en una niña conmigo -dijo Bill-. Primero la canción y ahora esto.
-¡Hey! Esa canción no estaba tan de nena cuando estaba sobrio -se defendió -. ¿No te gustó?
-La amé -dijo Bill-. De verdad. Tenemos que ponerle palabras, y colocarla en un CD.
-No lo sé -dijo Tom-. Era sólo para ti.
-Lo entiendo -dijo Bill, lanzándole una mirada insinuante. Tom lo besó con fuerza, acariciando la parte de atrás de su cuello y succionando su labio inferior con la boca. Tom gimió, retorciéndose en su asiento a medida que Bill se acercaba más y más. Se frotaron juntos lentamente, y cuando Bill se alejó, estaba sonriendo.
-Vamos a un hotel muy caro -dijo-. Camas jodidamente grandes y servicio a la habitación y...
-No podemos.
-Tenemos dieciocho -respondió Bill-. Podemos permitirnos cualquier mierda que queramos.
-Bueno -asintió Tom-. ¿Cuál hotel?
-Ese que está en Berlín que tú amas, tú sabes. El que tiene la enorme bañera y waffles muy buenos. -Bill se inclinó de nuevo, estremeciéndose cuando el volante se clavó contra su parte posterior-. Mmm, podría ir por unos waffles realmente buenos.
Después de un último beso, Bill se deslizó de nuevo al asiento de pasajeros y Tom encendió el auto otra vez. Bill permaneció con la vista fija hacia fuera, mirando las luces de la ciudad y apoyándose contra el cristal.
-Bill -murmuró Tom.
-¿Hm?
-Siento haberme puesto un poco loco allí, pero cuando te golpeó...
Bill sacudió su cabeza. -De todas formas, no dolió, no de esa forma.
-Va a mejorar a partir de ahora.
-¿Lo hará?
Tom miró a Bill y frunció el ceño: -Si no es así, todavía te tengo, así que, ¿qué importa?"
-Mm -murmuró Bill, devolviéndole la mirada a su gemelo y sonriendo un poco-. Siempre me tienes.
Tom dirigió su atención de nuevo a la carretera y sintió la mano de Bill sobre un costado de su rostro y se inclinó sobre el toque, sintiéndose cálido y relajado.
Realmente, nunca habían tenido nadie, salvo el uno al otro. Y mientras estuvieran en su propio pequeño mundo, se encontrarían seguros. El mundo entero podría desaparecer; pero no importaba.
Eran los gemelos contra todos los demás, y por primera vez, ellos habían ganado.
-fin-
Nota: Y se acabó. Jo.
En serio, mientras intentaba betear algunas cosillas sueltas por ahí, y leía, y todo, me acordé del porqué decidí empezar a traducir este fic. Las chicas que escribieron esto son tan geniales... Uh, y ya que estoy alabándolas: en Slasheaven están subiendo la traducción de otra de sus historias: The Formative (compuesta, en sí, por Formative y Catharsis) traducida por Sangre Azul, si mal no me acuerdo. ¿El por qué la propaganda? Porque he leído muchísimos fics en inglés sobre Tom y Bill, y juro que nunca leí una historia tan intensa y WOW. Es lectura obligatoria. Lo prometo, especialmente Catharsis.
Ya dejo de fastidiar. Si alguien quiere contactarse conmigo, puede hacerlo con toda la libertad del mundo que no muerdo. :P Besos.