Epílogo
Jack no podía dejar de sonreír, no después de por fin haber terminado el último detalle que había preparado para su aniversario. Cinco, se recordaba una y otra vez mientras preparaba la mesa para dos. Cinco eran los años que había pasado junto al señor del mal y aún así seguía sintiendo como si apenas fuera un día; sólo la presencia de cierto niño lo mantenía con los pies en la tierra y gracias a él había madurado lo suficiente para saber cómo mantener al guerrero dragón a raya cuando no estaba de acuerdo con él.
Su pequeño dragón era completamente opuesto a ellos, pero aún así lo amaban. Él había decidido entrenar con los monjes xiaolin en lugar de estudiar como Jack, o en vez de prepararse para ser el próximo rey del mal, como Chase. Cada vez que lo veía sonreír con sinceridad y cada vez que el niño les decía a sus padres que dejaran el lado heylin, Jack sabía que el niño hubiese sido un dolor de cabeza para el que hizo posible su existencia; a veces a él mismo se lo causaba. Pero ni Chase le impedía elegir el lado que quisiera, y sólo lo ignoraba cuando el pequeño lo regañaba por haber ganado tal o cual wu.
-Papi, ¿ya terminaste? No falta mucho para que llegue.
-Sí, ya casi… Recuerda que se supone que te ibas a ir con Omi.
-El Maestro me dijo que podía tomarme el día hoy, y la tía Kimi está de viaje con el tío Ray, y la forma en que habla el tío Clay es confusa-se quejó el niño haciendo un puchero al tiempo que descansaba la cabeza sobre la mesa.-¿No puedo quedarme este año?
-Pero hoy es el día de tus papis, no querrás que papá se ponga celoso porque no le haga caso cuando tú me hables, ¿no?
-No…
-Bueno, vamos a hacer esto-se agachó a la altura del pequeño para abrazarlo-Vamos a hablar con Omi para decirle que mejor te de mañana libre para que la pasemos jugando tú y yo, ¿sí?
-Ok.
El pequeño de cabello negro corrió a la cocina donde marcó el número que se sabía de memoria gracias a que cada vez que sus padres querían salir juntos y solos, el monje del agua le daba el día libre a su alumno. Siempre era lo mismo, pero Jack no podía encontrar ninguna razón para enojarse por ello, después de todo, era la única forma en que hablaban y no podía negarle ese momento de egoísmo a su viejo rival, no después de haberse dado cuenta de sus sentimientos. Ambos sabían que el albino estaba enterado de ellos, y al mismo tiempo, ambos habían hecho un pacto silencioso de no hacer nada al respecto; así Omi podía amarlo en silencio y desde la distancia, dentro de un vínculo de amistad, y Jack no le levantaría las esperanzas, pero podía tener un amigo con el que podía sincerarse en comodidad.
Era la historia de su vida, y esta solo consistía en el niño a su lado con el teléfono en mano y el hombre que iba entrando con el ceño fruncido. Suspiró desganado y tomó el teléfono antes de que el señor dragón pudiera decir algo y saludó sonriente al monje del agua, pues, después de todo, era su mejor escape para dejar que Chase se calmara lo suficiente para que no gritara o destrozara nada.
Por supuesto al señor del mal no le gustaba ser ignorado, y menos por el pelirrojo, pero había aprendido a que nada se le podía obligar y si decidía hablar primero con quien estuviera al otro lado de la línea, entonces era una amenaza silenciosa para que se calmara antes de decir una estupidez en su ira.
No era la primera vez que pasaba y estaba seguro que no sería la última. Aún se preguntaba cómo era que lograban amarse en ese ambiente de amenazas y silencios peligrosos en el que vivían. En el pasado nada lo hubiese callado si quería decir algo, y menos si era bajo un ultimátum; nunca antes había medido sus palabras con nadie ni por nadie, en su vida había imaginado que un niño con una sonrisa tonta pudiera tranquilizarlo hasta el punto de olvidarse de sus enfados…
Había muchas cosas en su nueva forma de vivir que jamás habían pasado por su cabeza ni aún antes de volverse inmortal. Para el antiguo guerrero heylin, esa vida era un desperdicio y no tenía sentido, sin embargo, en esos momentos, para él no había otra opción. Era la única forma que conocía ahora y no creía necesario un cambio. No sentía que estuviera mal por elegir ese ritmo de vida y ya no le importaban los shen-gong-wus. Todo eso estaba en su pasado…
Salvo ese monje enano que aún llamaba el día de su aniversario para tratar de robarle lo que le pertenecía. La mayoría de sus arranques de ira y pleitos con el pelirrojo se debían a ese enano bola de queso. Siempre sabía cuando interferir en sus planes gracias a que el niño en sus brazos era su estudiante y era un lengua-larga que le contaba todo. Y lo peor era que Jack sabía que todas esas llamadas eran planeadas por el monje y aún así las hacía. De verdad no sabía si lo hacía porque de verdad consideraba al dragón del agua como un amigo, o si lo hacía para provocarle celos. Tal vez fuesen ambas cosas.
¡Pero estaría loco si permitía que su amante se pasara todo el día al teléfono con su rival declarado! Furioso se levantó de donde se había sentado y cruzó la distancia entre él y el albino en tres grandes zancadas, le arrebató el teléfono de la mano e infló su pecho de una bocanada de aire.
-¡ENTIENDE DE UNA VEZ POR TODAS QUE NUNCA VOY A PERMITIR QUE ME ARREBATES LO QUE ME PERTENECE MALDITO MONJE BOLA DE QUESO!-con eso iba a aprender, no en vano él era el mejor guerre… ¿¡Se estaba riendo! ¿¡El enano ese se atrevía a reírse de él!
-Vaya, vaya-se escuchó entre risas desde la bocina del teléfono gracias al altavoz-Me preguntaba cuando perderías los estribos Chase-el inmortal intercambió una mirada incrédula con su pelirrojo-¿Cuánto ha pasado? ¿Cinco años? ¿Quién iba a decir que nuestro querido Jack iba a calmar tantos años a la bestia en tu interior? En fin, Jack, cuidaré del pequeño Nate por hoy, disfruten su aniversario, no quiero tener que cuidar del niño en vano.
La llamada se cortó mientras ambos adultos aún se veían incrédulos por las palabras del monje xiaolin. Se preguntaban si habían escuchado bien. ¿Omi acababa de felicitarlos por su aniversario al mismo tiempo que admitía su derrota? ¿Desde cuándo se había resignado? En realidad no era algo importante, pero sí desconcertante. Se hubiesen quedado así por largo rato sino hubiese sido porque Nate se metió entre los dos para despedirse antes de salir corriendo con la pantera que siempre lo acompañaba cuando iba al templo xiaolin.
-Yo…-titubeó el albino-hem… hice el desayuno…
-¿Le contestabas para ponerme celoso?
-No… ¿por eso estabas enojado?
-Eso y porque cuando desperté no estabas en la cama.
-¿Querías empezar por el postre?-una sonrisa juguetona se dibujo en los labios blancos del genio maligno mientras se acercaba para robarle un beso al hombre al que amaba-El desayuno se va a enfriar…
-Tenemos microondas, y no creo ser el único que desea ir directo al postre-contestó el moreno rodeando la cintura del otro con ambos brazos.
Chase jaló al albino por el brazo, guiándolo hasta el sofá más cómodo; el pelirrojo sólo se dejó. Un brillo de lujuria resplandecía en sus miradas, si bien todas las noches eran para ellos dos, igual seguían teniendo al pequeño Nate bajo el mismo techo; sin embargo en ese momento ya no, en ese momento la fortaleza era para ellos nada más y Chase planeaba recorrer cada rincón de ella con el albino en brazos.
Con un suave movimiento seductor, el inmortal acercó al menor de un tirón hacia él, al tiempo que se dejaba caer sobre el borde del sillón, entonces rodeó su cintura con ambos brazos, depositando ligeros besos en su pecho y hombros en el proceso. Su manos se movían con destreza, desnudando al menor poco a poco, aumentando sus temperaturas, sintiendo queriendo tocar cada poro de si blanca piel.
Por su parte, Jack tomó entre sus dedos las hebras negras del cabello de Chase; escondió su rostro en la melena azabache, tratando de contener los gemidos que escapaban de sus labios gracias a las caricias del mayor. Podía sentir el sutil aroma a té verde y pasto que desprendía el sudor del inmortal, aroma que había adquirido tras años de entrenamiento en el campo y de beber ese té en particular. Era un aroma embriagante que lo hipnotizaba y separaba del mundo que lo rodeaba con facilidad; nada importaba cuando estaba con el moreno, nadie más que ellos dos.
El pelirrojo se sentó en el regazó del otro, lo separó por un momento para reclamar esos labios morenos que tanto adoraba; quería probar de nuevo su sabor, quería saborear otra vez su saliva, su lengua… todo, lo quería todo de él. Ambos peleaban por tener el control del beso, aunque sabían quién era el ganador desde antes de empezar siquiera; no obstante, incluso eso formaba parte de su juego, y el pelirrojo a veces no se la dejaba fácil.
Los segundos pasaban como una eternidad mientras los dos se recostaban sobre el sillón, uno encima del otro. Querían unirse lo más posible, a tal grado que hasta sentían que la piel era tan estorbosa como sus ropas. Se abrazaban y besaban como si su vida dependiera de ello, se tocaban buscando fundirse el uno con el otro.
Con cada embestida sus voces se entrecortaban en gemidos, con cada una de ellas la temperatura subía y el ritmo se tornaba más rápido, más firme. Se llamaban entre ellos con deseo, pidiendo más cada vez, interrumpidos únicamente por la lujuria reflejada en sus rostros y voces.
El paso de las horas no apagó ni disminuyó su calor interno ni su deseo de satisfacerse el uno al otro. Como el moreno se había propuesto en un principio, recorrieron casi cada rincón de la fortaleza, deteniéndose apenas para tomar un respiro y recuperar un poco las fuerzas, antes de reiniciar donde habían dejado.
Ese aniversario iría para largo…
Fin
N/A: ¡Bien! Ahora sí dejo por terminado este fic. Espero que les haya gustado este último capítulo (epílogo) y siento mucho la espera. La verdad es que me la pusieron difícil pidiendo lemon y creo que no les di exactamente lo que buscaban (la verdad es que me agarraron cuando mi euforia por el lemon había recontrapasado). En fin, ¿comentarios, plis? (ÓwÒ).