¡Hola! Como habíamos anunciado, aquí empezamos nuestra visión de la vida de los últimos Black: Bellatrix, Andromeda, Narcissa, Sirius y Regulus. Antes de adentraros en la historia, os recomendamos pasar por el perfil (ahí arriba: Black Toujours pur). Es donde damos una explicación sin necesidad de ocupar una inmensa nota de autor.

Respetaremos el canon, construyendo la historia de cada uno a partir de los pocos o muchos datos canon que disponemos. Cada cual tendrá su propia visión de los personajes, desde las teorías que dicen que Andromeda y Ted comenzaron con un "amor-odio" más afín a los dramiones, o que Sirius y Remus estaban enamorados. Nosotras mostramos la historia de los Black bajo nuestro punto de vista, y aunque intentaremos ser objetivas, el fic está realizado bajo la premisa de admirar a estos personajes. Lo cual no significa que vayamos a llenar de asombrosas cualidades a lo Mary Sue a ellas, ni queremos crear ningún Gary Stu si hablamos de ellos, ni tampoco vamos a hacer bashing a Narcissa o Bellatrix por sus particulares historias.

También respetaremos la cronología, yendo de más antiguo a más reciente. Sin embargo, la diferencia de edad entre Bellatrix y Regulus (10 años) nos obliga a dar saltos temporales a fin de mantener la coherencia en un mismo capítulo, y de nuevo saltar al pasado en el capítulo siguiente. Todos los capítulos están fechados para evitar confusiones.

El 90 por ciento de los personajes secundarios o mencionados de pasada son canon. La cronología e historia oficial está respetada escrupulosamente, pero siempre es posible que hayamos pasado alguna cosa por alto. Si es así, disculpas anticipadas. Algunos nombres hemos decidido dejarlos en inglés por preferirlo a la traducción en español. (Ej: Prongs por Cornamenta; Padfoot por Canuto; Narcissa; Orion; Andromeda; Cassiopeia...).

Deathly Hallows: ya avisamos que hay datos que afectan a la familia y que son revelados en el Libro 7. Quien tenga dudas sobre spoilers, mejor que no continúe.

Es un fic muy pensado para admiradoras/es de los Black, pero aquí tiene sitio todo el mundo. A todos, esperamos que disfrutéis de la historia.

Dubhesigrid y Heredrha. (Black Toujours pur)


LA MALDICIÓN DE LOS BLACK

Hay muchos tipos de maldiciones.

Entre los muggles, las más famosas y temidas son las maldiciones gitanas. Son capaces, dicen, de marcar una familia al completo y abocarla a su perdición.

Para los magos, las verdaderamente temibles son las conocidas como Imperdonables. Tres; capaces de doblegar un individuo, provocarle un dolor insufrible o llevarlo a la muerte.

Pero hay otras maldiciones más poderosas. Aquellas que se gestan prácticamente desde el nacimiento, que maduran durante la infancia y que, irremediablemente ocasionarán la destrucción de sus portadores.

Y esta era la maldición que acosaba a los Black. Una maldición autoimpuesta, carente de magia o de superstición, pero igualmente mortífera. Una maldición forjada en carne y bañada en sangre. En sangre de los Black.

Y es que era su sangre el problema. Una sangre impetuosa, ardiente, que fluía por sus venas como lava roja, quemando todo a su paso. Sangre que tarde o temprano sería derramada, sangre que condenaba a sus dueños y a todo el que osara acercarse a ellos. Sangre acumulada en los cinco últimos descendientes.

Tres mujeres y dos hombres. Todos distintos, pero todos igualmente condenados.

-o0O0o-oOo-o0O0o-

Callejón Knockturn. Londres.

Verano 1966

"Bella… vámonos, dijimos que estaríamos en la puerta de Gringotts en veinte minutos, y si no estamos ahí, madre y la tía nos echarán a un caldero hirviendo…"

Andromeda caminaba detrás de Bellatrix, mientras observaba con recelo y miedo a las oscuras figuras que encontraban a su paso por el Callejón Knockturn. Narcissa iba detrás, agarrada de la mano de Andromeda, y de vez en cuando se giraba para comprobar que sus primos las seguían… y sólo ellos, nadie más. Ninguno de esos siniestros personajes.

"Bella… si se han llevado las mejores túnicas y empiezo mi primer año como una muggle se lo pienso decir a mamá…" Narcissa hizo un mohín. En unas semanas empezaba su primer curso en Hogwarts, y le daba escalofríos sólo pensar en la horrible impresión que causaría en su primer día de Colegio si llevaba una túnica vulgar.

Bellatrix rodó los ojos, e ignoró a sus hermanas. Siguió caminando por el oscuro Callejón como si aparentara hacerlo a diario.

"Sirius… ¿es verdad que aquí los hombres lobo venden hipogrifos? susurró Regulus a su hermano, cerrando el grupo. "¿O son vampiros?"

Sirius torció la boca, pero no perdía de vista a la mayor de sus primas.

"Qué idiotez… ¿quién te ha dicho eso?"

"La prima Bella…" respondió Regulus, mirando intensamente a su hermano mayor, buscando su opinión, y tratando de seguir su ritmo. Sirius resopló y torció aún más la boca, cruzándose de brazos mientras seguía a sus primas.

"Bah, no es para tanto, el Callejón Knockturn es un rollo..." comentó el mayor con autosuficiencia. "De todas formas ni se te ocurra chivarte de nada a madre o padre, a nadie. Es un secreto."

El menor de los Black abrió los oscuros ojos de par en par y negó con la cabeza con convicción. Sirius se dio por satisfecho, y continuó caminando detrás de sus primas. Regulus sin embargo observaba alrededor con la curiosidad y la imprudencia de un niño de cinco años. Bellatrix se adentró más en el Callejón, con seguridad en sí misma, a pesar de ser sólo una adolescente. Andromeda se detuvo junto a Narcissa, ambas encapuchadas de gris plata y verde oscuro respectivamente, resuelta a no avanzar más.

"¡Bella, no sigas!" susurró Andromeda, apretando la mano en la varita, que no podía utilizar fuera de Hogwarts. "¡Bella!"

Bellatrix suspiró y se dio la vuelta hacia sus hermanas, cubierto su rostro con la capucha negra, y puso los brazos en jarras, inclinando la cabeza a un lado.

"¿Qué?"

"¿Podemos irnos ya?" respondió Narcissa, que miraba con asco la suciedad de las paredes.

Bellatrix pareció convencerse, y rodó los ojos al observar al grupo de niños que la seguía. Iba a decirles que sí, que saldrían de allí, pero algo llamó su atención. Alzó levemente las cejas cuando se fijó en la puerta de madera negra que había justo detrás de sus hermanas, una puerta con letras plateadas:

Hexe Praesagium

Sin mirar a sus hermanas, caminó directa hacia ahí; Andromeda y Narcissa dejaron pasar a Bellatrix, y ésta abrió la puerta irrespetuosamente.

"Eso sí ha estado bien…" susurró Sirius con una sonrisa. "Ahora tal vez esto sea más divertido..."

Regulus abrió la boca, como queriendo decir algo. Pero siguió a sus primas y hermano, que entraron vacilantes detrás de su hermana.

Pasaron a una diminuta sala en la que una madera oscura y opaca recubría paredes y techo; una madera del tipo ennegrecido por el descuido de los años y la humedad. En el centro de la estancia, una mesa redonda tenía dispuestas alrededor trece sillas, y a modo de mantel tenía una pesada tela de color rojo sangre.

La luz era muy tenue, de un extraño tono ocre. Pero nadie supo ver de dónde procedía la pobre iluminación. Andromeda sintió que la sala era demasiado fría, y se tapó más con su túnica. Enganchada a su brazo, Narcissa procuraba no rozar ni un solo objeto, mirando alrededor con ansiedad. Y arrugó la nariz al sentir un extraño olor a rancio y putrefacción.

Sobre la mesa, reposaba una bola de cristal sobre una peana dorada; dentro del orbe, una especie de humo blanquecino daba vueltas lentamente. En la pared del fondo, una cortina de color rojo oscuro ocultaba un pasillo. En las negras estanterías de las paredes había todo tipo de objetos curiosos, frascos y viales, marionetas y muñecos, algunos con extrañas agujas y manchas sanguinolentas. Sirius los miró con repugnancia: algunos parecían cabezas reducidas, restos de seres vivos como elfos domésticos o incluso… restos humanos, ocultos en sucias vasijas y tarros de cristal.

Los restos de seres vivos repugnaron especialmente a Sirius, y recordó los elfos decapitados que colgaban en la pared de la escalera de su casa. Miró a Regulus, que abrió mucho los ojos, como si quisiese memorizar cada detalle de esa sala siniestra.

Dieron un respingo cuando, inesperadamente, un gato negro saltó sobre la mesa, y bufó a los recién llegados. Narcissa y Andromeda se echaron un paso hacia atrás. Bellatrix, Sirius y Regulus se acercaron un poco más para ver mejor al animal.

Una vieja bruja descorrió la cortina del fondo y observó con unos ojos pequeños y oscuros a los recién llegados; venía envuelta en una larga capa negra, y estaba barajando unas cartas.

"Es un honor recibir a una familia de sangre tan distinguida…" comentó a modo de saludo, sin dejar de mover la baraja de cartas en sus manos.

Bellatrix elevó sus llamativos párpados hacia la anciana, y alzó la cabeza orgullosamente.

"¿Lees el futuro?"

"Yo leo muchas cosas." respondió crípticamente la anciana, sin dejar de observar a los cinco.

Bellatrix no esperó a ser invitada, se sentó en una silla, y echó la espalda hacia el respaldo descaradamente. Sirius no dudó, si eso era un juego él no iba a quedarse atrás. Se sentó en otra silla, sin esperar a tener permiso. Regulus al verlo, echó a correr detrás de su hermano, antes de que Andromeda o Narcissa lo impidieran, y tomó asiento entre su hermano y su prima.

"Pues dime qué hay de mi futuro." respondió Bellatrix, sin apartar sus oscuros ojos de la anciana.

El gato bufó de nuevo, saltó de la mesa y se escabulló por la cortina del pasillo.

La anciana observó a Bellatrix de arriba a abajo, despacio, y frunció sus pequeños ojos negros, de un iris tan grande, que daba un desagradable efecto de carecer de parte blanca. Los papeles se invirtieron: Regulus se echó un poco hacia atrás en su asiento, no quería mirarla fijamente, mientras que Sirius se inclinaba hacia la mesa para observar mejor.

"¿Sólo tu futuro?" preguntó la vieja.

Bellatrix alzó levemente las perfectas cejas negras y miró de soslayo, indiferente, a sus hermanas y primos. Ellas desprendían hostilidad, de pie, sus primos curiosidad, sentados.

"Si alguno de ellos quiere que se lo leas también…" respondió encogiéndose levemente de hombros.

"No me refería al de éstos."

Bellatrix giró inmediatamente el rostro hacia la anciana, con una expresión entre suspicaz y alerta. Pero la vieja bruja no pareció darle ninguna importancia, y repasó con sus negros ojos al insólito grupo y apretó los labios.

"Tan parecidos…" murmuró la vieja.

Narcissa alzó una ceja, escéptica, acariciando su melena rubia, y miró a sus hermanas y primos, todos ellos con los cabellos oscuros de los Black.

"… pero tan diferentes… La misma sangre que derramar por el camino… sólo tenéis que decidir en cuál de todos los caminos… el vuestro, o el que os han marcado otros de antemano…"

La vieja soltó bruscamente la baraja, como si le hubiese ardido en las manos. Las cartas se desparramaron por la mesa, y algunas incluso cayeron al suelo. Pero la anciana no les prestó atención; se dirigió a Bellatrix, que se había mordido los carrillos internos en un gesto visible de disgusto y contrariedad.

La vieja hizo un movimiento brusco con la cabeza.

"No me apetece leeros. No quiero leeros. No puedo leeros. Marchaos." La anciana se dio la vuelta y desapareció tras la cortina rojo sangre.

Andromeda miró alrededor, y pareció estar apremiada por la responsabilidad, la prudencia y las ganas de salir de ese tugurio.

"Bella… vámonos… de verdad que nos echarán la bronca…"

"No me gusta este sitio, Bella…" comentó Narcissa.

Bellatrix arrugó la nariz con desdén, en un gesto que la asemejaba asombrosamente a su hermana pequeña.

"De todas formas era una charlatana… Y la decoración es un asco…" murmuró Bellatrix mientras daba un golpe despreciativo al mantel color sangre, y movió la bola de cristal sobre su peana. La carta que estaba más cerca de la muchacha se desplazó ligeramente.

Sin esperar a nadie, se incorporó y salió por la puerta, pisando las cartas que había en el suelo, dos junto a Regulus y Sirius, dos junto a Andromeda y Narcissa. Ésta salió detrás de su hermana mayor, deseosa de estar en la calle lo antes posible. Andromeda puso una mano en la espalda de Sirius, para instarlo a salir. Sirius se bajó de la silla y esperó a su hermano.

El infantil rostro de Regulus observaba extrañamente grave la enorme bola que reposaba en el centro de la mesa.

El humo era gris oscuro, como las nubes de tormenta agitadas por un temporal.

"Vamos, Reg, no hay nada que hacer aquí…" le dijo Sirius, tomando del brazo a su hermano, sin mirar la bola.

Regulus se bajó de la silla y salió detrás de Andromeda y su hermano. Pero volvió a mirar a la bola, antes de cerrar la puerta. Sólo él le había prestado atención.

-o0O0o-oOo-o0O0o-

Cinco…

La vieja salió hacia la sala, y miró de soslayo la bola que reposaba sobre la mesa. Frunció los ojos, pero no varió su expresión. La bola volvió despacio a su estado primitivo, con ese extraño y lento vapor blanquecino. La bruja se fue a recoger la baraja que se había desparramado junto a la esfera de cristal.

Una carta yacía solitaria frente al sitio que había ocupado la adolescente, la morena impetuosa. La vieja bruja la levantó... El Enamorado... pero estaba invertida. La anciana la devolvió rápidamente con el resto que llevaba en la mano.

Arcano Mayor 6. (El enamorado, posición invertida): Error... error en la elección. Tentación peligrosa... infidelidad... falta de amor... Desengaño... matrimonio frustrado. Peligro de ser seducida. Libertinaje y debilidad. Lucha e inestabilidad emocional.

"Sintió la mano en la barbilla, y entornó los ojos, anhelando más cercanía al personaje envuelto en una túnica negra. Él desprendía poder, ambición, inteligencia y peligro. Lo que ella deseaba, lo que él representaba. Y lamentó la sangre sucia que había salpicado su túnica, él no podía verla así. Despacio, esa mano blanca abandonó su mentón, y bajó con apenas un roce hacia el antebrazo. Descubrió una marca, un extraño tatuaje. Siguió rozando como si fuese una pluma, y ella cerró los ojos. Llegó a la mano, y su caricia finalizó en el anillo que la ataba a su esposo y el gesto sólo hizo recordárselo burlonamente. Abrió los ojos y sólo vio las rojizas pupilas, antes de que se alejaran, sus ropajes silenciosos, apenas un murmullo…"

Cuatro…

La vieja se agarró a la silla, con el pulso tembloroso. Se iba a retirar, quería olvidar, pero el hecho de tener la cabeza baja le hizo darse cuenta de que no había terminado de recoger.

Quedaban más cartas.

Suspiró profundamente, y se agachó con pesadez para recoger la segunda carta. Pero el gato pasó deprisa y la carta se movió, girándola. La anciana alargó la mano y recogió la carta que había parado a los pies de la muchacha vestida de gris y cabello castaño. Levantó la carta y vio La Templanza. Entornó los ojos con curiosidad. El movimiento del gato había dado ambas lecturas (normal e invertida) para una misma persona. Inusual.

Arcano Mayor 14. (La Templanza, ambas posiciones): Equilibrio... paciencia... adaptación... confianza. Unión de dos opuestos, por el fuego de la voluntad. Armonía, talento y creatividad... Alquimia. Consolidación de proyectos. Entendimiento... comprensión... Pero a la vez, dudas... dificultades, obstáculos... Frustración, discordia… conflictos, hostilidades…

"Escupía agua, mientras trataba de llenar sus pulmones de oxígeno. No salió bien… se equivocó de hechizo y por poco se ahoga... Tosió, casi asfixiada, y un brazo la levantó, para que le resultara más sencillo el gesto mecánico de respirar. Los magos nadan, pero muchos se ahogan sin magia. Los hijos de muggles nadan y tal vez algunos se ahogan sin magia. Se rindió a la evidencia. Su amor y su vida hacía tiempo que le pertenecían a él, y no a su familia… y hundió el rostro en ese cuello detestado por los suyos, y apretó los puños en su túnica empapada, abrazando su tabla de salvación. Ese cuello, esa túnica de sangre sucia, pero lo amaba… a pesar de los suyos, lo amaría siempre…"

Tres…

Junto a la carta que acababa de recoger, yacía la tercera, la de la niña rubia vestida de verde que no había soltado el brazo de la anterior. La carta había sufrido la carrera del gato... de modo que, como en la anterior ocasión, había dos lecturas simultáneas: la normal y la invertida. Tomó la carta y de nuevo no dejó de sorprenderse. La Emperatriz. Sonrió, muy apropiado para esa niña refinada.

Arcano Mayor 3. (La Emperatriz, ambas posiciones): Inteligencia, feminidad, logros, encanto... Elegancia, distinción... Abundancia, riqueza material... Madre, esposa, hermana... Lealtad... Pero tenía un lado peligroso... Vacilación, falta de acción, ansiedad... Infertilidad. Despilfarro. Afectación, coquetería, presunción, vanidad... Falsos lujos, grosería...

"Una hermosa mujer reposaba en un ancho sofá de color pastel. Tenía los pies elevados en un impecable reposapiés de nogal tapizado en seda, y tomó del aparador un cáliz de plata con la poción que acababa de traer una elfina doméstica. La mano blanca, delgada, exquisita. Antiguos anillos de oro goblin. Un rostro exhausto, los rubios cabellos peinados con delicadeza y recogidos en su nuca. Un rostro exhausto pero feliz. Se acariciaba el vientre, redondo, en un gesto protector y satisfecho. Dejó la poción, y tomó la varita, siempre cerca de ella. Nada haría daño a su bebé… tanto tiempo esperándolo… Antes de que lo tuviera en brazos, ya sabía que por primera vez en su vida, había alguien por delante de ella… Su bebé, sería tan hermoso como ella, tan mortífero como él…"

Dos…

Maldito gato... se había encargado de mover la cuarta carta, situada debajo de la silla del mayor de los niños varones. Lo recordaba, un niño guapo, de mirada profunda, gris, inteligente y despierta. No acertó a adivinar qué carta aguardaba, que al igual que las anteriores, contenía doble lectura (normal e invertida). La anciana dio un respingo poco habitual en ella: El Carro. El número mágico por excelencia, el Número Siete... Sintió admiración... y sintió temor por ese niño.

Arcano Mayor 7. (El Carro, ambas posiciones): Victoria, triunfo, esperanza, conquista... Progreso, avance, superación de obstáculos... Autocontrol. Habilidad para determinar el propio destino. Fuerza física y mental, dominio... Salud... Rapidez... Y sin embargo... Derrota, derrumbamiento de planes. Temeridad... peligro. Ambiciones frustradas. Pérdidas. Inadaptación a la realidad. Miedo... Peligroso descontrol... Malas noticias... Falta de tacto... Mala conducta...

"Una mujer rígida, alta, distinguida, gritaba fuera de control. Estaba furiosa y, en un momento dado, sacó su varita e hizo un expresivo gesto amenazante, como si fuera a arremeter contra algo. El joven frente a ella, atractivo, desafiante, la encaraba con una penetrante mirada. Parecía tenso, sus facciones estaban crispadas y transmitía una resolución y un odio a duras penas contenidos. No obstante, no se mostró intimidado y, cuando la mujer gesticuló su amenaza, sonrió de medio lado y metió la mano en el bolsillo del pantalón. Donde tendría que haber sacado una varita, el joven mostró una cadena de la que colgaba un antiguo blasón, y la puso con brusquedad y en silencio en la mano de la dama. Agarró un baúl que estaba en el suelo y salió de allí, dondequiera que estuvieran, dando un fuerte portazo."

Uno…

Guardó la carta junto a las demás, y finalmente recogió la que había quedado apartada, debajo de la silla que había ocupado el más pequeño, pero por el parecido físico, sin duda hermano del anterior, con los mismos cabellos negros pero de ojos vivaces y oscuros. Vio la carta... que había caído en posición normal. El Colgado. Tan joven… tan pronto…

Arcano Mayor 12. (El Colgado. Posición normal): Fortaleza... Limitaciones autoimpuestas... Iniciación, prueba... Redención a través del sacrificio... Pérdida. Poder profético. Inversión de valores. Renuncia, entrega a una causa... Condicionamiento... Transición... Aburrimiento, desvelo, falta de claridad... Sumisión al deber, rendición. Sufrimiento. Arrepentimiento... Olvido de uno mismo. Renacimiento... regeneración... Sacrificio.

"Un grupo estaba reunido en círculo. Todos vestidos de negro, encapuchados. Escuchaban con reverencia a un sujeto de piel marmórea y extrañas facciones, que hablaba para ellos con arrogancia, autoritariamente y con extrema vanidad. Entre los presentes, un muchacho muy joven, pálido y delgado, mostraba la misma actitud sumisa que sus compañeros. En un momento del discurso, sin embargo, alzó la cabeza, sorprendido, asustado, y miró al líder con muda y repentina comprensión. En sus ojos negros se pintó durante un momento el más profundo horror."

Y nada…

La vieja bruja echó las cartas a un cajón con una mano temblorosa, y se propuso no volver a usarlas en mucho, mucho tiempo.

-o0O0o-oOo-o0O0o-


El gato negro, además de representar la brujería clásica de la Edad Media, es considerado un símbolo de buena suerte en el Reino Unido. En otras culturas, sin embargo, el gato negro es un mal presagio. La interpretación de las cartas del Tarot que aparecen es la "oficial", aunque su lectura no es tan simple como la expuesta aquí.

Quienes se han sentado a la mesa de trece comensales han sido los personajes cuyo final es tan prematuro, el efecto y la atmósfera están potenciados en una noche especial como esta (31 de octubre)

Gracias por vuestra lectura, y gracias especiales a quienes habéis estado esperando tanto tiempo a que por fin publicáramos. Esperamos que esté a la altura de las expectativas.

¡Hasta el próximo! (y feliz Halloween)

Dubhesigrid y Heredrha.