Ojos de una Geisha
オホスウナヘイシャ
"El hombre que era Leyenda"

Kyoto estaba bullicioso aquella noche. Las tenues luces de los locales nocturnos, sombreaban las pedregosas calles, las formas irregulares de las estructuras de las casas daban un bonito espectáculo. El cielo se había tragado a las estrellas, oscureciendo a toda la ciudad. Se podía sentir el aire a guerra. Esa noche parecía particularmente sanguinaria. Luego de haber oído de una baja de diez hombres líderes del bakufu, los habían mandado a patrullar las calles. Eran tiempos brutales, donde vivir y poder respirar durante la siguiente hora, era realmente un regalo divino. Donde no se podía más que aspirar a defender un ideal o corromperse bajo el mando de los corruptos; de alguna u otra forma el final de vivir en aquella época, era la muerte. Final que los esperaba a todos y cada uno, en algún momento. Camino junto a su compañero alerta. Aquella oscuridad parecía perfecta para los asesinos.

Durante los últimos meses el Shogun había dado órdenes de ser más duros y severos con los Inshin shishi o cualquier persona que ayudara o simpatizara con los "Patriotas de la Restauración". La fuerza revolucionaria estaba haciéndose más fuerte cada vez y los líderes del Shinsengumi aún no se dignaban a aparecer. El bakufu estaba perdiendo demasiados soldados a manos de los expertos asesinos de los revolucionarios. Muchos miembros inconformes del Shogun exigían la presencia de los Shinsengumi, rápidamente.

- Últimamente Kyoto esta muy turbulento… - El hombre robusto olfateo el aire - … Huele a muerte… -

- Huele a sangre… - Corrigió. Miro el sendero oscuro que tenía por delante - … Desde el comienzo de la guerra… hueles así… y creo que aún que pasen cien años, seguirá oliendo de la misma manera… -

- No creo que vivamos para corroborarlo, Tetsu… -

- No es necesario corroborarlo, Kanzaki… - El hombre menudo sonrió, cansado - … se ha derramado tanta sangre sobre estas calles que estoy seguro de ello… aún que no viva para garantizártelo… -

- ¡Malditos Patriotas!, Si no fueran por sus absurdas ideas de adquirir la cultura occidental… - Se ofusco Tetsu - … Pero ya verán… matare a tantos rebeldes que Kyoto se convertirá en un cementerio de Patriotas!!!… en nombre del Shogun — Prometió. Kanzaki asintió.

- Debemos acabar con la vida de aquellos que están interfiriendo en el perfecto futuro que nos espera bajo el mano del señor Tokugawa… - Caminaron conjuntamente hasta llegar a una arboleda. Tetsu sonrió al mirar al frente.

- Creo que luego de que termine la guardia, pasare por aquí… - Kanzaki volteo para mirar mejor el local que se erguía enfrente. Una casona grande y pulcra, con las luces prendidas se levantaba con imponencia. Su fachada denotaba sobriedad y elegancia. Y un cartel mediano y precioso, tenía una leyenda con letras y caligrafía preciosa que rezaba: "Gaia".

- Creo que te acompañare… según he oído se ha convertido en el mejor de los burdeles de la zona, ¿no? — Tetsu asintió enérgico.

- Tiene a las mujeres más hermosas y tentadoras del lugar… - Arrugo se ceño. - … Aún que dicen que los Inshin shishi vienen asiduamente a este lugar… -

- ¡Matare si veo alguno! — Bramo Kanzaki. Caminaron más allá, perdiéndose calle abajo. Tetsu amarro mejor su espada contra su hakama, la había sentido resbalar. Y en aquellos tiempos, no podía permitirse ni un error. Eso significaría la muerte.

- ¿Sabes que he oído?… - Pregunto Kanzaki misterioso. - … Al parecer el que mato a diez de los líderes del Shogun fue un patriota de la restauración… un Hitokiri muy violento y feroz… -

- ¿No será… - Kanzaki miro su alrededor, temblando.

- No lo digas… - Susurro.

- Battousai?… - Termino Tetsu. - … Dicen que es un Demonio… Un enviado del mismísimo Diablo hecho carne… Solo espero que no salga esta noche a cazar… -

- ¡No lo digas ni de broma!… Estoy seguro que ese hombre hizo un pacto con el diablo… - Kanzaki trago en seco, asustado - … Nadie puede ser tan veloz y fuerte como dicen los rumores… -

- No lo creo… - Dijo una voz cerca de su oído. Kanzaki grito asustado y desenvaino su espada con torpeza. Tetsu y el recién llegado, rieron. - … ¿Le tienes miedo a un restaurador?… ¡Vamos, es solo uno más!… Ese tal Battousai no es un Dios… solo un hombre como nosotros… los rumores son mentira y no hacen más que crear temor contra alguien ilusorio… - Kanzaki hizo una reverencia.

- Señor Tokiyo… - Satsuma Tokiyo era uno de los jefes enviados del Shogun para acabar con los Inshin shishi. Alto, moreno y respetable. Sonreía a ambos samuráis. - … Disculpe, señor… Yo… - Satsuma levanto su mano. Kanzaki callo.

- No lo culpo por su repentina cobardía… - Lo miro duramente - … Pero el día de hoy, no necesitamos precisamente personas asustadizas… -

- Lo siento, señor… - La voz le tembló. - … Pero… usted no ha visto a Battousai en acción… - Los ojos de Kanzaki se abrieron, mostrando temor. - … Es como… - Su nuez de Adán se movió cuando trago en seco. - … Cuando el elige matarte… no hay salida… - Un silencio seco le siguió a la declaración. Tetsu mostró seriedad y espanto. …l jamás lo había visto y esperaba no hacerlo.

- Bah… me dijeron que no es más que un niño… - Dijo Satsuma, arrogante - … apenas tiene veintitrés años… menudo y pelirrojo… ¡hasta la descripción parece el de una mujer! — Rió. Tetsu sonrió apenas, más confiado - … No hay por que temer… nosotros tenemos el apoyo del Shogun… - Aseguro confiado - … Somos invencibles… - Kanzaki sonrió desconfiado aún, pero no era bueno llevarle la contra a su señor. - … Exista o no. ¡Aplastaremos la rebelión rápidamente! -

- Tiene razón… - Dijo con respeto, haciendo un reverencia. — Somos más fuertes… -

- ¡Así se habla!… no olvide que prometí a su mujer hacerlo un hombre de bien… - Explico Satsuma, sonriente. - … Además, en este momento todo el mundo trata de encontrar algo de Felicidad… usted que la tiene debería protegerla… - Kanzaki asintió, más animado. Satsuma miro al cielo tranquilo - … Se esta haciendo tarde… - Comenzó a caminar - … Debemos apresurarnos… - Kanzaki y Tetsu emprendieron viaje a ambos lados de su jefe. La noche caían como manto negro sobre la gran ciudad. Tres hombres partidarios del régimen del Shogun de la dinastía Tokuwaga, caminaban tranquilamente bajo las sombras de las irregulares calles de Kyoto. Mientras conversaban amenamente, sin saber el final que les esperaba. Una sombra oculta los seguía con sigilo. Controlando enteramente su respiración y cada uno de los posibles signos que pudieran delatarlo. Salió de entre la oscuridad.

- Tú debes ser uno de los partidarios del Shogun, Satsuma Tokiyo… uno de los jefes del distrito de Kyoto… - Satsuma, Tetsu y Kanzaki voltearon al oír la voz. Un hombre pelirrojo, menudo y de unos penetrantes y fríos ojos color ámbar, los observaba cautelosamente. Tenía un ogi azul y una hakama blanca. Kanzaki retrocedió, asustado. Aquellos ojos asesinos le atemorizaba enormemente. Era él.

- ¿Quién eres tú? — Preguntó Satsuma entrecerrando sus ojos, al igual que Tetsu, no podía ver bien en la oscuridad. Kanzaki palideció y agarro del brazo a su compañero para que detuviera su marcha. Tetsu lo miro, preocupado.

- ¿Qué te sucede, Kanzaki? — Satsuma se adelanto.

- ¿Para que darle mi nombre a un cadáver? — Preguntó con tono frío. Satsuma y Tetsu, petrificados, desenvainaron sus espadas automáticamente. Aquel filo de voz les había provocado escalofríos en todo el cuerpo.

- ¡Di tú nombre! — Exigió nervioso, Satsuma. No. ¡No podía ser el habilidoso asesino de los Patriotas!

- Battousai Himura… - Corto el aire una voz. Kanzaki cerró sus ojos, preso del miedo. Tetsu no retrocedió de donde estaba y Satsuma agarro más fuerte su espada.

- Un realista Meiji… - Escupió con asco, Satsuma. - … ¡Te mataremos!… - Battousai envaino su espada y se coloco en posición. Listo para pelear. Kanzaki cayó al suelo lleno de temor y retrocedió con pánico. Tetsu fijo su mirada en el pelirrojo.

- No les tengo ningún rencor. Pero por el nacimiento de una nueva era… debo acabar con sus vidas… - Tetsu petrificado, jadeo. Satsuma observo con asco a su oponente. Kanzaki vio con verdadero terror como Battousai desenvainaba su espada a una velocidad nunca antes vista y cortaba la cabeza de su jefe en dos, separándola de su cuerpo. Y todo se tiño de Sangre. El crujir de la espada cortando los músculos, tendones y huesos del cuello de su señor, resonó repetidas veces en ambos hombres. Battousai se acercó donde yacía el cuerpo de su enemigo tendido y tomo su ropa para limpiar la sangre de la espada. Su mirada asesina se poso en ambos atónitos hombres. — Siguen ustedes… - Espeto despacio.

- N-no… P-p-o-or fa-v-vor… - Kanzaki se levanto del suelo como pudo y comenzó a correr, lejos de allí. Tetsu vio a Battousai impulsarse con sus piernas y saltar a una impresionante altura en dirección hacía su compañero.

- ¡Ryu Tsui Sen! — El pelirrojo cayó con todas sus fuerzas, y el filo de su espada, sobre Kanzaki, quien cayó muerto al instante. Tetsu oyó el chirriar de algo duro romperse. Cuando vio a Kanzaki tirado en el suelo, se dio cuenta que había oído el cráneo de su amigo resquebrajarse instantáneamente. Ningún ser humano hubiese resistido tal golpe letal. El borboteo de la sangre salir y la masa encefálica fuera de su cabeza, había supuesto su muerte segura. Tetsu abrió sus ojos, lleno de pánico y se lanzo a correr lejos de allí. Battousai le cerró el paso, fácilmente. - … Esta noche, no te escaparas de tu muerte segura… - Y de un solo golpe, cayó al suelo, sin vida. EL pelirrojo miro sin emoción ninguna al hombre en el piso. Otra vez, sus ropas estaban llenas de sangre. Dos hombres salieron entre las sombras, pasmados y mirando con respeto al espadachín.

- Queríamos saber como estabas, Himura… - Dijo uno, mirando de hito en hito a los tres cuerpos tendidos sobre el suelo flotando en un mar de sangre.

- Bien, gracias… - Respondió secamente. Limpiando su espada y guardándola.

- Parece que fue una noche fácil para ti, ¿no? — Preguntó el otro, con algo más de confianza. - … Tres hombres en menos de tres minutos… - Fanfarroneo. - … Creo que ni los Shinsengumi podrían contra ti… - Recibió un golpe de su compañero. Battousai estaba de espaldas a ellos.

- Deja de decir estupideces… no hemos venido para presumir sobre el poder de Battousai… - Alguien gruño, malhumorado. - … Señor Himura… el señor Idzuka estaba buscándolo, dice que es urgente… - Battousai despareció sin dejar rastro.

- Es siniestro… -

- Siniestro, pero de nuestro lado…- Kenshin se alejo rápidamente del lugar. Necesitaba con urgencia un lugar donde lavarse las manos. De lejos, pudo verla. Una casa grande, sobria y de fachada pulcra de tres pisos de alto. Aparentaba una respetable casa de huéspedes sin más que unos abstemios ventanales y una puerta corrediza, frontal. Cualquiera que pasara por fuera, no le daría mayor importancia. Sin embargo, era uno de los cuarteles generales de los Inshin shishi a cargo del jefe Kogoro Katsura, uno de los tres grandes reformadores de la nueva era. Sobre el lado derecho había un cartel, minucioso, que rezaba: "Hospedaje Kohagi". Entro tranquilo y se dirigió al lavabo más cercano a la puerta. Lleno un recipiente con agua y sumergió sus manos allí, frotándoselas frenéticamente. Las saco, y luego de mirarlas, las sumergió de nuevo, lavándoselas.

- El olor a sangre… - Saco ambas manos del agua - … No desaparece… - Las miro, estaban manchadas de sangre.

- OH, Himura… llegas tarde hoy… - Kenshin se asusto. Una mujer anciana pero de rostro y expresión enérgica apareció en la puerta del lavabo. - … Tomoe estuvo preguntando por ti… estaba preocupada… - Con la toalla que tenía en el hombro, se seco las manos. No tenía manchas de sangre. Se dio vueltas y miro a la anciana de vivarachos ojos negros.

- Buenas noches, Sra. Aiko… - Aiko era la dueña del Hospedaje y el cuartel general encubierto. Una señora muy vital que, al parecer, le gustaba poner en aprietos a Kenshin. - … ¿Dónde esta Tomoe? —

- En su habitación… - Le sonrió - … Estas flaco, te deje tu comida con Tomoe — Se iba - … Cualquiera diría que no te damos de comer… Idzuka te esta esperando en el Comedor… - Kenshin salió del lavabo, saludo a Kojiro y a Oda, dos compañeros encargados de recaudar información sobre el enemigo. Cuando entró en el Comedor, Idzuka no estaba solo. Kogoro Katsura estaba sentado a su lado, esperándolo, al parecer. Otro hombre, sentado en la habitación, lo miro entrar.

- Buenas noches, Himura… - Saludo Katsura. Idzuka le hizo un gesto con la cabeza y le sonrió. El tercer hombre presente, frunció su ceño. De ojos y cabellos castaños, Akira Kawamura era un asesino de los patriotas. Kenshin hizo una reverencia y se sentó al lado de donde estaba Akira antes sentado. - … Aún que pasen cien años… - Los miro a ambos - … Nunca entenderé por que tienen esa absurda adversión entre ustedes… - Akira bufo y Kenshin gruño.

- Diferencias irreconciliables, diría yo… - Rectifico Akira. Kenshin miro directamente a Katsura, sin prestarle atención.

- A veces… parecen un matrimonio!!! — Rió Idzuka; pero callo inmediatamente cuando sintió al aura asesino de ambos jóvenes. Katsura sonrió.

- Yo diría que tuvieras más cuidado al hablar… - Sugirió Kogoro. Akira respiro profundo. Kenshin le lanzo una mirada matadora al Idzuka. - … Por favor, Akira… siéntate… -

- Sabes que no me gusta estar en la misma habitación que Himura… - Admitió Kawamura.

- Sabes que no quiero que se me pegue lo idiota… - Escupió Kenshin con malicia.

- ¿¡QUE DIJISTE, CABEZA DE ZANAHORIA!? — Grito Akira, enojado. Kenshin se levanto y encaro a su oponente, furioso.

- ¡LO QUE OÍSTE, CARA DE PAPA! — Rugió molesto.

- ¡Y con eso hacemos una buena Sopa! — Se alegro Idzuka. Akira y Kenshin, tomaron sus espadas y las colocaron a ambos lados del cuello del molesto compañero. Katsura soltó una carcajada al ver a Idzuka en aprietos. — Chicos, solo bromeaba… -

- ¿Ah si? — Pregunto enojado Akira.

- …Pues nosotros también estamos bromeando… - Siguió rojo, Kenshin. Ambos se miraron, recordando que tenían una pelea pendiente, y bajaron sus espadas. Katsura los invito a sentarse, de nuevo.

- ¿Cómo te fue esta noche, Himura? — Pregunto.

- Todos los que me dijiste, están muertos… - Akira miro a Kenshin. ¿Cómo hacía aquel hombre para no mostrar ninguna clase de sentimientos cuando mataba gente? …L no podía y era por eso que Himura era el mejor de todos. Frío hasta la medula.

- Bien hecho… - Sonrió Katsura - … ¿Y a ti como te fue, Kawamura? —

- Tuve que disfrazarme de vendedor de medicinas… emborrachar al administrador de Gion y sonsacarle toda la información… el Shogun piensa dar un golpe masivo dentro de poco… aquí en Kyoto… -

- Deben estar realmente desesperados para realizar un choque tan frontal… - Opino Idzuka, pensativo.

- Los Shinsengumi están moviéndose… - Dijo Kenshin, apacible.

- ¡Eso es imposible! — Bramo exaltado Akira - … Los Shinsengumi están en Tokio… muy lejos de aquí… - Kenshin negó.

- Eso es lo que nos quieren hacer creer… - Refuto el pelirrojo, tranquilamente - … Pero, ¿crees realmente que si quisieran atacarnos frontalmente y darnos un golpe masivo, prescindirían de sus tropas más adiestradas y fuertes? — Razono - … Eso solo lo haría un idiota… y el Shogun no es ningún idiota… no es bueno subestimar a los enemigos… -

- Piensa lo que quieras… - Akira miro a Katsura - … Los Shinsengumi no vienen hacía acá… - Katsura miro a ambos.

- Idzuka… averigua si lo que dice Himura es verdad… - El moreno asintió. - … No se preocupen, esto lo aclararemos luego… ahora descansen… se lo merecen… - Kenshin se levanto y salió del Comedor. Camino rumbo al segundo piso, subiendo las escaleras. Abrió la puerta de la habitación y la cerro, a sus espaldas.

- Llegas tarde… - Un aroma a cerezos blancos, inundo la nariz de Kenshin. Una hermosa mujer de penetrantes ojos negros, lo miraba expectante. Kenshin se sentó junto a la ventana abierta, que daba justamente contra el jardín interno de la casa.

- El lugar asignado para mi misión estaba lejos… - Explico. Sintió una mano fría recorrer su cara. Cuando volteo su rostro se encontró cerca del de ella. - … Tomoe… - Kenshin se detuvo a un palmo de su boca, respirando su aliento.

- ¿Si? —

- Te extrañe… - La beso. Ella recargo su peso en el cuerpo del pelirrojo, recibiendo con mayor delicia el contacto. Kenshin rodeo con sus brazos el cuerpo de la joven. Tomoe Yukishiro, era una joven encantadora que había captado el corazón de Battousai Himura. No tenía familia, ni mucho menos a nadie en el mundo, por eso vivía con Kenshin en el Hospedaje. Todos la consideraban la mujer de Himura. Se separaron para acostarse en el futón. Tomoe beso con urgencia el cuello de Kenshin, haciéndolo gemir. Le encantaba verlo entregado.

- Yo también… Battousai… - Kenshin se sintió vació, al solo escuchar su nombre de patriota salir de sus labios. …l se dio vuelta, dejándola debajo de su cuerpo. Abrió un poco su kimono y beso el nacimiento de sus pechos. Tomoe se arqueo contra su cuerpo, invitándolo. Kenshin se despojo de su espada, dejándola a un lado. Se meció dulcemente contra su cuerpo, tratando de encajar su despierta virilidad entre los suaves y tersos muslos de ella. Necesitaba apagar su fuego, aún que sea en el frío hielo del cuerpo de Tomoe. Un escalofrió le recorrió el cuerpo cuando sintió las heladas manos de ella, recorriendo su espalda. Siempre se había preguntado por que ella siempre estaba helada. Cada parte de su cuerpo, y la mayoría de sus gestos, eran fríos. Continuamente parecía indiferente a lo que pasaba a su alrededor. No le interesaba que él fuera un asesino. Al parecer, lo único que quería era estar a su lado. Pero en el fondo, ella tenía un corazón bueno. Tomoe nunca iniciaba un acercamiento, pero con Kenshin, había tenido que aprender a hacerlo. Himura levanto la mano y apago las luces, para volver al lado de su fría amada.

-.-.-.

Dejo el cepillo y el balde con agua a un lado, suspirando se sentó contra una de las paredes y miro a través de una de las pocas ventanas abiertas que tenía aquella casona. Desde que tenía memoria había vivido allí. Según Okami, quien era la dueña y administradora de la Okiya, ella había sido abandonada a su suerte, y luego de ser encontrada por ella misma, había ido a parar a sus compasivos y generosos brazos. No había día en que Okami no le recordara que estaba allí de prestado.

"Gaia" se había convertido en la Okiya más recurrida, durante los últimos dos años. Su éxito era tremendo y, en tiempo de guerra como aquellos, los burdeles eran lugares neutrales, gracias a Dios. Por que eso era lo que era "Gaia", uno de los mejores burdeles de la ciudad. Desde que recordaba Okami siempre había sido muy estricta con todas las habitantes de la casa, todas ellas Geishas. Ella era una simple sirviente que estaba pagándole con su trabajo el alojamiento y comida para subsistir. Durante toda su vida, se había encargado completamente del mantenimiento de toda la gran casona. A los ocho años, Okami había enfurecido y la había golpeado hasta cansarse, por no haber encontrado indicio de una potencial Geisha en ella. Una vez pasado el enojo, había vuelto a sus habituales tareas.

Mantener aquella enorme casa limpia y enorme era toda una Odisea. Las maiko, quienes eran aprendices de Geisha, eran las más revoltosas y desordenadas de todas. Okami siempre la regañaba cuando algo, que las maiko habían hecho, estaba fuera de su lugar. Las Geishas mayores eran el gran problema. Mayormente durante la tarde, cuando no tenían absolutamente nada que hacer, desordenaban o manchaban cosas deliberadamente para que ella tuviera más trabajo. Una vez cansada, le había gritado a una de las Geishas más antigua de la Okiya, Okami la había golpeado de tal manera que había tenido que hacer tres días de reposo para recuperarse.

Sin embargo, más allá de las desagradables enemigas, tenía amigas. Amigas de las cuales, se había hecho inseparable. Misao era una Geisha de ojos y cabellos negros, apenas con dieciséis años de edad, enérgica y vital, era el alma de la casa. Cómo la edad las acercaba, pasaban cuanto tiempo podían juntas. La imaginación de ambas no tenía fin cuando de salir de esa casa se trataba. Misao, al igual que ella, había crecido desde pequeña en el burdel, encerradas. Y cuando Okami no las veía, soñaban despiertas a que un apuesto príncipe iba a sacarlas de allí y casarse con ellas. Muchas veces la cruda realidad las despertaba a escobazos. Era Okami que les gritaba por andar haraganeando según ella.

También estaba Megumi, bonita y presumida, pero una buena amiga. Ella había llegado de transferencia de un burdel de Yokohama. Las primeras dos semanas se llevaban a las patadas; pero luego de unos cuantos acercamientos y sinceramientos, ambas se transformaron, junto a Misao, en muy buenas amigas. La Geisha Kumatsu, era sin dudas, la más especial de sus amigas. Decían los rumores que tenía una seria relación con uno de los lideres de los Inshin shishi, y en ocasiones Okami le daba permiso para salir del Okiya, cuando las reglas estipulaban que estaba estrictamente prohibido, para asistir a su cuartel general a verlo. Kumatsu era elegante, virtuosa y encantadora. Todas y cada una de las cosas que ella nunca llegaría a ser. Muchas veces se quedaban largas horas de la noche charlando. Kumatsu le contaba todo sobre ser Geisha y sus encantos y como debía comportarse. Sin dudas, Kumatsu encontraría marido y se iría de allí, pronto.

- ¡Kaoru! — La pelinegra nerviosa, se levanto del suelo - ¡Kaoru! —

- ¡Ahí voy! — Dijo. Con rapidez abrió la alacena y dejo allí el balde y el cepillo. Con paso presuroso salio de la cocina rumbo al Comedor. Aquella casona era antiquísima y hermosa por dentro, de colores cremas y pasteles, las paredes presentaban una tonalidad apreciable a la vista. Los escasos y elegantes muebles, estaban pintados con una fina capa de barniz. Las cortinas blancas y azules, ocultaban tenuemente las luces de noche. El Comedor tenía una larga mesa y sillas europeas, un capricho que Okami había conseguido con ayuda de los clientes del lugar. Sin dudas un comedor digno de una familia adinerada.

- ¡Chillas como un hombre! — La reprendió la anciana y vivaz mujer. De apenas cincuenta y tres años, Okami frunció su ceño, mirándola fijamente - … ¿Cuándo aprenderás que las señoritas no chillan, solo obedecen?… ¡tenía razón cuando decidí dejarte de sirvienta!… ninguna mujer con juicio te pondría de Geisha… - Arremetió. - … Solo arruinarías el negocio!!! —

- ¿Qué desea, Okami? — Kaoru sabía que la única manera de contentar a la señora del lugar, era trabajar el doble. Siendo obediente, sumisa y callada.

- ¿Ya terminaste con lo que te dije? — Pregunto secamente. Kaoru asintió. - … ahora prepara la cena… y recuerda que debe estar en media hora… los clientes comenzaran a llegar no más de las nueve… ¡Apresúrate muchacha! — Okami bramo. - … ¡Y si llego a verte hablando con Misao o Megumi, las castigare a las tres!, ¿entendido? — Kaoru salió del Comedor y se metió, de nuevo, en la cocina. Ese era su pequeño mundo. Su diminuto, rutinario y aburrido mundo. Estaba confinada a vivir dentro del Okiya hasta los últimos días de su vida. Salir de allí significaba la muerte. La guerra se estaba cobrando demasiadas vidas inocentes y Kaoru, no quería ser una más de ellos. Saco verduras, y otros condimentos, deshueso el pollo e hirvió el agua. Una sustanciosa sopa aquella noche les vendría bien a sus amigas, para la ardua actividad que les esperaba. Si bien no aprobaba la vida de prostitutas que llevaban sus compañeras, esa era su elección y como amiga, solo podía aceptarla. Aquel era el único lugar neutral de la guerra. Si, a pesar de haber estado tentada a irse, prefería quedarse allí.

- ¡Kaoru! — La pelinegra salto en su lugar. Una risa cantarina llego a sus oídos y la reconoció al instante. Le hizo un gesto para que guardara silencio y saco el cucharón de la gran olla.

- ¿¡Quieres acaso que nos castiguen!? — Misao la miro, curiosa - … ¡Okami dijo que nos iba a castigar si nos veía juntas!… - La charlatana se rió.

- ¡No puedo creerlo!… ¡Tienes diecisiete años y todavía le temes a Okami! —

- ¡Me golpea! — Justifico. Misao enarco una ceja.

- ¿Y no puedes defenderte? — Cuestiono Misao.

- ¡Me da de comer! — Evidencio Kaoru - … ¡Y a ti, también!, así que deja de hablar en su contra!!! — Apuro la joven.

- ¡Kaoru, puro corazón! — Se burlo Misao - … Megumi me mando para buscarte… quiere que veas algo… - Kaoru miro hacía la puerta de la cocina, con pánico.

- Si entra Okami y no me ve… ¡La que se nos arma! — Explico. Misao tiro de sus ropas. En ese momento Kaoru fue más consciente que nunca de sus gastados trajes. Medios sucios y completamente sencillos. No como los de Misao, que eran propios de una Geisha, bonitos y elegantes. Se sonrojo de vergüenza.

- ¿Qué pasa? — Preguntó curiosa. Kaoru tosió.

- Nada… es que hace calor aquí… - Misao tiro de su manga.

- ¡Vamos!… solo será un rato… - La mirada suplicante de su amiga, logro convencerla. Luego de dejar a fuego lento la sopa, se escabullo escaleras arriba. "Gaia" albergaba a veinte de las mejores Geishas de Kyoto. Okami era de las mejores administradoras, por eso el local había llegado a ser un éxito. Llegaron a uno de las habitaciones finales del corredor. Misao golpeo y entro. Kaoru la siguió.

- ¿Por qué golpeas, si igualmente vas a entrar sin mi autorización? — Replico irritada Megumi.

- Deja ya de quejarte… - Contesto airada - … Aquí esta Kaoru… - Megumi sonrió y se levanto de donde estaba sentada. La saludo con un beso.

- Hola Kaoru… Ahora vamos a lo nuestro… - Dijo emocionada. Kaoru la miro caminar hasta un baúl que tenía en una de las esquinas del cuarto. No entendía nada.

- Creo Megumi… que no hay nada a que ir… - Replico mosqueada, todavía recordaba vividamente cuando por culpa de Megumi había recibido una buena golpiza. - … Y realmente no necesito más problemas… - Amago con ir hacía la puerta. Misao la detuvo.

- No te vayas… - Pidió Misao.

- ¿Todavía estas enojada por el desastre de la cocina? — Kaoru la enfrento, molesta.

- ¡No fuiste tu la que recibió los palos en la espalda, precisamente! — Se ofusco. Megumi le sonrió, conciliadora.

- Sabes que lo lamento, Kaoru… - Kaoru bufo y luego la miro, apenada.

- Lo sé, Megumi… - La abrazo.

- Bueno… dejen las lagrimas para después… - Comento Misao - … ¡Muéstrale eso y cuéntale de nuestro plan! - Chillo excitada. Megumi corrió hasta el baúl y lo abrió. Una extensa tela color blanco salió de allí. La coloco sobre su cama y sonrió hacía Kaoru.

- Dentro de unas semanas se celebra el festival de Bon… - Kaoru entendió por que sus amigas estaban tan emocionadas. Ella misma estaba comenzando a sentir la alegría de poder salir de allí. Las Geishas tenían derecho a salir solo dos veces al año del Okiya. Una en el festival de Bon y otra a fin de año. Su cara cambio de la euforia a la desilusión, muy rápido. - … Y queremos que vayas… -

- No puedo salir… No soy una Geisha, soy una simple sirvienta… - Contesto Kaoru. - … Y aún que Okami me dejará… no tengo buena ropa y… -

- Y allí es donde Megumi nos ilumina con su genial Plan, amiga… - Dijo Misao. Megumi la acercó hasta la cama. Kaoru se llevo una mano a la boca, pasmada. Un hermoso Kimono de seda color blanco se extendía a sus anchas sobre la colcha del lecho de su amiga. Misao sonrió al verla tan obnibulada. - … Te disfrazaremos como Geisha… y lo haremos tan bien… que Okami no te reconocerá… - Kaoru negó.

- No creo que sea buena idea, chicas… - Opino - … ¡Si Okami nos descubre! —

- Deja de pensar por una maldita vez en Okami y arriésgate!!! — Se sulfuro Misao - … ¡Es la única vez en el año que nos dejan salir de esta cárcel, aparte de fin de año, y vos te preocupas por lo que pueda llegar a pensar! —

- Para ti es sencillo decirlo Misao… - La aludida la miro, desafiante - … ¡A ti no es a quien golpean si desobedeces!… ¡Eres una Geisha, golpearte seria arruinar el negocio! — Razono - … ¿Qué no entienden?, estoy confinada a vivir aquí… -

- ¡Eso no es cierto! — Vocifero Megumi, cansada. - ¡Eres una más de nosotras! — Kaoru le cerró la boca con una mano.

- Habla más bajo… te puede oír Okami… - Misao rodó sus ojos, fastidiada.

- ¡Esta clasificando sus preciadas fotos por tamaño y color! — Dijo la pequeña Makimachi - … ¡Deja de estar al pendiente de ella!… El plan es ese… sacarte, ese día disfrazada de aquí, para que puedas respirar aún que sea un poco… Okami te explota!!! No te deja salir nunca!!! —

- Es mí deber… - Proclamo Kaoru, triste - … Estoy pagándole por todo lo que ha hecho por mí… -

- ¿Qué?… ¿Le estas pagando por haberte golpeado, aporreado y mancillado todos estos años? ¿Por haberse aprovechado de ti? — Exploto Megumi. Kaoru la miro, sorprendida. Generalmente era Misao quien le echaba en cara esas cosas. La agarro del hombro y la llevo hasta al lado de su cama. - … Probate ese vestido… ahora… -

- Pero, Megumi… -

- Yo que tú, no le llevaría la contra… - Observo Misao. Kaoru les pidió que se voltearan. No estaba acostumbrada a ponerse Kimono, por lo tanto tardo un poco. Pero cuando estuvo lista, carraspeo para hacerse saber. Misao y Megumi, abrieron sus bocas y ojos, pasmadas. Kaoru la miro, incomoda.

- Sabía que no era una buen idea… - Murmuro arrepentida. Las Geishas tenían la elegancia y hermosura a flor de piel. Ella simplemente carecía de eso, y se lo recordaba cada dos por tres, Okami. Había crecido entre Hakamas y ogis viejos, vestiduras propias de hombres, y con los cuales se sentía cómoda. Sus mejillas se sonrojaron, estaba avergonzada. - … Me lo sacare… -

- ¡No! — Chillo Misao. Kaoru las miro, extrañada.

- ¡Estas hermosa! — Apenas gesticulo, Megumi. Misao asintió. Kaoru era una joya en bruto, sus delicados rasgos y su blanca piel, le daban una delicadeza y elegancia pura. Su rojiza boca rellena y sus largos cabellos negros le daban un toque misterioso. Pero sin dudas lo que más resaltaba en ella, eran sus almendrados ojos de un único y raro color, que no era común en Kyoto. Azules zafiro. Definitivamente ese sería su mayor arma de seducción. Era una mujer hermosa. Pero Misao estaba segura de que si se lo decía, ella nunca se lo creería.

- Gracias… - Aunque la mirada de Kaoru, les dijo a ambas, que no estaba convencida de ello. La puerta de la habitación de azoto con violencia. Misao, Megumi y Kaoru gritaron y dirigieron sus miradas asustadas hacía el umbral. Okami estaba furiosa. Y se puso más furibunda cuando vio a Kaoru con un kimono puesto.

-.-.-.-.-

Gente algunas aclaraciones, como el fic esta ambientado en el Japon de la era Meiji, me parece apropiado aclarar:

festival de Bon: Un festival tradicional en Japón, que posee bailes tradicionales, generalmente celebrada en Febrero. Las Geishas antiguas, solo podían salir de sus lugares dos veces al año. En el festival de Bon y durante el fin de año. Para celebrar y festejar juntos con el resto de los civiles.

Okiya: lugar o casa que alberga a la Geisha.

OKami: Sra. Encargada y administradora de la Okiya donde viven las Geishas, estas le deben abtoluto respeto y obediencia.

Otro temita... se que las Geishas son solo mujeres de entretenimiento y entiendo perfectamente su función dentro de la tradicional vida social japonesa. Pero en este Fics serán acompañantes intimas de los hombres que asistan a la Okiya, demostrando algo que solo en mi Fics es.

Espero que opinen!!!... es la primera vez que hago un fics así!!!