Notas de Mayumi: Bueno, como esta semana es un poco especial y hay gente que se va unos días fuera, me he decidido a actualizar antes, a ver si le da tiempo a todo el mundo a leerlo. He tenido algunos problemas con el mail, así que no he podido responder los revis de las personas que no tenían cuenta en ff, lo siento. Me ha costado mucho decidir si todo lo que viene aquí lo ponía en un capi o lo partía en dos, pero creo que todos hemos esperado ya bastante y nos merecemos saber como acaba la cosa entre estos dos. Así que simplemente decir que este capi está dedicado a todas aquellas personas que me han ido animando a lo largo del fic con sus estupendos comentarios. Miles de gracias. A leer
Basado en Naruto
Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto
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Volver a empezar
Sai esperaba en silencio la confirmación de Sasuke, algún gesto, una palabra, una única señal que le indicase que realmente había recordado. Pero el Uchiha parecía un tanto molesto, así que se limitó a clavarle su dura mirada sin decir nada. El anbu intentó pensar con claridad, pero a cada segundo que pasaba se ponía más nervioso y la inseguridad en su pecho aumentaba. Había dicho que recordaba la pelea… eso debía significar que lo recordaba todo. ¿Por qué entonces no le regañaba por haberle escondido algo tan importante¿Por qué no le decía que quería recuperar a Naruto¿Por qué no daba una sola muestra de que todo volvería a ser como antes? Él necesitaba los lazos entre Sasuke y Naruto tanto como ellos mismos, eran su fuerza y su seguridad. Todos los miedos estallaron en su pecho, haciéndole perder la paciencia y los modales.
-¿Has recordado o no, Uchiha bastardo?- gritó, sin poder soportar el tenso momento por más tiempo.
-¿Si he recordado qué?- respondió Sasuke en tono cínico- ¿Qué Naruto es tan idiota como para enamorarse de alguien como yo¿Qué es capaz de ofrecer su vida por la mía¿Qué sólo necesitó dos semanas para hacerme comprender que yo también estoy loco por él¿Qué pasamos los últimos cuatro meses amándonos a escondidas en cualquier oportunidad?- los labios del Uchiha se curvaron en media sonrisa divertida al ver el alivio sincero y puro que reflejaban los ojos de su amigo, pero en seguida recuperó la seriedad- Sí, Sai, lo he recordado- dijo con tono agrio- ¿Qué pasó después de que perdiera la conciencia?- preguntó, en un intento de comprender que les había llevado a no contarle la verdad.
-Justo después de que el ataque te alcanzara Jiraiya entró en la cueva y se peleó contra Orochimaru. Yo saqué a Naruto tal y como me habías pedido y Gai-sensei se hizo cargo de ti. Se quitó los pesos que siempre lleva y te sacó con tanta velocidad que cuando nosotros llegamos fuera Tsunade ya te estaba atendiendo de emergencia- soltó de un tirón el anbu.
Sasuke puso los ojos en blanco. A veces se le olvidaba que Sai siempre lo tomaba todo en sentido literal.
-No me refería a eso- aclaró con paciencia- Quiero decir… ¿Por qué no me dijiste nada de mi relación con Naruto?
El anbu bajó la mirada con un gesto de culpabilidad, tan sincero y arrepentido que Sasuke comprendió que no había sido por malicia.
-Naruto me hizo prometer que no te diría una palabra… Él tenía tanto miedo de que le rechazaras ahora que vuelves a ser libre… y luego creía que te estaba haciendo daño… Te quiere tanto que no soportaría perderte una vez más- miró a Sasuke de reojo y vio que había fruncido el ceño ante sus palabras- ¿Es… estás enfadado?- preguntó preocupado.
-No, estoy dolido- corrigió el Uchiha-, porque el usuratonkachi todavía no es capaz de confiar en mí.
Sai se recostó contra el respaldo de la silla y miró a Sasuke con una expresión confiada. Había entendido bastante bien a Naruto estos días, o al menos eso creía.
-Sí confía en ti, pero se siente inseguro. No importa lo fuerte que sea, él también necesita alguien que le de seguridad, y eso sólo puedes conseguirlo tú de todas las personas del mundo- explicó el anbu, y la seriedad de sus palabras contrastó de manera escandalosa con su forzada sonrisa-. Intenté cuidarle como te había prometido, pero yo no he conseguido que se sienta bien… Yo no soy tú- dijo con un encogimiento de hombros.
Sasuke volvió a suspirar. Le parecía entender como se sentía Naruto. Aquella mezcla de fuerza y fragilidad en su presencia, aquellos deseos de proteger y ser protegido, aquellos miedos y esperanzas, dudas e ilusiones volcadas en una única persona… era lo mismo que sentía él cada vez que estaba con el kitsune. Negó con la cabeza. Parecía que tendría que demostrarle a aquel cabezota cuanto le amaba una vez más.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó temeroso Sai. Su amigo había vuelto a guardar silencio, y aquella inexpresividad de Sasuke le ponía nervioso. Siempre le costaba interpretar como se sentía la gente, pero con el Uchiha era imposible saber a que atenerse.
-Volver a empezar- respondió- No voy a permitir que desaparezcan esos lazos que tanto han costado de mantener- aclaró, hablando con un lenguaje propio de Sai para que le entendiera.
El anbu suspiró, como si le hubieran sacado un gran peso de encima, y saltó a la mesa, abrazando a Sasuke y besándole alegremente. En respuesta el Uchiha le soltó un buen topetazo en la cabeza.
-Sai, te dije que no puedes ir besando a todo el mundo- le regañó. Se dio cuenta de que los brazos de su amigo todavía le rodeaban la cintura y le miró inexpresivo- ¿Te importa apartarte?- inquirió con aquella voz calmada que lo hacía sonar a exigencia.
-Pero leí en un libro…
-¿No habíamos quedado que no haríamos caso a nada de lo que decían los libros pervertidos de Jiraiya?- insistió Sasuke. Se llevó una mano a la frente con pesadez. ¿Es que Naruto no era capaz de hacer que Sai se centrara tan sólo un poco? Estaba peor que cuando él le había conocido. ¿Iba a tener que ser la niñera de esos dos toda la vida?
-Sí- concedió el anbu con un hilito de voz, mientras le miraba como esperando un castigo por su desobediencia.
-No vuelvas a hacerlo… No sabes lo mal que se lo has hecho pasar a Sakura- le reprendió.
-¿A Sakura?- preguntó Sai con sorpresa. Pensar en la pelirrosa hizo que se le acelerase el corazón y que se le iluminaran los ojos- Sakura es muy rara- sentenció con una entonación cantarina.
Sasuke enarcó una ceja con curiosidad al ver el cambio que se producía en el impasible moreno. Nunca le había visto con aquella expresión radiante.
-¿Te gusta Sakura?- inquirió, más por intentar ayudar a sus dos amigos que por verdadero interés.
-¿Qué quieres decir?- preguntó un tanto confuso.
-Tsk- protestó Sasuke. ¿Por qué diablos tenía que andar él haciendo de celestina entre Sakura y Sai? Era Naruto quien se sentía realizado ayudando a los demás, no él. ¿Dónde estaba el dobe cuando se le necesitaba? Miró la expresión insegura y un poco perdida de Sai, y dejó escapar un suspiro. Después de todo le preocupaban sus amigos, realmente el usuratonkachi le había resquebrajado profundamente su coraza de indiferencia- ¿Qué te pasa cuando estás con ella y no te pasa con nadie más?- lo intentó de nuevo, sin estar muy seguro de que el anbu le entendiera.
-Eh… Pues me gusta hacerla enfadar para que me pegue, porque así está pendiente de mí. Cuando se me acerca mucho y noto su olor a flores se me pone un calorcito aquí- explicó, llevándose la mano al pecho- y me vuelvo bastante torpe. Siempre tengo ganas de protegerla, y es bastante raro porque es muy bruta, debería ser ella la que me protegiera a mí…- dijo contrariado- Y sus besos queman- añadió animadamente como revelación final.
-Eso es que te gusta Sakura, idiota- le aclaró el Uchiha.
-¿Me gusta¿Cómo a ti te gusta Naruto?- se sorprendió Sai. Sasuke hizo un leve gesto de asentimiento, preguntándose porque todavía seguía allí en lugar de estar tranquilo y solo en su casa- Vaya… y ahora… ¿Qué tengo que hacer?- inquirió el anbu con preocupación. Sakura siempre le ponía nervioso y hacía cosas que no debía hacer.
-No se me dan bien las chicas- advirtió Sasuke. Nunca le había interesado ninguna, así que no se había preocupado demasiado por esos temas.
-Ni los chicos- exclamó alegremente Sai, al recordar lo mucho que le había costado aceptar que quería a Naruto- Eres bastante malo relacionándote con las personas, deberías esforzarte más, como yo.
El Uchiha rodó los ojos pidiendo paciencia. Ya le explicaría en otro momento que no tenía ningún interés en relacionarse con las personas.
-Bueno, ella te hizo un regalo porque le importas mucho… supongo que deberías regalarle tú algo para que sepa que también te importa, decirle como te hace sentir.
-¿Qué le regalo?- quiso saber el anbu.
-Algo bonito- se limitó a responder Sasuke, con un indiferente encogimiento de hombros.
-Gracias- exclamó Sai, con una sonrisa de verdad dándole un aspecto encantador a su rostro. Por toda respuesta recibió un bufido indiferente- ¿Y yo en que te puedo ayudar a ti?
-Sólo necesito que los anbu te digan exactamente cuando regresa Naruto y que le hagas ir a mi casa en cuanto llegue. Yo me encargo del resto- dijo con autosuficiencia. Se puso en pie de un salto. Tanta conversación empezaba a cansarle, así que se dijo que ya era hora de hacer algo más productivo- ¿Quieres entrenar?- preguntó a su compañero de equipo.
-Claro- aceptó contento, siguiendo a Sasuke hacia la salida- Te patearé el culo, Uchiha bastardo- fanfarroneó alegremente.
-Ni en cien años, anbu idiota- le replicó sin el menor rastro de emoción.
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Sai se detuvo indeciso ante la puerta del pequeño apartamento donde vivía Sakura. Miró el paquete que tenía en sus manos y le empezaron a asaltar las dudas. ¿Y si no le gustaba? Sasuke se había negado rotundamente a acompañarle a escoger el regalo de la pelirrosa. Le había advertido que no abusara de su paciencia y le había ignorado a pesar de lo que había insistido. ¿Y si no le dejaba bastante claro lo mucho que le importaba? Nunca había tenido el afecto de nadie y no sabía como era querer a alguien, pero sí sabía que se sentía bien junto a la chica, que cada vez que ella se volvía más fuerte se sentía orgulloso, que cuando ella estaba contenta él también lo estaba y que le hacía sentir cosas diferentes al resto de las personas. Era la única del mundo que le podía provocar un intenso revoloteo en la boca del estómago, un cosquilleo cuando le rozaba por casualidad y un estremecimiento cada vez que le dedicaba una sonrisa. Cuanto más pensaba en que le gustaba más se daba cuenta de que Sakura podía hacerle perder todo lo demás de vista. ¿Y si… y si ella no quería ser su persona especial? O peor aún… ¿Y si él le hacía daño? De pronto entendió todos los miedos de Naruto. Tal vez fuera mejor no decir nada a tener que vivir sabiendo que nunca la podría tener, o que él sólo era capaz de hacerla sufrir. Alzó una mano temblorosa hasta el timbre y llamó. Sakura le había dado su regalo, y no sería justo que él no le correspondiera.
-Sai- se sorprendió la pelirrosa, pero enseguida le sonrió con calidez.
El anbu se preguntó si sus labios serían tan dulces como parecía reflejar aquella sonrisa y al instante sintió el ardor en sus mejillas. Reconoció aquella sensación, se había puesto colorado. Hizo un puchero molesto. No le agradaba no poder controlar su cuerpo, le hacía sentir torpe e inseguro. Él siempre había sido inmune a esa clase de cosas.
-¿Estás bien?- preguntó la chica, empezando a estar preocupada.
-Sí- reaccionó el moreno con rapidez, componiendo una de aquellas falsas sonrisas- Yo… te he traído un regalo. Me hizo muy feliz que me hicieses aquel cuaderno y quería que lo supieras- le tendió la cajita envuelta en un suave papel rosado y sintió un escalofrío cuando ella lo tomó y rozó casualmente su mano- Tú eres la única que siempre me hace sentir feliz- añadió de manera espontánea.
-Gracias- susurró Sakura dudosa. ¿Aquello era una declaración? No quería hacerse falsas esperanzas, tal vez Sai sólo actuaba tal y como había leído en algún libro que debía corresponderse a un regalo, pero una parte de ella se quería aferrar a esa ilusión.
Las manos de la chica desenvolvieron el paquete y se quedó mirando la caja con incredulidad. La abrió para comprobar que realmente era lo que ponía en el envoltorio y una gruesa vena se marcó en su frente. Sabía que Sai tenía poco tacto, pero regalarle un vibrador desde luego era pasarse. ¿La tomaba por una solterona amargada o algo por el estilo? Apretó el puño, dispuesta a golpearle, pero algo la detuvo. Quizás fue saber que la lógica de Sai no discurría nunca por caminos normales, aún recordaba cuando le había regalado a Kakashi un conjunto de ropa interior femenina porque había escuchado en un anuncio que era perfecto para seducir a un hombre y por aquel entonces su sensei andaba como loco tras Iruka. O tal vez fue el inusual brillo de nerviosismo que reflejaban sus orbes negras, como si estuviese preocupado por algo, cuando normalmente Sai parecía un cuadro que reflejaba siempre la misma expresión. Puede que fuera simplemente su instinto, pero el caso es que se cargó de paciencia y le evitó el golpe.
-¿Se puede saber como demonios se te ha ocurrido regalarme esto?- gruñó, intentando saber que había pasado por aquella incoherente cabeza antes de dar rienda suelta a su enfado.
Sai sintió que su corazón saltaba en el pecho. ¿No le había gustado¿O es que no quería aceptar su regalo? Bajó la mirada, entre nervioso y entristecido. Pero si no se lo decía ahora se arrepentiría, lo sabía porque había visto a Naruto sufrir mucho por no tener el valor de decir las cosas con claridad.
-Me he dado cuenta de que me gustas, pero no sabía que hacer, así que le pregunté a Sasuke. Sasuke me dijo que te regalara algo bonito, como hiciste tú, para demostrarte que también me importas, pero no me quiso acompañar a escogerlo porque decía que tenía que ser algo personal. Como tengo tendencia a confundir las cosas busqué en el diccionario la palabra bonito. "1- Pez marino de carne blanca. 2- Agraciado, que tiene cierta belleza o proporciona placer a los sentidos"- recitó Sai de memoria, soltando toda la parrafada de un tirón- No creo que quieras un pescado, así que busqué cosas que den placer a los sentidos por Internet y la mayoría de páginas recomendaban vibradores. Internet es una gran fuente de conocimiento- dijo con una de sus típicas sonrisas.
Sakura se llevó una mano a la cabeza, aturdida por semejante divagación y tanta facilidad para entender mal las cosas. A veces pensaba que Sai sería capaz de provocar la cuarta guerra ninja si le dejaban salir solo de la aldea. De pronto algo reaccionó en su cabeza y miró al chico con los ojos muy abiertos y el corazón latiéndole furioso en el pecho.
-Repite eso- pidió con voz ahogada la pelirrosa.
-Internet es una gran fuente de conocimiento- volvió a decir el moreno- ¡Auch!- protestó al sentir el puño de la chica estrellarse en su cabeza.
-Eso no, idiota- gruñó Sakura- Lo de que yo te… te…- le daba tanto miedo haberlo escuchado mal que no se atrevía a decirlo en voz alta.
-¿Qué me gustas?- inquirió el anbu- ¡Me gustas!- exclamó alegremente- Me gustas más que el helado de chocolate- proclamó con un brillo radiante en sus ojos negros.
La pelirrosa rió ante aquella última ocurrencia. Dejó el regalo en la mesita del recibidor e invitó al moreno a pasar con un gesto de la cabeza. Sai la miró indeciso y serio.
-Yo no sé como tengo que quererte Sakura- confesó- Seguro que me equivoco y hago cosas fuera de lugar- añadió nervioso- Te haré daño aunque no quiera, y me odiarás y no podré soportarlo- advirtió con tristeza. Ya sabía que tendía a malinterpretar las cosas y aquello nunca le había importado, pero esta vez sentía la necesidad de que todo saliera perfecto, no quería que la chica lo pasara otra vez mal porque él era un desastre, no quería que se enfadara con él, ni ver aquella tristeza que le embargaba algunas veces cuando él hacía algo fuera de lugar. Sólo quería verla con aquella expresión radiante que había mostrado unos instantes antes. La misma que adornaba su rostro en ese preciso momento y que parecía capaz de cortarle la respiración como si fuera algún potente jutsu de combate.
Sakura esbozó una sonrisa al escuchar las palabras de Sai y se acercó más al anbu. Notó como este se ponía tenso con su cercanía, pero no la rechazaba. Por el contrario, la miraba anhelante, como si deseara tenerla todavía mucho más cerca pero no estuviera seguro de que fuera lo adecuado. La chica sabía que aquello era por su culpa. Recordaba con claridad una conversación que habían tenido en uno de los entrenamientos del equipo siete, en la que ella le había regañado por no ser capaz de distinguir entre sexo y amor, en que le había gritado que nunca entendería los sentimientos y que sólo conseguía hacer daño a las personas que le querían. Sabía que se había pasado en aquella ocasión, pero estaba tan frustrada de que no fuera capaz de darse cuenta de que ella le quería tanto… Y ahora allí estaba, pidiéndole disculpas por no saber como amarla. Las lágrimas afloraron a sus ojos, tan incontrolables como las mil emociones que la embargaban.
-¿Ves?- susurró Sai con voz ahogada- Ya te estoy haciendo llorar- intentó dar un paso atrás, pero las manos de Sakura le sujetaron con firmeza de la cintura.
-Lloro de felicidad idiota- le aclaró la pelirrosa, escondiéndose contra su pecho. Le temblaron las piernas cuando Sai la estrechó entre sus brazos con indecisión.
-Sakura… eres muy rara- afirmó el anbu. En sus libros las personas siempre lloraban cuando estaban tristes, pero decidió no darle más vueltas. Después de todo, Sakura era una flor única, y él la cuidaría para que siguiera siendo tan especial. Se dejó llevar por el agradable calor que le producía la chica, por aquel aleteo de mariposas en la boca de su estómago. Bajó la cabeza en un gesto instintivo, para rozar con sus labios los rosados cabellos- ¿Y ahora qué?- preguntó.
La chica se puso de puntillas y le dio un beso cálido, con cierta timidez. El anbu sintió una descarga de electricidad y calor que le hizo estremecer. Respondió entreabriendo los labios para envolver los de Sakura, y se dio cuenta de que aquel beso no tenía nada que ver con los que daba como una simple respuesta de felicidad. Aquel beso era cálido, dulce, capaz de llenar todos los rincones de su cuerpo de una sensación inexplicablemente agradable y adictiva. Un beso que le hacía desear mucho más de Sakura, que le hacía no querer romperlo nunca y perderse eternamente entre aquellos labios rosados y suaves.
-Ven- susurró la chica, mientras tiraba de él al interior de la casa- A partir de ahora aprenderemos juntos- añadió en un sensual ronroneo.
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Sai paseaba sin descanso de un lado a otro de la gran puerta de entrada a la aldea, exteriorizando su nerviosismo en forma de un interminable vaivén que estaba acabando con la paciencia de más de un anbu. Cada pocos pasos se sorprendía a si mismo con una sonrisa radiante en el rostro, y tenía que hacer un terrible esfuerzo por recordarse que estaba enfadado con Naruto. Pero en cuanto dejaba de pensar en el rubio, le asaltaba la imagen de Sakura, y el dulce recuerdo de sus labios, y su delicioso aroma a flores…
-Tsk- protestó al darse cuenta de que estaba sonriendo de nuevo. Era mucho más complicado mantenerse serio cuando uno se sentía realmente feliz que forzar su característica mueca de alegría artificial.
La presencia de varios chakras familiares acercándose a la puerta le hizo poner su atención en el serpenteante camino que se abría ante la aldea. Apretó las mandíbulas y se obligó a sacar a Sakura de su cabeza para recordar el modo en que Naruto les había dejado tirados. En cuanto el rubio apareció en su campo de visión, clavó en él toda la dureza que su oscura mirada era capaz de destilar.
El grupo de recién llegados se detuvo ante la puerta y tras pasar los controles rutinarios, todos sus integrantes se encaminaron cansados hacia sus respectivas casas. Todos menos Naruto, quien se había quedado plantado a pocos metros de Sai, con la mirada en el suelo y la culpabilidad haciendo presión en su pecho.
-Me mentiste- soltó el moreno sin más.
No había enojo en su tono de voz, más bien parecía una simple observación, pero cuando Naruto le encaró finalmente se dio cuenta de que aquello le había dolido.
-Lo siento, Sai, pensé que Sasuke estaría mejor sin mí, así que me fui para…
-Te fuiste porque eres un cobarde- le cortó su amigo con dureza.
Naruto dio un respingo al escuchar aquellas palabras. Posiblemente tenían más de cierto de lo que estaba dispuesto a admitir, pero jamás había pensado que Sai pudiese llegar a comprenderle de aquella manera. Se mordió el labio inferior, sin saber que decirle.
-Me diste tu palabra de que hablarías con Sasuke… ¿piensas seguir huyendo?- volvió a presionar Sai. Estaba llevando la conversación tal y como Sakura le había indicado, y a juzgar por como Naruto se ponía inconscientemente a la defensiva era la manera adecuada de arrinconarlo. Tuvo que hacer un esfuerzo para no sonreír al pensar en lo lista que era su pelirrosa.
-No, hablaré con Sasuke mañana por la mañana- le aseguró con seriedad. Seguía aterrándole cual pudiera ser su reacción, pero estos días pasados lejos del Uchiha le habían hecho darse cuenta de que sin él no era más que un muerto en vida, una cáscara vacía y apagada que se movía por pura inercia. Mientras quedara una posibilidad de poder estar junto a Sasuke, por pequeña que fuera, lo intentaría.
-Ahora- puntualizó Sai.
Naruto le miró enarcando una ceja. No porque le extrañase que el moreno quisiera que fuera a ver a Sasuke a las dos de la madrugada, después de todo Sai nunca había entendido que no se podía asaltar a la gente a cualquier hora y lugar que a uno le viniese en gana. Lo que le sorprendía era la gravedad con que la que se estaba dirigiendo a él, como si algo hubiera cambiado en su irresponsable amigo, como si en su ausencia hubiese pasado algo que le ayudara sentar la cabeza.
-Vamos- instó Sai, tomándole con tranquilidad de una mano y llevándole tras él.
Con un suspiro resignado, Naruto se limitó a dejarse guiar. El anbu era una persona capaz de despertarte a las tres de la madrugada si de pronto se le ocurría decirte que había aprendido una técnica nueva, o te asaltaba sin pudor mientras estabas en la ducha si recordaba que alguien le había dado recuerdos para ti. No tenía caso intentar razonar con él, había comprobado hacía tiempo que Sai era una de las pocas batallas que no era capaz de ganar.
Se detuvieron frente a la casa de los Uchiha y Naruto llamó a la puerta con poco entusiasmo. Como era de esperar, tan sólo les respondió el silencio.
-Es que no le pones ganas- dijo alegremente Sai, y a punto estuvo de aporrear la puerta si no fuera porque el rubio retuvo su mano con cara de susto.
Ya conocía a Sai y sus maneras de llamar cuando no respondían, había echado abajo la puerta de su casa en más de una ocasión.
-Está bien, entraré por la ventana- dijo, pensando que era la mejor opción en la extraña situación en la que había acabado. Después de todo, Sasuke solía dejar todas las ventanas abiertas cuando hacía buen tiempo, no sería difícil colarse y dejar a Sai tranquilo.
El moreno asintió complacido. Se despidió alegremente del kitsune cuando este le miró con cara de circunstancias desde la ventana y puso rumbo a su casa.
Naruto se recostó contra la pared con pesadez y agudizó sus sentidos. La tentación de fugarse en cuanto Sai desapareciese le duró a penas unos segundos. Percibía el chakra de Sasuke en la planta de arriba, así que dirigió hacia allí sus sigilosos pasos. No es que pensara despertarle en plena madrugada para soltarle sin más que eran pareja, pero le había extrañado tantísimo, que ahora que lo notaba tan cerca no podía resistirse a verlo. Se quedaría junto a su cama, contemplándolo y pensando mil maneras de contarle la verdad, posiblemente cada una más rebuscada que la anterior, para acabar soltándoselo al día siguiente de la forma menos adecuada. Le daba tanto pánico que Sasuke le rechazara por algún motivo… Cada paso que le acercaba a él le aceleraba irremediable el corazón, cada uno de aquellos latidos le llevaba el miedo y los nervios a todos los rincones de su cuerpo. Pero lo había sentido de manera dolorosamente clara en la distancia, pensando en él a cada instante, deseando tenerle a su lado, extrañando incluso aquella odiosa sonrisa autosuficiente: le necesitaba como al aire que respiraba, como a la sangre que circulaba por sus venas, como a su propia vida. Nunca se perdonaría si no luchaba hasta el final por él.
Se detuvo ante el dormitorio y esbozó una sonrisa amarga. Si cerraba los ojos podía ver perfectamente el delicado rostro de Sasuke descansando en sueños, tranquilo y sin perder su elegancia. Podía sentir entre sus dedos el tacto de sus hebras azabache, que él solía apartarle cuando le caían revoltosas sobre la frente. Podía notar el sosegado subir y bajar de aquel esculpido pecho contra el que tanto le gustaba descansar. Había memorizado todos y cada uno de los detalles del Uchiha, grabándolos en lo más profundo de su ser.
Abrió cuidadosamente la puerta, pero antes de que sus ojos pudiesen dar una ojeada a la oscura habitación sintió un cálido aliento acariciando su nuca, unos fuetes brazos que rodeaban su cintura, aquel aroma inconfundible, y aquel estremecimiento irracional que sólo Sasuke era capaz de provocarle. Se le escapó un gemidito de satisfacción al verse atrapado contra su cuerpo, y simplemente cerró los ojos y se dejó envolver por todas aquellas sensaciones, sin decir nada, sin preguntar, sin pensar. Lo único que le importaba es que estaba de nuevo entre sus brazos.
No pudo evitar un leve gruñido de protesta cuando Sasuke le soltó para tantear la pared y dar al interruptor. La luz inundó la estancia, obligando a Naruto a parpadear un par de veces para adaptarse al repentino cambio. Iba a hablar, pero las palabras se atascaron en su garganta al ver la cama de Sasuke completamente cubierta de pétalos de rosa blancos. El corazón le dejó de latir en el pecho durante unos segundos al darse cuenta de que estaba todo dispuesto igual que la primera vez que habían estado juntos. Sonrió con calidez al recordar como las manos de Sasuke y Sai habían olido durante todo el día a rosas, como los esbeltos dedos del Uchiha y el lecho de rosas habían dejado aquel aroma impregnado en su cuerpo. La expectación le infló el pecho hasta tal punto que creyó que lo haría estallar. ¿Había recordado¿O era de nuevo la manera que había escogido para declararse?
-Como vuelvas a decir que es una cursilada, sales volando por la ventana de una patada- advirtió Sasuke con severidad.
Naruto sintió como toda la presión de su interior se vaciaba para dejar paso a una calidez y una paz que le llenaban por completo el pecho. No le importaba la fingida amenaza que había en esas palabras, no le importaba el poco romanticismo que había en ellas, no le importaba aquel intento Uchiha de conservar un poco de su orgullo. Lo único que le importaba era el significado que había más allá de ellas: había recordado, y estaba dispuesto a seguir junto a él.
Se volteó para mirar a Sasuke con los ojos amenazando con soltar lágrimas de felicidad. Llevó las manos temblorosas tras el pálido y fuerte cuello y se acercó lentamente hasta rozar sus labios. Se frotó lentamente contra ellos, sintiendo su calidez y su suavidad. Se dio cuenta de que el moreno llevaba la camisa prácticamente desabrochada. No sabía que problema tenía con cubrir su torso, pero le encantaba poder admirar la escultural figura que se entreveía bajo sus prendas de vestir descuidadamente desabotonadas.
-No dije que fuera una cursilada, dije que nunca me hubiera esperado algo tan romántico de ti- corrigió Naruto.
Sasuke bufó indiferente, dando a entender que para él venía a ser lo mismo. El rubio le rodeó la cintura con sus firmes brazos y se hundió en el pálido hombro, olisqueando el cuello mientras lo rozaba con la nariz en una caricia. Se dio cuenta de que a Sasuke estaba molesto por algo, porque sus brazos permanecían lacios a los lados de su cuerpo, sin devolverle el abrazo. Se dejaba hacer, pero no estaba correspondiendo a sus caricias. La espinita de miedo que permanecía enclavada en su pecho se agitó con violencia.
-¿Qué es lo que ha pasado, Naruto?- preguntó el moreno al fin- ¿Tan poco confías en mí?- aquella pregunta fue un reproche cargado de amargura. Había entregado su vida por protegerle, pensaba que había sido bastante claro en que estaba dispuesto a darlo todo por él.
-No es eso Sasuke…- intentó excusarse el rubio. No encontraba las palabras para expresar lo que sentía, aquella mezcla incomprensible de ganas de estar a su lado y miedo a intentarlo otra vez- Tanto esfuerzo por algo que parece condenado al fracaso…- le tembló la voz y se aferró con más fuerza al moreno. No quería perderlo, pero la duda continuaba dolorosamente presente. Tanto que habían tenido que luchar… parecía que el mismo destino estuviera en contra de su relación- ¿Y si era una señal¿Y si nos estamos equivocando?
El Uchiha suspiró pidiendo una paciencia que no estaba seguro de tener.
-Pues me volveré a equivocar, Naruto, me equivocaré las veces que haga falta hasta encontrar el camino correcto. Pero a tu lado- puntualizó con seriedad, mientras apretaba al fin el cuerpo de Naruto contra el suyo y giraba el rostro en busca de los labios rosados. Tenía la convicción absoluta de que si estaban juntos nada podría contra ellos.
Sasuke apresó la boca del rubio en un beso lento y húmedo, demandante y confiado, que parecía querer absorber por completo al kitsune. El ritmo se volvió mucho más desesperado cuando Naruto tomó parte con tantas ansias que hizo temblar a Sasuke, quien afirmó su abrazo en un intento de fundir al rubio contra su cuerpo.
Cuando se separaron para tomar aire, el Uchiha clavó en Naruto toda la profundidad de su mirada oscura. Aunque su rostro permanecía por completo inexpresivo, como el de una elegante estatua de mármol, sus ojos mostraban una seriedad y una madurez que denotaban que sabía muy bien lo que quería.
-Te amo- dijo Sasuke con sencillez.
Aquella voz masculina y grave provocó un estremecimiento en Naruto, que se reflejó en sus ojos azules con un brillo radiante. Podría escuchar miles de veces aquellas palabras y continuarían produciéndole aquel cálido cosquilleo y dándole la misma fuerza. Esbozó una sonrisa dulce y un tanto pícara, aquella que le daba un aspecto un tanto aniñado, y alzó sus manos por el níveo pecho, recorriéndolo en una caricia ascendente que se detuvo en el cuello.
-No puedes decir esas cosas tan serio- protestó con un puchero, y curvó con sus dedos las comisuras de los labios de Sasuke, intentando que esbozara una sonrisa.
-Naruto- advirtió el Uchiha con enfado.
-Tienes una sonrisa preciosa- insistió el kitsune, desarmando por completo al moreno.
-Baka- protestó Sasuke, mientras desviaba el rostro avergonzado.
Naruto sonrió complacido. Le encantaba cubrir las delicadas mejillas con aquel hermoso tono carmín, le encantaba ver que detrás de toda aquella cuidada apariencia de frialdad y apatía había un Sasuke vulnerable y humano. Saber que era el único capaz de traspasar su dura coraza le devolvía la seguridad que tanto le había faltado las últimas semanas.
-Yo también te amo- susurró Naruto con una sonrisa radiante. Posó una de sus manos sobre el rostro y lo giró para que le mirase a los ojos- Te amo- repitió justo antes de besarlo.
Una ráfaga de viento se coló por la ventana abierta, alborozándoles los cabellos y trayendo consigo el penetrante aroma a rosas. Sasuke arrugó la nariz en una mueca y alzó una mano para atrapar un pétalo revoltoso, pero Naruto se lo impidió entrelazando sus manos. Necesitaba a Sasuke, quería sentir en su propio cuerpo todas aquellas palabras, fundirse con él en uno solo con la intensidad de la primera vez. Atrapó la mirada del Uchiha en el brillo de sus ojos azules y tiró de él con suavidad hasta llegar a la cama. Una de las manos del rubio se posó en la base del cuello de Sasuke y se perdió por el pectoral descubierto, bajando hasta encontrarse con dos botones abrochados a la altura del ombligo. Los abrió en un rápido gesto y atrapó con ansias los labios del Uchiha, mientras dejaba que la prenda se deslizara por los fuertes hombros y cayese al suelo con un leve murmullo.
En algún momento indeterminado de aquel beso fueron a parar a la cama, entre respiraciones agitadas y caricias impacientes, entre besos fugaces y ganas de más. Sasuke se las arregló para deshacerse de la camiseta del rubio de un experto tirón y se sentó a horcajadas sobre él, con el brillo del deseo prendido en las llamas negras de sus ojos. Acercó una mano al pecho de Naruto. Había deseado tanto acariciarle, sentir como se estremecía bajo el roce de sus manos… quería perderse en su tacto, envolver todos sus sentidos en él y olvidar por completo la angustia que había estado oprimiendo su pecho cuando se sentía tan perdido. Quería borrar las inseguridades de ambos, amar y sentirse amado, demostrarle con sus actos que no había nada más allá de ellos dos. El dorso de su mano temblorosa rozó el vientre moldeado, jugando con los bordes de las marcadas abdominales.
-Ah… jadeó Naruto con fuerza.
Sasuke le miró, entre curioso y divertido ante aquella exagerada reacción.
-No sabes cuanto te he extrañado… cuanto deseaba sentir tus manos sobre mi cuerpo, tu fuego sobre mi piel- confesó Naruto en un sensual susurro.
El deseo contenido en aquellas palabras provocó un escalofrió en Sasuke, que no tardó en descender para posar sus labios sobre el pecho broceado y explorarlo en un húmedo recorrido. El rubio le regaló un nuevo coro de gemidos impacientes. Sus manos se enredaron en los cabellos azabaches conforme la cálida lengua iba descendiendo hacia su vientre, no queriendo perder ni un detalle.
-Sasuke…- jadeó de manera entrecortada cuando la lengua se hundió en su ombligo. Casi había olvidado como el moreno conseguía hacerle perder el sentido provocándole mil sensaciones a la vez, como le hacía temblar y le estremecía el cuerpo y el alma con sus caricias cargadas de pasión y cariño. Buscó las mejillas del moreno y tiró hacia arriba para mirarle de manera suplicante- Te deseo- susurró a su oído.
Sasuke sintió como se le erizaba la nuca ante aquellas palabras. Respondió a la impaciencia que encerraba aquella afirmación con un beso tan hambriento que pronto consumió el aire de sus pulmones.
-Y yo a ti- aseguró con la voz ligeramente enronquecida.
Descendió en un camino lento y seguro hasta la endurecida entrepierna del rubio y se deshizo de la ropa que aún le cubría, arrancándole un delicioso gemido al liberar el palpitante miembro. Adoraba cuando Naruto se desesperaba de aquella manera por sentirle, cuando le rogaba en silencio que le hiciese suyo, cuando el intenso brillo de su mirada oscurecida le hacía saber que el mundo a su alrededor había desaparecido y sólo quedaban ellos dos. Cuando las ganas del rubio le consumían y le hacían perder por completo el control. Reprimió con esfuerzo las ganas de hacerle suyo en ese mismo instante y envolvió con sus labios ardientes la punta del miembro erguido, mientras sus manos recorrían los muslos bronceados, en un descenso sinuoso por la sensibilizada zona.
Naruto se mordió el labio inferior al sentir como el moreno deslizaba sus labios humedecidos por su longitud y jugaba de manera tortuosa con su miembro excitado. Aquel era el Sasuke que tanto había extrañado, el que conocía todas y cada una de las reacciones de su cuerpo, el que podía desesperarle y volverle loco de placer y deseo, el que amaba con toda su alma. Apresó la sábana entre sus manos, pero el roce de la tela le dio un consuelo muy pobre ante todo lo que sentía. Sus labios se abrieron para dejar escapar en forma de ahogados gemidos todo el calor y el placer que recorría su cuerpo.
Sasuke se detuvo un instante al escuchar los sensuales sonidos y contempló a su rubio. Pensó que Naruto se veía hermoso con la excitación cubriendo de rubor sus mejillas, con sus ojos brillando con un deseo casi palpable y su boca entreabierta dejando escapar una respiración cálida y agitada. Le quería tanto… podría comérselo entero.
-Uhm… No quiero esperar a sentirte- susurró Naruto, en una mezcla de súplica y exigencia, al ver como los ojos negros llameaban con deseo-. Ya hemos esperado bastante¿no crees?
En respuesta a aquella petición, Sasuke gateó de forma sensual por la cama hasta regresar a la altura del rubio. En seguida sintió las manos inquietas de Naruto que se deslizaban por su piel y desabrochaban sus pantalones, el cálido aliento que chocaba contra su cuello logrando estremecerle. Le ayudó a deshacerse de la ropa que aún le quedaba. El rubio tenía razón, habían esperado demasiado para disfrutar libremente de lo que sentían, para poder estar juntos sin tener que ocultarse, sin pensar en nada que no fueran ellos mismos. Merecían amarse sin más.
Sasuke sintió un placentero escalofrío cuando recostó su cuerpo desnudo sobre el de Naruto y sus pieles se rozaron libremente por primera vez en tanto tiempo. Se movió buscando una mayor fricción contra aquella tez suave y bronceada que erizaba por completo su propia piel. Dio al kitsune un corto beso, una mezcla de ternura infinita y pasión mal contenida. Sus manos tantearon entre las piernas bronceadas y se abrió paso con uno de sus dedos en la estrecha entrada. Sintió como Naruto se contraía y relajaba con rapidez, sin apartar su intensa mirada de él, absorbiéndole en aquel azul eterno y hermoso. Coló un segundo dedo en su interior, moviéndolo con cuidado en lentos círculos.
-Sasuke…- le llamó Naruto con impaciencia. Iba a lograr volverle loco por completo con aquella calma, le quería, le deseaba, le necesitaba.
El Uchiha se colocó entre sus piernas y le miró con seriedad. Naruto lograba desatar su parte más instintiva y salvaje, y a veces no tenía muy claro si le había preparado lo suficiente. Lo último que quería ahora era ser brusco con él, quería transmitirle todo el amor que sentía y su firme convicción de protegerle, de estar siempre a su lado.
-Hazlo- indicó el rubio, mientras alzaba una mano para apartarle los mechones azabaches de la frente y dedicarle una mirada tranquilizadora. Le encantaba la dulzura que podía llegar a mostrar el Uchiha en aquellos momentos, parecía que la tuviese toda guardada para él.
Sasuke se introdujo lentamente en su interior. Se dio cuenta de que una de las manos del kitsune se aferraba con fuerza a las retorcidas sábanas y la atrapó con la propia, entrelazándolas. Llevó la mano hasta sus labios y besó los dedos, mientras se empezaba a mover con delicadeza y seguridad en aquella placentera estrechez, cada vez más profundamente.
Naruto se soltó de la mano del moreno y alzó los brazos para aferrarse a los fuertes hombros y poder escuchar sus jadeos contra su oído. Su voz grave, su peculiar aroma, la caricia del aliento entrecortado sobre su piel, la forma en la que iba aumentando la velocidad de sus movimientos, los labios inquietos que empezaban a deslizarse por cada parte que quedaba a su alcance, la lengua traviesa que le hacía cosquillas mientras degustaba su piel… todo en Sasuke le volvía loco.
-Sasuke… más- pidió, ahogándose en sus propias ansias. Quería más de sus besos, de sus caricias, más de aquel calor y aquel deseo… más de él.
Naruto movió sus caderas para permitir que las embestidas del moreno llegaran a más profundidad y buscó su boca con desesperación. Acarició la pálida espalda y apretó sus glúteos con fuerza en un intento de devolverle parte de lo que le hacía sentir. Se le erizó la nuca cuando un largo gemido escapó de los labios de Sasuke y se ahogó en su boca. Deslizó sus manos del dorso hasta el firme trasero y se aferró con fuerza a él cuando el moreno le embistió en el punto exacto que casi le hacía perder el sentido de placer.
Los labios de Sasuke se liberaron para poder buscar la clavícula del rubio, mordisqueando aquel punto erógeno antes de succionar con fuerza y dejar allí una marca. Percibió que el cuerpo bajo el suyo se arqueaba y estremecía con violencia, al límite de lo que era capaz de sentir. Estimuló con una mano el endurecido miembro de Naruto y embistió en el mismo lugar, más rápido y más profundo, logrando que la respiración del rubio se acelerase hasta el punto de ser un desesperado gemido tras otro. Su propio miembro empezó a ser aprisionado entre las convulsiones de placer que sacudían al kitsune. Sus músculos le tensaron y todas sus células empezaron a estremecerse de manera imperceptible, erizando su sensibilizada piel. Se le escapó el nombre de Naruto en un quedo susurro cuando sintió el líquido tibio que vertía el rubio en su mano y todo su cuerpo dejó de responderle, atendiendo únicamente al fogonazo de placer del orgasmo.
Sasuke todavía intentaba recordar como respirar cuando sintió a Naruto removerse debajo de él. Se hizo a un lado para liberarle de su peso y le miró con media sonrisa, consciente de que buscaba acurrucarse contra él. Le permitió libre acceso a su pecho descubierto y empezó a jugar con las humedecidas hebras doradas que le hacían cosquillas.
-Me alegro de que hayas vuelto- dijo Naruto, con una sonrisa radiante-. Ahora pareces realmente tú- añadió al ver la confianza que transmitían aquellos ojos negros, la seguridad del Sasuke que había estado dispuesto a dar su vida por él. Aquella mirada tranquilizadora y decidida que le devolvía la fuerza y determinación cuando le fallaban. La mirada de la persona que amaba.
-Oe… ¿Y a ti no te daba vergüenza aprovecharte de un niño indefenso de doce años?- preguntó Sasuke arqueando una ceja. Su seriedad era fingida, no podía reprocharle nada. Los dos habían entrado en el mismo juego, se habían buscado con la misma desesperada intensidad, sin poder renunciar al otro por mucho daño que se estuvieran haciendo.
-Pues la verdad es que no… Tenía su morbo tenerte tan perdido e indefenso- respondió el kitsune con una sonrisa pícara.
Sasuke negó con la cabeza pidiendo paciencia y se dejó envolver por la paz que le daba que todo hubiera vuelto a su lugar. Incluso permitió que una imperceptible sonrisa aflorara a sus labios cuando el rubio le susurró un suave "te quiero" al oído. La felicidad de Naruto se reflejaba claramente en su expresión enamorada. Contemplaba al moreno con una sonrisa inevitable, negándose a dejarse vencer por el sueño. Sasuke, que tenía los ojos cerrados, arrugó graciosamente la nariz cuando las manos del rubio se posaron sobre él, haciéndole notar el olor dulzón a flores del que habían quedado impregnadas. Naruto le acarició el rostro con mimo, recorriendo las elegantes formas y memorizándolas una vez más con su tacto. Era tan terso, tan suave, tan cálido, tan perfecto, tan… suyo.
-Naruto- le llamó el Uchiha cuando sus dedos reseguían la forma de los delicados labios.
-Hm- murmuró en un susurro perezoso.
El moreno se incorporó sobre los codos para mirarle con aquella seriedad que le caracterizaba y pensar unos segundos en lo que iba a decir.
-Te quiero. Siempre te amaré, no importa el tiempo, ni la distancia que se interponga entre nosotros. Estás grabado a fuego en mi piel, y aunque pierda mis recuerdos mil veces, me enamoraré de ti, una y otra vez- aseguró, justo antes de sellar sus labios en un beso dulce y lento que transmitió a Naruto toda la convicción de aquellas palabras-. Por mucho que el destino quiera separarnos, yo siempre hallaré la manera de encontrarte. Y volver a ti- prometió.
Naruto sonrió y entrelazó una de sus manos con la de su novio, mientras se recostaba contra el pálido pecho. Ahora comprendía que nada en el mundo podría apartarle de Sasuke. Volverían el uno al otro, porque sus sentimientos eran firmes y sinceros. Porque el lazo que les unía era inquebrantable. Porque su amor era real y eterno, y se esforzarían día tras día por mantenerlo. Porque siempre, sin importar cuanto costase, volverían el uno junto al otro, para amarse por toda la eternidad.
Notas finales:
Y así termina esta pequeña historia. Me estuve pensando mucho si poner un lemon final o no, pero como Naruto es de los que entienden las cosas con su cuerpo (lo dice Kakashi) y Sasuke es de los que prefieren los actos a las palabras, me pareció adecuado.
Miles de gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí, espero que el final haya sido de vuestro agrado, la verdad es que es bastante complicado dar fin a una historia larga a la que le tomas cariño, pero lo he hecho lo mejor que he podido.
Agradeceré mucho un comentario final con vuestra opinión, si queréis que lo conteste y no tenéis cuenta en ff dejadme una dirección a la que poder responder. Por ahora he decidido tomarme un descanso de escribir porque tengo muy poco tiempo libre y no podría cumplir, pero espero que más adelante, cuando las cosas se calmen, podamos coincidir en algún otro fic.
Una vez más, mil gracias a todas y todos por acompañarme, un abrazo muy grande y un besazo!