Retornando a la ...¿normalidad?
Luego de la caída de Voldemort a manos del niño que vivió, el mundo mágico comenzó lentamente a volver a la cotidianidad. Sin embargo, no era tan fácil.
A pesar de que existía una felicidad inefable por cese del terror inminente, había sido mucho lo que se había perdido en esa guerra.
Muchos héroes caídos.
Muchos padres, hermanas, hermanos, mejores amigos, maestros o conocidos de alguien, como para volver a la vida rutinaria sin una opresión en el pecho.
Como en aquella época, en plena guerra, todos vivían sumidos en el terror, la situación de Hogwarts como colegio de magia y hechicería había sido nula. Más que nada, había servido de refugio para sus alumnos, pero en lo que se refiere a los estudios, estos se vieron fuertemente mermados por la realidad de entonces.
Es así como Minerva McGonagall, actual directora de la escuela, decidió abrir sus puertas a los estudiantes ya egresados o aquellos que no pudieron cursar el último año, ya sea por estar luchando fuera de él o huyendo por ser hijos de muggles, para que volvieran a terminar sus estudios.
La aceptación por parte del alumnado fue unánime. Incluyendo a los tres principales detonadores de la caída del Señor Tenebroso. Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weasly.
Era grito a voces el pensamiento de la comunidad mágica. ¿Por qué ellos regresan siendo que sus vivencias le otorgaron conocimientos que superan cualquier enseñanza que les pueda brindar Hogwarts? Pero el trío de oro no pensaba lo mismo, y cada uno tenía distintos motivos para regresar.
Harry necesitaba un descanso, y a pesar de que para cualquier adolescente de 18 años recién cumplidos ir a la escuela no significaba precisamente uno, para el, dicho colegio constituyó su primer hogar, donde conoció a los que serían sus amigos de toda la vida y también a la mujer de sus sueños. No quería desaprovechar la oportunidad de pasar junto a ellos otro año más como si nada hubiera ocurrido, aunque prácticamente era imposible.
Hermione sentía lo mismo, aunque para ella también era importante volver para terminar sus estudios, como buena sabelotodo. No podía concebir dejar su educación a medias, además de considerar que la edad y la experiencia del profesorado siempre podía enseñarle algo nuevo, y ella no pretendía desperdiciar la posibilidad aprender.
Por su lado, Ron quería tranquilidad y estar junto a Hermione después de tantos años de amarla en secreto. Además de paso, quería eludir todas las responsabilidades propias de la edad, como la de buscar un empleo o estudiar una profesión. No se sentía preparado, menos cuando su familia había sido fuertemente damnificada por la guerra.
Los tres pasaron las vacaciones en la madriguera. Pero el ambiente era gris a pesar de que la familia de cabellos rojos trataba de subir los ánimos.
La señora Weasly siempre tenía los ojos brillosos, como si estuviera al borde de derramar un mar de lagrimas, mientras que Arthur Weasly solía quedarse mirando al vacío por largos minutos, perdiendo la noción del tiempo.
Percy, cuando los visitaba, se mostraba exacerbadamente cariñoso, tratando de compensar todos los malos ratos que les hizo pasar a sus padres. No podía evitar pensar que la familia estaría mejor si hubiera sido él quien pasara a mejor vida.
Charlie y Bill por su parte habían regresado a sus respectivos países, sintiéndose la peor escoria por ello, pero tenían obligaciones que cumplir. Especialmente Bill, como padre primerizo.
Por último se encontraban George, Ginny y Ron.
George se había convertido prácticamente en un alma en pena. Flotaba por la madriguera sin dar señales de vida. Cada vez se encontraba más delgado y pálido, situación que preocupaba de sobremanera a su madre. Pero nadie podía culparlo. Primero había perdido una de sus orejas, y luego, a su otro yo, su mejor amigo, su hermano.
En más de alguna ocasión reventó espejos con los puños ya que aquellos no solo le devolvían su imagen, sino también la de él. Así que tomo medidas drásticas. Tiñó su cabello de negro, y se fue de viaje con las ganancias de la tienda de chascos, dejándola temporalmente cerrada.
Por su parte, Ginny y Ron se encontraban sumergidos en una tristeza inconmensurable, la cual hubiese sido mil veces peor si no contaran con el apoyo y el cariño de Harry y Hermione.
Sin embargo, la última tuvo que dejar la madriguera para embarcarse en la búsqueda de sus desmemorizados padres, los cuales aparentemente se encontraban aún en Australia.
- Porque no me dejas ir contigo! – exclamó Ron con desesperación. Lo menos que deseaba era verse separado de la chica que hoy era su principal pilar
- Ron...por favor no insistas. Aquí te necesitan – Respondió Hermione con cansancio, era la vigésima vez que tenían esta pelea, pero ella estaba conciente de que debía tener paciencia con la nueva actitud explosiva de su novio.
- YO te necesito! – gritó mientras le daba una fuerte patada a la puerta- YO!
Ella lo miró con ternura y se acercó a el. Tomándolo del mentón lo obligó a mirarla y en sus ojos se reflejaba miedo, miedo a perderla.
- Te prometo que me verás en dos semanas más, cuando nos encontremos en el anden...subiremos al tren y comenzaremos una nueva vida...juntos – afirmó colocándose de puntillas para poder besar la nariz pecosa del pelirrojo.
Él cerró los ojos instintivamente ante dicha demostración de cariño, más su ira no fue aplacada en lo más mínimo. Sabía que era egoísta pero no le importaba. La quería a su lado, para siempre, sin compartirla con nadie. Ni siquiera con sus padres. Ni siquiera con Harry. Él ya tenía a su hermana, debía darse por satisfecho con eso.
Cuando ella estaba girándose para salir por la puerta principal, se vio presa por la mano de Ron que la sostenía con firmeza, atrayéndola contra él, y colocando ambas manos en la cintura de la chica. Con desesperación buscó sus labios, y los fundió con los suyos, en un beso salvaje, cargado de miedo, resentimiento, posesión y pasión.
Ella en un comienzo se asustó. Nunca había visto ese lado de Ron. Pero luego de pasar la primera impresión, decidió corresponderle a su propio ritmo, transformando aquél beso desesperado en uno tierno y cargado de sentimientos.
Fue en ese instante cuando él se dejo dominar por sus impulsos y olvidó todo. Comenzó a acariciar la espalda de la chica mientras sus labios se re-direccionaban a su cuello, besándolo y dándole un pequeño mordisco, provocando un tenue gemido a su novia.
El corazón de la chica quería salir de su pecho ante tantas sensaciones mezcladas, pero un rayo de lucidez la impactó justo después de recibir aquella descarga eléctrica en el cuello.
- Ron...Ron...para...debo...irme – Susurró con dificultad
El muchacho no hizo caso a las suplicas, aumentando la intensidad de sus besos, los cuales ahora se encontraban en la clavícula de ella, mientras la apretaba contra él.
- En serio...Ron...para – insistió
- ¿Realmente quieres que... me detenga? – pregunto mientras subía por el cuello de la chica hasta su lóbulo.
- No quiero...pero debo irme – respondió un poco más en sus cabales
Esta vez se detuvo, soltándola de inmediato y dando unos pasos hacia atrás. La miró unos segundos y luego se retiró subiendo por las escaleras a gran velocidad.
Hermione quedó pasmada, no solo por lo que acababa de suceder, sino por la mirada que acababa de recibir. Una mirada fría que nunca había visto en los azules ojos del pelirrojo. Dando un suspiró, recogió su baúl del suelo y salió de la madriguera.
Él la vio salir de su casa con sus pertenencias. Sintió como un fuerte dolor se instalaba un su pecho, el cual ardió aún más de dolor cuando la vio desaparecer de un Plop, al medio de su patio delantero.
Hermione se apareció en el baño del aeropuerto. Se miró al espejo con confusión. Frente a ella se encontraba una mujer de 18, pero cuya mirada parecía de mucho mayor. Es increíble como las vivencias te hacen envejecer, como el dolor te suma años pensó, saliendo directo a hacer el check in.
Mientras esperaba en la fila, sintió que estaba siendo observada, pero decidió ignorarlo, ya que probablemente se debía a la especie de paranoia que sufría, como un síndrome post-guerra en el cual esperaba ser atacada en cualquier momento...ya por ser hija de muggles...ya por ser mejor amiga del elegido.
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Y ahí la vio. Arrastrando su baúl hacia la aerolínea.
Se veía distinta. Más madura, menos alegre.
No podía culparla. El también había sido duramente golpeado durante la guerra, una guerra en la cual fue obligado a participar.
Lo aceptaba, el era cobarde. Prefería escapar y que entre aurores y mortifagos arreglaran sus problemas. No era asunto suyo. No le competía. Pero aún así, se vio obligado a participar y ...maldición...fue salvado en dos ocasiones por sus enemigos escolares acérrimos. A pesar de todas las veces que él había atentado contra ellos, ya sea con bromas pesadas o palabras hirientes. Aún así...aún así.
Lo perturbaba ese pensamiento. Si el hubiera llevado las de ganar, no habría dudado en dejarlos morir. Pero ellos no eran como él, y eso le hacía sentir miserable, poca cosa.
Decidió rechazar la oferta de regresar a terminar sus estudios y viajar por el mundo. Como aún el ministerio no se dignaba a devolverle su varita que fue confiscada como sanción a sus actos, se vio forzado a emprender su viaje a la manera muggle, en ese extraño aparato con alas que se mantenía surcando los cielos quien sabe como.
No espero volverlos a ver. No hasta ahora. Menos a ella.
No podía quitar sus ojos de la muchacha, quien se veía un poco confundida...¿Acaso ella también escapa? Se preguntó. No seas idiota, ella no tiene de que escapar, es una especie de heroína se respondió, mientras se pasaba la mano derecha por sus cabellos, desordenándolos.
Una extraña necesidad de hablarle surgió en su ser. Pero se abstuvo. Sabía la reacción que tendría Granger. Se pondría a la defensiva y lo trataría mal, como tantas veces el la había tratado; o sencillamente le lanzaría un crucio tras otro por sus pecados del pasado.
En la tienda de souvenirs compró un jockey y lo puso sobre su cabeza para pasar desapercibido. Se acercó sigilosamente donde se encontraba la muchacha. Solo estaba a 5 metros de ella cuando de repente sintió un golpe en el hombro y su consiguiente "disculpa". Potter lo había chocado, sin percatarse de quien era.
Faltaban solo tres personas para su turno cuando escucho...
- Hermione! – gritaba Harry mientras corría en dirección a la chica a más no poder.
- Ha...Harry?
- Her...her...mi...one – Repitió cuando llegó a su lado, mientras se apoyaba en las rodillas para descansar un poco y recuperar el pulso normal.
- ¿Qué pasó?¿Pasó algo grave?¿Atacaron a alguien?¿Ron está en San Mungo?¿Alguna noticia de George ? – empezó a preguntar con desesperación, mientras movía los brazos.
- Lo que sucede – respondió ya recuperando el aliento – es que...COMO SE TE OCURRE MARCHARTE SIN DESPEDIRTE DE MI! – exclamó con furia, para luego agregar en voz baja – me asusté mucho cuando desperté y no te vi en la habitación de Ginny.
- Oh...lo siento. Es que sucedió algo en la mañana y bueno...lo olvidé por completo. Perdóname Harry – dijo mientras le estiraba los brazos para darle un abrazo, el cual fue completamente correspondido por el muchacho.
- ¿Y se puede saber que pasó para que te olvidaras del hermano que nunca tuviste? – preguntó sonriendo mientras se separaba de ella.
- Peleamos – respondió mirando a otro lado
- ¿Con Ron?
- ¿Con quien más?
- ¿Y que pasó esta vez?
- Adivina... – murmuró mientras ponía los ojos en blanco.
- ¿Quería ir contigo a Australia? – respondió dubitativamente mientras alzaba la ceja izquierda
- Bingo
- ¿Y porque no lo dejas? Si lo hubieras visto como lo vi...uff...
- Ya sabes las razones Harry. Su familia lo necesita, han sufrido una pérdida enorme y no puede irse de la madriguera dejando sola a Molly. Por otro lado, mi familia también me necesita, debo recuperarlos y devolverles sus recuerdos – añadió con un deje de tristeza.
- Lo se... lo se – asintió mientras le daba unas palmaditas en la espalda – No te preocupes, tratare de controlar al energúmeno de tu novio...sólo espero que vuelvas pronto.
- Hey! Claro que lo haré, no se desharán tan fácil de mi – respondió Hermione dándole un empujoncito en el brazo – además, tenemos todo el año para estar juntos en Hogwarts¿No?...UPS, debo registrarme y embarcar de inmediato – agregó dándole un pequeño beso en la mejilla.
- Cuídate! – grito Harry, mientras veía como su amiga dejaba sus maletas a la funcionaria, y salía corriendo a embarcarse. Se dio la media vuelta, y emprendió el camino de regreso a la madriguera con las manos en los bolsillos.
¿Quería ir contigo a Australia?
Ah, exclamó mentalmente. Así que ahí es donde se dirigía Granger.
¿Por qué Potter la toquetea tanto? Se preguntó mientras veía como su nemesis le daba pequeñas palmadas en la espalda.
...No te preocupes, trataré de controlar al energúmeno de tu novio...
Momento¿La comadreja es novio de la sangre sucia?.
No supo porqué aquella noticia le pareció tan sorprendente, después de todo, todas las casas sabían que en algún momento terminarían juntos, especialmente cuando era tan evidente la atracción de Weasly por Granger.
De un momento a otro, empezó a sentirse muy celoso y envidioso a la vez del pelirrojo. El tipo podía ser un pobretón sin clase, pero aún así era una especie de héroe en el mundo mágico, con fieles amigos, una familia que lo quiere a rabiar. Y ahora, para rematar, el desgraciado se había hecho de una novia que no solo era muy atractiva, sino también superdotada intelectualmente.
Espera! Se reprendió ¿De verdad te gustaría tener lo que el posee¿De verdad piensas que la sangre sucia es atractiva?.
Luego de unos minutos de verla partir por la puerta de embarque, la respuesta a sus preguntas llegó en un proceso de sinápsis neuronal. Y la respuesta a todas esas preguntas era si.
De pronto la idea de viajar por el mundo como un vulgar muggle le pareció poco atractiva. De pronto consideró que debía retomar, pero de otro modo, su prestigio y su alicaído apellido en la sociedad mágica. De pronto tuvo la necesidad de cambiar sus viejas ideas pues no solo quería desear esas cosas, sino lograrlas. Quería vivir, tomar sus propias decisiones.
Tomó su maleta y se dirigió a la salida del aeropuerto, con una tenue esperanza de renacer abrigándose en su interior. Este año si volvería, si viviría. Pero no por ello todos debían descubrir su intento de cambio, ya que, como se dice el refrán, old habits die hard, y a pesar de todo, el seguía siendo un Malfoy