Los personajes le pertenecen a J.K. Rowling, por supuesto...

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OTRA OPORTUNIDAD

Capítulo 23

¿Qué lo llevó a la cabaña del gigante, qué buscaba? Severus Snape dudó, con la mano levantada para golpear la gruesa puerta de madera. Bajó la mano y tomó aire, después giró, para volver sobre sus pasos.

-¿Severus?- La voz de Bill lo sorprendió, justo delante suyo. Había estado tan ensimismado con su lucha interna que no había visto al joven mago, parado a unos metros, observándolo. -¿Te ofrezco una taza de té?

El Profesor de Pociones sintió que la mirada azul esquivaba la suya; el pelirrojo siguió caminando, pasó a su lado y abrió la puerta que él mismo había estado contemplando hacía cinco minutos. Nunca había pasado eso, William nunca había bajado la vista ante él. Sin dudar, respondió: -Será bienvenida.

Bill giró, sorprendido, y sonrió.

-Adelante, pasa. Siéntate. Tengo unas masas que me mandó mamá.

Con el té servido, y sentados cerca del fuego, Severus miró de frente al joven mago.

-¿Qué es lo que esperas de mi?- Dijo. Otra vez, la mirada de Bill se cerró para él, y eso le molestó enormemente a Snape.

-Mírame-. Ordenó.

El tono imperativo fue una bofetada para Bill. El pelirrojo apoyó su jarrito, se irguió con todo su orgullo de hombre, de mago, de Weasley, de sangre pura y de enamorado; y le devolvió una mirada helada a Severus Snape.

-No espero nada, Severus. Has dejado claro que no debo esperar nada. Además, - Se levantó. -No soy tu alumno y tú no eres mi jefe, como para ordenarme qué hacer-. Caminó hasta la puerta y la abrió. -Si no te molesta, preferiría tomar mi té a solas-.

El Profesor de Pociones respiró hondo, se puso de pie y en un par de trancos estuvo frente al joven mago; tragó saliva, sabiendo que lo que estaba a punto de hacer iba a cambiar su vida, la del hombre que tenía delante...y quién sabe cuántas más. Volvió a clavarle la mirada. Y no, no era hielo, era fuego; Bill se había sentido rechazado, menospreciado, por eso ahora esa mirada lo desafiaba y le decía: 'Tú te lo pierdes'

¡Snape podía leerlo tan claramente! Y, bueno, por eso, por fin, iba a darle lo que quería.

Con un movimiento de varita, cerró la puerta, con fuerza. Bill ni se inmutó, siguió mirándolo a los ojos y retándolo.

Severus se aferró a los largos cabellos, cerró los puños y jaló. Su boca quedó a escasos milímetros de la de Bill. -Tú no bajarás la mirada, jamás, ni ante mi ni ante nadie-.

Y acto seguido besó a su William.

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-Draco, está a diez metros, vamos-. Dijo Blaise, exasperado, tironeando del Slytherin hacia su mesa en el comedor. -Ya pasaron dos meses, tu padre dice que tienes que ayudarlo-.

-Mi padre puede decir lo que quiera, pero él no sabe...nuestro vínculo es muy nuevo.

Bueno, ¡suéltame!

-Lo que pasa es que quieres seguir toqueteando a Harry...¡vamos, recién se levantan, Draco! ¿Cómo harás hoy? Mira que hay reunión esta noche-. Esto último lo preguntó en un murmullo.

El rubio lo miró con desdén. -No me alejaré de mi pareja, ¿entendido?

Blaise negó con la cabeza y se sentó en la mesa de Slytherin, con el quejoso veela al lado.

Mientras tanto, en la mesa de Gryffindor, Harry y sus dos mejores amigos también hablaban de la reunión de esa noche.

-Es serio, escuché a Bill en la sala de Profesores-. Decía Ron.

-¿En la sala de Profesores?- Inquirió Harry.

Ron se señaló la insignia de Prefecto. Su amigo hizo un movimiento de asentimiento y el pelirrojo continuó. -Cuando fui a explicarle a McGonagall por qué tenemos 10 puntos menos esta mañana... -Dijo, lanzándole una mirada de furia a su hermana y a Neville, que ni se dieron por enterados. -Bueno, sigo…Bill decía que Sev- ¡Aj!...digo Snape, fue llamado...y que el espía vendría a una reunión.

Los ojos de Hermione se desviaron a la mesa de los Profesores, estaban todos menos el Profesor de Pociones. Bill Weasley jugueteaba con la comida, distraídamente, mientras Martina Zabini trataba de animarlo; Dumbledore cuchicheaba con McGonagall y Lucius charlaba tranquilamente con su esposo, acariciándole la mano izquierda -en un gesto que Hermione observaba frecuentemente en Draco-, el veela parecía solazarse en la certeza de su vínculo.

-Ustedes saben que les informaré lo que se decida-. Los tranquilizó Harry, riendo al ver que Zabini hacía gestos con las manos y tenía la cara colorada. Debería invitarlo a la mesa de Gryffindor para la cena, aunque sólo fuera para que que pueda descansar de las escaramuzas que sostenía con Draco. Además, eso significaba que Draco también vendría...y podrían estar cerca y tocarse, y acariciarse y...

-¡Harry!- La voz de Ron lo sobresaltó. -Compañero, no hace ni diez minutos que te separaste del hurón, ¿y ya estás mirándolo con cara de ternero degollado?

-¡Ron, déjalo! Ya de por sí están forzando el vínculo, no es extraño que les cueste.

Harry se ruborizó. A decir verdad, ya no era tan incómodo estar separado de Draco, pero necesitaba verlo...y la vista llevaba al recuerdo, al deseo, y si se dejaba llevar más allá, cualquier contacto con Draco potenciaba su propia necesidad de saciar a su veela, y no era raro que terminaran perdiéndose alguna clase.

Sus padres comprendían, el Director también, por supuesto; pero se habían comprometido a trabajar para aumentar la distancia física entre ellos y el período de tiempo entre demostraciones de afecto. Hermione, Ron y Blaise trataban de ayudarlos, pero Harry sospechaba que a él le estaba costando más que a Draco.

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Dumbledore los hizo llamar a su oficina, tenían asuntos que tratar antes de la reunión de la Orden.

-No-. La palabra resonó, fuerte, clara, terminante. Se hizo un silencio doloroso.

-Harry...-Susurró Draco.

-No, no permitiré que te arriesgues de ese modo-. Dijo Harry, sin pestañear. Era su última palabra.

Draco lo comprendió. Sin decir más, salió de la oficina de Dumbledore y cerró completamente la conexión mental que tenía con su pareja.

Harry apretó con fuerza los labios, no podía sentir a Draco en su cabeza, sólo el calor en el pecho le decía que su veela estaba vivo, nada más.

Remus se levantó del asiento y se dirigió a Lucius. -Voy a buscarlo-. Miró a Harry con un dejo de reproche, pero el rubio veela lo tranquilizó con una caricia en la pancita que se adivinaba bajo la túnica amplia.

Una vez que Remus y Dumbledore los dejaron solos, Lucius preguntó. -¿Por qué, Harry? Sé que tú comprendes que ordenándole a Draco que no participe en la defensa de Hogwarts no le dejas otra opción. ¿Sabes que estás condenándolo a sufrir porque no estará para defenderte, sabes que si te pasa algo se sentirá tan culpable que querrá buscar un castigo?

Un sollozo ahogado sorprendió completamente a Lucius; le tomó la barbilla y la levantó cariñosamente, para poder verlo a la cara, Harry tenía los ojos llenos de lágrimas y una expresión de tristeza devastadora.

-¿Qué pasa, hijo?- Murmuró el hombre, abrazándolo con fuerza.

Harry se dejó consolar y respondió, entre sollozos.

-No puedo, Lucius...no puedo otra vez...

El veela le despejó la cara y le instó a seguir.

-La otra vez, cuando Petigrew intentó matarlo...fue horrible, Lucius. Draco no estaba más en mi pecho, sólo hielo, vacío...-Sollozó con fuerza. -Draco no estaba más, no podía sentirlo...Lucius.

El veela comprendió.

-Habla con él, explícale, Harry. Cuando las cosas no se explican, por más buena intención detrás, pueden dañar seriamente las relaciones. Draco es un veela, es muy poderoso, pero su fortaleza y su debilidad eres tú, hijo; tus palabras pueden ser muy dañinas y puedes lastimarlo como nada ni nadie. Habla con él.

Harry asintió, iría a buscarlo para explicarle, antes de la reunión de la Orden.

xxxxxxxxxxxDulzura Letal, 10 de junio de 2012 xxxxxxxxxxxxxxxxx